11-"Me amas"

--Responde mi pregunta.

--¡Porque no quiero que Dylan me vea! -solté, no tenía tiempo para discutir diciéndole que no era asunto suyo-. Ahora si me disculpas... -traté de volver a salir corriendo pero Diego no me soltó.

--¿Y por qué no quieres que te vea? -preguntó confundido.

--¡Te lo explicaré después! -acto seguido lo pellizqué en el brazo para que me soltara.

--¡Ay!

Funcionó.

Por dos segundo.

--Oh, vas a pagar por eso -repuso, todavía sin soltarme dirigió su mirada al grupo que salía de la biblioteca y se me revolvió el estómago cuando vi a...

--¡Dylan! -lo llamó, él volvió a ver y comenzó a caminar hacia acá- somos buenos amigos -me dijo.

Le pegué a Diego un codazo que lo hizo toser.

--¿Qué tal? -dijo Dylan chocando los puños con Diego.

Esto no puede estar pasando.

--Dylan ¿por qué Leah no quería que la vieras aquí? -le pregunté

Sentí mi cara ardiendo, y no sé cómo no se me cayó de vergüenza. Dylan también se había colorado y debe estar tan incómodo como yo.

--Este yo...-habló- no lo sé -nos miró raro y se fue.

Diego rio y yo lo miré con ganas de matarlo.

--¡No puedo creer que le dijeras eso!

--Y yo no puedo creer que me pellizcaras, mira tengo la piel roja.

No recuerdo la última vez que estuve tan enojada como ahora.

--¡Me humillaste frente a él!

Estúpido, estúpido, estúpido Diego.

--Solo te estaba molestando -dijo, desearía poder borrar la sonrisa de su rostro.

--Te odio -dije con seriedad

Diego negó con la cabeza: --Me amas

--Eres literalmente  el peor amigo que he tenido -le dije, omitiendo la parte de que también es el único- me hace cuestionarme seriamente si deberías seguir siéndolo.

Finalmente se borró la sonrisa de su rostro.

--Pensé que sería divertido... perdóname.

--¡No, eso fue cruel!

--¿Quieres desahogarte? Golpéame si te hace sentir mejor -sugirió- adelante, te doy permiso.

Lo miré a los ojos. La violencia nunca es la respuesta,  pero le di una cachetada con todas mis fuerzas.

--¡Demonios! -se quejó frotándose la cara- ¿Te volviste loca?

--Fue tu idea.

--No pensé que lo hicieras -dijo mientras empezábamos a caminar- ¿con eso me perdonaste? -asentí, aunque todavía lo quiero matar- ¿y me vas a explicar por qué te escondías de Dylan? -preguntó.

Yo negué con la cabeza, no se merecía explicaciones.

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.-.-.-.-.-.-.-.

Al día siguiente estaba satisfecha por no haberme topado a Dylan en toda la mañana. Si ya de por sí me había decidido a no volver a hablarle, después de lo de ayer ahora tampoco quiero volver a verlo nunca. Es una lástima, creo que pudimos habernos llevado bien. 

Al inicio de clases la profesora de inglés estaba pasando lista.

--Becca Sáez -dijo.

Miré al lado y noté que el pupitre de Becca estaba vacío.

--Ausente -habló Austin por ella.

No pude evitar sonreír. Al fin una clase sin esos dos haciendo ruido.

--Algo me dice que te portarás muy bien en clases hoy -le dijo Mery a Austin- ¡en tu fea cara!

Su cara no es... oh bueno, a quién le importa.

--¿Sigues molesta porque solo te regañaron a ti ayer? -le preguntó Austin con un aire de superioridad.

--Eso fue injus...

--¡Mery! -exclamó la profesora- ¿podrías hacer silencio y dejarme pasar lista?

--Pero yo...

--¡Pero nada!

Austin rio, y Mery, aunque estaba un poco frustrada, también rio. Luego de eso comenzaron a entablar una conversación.

 Mery acaba de conseguir en dos días lo que yo no he logrado en más de un año. 

Como ellos estaban en diagonal el uno del otro otro y yo en la esquina, estoy prácticamente en el medio de ellos y su conversación, pero sin formar parte.  Consideré intentar unirme para no estar tan estorbosa, pero no tenía nada para decir, así que al final recosté la cabeza en mi pupitre para dormirme y fingir que no estoy aquí.

--¿Leah? ¿No está, Leah? –escuché a la profesora mientras despertaba de mi siesta de quince segundos, mierda olvidé que estaba pasando lista.

--SÍ –grité deprisa- ¡presente!

La profesora me miró con desaprobación al ver que estaba durmiendo.

--Un clásico –me habló Mery- esto es lo que yo hago para no dormirme en clase: pedir permiso para ir al baño solo para ir a dar una vuelta -dijo, y procedió a levantarse para hacer eso mismo.

--La detesto –me susurró Austin de la nada, cuando Mery ya estaba lo suficientemente lejos.

Inesperado.

