Introducción.

La directora entró a la oficina, en sus manos se encontraban unos papeles, los leía y revisaba, si era necesario cambiaba de hoja para revisar el contenido.

Tomó su asiento en el escritorio, encendió el ordenador y de nuevo comprobó los datos que acaba de recoger de las salas a las que había ido.

—Esto... está mal —susurró para sí misma.

Seguido de que ella entró, alguien tocó la puerta, respondió en voz alta un "Adelante"

—Directora —ella levantó la vista y se encontró con Hugo —El sujeto cero treinta y uno está despertando —le avisó.

—Bien, traiganla, necesito hablar con ella -—espondió y regresó su vista hacia las carpetas.

—En seguida —dio la vuelta y se retiró.

Angelina pensó unos segundos en lo parecidos que eran Hugo y Edric, si no fuera por la mancha de nacimiento que tenía Hugo, razón por la cual cubría siempre con un cubrebocas, fácilmente dirían que es Edric.

Hugo regresó un cuarto de hora más tarde, trayendo consigo a una joven, que lucía desorientada y extraña en esa ropa gris.

—Aquí está, señora —dijo el hombre —Por ahora me retiro, si necesita algo más, vendré enseguida.

—Claro, puedes irte —asintió y se levantó de la silla, se dirigió hacia la joven —Toma asiento, cero treinta y uno —le invitó.

La joven, comprendiendo que pasaba, obedeció. Observó su alrededor. Vio que habían algunos cuadros, eran diplomas, pero ella no le daba importancia. También encontró ciertas figuras de cerámica un tanto raras, luego en una caja de cristal se encontrban las piedras que tenía su gemela, eran las cuatro, exactamente iguales a las que había soñado.

—Bien —empezó la científica —Despertaste a tiempo, eso es bueno —entrelazo sus manos y las colocó sobre el escritorio —¿Cómo te sientes? ¿Tus cinco sentidos estan bien?

—¿Mis cinco sentidos? —preguntó de vuelta.

—Por supuesto, necesito saber cómo te encuentras.

—Estoy bien —asintió.

—De acuerdo, ahora, te asignaré una tarea y espero que la cumplas como se debe.

—¿Otra tarea?

—Debes encontrar a una chica, desconozco su nombre y en dónde vive, pero ése es tu trabajo —continuó la mujer —Debes encontrarla y reportarme todo lo que sepas sobre ella.

—¿Cómo la encontraré si no me da un nombre? Eso es imposible —negó con la cabeza, bufando molesta.

No era la primera vez que le encargaban hacer algunas cosas, pero casi siempre eran cosas sencillas, algo que pudiera hacer, analizaban su fuerza, su inteligencia, su velocidad, entre otros. Y los resultados eran los mismos.

Ella no era un alterado.

Claramente no tenía lo que los científicos buscaban, entonces ¿Por qué seguía ahí?

Ella llevaba ahí diecisiete años, sólo sabía que un día de pronto estaba rodeada de científicos tomando muestras de su sangre para exámenes, apenas había despertado y se volvió así cada cierto tiempo.

Únicamente despertaba para que le realizaran exámenes físicos.

—¿Y si no quiero? —preguntó de vuelta, negándose a lo que le pedía.

¿Cómo era posible que le estuviera diciendo algo como eso? A pesar de llevar ahí casi dos décadas, no le era nada agradable la forma en que la trataban.

—Niña, no tienes opciones —la mujer se recargó en el asiento y sacudió ligeramente la cabeza —Yo soy quién da las órdenes aquí, así que... Obedeces sí o sí, sencillo.

La joven se sintió molesta. Y la mujer tenía razón.

—Bien, lo haré —asintió —Dígame como hacerlo.

—Será sencillo, ella luce igual a ti —respondió con una sonrisa.

Y aquello sólo confundió más a la joven.

—¿Igual... A mí? ¿Cómo? —sacudió la cabeza, sorprendida y sin entender del todo.

—Bueno, tú luces igual a ella, pero... ¿Quién más para encontrala, que tú? Cuando son idénticas.

—¿Por qué quiere buscarla? ¿Qué tiene de especial? —quiso saber.

—Ella tiene los cuatro elementos, y yo debo tenerla a ella, justo como a ti —se encogió de hombros.

