6-"Puedo explicarlo"

¿Cómo pude quebrar la taza?

Dios, que vergüenza. El pobre Spencer tuvo que ir por una escoba y un trapo para limpiar mi desastre.

--En verdad, lo siento mucho -me disculpé, él permaneció en silencio.

No pensará que la quebré al propio porque no me recordaba, ¿o sí?

--Te pagaré la taza -afirmé.

Él debe estar tipo: ¡claro que la vas a pagar, maldita!

--No es necesario -dijo negando con la cabeza- te traeré otro café.

--¡NO! -me aclaré la garganta- es decir, no me tienes que traer otro café, casi había terminado, solo dime cuánto te debo por el viejo y por la taza.

--No te preocupes, yo me encargaré de la taza, considéralo como si te hubiese invitado a un café -dijo sonriendo, pero yo negué con la cabeza inmediatamente.

--Quédate con el cambio -dije entregándole el dinero del café más mi cálculo estimado del precio de una taza de cerámica pequeña- no dejaré que la pagues por mí.

--Leah, no me dejaré el cambio, ya te dije que puedo encargarme.

--No Spencer, por favor no insistas -me levanté y cogí mi bolso, el cual también se me cayó.

¿Algo más quiere caerse?

--Está bien -Spencer suspiró y juntó mi bolso por mí.

--Gracias -le dije con timidez.

Sé que dije que no me iba a rendir tan rápido con Spencer, pero estoy tan apenada que creo ahora sí lo haré.

Mientras me dirigía a la salida Spencer me habló: --Solo por curiosidad, ¿qué edad tienes?

--17 -respondí, y noté la sorpresa en su rostro- ¿cuántos pensabas?

--No lo sé, talvez unos 15.

¿Quince? ¿En serio? Sé que soy bajita pero...

--¿Y tú cuántos años? -pregunté. Traté de calcular su edad pero era muy difícil, podría perfectamente tener entre 17 y 21 años.

--Cumplí 18 la semana pasada.

--Oh, feliz cumpleaños atrasado.

--¡Spencer! -lo llamaron desde el mostrador- ¡te necesito trabajando!

--Ya voy -dijo riendo- hasta luego, Leah.

--Hasta luego.

Bueno, supongo que tuve razón en que no hay que redirse tan rápido.

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Llegué a casa e inmediatamente me puse a hacer tareas, tenía demasiadas, y cero ganas de hacer ninguna, así que a los pocos minutos opté por buscar mi celular en mi bolso. Me sorprendí al encontrar el dinero de la taza que le había dado a Spencer ahí adentro, debió haberlo puesto cuando recogió el bolso.

¿En serio no podía dejarme pagar? Rodé los ojos, pero sonreí un segundo después.

El domingo me levanté a medio día y durante la tarde comencé  con la tarea de matemáticas, que era de resolver setenta problemas. Cuando la profesora dijo que no íbamos a poder terminarla un día antes, pensé que estaba subestimando mi poder. Pero tenía razón, era la una de la mañana y aún me faltaban la mitad.

A esa misma hora me rendí y me fui a dormir.

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—Hola —saludó Diego llegando  a la biblioteca, lugar donde nos encontramos siempre para caminar juntos hasta nuestras casas.

—Hola, ¡llevo esperándote casi diez minutos! —reclamé.

Normalmente Diego ya está aquí cuando yo llego, y si llego primero nunca tengo que esperarlo más de un minuto, por eso me sorprendió. Estuve apunto de irme sola.

—¿Qué tal tu día? —preguntó, ignorando lo que le dije antes.

—Pues, llegué tarde, no entregué la tarea de matemáticas pero me dieron tiempo hasta mañana, y me cayó una cuita de pájaro en la mochila durante...

—¿Qué? —gritó, haciendo que me sobresaltara, me di cuenta de que llevaba audífonos, debe tener el volumen muy fuerte—. Habla más alto.

--Que mi día...

--Más alto.

--¡Bájale el volumen a la música! -grité.

Él obedeció.

--Listo, ¿qué me decías?

--Nada, ¿qué estas escuchando? -pregunté mientras le quitaba un audífono y me lo ponía.

--¡Leah no...!

No pude evitar reír al escuchar la canción Sorry de Justin Bieber sonando desde el celular de Diego.

--Puedo explicarlo -dijo- es una lista de spotify, las canciones se ponen al azar.

--Pero no la quitaste -dije sonriendo.

--Ya gasté todos los saltos, no tengo el Premium.

--Como sea, ¿por qué tardaste tanto en salir?

--Cosas de la vida.

--¿Y me vas a contar?

--Nop.

¿No le da la gana decirme? Está bien, como quiera.

--¿Pero por qué no? -insistí.

--Porque no.

Idiota.

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El día siguiente en la mañana me encontraba en el pasillo dirigiéndome a mi clase cuando de repente Karina apareció al frente mío.

--¡Leah! ¿Adivina qué?

--¿Qué?

--¡Te presentaré a alguien!

¡Corre, corre lo más lejos que puedas...!

--Karina, no creo que sea buena idea.

--Por favor, esta vez es diferente. Su nombre es Dylan, es un buen chico y tienen muchas cosas en común. Se llevarán bien -afirmó- y a este sí lo conozco, ha sido mi compañero de aula dos años seguidos. Por favor Leah, recuerda que con Diego las cosas salieron bien al final, déjame presentártelo, por favor. No es un dios griego, pero no es tan feo.

--Está bien -suspiré- pero si algo sale mal no seguirás presentándome gente.

--Trato hecho -dijo emocionada- te lo voy a presentar en el recreo del almuerzo, tengo un buen presentimiento sobre esto.

