Secretos revelados

El portal rugió con un sonido casi espantoso, como si un monstruo liberara a sus cuatro víctimas con una fuerza brutal.

Amy observó la escena, horrorizada. Los cuatro erizos salieron expulsados del portal como si una fuerza invisible los hubiera lanzado al vacío, girando sin control como proyectiles erizados que impactaron contra las paredes con un estruendo metálico.

Chocaron contra las paredes, el suelo y entre sí, dejando un rastro de magulladuras, rasguños y heridas sangrantes a su paso. Cada impacto era un nuevo golpe de dolor, una nueva marca en sus cuerpos ya debilitados.

Finalmente, tras una serie de golpes brutales, se detuvieron exhaustos, en medio de un paisaje de destrucción.

— ¡Shadow! ¡Sonic! - exclamó Amy, su voz ahogada por una mezcla de sorpresa y alivio que se reflejaba en sus ojos. Un gemido de dolor escapó de sus labios, mientras intentaba incorporarse, ignoró las punzadas en sus heridas que la hacían temblar.

— ¡Quieta! No te muevas - la voz del erizo plateado, antes áspera, ahora era más suave y serena. Sus manos enguantadas la presionaron con firmeza contra el suelo, pero su toque era delicado, como si temiera lastimarla. 

Mephiles y Evan se levantaron del suelo con lentitud. Sus cuerpos temblaban por el impacto recibido, y sus gruñidos de dolor resonaban en el aire. 

Se tambaleaban sobre sus pies inestables, como si la gravedad los atrajera con fuerza. Sus miradas, antes llenas de arrogancia y desafío, ahora estaban desenfocadas y vidriosas, reflejando el mareo que los aturdía.

Mientras tanto, un escalofrío de dolor recorrió la espalda de Shadow como si agujas le atravesaran la carne. Se incorporó con dificultad, su rostro contorsionado en una mueca de dolor que dejaba al descubierto sus afilados colmillos. Sus ojos, normalmente fríos y penetrantes, ahora brillaban con ira contenida.

Y Sonic, por su parte, se tambaleó hacia atrás como si una ola invisible lo hubiera golpeado. Se apoyó contra una caja metálica oxidada para no caer, su respiración agitada y su pecho jadeando por aire. Sus ojos, siempre llenos de energía, ahora estaban nublados por la confusión y la desorientación.

— ¿Están bien? - preguntó ella, su voz apenas un susurro entrecortado por el dolor. Sus ojos llenos de preocupación recorrían las figuras de sus amigos.

Cuando Shadow la miró, un destello de angustia atravesó sus rubíes como un relámpago, solo para disiparse tan rápido como llegó al notar al erizo que la sostenía. 

Sus ojos, antes llenos de una fría indiferencia, se volvieron duros y rencorosos, como si un velo de ira se hubiera apoderado de ellos. Sin embargo, la frialdad en su mirada no era sorprendente, pues era una característica de su naturaleza.

Fue el primero en acercarse, su presencia imponente llenando el espacio a su alrededor. 

Ella lo notó de inmediato, incluso con la vista nublada por el dolor, mientras él la examinaba de pies a cabeza con una minuciosidad casi obsesiva, como si buscara cualquier señal de daño que fuera más allá de los rasguños superficiales que marcaban su piel.

— ¡Eres verdaderamente...! - Evan entrecerró los ojos, sus cejas se fruncieron en una expresión de profunda desaprobación. Su intención inicial era acercarse a Amy, pero la mano protectora del erizo plateado se interpuso entre ellos.

— Todavía está mareada - gruñó el erizo con un tono que oscilaba entre el peligro y la reprimenda severa — Mira lo que hiciste, arrastrándola a este lugar... - Sus ojos dorados, como dos pozos de fuego, se clavaron en Evan con una mezcla de desaprobación.

— No fue mi culpa - replicó Evan con un tono cortante, su mirada desafiante enfrentando la del erizo sin pestañear.

El erizo plateado abrió la boca para responder, pero su mirada se desvió hacia Shadow como si no pudiera dar crédito a lo que sus ojos veían. Un jadeo escapó de sus labios, una mezcla de sorpresa y reconocimiento que lo dejó sin palabras.

Amy observó la escena con una mezcla de emociones encontradas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, sus músculos se tensaron en anticipación a una posible pelea.

La incertidumbre le cubrió el cuerpo, sin saber qué esperar.