Angelina le explicó como iniciar la búsqueda.

Creyó que la joven se tardaría, puesto que ella misma aún no lograba localizarla, pero no contaba con los planes ocultos que tenía el sujeto cero treinta y uno.

Ella, encontró a Sara en menos de una semana, sin embargo, no lo reportó ese mismo día.

Una vez logró escapar del laboratorio, ya que conocía todas las entradas y salidas del lugar, lo hizo sólo para pedirle ayuda, quería que la liberara de ese lugar. Ya que, mientras más tiempo pasaba, más experimentaban con ella.

Fue gracias a Sara que obtuvo un nombre, y aunque sonara muy simple, para ella era algo significativo, puesto que desde que tiene memoria le habían llamado "Cero treinta y uno".

Pero no dejaría las cosas a favor de la directora, le diría a Sara lo que sabía sobre los elementos, lo que había estado escuchando de los científicos que trabajaban en el laboratorio.

—La encontré —le había dicho a Angelina —Pero para decirle su ubicación... Necesito algo a cambio.

La mujer había alzado una ceja, con incredulidad.

—¿Qué es?

—Quiero pasar tiempo con ella, quiero conocerla... —había dicho —Es mi hermana después de todo ¿No es cierto?

—Bien, te lo concedo —se había acercado y en voz amenazante le dijo:—No me falles o terminarás inconsciente en esa cápsula.

Intentó ocultar su miedo y nerviosismo ante la mujer, por lo que sólo asintió con la cabeza.

Alba sabía de el destino de la joven, por eso le advirtió y preguntó sobre las piedras, pero Sara desconfiaba, incluso si le había respondido varias de sus preguntas.

Mientras más tiempo pasaba, más moretones tenía en sus brazos por los piquetes de agujas hechos por los científicos para sus análisis.

Tomó su tiempo libre para explorar el laboratorio, descubrir sus secretos, algo con que chantajear a la directora para que accediera a su trato.

Y lo encontró. Para ése momento, el tiempo que había pedido Alba había terminado.

Tomó asiento frente a ella, dispuesta a negociar lo que deseaba.

—Bien, dame datos sobre ella, necesito saber cómo la encontraste, en dónde y lo más importante, si ella ya posee los cuatro elementos —le dijo mientras acercaba su ordenador para comenzar con su informe.

—Claro, pero primero quiero algo a cambio —dijo la joven.

—¿Qué? ¿Quieres más? —resopló con incredulidad —¿Qué puedes querer? Te lo he dado todo, no necesitas nada más.

—Oh, señora... Se equivoca, he visto este lugar y los secretos que oculta. Sé de la existencia de un generador de energía pura, lo he visto. Esa cosa tiene la energía hasta para consumir el distrito entero —replicó, apuntando con su dedo índice en el escritorio.

La otra retrocedió unos centímetros en su asiento, asombrada por lo que mencionó y también un poco asustada, pues nadie salvo ella y otros científicos sabían de la existencia del Proyecto.

—¿Quién te ha dejado entrar a esa Sala? Las personas que tienen la llave son contadas.

—Bueno —se encogió de hombros —Digamos que aproveché para conocer el lugar —se recargó en el asiento —Así que... Si me escucha, guardaré ése secreto.

Era increíble. La joven frente suyo la estaba chantajeando. Y vaya que tenía un gran secreto entre sus manos.

Fuera otra persona, ya se habría deshecho de ella, pero no lo haría, cuando la mantuvo viva por diecisiete años, para sus propios fines.

Angelina trató de tranquilizarse, respiró un poco y tomó su cabeza entre sus manos, suspiró.

—Te escucharé y lo pensaré.

Luego acomodó sus documentos, los colocó de lado contrario al ordenador. Se dedicó a presatarle atención a la joven.

—Adelante, cero treinta y uno, habla.

Odiaba el nombre que tenía, especialmente porque sabía lo que significaba.

—Lo único que le pido es... Libertad —explicó —He estado aquí mucho tiempo y de una forma extraña.. A cambio le diré lo que sé sobre esa chica, Sara, sé que no la encuentra y es porque está buscando en lugares equivocados.

