29-"No seas odiosa"
Ya ha pasó una semana desde que Alexis se fue. Ya debería haberlo superado considerando que nunca fuimos nada, pero no puedo dejar de pensar en el hecho de que le gustaba a alguien... alguien que casualmente era perfecto.
¿Y qué pasa? ¡Se muda a Estados Unidos!
Hemos hablado por mensaje, entonces no puedo decir que lo extrañe, lo que me duele es aceptar que nunca vamos a estar juntos. Él se quedará allá toda su vida, eso es una realidad.
Bueno, tal vez con algo de suerte no le den la residencia permanente y... Basta, se acabó, acéptalo.
--Oye Leah, ¿te conté que Alexis se fue del país? -inquirió mi hermana Lucía, mientras ponía el episodio de hoy- no puedo estar más contenta.
Yo lo opuesto.
--Sabes, no tengo ganas de ver la serie hoy –dije mientras me levantaba del sofá- iré a mi habitación.
Ella me miró raro.
--¿Qué diablos te pasa? -de repente se iluminó- espera, ¿es por lo que dije de Alexis? ¡Dime que ustedes dos no siguieron hablando y no estás llorándole! –yo solo bajé la mirada- ¡no lo puedo creer, me dijiste que no te gustaba!
--Y era cierto... -afirmé- en ese momento.
Lucía puso los ojos en blanco. --Tú no lo conoces tan bien como yo, créeme que no es tan bueno como parece. Puedo decirte un par de cosas que te ayudarán a superarlo.
--No -la interrumpí- ya se fue, no importa y no quiero que me hables mal de él.
No es que no tenga curiosidad, pero no quiero que me arruine la imagen de chico perfecto que le tengo.
.-.-.-.-.-.
Viernes.
No entiendo por qué todos aman tanto los viernes si de todos modos hay clases.
Talvez es porque está cerca del fin de semana. Justo ahora ese es mi problema, apenas acabe el fin de semana tengo examen de química.
--¿Lista para el lunes? –preguntó Austin. Esta es la segunda vez que nos reunimos por las tutorías.
--No –admití- estoy nerviosa. Puede que ahora parezca que entiendo todo pero luego en el examen me daré cuenta de que en realidad no sé nada.
Austin sacó unas hojas de su mochila y me las entregó. –Considera esto una práctica.
Al ver las hojas descubrí que era un examen viejo del profesor Lewis por la fecha, curiosamente está sin responder.
--¿Cómo rayos lo conseguiste? –Pregunté- está sin responder significa que no era de nadie.
--Es una larga historia. Respóndelo y cuando termines saca la nota -indicó- si repruebas, llámame.
--Pero no estás disponible los días que terminan en o -le recordé.
--Bueno, en este caso haré una excepción.
--Ah... g-gracias.
--No es nada –dijo. Yo me quedé pensando, Austin explica mucho mejor que el profesor Lewis y parece saberse toda la materia de memoria. ¿Cómo le hace? ¿Estudia química todos los días o qué?
--¿Austin, cómo sabes tanto de química? –pregunté con curiosidad.
--Larga historia –es la segunda vez que dice eso.
--Tengo tiempo.
--Yo no –dijo- ya me tengo que ir.
Rápidamente se levantó y comenzó a guardar todos los materiales en su mochila.
--Agh, ¿por qué no me quieres decir?
--Porque... es complicado.
Rodeé los ojos y decidí ignorarlo. Mientras Austin terminaba de guardar todo desbloqueé mi celular para ver las notificaciones, todo iba tranquilo hasta que leí la última.
"Amanda Fuentes ha aceptado tu solicitud de amistad"
--¡Demonios! –exclamé- ¡no no no no no no!
--¡¿Qué te pasa?! –preguntó Austin alarmado.
Olvidé que seguía aquí, inconveniente.
--Ah yo... es complicado –lo imité.
Austin suspiró: --¿Si te digo porque sé de química me dices qué te pasó?
--¡Sí! -me di cuenta de que respondí muy rápido- quiero decir, lo pensaré un momento –esperé un par de segundos- sí, acepto.
Él rio por medio segundo.
--Bueno, tú primero.
--No, tú primero.
--Como sea -suspiró- ¿prometes guardar el secreto y no contarle a nadie?
Esto se pone interesante.
--Sí, lo prometo.
Austin se quedó en silencio un par de segundos, luego respiró hondo antes de hablar. --El señor Lewis es mi padre –dijo rápidamente.
Bufé, es lo más tonto que he escuchado, yo estaba esperando una historia súper interesante y viene a decepcionarme con una broma muy mal hecha. Puede que tengan el mismo apellido, pero si de verdad fueran familiares ya eso lo sabría todo el mundo.
--Claro -repuse con sacarsmo.
--Es verdad -insistió- me enseña química desde que tengo diez, y no sé si has notado que nunca me regañaba en clases cuando conversaba con Becc... –su voz se cortó al tratar de decir su nombre, me pregunto cómo se habrá tomado Austin su partida, pero sí, claro que lo noté, todo está combrando más sentido ahora- y... ¿no crees que nos parecemos un poco físicamente? Solo un poco, claro.
