34-"Hermanastros"
--¿Qué quieres? –pregunté, en serio lo último que necesito ahora es que se burle de mi soledad y de que no tengo amigas, hoy no soportaría que me molesten, y eso es lo único que hace Charlie cada vez que se me acerca.
--Hablar –contestó con simplicidad.
--¿Quieres decir molestar?
--Ojalá –contestó- pero no, en realidad vengo a arreglar las cosas.
Esto es extraño, no sé si está siendo sarcástico o no.
--¿Cómo así?
--Voy a disculparme por todas las veces que te he tratado mal –repuso, yo lo miré confundida y luego se aclaró la garganta- lo-lo siento.
Esto es patético.
--Ajá -dije- ¿y esperas que te crea?
--No me arrepiento de nada –afirmó- molestarte era muy divertido, pero sí es verdad que he llegado a cruzar la línea y quiero que me perdones.
Se oía serio, parece que sí está diciendo la verdad. Esto es muy raro, pero es extrañamente reconfortante. No se me ocurrió nada para decir y me quedé mirando hacia abajo.
--Prometo de ahora en adelante no molestar ni tratarte mal -continuó Charlie- pero que conste, esto lo hago por Mariela, no por ti.
--De eso no tengo duda.
Charlie no haría esto si ella no se lo hubiese pedido. Debe ser su plan B después del fracaso de ayer.
--¿Entonces qué dices? -preguntó- ¿amigos en vez de enemigos?
--Dejémoslo en no enemigos –sugerí.
--Es un inicio –subió los pulgares como signo de aprobación- no pensé que aceptaras mis disculpas tan rápido.
De nuevo no supe qué decir, así que me encogí de hombros. Creo que a pesar de todo lo que me ha hecho, Charlie es de los muy pocos chicos que me han hablado y prestado atención, eso me hace tenerle un cariño especial. Por supuesto que no un cariño amistoso ni nada peor, me refiero a un cariño de que no lo odio aunque me haya dado demasiadas razones para hacerlo, suponiendo que eso cuente como cariño.
--Y antes de irme –Charlie se puso de pie- ya sé que no es asunto mío, ¿pero estás consciente de lo mal que se siente Mariela?
--Si eso fuera cierto creo que ya habría tenido la decencia de disculparse.
--Sabes que es cierto, hasta te consiguió a Adrián para recompensarte. Aunque no fue mucho de tu agrado –observó.
--Sin mencionar que ahora Adrián me odia -dije, recordando cómo me ignoró hace unos minutos, desde que lo conocí he querido que me deje en paz, pero ahora no estoy contenta con los resultados, ¿quién me entiende?
--Sí bueno, dejando eso de lado -dijo Charlie, retomando el tema inicial- ¿no crees que estás exagerando un poco?
--No –respondí- ellas debieron decirme en vez de prometer no hacerlo.
--Tal vez deberías darles la oportunidad de contar su punto de vista.
--Sí... no me han buscado mucho para hacerlo –puse los ojos en blanco- ¡hasta tú te has disculpado! ¿Por qué ellas no lo han hecho?
--¿Tengo cara de adivino?
Solo cara de idiota.
No lo dije porque estamos en tregua.
.-.-.
Al acabar la hora de almuerzo regresé a mi clase, vamos con química y no estoy lista para lo que viene: entrega de exámenes.
Para empeorar, fui la primera que llamaron; me levanté y recogí mi examen con mi mano temblando.
--¿Cómo te fue? –preguntó Austin en el segundo en que volví a mi asiento.
--Pasé el examen, supongo que es un progreso –dije desanimada.
Le enseñé mi nota y me miró incómodo.
--Bueno, puede que no sea suficiente para recuperar lo que debes, pero no te desanimes, todavía queda otro examen antes de definir la nota final y... ¿estás bien? –se interrumpió al verme.
Negué con la cabeza.
--No voy a lograrlo...
--Te subestimas.
