33-"Perdón por ser honesto"


n/a: ¡nuevo capítulo!

Perdón por tardarme la vida entera en actualizar... De nuevo.

Al menos ya están acostumbrados :)

Ya estoy prácticamente en vacaciones así que las actualizaciones podrían volver a ser semanales.

Espero que se acuerden del cap anterior :3 y si no pues a releer.

 Mis capítulos a veces son mucho diálogo y poca descripción, esto debido a que me da pereza describir, y así los pongo a usar la imaginación, ¡buena suerte!

Pd: VOTEEEEN

_________________________


--¿Qué te parece esta mesa? –preguntó Adrián cuando llegamos al lugar de los batidos, la señaló mientras hacíamos la fila para ordenar.

--No –respondí- esa es solo para dos.

--Pero somos dos.

--Verás, en realidad es una doble cita.

Se siente raro usar la palabra "cita" claro que le dije a Adrián que lo era, pero yo no considero esto una, ¿aun así sigue contando como cita y va a quedar en mi historial como mi segunda cita oficial?

Adrián me miró mal. –No, no me dijiste.

--No te preocupes, tampoco se lo dije a los otros.

--¿Quiénes son los otros?

Justo en ese momento llegaron Mariela y Charlie.

--¿Adrián? –Dijo Mariela sorprendida- ¿qué haces aquí?

--Pues... tengo una cita con Leah –respondió- y al parecer también con ustedes.

Mariela me miró sorprendida y entre los cuatro se armó un gran silencio incómodo.

--¿Dónde están tus gafas? –Me preguntó Charlie, rompiendo el silencio- te ves horrible.

¿Cómo Mariela pretende que me lleve bien con él? Justo ahora estoy muy agradecida de haber traído a Adrián y no tener que estar sola con estos dos tontos solo porque lo prometí.

--Siempre tan dulce –murmuré con sarcasmo.

--¡Charlie, discúlpate! –lo regañó Mariela.

--Perdón por ser honesto -dijo.

Adrián rio, su risa resultó ser altamente contagiosa y terminé riéndome también a pesar de que me llamó horrible, pero eso es positivo, así Charlie no notará que me dolió que me llamara horrible, pero da igual, nada de lo que él diga importa.

.-.

Luego de comprar los batidos fuimos a sentarnos, nadie hablaba, todos bebíamos en silencio y solo se oían los sorbos.

Estar con ellos tres me hace sentir tan incómoda.

--¿Por qué nadie habla? –preguntó Adrián, realmente extrañado por la situación.

--Bueno... –comenzó Charlie- el ambiente está un poco tenso porque Leah hoy tuvo una discusión con Mariela y está molesta con ella, y también conmigo, pero lo mío ya es de hace tiempo.

--Ya veo –dijo Adrián- probablemente también está molesta conmigo, por existir.

De hecho es la única persona presente con la que no estoy molesta, aunque talvez debería estarlo, ha sido algo necio desde que nos conocimos.

No sé qué estoy haciendo aquí honestamente, sé que prometí no faltar, pero Mariela acaba de apuñalarme por la espalda, no debería importarme cumplir con lo que le prometí.

--Leah –me habló ella de repente- te entiendo y sé que tienes todo el derecho a enojarte pero, ¿podemos solo por hoy ignorar eso...?

--¿Para qué? –pregunté- ¿crees que solo por haberme obligado a venir aquí Charlie y yo nos llevaremos bien? Justo ahora no me llevo bien ni contigo, menos lo haré con Charlie.

--Leah... tenía el plan de arreglar todo entre ustedes hoy con una actividad genial que encontré en pinterest, pero lo estás arruinando...

¿YO LO ARRUINO? Hoy es el día de agotar mi paciencia.

--¿Perdón? ¡Tú fuiste la que lo arruinó todo al ocultarme algo que yo tenía que saber, sin mencionar que obligaste a Adrián a buscarme! Y lo lamento pero la única razón por la que trataría de llevarme bien con Charlie sería porque es importante para ti, ¡pero lo que era importante para mí a ti no te importó! ¿Por qué tendría que importarme a mí?

--¿Porque tú sí eres buena amiga? –sugirió Adrián. Lo miré con cara mitad "no te metas" y mitad "lo sé".

--No es que no me importara –aseguró Mariela- yo quería decirte lo de Diego, simplemente no podía. ¡Lo prometí!

--Me parece un buen argumento –apuntó Charlie.

--Tú no te metas –lo callé.

--Lo siento –dijo Charlie- pero es que hay dos presentes a quienes no nos interesa oír sus tontas peleítas.

--Aunque está medio interesante –comentó Adrián.

