17
Antes de este capítulo hay uno, por si Wattpad te mandó a este primero.
♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡
A veces no hay nada mejor que una taza de chocolate caliente. Sentir como el líquido azucarado le otorga calor y dulzura a tus papilas gustativas, hasta perderse en la garganta y llegar al estómago, es una sensación exquisitamente deliciosa y en una tarde de invierno eso es lo mejor.
Recuerdo que cuando era niña me encerraba en mi habitación por horas dibujando, dejaba la ventana abierta para que el frío nocturno acariciara mi piel. Era algo masoquista creo, varias veces Samantha tuvo que correr a darme una ducha tibia y cubrirme de mantas por sufrir principios de hipotermia.
Creo que he sido injusta con Samantha, ella no me hablaba pero siempre estaba a mis alrededores, cuidando que comiera, me aseara y no me hiciera daño. Creo que mi afán de hablar nubló mi mente, cegándome para no ver las verdaderas acciones.
El cariño no se demuestra solo con palabras.
―Iveth ¿quieres más chocolate? ―pregunta mi fiel Samantha.
―Creo que dos tazas es suficiente ―sonrío. A decir verdad sí quiero más, pero mi rostro cada vez está más cubierto de acné y no quiero empeorar, no quiero que Matías me vea así ―¿sabes cómo quitar el acné? ―la pregunta deja mis labios antes de analizarla.
Samantha frunce un poco el ceño como tratando de recordar― en mis tiempos las chicas se ponían agua de arroz, eso las ayudaba bastante.
Frunzo el ceño― ¿agua de arroz? ¿Cómo le saco el agua? ¿Lo exprimo?
Ríe un poco y niega― es el agua de cuando uno lava el arroz, la primera agua específicamente.
Asiento lentamente, entonces solo debo aplicarme eso y quedaré bonita― ¿Puedes guardar un poco cuando laves el arroz? ―Sam asiente dándome la espalda.
Yo nunca me acomoleje por mi rostro, a veces me preguntaba porqué otras chicas tenían el rostro de porcelana y yo no, pero más allá de eso no las envidiaba.
Aunque desde que conocí a Matías, sentir como acaricia mi rostro siempre que puede, como lo detalla sin descaro y por largos minutos me causa cierta inseguridad, mucha inseguridad. Pero escucharlo decir que soy hermosa con total seguridad ayuda a que no me hunda en el abismo, a que no le tome tanta importancia al tema, me ayuda a sentirme segura. Pero claro, si puedo tener solución ya sea controlando lo que como y usando productos lo haré, no está de más.
Dejo la taza detro del fregador mientras me despido de Samantha, Matías en cualquier momento me llamará.
Ya en mi habitación me tiro sobre la cama y comienzo a revisar mi nuevo celular, lo he hecho días anteriores pero no logro entender muchas cosas aún. Entro a mi galería y una foto de Matías sonriente se hace presente, tiene los ojos cerrados y salpicaduras de pintura en el rostro. Ese día estábamos en clase de arte.
Analepsis.
―Bien jóvenes, el día de hoy utilizarán lienzos, vamos tomen uno, del tamaño que deseen.
Me dirijo hasta la repisa donde se encuentran todos los lienzos tomando el más grande, creo que se vería bien en la biblioteca aunque no sé lo que pintaremos.
Veo como Sofía se acerca con su grupo de amigas desafiante― Siempre tratando de llamar la atención ¿no? ―Alza una ceja.
―Aunque te juntes con Matías no dejas de ser la rara ―Comenta Jessica.
―Quizás utilizaste un amarre para que esté contigo ―Se burla Martina.
―Es fea, creo que está con ella más bien por lástima ―Ríe Sofía.
Le dedico una sonrisa a todas― Saben, que Matías me hable no significa que ustedes puedan hacerlo, eso es un lujo que personas como ustedes no pueden darse ―tomo un mechón de mi cabello y sonrió más― aun las órdenes de mi padre siguen en pie, cualquiera que me falte el respeto las pagara ―hago una mueca triste― seria muy triste si alguna deja de estudiar aquí, las extrañaría demasiado.
Veo como las tres chicas me miran sorprendidas, no creían que iba a amenazarlas, a decir verdad ni siquiera yo no sabía, me salió tan natural que fue hasta perturbador, pero no me arrepiento. No dejaré que nadie se atreva a pisotearme, si no permito que Michael me diga más de dos cosas y es mucho mayor que yo y fuerte ¿por qué voy a dejar que un par de creídas me traten mal? No, no, no, seré asocial pero no estúpida.
