Capítulo 8
Era un nuevo día. Sería borrón y cuenta nueva en la misión «tomar las riendas de la renovación». Hasta ahora, las cosas iban bien para Gemma. Carter la había llamado y hablaron durante una hora sobre su plan a dos años hacia el matrimonio y sobre el incidente en la casa de Gemma. Dijo que no había sido nada y que solo estaba aburrido.
—Cariño, siento mucho haberme puesto tan raro. Te amo y te extraño —dijo al teléfono.
—Está bien. Me alegra que esté todo bien —le respondió Gemma. Si tenía que ser honesta, se había olvidado de que Carter y ella habían dejado las cosas de una forma un poco rara. Había demasiadas cosas disputando el espacio en su cabeza, pero se sintió agradecida cuando Carter la llamó y hablaron como si no pasara nada. Era una cosa menos de la cual preocuparse.
Con una caja de Oreos en una mano y un vaso de leche que compró en Starbucks en la otra, tomó aire y se dirigió hacia la puerta principal de Perusing Port. Al verla entrar, James y Stefanie levantaron la cabeza y sonrieron.
—¡Viniste! —Stefanie saltó hacia Gemma y la abrazó. Gemma forzó una sonrisa y se inquietó un poco ante la extraña sensación de recibir un abrazo. Pero eso no pareció disuadir a Stefanie, que continuó abrazándola con fuerza—. Ayer molestamos a Logan todo el día y creo que lo ablandamos un poco.
—Y está más abierto a la idea de recibir tu ayuda. Solo espera y lo verás por ti misma. Está en su oficina, ve para allá —dijo James, asintiendo.
—Gracias, chicos —respondió Gemma sintiéndose un poco más confiada a medida que procesaba sus palabras.
Caminó de puntillas por el espacio vacío de vida e inquietantemente tranquilo, extraño para ser una cocina de un restaurante neoyorquino. Tina y Pedro no habían llegado aún. Tocó la puerta y un segundo después escuchó la voz de Logan del otro lado.
—¿Qué pasa? ¡Estoy ocupado!
Al instante sonó una alarma en la cabeza de Gemma que pensó:
«Sí, claro. Tierno como un oso de peluche».
Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió de golpe y el aroma almizclado de él, mezclado con especias inidentificables, llenó sus fosas nasales. Sus miradas se encontraron. Gemma estaba lista para la batalla.
—Oh, no, tú de nuevo —dijo Logan poniendo los ojos en blanco y volviendo a su silla. No le cerró la puerta en su cara, lo cual Gemma tomó como una buena señal.
—Por favor. Solo quiero conversar. Traje una ofrenda de paz —exclamó, mostrándole las Oreos y el vaso de leche que luego puso sobre el escritorio.
Logan sonrió y dijo:
—Veo que estuviste haciendo los deberes. ¿Quieres que te de una estrella dorada y una palmadita en la espalda por el buen trabajo?
«Gemma, tranquila. No dejes que te afecte», pensó ella.
—No, esta es mi manera de decirte que siento lo que pasó ayer. No me expresé muy bien y quería, si me das la oportunidad, explicar lo que sucede. —Se encogió de hombros, insegura de qué comentario sarcástico diría Logan a continuación.
Para su sorpresa, Logan simplemente hizo un gesto para indicarle que podía sentarse en la otra silla de la sala.
—Está bien, terminemos con esto.
—Escucha, no estoy aquí para cambiar todo. Lo entiendo. Es un fastidio que venga alguien e insista en hacerlo. He vuelto a leer mi artículo varias veces y creo que hay algunas pequeñas cosas que podemos hacer juntos, con tu permiso, por supuesto, para ayudar a este negocio. Sería beneficioso para todas las partes implicadas. Para ti, para mí y para tu equipo. —Logan se movió en su asiento y Gemma continuó—: Todo puede seguir siendo como quieras y, al fin y al cabo, tú tendrás la última palabra. Como mucho estaría dando mi opinión sobre los cambios estéticos aquí y allá para ayudar con la ambientación e introducir un par de platos nuevos.
Mientras Logan, pensativo, se rascaba la nuca, Gemma se preguntaba si lo hacía para presumir sus grandes bíceps. Se sacudió la idea de la cabeza y se detuvo para dejarlo hablar.
—Hay mucho en juego con esta renovación. ¿Cómo puedo confiar en que no lo arruinarás? Apenas te conozco.
—Bueno, si lees los otros artículos que escribí verás que sé de lo que estoy hablando. Además, si esto sale mal, mi reputación estará en juego tanto como la tuya.
Las cejas fruncidas marcaron el rostro de Logan. Gemma se preguntaba cómo era posible que se vea tan apuesto aún con esa expresión amarga.
—No lo sé. Me parece demasiado arriesgado. Preferiría decir que no...
Antes de que Logan pudiera decir nada más, Gemma pronunció las palabras que sabía cerrarían el trato:
—Te daré cinco mil dólares para ayudarte con la renovación.
Con los ojos bien abiertos, Logan se paró de la silla.
«Listo. Es oficial, me dará una bofetada», pensó ella.
Sin decir una sola palabra, se dirigió bruscamente hacia la puerta. Se detuvo un momento antes de inclinar la cabeza hacia la cocina, indicándole a Gemma que lo siguiera. Ella obedeció y se dirigieron al comedor, donde James, Stefanie, Tina, Pedro y otra persona que Gemma supuso que era Billy, el chico más joven, charlaban animadamente. Se quedaron congelados de inmediato al ver a Logan.
—Atención, equipo. Tengo un anuncio —dijo Logan tras aclarar su garganta. Gemma se movió un poco para observar los ojos brillantes que tenían todos y se dispuso a escuchar esa voz grave que le hacía dar vueltas el estómago—. Ella se sumará al equipo para la renovación. Les presento a todos a Gemma. Gemma, este es el equipo. Respiros entrecortados se mezclaron con sonrisas, y Gemma no pudo evitar sonreír también. Logan continuó:
—Fin del comunicado.
—¡Encantada de conocerte, Gemma! —dijo Stefanie levantando los brazos.
—¡Qué sorpresa! ¡Qué inesperado! No nos imaginábamos ninguna noticia como esta. ¡Qué locura! —exclamó James de forma muy dramática. Difícilmente Logan le creería.
—Volvamos a la oficina, hay mucho que discutir —dijo Logan a Gemma.
Ella asintió, pero antes de poder seguirle los pasos, se vio rodeada.
—¡Eso es, chica! ¡Sabíamos que lo lograrías!
—¡Muchas gracias por ayudarnos!
—¡Qué emoción! Esto será lo mejor que le pase a Logan.
—Hola, soy Billy.
—¡Señorita! ¡Eso es!
Gemma soltó una risita. Nunca se había considerado una persona popular, pero las sonrisas que la rodeaban estaban llenas de tanta calidez que se dejó invadir por esa nueva sensación.
—Gusto en conocerte, Billy. Me pondré al día con todos más tarde. Gracias por la ayuda y por su apoyo. Tomó aire y se dirigió hacia la oficina de Logan.
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