18-"Ten por seguro que no lo haré"

Spencer.

Ahí estaba él, con su cabello rubio desordenado vistiendo el uniforme de la cafetería (el cual consistía en una camisa blanca y pantalón café), mirándome con incomodidad. 

Supongo que acaba de salir del trabajo y quiso pasar a molestar. Muy mal de mi parte haberle dejado saber donde vivo, pero no me preocupa, estoy segura de que él no es un demente, tan solo un fuckboy.

No dije nada y me esperé a que él hablara, pero permaneció en silencio.

--¿Y bien? ¿Vas a decir algo? -pregunté mientras me cruzaba de brazos.

¿Soné muy creída? No quiero parecer creída... ¿Saben qué? No me importa, ya nada importa.

Él suspiró: --Sé que me viste el otro día... puedo explicarlo todo.

--¿Una semana después?

Él hizo cara de confusión, que la interpreté como un "agradece que estoy aquí"

Lo cual me hizo enojar. En realidad, ya estaba enojada desde antes.

--Pensé que irías a la cafetería el sábado, iba explicártelo cuando fueras, pero no fuiste –dijo con un tono de tranquilidad, como si no le importara, como si fuese inocente- escucha, fue ella la que me besó.

Vaya, y yo que estaba ilusionada de que tuviera una explicación.

--Sí... y tú le devolviste el beso, creo que no hay nada que explicar.

  --Leah, no sé qué decir, yo solo me dejé llevar por el momento -dijo con simpleza, detesto la forma en la que está hablando, un tono tan convencido de que no es su culpa- y tú y yo en realidad no éramos nada aún...

Eso último hizo que me hirviera la sangre. Cálmate, Leah, técnicamente no se equivoca, tú fuiste la que se ilusionó pensando que estaban saliendo y tenían un futuro juntos.  

--No tienes por qué disculparte, solo salimos una vez -repuse, hablando con desinterés igual que él.

Spencer entrecerró los ojos, parecía molesto.

¿Qué pasa? ¿Le molesta que demuestre el mismo desinterés de él?  Perfecto, entonces demostraré todo el desinterés del mundo a este tonto que me dejó días esperando que me hablara para al final descubrir que estaba con alguien más. 

--¿Y quién dice que me estoy disculpando? -inquirió.

--¡¿Y entonces?! -exclamé molesta y confundida.

--Dije que venía a explicarte, ya te expliqué que fue ella la que me besó. Tú lo dijiste, no tengo por qué disculparme, ten por seguro que no lo haré.

Definitivamente sabe cómo hacerme enfurecer.

--En ese caso... ¡Te felicito, gran explicación! Ahora vete con esa chica y sé feliz.

Pésima respuesta, agh, tenía que parecer desinteresada y quedé como una novia celosa.

--¿Eso quieres? Con gusto, ella al menos no finge estornudos.

¿Qué? ¿Acaso piensa que fingí estornudar para no besarlo?

--¿Pero de qué estás hablando? El estornudo fue de verdad, ¡mucho más real que tú y tus habladas! -agregué.

--Ese estornudo -dijo- fue más falso que tú, y eso es decir mucho.

Abrí la boca indignada. Me acaba de decir falsa. A mí.

--¡¿Qué rayos te sucede?! –espeté furiosa. No necesito que siga hiriéndome, ya viene siendo hora de cerrarle la puerta en la cara.

¿Dónde quedó el dulce chico que conocí? 

--Cálmate, no lo decía en serio -Spencer rio- en realidad eres de las chicas menos falsas que conozco.

--Ajá, creo que conoces demasiadas.

--¿Celosa? -preguntó con arrogancia.

--¡Jódete! -exclamé mientras le cerraba la puerta en la cara. No recuerdo la última vez que estuve tan molesta, Spencer jugó con mis sentimientos por semanas y todavía tiene el descaro de venir hasta acá a seguir haciéndolo. 

Escuché a alguien bajar las escaleras corriendo.

--¿Quién era? ¿Y por qué el portazo? -preguntó Lucía curiosa.

--Ah... era un vendedor, muy necio -respondí.

--¿Por eso le gritaste que se jodiera?

--Oíste mal -disimulé.

--Debe ser eso, porque me pareció escuchar el nombre Spencer.

--Definitivamente oíste mal –dije y subí a mi habitación antes de que pidera hacerme más preguntas.

Procedí a encender la computadora para ponerme a trabajar en la exposición que tengo mañana con Mariela, Mery, Becca y Austin.

Me tocó a mí hacer las diapositivas, y me aseguré de hacer la presentación más estética de mi vida, ya que el profesor dijo que nos subiría un 1% la nota del examen a los que hiciéramos una exposición perfecta, y yo lo necesito porque saqué un maldito 32.

