22
Tres meses han pasado, tres largos meses desde que pasó todo aquello. Aun no logro superarlo del todo, trato de seguir el consejo de Amy, lo trato con todo mi corazón. Pero me cuesta, me cuesta demasiado algunas veces.
Es como si algunos días se avivara esa llama que creí muerta, ocasionando un incendio que consume todo a su alrededor, pero luego vuelve a consumirse dejando pequeñas chispas que en algun momento se juntarán creando un nuevo incendio más fuerte, así lo siento yo.
Esa conversación aun deambula por mi cabeza, es la que me plateo cada vez que ese abrasador fuego me consume completamente.
Analepsis.
―Me duele mucho ―agarro mi pecho con fuerza.
―Eres débil ―escupe― a veces me da asco tu manera de ser ―se sienta a mi lado.
―No lo entiendes Amy ―siento como si se quemara mi garganta con cada palabra― perdí todo en un segundo, cada esperanza se esfumó.
La albina voltea los ojos con fastidio, a veces pienso que me odia, pero a sido la única persona que se ha quedado conmigo a pesar de todo. No podría perderla a ella tambien.
―Ignora el problema ―alza lo hombros con despreocupación― has como si nada pasó.
Seco mis mejillas despacio ¿eso será buena idea? Bueno si ignoro el problema no me dolerá, puede que sirva.
―¿Tú haz estado en una situación como la mía? ―me acerco a ella― ¿haz perdido a alguien?
La albina se tensa completamente, su rostro va adquiriendo un color carmesí mientras me mira con completa frialdad.
―No ―sonríe con sorna― eso solo le pasa a los estúpidos ―se pone de pie.
―¿Ya te vas? ―tomo su mano― no me dejes sola.
Me lanza una mirada irritada, de un jalón se suelta de mi agarre― estarás sola toda tu vida Iveth, deja de ser tan miserable.
Amy a veces puede llegar a ser muy cruel conmigo, es muy directa y poco amable, pero no se ha alejado de mí, no aguantaría perderla también. Sé que no está bien que me trate así, pero algunas veces me lo merezco, es mi culpa por ser tan estúpida como dice ella.
Tampoco puedo desmeritar a Karicia, ella a estado conmigo cuando he estado a punto de caer al abismo, gracias a ella aun cuento mi historia.
Analepsis.
Era una fría noche de diciembre, justamente un día antes de Navidad. Mis padres se encontraban abajo en su anual cena navideña con todas las familias adineradas o personas importantes del pueblo. Yo decidí escapar apenas pude, me encerré en mi habitación con una vieja botella de whisky que encontré en el despacho. Nunca lo he probado pero para todo hay una primera vez.
Junto mis labios al frío vidrio de la botella, doy un pequeño sorbo que quema tanto a mis papilas gustativas como mi garganta. El calor viaja hasta desaparecer en alguna parte de mi estómago.
Esto es asqueroso.
Doy un sorbo más, esta vez más largo, quizás así deje de pensar un poco en todo, simplemente preocuparme por el horrible sabor de esta cosa.
Miro abajo de mi cama, se encuentra completamente vacía, ni un lienzo a la vista. Creo que fue la mejor decisión que tomé, esa ridícula idea de dedicarme a la pintura no me iba a llevar a ninguna parte. Además siento que si tomo un pincel mis dedos quemarán, es un vivo recuerdo de mis sueños y esperanzas fallidas.
Los minutos pasan, los sorbos aumentan y los recuerdos llegan.
Toco mis labios con las llemas de mis dedos, el recuerdo del delicado roce de los labios de Matías me invaden.
¿Cómo estará?
¿Estará comiendo bien?
¿Se acordara de mí?
Miro alrededor de mi habitación, todo está tan vacío, más de lo normal. Trato de ponerme en pie pero me tambaleo, un fuerte mareo me invade con unas intensas ganas de vomitar ¿estaré borracha? Alzo la botella, el líquido está más abajo de la mitad ¿en serio me bebí todo eso? Empiezo a gatear hasta la pared donde se encuentra el cuadro familiar, detallo cada centímetro de esta.
Cuando tomaron esa foto mi madre había sido recién diagnosticada con su trastorno. Mi padre en cambio estaba involucrado en problemas legales, nunca supe sobre qué era pero tampoco me interesaba.
Detallo el rostro de mi padre más a fondo, tan sonriente, tan miserable, tan hipócrita.
Todo fue su culpa.
Tomo la botella con fuerza y apunto el hermoso retrato. Gracias a mi mareo fallé, la botella se estampó contra la pared rompiéndose en mil pedazos, el líquido salpicó la hermosa alfombra blanca afelpada que tanto le gusta a mi madre.
Mala suerte.
