Sexta Encomienda
~~~
No sé ni cómo pasó esto.
Sin embargo, no me importó. Era una oportunidad que debía de aprovechar sin dudar.
Custos me dio una oportunidad.
Es confuso...
Aún no puedo entender lo que pasó, pues parece que fue un mal sueño.
Lo creía todo perdido. Sin Bill a mi lado, me sentía a punto de morir. Envidiaba a todo aquel que sí podía, porque era todo lo que necesitaba... dejar de sentir. Dolía.
Y dolía más que el infierno de fuego injusto.
El tiempo, Custos me enseñó, me era irrelevante. Por lo que no le di importancia al tiempo en el que estuve abrazado al cuerpo inerte de mi demonio. Mis azabaches lágrimas nos cubrían a ambos. Daba por hecho que iba a parar cuando me ahogara con ellas.
Abrazaba con fuerza a Bill, implorando que despertara de su letargo. Que regresara a mi lado.
Mi mayor tortura era su rostro inexpresivo.
Bill jamás fue inexpresivo. Siempre tenía alguna mueca que mostrar.
Quizá una sonrisa llena de arrogancia.
Quizá un ceño fruncido en furia.
O, lo que más me gustaba, un gesto lleno de dulzura al verme.
Pero ya todo estaba pintado en mis recuerdos. Lo único que había en mi presente era un Bill inexpresivo. Inerte. Como un muñeco de trapo. Como un cadáver...
Me sumergía en fantasías mientras me aferraba al demonio y dejaba inundarnos en mis inmundas lágrimas llenas de sufrimiento.
Imaginaba una vida eterna a su lado en aquel páramo tan silencioso y solitario. Entre los dos, traíamos calidez a este lugar del cual yo no podía escapar.
Intenté buscar un aliento salir de él. Pero no había nada, absolutamente nada.
Me carcomía por dentro el dolor de su ausencia.
- Custos- susurré, quizá por millonésima vez desde que Bill cayó- Custos, ven a mí. Me has abandonado, ¿no? Me has castigado por yo ignorar tu presencia... Al yo preferir a Bill antes que a ti... Y ahora te vengas dejándome solo, cuando Bill me ha dejado.
Y como las veces anteriores, no recibí ningún tipo de respuesta.
Volví a llorar en el pecho de Bill.
Cuando mi mente había dejado mi cuerpo, escuché una voz a mi lado que me trajo abruptamente al presente.
- Mason
Dejé de divagar y mi cuerpo reaccionó al instante.
Al alzar la mirada, me encontré con un espejismo del demonio de mis lamentos. Sin embargo, su blanca tez, sus albinos ojos traviesos y su despeinado cabello carmín me indicaba de su verdadera naturaleza.
- ¿Custos?- pregunté, extrañado al ver esa nueva forma completamente diferente a la que yo conocía.
- Así es- respondió y vio con una extraña mueca al demonio que aún me aferraba- Estaba esperando a que dejaras de encapricharte a ese demonio
Me sorprendió ver que Custos había perdido aquel toque de respeto que tenía hacía mí. Y me sorprendió su enojo.
- Lamento esto, Custos- susurré, viendo a Bill- pero lo amo con todo mi ser, alma y existencia
- Son fuertes palabras, Mason
- Aún así, no importa qué diga, porque ya lo perdí
Ahogué un sollozó al dolor de esas palabras.
Custos tomó mi muñeca y me alzó del piso, obligándome a dejar a Bill en el suelo, como una muñeca olvidada.
Rodeó mi cadera con un brazo y entrelazó nuestros dedos.
- Deja de torturarte, Masón. Haces alusión a un ser solitario y falto de amor, cuando la realidad es todo lo contrario- me susurró, acariciando con su pulgar mi mano-Somos sólo nosotros dos, y sigues ignorando mi presencia. Nos haces a ambos miserablemente solitarios...
- ¿Custos? ¿Estás bien?- su extraño comportamiento no solo se me hacía inusual, también era incómodo. Se sentía incorrecto.
- Nunca he estado mejor, Mason. ¿O te gusta más Dipper?
Y sin previo aviso, acercó sus labios con los míos, juntándolos en un beso tan fuerte que no pude soltarme de él.
Custos tenía tanta fuerza, que por más que forcejeaba, no podía romper aquel acto.
Pero el lento movimiento de sus labios y lengua me hipnotizó. Cerré mis ojos y perdí la noción del ser que me besaba.
Levanté mis brazos y abracé su cuello, haciendo el beso más profundo. Me froté contra él, haciendo mi cuerpo calentar. Me sentía arder en llamas plácidas.