--¿Por qué? –pregunté confundida. 

--No lo sé, es muy odiosa.

Estaban conversando tranquilamente hace un minuto, ¿todo ese tiempo estuvo pensando que ella era odiosa? ¿O se dio cuenta mientras conversaban?

--Si no te agrada alguien tan simpática como Mery, supongo que a mí me odias –dije. Talvez fue algo muy repentino, pero tengo interés en su reacción, me dará una idea si le desagrado como ella, ya no me importa eso, pero supongo que no está de más confirmar.

--La verdad no tengo razones para odiarte -respondió- no sé nada sobre ti además de que eres muy sensible.

¿Sensible? ¡No soy sensible! 

Bueno, casi lloro cuando me llamó amargada hace como un mes, y la última vez que conversamos me saqué un poquito de onda solo porque me dijo que yo no hablaba con muchas personas... En mi defensa, ¿a él que le importaba? 

--No soy tan sensible, solo... no lo sé, me molesto fácil cuando estoy de mal humor -o sea siempre.

Austin me miró pensativo: --¿Estás de mal humor ahora?

--No lo creo -dije, y en un movimiento rápido me arrebató las gafas de mi cara y se las puso él-¡¿qué te pasa, qué crees que...?! 

--¿Lo ves? No estabas de mal humor y aún así...

--Eso no me hace sensible -lo interrumpí- ¿a quién no le molestaría que le quiten sus gafas?

Austin se volteó hacia el compañero de su derecha, y le quitó las gafas a él también, este solo le dirigió una mirada divertida.

--De acuerdo, puedes quedártelas -le respondió el compañero- pero las que llevas puestas te quedan excelente.

 Riendo, Austin le regresó sus gafas, y aún con las mías puestas me miró triunfante.

--Bueno, Francisco es tu amigo -dije, para refutar su punto- si fuera un extraño sí se molestaría. 

--Tus lentes no tienen aumento -observó Austin, cambiando completamente de tema.

--Sí tienen –traté de quitárselos pero no lo conseguí.

--No tienen –insistió riendo- ni si quiera los necesitas.

--Tienen aumento, solo que poquito –dije con la mirada abajo, no quiero que nadie me vea sin lentes.

--¿Poquito? No inventes, no tienen absolutamente nada.

--Bueno, está bien, son falsos ¿feliz? –Suspiré- ahora devuélvemelos, por favor.

--¿Por qué las usas si no las necesitas? –preguntó con curiosidad, por un momento dejó de reír y se puso serio.

Debo admitir que Francisco tenía razón.

--Me veo muy rara sin ellas –expliqué.

--Cierto –Austin asintió y me las devolvió.

Ouch, ¡está bien que yo lo diga, pero no los demás! 

Me puse mis lentes nuevamente y me volteé dando por terminada la conversación. Me di cuenta de que la profesora había salido del aula, quién sabe hace cuánto.

--¿Ya viste civil war? –me preguntó Austin al ver el escudo del Capitán América en mi reloj.

¿Me parece a mí o se está esforzando por mantener conversación? Vaya, vaya.

--No –respondí- no he podido ir al cine porque ya empiezan los exámenes, pero la iré a ver en cuanto se terminen.

--Yo ya la vi, ¿quieres saber lo que pasa?

--NO –lo dije más alto de lo que pretendía y media clase volteó a verme, pero no me importa- no me la arruines. No me digas nada, en serio.

Austin rio ante mi reacción. 

--Está bien, no te diré que al final se muere... -le tapé la boca con la mano antes de que pudiera terminar. Jamás en la vida me hubiera atrevido a hacerle eso, pero no me dejó opción, la película es más importante que él.

Me mordió la mano.

--¡Ew! -me quejé mientras me limpiaba con mi blusa. 

--No seas exagerada -Austin rodeó los ojos- y solo para que lo sepas, no iba a decirte nada, solo quería asustarte.

--Lo lograste.

En ese momento choqué miradas con Mariela desde el otro lado de la clase, me estaba sonriendo, y ya me imaginaba a qué se debía su sonrisa. Le hice un gesto con la mano para que viniera al asiento de Mery, ya que esta se había escapado y además la profesora no estaba.

 Austin al notar que la profesora no estaba se puso en pie para ir a hablar con sus amigos.

--Hola Leah -dijo Mariela mientras se sentaba en el asiento de Mery, todavía sonriéndome.

--Hola -dije sonriendo también.

--¡Estaban hablando! -exclamó en voz baja- tú y Austin...

--Lo sé, no es para tanto -dije.

Aunque lo era.

Es cierto que lo único que hizo fue tratar de fastidiarme, pero parte de mí está satisfecha de que la persona que me había gustado desde hace un año finalmente me hablara, y a pesar de que ya no me gusta, siento que era un cierre que necesitaba mi antigua yo, que por alguna razón siempre quiso que Austin la conociera.

Talvez no tengo que seguir detestándolo, talvez hasta podemos ser amigos.

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Nos leemos el sábado ;)

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