5
Las clases transcurrieron de forma rápida, mi cerebro no alcanzaba a procesar lo que decía un profesor cuando ya aparecía otro llenándome de información. Matías en cambio apuntaba absolutamente todo en sus cuadernos y de vez en cuando me lanzaba miradas llenas de compasión, sé que podía ver la expresión de suicidio en mi rostro.
El último timbre ya había sonado, la profesora de filosofía se despidió y todos comenzaron a salir del salón rápidamente, sé que ellos odian las clases al igual que yo, pero la diferencia es que ellos tienen cosas interesantes que hacer en sus casas y yo no.
Veo como Matías se queda en el salón dándole la excusa a sus amigos de ir a la biblioteca por unos libros, así que estos se adelantan.
―Iveth, no es necesario que vayas a la biblioteca, ve a descansar a tu casa ―se acerca mientras comenta preocupado.
―¿Quién dijo que quiero ir a mi casa? ―enredo mis dedos en mi cabello.
―Te ves mal, parece como si fueras a desmayarte en cualquier momento.
―Estoy bien Matías, es por el estrés supongo ―me restriego el rostro con las manos― necesito subir mis calificaciones, quiero pintar otra vez.
―¿Qué tienen que ver tus calificaciones con pintar? ―se sienta a mi lado.
―Digamos que no he querido estudiar como debe ser, mi padre como castigo me quitó mis lienzos y pinturas, dice que si no subo mis notas no me dejará volver a hacer un cuadro.
Me pongo de pie y tomo mi mochila.
―¿Ya te vas? ―toma mi mano.
Vuelvo a sentir mi rostro caliente ¿qué me pasa?
Matías se pone de pie nuevamente quedando al frente mío, alzo un poco la mirada para poder ver su rostro.
―Matías... ¿tengo fiebre? ―guio su mano sobre mi frente― creo que se me da fiebre de la nada ¿estaré enferma? ―Mi voz sale en un susurro preocupado.
Desliza su mano de mi frente hasta mi mejilla con delicadeza, siento que el caliente se intensifica más. Suelta nuestro agarre y coloca su mano sobre mi otra mejilla mientras detalla mi rostro con sus ojos. Veo como acerca su rostro lentamente ¿qué quiere hacer?
―Yo te veo muy bien ―se aleja completamente, siento frío cuando dejo de sentir su tacto― Quizás son golpes de calor, no lo sé. No creo que sea necesario ir a un doctor.
―¿Tam- también t-te pa-pasa a ti? ―¿por qué tartamudeo? Sacudo mi rostro y cubro mi rostro ¿qué es esta vergüenza?
―A veces me pasa, cuando estoy nervioso ―se encoje de hombros, se queda inmóvil unos segundos y luego abre los ojos exageradamente― digo, cuando estoy nervioso me da calor y eso ocasiona el enrojecimiento del rostro, creo que lo tuyo es más por el clima no por nervios ¿por qué estarías nerviosa? ¿Quién ha hablado de nervios? ―pausa y asiente― Creo que ya debo irme, Iveth hablamos mañana, es muy tarde y-y debo hacer cosas. Nos vemos, chao.
Toma su mochila y se va prácticamente corriendo ¿qué acaba de pasar? ¿Tenía la cara roja? Toco mi pecho y efectivamente mi corazón está acelerado.
No me permitió ni hablar, no quería que se fuera, quería que siguiera tocando mi rostro ¿qué estoy diciendo? Hasta se escucha raro.
Tomo mi mochila y salgo del salón.
...
Ya en la biblioteca empiezo con mi investigación, es muy grande este lugar así que fácilmente Matías podría esconderse pero ¿cómo hablaría con él? Hasta cierto punto creo que es ridículo seguir tomando en cuenta la biblioteca como escondite, pero algo me impulsa a seguir buscando
Hay un segundo piso, pero más pequeño, nunca he subido y no sé los "misterios que esconde". Guio mi mirada hasta Michael, este me mira a través de sus lentes oscuros como águila vigilando a su presa ¿no me lo podré quitar de encima? Me dirijo hacia él sonriendo, este agacha la mirada, no puedo ver sus ojos por culpa de sus feos lentes.
―¿Entiendes matemáticas? ―niega― ¿Inglés? ¿Geografía?
―¿Quién no entiende geografía? ―pregunta con burla
―Ese es el punto Michael, yo soy tan tonta que he reprobado geografía, tu presencia aquí me desconcentra ¿crees que es fácil ignorar tu mirada intensa? No, no lo es. Necesito subir mis calificaciones, por favor ―restriego mi rostro con mi mano― ¿podrías no sé... dejarme aunque sea media hora sola? Para estudiar al menos.
―Tengo claras órdenes de su padre.
―Una de sus órdenes es no hablar conmigo y no veo que la estés cumpliendo ―jaque mate.
―¿Me chantajeas? ―se quita los lentes.
