18
El día por fin había llegado, mi día soñado podría decir yo. Matías y yo hemos planeado cada detalle con cautela, es como si necesitáramos un paso a paso para sentirnos confiados, espero que todo salga bien.
Me encuentro arreglando mi ropa en la maleta, son pocas cosas pero decirdirme a unas específicamente era lo complicado. Tenían que ser bonitas pero cómodas. Así me veré linda para Matias pero estaré cómoda para mí.
Escucho como las visagras de mi puerta chillan, antes no hacían ese ruido horrible, debo decirle a Michael que las engrase.
―Pequeña ¿aún no estás lista? ―Samantha se acerca tomando mi maleta y la ropa― se te hará tarde.
―Solo me distraje un poco ―busco unos lápices en mi escritorio. Encima de este está el dibujo que le hice a Matías. Quisiera dárselo hoy pero mejor no, voy a esperar un momento especial, además no quiero que se le pierda o arruine, me enojaria mucho.
―Querida prometeme algo ―se acerca a mí.
¿Qué podrá ser? Su rostro se ve serio, sin una pizca de emociones ¿me va a regañar?
―Claro dime ―sonrío.
―Diviértete mucho ―sonríe. Escuchar esas palabras hace que sonría también― disfruta cada momento, ríe, juega. Eso sí, siempre con la obediencia ―cierra los ojos― no vayas a ir sola al bosque, tampoco comas comida exótica, puede hacerte daño ―empieza a arreglar mi ropa otra vez― no salgas de noche, no salgas sola, no te separes del grupo, no vayas a explorar sola ―voltea a verme― mejor dicho, tampoco acompañada, no quiero que vayas con Matías a ningún sitio solitario.
Frunzo el ceño― ¿Por qué no? ―no veo problemas, solo hablaríamos un rato.
―Matías tiene más mundo que tú.
―¿Qué quieres decir con eso? ―frunzo más el ceño.
―Es mal visto que una chica y un chico estén solos, eso no está bien ―sentencia.
―¿Por qué no? ¿Qué podría pasar? ―hago un puchero. No comprendo nada ¿qué tiene de malo?
―Algún día lo entenderás, porfavor obedece ―sonríe― ve a desayunar, yo me encargaré del resto ―me guiña un ojo.
Bien, esta conversación estuvo extraña. Mis planes son obedecer, claro, pero si se presenta una oprtunidad de pasar un rato con Matías no la voy a desaprovechar, yo lo veo absolutamente normal, además ambos vamos a esa despedida solo para pasar tiempo juntos.
Bajo por las escaleras despacio, noto como la humedad consume más secciones de techo ¿cuándo mi padre hará algo por eso? Al llegar a la cocina noto a un Michael arreglado desayunando ¿saldrá? Eso sí es nuevo.
―Hola ―me siento al frente de él mientras tomo un panecillo de mi plato― ¿saldrás?
Se lleva su taza de café a los labios, da un largo sorbo mientras cierra los ojos― tu padre me mandó a acompañarte ―tuerce los labios.
Dejo el panecillo a medio camino ¿cómo que me acompañará? ¿Eso quiere decir que estará conmigo en toda la despedida? ¿No podré estar con Matías? ¿Es un castigo?
―Estaré en un pueblo cercano, por si se presenta algún problema, no se preocupe no iré con usted ―vuelve a beber café― no es como si me guste estar rodeado de adolescentes que se creen adultos ―comenta con fastidio.
Un alivio invade mi interior, todos mis planes seguirán iguales.
―Yo no me creo una adulta ―cambio la dirección del tema.
―Deja que tus amigas te envenenen el cerebro ―sonríe― me alegra que tengas amigas.
Eso no lo vi venir.
―¿En serio? ―achino los ojos, sé que no tengo amigas pero me sorprende que le agrade la idea.
―Sí, no soy tan desalmado como parezco ―bebo mi chocolate caliente― en el fondo quiero su bienestar.
―Claro Michael ―tomo el resto de mi desayuno y lo guardo en una vasija, creo que ya hablé suficiente con él.