Empiezo a caminar hacia mi asiento, noto como Matías me espera sonriente― ¿Te dijeron algo? ―toma mi lienzo y lo acomoda por mí.
―Creo que no volveran a dirigirme la palabra ―sonrío― pero estás sonriente, pensé que habías dicho que me ibas a defender siempre.
Se enconje de hombros― no siempre serás una damisela en peligro, sé que tienes una guerrera en tu interior.
Matías sabe como dejarme sin palabras, creo que es la primera persona que cree en mí, creo que es él primero que piensa muchas cosas buenas sobre mí, es un príncipe.
El profesor se pone de pie con un gato de porcelana entre sus manos, noto como lo coloca con estremada delicadeza sobre un tamburete.
―Hoy pintarán a Michi ―todos empezamos a reír― jóvenes silencio ―hasta él mismo empieza a reír― si soy sincero este gato es de mi hija y no sé que regalarle para su cumpleaños así que el mejor cuadro será su regalo.
Matías se pone de pie― ¿qué tendremos a cambio? ―todos empiezan a susurrar.
―Inteligente señor Moreau ―acaricia al animal de porcelana― le daré puntos extras para el examen.
Lo miro confundida, nosotros nunca hemos hecho examen de artes, noto como Diego se pone de pie y como si leyera mis pensamientos hace la pregunta― ¿Qué exámen?
El profesor le dedica una mirada algo perturbadora y empieza a sonreír― Un examen sobre la historia del arte, los grandes exponentes, su vida, carrera, obras, muertes. También pienso incluir arquitectura de diferentes épocas, en fin, cositas que ya deberían saber.
Todo queda en completo silencio, no debe ser tan complicado aprender todo eso, a mí me gustaría saber un poco más de historia.
―Pensándolo mejor el que haga el n mejor cuadro se exime, no hará exámen ―como si un botón verde apretace todos comienzan a dibujar sobre sus lienzos, hasta Matías se concentra dibujando.
Esto será divertido.
Allí me di cuenta que Matías es pésimo pintando, mis compañeros son un asco con acuarelas, armonía de colores y acrílicas.
Como era de esperarse mi cuadro fue el ganador y le cedí la recompensa a Matías, al final el profesor confesó que lo del examen era una mentira para que nos esforzaramos más así que mis compañeros como modo de protesta formaron una guerra de pintura donde mi cabello quedó cubierto de verde y púrpura, el rostro de Matías fue cubierto de azul, verde y blanco y su cabello con amarillo (por parte de mí) y le tomé una foto como recuerdo de tan divertido día.
Veo como en la pantalla de mi celular aparece el nombre y número de Matías. Una sonrisa se me escapa sin darme cuenta.
―Hi tomato ―sonrío.
―Hola besitos ―sonrío aun más.
―¿No te molesta mi fantástico apodo?
―¿Por qué me molestaría? me gusta todo lo que creas ―escucho como ríe.
―Estás mintiendo, solo lo haces para no confesar que te molesta.
―Yo no soy tú, yo sí digo lo que pienso.
Touche.
―¿Qué hace Sara? ―cambio de tema, no me conviene seguir ese camino.
―Está con mi mamá haciendo galletas ―escucho como suspira― mi padre vendrá mañana y a Sara se le ocurrió hacerle algo especial.
Una oleada de enojo me invade pero me muerdo la lengua, no debo meterle ideas tóxicas en la cabeza.
―Dile que me guarde una galleta, yo también quiero probarlas ―sonrío pero no escucho su risa― ¿pasa algo?
―Salgamos mañana Iveth ―se escucha desesperado― no quiero verlo.
Me quedo viendo hacia la pared unos segundos. Mañana es viernes, debería preguntarle a Michael. A no ser que no entremos al colegio o salgamos antes. Si es así sí puede funcionar. No quiero que esté triste.
―Está bien, pero no iremos al colegio ―escucho como suena su cama, debió sentarse.
―¿Por qué no? ―se escucha confundido.
―Pasearemos todo el día hasta las cinco ―ruedo en la cama― quisiera estar contigo hasta media noche pero no quiero pasarme del tiempo, me castigarían y no iría al paseo.
Se queda en silencio unos segundos, escucho su respiración calmada, pausada― está bien besitos ―musita animado― ¿a dónde iríamos? ¿Por un helado? No, estamos en invierno ―vuelve a quedarse en silencio y escucho pasos― podríamos ir al centro comercial, necesito comprar unas cosas. Luego veremos qué más pasa.
Una sonrisa adorna mis rostro, escucharlo feliz es mi mejor sedante. No me gusta que este angustiado, a pasado por mucho como para que aun siga sufriendo.