Mi cuerpo gritaba por más, rogaba por entregarme ciegamente a él.
Simplemente estaba en el limbo de la lujuria, con mi entrepierna latiendo de placer.
Sentía la saliva escurrir de nuestros labios y nuestras lenguas danzar al unísono de un ritmo infame y lleno de perversión.
Ahogado en aquel beso, fui capaz de gemir.
- Oh...Bill...
Y acabó cualquier magia.
Horrorizado, vi a quien estaba besando... y no era a quien yo anhelaba.
Custos, desalineado y aún tomándome entre sus ahora temblorosos brazos, me veía con dolor y enojo.
- Ay no- susurré, alejándome de Custos.
- ¿Tanto le amas?- me preguntó con voz desolada.
No quise responder, porque su mirada me quebraba. Parecía abatido y perdido. Como si se le hubiera arrebatado algo que ansiaba por mucho tiempo.
Quedamos en silencio, viéndonos fijamente. Temblaba, por miedo quizá. O porque todo se estaba congelando. Las flores se congelaban y se rompían en escarcha. Mis pestañas se tornaban blancas y mis dedos azules.
Él me vio con impaciencia y apretó los puños.
- ¡Responde!- me gritó, haciéndome retroceder más.
Tragué saliva y respondí, con voz entrecortada.
- Ya sabes que sí. Por eso lamento tanto su pérdida
Él torció la boca. Bajó la mirada, como si le doliera el sólo verme.
- Vete- me dijo.
- ¿Qué?
Custos dio un largo suspiro. Se dejó caer en la escarcha, derrotado ante algo que desconozco. Su rostro se transformo en una pintura de dolor y tristeza.
- Siempre te pudiste haber ido- susurró- El demonio entró y pudo tocarte. Claro que tu alma podría abandonar este lugar. Este lugar siempre va a estar, conmigo atado por toda la eternidad
Ahora fue mi turno de enojar. Mi dolor, aún presente desde la muerte de Bill, se convirtió en furia. Una furia tan inmensa que fui incapaz de entender, y mucho menos de contener.
- ¿Por qué no me dijiste? Hubieras evitado mi dolor- le cuestioné, sin importar alzar o no la voz.
- Porque no te quería perder. He estado solo, esperando por ti. Mi existencia tiene el fin de estar a tu lado y servirte. Te idealicé en cada pensamiento, esperando a tenerte conmigo, a conocerte.... Me enamoré de ti- respondió, viéndome al fin con una mueca llena de dolor- Aunque tu dolor me era insoportable, me mataba lentamente verte tan perdido. Te reconforté, te tuve en mi regazo mientras soñabas con una vida que no pudiste tener, pero que anhelabas con toda tu alma. Yo te anhelo, y esperaba que en un momento correspondieras mi sentir. Sólo nos tenemos a nosotros para toda la eternidad, hasta que se te llame para cumplir como el Elegido...
Se puso de pie de un salto y se acercó a mí, buscando mis temblorosas manos para tomarlas entre las suyas. Eran cálidas, muy cálidas.
- Cuando llegó el demonio, pensé que aquel capricho se iba a desvanecer. Le quité la fuerza y la vitalidad para que así lo dejaras más rápido. Para que así se fuera más rápido- hizo una pausa y me vio con tristes ojos- Hice tanto, demasiado. Y con un resultado absurdo al cual yo temía en el peor de los escenarios. Lo amas más y ya veo que no es un capricho. Es una necesidad. Te di tanto tiempo, pero te sigues lamentando. ¿Qué más tengo que hacer?
- Ya nada. Bill ya no está- susurré, sin evitar ocultar el amargo sabor que esto me dejaba.
Me abrazó con fuerza.
- Puedo traerlo de vuelta- me susurró y mi corazón, el cual hace mucho lo creía en silencio, brincó de la emoción- Siempre pude hacerlo
- Hazlo- susurré- Te lo ruego.
- Me vas a dejar ahora que te he dicho esto
No pude evitar reír sutilmente.
- Hace rato tú me dijiste que me fuera- le dije, entre gentiles risas.
Custos rompió el abrazo y me mostró una sonrisa dolorosa.
- No se ni qué hacer, Masón- susurró, su voz flaqueando al decir mi nombre. Acarició mi mejilla lentamente- Quiero tu felicidad, pero también quiero que estés conmigo. Y para mi desgracia, los dos no pueden cumplirse al mismo tiempo
Recostó su cabeza en mi hombro y dio un largo suspiro.