Me pongo de pie aun tambaleándome, tomo el retrato entre mis manos con fuerza y de un tirón lo arrojo contra el suelo, más vidrio se esparse por el piso, noto como la foto poco a poco se va empapando de whisky.
Todo está mal.
Todo está muy mal.
Caigo de rodillas al suelo, siento como pequeños trozos vidrio cortan mis rodillas pero no me interesa, nada interesa.
Ya no siento dolor.
Preguntas invaden mi mente alcoholizada, preguntas que antes me había planteado pero no les había buscado respuestas por miedo. Miedo que ahora no existe, ya nada me impide buscar esas respuestas.
¿En verdad necesario vivir?
¿Qué gano con eso?
¿Lo merezco?
Nadie me extrañaría, a nadie le dolería. Creo que le haría un favor a la sociedad. No vale la pena vivir un vida así, es como esperar un amanecer distinto pero al final solo recibir un poco de lo mismo y un tanto de lo peor.
No es justo.
Nada es justo.
Con ojos cristalizados miro fijamente el suelo, un gran trozo de vidrio brilla gracias la luz de la luna ¿esa será mi respuesta? Me estiro tomando el objeto entre mis manos. Miro mi muñeca detalladamente, una gran vena verde es visible gracias a mi palidez.
Así acabaría todo ¿No?
No hay dolor.
No hay tristeza.
No hay soledad.
Tendría descanso.
Acerco el afilado objeto a mi desnuda muñeca, solo debe ser un corte profundo y certero, todo acabará hoy.
―No lo hagas ―alzo la mirada de inmediato. Miro en dirección a la ventana, el rostro que Karicia se hace presente ¿qué hace aquí? Abre la ventana y entra a mi habitación, esto debe ser un sueño― Iveth no hagas eso ―sus ojos se ven relajados, no sé cómo siempre logra trasmitirme esa paz.
―¿Qué haces aquí? ―susurro, creo que si digo una frase más larga no se me entenderá nada.
―Vine a verte ―alzo la mirada, según el reloj son las dos de la madrugada.
―¿A esta hora? ―empiezo a reír― no soy tan estúpida Karicia ―siento como lágrimas recorren mis mejillas― ¿me acasos acosa? ―frunzo el ceño― ¿Qué estoy diciendo? ―vuelo a reír entre lágrimas.
Se acerca a mí a pasos rápidos, se arrodilla a mi lado lastimandose tambien con el vidrio. Le ocasiono daño a todos.
―Esta no es la solución Iveth ―me envuelve entre sus brazos― no estás sola, yo estoy aquí.
Una risa seca se me escapa― sabes, eso decía Matías y mira lo que pasó ―mi pecho empieza a doler con fuerza― yo le dije que nunca lo dejaría ¿mentirosa no? ―aprieto con fuerza el vidrio entre mi mano cortándome― soy un asco.
―El suicidio no es la respuesta.
―¿Y la vida sí? ―trato de alzar una ceja pero no puedo― mi vida es un asco Karicia, quiero descansar.
―Tienes mucho por vivir ―seca mis mejillas con sus manos.
―Creo que me queda mucho por no vivir, me di cuenta que nunca seré feliz, siempre estaré sola.
―La soledad no es mala.
―No todos vemos a la soledad de la misma manera ―se me escapa un eructo.
―Nunca dejaré que te hagas daño.
―Entonces tendrás mucho trabajo linda ―sonrío.
Al final nunca supe lo que hacía a esas horas en mi casa, tampoco supe cómo entró por la ventana pero tampoco quiero averiguarlo.
Varias veces volví a atentar con mi vida, cuando no estoy con Amy o Karicia el silencio me invita a destruirme, hacerme lo mismo que le hice a ese retrato, acabar con todo. Mis atentados han disminuido, creo que el no pensar ayuda, pero en días como hoy que todo se me viene encima, es cuando ese fuego se enciende de la nada y solo quiero huir, escapar de mi mente.
Me encontraba en el colegio, Amy había sido cambiada a mi salón así que no me sentía tan sola, ella ahora ocupaba el lugar de Matías a mi lado. Este año será mi primera graduación así que trataré de tener las mejores calificaciones posibles, el año pasado logré sorprender a todos mis profesores sacando las notas más altas, espero hacer lo mismo este año. Lograr hacer algo bueno en mi vida.
Caminaba hacia la cafeteria con Amy, ya era el receso así que los pasillos se encontraban repletos. Veo como Sofía se acerca a paso firme hacia mi dirección, me doy media vuelta dispuesta a evitar escucharla, no tengo cabeza para eso hoy.
―¿A dónde vamos Iveth? ―Amy frunce el ceño.
―No quiero toparme con Sofía ―suelto un suspiro― no puedo.
Siento como alguien toma con fuerza mi brazo obligándome a girar hacia esa dirección. Aquí vamos otra vez.