―Adiós joven ―alza la mano. Como respuesta volteo los ojos y empiezo a dirigirme a mi habitación.
...
―Bien querida recuerda todo lo que te dije ―acaricia mis mejillas.
―Sí Samantha tranquila ―río, me a repetido lo mismo como 6 veces.
―Llámame de vez en cuando, cualquier problema Michael estará cerca ―acaricia mi cabello― portate bien.
Me acerco para abrazarla, se preocupa demasiado por mí, solo será un día que no estaré en casa ¿tanto me extrañará?
―No vemos pronto ―comienzo a subir al autobús― te llamaré cuando llegue.
Samantha asiente repetidas veces mientras una lágrima se le escapa, es muy linda.
Cuando subo por completo al autobús de dos pisos (cosa que no creí que existiera) busco con fervor a Matías, dirijo mi mirada hacia cada asiento, todos están ocupados pero en ninguno está él. Noto como una chica peliblanca me observa fijamente, me parece conocida pero no la recuerdo bien, tal vez la he visto por los pasillos.
Empiezo a subir hacia el segundo piso, a medida subo los escalones siento como el frío va aumentando ¿no existe calefacción? Me acurruco dentro del grueso abrigo de Michael que amablemente me prestó ya que el mío se rompió. Al llegar hasta arriba noto todo más vacío, solo dos profesores están sentados al frente y como 10 estudiates sentados en distintos lugares.
Visualizo la melena castaña de Matías e inmediatamente me dirijo hacia él. Mi felicidad aumenta más cuando lo encuentro dormido, nunca pensé verlo así, me causa ternura, en mis planes estaba darle una fuerte abrazo pero no se podrá, además se ve tan lindo, sereno. Tiene la cabeza recostada contra la ventana, sus labios están entreabiertos y sus largas pestañas se posan delicadamente sobre la parte baja de sus ojos. Me siento a su lado con cautela, no quiero levantarlo, tomo su mano con delicadeza mientras me dedico a detallar más a fondo su perfil.
El autobús se pone en marcha, centro mi vista en los árboles y edificios que pasan lentamente por la ventana, creo que me centré tanto viendo cada objeto pasar que me quedé dormida sin darme cuenta.
Este será un día genial.
...
Al abrir los ojos me encuentro con la parte baja del asiento de al frente ¿qué pasó? Muevo un poco la cabeza dándome cuenta que estoy acostada sobre unas piernas ¿de quién son? ¿Dónde estoy? ¿me secuestraron? Me siento de golpe y miro todo a mi alrededor, algunas personas duermen y otras hablan en voz baja ¿qué hago aquí? Miro asustada a mi lado notando a Matías viéndome de forma extraña ¿qué hace él aquí?
―¿Te sientes bien? ―pregunta preocupado.
―¿A ti también te secuestraron? ―susurro.
El rostro de Matías se confunde aun más ¿qué le pasa? Miro por la ventana visulizando muchos pinos cubiertos de nieve, en el fondo se encuentra el brillante sol saliendo de su escondite ¿qué hora es?
―¿Secuestraron? ―toca mi frente― ¿te sientes mal?
Lo miro confundida ¿qué le pasa?
Llevo mi mano hasta mis ojos para masajearlos. Poco a poco todo hace click en mi cabeza.
No puedo creer el espectáculo que acabo de hacer. Que vergüenza.
―Lo siento ―comienzo a reír. Me perdí completamente, es la costumbre de despertar siempre en casa.
―Pensé que habías enloquecido ―ríe también ― ¿qué te pasó?
―Nada ―me arrecuesto sobre su hombro― ¿por qué dormía sobre tus piernas? No recuerdo haberme acomodado allí.
¿Será que soy sonámbula también? Eso explicaría muchas cosas.
―Cuando desperté estabas acostada sobre mi pecho mientras me abrazabas ―sonríe― luego empezaste a moverte hasta que te acomodas sobre mis piernas, eres muy tierna dormida.