Sin embargo, la tensión no se transformó en un conflicto. Lo que siguió fue un silencio incómodo.

Amy inclinó la cabeza, y sus ojos se posaron en la figura de Shadow que se acercaba de nuevo a ella con paso firme. A pesar de la presencia protectora del erizo plateado que aún la mantenía a su lado, Amy no pudo evitar sentir un latido de sorpresa al ver cómo Shadow se arrodillaba junto a ella.

Con movimientos suaves, sus dedos enguantados y sucios recorrieron sus raspones entre el pelaje rosado, examinando cada herida con una minuciosidad que Amy no había presenciado en mucho tiempo. En sus ojos color rubí, enmarcados por su característico cejo fruncido, brillaba una mezcla de preocupación que la conmovió profundamente.

Un atisbo de sonrisa se dibujó en la comisura de los labios de Amy, una sonrisa tenue y reprimida que luchaba por escapar.

La calidez de la atención de Shadow, tan inesperada como reconfortante, despertaba en ella un sentimiento de seguridad y afecto.

Shadow, con una mirada desafiante que brilló, sostuvo la mirada del erizo plateado. Y no hubo necesidad de palabras, ambos comprendieron la situación. Con un leve movimiento, el plateado soltó los hombros de Amy y dio un paso atrás, cediéndola al cuidado del azabache.

— Todavía no puedo creer que hayas hecho una barbaridad así - gruñó Shadow entre dientes mientras la sostenía en brazos, su voz impregnada de un desdén mordaz.

— Bueno, tú no tenías que seguirme - replicó ella con una ceja arqueada. La mirada amarga que recibió en respuesta le provocó una punzada de culpa.

Los demás erizos desviaron la mirada, incómodos ante la tensión palpable que flotaba en el aire entre Shadow y Amy. Todos excepto Sonic, que observaba la interacción con una opresión en el estómago.

— ¡La culpa es tuya desde el principio! - espetó Shadow, su voz cargada de enojo — Sabías que iba a venir - añadió con una mueca de desprecio mientras la cargaba, sus manos ásperas apretando sus brazos.

— Solo quería ayudar - dijo Amy, mirándolo a los ojos con una mezcla de súplica. Su mano temblorosa se deslizó por su cuello, buscando consuelo en la rigidez de su pelaje. Todavía no se sentía lo suficientemente fuerte como para caminar sola.

La frustración y la ira se reflejaron en el rostro de Shadow, sus músculos tensos como un par de cuerdas apretadas. 

Amy combatía las olas de emociones que se agitaban entre ellos, su corazón lastimado por las consecuencias de sus propias decisiones. La súplica en sus ojos se entrelazaba con una furia que el azabache no podía ocultar.

— ¿No comprendes el peligro en el que estamos? - gruñó Shadow, su voz grave y cargada de amenaza.

— No lo estás entendiendo - replicó ella con firmeza, a pesar del remordimiento que la corroía por dentro. Consciente de que no podía seguir ocultando la verdad, respiró hondo antes de continuar — Tengo mucho que explicarles...

Sonic se aproximó con paso decidido, su mirada bailó entre ambos con un sentimiento mezclado entre el disgusto y la preocupación que sentía por Amy. Sus cejas se arqueaban en una profunda línea de preocupación, y sus labios se apretaban en una fina línea.

— ¿Qué demonios está ocurriendo aquí, Amy? - preguntó Sonic con voz grave, su tono impregnado de inquietud.

Amy respiró hondo, intentando calmar sus nervios. Sabía que debía continuar, que debía explicarles a sus amigos la verdad sobre sus acciones, sobre las razones que la habían llevado a cometer un acto tan descabellado. 

— Todo esto es por un bien mayor, lo juro - añadió con un tono desesperado en su voz, como si implorara que le creyeran — Por supuesto que nosotros no corremos peligro, sino esta dimensión - aclaró, levantando la mirada y encontrándose con ojos llenos de escepticismo — Han estado en peligro por mi culpa - dijo con un hilo de voz — No podía decirles la verdad antes, yo... lo siento mucho.

Con esfuerzo, levantó la mirada y fijó sus ojos en los de Sonic y en Shadow. Sus ojos, antes brillantes, ahora estaban opacos y nublados por la tristeza.

— ¿Por qué, Amy? ¿En qué estabas pensando? - exclamó Sonic, con la voz cargada de indignación.