―Busco mi bienestar, en casa el ambiente siempre es pesado, me causa depresión estar ahí, además que me entretengo viendo por la ventana y no estudio, durante clases todos mis compañeros hablan o me miran mal y no puedo concentrarme. Mi único escape está aquí, en el silencio, sin ventanas, solo los libros y yo ¿y tú me brindas una mirada intensa también? ¿Quién avanza así?
Analiza mi rostro con el ceño fruncido. Sé que mis quejas son válidas, sé que no se negará y sé que en algún punto hará una jugada extraña, lo conozco. Veo como relaja su expresión y toma mi hombro.
―Te daré 20 minutos y estaré afuera de la biblioteca ―se agacha a mi altura― un solo movimiento en falso y hablo con tu padre.
Y así quería que confiara en él, no soy tan estúpida como cree que soy. Dios disculpa por la mala palabra.
―20 minutos es mejor que nada ―me giro y me dirijo al viejo sillón.
Él comienza a caminar y sale de la biblioteca, conseguí 20 minutos ¿algo es algo no? Aunque sigue siendo muy arriesgado. No le diré a Matías de esto, no por ahora, no beneficia a ninguno.
Comienzo a caminar por toda la biblioteca hasta llegar a las escalera para ir al segundo piso.
Es muy pequeño en comparación al de abajo pero es más lindo y acogedor, tiene menos de diez estantes, una pequeña mesa y dos sillas. Pero algo llama mi atención, algo que no había visto en toda mi vida.
Una computadora.
¿Cómo se usará?
Mi padre nunca me permitió tener una, tampoco me deja tener celulares ¿para qué sirve una computadora? Dejo de ver el aparato y empiezo a analizar el contenido de los estantes. Son más libros, pero parecen nuevos. Encuentro una sección con libros muy pequeños, parece como si pueden caber en mi bolsillo. Tomo uno y empiezo a leer:
"Encontrando el amor"
"El amor es aquel sentimiento indispensable en la vida, buscado por muchos, abandonados por otros.
Pero siempre en la vida llega ese ser amado, esa persona que te sacará de tu aura de soledad e inseguridad
Enseñando lo más dulce y puro de la vida, amar.
"Eso decía mi madre, me lo repetía una y otra vez pero no creí. Crecer en lo disfuncional no me daba buen ejemplo tampoco, yo soy feliz con el amor que me brindaba mi madre, pero ella no parecía conforme, me obliga con casarme pronto y darle nietos.
Nunca había pensado en casarme ¿cómo sería eso? ¿Cómo llamaría a mis hijos? ¿Quién sería mi esposo?
Matías
¿Matías?
El calor en mi rostro se vuelve a hacer presente ¿por qué siempre que pienso o hablo con él me pasa esto?
"Ese pensamiento fue tomando sentido cuando lo conocí. El amor de mi vida conocido como "amor a primera vista."
Al principio no quise aceptarlo, no sabía que lo amaba, pero las sensaciones eran claras.
"Sonrojo, timidez, felicidad, solo podía pensar en él, los latidos de mi corazón se intensificaban. Eso solo me ocurría con él y sé que a él le pasaba lo mismo.
Suelto el libro y lo dejo en su estante, no quiero leer más.
No amo a Matías, no pienso en él, tampoco me vuelvo tímida.
Por eso no me gusta el romance, confunde a las personas con un sentimiento que uno no siente.
Bajo las escaleras y vuelvo al viejo sillón, conseguí suficiente por hoy, ya es hora que haga algo productivo.
...
―Señorita, su padre me mandó a buscarla ―suelto mi libro de matemáticas y la miro suplicante.
―Dile que estoy estudiando ―tomo un libro de historia― estoy demasiado ocupada.
La anciana asiente y se retira ¿por qué cuando estoy ocupada quieren hablar conmigo? Toda la tarde lo vi en la sala y no me llamó.
Desde que volví de la biblioteca vine con otra vibra, creo que terminé creyendo mi mentira sobre mis calificaciones, pues, me la he pasado solo estudiando como loca y lo sorprendente es que entiendo todo. Me he puesto al día con cada materia aunque se me dificulta un poco porque debo leer muchos libros.
―Señorita, dice que vaya ahora mismo ―baja la mirada― señorita no lo haga enojar por favor.
Me pongo de pie y me paro a su lado.
―No te preocupes Samantha ―pongo la mano sobre su hombro y asiento.
Mi padre se puede poner muy intenso cuando quiere, lo más divertido es que si yo solicito hablar con él pone mil excusas y yo no puedo estar en desacuerdo o desobedecerlo, en fin, la hipocresía.
Entro al despacho sin preguntar, me mira con el ceño fruncido― Diga padre ―frunzo el ceño también.
―¿Qué maneras son esas Iveth?, discúlpate ―se pone de pie.
―Simplemente entré, no veo por qué deba disculparme ―su rostro se va tiñendo de rojo.
―Es una falta de respeto ¿qué te ocurre? ―alza la voz.