―¿Huyendo Gutiérrez? ―alza una ceja.
―Sí Sofía, me da miedo enfretarme a tus estupideces ―me suelto de su agarre.
La pelinegra sonríe pero de inmediato cambia su expresión― ¿Qué le hiciste a Matías? Por tu culpa se fue, él merecía quedarse, no tú ―me mira despectiva― ¿Sabes todo lo que hice para que se quedara conmigo? por tu culpa fue arrebatado de mis brazos.
Tengo eso muy claro Sofía, gracias por recordarme que lo perdí. Que fue por mi culpa.
―Lo siento ―bajo la mirada recordando a Matías, siento como mis ojos empiezan a cristalizarse.
―¿No que eres muy valiente? Eres una estúpida y asquerosa rara, me das pena, asco ―toma mi brazo con fuerza― cuanto desearía que nunca hubieras existido. Todo estaría mejor sin ti.
Me suelta y comienza a caminar otra vez, vaya golpe ese. Creo que es una señal de lo que debería hacer.
―¿En serio vas a dejar que te trate así? ―inquiere Amy― Iveth no debes dejar que te pisoteen, lo tomarán como hábito.
Le dedico una mirada cansada― ¿qué se supone que debería hacer?
La albina se acerca a mi oído― golpeala ―la miro horrorizada― si no impones respeto todos te tomarán como burla.
―Yo nunca he golpeado a nadie ―rasco mi brazo.
―Siempre hay una primera vez ―sonríe― recuerda cada insulto que te ha dicho, imagina que es tu padre, tu madre. Recuerda todo lo que te duele y desquitate con esa.
Giro mi rostro en dirección a Sofía, se encuentra a una distancia considerable hablando con un chico.
Amy tiene razón, si dejo que una persona me trate mal todas lo harán, no debo dejar que nadie me pisotee.
Camino a grandes zancadas hasta donde está Sofía, ella me mira de arriba abajo con asco.
―¿Qué quieres? ―alzo mi puño y golpeo su mejilla con todas mis fuerzas como respuesta. Ella cae al suelo mientras me mira horrorizada. Alzo la mirada y todos me miran así. Vuelvo a centrar mi vista en ella, se ve asustada.
―¿No que muy valiente? ―alzo la voz recordando sus palabras. Ella se pone de pie otra vez, toma mi cabello con fuerza jalandolo hacia abajo. Con su otra mano empieza a soltar golpes sueltos sobre mi rostro. Formo un puño y lo estampo con fuerza en su estómago, ella me suelta de inmediato para apretar con fuerza su vientre. Aprovecho esa oportunidad y comienzo a golpear su rostro.
Mejilla derecha.
Mejilla izquierda.
Nariz.
Mejilla izquierda.
Nariz.
Mejilla derecha.
Mis nudillos duelen y están manchados de sangre, no sé si es mía o de ella pero no importa. Su lindo rostro yace en el suelo, una expresión de dolor la invade por completo.
¿Qué he hecho?
―¡Gutiérrez! ―grita una voz masculina― ¿qué está pasando aquí? ―el profesor de educación física corre hacia Sofía cargandola para llevarla a lo que supongo es la enfermería.
Otro profesor me toma del brazo mientras empieza a regañarme e interrogarme hasta llevarme no sé a dónde.
No puedo creer lo que hice ¿por qué lo hice? Solo debía ser un golpe ¿por qué la seguí golpeando?
Llegamos hasta la oficina del director, todo se encuentra en silencio absoluto ¿qué hice?
―Señor director, la señorita Iveth atacó violentamente a su compañera ―me empuja un poco para que me siente sobre una silla― los testigos dicen que ella se acercó de la nada a golperla.
Es mentira, yo no quería golpearla tanto, yo no quería hacerle daño a nadie.
―¿Por qué hizo eso señorita? ―alzo la mirada, no sé qué decir.
―El... ―miro a mi alrededor― ella me agredió primero ―rasco mi cabello.
―Los testigos no vieron eso, dijeron claramente que la señorita se acercó agresiva de la nada.
Siento un calor invadir mi cabeza, él no estaba allí para saber lo que pasó enrealidad. Me pongo de pie de inmediato― Usted no tiene idea cómo me trata esa estúpida dia con día ―alzo la voz― es fácil para usted tirarme toda la maldita culpa, claro, no escuchen mi versión ―señalo al director― usted no sabe que esa idiota vive atormentadome desde el año pasado, me acosa e insulta ―miro al profesor― pero claro ahora la culpa es de la más imbécil ¿no?.
¿Qué acabo de decir? Esas palabras no parecen mías.
Pero son ciertas.
Sí, son ciertas, Sofía empezó todo esto, yo solo puse un alto, no hice nada malo.
