Penúltimo capítulo.

Me dirijo hacia mi casa a pasos lentos, el parque se llenó de personas y no quería sentirme rodeada así que decidí irme. Amy decidió devolverse al colegio a hacer no sé qué, ella es muy reservada con sus cosas así que no sé lo que hace la mayor parte del tiempo. Aunque ahora que lo pienso no sé muchas cosas sobre ella, todo es un misterio. No sé dónde vive o quiénes son sus padres. Cuando intento interrogarla cambia de tema o simplemente me ignora. Lo mismo pasa con Karicia, es como si fuera un tema prohibido para ellas y no pienso indagar, no quiero que se enojen y se vayan.

Afuera de mi casa logro visualizar la alta figura de Karicia, ella es muy alta como para tener solamente 16 años, 1.75cm podría decir yo, lo que es completamente contrario a Amy que apenas es de mi estatura, un humilde 1.58cm y dudo que crezca más. La castaña tiene su cabello suelto como de costumbre, una ligera blusa rosa y unos largos pantoles blancos son los que cubren su cuerpo.

Me agradan sus visitas, ella me habla sobre temas que mi madre nunca se molestó en explicarme, tambien me ayuda a cuidarme la piel, el cabello y esas cosas que naturalmente yo no les prestaría tanta atención. Desde que se fue Matías ya no me intereso arreglarme o cuidarme, pero Karicia insiste en hacerlo, dice que soy muy bonita como para desperdiciarlo. Ella es muy agradable y buena chica.

―Hi ―paso por su lado abriendo la puerta.

Baja la mirada― Hola Iveth ―susurra― vine a visitarte.

Le regalo una mirada amable, a veces ella es muy ¿tímida? ¿Tierna? Una mezcla de eso, además se le suma el hecho que a veces es medio infantil pero a la vez muy seria. Es complicado detallarla concretamente.

Empezamos a subir por las escaleras de forma rápida, no quiero que se den cuenta que estoy aquí y mucho menos de Karicia vino. Las tres hemos creado distintas formas para que puedan entrar, a veces pienso que son como espías entrando por la puerta de atrás, por la ventana de mi habitación o por la del baño. Me da miedo que se caigan pero ellas son muy hábiles, si yo tuviera que hacer eso de seguro me quiebro un brazo.

Ya en mi habitación me tiro sobre la cama dramáticamente, tengo muchas cosas por hablar con la castaña.

―¿Qué te pasó en la mano? ―se acerca a pasos rápidos― ¿qué hiciste?

Un leve sentimiento de culpa invade mi cuerpo― solo pasó, no me duele ―escondo mis manos tras mi espalda ocasionandome dolor― cuéntame de ti ¿cómo estuvo tu día?―sonrío.

Ella simplemente me dedica una mirada triste pero no insiste en el tema, sabe cuando no debe preguntar de más, eso me agrada. Creo que sería mala idea hablarle sobre la pelea, me regañaria un montón y no quiero eso, no quiero discutir con ella.

―No ha pasado nada relevante conmigo ―se sienta sobre una silla elevando sus rodillas hasta su mentón abrazandolas― quería hablar contigo ―rasca su cabello despacio, su mirada parece perdida.

―¿Sobre? ―empiezo a quitarme el uniforme quedando en ropa interior.

―¿Alguna vez te has masturbado? ―paro todo movimiento― ¿sabes lo que es el sexo?

Giro mi rostro de inmediato, nunca había tenido esa conversación con nadie y tampoco pienso tenerla, me da demasiada vergüenza. Estoy apunto de hablar pero alguien toca la puerta.

―Señorita su padre la espera en el despacho ―la voz de Li llega hasta mí. Creo que esta fue una señal. Tomo un vestido del armario y me lo coloco con rapidez, espero que cuando vuelva Karicia haya perdido su curiosidad.

―Ahora vengo ―salgo corriendo de la habitación con desespero.

Empiezo a bajar las escaleras pero luego todo hace click en mi cabeza. Mi padre debe estar enterado de lo que pasó, eso significa que debo tener cuidado. Sabrá Dios lo que hará o me dirá.

No me arrepiento de nada, además no me asusta enfrentarlo, pero no quiero hacerlo, me siento sin fuerzas para discutir hoy.

Entro al conocido despacho, los recuerdos me invaden de una manera perturbadora pero los ignoro, no debo ponerme sentimental frente a él. Veo su corpulenta figura sentada sobre su gran sillón de cuero negro, entre sus labios se encuentra un tabaco encendido, el olor inunda todo el lugar.

―¿Qué? ―pregunto tajante mientras me siento al frente de él.

Su expresión se ve fastidiada, como si en cualquier momento pudiera explotar y acabar conmigo, me causa algo de miedo verlo así.

―¿Por qué golpeaste a esa chica? ―da una calada a su tabaco.