Así que fue eso ¿cómo será mi expresión dormida? Espero que no haya sido muy espantosa, que vergüenza.
―¿Por qué no me despertaste? ―inquiere― quería darte una cálida bienvenida ―me envuelve entre sus brazos.
―Te veías lindo dormido ―sonrío― cualquiera pensaría que eres un angelito caído del cielo ―El castaño se sonroja― ¿ya estamos llegando?
―Sí besitos, al parecer dormimos durante todo el viaje ―acaricia mi cabello― tú también eres muy linda mientras duermes ―acaricia mi mejilla― quién diría que cuando estás despierta te enojas por todo.
Frunzo el ceño― respetame ―me alejo de él mientras cruzo los brazos.
―Ves ―ríe.
Dirijo mi vista nuevamente hacia la ventana, ahora sí puedo apreciar todo, se ve tan lindo, el amanecer es hermoso. El autobús va tan deprisa que no puedo detallar nada con detenimiento, logro ver troncos caídos, pinos cubiertos de nieve, pequeñas cabañas, pero todo de forma rápida.
―Creo que ya llegamos ―se pone de pie― linda ve colocándote el abrigo.
Linda.
¿Me dijo linda? ¿Por qué lo hizo? Me quedo estática admirando su rostro. Lindo es él ¿le digo lindo? ¿O fue solo un decir?
Tomo mi abrigo obedeciendo, me gustó que me dijera así. No voy a preguntar o decir nada.
El autobús aparca, miro otra vez por la ventana, se ve increíble, hay cabañas, una rampa y hasta un teleférico ¿se puede pedir más? Empezamos a bajar como animalitos del autobús, todos miramos con asombro todo, Matías toma mi mano con fuerza mientras comienza a guiarme no sé hacia dónde.
―Buenos días chicos ―habla una profesora― espero que no estén muy cansados por el viaje ya que realizaremos diversas actividades ―sonríe― Primero que todo iremos a sus respectivas cabañas, cada uno agrupese con su consejero por favor.
Obedecemos al instante. Estoy ansiosa por saber a dónde dormiré y si será en la misma cabaña que Matías, eso sería increíble.
Nuestra consejera nos sonríe mientras asiente―Jóvenes por favor formen dos grupos, uno de chicos y otro de chicas ―Mis esperanzas de dormir en el mismo lugar que Matías se fueron a la basura, no pensé que nos separarían. Hacemos lo que pide la consejera, veo como lentamente Matías se aleja de mí ― Bien siganme.
Empezamos a caminar despacio, hay tanta nieve que con cada pisada nuestros pies se hunden hasta los tobillos. Veo como Matías camina erguido mientras que detrás de él van sus amigos hablando y golpeándose.
Tres cabañas llegan a mi campo de visión, miro a mi alrededor pero solo veo a mi salón y al salón de al lado ¿dónde están los otros cinco?
Las cabañas son grandes, hay dos a la derecha y una a la izquierda. De las que están en la derecha una es más grande que la otra, podría decir que el doble. Lo único llamativo que tiene es una bandera roja al lado de la chimenea humeante. Las otras dos cabañas son exactamente iguales, ambas tienen una pequeña escalera y sillas afuera.
La profesora habla con el profesor del otro salón y este asiente despacio ¿de qué hablarán?
―Bien jóvenes ―Habla el profesor con voz gruesa, parece militar― Los chicos vienen conmigo y las chicas van con la profesora, el salón A y B compartirán cabañas.
¿Eso es bueno o malo? Volteo a ver a Matías pero este ya se encuentra caminando hacia el grupo del profesor. Genial.
Por fin llegamos a nuestra cabaña, es la de la derecha, quedamos justamente al frente de los chicos. Este lugar tiene en la entrada un tipo de sala, esta cuenta con un gran sillón verde, una pequeña mesa y una televisión. Después de eso hay un pasillo largo en donde hay 8 puertas, la profesora va ubicando a 12 chicas por puerta sin importar si son o no del mismo salón.
