38-"Tiempos de ilusa"
Simplemente no puedo creer que esto sea real.
Mi mamá. La persona que jamás pensé que vería de nuevo.
Austin me miró incómodo sin saber qué hacer con mi madre aquí, parada frente a mí, esperando una reacción de mi parte. ¿Cómo debo reaccionar ante la mujer que nos abandonó a mí y a Lucía cuando éramos bebés?
Tengo mucha ira acumulada hacia ella, pero una pequeña parte de mí se emociona por finalmente conocerla. Son muchos sentimientos juntos, me estoy empezando a marear.
--¿Podrías traerme un vaso de agua? –le pedí a Austin él asintió y fue a traerlo. Al pobre ya estoy tratándolo como un sirviente, pero estoy segura que lo entiende.
--¿Estás bien, Leah? –preguntó Amanda.
--No –reprimí el impulso de contestar que cómo iba a estarlo cuando ella aparece de repente luego de quince años- ¿qué quieres? –pregunté y sentí resbalar una lágrima.
--Leah, no llores... Lo siento, lo siento mucho –oírla hablar solo hace que mi nudo en la garganta crezca, al igual que mi ira- cometí demasiados errores que sé que nunca podré reparar, pero he cambiado y...
--En verdad no entiendo cómo te atreves a venir aquí –la interrumpí, las lágrimas continuaron salinedo de mis ojos.
--Porque quiero ver a mis hijas...
--¿A las que odiabas y abandonaste? ¿Segura que no te equivocaste de lugar?
--Nunca las odié –aseguró- y entiendo que estés molesta, no espero que me perdonen pero vine a intentarlo, créeme que no es nada fácil verte después de lo que hice.
--Oh perdóname –dije con sarcasmo, las lágrimas finalmente cesaron- debe ser mi culpa que sea tan difícil.
--¡No, claro que no! Yo tengo la culpa de todo –dijo.
--En eso estamos de acuerdo -repliqué.
Amanda se quedó en silencio. En eso llegó Austin con el vaso de agua, me lo entregó y me preguntó si prefería que se retirara, yo asentí y él salió.
Pero no voy a estar un segundo más sola con ella.
--¡Papá! –grité- ¡Lucía! ¡Bajen ahora mismo! –pedí, luego miré a Amanda nuevamente- espero que no me abandones de nuevo mientras vienen.
--No lo haré...
Escuché cómo bajaban la escalera, qué bien que no les dio pereza levantarse; y mejor aún, qué bien que ya me sequé las lágrimas.
--¿Leah, estás bien? –preguntó papá al llegar, yo inmediatamente le señalé la persona que estaba en la puerta.
Papá abrió mucho los ojos. --N-no puede ser... ¿Amanda? ¿Eres tú?
--¿Quién es ella? –preguntó Lucía- ¿qué está pasando?
--Hola, Ryan –saludó Amanda con incomodidad.
--¿Qué haces aquí? Vete, ahora –exigió papá.
--¡Tengo que hablar con mis hijas!
--¿Hijas? –Preguntó Lucía sorprendida- oh Dios –creo que ya comprendió.
--Quiero que sepan los tres –comenzó a hablar Amanda- que en serio lo siento, sé que no hay forma de recompensar lo que hice, pero como le decía a Leah, he cambiado. Soy diferente ahora.
--Pues bien por ti -dijo Lucía- te llamaremos cuando nos importe, gran actuación por cierto.
Lucía no se pone emocional ni a llorar como yo lo hice... O le tiene demasiado odio o es mucho más fuerte que yo, una de las dos. Talvez las dos
--Amanda ¿qué rayos es lo que quieres? –preguntó papá- ¿disculparte y tener la conciencia limpia? Ya dijiste que lo sentías, creo que ya deberías irte, no deberá ser muy difícil para ti.
--¡Quiero conocer a mis hijas! –exclamó.
--Nos conociste cuando nacimos y acabas de vernos –dijo mi hermana- ¿acaso quieres ser parte de nuestras vidas? Porque en realidad siempre hemos estado sin ti y no te necesitamos ahora.