―Okay ―me pongo de pie y camino hacia el escritorio― dile a Sara que no olvidé su dibujo, aquí lo tengo ―tomo la hoja de papel entre mis manos, sé que le encantará.
―¿Y mi dibujo? ¿Te olvidaste de mí? ―lo imagino haciendo un puchero― sé que Sara se pondrá muy contenta cuando le diga.
No he olvidado su dibujo, simplemente no sé qué dibujar. Algo que me guste oh...
―Tendrás tu dibujo pronto ―mi emoción aumenta― oye debo hacerle unos arreglos al dibujo de Sara ¿nos vemos mañana? En la entrada del colegio.
―¿Qué le falta? Claro, claro no vemos allí.
―Está bien, ten dulces sueños ―cuelgo.
Sé que lo dejé con el Jesús en la boca pero si seguía hablando con él se me iba a ir la idea del dibujo, sé que le encantará.
...
Saco todos los cuadernos de mi mochila dejando solamente el cartapacio con el dibujo de Sara. No quiero llevar mucho peso ya que no daremos clases y sería innecesario. Hoy traté de hacerme un peinado diferente, creo que esto podría considerarse una cita y quiero verme bien. Mi nuevo peinado consiste de dos moños, listo, nada del otro mundo pero muy complicado para mí. Mi cabello a crecido durante estos meses, ya me llega hasta los hombros pero se encoge.
Me dirijo hacia la cocina y tomo una manzana, no quiero desayunar.
―Iveth ―me saluda Luisa, la encarga de la habitación de mis padres― tenía días sin verte.
Le regalo una sonrisa fingida mientra me doy la vuelta, no quiero hablarle.
―¿A dónde vas tan temprano? ―se acerca a mí― ¿por qué hueles a perfume?
Me giro enfrentandola, ella es bajita así que no me cuesta nada quedar cara a cara― Voy a estudiar ―la miro de arriba abajo― creo que no lo entiendes porque nunca fuiste a una escuela ―frunzo el ceño― los estudiantes normales salen a esta hora al colegio, entramos a las 8 por si no la sabías.
Me mira indignada pero alza el mentón― no sé con quién te estás juntando pero una dama no se comporta así.
―¿Y tú eres una dama? ―detallo sus ojos― siempre he sido así, lo que pasa es que antes no podía hablar ―sonrío― ya no soy más la tonta a la que molestabas.
Muerdo la manzana frente a su rostro y me giro dispuesta a salir de casa― le diré a tu padre ―alzo los hombros― le diré todo lo que me dijiste.
Me giro pero sin dejar de caminar hacia la puerta― cuando te conteste me avisas ―vuelvo a morder la manzana.
Creo que se dieron cuenta que la odio, la odio con todo mi ser. Ella con Michael le decían a mi padre cada movimiento "extraño que hacía" pero más Luisa, ella me seguía por toda la casa, analizando cada movimiento. Una vez traté de ir al patio trasero, Samantha me había visto pero se hizo la ciega, Michael simplemente se giró y negó, pero Luisa empezó a gritar diciendo que me quería escapar, esa vez mi madre fue la que me castigó encerrándome en el cuarto sin comer hasta el día siguiente.
Veo desde la distancia el robusto cuerpo de Matías abrazándose al lado de la puerta del colegio. Él es muy delgado pero tiene como tres abrigos encima así que parece obeso, es gracioso. Camino un poco deprisa sin notar que pequeñas secciones de la acera estaban miedo congeladas y me resbalo. Mis reflejos fueron más rápidos ya que logré sostenerme de un poste de luz pero mis manzana cayóen el proceso, mis manos quemaron por el tacto pero prefiero eso a caer de trasero. Matías nota el pequeño espectáculo y comienza a caminar hacia mí, que vergüenza.
―Debes fijarte besitos ―toma mi cintura con fuerza― ¿y tus guantes?
―No tengo ―escondo mis manos en los bolsillos del abrigo― tenía pero ya no me quedan.
Matías empieza a negar―¿por qué no te han comprado unos? Este frío es ―ríe― "infernal."
Río con él, irónico usar esa frase. Empezamos a caminar despacio, pasamos de largo la puerta del colegio dirigiéndonos hasta la calle principal. Matías en ningún punto suelta mi cintura, es más, siento que cada vez me acerca más a él. Tiene el cabello suelto ocultando sus ojos y cubriendo sus orejas, además tiene un gorro de lana. Yo en cambio tengo un simple abrigo grueso que apenas me cubre ya que me queda pequeño y unas medias gruesas.
