Capítulo 7

El contraste entre la suave boca de Logan y el rudo mensaje que salió de ella hizo que Gemma sintiera sus piernas vencerse. Respiró hondo y se obligó a sí misma a pararse más derecha.

—¿Disculpa?

Logan le dio la espalda a Gemma y se dirigió a su asiento, revolviendo los papeles de su escritorio una vez allí.

—Ya me oíste. Puedes irte por la misma puerta por la que entraste.

—¡No seas tan idiota! Te lo suplico.

—Ya te dije lo que pensaba. De ninguna manera voy a cambiar los planes que Reid y yo pasamos meses estudiando y planificando. Tendrás que lidiar con eso y esperar a que el resultado se alinee con lo que escribiste.

Con los puños cerrados, Gemma negó con la cabeza y dijo:

—Pensé que al menos tendrías la decencia de escucharme. Esperaba que pudiéramos hablar de esto como adultos. Fue apenas ayer cuando me suplicaste que le diera una oportunidad a tu restaurante. Qué bueno saber que hay gente ahí afuera que apreciaría el favor.

Resopló y salió a toda velocidad de la habitación, como si escapara de una bomba a punto de estallar. Ya no le importaba la respuesta de Logan. Necesitaba espacio para repensar cómo dirigirse a él.

«Oh, por favor. ¿Cómo es que llegué a este punto? ¡Qué idiota soy! ¿Por qué no hago nada bien?», pensó.

Todo salió de la manera opuesta a la que se había imaginado de camino en el taxi. Gemma se dio cuenta de que el hecho de que él era un imbécil no ayudaba para nada. Sería mucho más sencillo si se tratara de una persona razonable.

Ignoró las miradas del equipo mientras salía hacía el comedor. Sin embargo, se detuvo cuando escuchó la voz de James diciéndole:

—¡Espera!—Gemma se dio vuelta y vio a cuatro miembros del equipo que la habían seguido hasta el comedor. James continúo—: Por favor, espera. Tenemos que hablar contigo.

—Lo oímos todo —dijo una joven de suaves ojos azules. Tenía el pelo rojo claro y varias pecas en su rostro. Usaba dos colitas y se veía como el logo de la cadena Wendy's.

—Querida, ¡necesitamos tu ayuda! —intervino una mujer mayor, de piel morena y ojos redondos y profundos que se acercó a Gemma y le puso la mano en el hombro, guiándola hacia la puerta principal—. Pero debemos hablar afuera. Estas paredes son muy delgadas.

—Ya debería irme —respondió Gemma mientras miraba a su alrededor los ojos tan brillantes que la observaban.

—Señorita, please, ¡no nos deje! Por favor, ayúdenos —agregó un hombre más bajo y regordete, que probablemente rondaría los treinta años.

Gemma se detuvo y esperó a que alguno de ellos se explicara, ladeando la cabeza como si fuera a recibir la lista de ingredientes de un plato muy complejo.

James notó que tenía su atención, miró a sus colegas e insistió:

—Gemma, por favor, no te tomes a pecho nada de lo haya dicho el chef. Ha estado muy estresado últimamente. De hecho, es una persona muy agradable. Creo que le encantaría recibir tu ayuda con la renovación.

Gemma dobló el cuello hacia delante y luego volvió a ponerlo rígido.

—Hum, ¿están seguros de haber escuchado lo que dijo? Ese hombre preferiría caminar sobre carbón encendido antes que dejarme modificar algo aquí.

La chica parecida al logo de Wendy's añadió:

—A veces se pone así. En realidad, es un oso de peluche muy tierno que quiere lo mejor para el negocio. Solo necesita pensarlo mejor.

Todos en el grupo asintieron con fervor.

—¡Podemos ayudarte! Lo conocemos más que nadie —dijo James.

—Yo... humm... —Gemma se detuvo y prestó atención a los rostros frente a ella. Por mucho que odiaba admitirlo, el éxito de este negocio ponía en juego muchas cosas. Su jefa se moría de ganas de visitar el lugar tras la reapertura y, si habían leído su artículo, estaba segura de que la Guía Michelin también querría echar un vistazo. En ese momento, decidió que haría lo que fuese necesario. —Chicos, ¿qué tienen en mente?