Amanda parecía un poco dolida, pero asintió –Está bien, no esperaba que me perdonaran pero quiero que sepan que estaré en la ciudad una semana, si cambian de opinión y quieren hablar... Estaré encantada –dijo, y me entregó a mí un papel que tenía su número- buenas noches –se dio vuelta y se retiró.
Lucía bufó. --¿Qué se cree? ¿Qué puede venir aquí como si nada después de mil años a decir que lo siente?
--Me pregunto cómo nos encontró –dijo papá.
Ups.
¡Fue culpa de Karina por enviarle la solicitud de amistad en Facebook! Ella debió enterarse que yo era su hija por mi nombre y apellido, además es periodista no debió serle difícil investigarme y encontrarnos.
Pero el hecho de que se haya tomado esas molestias, da mucho en qué pensar.
--¡Amanda espera! –gritó mi hermana de repente y salió a la calle a buscarla. Papá y yo la seguimos confundidos- ¡no te vayas!
Amanda se bajó de su auto algo desconcertada --¿Si?
--Hay algo que quiero de ti –respondió mi hermana- necesito que me digas quién es mi padre biológico, y si sabe que existo.
Papá y yo la miramos sorprendidos, definitivamente no esperábamos que preguntara eso. Pero entiendo que lo haga, es lógico que quiera saber quién es su verdadero padre, y realmente espero que Amanda sepa quién es y no sea un extraño con el que solo estuvo una vez.
--Sí –respondió Amanda- por supuesto que sabe que existes.
--Oh... -Lucía pareció decepcionada- considerando que nunca me buscó supongo que le importo lo mismo que te importo a ti –suspiró.
Amanda negó con la cabeza y señaló a papá. --¡Él es tu padre!
--¿Qué?
--¿Qué?
--¿Qué? –Lucía fue la última de los presentes en decirlo.
--Amanda, sé honesta por una vez en tu vida –pidió papá- ¡hazlo por tu hija! Por más que quisiera que fuera la mía, eso es imposible.
--Lucía es tu hija, Ryan –reafirmó- ¿por qué no lo crees?
--¡Porque desde que nació Leah tú y yo no volvimos a...! -papá se calló al ver nuestra cara de asco- además de que estuviste con muchos otros después de eso.
--Ryan... ¿podemos hablar en privado? –pidió Amanda.
--No -contestó Lucía por él- ¡explicas todo aquí y ahora! ¡Si estás mintiendo con lo de que es mi padre solo dilo de una maldita vez!
Amanda suspiró y miró a papá con incomodidad. –No lo recuerdas porque habías bebido de más, en fin, no hay mucho que explicar. Háganse una prueba de ADN si no me creen.
.-.
Al día siguiente...
--¿Y qué tal? –Les pregunté cuando llegaron a casa- ¿cuáles fueron los resultados de la prueba?
--Nos los dan como en una semana –contestó mi hermana.
--¿Qué pensaste? –Preguntó papá- ¿que los resultados iban a estar listos de una vez?
--Ah... no.
Bueno, cada día se aprende algo nuevo.
.-.
El fin de semana se pasó rápido igual que siempre, lo único que hice fue quedarme en mi habitción estudiando, pero no pude dejar de pensar en la aparición de mi madre y en qué debo hacer al respecto, ¿es buena idea intentar comunicarme con ella? ¿Merece una oportunidad?
Consideraré dársela si lo de Lucía resulta ser verdad y la prueba de ADN sale positiva. Pero bueno, lo de mi madre está lejos de ser lo único en lo que he estado pensando.
--¿Leah? –Karina chasqueó los dedos en mi cara- tierra llamando a Leah.
--¡Presente! –exclamé.
--Presente en la luna, querrás decir –Mariela rodeó los ojos.
Estamos en la hora de almuerzo. Pero no estoy almorzando, solo estoy sentada sin hacer nada más que pasear en la luna cuestionándome sobre Amanda.
--¿Segura que no quieres comer nada? –preguntó Mariela.
--Nah, no tengo hambre.
--Es mi culpa –Karina suspiró- si no fuera por mí, tu mamá jamás hubiera aparecido y no estarías así de desanimada.
--¿Desanimada? –pregunté- ¿quién dice que estoy desanimada? Nada más no tengo hambre y ya.
No estoy desanimada, solo confundida, lo cual me desanima. Oh, entonces sí estoy desanimada.