— Lo sé, Sonic - respondió ella — Sé que he hecho algo terrible al ocultarles todo esto, pero por favor, escúchenme... - miró hacia arriba, hacia Shadow.

—¿Desde cuándo? - preguntó Shadow con voz ronca mientras la ayudaba a ponerse de pie.

Ella se aclaró la garganta, luchando por mantener el equilibrio mientras se aferraba al apoyo que aún le brindaba Shadow.

— Hace varios días... - comenzó Evan desde el otro extremo de la habitación.

— ¡No, no! Tú no hables - espetó Shadow con voz áspera, interrumpiéndolo de golpe. Su rostro se contrajo en una mueca de desdén cuando miró a Evan — No quiero oír tu versión -enfatizó, girando su mirada nuevamente hacia Amy. 

Sus ojos brillaron con una intensidad glacial mientras la observaba de pies a cabeza, tomando nota su agitación — Comienza por explicarme cómo llegaste a ser tan íntimamente cercana a esos dos.

Las mejillas de Amy y Evan se encendieron con un rubor carmesí, sus rostros se convirtieron en pura incomodidad.

— ¡No somos íntimos! - respondió ella con voz apresurada — Todo fue por el plan, nada más que amigos... quiero decir, es trabajo en equipo.

Amy observó también a Mephiles, quienes parecían más interesados en recuperar las Esmeraldas del Caos que en explicar la causa del desastre.

— Es una larga historia - susurró, buscando nuevamente las miradas de Sonic y Shadow. El erizo azabache le indicó que continuara con un gesto de la mano abierta.

Habla - dijo Shadow con voz grave.

Ella comenzó desde el principio. Al mencionar su primer encuentro con ellos.

Cuando relató el acuerdo para robar las Esmeraldas, y el hecho de que no podía contárselo a sus amigos, aunque finalmente se lo confesó a Cream, tanto Shadow como Sonic se enfurecieron.

Ella soportó las miradas furiosas, incluso las preguntas y los regaños de ambos hasta que casi se quedan sin aliento para dejarla continuar.

Amy se esfuerza por no omitir nada, pero en su relato deja sin dejar algunos detalles. Pero guarda silencio sobre sus crecientes sospechas de que Evan podría ser hijo de Shadow en esta dimensión.

Finalmente cuando terminó de contarles todo, llegaron a una especie de lugar que asemejaba un centro de control.

El lugar era un caos: diversos objetos, se hallaban esparcidos por el suelo polvoriento y cubierto de cables y tubos oxidados.

Las lámparas de gas colgadas del techo y las paredes iluminaban con intensidad la habitación, permitiendo distinguir con claridad los detalles del mobiliario improvisado.

Ella se sentó sobre una silla de hierro, con la mirada fija en Shadow. Él la observaba con una intensidad que parecía querer traspasarla con la mirada. Sonic, por su parte, parecía mantener una conversación con el erizo plateado, quien tenía un aspecto un poco menos tosco que Evan o Mephiles.

Una punzada de incomodidad recorrió su cuerpo. Al volver a ver a Shadow, una mezcla de aprensión se apoderó de ella.

No era miedo a él en sí, sino al hecho de que él supiera lo que había estado haciendo. La inminente confesión la abrumaba, pues sentía que había sido demasiado pronto para volver a verse.

— ¿Te lastimaste? - preguntó ella de pronto, con un tono de voz que combinaba la preocupación con la timidez que aún persistía tras su reacción furiosa.

Lo observó de pies a cabeza ahora que se encontraban un poco más alejados del resto. No pudo evitar sentir una punzada de inquietud tras verlo emerger del portal de esa manera.

Shadow parecía desconectado del mundo que lo rodeaba. Aunque su mirada, fría y distante por naturaleza, se tornó aún más seria al escuchar la pregunta de Amy.

— Dudo que te importe - dijo él con sorna — Deberías preocuparte por tus viejos amigos, no por mí. No esperaba total honestidad de ti, tras tu mentira. Mis dudas crecieron. Te doy crédito por llegar aquí, ¿pero creíste que tus palabras nos convencerían?

Amy se erizó y frunció el ceño — Esperaba que pudieran entenderlo.

Shadow arqueó una ceja, su mirada se afiló en una expresión que iba más allá de un simple reclamo. Abrió la boca para soltar una réplica mordaz, pero las palabras se ahogaron en su garganta al recordar dónde se encontraban.