―Nada, simplemente veo como puede tratarme y controlarme como quiera y yo no puedo hacer absolutamente nada ―frunzo más el ceño.
―Con que te empiezas a revelar ¿no? ―ríe sarcásticamente.
―Mire que no lo había pensado, no es mala opción ―para de reír― total no me puede quitar nada.
―¿Quién dice que no? ―alza la ceja.
―¿La pintura? Ya me la quitó, no me deja tener computadora o celular así que no me puede quitar algo que no tengo, no me puede prohibir tener amigos porque se encargó de que no pudiera tener ni uno, no me puede dejar de mandar al colegio porque no quiere educarme en casa ¿qué me va a quitar? No me compra ropa o libros que me gusten, mi vida se ha basado en un castigo permanente, créame, absolutamente nada me interesa ahora.
No pensé que le hablaría así, no creí que llegaría tan lejos ¿qué he hecho? Bueno tampoco me arrepiento, pero... no lo sé.
―Está bien Iveth ―suspira― el sábado haremos una subasta. Debes ir con nosotros.
―No quiero ―me cruzo de brazos.
―Mira Iveth, si no quieres que te encierre en tu habitación y te quedes sin estudiar o salir ni siquiera a la cocina deja de retarme, iremos a la subasta y punto, ya me harté.
―¿Y qué le diría a sus amigos cuando pregunten por mí? "Es que la dejé encerrada en su cuarto para toda la vida, no la volverán a ver" ―ironizo.
―"Mi hija quiso ir a estudiar a España y como amo tanto a mi niña, con todo el dolor de mi alma se lo concedí" ―me regala una sonrisa― le diré a tu madre que busque un atuendo adecuado para ti.
―¿Para qué me avisa que vamos a salir si ni siquiera permite mi opinión? ―me acerco a su escritorio.
―Para que no digas que hago las cosas a tus espaldas ―toma unos papeles― ahora vete a estudiar de nuevo, me alegra que por fin hagas algo productivo.
―De nada padre mío, gracias por la comprensión.
Salgo de su despacho con los ojos llenos de lágrimas, no puedo creer que lo enfrenté así y lo que más me duele es la posibilidad de no volver al colegio, quiero ver a Matías otra vez.
Me di cuenta que no le molesta que lo enfrente, entonces ya no me quedaré callada, pero sí obedeceré sus ordenes. Por fin tendré un poco de libertad en esta casa pero no quiero abusar.
Cada vez me hago más la idea de que no los amo, ellos nunca cambiaran, serán los villanos siempre.
...
Desconocida
23 de abril del 2005
La pequeña niña se encontraba sentada sobre las piernas el señor, se encontraba leyendo y memorizando cada versículo de la Biblia, la niña era muy inteligente, el señor se encontraba fascinado.
―Mi niña ―acaricia su cabello y la pequeña tiembla― te has portado muy bien.
―¿Podré volver con mis padres? ―La pequeña solo quería ver a su padre, quería ir a su cama, quería dormir tranquila.
―Aun no estás curada cariño ―toma su pequeña cintura― ¿no te gusta estar conmigo? ―La niña niega― Ya veo ¿por qué no?
―Me duele mucho ―empieza a llorar― me duele cuando me toca allá abajo y no me gusta cuando mete su lengua en mi boca ―cubre su rostro.
El señor asiente― ¿Solo eso no te gusta?
―Tampoco me gusta sentarme sobre usted ―empieza a temblar― o que ponga su lengua allá abajo.
―Es por tu bien pequeña ―acaricia su cabello mientras seca sus lágrimas.
―¿Por mi bien?
―Te preparo, cuando seas mayor los hombres te harán cosas horribles, más crueles, estarán influenciados por diablo. Sabes, yo te hago todo eso con amor y delicadeza, tratando que te guste un poco ¿quieres que te muestre cómo te lo hará el resto de los hombres?
La niña niega― si quieres dejo de hacerlo, yo solo cumplía ordenes.
―¿Órdenes de quién? ―Ladea la cabeza.
―De Dios, él me pidió mostrarte cómo era, para que los hombres que son influenciados por el diablo no te lastimaran.
La niña abre sus ojos con sorpresa― ¿Dios volvió a hablarle de mí?
―Todo lo que te hago es porque él me lo dice ―toma la pierna de la pequeña― solo sigo órdenes.
―¿Habló con usted hoy?
―Está hablando conmigo ahora mismo ―la pequeña abre más los ojos.
―No lo escucho ―mira hacia el techo.
―Solo puedo oírlo yo ¿quieres saber qué dice? ―La pequeña asiente― dice que te arrodilles frente a mí.
La pequeña obedece sin rechistar. El hombre se pone de pie y baja su pantalón, la pequeña no entiende lo que está haciendo.
―¿Qué dice ahora.
―Que me obedezcas ―se baja el calzoncillo y la pequeña se asusta pero lo obedece.
No usarás el nombre de Dios en vano.
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