--¡Estoy siendo realista! –exclamé- no importa cuánto estudie, o cuánto me esfuerce, aún con tu ayuda me sigue yendo mal, ¿cómo es eso posible? ¿Cómo puedo ser tan mala en una materia? Siempre fallo –siento un nudo en la garganta- no pasaré, voy a repetir el año y todos se graduarán menos yo y...
--Wow, Leah, estás yendo muy lejos –dijo- no vas a reprobar química, ¡ni mucho menos el grado!
--Para aprobar... –calculé- tendría que sacarme mínimo un 93 en el examen, o sea que solo podría fallar como tres puntos, ¿tienes idea de lo imposible que es eso?
--No es imposible.
--¡Para mí lo es! –exclamé. Definitivamente no voy a lograrlo, y quiero llorar, pero no puedo, estoy en el colegio.
--No lo es, todo va a salir bien solo tienes que proponértelo, yo te seguiré explicando si quieres -dijo- pero deja de pensar que es imposible, tienes que ir con todo.
Me quedé en silencio un par de segundos analizando la situación.
--Tengo ganas de tirarme de un puente –concluí.
--Bueno... Ya se te pasará -dijo- escucha, estoy seguro de que puedes lograrlo.
--Gracias –dije, aunque no me hace sentir mejor, nada que nadie pueda decir lo hará. Recosté mi cabeza en mis brazos junto al pupitre. En la vida hay muchos momentos maravillosos en los que ríes y disfrutas, pero justo ahora siento que esos momentos son cortos, y que la cruda realidad siempre te está esperando, esta no ha sido mi semana.
.-.-.
Cuando las clases acabaron yo solo salí inmediatamente del colegio casi corriendo, deseando llegar a mi casa pronto, no solo porque había tenido un mal día, sino también porque en cualquier momento comenzaría a llover y no traje paraguas.
Llevaba solo 5 minutos caminando cuando la lluvia me alcanzó, había un techo en una parada de bus donde podía quedarme a esperar a que pasara la lluvia, pero honestamente, no quería atrasar la llegada a mi hogar ni un solo segundo, por lo que seguí caminando. Supongo que amaneceré enferma mañana.
Escuché el sonido de una bocina, cuando miré el auto lo reconocí inmediatamente. Este se detuvo al lado mío, pero lo ignoré y continué caminando.
Diego me siguió, avanzando lentamente.
--¡Leah! –Exclamó abriendo un poco su ventana- ¡sube al auto!
--No gracias –respondí, gritando para que oyera- prefiero irme nadando.
Diego rodeó los ojos.
--¡Solo sube al auto!
Mi orgullo no me lo permite, seguiré mojándome, no importa que la lluvia se ponga peor cada minuto.
--Leah, no seas tonta -insistió- sabes que te conviene.
Eso es verdad, pero, ¿cómo se supone que me suba a su auto como si nada cuando estoy realmente enojada con él?
--Mira no tienes que hablarme, todos sabemos que estás molesta, pero ya están cayendo rayos. Usa la cabeza y sube al auto.
Sus palabras no fueron las más motivadoras, pero no me quedaba otra opción así que asentí e intenté abrir la puerta de atrás, pero estaba bloqueada.
--¿Podrías...? –comencé.
--No voy a abrirla –me interrumpió- vas a sentarte adelante.
Suspiré y lo hice. –Espero que no te importe que se moje tu auto nuevo.
Diego no me prestó atención.
--Escucha –pidió- no sabía que Lucía era tu hermana.
Intenta controlar tu ira, Leah, no digas nada grosero en voz alta, solo en tu mente: ¡¿cómo se atreve a decir eso de nuevo?! ¡Ya sé que está mintiendo! ¡¿Cómo se atreve a mentirme en la cara de nuevo?!
--Sé que no me crees –continuó- me dije a mí mismo que no importaba lo que creyeras porque yo ya había cumplido mi parte al decirte la verdad... Pero no es así, quiero que me creas, Leah.
--Diego –respiré hondo- Mariela y Karina me dijeron que las hiciste prometer que no ibas a decirme.