--O talvez sea porque se acabó el fin de semana –comentó Mariela.
--Aunque no me crean –dije- me alegra que ya haya terminado el fin de semana.
--¿Qué? ¿Por qué te alegría? Tú odias venir al colegio –apuntó Karina.
Yo me encogí de hombros.
--Le alegra porque ya puede ver a Austin –dijo Mariela como si fuera lo más obvio del mundo.
Yo negué con la cabeza.
--La negación no te llevará a ningún lado –dijo Karina.
--La aceptación tampoco –murmuré- pero aclaro que no estoy aceptando nada.
Me dediqué a buscar (por curiosidad) en cuál mesa del comedor se encontraba Austin. Finalmente lo encontré sentado con su grupo de amigos de siempre, en este momento se está riendo...
Admito que quería que Austin me preguntara cómo me fue con mi madre ese día, o durante el fin de semana. Y no sé por qué yo esperaba que lo hiciera cuando debió ser obvio que no lo haría. No somos amigos, solo somos compañeros, ¿por qué tendría que importarle una compañera cuando tiene demasiadas amigas súper cercanas de las cuales preocuparse?
--¡Tierra llamando a Leah! –exclamó Mariela- oh, me pregunto a quién estaba mirando –murmuró sarcásticamente.
--Por un rato creí que ya Leah lo había superado –Karina rio.
--Comienzo a creer que Leah es un caso perdido...
--¡Hey! –reclamé- ¡dejen de sacar conclusiones sin saber!
--De acuerdo, Leah –dijo Karina- te voy a hacer dos preguntas, pero primero promete que vas a responder con solo la verdad, nada más que la verdad y solamente la verdad.
--Siempre lo hago –bufé.
--Bien, primera pregunta –dijo- ¿ha habido un solo día en el año en el que no hayas pensado en Austin?
Ah... Estoy segura de que no, y últimamente pienso en él todavía más. Negué con la cabeza, avergonzada.
--Eso pensé –respondió Karina- siguiente pregunta, ¿todavía te pones nerviosa cuando estás con él? -preguntó, yo permanecí en silencio- ¿y bien?
--¡Pero he progresado! –exclamé-. ¡Solo me pone nerviosa porque es guapo! Y como ya saben, los chicos guapos me ponen nerviosa.
--Que yo sepa no te pones nerviosa con Adrián, y él es muy guapo –observó Mariela.
Suspiré. –Miren sé que ahora pensarán que Austin me gusta, pero...
--¿Tú estás segura de que no te gusta? –me interrumpió Karina.
Pues...
--Bueno. no es algo que me guste cuestionarme, ya que he trabajado duro estos meses para superarlo -suspiré- y... -mi voz comenzó a sonar cortada- en verdad no quiero que me guste, ¡nunca quise que me gustara! Y no entiendo qué tiene él que lo hace tan especial para mí -procedí a taparme la cara con humillación.
Mariela y Karina se quedaron en silencio, ¿por primera vez las dejé sin palabras? Porque realmente aún no he dicho nada.
Recuerdo los primeros años de colegio, cuando vi a Austin por primera vez entendí porque era tan codiciado por muchas. Tenía esperanza de que algún año nos tocaría en el mismo salón y entonces podría conocerlo, finalmente así fue el año pasado, pero solo hablamos una vez; nunca nos tocó trabajar juntos, nunca estuvimos cerca en los asientos del aula, nunca tuve el valor para acercarme a hablarle... y él no creo que le haya interesado hablarme. Así que comprendí que simplemente no era lo que debía pasar, y ya nuestro tiempo como compañeros se había acabado. Pero luego, para mi sorpresa, este año también nos había tocado en el mismo salón y éramos compañeros de nuevo, yo era tan estúpida que lo vi como si el destino nos hubiese dado otra oportunidad, eso solía pensar al principio, en mis tiempos de ilusa.
Hasta hace unos meses, cuando lo escuché decir que yo era una amargada, fue cuando desperté. Me di cuenta de que Austin nunca me iba a querer, y ya era hora de dejarlo ir. Nunca debí fijarme en él para empezar.