Mariela puso los ojos en blanco: --Leah, esto es entre nosotras, ¿podemos discutirlo luego sin la presencia de estos dos?

--Claro, ¿por mientras solo finjo no estar molesta contigo? -pregunté sarcástica.

--Qué bien, entiendes rápido –dijo Charlie.

--Ya me harté –dije, miré a Adrián- ¿nos podemos ir?

--Claro.

--¡No! –exclamó Mariela- Leah, deja de ser tan pesada, hasta Charlie aceptó colaborar.

--Pues no ha hecho más que molestarme, ¡y no estoy siendo pesada!

--¡No te dije lo de Lucía y Diego porque prometí no hacerlo, no puedes enojarte conmigo por cumplir mis promesas!

--¡Me enoja que lo hayas prometido en primer lugar! -exclamé.

--Buen punto –dijo Adrián.

Mi amiga suspiró.

--¿Sabes qué, Leah? Eres libre de irte. De todos modos lo arruinaste al traer compañía –miró a Adrián- lo siento, no es tu culpa.

--Lo sé -dijo mi acompañante- es de Leah.

--Chao –dije y me dirigí a la salida seguida de Adrián.

--Un gusto salir con ustedes -agregó Adrián.

Conseguí un taxi y le pedí que nos llevara a nuestra parada de bus en común. Me senté en el asiento de adelante y Adrián se sentó atrás; se la pasó en silencio todo el camino usando su celular, yo permanecí pensativa mirando la ventana hasta que llegáramos.

--Bueno, eso fue interesante –habló Adrián apenas nos bajamos del taxi- me utilizaste.

--¿Cómo dices?

--Me utilizaste -afirmó- es obvio que ya tenías planes con ellos pero luego te enojaste con Mariela y supiste en el momento que me viste que podías usarme a mí para arruinarlo todo y para que yo dejara de buscarte.

--Dos pájaros de un tiro –sonreí. Por alguna razón esperaba que Adrián riera, pero me miró serio.

Nunca lo había visto serio.

--No pensé que fueras tan manipuladora.

Tragué saliva. --No lo soy, y no te usé, simplemente aproveché la oportunidad... -ok, talvez sí lo haya usado un poco.

¡¿En qué estaba pensando?! ¡Es una persona, no un objeto! En mi defensa, ha sido un día complicado.

Se armó un silencio que usé para reflexionar sobre lo que había hecho.

--¿Supongo que no besas en la primera cita? –preguntó divertido rompiendo el silencio.

--Supones muy bien –dije- primera y última, ¿recuerdas?

--En teoría me debes otra, esta fue doble y no duró ni diez minutos...

--¿Qué? –lo interrumpí.

--...Pero no te preocupes –continuó- no quiero otra.

--Bien –dije aliviada- y perdón si piensas que te usé...

--No lo pienso, me usaste –afirmó, haciéndome sentir peor- es una lástima, realmente me gustabas.

Lo miré con la boca abierta.

--¿Hablas en serio?

--Por supuesto que no –rio- buenas noches, Leah.

Idiota, ¿por qué siempre me creo sus bromitas?

Ya no me siento mal por haberlo usado.

.-.-.-.-.

En la mañana del día siguiente me levanté y alisté para ir al colegio. Me miré en el espejo y no entiendo cómo no se quiebra, aún ya arreglada sigo pareciendo un ogro. Mis gafas me hacían ver menos peor porque me tapaban la cara, eran mi refugio y me ayudaban a sentirme más cómoda y segura... Pero bueno, el querido Diego me las rompió y aún no he ido a comprar otras.

Miré el reloj por primera vez desde que desperté, al parecer mi ducha se había alargado, porque las clases comienzan a las siete... y son las siete.

Salí de mi casa casi corriendo.

.-.

Llegué al salón de clases y me quedé en la puerta esperando a que el profesor me diera permiso para entrar.

--¿Tiene algo que decir, señorita? –preguntó apenas me vio.

--Ah... ¿perdón por llegar tarde?

--Y por equivocarse de salón –agregó.

--No me equivoqué -respondí confundida.

--Nunca te he visto.

--Claro que sí –rodeé los ojos- ¡soy Leah!

--¿Leah? ¿En serio? –dijo sorprendido- ¿dónde están tus gafas? Te ves muy rara.

--Gracias –contesté sarcásticamente. Me siento mucho más cómoda ahora.

--Pasa adelante.

Entré y me dirigí a mi asiento avergonzada. No me gusta hablar frente a toda la clase, y menos para que me digan que me veo rara. Viendo el lado bueno creo que podría ser Superman y ocultar mi identidad con las gafas sin que nadie me reconozca.