- ¿Me prometes que volverás?- en un susurro, me dijo tales palabras que parecían llenas de un insoportable dolor, ajeno a mi comprensión- Si te dejo ir y hacer una vida con el demonio, ¿regresarás en un futuro a mi lado?
Me quedé en silencio, sintiendo en mi pecho pesar por el pobre guardián. Acaricié su cabello, tratando de tranquilizar su dolor.
- Sí lo haré, Custos- respondí, suavemente- Te prometo que volveré
- ¿Lo harás pronto?
Volví a guardar silencio, tratando de encontrar las palabras correctas. No podía mentirle, pues sería cruel de mi parte. No merece mentiras, por más dolorosas que sean.
- No. Quisiera vivir mucho con Bill... No puedo asegurar que me esperes poco. Lo lamento mucho
Nos volvimos a quedar en silencio, yo esperando alguna respuesta de su parte. Quizá ya no me iba a dejar ir...
- Cuando estés satisfecho con tu vida lejos de este lugar y decidas volver a mi lado, lo único que tienes que hacer es tomarte esto- habló finalmente, alejándose de mí y viéndome fijamente a los ojos. Sus lechosos ojos se veían acuosos y carmín. En su mano izquierda apareció un frasco de cristal precioso, lleno de un líquido transparente- Si lo llegas a perder o a romper, aparecerá uno nuevo. Al séptimo que aparezca y que se pierda o destruya, iré por ti, sin importarme si quieres o no abandonar la vida que construyas fuera de aquí
Sin preguntarme si estaba de acuerdo o no, tomó mi mano izquierda y entrelazó sus dedos con los míos, entregándome el frasco.
- Vete al infierno, donde esperan a tu demonio. Te darás cuenta que tienes poderes inimaginables, y que podrás conocer todo lo pasado, presente y futuro. Sin embargo, no te aproveches de eso. Vive con normalidad, o lo que se asemeje a la palabra. Y olvídate lo más que puedas de tu omnisciencia. Sabrás cómo llegar al inferno- suspiró con pesar, y una solitaria lágrima carmín cayó de su ojo derecho- Tu demonio no recobrara la vida hasta llegar a sus puertas...
He de aceptar que me costó asimilar cada palabra que salía de los labios del Guardián. Me mantuve en mi sitio, sin ser capaz de moverme, confundido.
Pero cuando entendí, no evite sonreír sinceramente por primera vez en lo que pareciera ser una eternidad. Me lancé a abrazarlo fuertemente, él recibiéndome sorprendido, pero que correspondió casi al instante, aferrándose a mi cadera como si se fuera a caer.
- Gracias, en serio. Muchas gracias- le dije, aún sonriendo.
- Te estaré esperando, Mason- alzó mi barbilla con su dedo índice, sonriéndome con ojos tristes. Otra lágrima cayó al suelo lleno de escarcha- Cuando regreses... te amaré tanto- me prometió y volvió a acariciar mi mejilla. Suspiró, y dirigió su mirada hacia Bill.
El cuerpo inerte de Bill se puso de pie, como si unos hilos invisibles lo estuvieran moviendo. Caminó a pasos temblorosos a mi dirección, buscó mi mano y la tomó con helados dedos, esperando pacientemente a que yo le moviera.
El hermoso espacio en el que estábamos se volvió blanco. Las rosas, mis lágrimas, los lagos y ríos desaparecieron. La vista infinita era asfixiante y desoladora.
Una grieta vertical se abrió lentamente a unos pasos de mí. El otro lado se dirigía hacia un espacio oscuro.
Vi por última vez a Custos, quien aún acariciaba mi mejilla. Me vio con inmensa tristeza y, lentamente, se separó de mí. Sollozó y dejó, al fin, sus lágrimas caer, manchando su barbilla, su cuello y su pecho. Le sonreí y volví a agradecerle. Después apreté fuertemente la mano de Bill.
Caminé hacia la grieta, sintiendo como Bill caminaba conmigo a pasos insonoros.
Cuando la atravesé, intenté dirigirle una última sonrisa a Custos. Pero me di cuenta que ya no había nada detrás de mis pasos, sólo negrura. Pero de alguna forma, yo sentía y sabía que allí había un extraño portal.
Aún así sonreí, y sin volver mirar hacia Oblivion, caminé hacia delante, con Bill siguiendo mis pasos.
~*~
No veía nada, ni un atisbo de luz ni un color distante. Pero había algo que me guiaba hacia el camino que yo sabía era el correcto.