--Entiendo que no quieras que te guste –habló Mariela finalmente- creo que a todos nos ha pasado algo así, es cierto que el corazón quiere lo que quiere.
--Pero hay muchas cosas que no me gustan de él –agregué- como por ejemplo que me dijo amargada, o el hecho de que estuviera todo el año enamorado de Becca...
--Él te gusta, Leah –me interrumpió Karina con seriedad, no recuerdo la última vez que la oí hablar con seriedad-. Siempre te ha gustado, ya van casi dos años, llegaste al punto en el que estabas tan acostumbrada a que te gustara que creíste haberlo superado, cuando muy en el fondo sabes que tus sentimientos siguen ahí, y puedes negarlo todo lo que quieras pero...
--Ya no voy a negar nada –suspiré- la he pasado muy bien con él estos días, es tan dulce... a veces siento mariposas en el estómago, ¡y duelen esas malditas mariposas! –exclamé- pero todo esto es... feo, porque estoy esperando por algo que nunca va a pasar.
Ok, ya estoy sintiendo la tristeza invadirme.
--Nunca digas nunca... -dijo Mariela en un intento de animarme.
--Estoy segura de que no le gusto –me encogí de hombros- pero tranquilas, creo que ya me acostumbré a eso también.
Ambas quedaron en silencio nuevamente.
--Igual hay más peces en el océano –intentó animarme Karina.
–Más peces que tampoco se fijarán en mí –agregué.
Un segundo después sonó el timbre y volvimos a clases.
Hoy es lunes... y la próxima tutoría con Austin es hasta el sábado, faltan tantos días. No sé por qué los estoy esperando cuando sé que me hace daño. Pero bueno, me siento satisfecha porque hoy... ¡Austin al final sí preguntó por lo de mi madre!
Al día siguiente. Martes, no hablamos absolutamente nada.
Miércoles... ¡sí hablamos! Me dijo buenos días en la mañana. Y eso fue todo.
El jueves... ¡también hablamos! Me preguntó si le estaba entendiendo a Señor Lewis y yo fui honesta y le dije que no.
Y el viernes... ¡también hablamos! Me dijo "nos vemos mañana".
--Me pregunto cómo reaccionaría él si supiera que cada vez que me habla alegra mi día –le susurré a Mariela en la salida.
--¿Quién alegra tu día cada vez que te habla? –preguntó alguien detrás de mí.
Por un segundó creí que había sido Austin y casi me da algo, pero solo era Diego.
--Hablaba de ti, por supuesto –dije sonriéndole.
--Sé bien de quién hablabas, Leah fría –Diego rio y tomó otro camino.
¿Lo dirá en serio? ¿O solo está jugando?
.-.-.
Sábado.
Finalmente estoy reunida con Austin, lo cual me emociona aunque sé que no pasará nada, pero solo el hecho de pasar tiempo con él es algo bastante agradable.
Me encontraba leyendo el libro de texto cuando recibí un mensaje que llamó mi atención.
Alexis: ¿me has extrañado? 🤔 /4:00pm/
Yo: miren quien se dignó a contestar /4:00pm/
Le respondí de inmediato, a pesar de que me ghosteó por más de un mes. Soy una intensa, fin.
Alexis: ¿lo tomaré como un sí? /4:00pm/
Ja, él también respondió al segundo.
Yo: ¿Qué te motivó a hablarme? /4:00pm/
Alexis: habíamos prometido seguir siendo amigos ¿no? /4:00pm/
Yo: sí... pero ya rompiste esa promesa🙃 /4:01pm/
Alexis: no...😐 /4:01pm/
Oh por Dios, está llamando.
¿Debería contestarle?
No lo sé, pero lo haré de todos modos.
--¿Hola? –dije.
--Hola Leah.
--¿Se te ofrece algo? –pregunté no tan amablemente, pero es que es la primera vez que me llama desde que se fue a Estados Unidos, y llevaba bastante tiempo ghosteándome también.
--¿Podrías abrir la puerta? –respondió.
--¿Por qué? –pregunté confundida.
--Porque estoy aquí –dejé caer mi celular de la sorpresa.
Austin me miró raro --¿Estás bien? –preguntó, pero yo no le respondí, me dirigí a la puerta a comprobar si era verdad lo que decía Alexis y como era de esperarse, no lo era.