En cuanto terminé las diapositivas guardé la presentación en mi llave USB y la metí en mi cartuchera.

.-.-.-.

Es incómodo estar en el colegio después de lo que sucedió el viernes con Charlie, todos me miran raro, piensan que nosotros... ¡Agh!  Y como es de conocimiento general que él y Mariela son pareja, yo quedo como la amiga traidora roba novios. Me gustaría poder gritar por los parlantes que no es verdad lo que oyeron decir a la subdirectora. 

Llegué a mi aula y ya Mery, Mariela, Becca y Austin se encontraban reunidos en un círculo.

--¡Leah, ven, estamos practicando! -exclamó Mery, yo asentí y caminé hasta ellos- ¿trajiste la presentación? –me preguntó.

¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Claro que la traje!

--Sí –iba enseñarle la llave USB, pero no la encontré en la mochila- mmm dame un segundo.

Seguí revisando mi mochila una y otra vez pero no la encontraba.

--Oh rayos.

--¡¿La olvidaste?! –gritó Mariela, lo cual llamó la atención de los demás.

Mi corazón comenzó a latir a mil por hora.

--¡¿Hablas en serio?! –preguntó Becca alarmada.

--Yo... no la encuentro.

--¡Pues busca! –exclamó Mariela.

Estuve al menos cinco minutos buscando en mi mochila. No estaba. La había olvidado. Mi oportunidad y la de todos los demás de subir la nota del examen se había perdido por mi culpa, sin mencionar los puntos que valía la exposición en sí... 

No puede ser.

--En serio lo siento.

Van a matarme, quiero llorar

--Leah... –Becca me miró con tristeza o decepción, talvez ambas.

--¡Perdón, yo juraba que la había traído!

--Talvez el señor Lewis nos deje exponer sin las diapositivas -intervino Mariela.

--¿Con lo estricto que es ese viejo chiflado? Imposible -repuso Mery.

Soy la peor.

--Hay seis grupos más –señaló Austin- puede que no de tiempo de que expongamos hoy.

--Buenos días a todos -nos sobresaltamos al escuchar la voz del profesor Lewis, quien acababa de entrar al aula- vamos a comenzar de una vez con las exposiciones, ¿hay algún grupo voluntario que quiera pasar primero? –preguntó, obviamente nadie se ofreció- sí, eso pensé, bueno será al azar, a ver...  que pase el grupo de Austin –dijo mirando la lista.

Vaya suerte.

--Voy a hablar con él –dije en un intento de solucionar el problema- diré que fue mi culpa y...

--Yo lo haré –Austin se puso de pie y caminó al frente donde estaba la profesor, las tres nos quedamos mirando desconcertadas. Comenzaron a hablar y duraron así como treinta segundos hasta que finalmente el profesor Lewis rodeó los ojos y asintió.

Espera, ¿funcionó?

--Pase el grupo de Ian –dijo la profesor, mientras Austin se regresaba. 

¡Funcionó!

Suspiré aliviada, y luego miré a Austin: --Ni idea de qué hiciste, pero gracias.

--¡Bien hecho! ¿Cómo demonios lo convenciste? -le preguntó Mery con curiosidad.

--No me creerían si se los dijera -contestó él.

Idiota, ¿por qué no nos quiere decir con qué lo chantajeó?

--Deja de jugar de misterioso y cuéntanos de una vez -exgió Becca, Austin solo le sonrió y se encogió de hombros-. Sí, definitivamente no nos va a decir nada -agregó Becca mirándonos a las demás. 

Como sea. 

Había que tomar apuntes de las presentaciones de los demás, así que abrí mi cartuchera para sacar un lapicero y dentro me encontré con la llave USB donde estaba nuestra presentación. Uy, había olvidado que la guardé ahí.

El profesor nos dio la otra semana para hacer la exposición, así que será mejor quedarme callada.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

En la tarde caminaba tranquilamente junto con Diego cuando escuché una odiosa voz.

--¡Leah! –saludó Spencer desde el otro lado de la calle, justo fuera de la cafetería.

Puse los ojos en blanco, pero me sentía algo mal por haberle cerrado la puerta en la cara ayer, no debería pero así funciona mi consciencia. Así que decidí no ignorarlo.

--¿Me esperas un segundo? –pregunté a Diego.

--Claro que no –contestó mirando mal a Spencer.

-Claro que sí -le corregí- espérame, ya vuelvo.

Crucé la calle y caminé hasta estar al frente de Spencer.

--¿Cómo supiste que pasaría por aquí? -inquirí.

Creo que ya entiendo lo que siente Dylan.