Entramos a un lugar tan tibio que siento que me derretire por la comodidad, esos golpes de calor de la nada se sienten deliciosos. Matías empieza a dirigirme hacia una mesa y desaparece, al parecer estamos en una biblioteca. A los minutos aparece con dos tazas en las manos y unos panecillos.
―¿Te gusta el café? ―niego― a mí tampoco― frunce el ceño― por eso traje chocolate ―Me extiende la taza y un panecillo― estás muy pálida besitos ―noto como una señora se nos queda viendo con asombro, yo cubro mi rostro― ¿pasa algo?
―Nada, nada ―tomo la taza y me la tomo de golpe, Matías se me queda viendo asombrado y la señora también. Tardo unos segundos el procesar lo que hice ¿qué me pasa? Comienzo a toser como demente, siento como si hubiera tomado lava.
―Iveth, Iveth tranquila ―empieza a golpear mi espalda en vano― Dios, Dios que hago ―me desplomo sobre la mesa llorando, el ardor va disminuyendo poco a poco pero eso no me aterra.
Trato de hablar pero no puedo.
Trato de llamar a Matías pero la voz no me sale ¿voy a quedar muda? Las lágrimas invaden mis ojos y Matías empieza a temblar. Noto como la señora se acerca a mí.
―Niña calma ―toma mis mejillas pero no puedo dejar de llorar ¿mis últimas palabras fueron "nada"?― su garganta está irritada, tu voz volverá cuando pasé ―empieza a acariciar mis frente― tranquilizate.
Poco a poco mis lagrimas van cesando. Volteo a ver a Matías, él se encuentra tirando su cabello con fuerza mientras susurra no sé qué, debe estar aterrado por mi culpa.
Pasa alrededor de media hora, media hora de intentos fallidos de hablar, el pánico me iba a invadir otra vez pero la señora vuelve a tomar mi rostro.
―Llamaré a tus padres ―sentencia. Volteo a ver a Matías y este palidece, ese plan no nos conviene a ninguno. Yo empiezo a negar repetidas veces y Matías me imita.
―N-no po-or fav-vor ―logro pronunciar, la presión en mi pecho empieza a desaparecer y nuevas lagrimas de alegria inundan mis ojos. No quedaré muda.
―Hablaste ―se acerca Matías como un rayo― Gracias Dios, me escuchaste ―toma mi rostro con fuerza― me ibas a matar ―alza la voz, se enojado.
La señora se aparta un poco― ¿no deberían estar en el colegio? ―alza una ceja.
Matías se alerta, voltea a ver a la señor mientras sonríe con amabilidad.
―Sí, lo que pasó es que necesitábamos un libro y lo vinimos a comprar, pero bueno, ya sabe lo que pasó ―voltea a verme― creo que yw no nos dejarán entrar al colegio, se nos hizo muy tarde ―finge tristeza ― ahora que ella se calme un poco más la llevaré a su casa.
La señora asiente mientras toma su café― me alegra que ya estés bien pequeña pero no hagas eso de nuevo, tu garganta puede sufrir graves daños ―asiento torpemente― si quieren los puedo llevar en mi auto.
―No se preocupe, gracias ―susurro. La señora asiente y se va.
Volteo a ver a Matías y este me mira de forma severa― ¿Iveth qué te pasa? ―se muerde una uña― ¿por qué hiciste eso? No creo que en tu casa nunca te hayan dado algo caliente.
Siento mi cabeza hirviendo, casi muero y él solo me regaña, ni me preguntó cómo me siento.
―Estaba nerviosa ¿ok? ―agarro mi pecho― gracias por preguntar cómo estoy.
―¿Acaso tú me preguntaste cómo yo estoy? ―frunce el ceño.
―La que casi muere soy yo no tú.
―Olvídalo, contigo no se puede ―se pierde entre unos pasillos. No puedo creer que después de esto hayamos discutido, pensé que me abrazaria y me iba a decir que todo estaba bien, es más, si esa señora no hubiera estado aquí hubiera pasado esto sola porque él simplemente se iba a quedar viendo desde la distacia.
Veo como se acerca con dos libros y me extiende uno― vamos a leer ―abre su libro― si no te gusta ese puedes buscar otro ―se encoge de hombros.
¿Qué le pasa? ¿En verdad va a dejar las cosas así?
―¿Es en serio Matías? ―le arrebato su libro.
―Iveth estoy demasiado molesto y no quiero decirte algo que te ofenda, leer me calma, cuando este lo suficientemente estable hablamos, así que devuelveme mi libro ―se lleva otra uña a su boca.