Todos liberaron el aliento y sonrieron, haciendo que Gemma se mueva sobre las puntas de los pies, entusiasmada.

—Querida, ¿alguna vez viste la película Mi gran boda griega? —preguntó la señora mayor. Gemma negó con la cabeza y la señora continuó—: Bueno, en ella dicen que si el hombre es la cabeza, la mujer es el cuello, y ella puede girar la cabeza hacia donde ella quiera.

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Gemma.

—Logan necesita sentir que está a cargo y que las ideas son suyas —añadió James.

—No voy a alimentar su ego, si eso es lo que me están pidiendo —dijo Gemma cruzándose de brazos.

—Señorita. No es alimentar su ego. Esta es su personalidad. Le gusta ser el boss —explicó el hombre bajo con un español quebrado.

—Bueno, ya se destapó la olla. Le dije cuáles eran mis ideas, así que ese barco ya partió —argumentó ella.

—Es un poco tosco. Necesita un poco de delicadeza en su vida y entrará en razón con tiempo —dijo James. Se llevó un dedo a los labios antes de continuar—: Creo que, y lo digo con el mayor de los respetos, necesita ver con más claridad qué saca él de todo esto. ¿Qué tal si le ofreces algo para endulzar el trato? Sé que tiene algunos problemas financieros y esta renovación es su último esfuerzo para salvar el lugar. No dejes que su orgullo se interponga. Realmente queremos que triunfe aquí.

Gemma se tocó los labios entreabiertos y miró a su alrededor. Había algo que no podía entender y se sentía como un nudo en el pecho. Los empleados de Logan parecían amar de manera genuina a ese imbécil que tenían de jefe. Miró directamente a James antes de sorprenderse a sí misma preguntando:

—¿Cuál es su postre favorito?

—Oreos. Le encanta comer oreos junto a un vaso de leche —respondió James con una gran sonrisa en el rostro.

—Espera, ¿qué? ¿Acaso tiene cinco años? No importa, gracias. Necesitaré un poco para pensar bien en esto. Aún no sé qué diré para convencerlo.

—Aquí estaremos para plantar las semillas y ayudarla —dijo la señora mayor—. Vaya a descansar y vuelva fresca mañana. Pero, por favor, vuelva. La necesitamos. El chef la necesita.

Gemma asintió con la cabeza y respondió:

—Por supuesto. Regresaré. Estoy segura de que todos han leído el artículo. Estoy enfocada en que las cosas salgan bien.

Tras ver a todos decir que sí con un gesto, la mujer mayor levantó la mano para estrechársela y dijo:

—Soy Tina, por cierto. Me encargo de la panadería aquí.

—Y es la madre de nuestra cocina —agregó la colorada—. Yo soy Stefanie, me encargo de cortar los productos y de cubrir cualquier tarea que se necesite. —Señaló al hombre bajo y dijo—: Él es Pedro, está a cargo de las carnes. Y ya conociste a James, él se encarga de los registros. La única persona que falta es Billy. Está en el colegio ahora, va al secundario. Él se encarga de la limpieza y el orden.

—Gusto en conocerlos, chicos, y gracias por la ayuda —respondió Gemma.

—¡Será un placer! —dijo Stefanie, moviendo su melena pelirroja de arriba hacia abajo.

—Si están renovando el lugar, ¿por qué Logan hace venir a su personal de cocina?

—Estamos trabajando sobre el nuevo menú, cuando podemos, y el inventario. Somos menos de lo normal, hay más personal que está de vacaciones. Además, esperamos al idiota de Reid, el primo de Logan, para dar inicio oficialmente a la renovación y probar algunos diseños —explicó James.

Un sonido alertó a Gemma de una notificación entrante. Echó un vistazo a su teléfono y vio que Katie, de la Guía Michelin, le había enviado un correo electrónico con opciones de horarios para reunirse con ellos. Volvió a mirar al grupo y dijo:

—Gracias, chicos. Tengo que irme. Aprecio mucho esto. Me hace sentir un poco mejor y ojalá podamos convencer a Logan mañana a la tarde.

A pesar de sentirse mejor después de hablar con los empleados de Logan, no pudo evitar la inquietud que la invadía mientras se dirigía a su casa.

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