--No lo sabía, salí un segundo y te vi.

Ah.

--¿Y qué quieres? -pregunté.

--Pedir disculpas.

Reí, no con ironía, realmente me pareció gracioso: --Eso no fue lo que dijiste ayer.

--Lo sé, perdón también por lo de ayer.

--Ok -dije- si no hay nada más que agregar, ¿podemos ya dar por concluída esta relación que nunca existió?

Por un segundo me perdí en sus ojos azules; sacudí la cabeza, puedo sentir desde aquí la mirada reprobatoria de Diego que nos observa desde el otro lado de la calle.

--Leah, no sé qué me pasó ayer, estaba enojado y tú actuabas como una diva, entonces me empeñé en molestarte. Te pido perdón, lo admito, tengo la culpa de todo, no debí haberle seguido la corriente a esa chica y en serio me arrepiento, porque la verdad entre tú y ella... –hizo una pausa- ni siquiera hay punto de comparación, ganas por mucho.

Me quedé en silencio sin saber qué decir, sin saber si creerle o no.

--Ni siquiera recuerdo el nombre de esa chica –agregó.

Eso sí se lo creo.

Quiero creerle lo otro también, pero sé que debo dejar de ser tan ingenua.

--¿Qué salió mal con la cita? -me sentía patética preguntando eso, pero me moría por saberlo y esta es la última vez que voy a hablar con él- ¿por qué no me llamaste ni me escribiste después?

Pareció desconcertado con mi pregunta.

--Nada salió mal, ya te iba a escribir algún día, es solo que estoy ocupado -se excusó- intenta llevar tiempo completo en la universidad y el trabajo, ¡no te queda tiempo libre! Y estaba esperando a tenerlo para invitarte a salir de nuevo, y pensé que vendrías los sábados y te vería pero no viniste y...

Bufé, enviarme un mensaje de texto no le iba a quitar un minuto de su ocupada vida. Spencer continuaba hablando, pero dejé de prestarle atención al recordar que hace poco había leído algo en internet sobre que las personas miran a la derecha cuando mienten.

¿O era a la izquierda?

¡Rayos, no lo recuerdo!

Bueno, por ahora solo necesito ver a qué lado mira Spencer y más tarde investigaré a qué lado es.

--¿En serio te arrepientes? –pregunté.

--Sí -dijo con firmeza, le puse atención y miró hacia la derecha.

Ok, a la derecha.

--¿Me perdonas?

--Yo... necesito tiempo para pensar -dije, pero tenía claro que no iba darle otra oportunidad, y aunque me alegraba ligeramente saber que yo todavía tenía oportunidad con él, probablemente solo me usaría- lamento haberte gritado que te jodieras -añadí.

--No fue nada -sonrió- ya tengo que volver al trabajo, nos vemos... Talvez –se despidió con la mano y entró a la cafetería.

Volví con Diego, quien no había dejado de vigilarnos en ningún momento.

--¿Estás loca? -preguntó regañándome- ¿por qué le hablas de nuevo?

--Es que... -traté de explicar- fue hasta mi casa ayer para hablar conmigo, pero solo a decirme que no lo lamentaba y...

--¿Y? -me incitó a continuar.

--Le dije que se jodiera y le cerré la puerta en la cara -conté sonriente, Diego rio incrédulo.

--No suena a algo que tú harías, pero eso explicaría por qué querías hablar con él de nuevo.

--Bueno, él se acaba de decirme que lamenta todo y que...

En eso me recordé que tenía que investigar lo de las mentiras, rápidamente saqué mi celular y me metí en google.

Un segundo...

¿A qué lado había mirado Spencer?

¿Derecha o izquierda?

Creo que fue a la derecha...

¿O fue a la izquierda?

No lo recuerdo.

--¡Mierda!

--¿Qué? -Diego me miró confundido. 

--Es que yo.... Spencer él... yo iba a descubrir si mentía, pero ya se me olvidó a qué lado miró.

--¿Te refieres a eso que dicen de que las personas miran a un lado cuando mienten? –preguntó Diego.

--¡Sí! –exclamé emocionada- ¿sabes a cuál lado es?

--Sip, pero no creo que esté científicamente comprobado que funcione.

--No te hagas el científico –puse los ojos en blanco- ¡solo dime!

--De todos modos no sabes a qué lado miró Spencer.

--Cállate, solo dime -repetí.

--A la derecha –afirmó- se supone que las personas miran a la derecha cuando mienten.

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Gracias por leer :3

AVISO: lo que voy a subir a continuación NO es un capítulo, son 23 cosas sobre mí, si quieren lo leen y si no les interesa solo ignórenlo, no hay problema ;)

Los quiere, Juli.

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