Para mi suerte quedo en la misma habitación que Sofía, hay otras chicas del salón pero ellas ignoran mi presencia así que yo ignoro las suyas. Todas escogen su respectiva cama, son de esas dos pisos o algo así, parecen militares ya que cuentan con un delgado colchón blanco y una delgada sábana verde. Me siento sobre mi cama y empiezo a acomodar mis cosas en la pequeña mesita de noche. Noto como la corta melena de Sofía se hace presente al frente de mí. Aquí vamos.
―¿Para qué viniste? ―Cruza los brazos. Las otras chicas giran su rostro en nuestra dirección, no quiero un espectáculo.
―¿Debía pedirte permiso? ―Me acuesto sobre la cama, no es tan incómoda como pensé.
―¿Qué buscas con Matías? Deja de engatusarlo.
―Si quieres puedes ir a conquistarlo ―Ladea la cabeza― No sé si te has fijado pero él me busca a mí, no yo a él ―Sonrío― Si quieres ir a rogarle y ser rechazada hazlo, yo quiero ver eso.
La pelinegra me ira con odio, hasta aquí puedo visualizar la tensión que hay dentro de ella.
Patética.
―Él es mucho para ti, no le llegas ni a los talones ―Escupe.
―Y a pesar de eso me quiere a mí ―Me pongo de pie― Sofía no me interesa seguir humillándote, vete a tu cama porfavor.
Las otras chicas ríen en voz baja mientras asienten una y otra vez. No entiendo el chiste, apuesto a que ellas también han cometido errores como los de Sofía.
Los jóvenes son extraños.
...
Entramos a la gran cabaña, resultó ser el comedor, todo su interior es blanco, en el fondo grandes ollas humeantes le otorgan un exquisito olor y calor al lugar. No sé lo que cocinan pero con el hambre que tengo me comería lo que sea. Matías comienza a dirigirme hacia una mesa donde se encuentran sus "amigos" ellos ni se molestan en verme, hacen como si yo no existiera. Matías comienza a hablar con ellos anímicamente y yo me dedico a mirar mi alrededor. La chica peliblanca se encuentra a unas mesas de distancia, me mira fijamente sin disimulo para luego ponerse de pie y desaparecer por una puerta ¿será el baño? Unas intensas ganas de seguirla y preguntarle porque me mira así me invaden, pero las evito. No quiero problemas.
El desayuno pasa rápido, el té caliente con panqueques cubiertos de chocolate nos cayó muy bien, en especial a mí que repetí tres veces.
Al terminar la profesora nos empieza a dirigir hacia otra gran cabaña que no había visto antes, el interior está repleto de cosas sobre esquí ¿vamos a esquiar? Yo no sé hacerlo.
―¿Sabes esquiar? ―tomo el brazo de Matías.
―Julia me enseñó ―sonríe― es muy fácil.
―Algo en mi interior me dice que no lo intente ―ríe.
La profesora se posiciona al frente de todos mandandonos a callar en un segundo― Bien jóvenes, espero que hayan disfrutado el desayuno y se hayan instalado cómodamente ―todos asentimos― ahora empezaremos con las actividades ―saca un papel― como este es su despedida queremos que lo pasen lo mejor posible, por eso escogimos cuatro actividades, ustedes pueden ir a las que quieran siempre y cuando no se pierdan del campo de visión de los profesores. Hay una actividad donde obligatoriamente deben estar con un guía ―¿podremos hacer lo que querramos? Volteo a ver a Matias pero este está prestando atención― tenemos:
"Esquí: si escogen esta pueden tomar los artículos que deseen de este lugar, traten de no dañar nada, si lo hacen tendrán que pagarlo. Si quieren un recuerdo o algo para llevarse a sus casas deben comprarlo.
"Paseo por teleférico: pueden subir las veces que deseen, allí hay cámaras así que nos daremos cuenta si rompen o tocan algo que no deben. Les estamos dando la confianza de que se portaran bien, si se presenta un inconveniente les vamos a restringir los paseos allí ―volteo a ve a Matías.