Después de caminar sin descanso por un tiempo irrelevante, escuché varias voces unidas en un canto hipnotizante.
Cantaban en un idioma distante para cualquier ser, pero que yo entendía tan bien como si hubiera nacido hablándolo.
Se acerca el fin a la adversidad
Oh, Páramo infinito
Oblivion ha de abrirse cuando el Elegido se erige fortuito
Custodiado por El Guardián, blandirá su fuerte voluntad
Los cantos eran tan fuertes que ya no podía escuchar mis propios pensamientos.
A pesar del ruido, yo seguía caminando a un paso constante y tranquilo. Miraba de vez en cuánto a Bill, quien caminaba a mi mismo paso, inexpresivo y ajeno a nuestra travesía.
- No te preocupes, mi amor. Ya casi llegamos- le susurré.
No me respondió. Pero sabía, quizá, que me escuchaba entre las voces y su letargo. Quizá, de no ser su muerte una barrera entre nosotros, él me hubiera sonreído, lleno de orgullo y amor.
El tiempo volvía a ser irrelevante en ese lugar de ajenas y usuales palabras, cantándose incesantes y ruidosas. No supe si tardé mucho o poco cuando llegué a un súbito silencio. Seguí caminando, con un nudo en la garganta.
Finalmente, vi un atisbo de luz a la lejanía. Un pequeño resplandor que se mantenía lejos de mí.
Apresuré el paso, sonriendo al verle crecer a la par de mis pasos.
La luz creció tanto, cegándome. Y salí de lo que parecía era una cueva, apretando la mano de mi demonio.
Por primera vez, respiré. No noté la falta de ello en la oscuridad. Y Bill y yo dimos una bocanada de aire, dejando a nuestro pecho llenarse. Quizá nunca lo necesitamos, pero me sentía más ligero. Y sentí que era liberado de una abrumante presión en el pecho.
Fui capaz de ver las alas cristalinas que cargaba desde que desperté al lado de Custos. Se habían unido a la oscuridad de la cueva, y, al fin fuera de ella, pude ver cómo caían plumas lentamente. Se veían tan destrozadas.
Miré a Bill, quien seguía con los ojos cerrados. Pero se notaba vivo. Su piel, que se había tornado del color de las cenizas, recuperaba su dorado color.
Apreté su mano y seguí la marcha.
Almas en pena vagaban a nuestro alrededor, caminando a pequeños y pesados pasos, esperando a algo que quizá no llegue pronto.
El Limbo.
Sentadas sobre rocas en medio de un gris y dorado oasis, con túnicas griegas y de tristes y expectantes miradas, exclamaron unas almas al verme:
- Oh, el Elegido salió de Oblivion, pero no ha salido el Guardián, ¿es una advertencia acaso de que el final se propaga? ¿O es acaso por el demonio solitario que sobre cualquier advertencia se dirigió al fin?
Unos se levantaron hacia un laurel de oro. Otros se levantaron hacia nosotros, con paños humedecidos de un arroyo cercano.
Limpiaron el rostro de Bill y mis lágrimas secas. Me dieron agua fresca que beber, la cual tomé sin objetar.
Y aquellos que se dirigieron al laurel regresaron, con dos coronas. Nos las pusieron a ambos con gentiles sonrisas.
- Somos sabios de una antigua era, que fuimos olvidados sólo por no tener santo bautismo. Cuando el cielo se unió al Infierno y se decidió que se juzgaría por los actos en vida, nosotros tuvimos esperanza. Pero, aún seguimos olvidados- me dijo quien colocó la corona en mi cabeza- Cuando el momento de actuar del Elegido sea realidad, ¿Qué será de nosotros, los olvidados?
Sentí una aguda punzada de dolor en mi pecho. Y un sollozo se formó detrás de mi garganta.
- Estoy sumamente agradecido con ustedes- mi voz al fin salió después de lo que pareció una eternidad- No los olvidaré, y cuando tenga oportunidad, vendré a buscarles y hacerles justicia. Tengo que irme, pero les dejo una promesa tras de mí...
Ellos sonrieron con esperanza y se arrodillaron. Comenzaron a tocar sus arpas y cantar hermosas melodías llenas de alegría. Parecía, ahora, que ese gris y dorado oasis brillaba.
Con una última mirada hacia ellos, volví a retomar marcha.
Yo bien sabía que ya estaba cerca de las puertas del Inframundo. Simplemente lo sabía, lo sentía. Un cosquilleo recorría mis extremidades. Pero el Limbo era inmenso, casi infinito.