--¿Puedes ver sin tus gafas? –Me preguntó el profesor- siéntate más adelante, hay un lugar disponible.

--No gracias, estoy bien aquí –contesté.

--Leah no tengas pena, ven adelante –insistió- lo necesitas.

No tuve más opción que levantarme –avergonzada otra vez- y sentarme al frente.

--¿Segura que puedes ver sin tus lentes sin aumento? –susurró Austin quien estaba en el pupitre de al lado riendo.

--Cállate.

Miré la pizarra, y abrí la boca al ver el montón que tenía que escribir.

--Austin, ¿ya copiaste todo eso?

--No –respondió- le tomé foto.

--¿Podrías enviármela? –le pedí, yo podría tomarle foto también, pero no soy tan rebelde como para sacar el celular y arriesgarme a que me lo decomisen.

--Dame un momento –Austin tenía el celular escondido en su cartuchera- listo –dijo varios segundos después.

--Gracias –dije- ahora podré dibujar durante toda la lección.

--No sabía que te gustaba dibujar.

--Me encanta dibujar.

--¿Y eres buena dibujando?

--No.

--¿En qué eres buena? –preguntó Austin pensativo.

¿En qué soy buena? Veamos, en la música... No sé tocar ni la flauta. En los deportes... No sé ni las reglas del fútbol. En el arte... No sé ni cómo pintar sin salirme de las líneas.

--No lo sé, diría que soy buena para terminarme series pero...-suspiré- ¿quién no?

--Yo, y mucha gente –dijo.

--Bueno, no creo que ese talento me haga llegar muy lejos.

--Nunca se sabe -se encogió de hombros, qué penita que acababe de enterarse que no soy buena en nada, puede que esperara más de mí, bueno, siendo realistas probablemente no esperaba nada de mí.

--¿Y tú en qué eres bueno? –pregunté- claro, además de en todo.

--Mm talvez en los deportes.

--También en química –agregué.

--Y no sólo hablando de la materia –dijo.

--¡Atención! –Exclamó el profesor- voy a pasar revisando que todos hayan copiado lo de la pizarra. Comienzo por la fila de Austin.

--Mierda –murmuramos los dos al mismo tiempo.

Él profesor nos puso el sello de incompleto y dijo que perderíamos puntos. Soy una tonta.

.-.

Más tarde llegó la hora que más me aterraba. La hora de almuerzo.

¿Por qué me aterra? Porque no tengo con quién sentarme dado que mis dos mejores amigas me apuñalaron por la espalda, ya no tengo mejor amigo, y mi otro amigo Alexis se fue del país. Esta es una de las muchas desventajas de tener pocas amistades, si me enojo con ellas no tengo a nadie.

Al final suspiré y me senté sola en la mesa más escondida para que me vean la menor cantidad de personas posibles. Apreciaría mucho que alguna de mis otras amigas-no-tan-cercanas como Melanie o Lauren vinieran a hacerme compañía, pero probablemente estén del lado de Karina y Mariela.

Talvez estoy exagerando con ellas... pero en serio me molesta que no me contaran... Ojalá tuviera a alguien con quién poder hablar de esto, con quien hablar del todo.

Perdonarlas sería más fácil si al menos se molestaran en disculparse. ¡Yo me disculpo cuando meto la pata! ¿Qué les cuesta a ellas?

Me puse a usar el celular para distraerme. Abrí el chat de WhatsApp de Alexis, aún no ha visto mis mensajes de antier y su última conexión fue hace cinco minutos. Supongo que para él fue más fácil olvidarse de mí que para mí olvidarme de él.

Me siento tan... Sola, siento que todos se han ido... Todos me han decepcionado. Él único que siempre había estado ahí para mí era Diego, y mírenlo ahora, fue quién peor me apuñaló.

¿Me están dando ganas de llorar?

Basta, tengo que calmarme, no hay necesidad de llorar solo por sentir que estoy sola porque ¡no lo estoy! Tengo a mi familia... Bueno a mi papá, quién no está en el colegio... Basta, solo es laurasad atacando. Todo estará bien, todo estará bien... Probablemente no hoy, ni esta semana, pero, algún día.

Qué triste es la vida. Y aún quedan treinta largos minutos para tener que volver a clases.

De pronto vi que Adrián pasó caminando a la par, pensé en decirle con un tono casual que se sentara conmigo, pero después creía que lo estaba usando de nuevo. Nuestras miradas chocaron por un segundo, él en seguida la apartó y siguió su camino sin si quiera dirigirme la palabra, supongo que ya no le da lástima verme sentada sola.

--Hola Leah –saludó alguien, era Charlie, quien acababa de sentarse en la silla frente a mí.

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