--¡Esa fue Lucía, no yo! Y sé que nos presentaste antes, ¡pero eso fue hace tiempo! No me acordaba del rostro o el nombre de Lucía cuando la conocí por segunda vez, admito que me pareció un poco familiar, pero no suficiente para reconocerla, no soy bueno con los rostros, ni los nombres...
Quiero creerle, pero está difícil.
--¿O sea que fue Lucía? ¿Ella le contó a mis amigas?
--Pues supongo, yo no estuve presente cuando sea que se hayan enterado –djio- pero el punto aquí es que no sabía que era tu hermana, de hacerlo te lo hubiese dicho inmediatamente. ¿Para qué rayos te lo ocultaría? ¿Qué ganaría yo ocultándolo?
Me quedé en silencio sin saber qué decir, tiene un buen punto.
--¿En... en serio no lo sabías?
--En serio.
--¿Lo juras?
--Lo juro –dijo- y no quería disculparme contigo porque no me creíste y eso me enfadó. Pero no debí tratarte como te traté, ni tampoco romper tus gafas, lo lamento no sé en qué estaba pensado.
Asentí y sonreí sin mostrar los dientes. Me percaté que la fuente de mi enojo eran los celos, y ni si quiera eran celos porque me gustara Diego, eran porque yo quería gustarle a él; creo que soy una mala persona, debo arreglar esto de inmediato.
--Gracias por disculparte –dije- en serio lo aprecio, y yo también lamento mucho no haberte creído y decirte todas esas cosas horribles...
--No te preocupes por eso –dijo encogiéndose de hombros- eran ciertas.
--¡No las dije en serio, solo estaba molesta!
--Pero eran verdad –repuso- soy un imbécil, soy arrogante, egoísta y desconsiderado.
--No, no lo eres –afirmé, bueno las primeras dos un poquitito- si lo fueras no te hubiera importado arreglar nuestra amistad ni te hubieras disculpado.
Diego asintió aunque no parecía muy convencido.
--Tú también tenías razón sobre mí –agregué- soy una entrometida, exagerada... falsa –dije esa última pensado en Adrián.
--Solo las primeras dos –dijo con ternura, por lo que reí- no debí decir que eras falsa.
--Yo tampoco debí decir que nuestra amistad era falsa.
En eso llegamos a mi casa.
--Bueno, ¿sin resentimientos? –preguntó.
Yo asentí y lo abracé. Al parecer hoy es el día de reconciliación, primero Charlie, ahora Diego, ¿quién sigue?
Entré a mi casa e ignoré a Lucía, ella no sigue. ¡Es la culpable de todo!
POV Lucía
--Leah... -la llamé al verla entrar, como era de esperarse ella me ignoró. Viene empapada de pies a cabeza- ¿por qué estás...? –me callé al recordar que no debo hacer preguntas tontas si no quiero respuestas sarcásticas, obviamente está así por la lluvia. Aunque ahora que lo pienso, talvez si le pregunto conseguiré que me hable- ¿por qué estás mojada? –pregunté.
--Estaba probando si tenía poderes de impermeabilidad –respondió.
¡Me habló! Sabía que no se podía resistir a una respuesta sarcástica. Es la primera vez que me habla desde que se enteró de lo de Diego.
--¿Estás molesta conmigo? –pregunté, sé que lo está pero necesito sus respuestas sarcásticas para que continúe hablándome.
--Para nada –dijo- me encantó que me ocultaras que salías con mi mejor amigo, y que se lo contaras a mis amigas y las hicieras prometer no decirme.
--Para empezar no se los conté, ellas lo descubrieron en una fiesta, y las hice prometerlo porque quería ser yo la que te lo dijera.
--¿Sí? Pues al parecer se te olvidó hacerlo.
--La verdad es que... Sí –confesé, aunque estará difícil que me crea- se me olvidó decírtelo, mi cabeza solo estaba enfocada en Diego, solo pasaron unos cuantos días y me olvidé completamente.