El señor Lewis es calvo, tiene barba oscura al igual que sus ojos, y bueno, Austin comparte ninguna de esas características físicas, pero si lo analizas muy bien, creo que tienen la misma nariz.
--¡Es verdad! -exclamé sorprendida- no puedo creerlo, ¿por qué no lo sabía?
--Casi nadie lo sabe, y nadie más tiene que saberlo -repuso.
--No lo contaré pero... ¿Por qué no quieres nadie lo sepa? -pregunté, aunque la verdad lo entiendo, si el profesor Lewis fuera mi padre yo haría todo lo posible por mantenerlo en secreto.
--Porque es vergonzoso -respondió Austin- nadie se lo soporta.
Bueno, no me parece muy moral un hijo que se avergüence de su padre, a pesar de que trata de Lewis de quien ahora que lo pienso no he parado de hablar mal frente a Austin...
--Te dije muchas cosas sobre él, no era mi intención...
--Tranquila, ya estoy acostumbrado.
--Lo siento, debe ser incómodo -realmente me siento apenada- no lo hubiera hecho si hubiese sabido que... bueno ya sabes.
Austin solo asintió. --Ya es tu turno de hablar, Leah.
--¡Cierto! –exclamé, de repente olvidé todo el asunto del señor Lewis padre- ¡Amanda aceptó la solicitud de amistad! ¡Esto es malo, muy malo!
--¿Quién? –preguntó confundido- ¿y por qué malo?
--En resumen, mi madre que no me quiere y me abandonó cuando tenía un año... Hace unos días Karina la encontró en Facebook y le envió una solicitud de amistad y se me olvidó cancelarla, ¡rayos, cómo pude olvidarlo!
--Ya veo... -dijo confundido- ¿por qué te asusta tanto que la haya aceptado?
--¡Porque... no lo sé! Es raro, si ella recuerda mi nombre puede que descubra que soy su hija.
--¿Y eso es malo?
--No lo sé, pero perturba mi poca tranquilidad.
--Entonces bloquéala.
--Eso haré –dije- por cierto, no es que te esté echando, ¿pero no era que ya tenías que irte? ¿O era solo para evitar contarme lo de Lewis?
--Ambas, ¿a qué hora era la fiesta de Diego? –preguntó.
¡¿La qué?!
--¿Cómo dices? ¿Diego hará una fiesta?
--Sí, hoy es su cumpleaños y...
--¡¿Hoy es su cumpleaños?! -lo interrumpí.
--Sí, pensé que...
--¿Que yo sabía? ¿Qué me había invitado a su fiesta? –lo corté- pues mi invitación debió perderse en el correo porque no me ha llegado nada.
--A mí me dijo por mensaje.
Revisé mi celular y no tenía ningún mensaje de Diego.
¡Ese idiota no me invitó! ¿Cómo puede no invitarme? ¿Quién se cree? Soy su amiga, una vez me dijo que era su mejor amiga.
Probablemente ni hubiera ido, ¡pero igual debió decirme!
--Invitó a medio mundo –afirmó Austin- dudo que olvidara a su mejor amiga, deberías revisar bien.
¿Invitó a medio mundo y no a mí? Ouch.
.-.-.
Media hora después recibí un mensaje de Karina hablándome de lo mismo.
Karina: ¿vas a ir a la fiesta de Diego? /5:17p.m/
Creo que es hora de escribirle a Diego.
Yo: feliz cumpleaños, Diego☺/5:17p.m/
Diego: gracias, Leah☺/5:19p.m/
¿Eso es todo? Yo esperaba un "oh, olvidé decirte que haré una fiesta, puedes ir si quieres"
Rodeé los ojos y le escribí a Karina.
Yo: no, el estúpido de Diego no me invitó 🙄🙄 /5:19p.m/
Karina: ups 😳 él me pidió que te dijera y lo olvidé 🙊 lo siento 🙈 /5:19p.m/
Es a las 7, por cierto /5:19p.m/
Yo: 🙃 /5:20p.m/
Bueno, al parecer sí estaba invitada... Diego debió haberme dicho él mismo, pero bueno, ahora que ya no caminamos juntos no hablamos tan seguido.
La verdad no quería ir a su fiesta, pero estoy aburrida, y no tengo nada mejor que hacer.
¿Le importará a Diego si no voy? ¿O ni si quiera se daría cuenta?
Bueno de todos modos, no le he pedido permiso a mi padre y es obvio que va a decir que no.
.-.
--¡Claro que puedes ir! –exclamó papá.
--¿Bromeas, verdad?
--Para nada, necesitas salir más seguido.
--¿Qué? Pero...
--Alístate y te llevo.
Asentí sin protestar más, talvez me divierta y pueda ayudarme a olvidarme de Alexis. Aunque cuando fue la fiesta de Karina y pensé que me divertiría y ayudaría a olvidarme de Spencer, me equivoqué con ambas cosas.
--¿Y cómo regreso?
--Ya eso es problema tuyo.
--¡Papá!
--Yo te recojo a las diez en punto.