— Oigan, será mejor que se acerquen - habló Sonic, interrumpiendo su conversación con tono urgente cuando se acercó a ambos.

Amy suspiró con profundidad, su pecho se elevó y descendió visiblemente, intentando liberar la tensión que la estaba oprimiendo.

Sin dudarlo un instante, se levantó y siguió a Sonic hacia el grupo de Evan.

— ¡Mírate! No estás en condiciones para luchar - los ojos dorados del erizo plateado se llenaron de angustia mientras protegía el costal de esmeraldas de las manos de Evan.

— ¡Silver, basta! ¡Ya llegamos! ¿Por qué detenerlo todo ahora? - espetó Evan con el ceño fruncido y las manos apretadas en puños.

— Para - siseó el plateado, demasiado cansado para responderle con intensidad — La pelea será en vano si te dejo ir así - Se quitó las gafas de la cabeza, pasando la mano entre sus púas luego de un suspiro quejoso.

Evan apretó los dientes con fuerza, sus facciones tensas reflejando una familiaridad inquietante para Amy, aún más para Shadow.

Silver soltó un suspiro, mirando una vez hacia el nuevo grupo antes de que su mirada volviera a él — Sé que es difícil, pero prometí que iba a mantenerte a salvo - suspiró de nuevo — Y no estaría de más que recordaras los riesgos que afrontamos para llevarte allá.

Mephiles dio un paso adelante, y aunque en los labios de Evan se formaba una réplica mordaz, los apretó con fuerza, conteniendo su frustración en una fina línea tensa. Luego, cruzó los brazos sobre el pecho y le dio la espalda con un brusco movimiento.

Un tenso silencio se apoderó del ambiente mientras los párpados de Silver se relajaban, dejando entrever una profunda tristeza en sus ojos. Al volver a mirarlos a todos, su expresión se había tornado más seria.

— Lamento que estén atrapados aquí - dijo Silver con cierta pena.

Al instante, Amy y Sonic intercambiaron una expresión de temor.

— ¡¿Atrapados?! - exclamaron ambos al mismo tiempo, sus voces cargadas de incredulidad. Mientras que las cejas de Shadow se hicieron más profundas al fruncir el ceño.

—¿Qué sucede con el portal? ¿Por qué no podemos irnos? — inquirió Shadow con voz grave y cortante.

— No hay suficiente energía ahora - murmuró Silver mientras extendía la mano hacia la lámpara para iluminar el espacio entre ellos — Primero necesitamos usar las Esmeraldas del Caos - dijo deslizando la mirada de arriba abajo entre las figuras de Shadow y Sonic.

Amy arqueó las cejas hacia arriba — Ya estamos aquí. ¿Qué tal si echamos una mano? - propuso antes de que las miradas de los cinco erizos se posaran sobre ella.

Silver la miró con incertidumbre — Yo... ¿están seguros? - murmuró. Amy juraría haber escuchado a Shadow bufar a su lado, pero no le dio importancia.

La eriza dirigió su mirada a Sonic. A juzgar por su postura pensativa, era evidente que no se echaría atrás cuando se trataba de salvar al mundo.

El ceño de Sonic se frunció levemente mientras observaba a Amy con una mirada dubitativa. Un fugaz instante de vacilación lo invadió, pero luego negó con la cabeza y esbozó una sonrisa.

—No podemos quedarnos de brazos cruzados, ¿verdad? —dijo con firmeza. Luego, alzando la mano, propinó una palmada de aliento en la espalda de Silver, como un gesto fraternal.

Los ojos dorados de Silver se abrieron por la sorpresa. Su postura se irguió al instante, y su semblante serio se iluminó con una mezcla de admiración y agradecimiento.

— ¡Sería un honor contar con ustedes! - exclamó Silver.



Amy encontró un diario casi chamuscado, un vestigio que había encontrado en el espacio donde Silver le había guiado al improvisado cuarto para que descansara.

A simple vista, el lugar parecía una pequeña bodega de máquinas acondicionada precariamente como vivienda. Un aire de abandono impregnaba el ambiente, acentuado por la tenue luz que emanaba de una lámpara de aceite colgada del techo con evidente precariedad.

En un rincón, una hamaca tejida a mano se balanceaba suavemente, suspendida por una maraña de tubos metálicos oxidados.