--Espera... ¿cómo me lo vas a presentar? -quise saber-. No puedes solo llegar y decirle: ¡hey ella es Leah!

--¿Qué te hizo creer que haría eso? -la miré mal- Escucha, Dylan y yo debemos buscar en la hora del almuerzo a la profesora Katherine para entregarle la tarea de matemáticas de ayer. Tú también la tienes que entregar así que es la excusa perfecta para que nos acompañes. Yo me encargaré de que tengamos tema de conversación, y de que sepa las cosas que tienen en común.

No suena tan mal.

--Ok, pero no te atrevas a dejarme sola de nuevo -le advertí.

--Está bien, me quedaré ahí estorbando si eso te hace feliz -dijo.

--¡Sí!

.-.-.-.

Estuve nerviosa durante clases pensando en el futuro encuentro, usé el reflejo de mi reloj como espejo para intentar peinarme un poco.

A la hora del recreo me encontré con Karina y un chico castaño, más o menos de mi misma altura a fuera de mi aula esperándome. Karina lo descubrió como "no tan feo", pero yo lo veo lindo.

--Hola -dije mirando el suelo sin poder evitarlo.

--¡Hola! -saludó Karina- Dylan ella es Leah, Leah él es Dylan.

Estúpida Karina, eso es exactamente lo que le pedí que no dijera.

Dylan me sonrió débilmente sin mostrar los dientes y yo hice lo mismo. Nos dirigimos a la sala de profesores, los tres estábamos en silencio, ¡Karina había dicho que se aseguraría de que hubiera tema de conversación!

--Y... ¿Por qué no entregaron el trabajo ayer? -preguntó Dylan.

--A mí me dio pereza hacerlo -respondió Karina.

--Yo no tuve tiempo de terminarlo todo -dije- ¿saben cuántos puntos nos bajarán por entregarlo tarde? -pregunté.

--No más de cinco por ciento -explicó Karina.

Esta charla está tan aburrida...

Se armó otro silencio incómodo y Karina me dio un codazo para que dijera algo, pero no se me ocurría nada.

--¿Tú porque no la hiciste? -Pregunté a Dylan.

--No la terminé, tenía partido.

--¿Partido? ¿Estás en el equipo de fútbol? -Pregunté.

--Sí ¿te gusta el fútbol?

--Solo verlo -respondí- no sirvo para jugarlo.

--A mí no me gusta mucho verlo, prefiero jugarlo -dijo Dylan.

--Pues a mí no me gusta ni verlo ni jugarlo -agregó Karina sonriendo.

En eso llegamos a la sala de profesores.

--¿Y bien? ¿Quién quiere asomarse para llamar a Katherine?

Ninguno se ofreció.

--Yo no lo haré -repuse.

--Yo tampoco -dijo Dylan.

Karina puso los ojos en blanco y entró a la sala de profesores como si nada.

--¿No se supone que los estudiantes tienen prohibido entrar? - me preguntó Dylan.

--Así es.

Unos segundos después Karina salió junto con un profesor que no conozco regañándola.

--¡No puedes entrar a la sala de profesores!

--No es como que me interese la sala de profesores. ¡Solo busco a Katherine!

El profesor se dio la vuelta de regreso a la sala.

--¡Hey! ¡Espere! -exclamó Karina, él siguió caminando- ¿Por qué no la llama? ¿Qué le cuesta llamarla? ¡Llámela! ¡No me ignore! ¡Le estoy hablando! ¡Profe...! -Karina abrió la botella que llevaba en la mano, le arrojó el agua que tenía dentro al profesor y esta le pegó justo en su cabeza calva.

Tuve que voltearme para que el profesor no me viera reírme, Dylan hizo lo mismo.

--Uy lo siento -Karina se tapó la boca con la manos, por primera vez se veía preocupada- fue un movimiento involuntario.

--¡Acompáñeme a dirección, ahora! -Exclamó molesto.

Dylan y yo nos alejamos lentamente de la escena.

--¿Dirección? No sea exagerado, usted me estaba ignorando -se quejó Karina- solo es agua ¡Ni siquiera tiene cabello que se le moje!

Eso nos hizo reír con fuerza, lo que estropeó nuestra retirada y no ayudó para nada a que el profesor se calmara, por un momento pensé que hasta nos llevaría a Dylan y a mí también.

.-.

--Me siento mal por Karina -comenté, aún estaba riendo un poco, pero en serio me siento la peor amiga del mundo.

--Yo también -dijo Dylan- igual solo le bajarán puntos en conducta, no la suspenderán ni nada.

--Eso espero, sabes cómo les gusta exagerar.

En eso sonó el timbre.

Oh no, no almorcé. Moriré de hambre.

--Creo que no tuvimos tiempo de almorzar -comentó Dylan.

Pero valió la pena.

--No -mi estómago rugió- no puedo creer que haya olvidado almorzar en la hora de almuerzo.

Estuvimos todo el tiempo dando vueltas por el colegio luego de que llevaran a Karina a dirección y entregáramos las tareas a la profesora Katherine.

--Yo tampoco -dijo. Caminamos hasta llegar al pasillo de nuestras aulas -fue un gusto conocerte, Leah, nos vemos.

--Igualmente, Dylan -le sonreí amablemente. Este chico fue mucho más simpático que Diego cuando lo conocí.


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Hello, its me.

Karina en multimedia :)

¿Cómo están? ¿Qué les pareció este capítulo? Espero que no lo hayan sentido pesado. No he estado en mis mejores días.

Una chica me preguntó si los personajes en el reparto estaban en orden de importancia... y pues no.

No olviden votar y dejar algún comentario, significa mucho para mí.

Chaito, nos leemos el otro viernes (O sábado si vives en España)

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