—¿Lugares equivocados? ¿A que te refieres? He investigado cada cuidad, cada pueblo, alguien que la haya conocido.

La joven chasqueó los dedos.

—¡Y es ahí dónde se equivoca! Jamás la encontraría con ese nombre, porque tiene otro.

—¿Otro? —eso si le sorprendió, pues creía que aún tenía el nombre que sus padres le querían poner —Entonces dime cuál es.

—Para nada —negó con un dedo —Primero acepte mi oferta y luego le diré.

Era muy repentino, pero llevaba años buscándola, la joven frente a ella no se acercaba ni poco a lo que era Sara.

Buscó tanto sin encontrarla que la había dado por muerta, pero no detuvo la búsqueda y viéndolo bien esta era su oportunidad perfecta para encontrarla y por fin hacer esos estudios anelados que quería. ¿Debería creerle a ella? Más bien ¿Podría confiar en ella? Lo cierto era que, no parecía mentirle, la chica decía la verdad.

—Con una condición —finalizó la mujer —Antes de tu libertad, deberás ayudarme en algo.

—No me es suficiente, pero diré que si.

La joven recibió una pantalla táctil, y sería ahí dónde escribiera todo lo que sabía sobre Sara.

—Entrégamela la semana que viene, entonces, podrás completar mi condición antes de dejarte ir—se encogió de hombros —Así de sencillo.

Ella consideraba sus opciones, de las que tenía, sólo una le convenía. Miró sus brazos, repletos de moretones causados por las agujas. Una semana más implicaba más inyecciones, pero si sólo eran siete días, entonces podía soportarlo.

—Bien, lo haré.

🔥💧🌱🌪️


Pero era obvio que Angelina no iba a jugar la información con alguien que lo único que hacer era preocuparse por sí misma. Ella tenía un plan.

Pero no resultó como quería.

El día en que la joven le ayudaría, justo cuando le entregó la información sobre Sara, como había acordado, ella salió corriendo, aterrada.

Lo que pedía la directora era una atrocidad y no pensaba hacerlo.

Quería que entrara a su proyecto del Quinto Elemento... ¿Para un experimento?

Ella estaba harta de experimentos.

Pensó rápido, y tiró la pantalla al suelo. El aparato se rompió, y la información sobre Sara, se rompió.

—No puedo... No puedo hacer eso —fue lo que dijo antes de correr despavorida.

—Atrápenla —ordenó a sus agentes —La quiero viva.

La joven no logró salir del laboratorio.

Los hombres le dispararon, y ella cayó inconsciente.

La directora, decidida a obtener lo que quería, en vista de que la información en la pantalla estaba perdida, sólo había una persona que tenía sus repuestas.

Mientras el sujeto cero treinta y uno estaba inconsciente, la mujer le colocó un chip, que estaba conectado en su columna llegando hasta la parte inferior de la cabeza, pero llegando a dónde el cerebro recibía las órdenes de la mente.

Lo usó para su beneficio.

Cero treinta y uno nunca planeó decirle nada a Angelina, sólo había sido para que le diera lo que quisiera sin dar nada a cambio. Ya que ella conocía todas las salidas, planeaba escapar.

Angelina le sacó toda la información sobre Sara, e incluso hizo que se apareciera en los sueños de ella, para que pensara que ahora estaba en su contra. Y en ese instante, Angelina logró localizar a Sara.

Y sobretodo, aún cuando obtuvo a Sara para sus experimentos, logró hacer que cero treinta y uno, pudiera controlar los Cuatro Elementos.

Lo que la gemela no sabía era que el cuerpo que tenía, no resistiría mucho, puesto que jamás había soportado un peso tan grande.

Pasó la mayor parte de su vida inconsciente, por lo que desconocía la enorme carga que eran los elementos.

Fue a partir de ahí, cuando comenzaron los problemas.

-karimodelarosa.

Y... ¡Comenzamos!
¿Les parece si al final de cada capítulo le agrego unos datos curiosos, como en que día cumple tal personaje y cosas que quería agregar en la historia​? Vota y comenta si te gustó el inicio de la historia.

Edit 2020: Si leíste esta historia antes, por allá de la primera vez que la publiqué, te recomiendo volver a leerla, el final cambiará drásticamente;)

IG: karimodelarosa

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