Miro al profesor con odio, este me regala una mirada asombrada―Cuide su vocabulario, soy un profesor ―es lo único que dice.
―Y eso me vale completamente mierda, usted come porque mi papá le paga ―miro al director― simplemente busqué defenderme.
Ambos quedan en silencio. Un alivio se esparce por mi pecho, ya no me siento culpable de nada, todo fue culpa de Sofía.
―Está suspendida por una semana señorita ―habla el director― debe aprender a respetar a la autoridad.
Lo miro irónica― ¿Qué le harán a Sofía?
―Ella fue la víctima, además ¿tiene pruebas de que la acosaba o insultaba? ―alza una ceja― ¿qué me asegura que no son inventos suyos para perjudicarla?
No lo puedo creer― ¿Sabe qué? Métase su instituto por el culo ―escupo su escritorio― y usted vayase a la mierda ―digo al profesor.
Salgo de la dirección dando un portazo, no puedo creer eso, ¿dónde está la igualdad? Me siento tan estúpida, no me interesa que me hayan suspendido, pero me afecta que Sofía salga impune, eso no es justo, ella empezó todo.
Veo a Amy a un lado del salón, paso de largo dirigiéndome a la salida. Necesito estar sola un momento. Algunos estudiantes me miran con descaro, escucho susurros y pequeñas risas, quisiera golpearlos a todos, maldita sea.
Ya afuera del colegio la delicada brisa me brinda un poco de tranquilidad, empiezo a caminar despacio en dirección al parque, lo último que quiero es ir a casa.
Me siento sobre una banca mirando hacia el cielo, las nubes tan esponjosas se ven hermosas. Alzo mis manos en un vano intento de alcanzarlas pero me horrorizo al notar algo. Mis nudillos están rotos, muevo mi mano despacio pero duele mucho ¿me habré quebrado algo? Toco mi rostro y también arde un montón.
Gracias Sofía.
En mi vida volveré a pelear, esto duele muchísimo.
Noto como Amy se acerca a mí, una sonrisa reluciente adorna su rostro. Debo admitir que me sorprende que haya venido.
―Nunca pensé decir esto pero me enorgulleces ―toca mi hombro.
―Gracias a eso estoy suspendida, gracias Amy ―río sarcástica.
―Le diste su merecido, eso es lo importante ―se sienta a mi lado― además ¿no te sentiste más libre cuando la golpeaste? ―muerde su labio inferior― ¿no te sentiste más relajada?
Ladeo la cabeza, a decir verdad olvidé todo por esos minutos, solo eran los golpes y yo, no sentí nada, fue liberador.
―Pero ahora me duele todo de nuevo y le sumo los dolores físicos ―suspiro desganada― ¿cuándo dejaré de sufrir Amy? Me siento tan cansada de sentir todo esto.
El dolor en mi pecho volvió a aparecer y ese picor en la garganta también. Quiero dejar de sentir todo esto, solo quiero estar bien, no pido mucho.
Ella observa seria unos segundos. No sé lo que pasa por su cabeza pero presiento que no es bueno― tengo algo que podría ayudarte ― mete su mano dentro del bolsillo de su falda. Mira a los lados y me extiende algo― con eso te juro que olvidarás todo.
Tomo lo que extiende y lo miro con desconfianza, es una pequeña bolsita transparente con un polvo blanco dentro, yo vi estas cosas antes― ¿estás loca? Esto es cocaína ―se la devuelvo― eso es nocivo para la salud. No soy idiota Amy.
La albina alza la mirada con fastidio― Idiota siempre serás ―bufa― además eso solo lo dicen los adultos para desacreditarla ―me vuelve a extender la bolsita― te la dejo, si algun día quieres olvidar todo y sentirte bien pruébala.
Tomo la bolsita otra vez ¿no me hará daño? La guardo en mi bolsillo y vuelvo a mirar al cielo― ¿dónde la conseguiste? ¿También la has probado?
La idea de meterme porquerías no me agrada, me asusta quedarme adicta, no quiero un problema más en mi vida.
―Tengo algunos contactos de confianza. Y sí la he probado, por eso me vez tan relajada siempre ―escucho como ríe― si ves no me ha hecho daño.
Giro mi cabeza para analizarla, físicamente está bien, tampoco la noto mal de la cabeza, a veces es rara pero dudo que sea por culpa de ese polvo.
―Si te da por probarla solo debes hacer una linea con ella y hacer así ―se tapa una fosal con un dedo y el otro se lo pasa debajo de la nariz imitando ser el polvo, escucho como inhala con fuerza― y listo.
Vuelvo a mirar hacia el cielo, quiero perderme en la inmensidad de las nubes, no quiero saber de drogas, peleas o sentimientos, simplemente quiero estar en blanco un instante.
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