En efecto sabe lo que pasó, debería pensar en alguna mentira creíble pero no se me ocurre nada.

―Defensa ―alzo los hombros con desinterés.

―Di la verdad ―alza una ceja.

―Que no me creas no significa que sea mentira ―sonrío con malicia.

Cierra los ojos por unos segundos, esa vena por estrés ya adorna su frente otra vez, a veces pienso que morirá por un infarto.

―Estás arruinando la imagen de la familia ¿sabes todo lo que piensan ahora de nosotros? ―se apoya sobre el escritorio― Creen que somos malos padres, que no te educamos y que eres una troglodita ―frunce el ceño.

Una carcajada se me escapa― ¿y es mentira? ―me cubro los labios― lo único que me ofende es que me digan troglodita ―finjo tristeza.

―Iveth esto no es un juego ¿cuándo vas a madurar? ―se pone de pie― ¿cuándo vas a ser responsable? Compórtate como la señorita que eres.

Me pongo de pie también― ¿cuándo me felicitaste por ser la hija perfecta? ¿Cuándo te alegraste por mi excelente comportamiento? Claro es fácil tirar en cara lo malo y omitir lo "bueno" eres un hipócrita ―golpeo el escritorio― no sabes cuanto desprecio tener tu apellido, no puedo creer que te preocupa más cuidar una imagen que cuidar a tu hija ―me acerco a él― Me das asco.

De un momento a otro siento mi mejilla caliente, poco a poco un hormigueo se esparce por toda mi cara. Giro mi rostro lentamente enfocando otra vez el suyo. Aun tiene la mano levantada en mi dirección.

―Me golpeaste ―acaricio mi mejilla mientras siento lágrimas formarse en mis ojos― Te odio ―digo con desprecio.

Me giro dispuesta a irme, no puedo creer que fue capaz de golpearme, nunca creí que llegaría tan lejos, no pensé que me dolería tanto y no lo digo por dolor físico, creo que la golpiza de mi madre me dolió menos. Llegue a pensar en algún que sentía un poco de empatía hacia mí, que a pesar de todo me quería y se preocupaba por mí.

Que estúpida fui.

Siento como toma mi brazo con fuerza. Volteo a ver su rostro furiosa, ni una pizca de arrepentimiento hay en él.

―No creas que me siento orgulloso de tenerte como hija ―aprieta su agarre― solo has sido un problema, cada vez hundes más nuestro prestigio, la que me da asco eres tú ―siento como se me escapan la lágrimas― No sabes cuanto deseo que tu madre ya tenga al bebé, ojalá no salga tan podrido como tú.

Mi cabeza queda en blanco justo en ese instante ¿qué acabo de escuchar?― ¿bebé? ―ladeo la cabeza.

―Sí, un bebé, lo esperábamos con ansias ―sonríe― espero que sea el varón que siempre quise, un hombre que sí llevaría con orgullo el apellido y no me causaría vergüenzas como tú.

Voy a tener un hermano.

Y no lo sabía.

Me van a reemplazar.

―¿Por qué no me lo habían dicho? ―susurro.

Ríe― ¿para qué? Solo le ocasionarías disgustos a tu madre, hasta ahora se está estabilizando muy bien como para que aparezcas tú a arruinar todo.

―Pero tengo derecho, es mi hermano ―chillo.

―¿Tú no me habías dicho que no me considerabas tu padre? ¿Que no éramos nada? Ese niño y tú tampoco serán nada.

No puedo creer lo que está diciendo, debe ser una broma. Debe ser una jodida broma.

―¿Nunca me has querido verdad? ―inquiero en un hilo de voz.

Su mirada está vacía, siento que solo me mira por mirar― En algun momento Iveth ―suspira― pero poco a poco te fuiste pudriendo, ahora solo me das lástima ―me mira de arriba abajo― solo mírate.

Siento como si miles de agujas pincharan mi garganta, los latidos de mi corazón se encuentran acelerados y unas intensas ganas de llorar me invaden.

Siempre supe que mis padres no me querían, pero en el fondo tenía las esperanzas de estar equivocada, quería estar equivocada.

¿Qué será de mí ahora?

Si antes siendo hija única no me prestaban atención ahora menos. Ojalá ese niño o niña no pase por lo mismo que yo, al menos que valga la pena ignorarme.

Me suelto de su agarre con fuerza y empiezo a caminar hacia mi habitación, escucho como me grita algo pero no logro entender, no puedo entender nada.

Toda mi vida a sido una porquería, una porquería que irá aumentado con el tiempo, nunca lograré ser algo más. Creí que podría marcar la diferencia, que podría vecerlos y alcanzar mis sueños. Triunfar sin su ayuda.

Pero solo fueron fantasías que nunca se cumplirán, estoy destinada a esto, me siento sin fuerzas para aspirar a algo mejor, me siento consumida en la oscuridad.