--Suena perfecto –sonreí, tres horas es el tiempo promedio en el que ya me aburro de las fiestas.
.-.-.-.-.-.-.-.-.
Llegamos.
Entré al salón en el que era la fiesta y miré a los lados en busca de alguien conocido. Rayos, no conozco a nadie. Bueno, conozco a casi todos, pero no veo a mis amigas.
Estuve dos eternos minutos sola dando vueltas como tonta -y eso que el lugar no era grande- hasta que finalmente encontré a Karina.
--¡Nunca había estado tan feliz de verte! –grité, apenas me escuchaba debido a la música.
--Hola a ti también –gritó Karina.
--¡Leah! –oh no, esa odiosa voz de nuevo no, por favor- los dos estamos aquí, es como si hubiéramos salido...
--Da tu apuesta por perdida, Adrián –susurré en voz baja.
--¿Qué dijiste?
--Nada, qué tengas un lindo día, Adrián.
--Es de noche.
--No me importa –murmuré mientras me alejaba junto con Karina.
--¿Qué?
--¡Nada! -al darme vuelta choqué con alguien- ah, hola Diego.
El señor cumpleañero andaba vestía camisa y pantalón negro, se veía bastante guapo.
--¿Cómo estás? –preguntó sonriendo- no creí que vinieras, pensé usarías de excusa que tu padre no te dejó venir o algo así estilo Leah.
--Yo no haría eso...
--¿Me has extrañado en la tardes, Leah? –preguntó, yo me limité a hacer como si no lo hubiera escuchado- porque yo sí -eso me hizo sonreír- y dime, ¿qué se siente olvidar el cumpleaños de tu mejor amigo?
--¡No lo olvidé! Nada más no lo sabía, ¿cómo esperabas que lo supiera? Nunca me dijiste cuándo era.
--Nunca preguntaste, qué buena amiga.
--¿Cuándo es mi cumpleaños señor buen amigo?
--19 de febrero.
Rayos.
--Sabías que yo iba a preguntarlo y lo investigaste, estoy segura.
De repente la música se detuvo y unos segundos después comenzó a sonar la canción all of me de John Legend.
--¿Me concede esta pieza, señorita? –reí al oírlo decir esas palabras.
--Nah.
--Es mi cumpleaños, no puedes decirme que no.
--En realidad sí puedo y ya lo hic...
--No seas odiosa –me interrumpió mientras tiraba de mi mano y me llevaba a la pista, suspiré y lo seguí. Colocó su otra mano en mi cintura y yo en su hombro. Mientras bailábamos me dediqué a observar la pared para evitar el contacto visual.
--Leah, esto es incómodo si no hablas.
--¿Y de qué se supone que hable? -pregunté mirándolo finalmente.
--No sé, lo que sea.
--Bueno... debo decir que casi te mato porque creí que no me habías invitado.
--Y yo debo decir que creí que me enviarías un mensaje cursi de feliz cumpleaños.
--¡Lo siento! Me enteré tarde, pero en realidad los mensajes cursis de cumpleaños son mi especialidad.
--Ajá...
--¡Hablo en serio! Escribo una biblia cada vez que alguien importante para mí cumple años –dije- pero me da pereza llegar a casa a escribirte el mensaje así que lo diré en voz alta ahora mismo –me aclaré la garganta- Diego, feliz cumpleaños, espero que cumplas muchos años más...
Mierda, ya no sé que más decir.
--Esas palabras me llegaron al alma –dijo con sarcasmo.
--Cállate, no he terminado –ok palabras, no me fallen ahora- Diego, recuerdo el primer día que te conocí... Sí que fuiste grosero, idiota.
--Ya ya, eso está en el pasado –puso los ojos en blanco.
--...Pero luego te disculpaste y nos hicimos amigos –continué- recuerdo cuando me avergonzaste frente a Dylan... dos veces de hecho, pero luego me ayudaste convenciéndolo de que no lo acoso, ¿cómo lo hiciste, por cierto?
--En realidad fue muy fácil solo...
--Luego me cuentas –lo corté- por último, recuerdo cuando estaba hablando con Alexis y tú interrumpiste... -comenté- ¡Dios! Hay veces que en serio quiero darte un choca los cinco en la cara, con un ladrillo.
--Ouch.
--...Pero bueno, a pesar de todo eres mi mejor amigo –y el único-- de alguna forma siempre has estado ahí para mí y estoy agradecida porque seas parte de mi vida.
Diego sonrió --Esas palabras sí me llegaron al alma.
--Ok -levanté el pulgar.
--Nunca cambies, Leah –dijo mientras sonreía- te amo, tal y como eres.
Lo miré sorprendida. Sé que lo dice de forma amistosa pero no puedo evitar sentirme... No lo sé.
Me quedé en silencio mientras Diego esperaba a que yo dijera algo, ¿qué espera que le diga? ¿Qué también lo amo? ¡No! Es decir, sí, ¡pero no!
--No te preocupes, odio los cambios –dije- si me disculpas tengo que ir a... a... por ahí -solté su mano y caminé lejos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top