El suelo estaba cubierto por una alfombra improvisada de aserrín de madera y restos de metal. Un par de cajas de madera, vacías y desvencijadas, servían como mesas improvisadas flanqueadas por sillas de metal con los asientos desgastados. Sobre una de ellas, un florero contenía una curiosa artesanía de flores hechas con latas.

Un aroma a humedad y aceite viejo, con un toque metálico de óxido, flotaba en el aire, picando la nariz de Amy.

Con manos temblorosas, abrió el diario sobre la mesa. Las páginas, algunas sueltas y otras rotas, mostraban fotografías de paisajes desolados, vestigios de un mundo que ya no existía.

Sus dedos rozaron un listón que sostenía un paquete de cartas. Con cuidado, lo desenredó y las dejó caer sobre la mesa, revelando menos de lo que esperaba. 

Sus ojos recorrieron los papeles hasta tomar uno, desdoblarlo y comenzar a leer.

Sé que es una gran responsabilidad, pero no hay nadie en quien confíe más para la seguridad Evan que tú. Asegúrate de que coma bien y no se meta en problemas. Y no dejes que te moleste cuando empiece a comportarse como un chiquillo malcriado. Volveré lo antes que pueda, solo aguanta un poco más.

Las cejas de Amy se arquearon perplejas al leer el contenido. Reconoció de inmediato la cursiva familiar en cada página. Era su propia letra, lo que la desconcertaba aún más.

Dejó la hoja a un lado y desdobló la siguiente.

Solo quería saber cómo estás. 

No le causes problemas a Mephiles. Sabes que te quiero mucho, pero eso no significa que no haya consecuencias para las malas decisiones. Recuerda usar tu buen juicio, ¿de acuerdo? Y oye, tal vez puedas vigilarlo también por mí. Los extraño a los tres, y no puedo esperar a verlos de nuevo pronto.

Toma una bocanada profunda de aire y, tras depositar el papel sobre la mesa, examinar la última carta, esta era mucho más corta y en peores condiciones que las demás.

No olvides todas esas lecciones que te enseñé y no te rindas. Las cosas se pondrán difíciles, pero sé que puedes manejarlo. Sé fuerte.

A medida que leía, los ojos de Amy se llenaban de lágrimas. Cada párrafo la embargaba de emoción.

Bajó la mirada hacia el diario que reposaba sobre la mesa, y sus ojos se fijaron en la esquina de la página siguiente. Con manos temblorosas, pasó la página, revelando una fotografía antigua, desgastada por el paso del tiempo. La imagen estaba enmarcada en un borde dorado que había perdido su brillo con los años.

En el corazón de la fotografía, un pequeño erizo bebé dormía plácidamente, ajeno al mundo que lo rodeaba. A su lado, una figura familiar se destacaba con nitidez: era ella, con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro enmarcado por algunas líneas de expresión, su mirada tierna llena de amor maternal se posaba sobre el pequeño erizo. A su lado, una silueta oscura y borrosa completaba la escena. Aunque sus rasgos no eran distinguibles, Amy no tenía ninguna duda de quién era: Shadow, con algunas cicatrices en el rostro. Había una presencia protectora hacia el bebé y hacia ella. 

Un nudo se formó en la garganta de Amy mientras contemplaba la fotografía. La imagen parecía querer mostrarle un poco de ese lugar, un tiempo de felicidad y paz.

En ese instante, comprendió el por qué había sido la primera opción de Evan al buscarla.

Un ruido metálico la sobresaltó, devolviéndola bruscamente al presente. Un tubo de metal había caído al suelo, rompiendo el silencio sepulcral que reinaba en la habitación. Amy se sobresaltó, apretando con fuerza la carta que aún sostenía en sus manos. 

Se frotó los ojos con suavidad para eliminar las lágrimas y se giró lentamente, encontrando a Shadow de pie en el umbral de la puerta. Su mirada profunda y serena la observaba con una intensidad que la hizo sentir vulnerable. 

Un leve rubor coloreó sus mejillas mientras recordaba la fotografía que acababa de ver. En ese momento, una pregunta resonó en su mente: ¿Debería contárselo? ¿Cambiaría algo?