Amy tiene razón, soy miserable.

Patética.

Soy un asco.

No quiero sentir esto, no quiero hacerlo, no quiero sentir nada.

Llego a mi habitación y me siento sobre la cama, Karicia empieza a hablarme pero no la escucho, no quiero que esté aquí.

Miro fijamente hacia el piso, mi falda se encuentra tirada allí, un recuerdo invade mi mente.

Me observa seria― tengo algo que podría ayudarte― mete su mano dentro del bolsillo de su falda. Mira a los lados y me extiende algo― con eso te juro que olvidarás todo.

Olvidar todo.

Eso es lo que necesito.

Tomo la falda con rapidez y busco con urgencia la pequeña bolsita, esta va a ser la solución, solo será una vez, necesito olvidar todo solo por hoy.

Observo el plástico entre mis manos, es tan pequeño ¿este poquito de polvo será capaz de ayudarme con todo lo que siento? ¿Podrá aliviar mi dolor?

―Si te da por probarla solo debes hacer una linea con ella y hacer así ―se tapa una fosal con un dedo y el otro se lo pasa debajo de la nariz imitando ser el polvo, noto como inhala con fuerza― y listo.

Me dirijo al escritorio y tiro todo los libros al suelo, necesito espacio. Esparso un poco del contenido de la bolsita y con un separador de un libro hago la fina linea blanca.

―¿Qué haces Iveth? ―escucho sus pasos acercarse― ¿es droga? ¿Qué te pasa? ¡No hagas eso!

Ignoro sus palabras y acerco mi nariz hacia el delgado polvo. Con una inahalada profunda dejo invada mi cuerpo como lo deseé, que haga algún efecto en mí. Siento como mi nariz y garganta se adormecen, una relajación invade mi cuerpo casi al instante, una sensación de felicidad y tranquilidad me llena por completo.

Se siente tan bien.

Volteo a ver a Karicia, su rostro expresa de innecesaria preocupación.

―Quita esa cara, todo va a estar bien ―sonrío. Recuerdo lo que me había preguntado hace unos minutos, siento que ahora tengo todo el valor del mundo para hablar sobre cualquier cosa― ¿sabes algo? Respondiendo a tu pregunta nunca me he masturbado ―alzo los hombros― ¿tú sí?

La castaña me ignora ¿qué le pasa?

―Hey, contestame ―me acerco a ella zarandeando su hombro― te respondí lo que me preguntaste, ahora te toca a ti.

Me acerco a la mesa y empiezo a hacer otra linea fina ¿por qué no descubrí esto antes?

―Iveth no lo hagas ―susurra― te hará daño.

Volteo los ojos― ¿y qué? A nadie le importará, aunque sea déjame disfrutar mis últimos días ―bromeo mientras doy otra profunda inhalada. La ola de paz me invade otra vez.

―No seas estúpida ―grita. Es primera vez que me alza la voz, eso me causa fastidio.

―Calma, podría romperte un brazo si vuelves a gritarme, respetame ―respondo seria― eres buena chica, solo déjame disfrutar ―vuelvo a hacer otra línea, no quiero que esta sensación pase nunca. Acerco mi rostro al polvo pero algo me da por mirar a Karicia. Se ve triste.

Me alejo del escritorio dejando mi perfecta línea intacta, no quiero que se sienta mal― Karicia ignora lo que te dije ―agarro sus mejillas― yo te quiero mucho y no te quiero hacer daño de ninguna manera ―me alejo de ella y me dirijo hasta la cama― prometo no probarla más ―muerdo mi uña― solo será por hoy ¿sí?

La castaña me mira con duda. Yo puedo manejarlo, solo será hoy y ya, necesito un descanso de todo, creo que me lo merezco.

―¿Me puedes explicar cómo se masturba una chica?―muerdo mi labio inferior― hay muchas cosas que no entiendo sobre eso ―la castaña alza las cejas asombrada. Hasta a mí me sorprendió mi pregunta. Nunca creí que seria capaz de preguntar algo así pero no me arrepiento. Siento que puedo hacer o decir muchas cosas.

Karicia empezó a explicarme todo lo referente al tema. Poco a poco sentía como la tristeza aparecía otra vez pero daba una inahalada profunda y se me pasaba.

Esa noche puse en práctica lo aprendido, fue una experiencia extraña pero satisfactoriamente exquisita. No sabía que el cuerpo ponía crear esas sensaciones tan placenteras.

Con las horas el polvo se acabó, Karicia se fue y la experiencia pasó. Quedé envuelta en la oscuridad de mi habitación con mi amiga la soledad y mi hermana la desesperanza. Todo volvió a mi mente y ese incendio se intensificó como nunca lo había hecho antes, ocasionando ese bucle que tanto odiaba.

Creo que necesito una línea más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top