También lo postpuse porque no estaba segura de cómo se lo tomaría, pero ella no necesita saber eso.
Leah rodeó los ojos, ¿eso significa que me cree o lo contrario?
--Digamos que dices la verdad, ¿por qué no le dijiste nada a Diego de que yo era tu hermana si tanto pensabas en él?
--No le di vueltas a ese asunto, sabía que era tu amigo y no tienes muchos amigos hombres, pero no pensé que fueran cercanos ni mucho menos mejores amigos -esta parte es verdad.
Leah no dijo nada, algo me dice que va a aplicarme la ley del hielo de nuevo.
--Oh vamos –dije- no puedes estar molesta conmigo para siempre, además fue una estupidez.
--Bueno –suspiró- más te vale estarme diciendo la verdad pedazo de mocosa.
--Lo estoy –prometí- ¿abrazo?
--No, qué asco –murmuró.
Rodeé los ojos pero la abracé de todos modos.
--¿Me perdonas por ser tan tonta?
--Sí, ya sé que te sale natural –dijo- pero tengo una pregunta, ¿cómo se conocieron?
--Mmm...
*Flashback*
Era sábado por la tarde cuando entré a una tienda en la que las ventanas decían "SALE" por todas parte. Leer "SALE" me dio ganas de entrar, y bueno las ofertas también.
De pronto me encontré con los zapatos más hermosos que he visto en... el día.
--Disculpe –llamé al empleado que estaba más cerca- ¿a cuánto están estos zapatos?
Él me miró raro.
--No trabajo aquí.
Ups.
Qué incómodo.
Ahora que lo veo bien, es un amigo de Leah, nos había presentado hace unos meses... ¿Cómo era que se llamaba? ¿Mario? ¿Daniel? ¿Dylan?
Creo que era Dylan.
--Lo siento –dije avergonzada. Estoy segura de que no me reconoce, ese día nuestra presentación y plática fue como de tres segundos. Yo lo recuerdo porque ya sabía quien era desde antes de eso, el chico es popular.
--¿Por qué pensaste que trabajaba aquí? –preguntó confundido- no estoy usando ningún uniforme ni nada.
--No lo sé, yo... supongo que te vi cara de vendedor. Lo siento, Dylan –dije, para demostrarle que sé su nombre.
--¿Dylan? -preguntó con la misma cara de confusión de antes- me llamo Diego.
Rayos.
--Ah... lo siento, creí que ese era tu nombre.
--¿Y qué te hizo creer que me llamaba Dylan?
--Pues... te vi cara de Dylan.
Genial, es la segunda vez que le digo que tiene cara de algo.
--Al parecer tengo cara de todo –murmuró.
--Y es una muy linda cara, si me permite decirlo.
--Me ilusionaría –respondió inmediatamente- pero apuesto a que le dices eso a todos.
--No a todos, solo a los de linda cara–aclaré, luego de eso salí de la tienda.
*Fin del flashback*
.-.
POV Leah
--¿Y? ¿Qué pasó después? –pregunté.
--Justo como lo esperaba, él me siguió, y luego me invitó a almorzar -sonrió.
Vaya, eso es algo que a mí jamás me pasaría, con nadie.
--...luego comenzamos a salir y se fue convirtiendo en algo serio.
¿Serio? No les calculo más de un mes.
--¿Y no les molesta que vayan a ser hermanastros? –pregunté con curiosidad.
--Eso solo pasaría si nuestros padres fuesen a casarse –bufó- y dudo que papá tenga planes de casarse.
Tragué saliva. Si Lucía hubiese ido a esa cena sabría que papá tiene todas las intenciones de casarse.
¿Debería decirle yo?
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¡Feliz navidad atrasada!
Volví :3 y de ahora en adelante voy a actualizar más rápido, lo prometo!
Voy a ordenar mis prioridades y trabajar lo más que pueda en esta historia el tiempo que estoy en vacaciones.
Por favor voten y comenten, obviamente eso me ayuda mucho a tener inspiración.
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