―No, no quiero ―desafío― quiero hablar ahora.
Me mira con detenimiento, su rostro cada vez adquiere un tono más rojizo― pensé que eras más madura ―se pone de pie y se vueve a perder entre los pasillos. Veo como aparece con otro libro en sus manos pero se sienta a una distancia prudente de mí.
Bufo fastidiada y me cruzo de brazos, esto no tiene sentido, las cosas hay que hablarlas para que sean solucionadas. Aunque ahora que lo pienso Matías nunca se había molestado conmigo, no entiendo esta faceta de él ¿debo dejarlo solo? Miro el libro que me trajo, una punzada de culpa me invade, era el libro que le dije que quería leer, a pesar de estar molesto se acordó de ese detalle, soy una estúpida. Tomo el libro y me pongo de pie, me siento al lado del castaño y este solo me dedica una mirada rápida. No pienso hablarle, pienso darle el tiempo que quiera más no su espacio, la idea de haberlo hecho enojar me hace sentir mal, aunque técnicamente no soy culpable de nada ¿o sí? Abro el libro y comienzo a leer, no sé cuánto tiempo nos quedamos en silencio pero después de 50 páginas habla.
―Lo siento ―cierra su libro― me asustó demasiado la idea de que te hayas hecho daño por mi culpa, si no te hubiera traído ese estúpido chocolate nada hubiera pasado ―se masajea los ojos― yo me quedé estático como un inútil, siempre que alguien me necesita pasa eso, estoy dañado ―su rostro se contrae― lo siento tanto Iveth.
Agarro su mano― ¿borrón y cuenta nueva? ―no quiero indagar en el tema, aquí no hay culpables, las cosas ocurrieron y ya.
―Borrón y cuenta nueva ―se limpia las mejillas.
Veo como se pone de pie y lo imito, empieza a dirigirse hacia una sección donde hay dos sillones, uno al frente del otro. Veo como se sienta sobre uno y me invita a hacer lo mismo, no quiero alejarme de él así que decido sentarme sobre sus piernas acomodando mi cabeza sobre su pecho. Siento como Matías se tensa un poco pero acomoda su brazo sobre mis hombros.
―¿Estás cómodo? ―Inquiero mientras empiezo a leer otra vez.
―Es la primera vez que una chica se sienta sobre mí ―alzo la mirada, su rostro está un poco enrojecido― Pero estoy bien.
No hablamos más, simplemente nos dedicamos a leer, escuchaba sus leves susurros y suspiros mientras leía, sé que un punto me quedé dormida porque cuando abrí los ojos ya había atardecido, vi el gran reloj que estaba al frente de nosotros, ya eran las 4:30, Matías acariciaba mi cabello con delicadeza mientras seguía leyendo.
―Debemos irnos ―siento un dolor en el cuello pero no me quejo.
―Cierto ―suspira― ¿qué te pareció nuestra cita bella durmiente? ―cierra su libro.
―Fue un drama digno de novela ―río― no sé pero nuestras citas han sido muy distintas que en las películas o libros.
―Muy cierto ―ríe― contigo nada es normal, le das una chispa nueva a mi vida ―toma mi mano.
―Contigo todo es nuevo ―río― creo que estamos a mano ―Tomo mi mochila pero recuerda algo― Cierto ―busco en ella el cartapacio― el dibujo de Sara.
Veo como Matías abre el cartapacio sin rechistar y sonríe― lo va a amar ―me mira con ilusión― muchas gracias Iveth, en verdad muchas gracias por todo― me abraza. Hundo mi rostro entre su hombro y cuello llenando mis fosas nasales con su varonil perfume.
Esto es perfecto.
♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡
¿A qué no adivinan? Buscaba en mi blog de notas y encontré este capítulo 🤣🤣♥️ me gusta porque me recuerda la vez que pasé por algo similar a lo de Iveth, pero en vez de té fue con una papita frita🤣🤣🤣 no se lo recomiendo a nadie.
Ahora que recuerdo ¡¡¡¡¡ya llegamos a los 1k!!!!!
Me siento muy feliz por eso🥺 le han dado mucho apoyo a mi pequeño bebé, en verdad muchas gracias.
Iveth, Matías y la Desconocida se lo agradecen de todo corazón.
Es este capítulo no hay parte de la desconocida porque es como un regalo 7_7 en los regalos no hay cosas tétricas.
LOS QUIERO UN MONTÓN CEREBRITOOOOOOOOOOOS
BYEEEEEEEE💋♥️🧠
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top