— ¡Oh, Chaos!, casi me haces saltar del susto - Exclamó Amy, aún agitada por la sorpresa. Con manos temblorosas, decidió colocar las cartas dobladas encima de la fotografía para cubrirla. La revelación había sido demasiado impactante, y su mente aún luchaba por procesar todo lo que había descubierto.

Shadow se ubicó frente a ella, su imponente figura proyectando una sombra protectora sobre la eriza. Sus ojos oscuros, como pozos sin fondo, se posaron sobre el diario abierto, recorriendo sus páginas con detenimiento. La habitación se sumió en un silencio expectante, roto solo por el suave crujir del papel bajo sus dedos.

Finalmente, su mirada se dirigió hacia Amy, atravesándola con intensidad. Sus ojos rubí, capaces de captar hasta el más mínimo detalle, notó los rasguños que surcaban su pelaje y la hinchazón de sus ojos, evidencia del insomnio que la atormentaba desde hacía días.

— Quiero hablar contigo, ya que nos has puesto en esta situación - dijo él con firmeza, cruzando los brazos frente a su pecho. Su voz no dejaba lugar a dudas, y ella estaba decidida a afrontar la conversación, sin importar lo difícil que fuera.

Amy abrió los ojos con sorpresa, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. 

No sabía qué esperaba Shadow, ni qué tipo de conversación quería tener. Pero temía volver a echarlo todo a perder.

Sin embargo, en el fondo, sabía que ceder y ser paciente era la única manera de resolver la situación.

— Sigues... bastante molesto - dijo ella en voz baja, tratando de ocultar el nerviosismo que la carcomía. Su mirada se dirigió hacia el suelo, evitando el contacto visual con Shadow.

— Me dejaste plantado en el entrenamiento — Dobló su dedo índice, enumerando cada una de las cosas que hizo Amy — Mentiste sobre la criatura - añadió, doblando el siguiente dedo. Su mirada se clavó en ella, sus ojos ardiendo — Me golpeaste en la cueva - continuó, doblando otro dedo. Cada palabra era como un puñetazo — Robaste la esmeralda de mi custodia - acusó, doblando el dedo meñique. Su voz era un gruñido bajo, cargado de rencor — Y preferiste contarle a Cream sobre tus planes en lugar de a — finalizó, cerrando su mano en un puño apretado. La tensión en la habitación era palpable, el aire vibró con la furia de Shadow.

— Lo sé - respondió Amy con un tono suave, mientras sus ojos se encontraban con los oscuros de Shadow. Su voz, aunque teñida de tristeza, transmitió una profunda honestidad — Tú sabes que tengo defectos que nadie más conoce, y mentir no era algo que se me diera precisamente bien... - Amy tragó saliva, sintiendo una punzada de culpabilidad en su pecho — Y sí, hasta ahora -añadió con una sonrisa irónica, tratando de aliviar la tensión — ¿Verdad?

Shadow torció los labios en una mueca amarga, sin decir palabra. Sus ojos la observaban con una mezcla de reproche y comprensión. Amy sabía que lo había decepcionado, que había roto su confianza, pero no podía soportar la idea de seguir guardando secretos.

— Estaba preocupada por ellos - continuó, su voz temblando ligeramente — Y cuando me buscaron... ¿Cómo iba a decir que no? Sé que estuvo mal entrometer a Cream - admitió, bajando la mirada avergonzada — Pero me sentía asfixiada, tan atrapada en una red de mentiras que vi la necesidad de contárselo a alguien. No es que no confiara en ti - aclaró, levantando la mirada y buscando sus ojos con desesperación — Es solo que... realmente no podía.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, amenazando con derramarse por sus mejillas. La emoción era palpable en el aire, cargando la habitación con una mezcla de dolor.

Amy percibió la calidez de sus dedos acariciando su pelaje herido. No se resistió al contacto, dejando que sus suaves caricias calmaran el dolor. 

Shadow le rozó la mejilla con ternura, y ella inclinó la cabeza para acortar la distancia entre sus cuerpos. Ansiaba el consuelo que solo su mano podía ofrecerle.

— Esta vez quiero hacer las cosas bien - dijo ella con firmeza, su voz apenas un susurro. Shadow se inclinó un poco, acortando la distancia entre ellos. 

Amy sintió un rubor cálido extenderse por sus mejillas mientras cerraba los ojos, anticipando su toque.

— Tuviste la oportunidad de decírmelo antes - Le recordó Shadow con severidad serena, tomando su otra mano y envolviéndola entre sus dedos. Su voz era una mezcla de reproche y preocupación.