Suspiré y me devolví para juntar mi teléfono.
--Muy gracioso -le dije.
--Te fuiste antes de que pudiera decirte que era una broma...
--Alexis –lo interrumpí- ¿para esto llamaste?
--Lo siento, esperaba que rieras no que te molestaras. Iba a proceder a disculparme por haberte dejado de hablar así, ocupaba ajustar mi vida y no estaba de humor para chatear...
--¿Y ahora lo estás?
--No... pero pensé que sería más lindo decírtelo que solo ignorarte, eso fue grosero de mi parte.
Pues sí, no es bonito que dejen en "recibido" tus quince mensajes, pero hace tiempo que dejé de darle importancia al hecho de que ignorara mis mensajes.
--Qué considerado, gracias -dije sin darle importancia- hasta luego –colgué y me volteé hacia Austin- disculpa la interrupción, ya podemos continuar.
.-.
Austin POV
--¿Ya entendiste? –le pregunté a Leah, luego de explicarle lo mismo por sexta vez.
--Algo –dijo no muy convencida.
--Creo que deberíamos tomar un descanso –sugerí, Leah asintió y cerró el libro. Vaya, no costó nada convencerla, debe estar muy cansada.
Me levanté de la silla.
--¿Podrías levantarte un segundo? –le pedí.
--¿Para qué? –preguntó mientras se levantaba.
--Te tengo una sorpresa.
Leah sonrió. --¿En serio? ¿Qué es?
--Cierra los ojos y extiende las manos –dije.
Ella asintió emocionada y lo hizo. Saqué de mi bolsillo la caja. Son unos aretes que Leah había visto el día que fuimos al centro comercial y le habían encantado. Tuve que ir de nuevo ayer para comprárselos, pensé que sería un lindo gesto y que podría ayudarla ya que anda un poco desanimada últimamente.
Un segundo antes de poner la pequeña caja con los aretes en sus manos, la miré, se veía muy tierna con los ojos cerrados...
Cambio de planes.
Guardé los aretes en mi bolsillo nuevamente. Se los daré después.
Leah POV
Austin me tomó las manos y las bajó sin soltarlas. ¿Qué está haciendo?
Decidí abrir los ojos. Nuestros rostros están muy cerca. Austin se está inclinando hacia mí...
¿Me va a besar?
¡¿Qué hago?!
Solté nuestras manos y retrocedí un paso.
Austin frunció el ceño. --¿Por qué te apartas?
--Yo... -buena pregunta.
--No es por Alexis, ¿o sí?
--¡No! Lo mío con Alexis fue tan fugaz que una estrella nos vio y pidió un deseo.
Austin rio. --¿De dónde sacaste esa frase?
--De Tumblr –dije, feliz de que hayamos cambiado de tema.
--De acuerdo –dijo- Ahora sí, volviendo a mi pregunta...
No sé qué decir.
--Austin... es que, tú... ¿Qué pensabas hacer exactamente? –pregunté.
--Creo que ya eso lo sabes.
--¿Me ibas a besar?
Él asintió.
Oh por Dios.
Esto no es un simulacro, repito, no es un simulacro.
--Austin, pero... eres mi amigo, ¡los amigos no se besan! –exclamé.
Aunque ahora que lo pienso, nunca hemos dicho que seamos amigos, puede que aún no me considere una.
--Perdón, sigamos estudiando –dijo y se sentó nuevamente.
¿QUÉ? ¡¿Cómo espera que me concentre después lo que acaba de pasar?!
Austin quería besarme... ¿Eso significa que le gusto? No necesariamente tiene que significar eso pero...¡Agh! ¡Odio no poder saber si le gusto a alguien, lo odio!
--Austin.
--¿Si?
--¿T-te gusto? –me armé de valor para preguntar. Estoy temblando, tengo miedo a cualquier cosa que pueda responder.
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Bueeeeeeno aquí está el nuevo capítulo espero que les haya gustado, me costó bastante escribirlo. Me tomó más de diez horas.
Denle clic a la estrellita porfavor :3
Voy a intentar actualizar lo más pronto posible pero sepan que ya no estoy en vacaciones y el tiempo no me sobra para nada
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