―Deberíamos ir allí primero, si se presenta un problema ya hemos subido ―pongo ojos de cachorrito ― nunca he subido a uno y quiero saber como se siente.
Matías empieza a acariciar mi cabello― haremos todo lo que quieras ―sonríe.
Sé que la pasaremos muy bien allí.
―Excursión: esta es la actividad que necesita un guía. No pueden entrar solos al bosque, quien lo haga será castigado sin derecho a salir de su cabaña ―nos mira con severidad― se les dará una guía por todo el bosque, habrá historia del lugar, verán a los animales que viven allí y visitarán cuevas ―frunce el ceño― vuelvo y repito, el que se aleje del guía o vaya al bosque solo será severamente castigado.
"Competencia: esta actividad sí tiene una hora específica pero es opcional. A las 6:00pm se realizará una competencia de snowboard, personas con experiencia en el tema competirán ―Todos comienzan a sonreír y susurrar. Debo admitir que estos planes parecen interesantes.
"Chicos, es una hora por actividad, si quieren pueden repetirlas cuantas veces quieran ―mira su reloj― son las 10:00am, pueden realizar sus actividades hasta las 5:00pm ―sonríe― a las 8:00pm será la cena así que deben estar limpios y arreglados para ello ―sale de la cabaña― los que van a esquiar quédense, los que harán otra actividad siganme.
Esto será muy divertido.
...
Desconocida.
2008
Ya era otoño, las hojas marchitas decoraban el suelo dándole un toque hermoso, pilas y pilas de hojas se encontaban exparcidas en diferentes lugares, el parque era perfecto para inspirarse, con cada estación brindaba una sensación diferente para escribir una canción.
Eso pensaba ella.
Como era costumbre dos veces a la semana iba a ese sitio, ese lugar la calmaba, sentía que allí podía expresarse como quisiera. No entendía cómo su hermana odiaba ir, cree que también amaría ese lugar si tan solo le diera una oportunidad.
La habitación era hermosa, cada pared era de un color distinto, diferentes cuadros decoraban las paredes, cuadros que te invitaban a centrarte en ellos, a hinoptizarte lentamente hasta que digas todo lo que quieren escuchar.
―Buenos días ―entra sonriente la morena. Jessica, lo más cercano que ha tenido a una amiga. Ella era feliz hablando con Jessica, le prestaba total atención y creía en ella, tal vez era la única persona que la ayudaba a creer que estaba viva.
―Hola Jess ―se acomoda en el asiento― llegas dos minutos tarde ―turce lo labios.
Jessica comienza a escribir en su libreta mientras sonríe― lo siento querida, la recepcionista me entretuvo.
La chica frunce el ceño― Sabes, ella insiste en vengarse ―se remueve en su asiento. Ella tenía como costumbre hablar de forma directa, no le agradaban las formalidades― ya ha pasado un año y sigue con ese plan, quiere que la ayude pero no quiero, no me parece correcto.
La morena se acomoda los lentes mientras cruza las piernas― ¿Por qué no te parece correcto?
―No me gusta la venganza, simplemente es eso ―empieza a caminar hacia uno de los cuadros, sus colores brillantes le brindan una sensación de desagrado― además esa chica no es culpable.
―¿Te agrada?
―No lo sé, pero no me molestaría ser su amiga, aunque siento que traicionaría a mi hermana ―frunce el ceño.
―¿Qué crees que es mejor?
―Me gustaría que ambas se hicieran amigas pero sé que eso no es posible. Solo esperaré ―alza los hombros― cuando todo empiece ayudaré a esa chica como pueda y contendré a mi hermana, pero a veces temo de sus planes.
Jessica escribe absolutamente todo en la libreta, ella se ha dado cuenta que la chica nunca la mira mientras habla y prefiere mirar los cuadros para poder decir lo que siente― ¿Crees poder ayudar a tu hermana?
―Claro, yo sé que en el fondo me quiere y me hace caso. Todo estará bien ―acaricia con delicadeza la pintura― debe estarlo.
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