Un páramo gris, de cielo azul oscuro, se extendía, con siluetas blancas andando perdidas. Los laureles, al entender su razón, me hicieron sonreír agradecido. Cuando esta travesía acabase, debía recordarlos.
Los laureles brillaban, y me ayudaban a no tropezar con las rocas que no se lograban ver en el suelo infértil.
Regresé mi mirada a Bill, mi pecho llenándose de calidez al verlo sonreír. Como si se conmoviera de las almas sabias.
Sin embargo, mis antes alas destrozadas estaban a nada de desaparecer. Las plumas caían detrás de mí y se esfumaban antes de tocar el suelo. No me sentía mal de verlas irse, mucho menos me dolía.
El silencio de las almas pérdidas se perdió ante los lamentos y gemidos de las almas condenadas.
Al fin, el tiempo volvió a tomar relevancia. Y, al ver un arco de brillante obsidiana a la lejanía, sentí la fatiga de lo que ahora veía una eternidad caminando. Detrás de aquel arco, sólo veía bermellón.
Sonreí y sollocé de alegría, sabiendo qué era aquel arco...
La entrada al Infierno.
- Oh Bill, ya casi llegamos. Ahora sí lo digo en serio- exclamé, viendo a mi sonriente demonio. Y con eso, la última pluma cayó y se esfumó en llamas.
Al fin, después de tanto sufrimiento, llegamos a nuestro destino final.
Al fin, quizá, podemos ser felices. Podemos perseguir nuestros deseos sin el temor de caer y no levantarnos.
Apresuré el paso, con ansias de abrazar aquella vida. Mis mejillas se mojaron de lágrimas, mientras las comisuras de mis labios seguían alzándose.
El arco, hermoso y aterrador, tenía tallado en un extraño lenguaje "¡Oh vosotros lo que entráis, abandonad toda esperanza! "
No pude evitar reír, conmocionado ante la ironía.
Retornará nuestra esperanza que creíamos hace mucho perdida.
Aparecían fantasmas por doquier y se acercaban al arco, con rostros llenos de angustia, sollozando y gritando antes de cruzarlo y desaparecer detrás del brillante bermellón.
A diferencia de ellos, yo entré con una sonrisa y alegres lágrimas secas.
Agarraré fuertemente la mano de Bill.
- Ya llegamos, amor- susurré.
Suspiré, sin borrar mi sonrisa.
Caminamos lentamente, cruzando el arco y con eso, entrando al Infierno.
•~•~•
Estrellitas, la Tierra les dice Hola!!!! ♥♥ (⌒▽⌒)
Pensé que iba a ser más pequeño y sencillo, resulta que no (3048 palabras, lol).
Este capítulo es muy wow para mí. Originalmente, Custos (que en latín significa, pues, Guardían aajsja) no iba a tener tanto trasfondo. Pero, me alegro de haber tomado esta decisión, es de mis personajes favoritos hasta el momento. ¿Volverá a aparecer? Quizá, ya cumplió su papel de pequeño obstáculo, pero aún es importante. Espero mucho que me haya dado a entender del porqué del amor de Custos, quien idealizó tanto y que por ello se enamoró, porque era lo único que conocía, aparte de la soledad. Idk, es muy complejo mi chiquito, no lo odien.
Sí, puse muchos símbolos y paralelismos (el fuego, los dos Limbos, la personalidad de Dipper, el estar "perdido", el tiempo y su relevancia, Custos y Bill, la "ultima prueba" del Guardian implícita, EL TÍTULO, etc.). Ya me conocen. Y va a ser uno de muchos capítulos así, so cool. Me gusta jugarle a la interesante. Diviértanse encontrando esos detallitos, porque yo me divertí mucho escribiéndolos.
Sí, Dipper es como algo muy parecido a Dios. ¿Dios existe? Sí, al menos en esta historia sí, pero vamos a darle un toque más interesante.
Y sí, perdón por las referencias a la Divina Comedia y por, quizá, tergiversar tal visión. Insisto que la obra me dio inspiración para escribir esta historia. De no ser por el mal sueño que tuve, la primera parte hubiera terminado en Dipper muertito, bien bien muertote, sin retorno.
Me alegra decirles que se viene la calma antes de la tormenta :)
La siguiente actualización será en viernes ;) para así retomar las actualizaciones semanales y no morir en el intento. Ya soy universitaria, que el universo tenga piedad de mí.
Mushos abrashos ashfixiantesh y beshosh baboshotesh!!!! ♥♥♥♥
(es tarde, ik)
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