— Sé que rompí tu confianza - respondió Amy, asintiendo con la cabeza en señal de total acuerdo. Tomó una respiración profunda, tratando de calmar los nervios que la carcomían — Actué por miedo, pensando que podría manejar esto sola - suspiró profundo — Pero ahora me doy cuenta de lo equivocada que estaba.

A pesar de la molestia que lo embargaba por la situación y la sensación de recelo que nublaba su mente, Shadow no pudo evitar sentir cómo sus emociones negativas hacia Amy comenzaban a apaciguarse mientras la escuchaba. 

No negaría que la preocupación por ella lo había consumido desde el momento en que la vio caer, impulsándolo a lanzarse al portal sin dudarlo.

Amy apretó con fuerza su mano, la cual se encontraba envuelta en la suya. Una ligera sonrisa se dibujó en sus labios cuando él depositó un beso en su frente, permaneciendo allí con sus labios pegados a su cabeza en un gesto de tierno consuelo.

— No me va a resultar fácil volver a confiar en ti - dijo él con voz tensa, su mirada rubí clavada en ella una vez más después de apartar su rostro de su cabeza. 

Amy entreabrió los labios, pero asintió de nuevo, una parte de ella esperaba esto.

— Lo entiendo - respondió Amy con una sonrisa triste.

— Siempre has sido así - continuó él, observándola con una mezcla de frustración y cariño — Te entregas por los demás, aunque eso signifique meterte en problemas. Y, de vez en cuando, asumes las consecuencias sin dudarlo.

Amy arqueó las cejas, confundida, antes de fruncir el ceño.

— ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó, su voz teñida de incertidumbre.

Shadow ladeó la cabeza, su expresión endurecida.

— ¿Por qué siempre tienes que ser tú la que se sacrifica tanto? ¿Crees que así se arreglan las cosas? - chasqueó la lengua con desaprobación.

Amy lo miró fijamente, sin dejarse intimidar por su tono.

— Si tengo el poder de ayudar, siento que es mi deber hacerlo - respondió con firmeza — Tal vez no pueda resolver los problemas más grandes del mundo, pero cada pequeño acto marca una diferencia - se incorporó un poco, enderezando su postura — Y si eso significa hacer algunos sacrificios en el camino, yo... los asumiré sin dudarlo, si eso significa darles a los demás una mejor oportunidad.

Shadow la observó en silencio por unos segundos, su mirada  profunda reflejando una mezcla de sentimientos en contra, aunque estaba tratando de entenderla.

Un suspiro escapó de sus labios, surcando su rostro de erizo serio y distante. 

— Entiendo tu ferviente deseo de ayudar a los demás, Amy - respondió Shadow con voz profunda, cada palabra impregnada de un genuino respeto por las convicciones de la eriza — Es una cualidad admirable que te define. Sin embargo, es lo que más me preocupa.

En ese momento, Shadow extendió la mano y tomó la de Amy otra vez. Sus dedos se entrelazaron y una corriente de calidez recorrió ambos cuerpos.

— He visto cómo la compasión puede ser malinterpretada - suspiró ella sintiéndose melancólica — Cómo la ayuda desinteresada puede ser rechazada o... incluso utilizada en contra de uno mismo - dijo con voz baja, sin perder la convicción en sus palabras — Pero... sigo creyendo que la bondad es la fuerza más poderosa que existe.

Shadow la observó en silencio durante unos segundos, con una mirada profunda y pensativa. Sus ojos parecen escudriñar su alma, buscando comprender cada rincón de sus pensamientos y emociones. 

De repente, las comisuras de los labios de Shadow se alzaron en una leve sonrisa, apenas perceptible, como si una pequeña oleada de ironía o diversión se hubiera apoderado de él. 

La expresión dura apenas un instante, antes de formarse en una expresión menos tensa de la habitual en su rostro.

— Sí, también he visto cómo tu bondad ha impactado positivamente la vida de los demás - dijo con voz profunda y mesurada, mirándola a los ojos con intensidad. Su mirada se suaviza un poco, tornándose ahora en una más comprensiva — Como la mía - añadió en voz baja, casi en un susurro cuando se inclinó para frotar sus rostros. 

Los ojos de Amy se abrieron de par en par, sorprendida por el inesperado cumplido. Sus mejillas se sonrojaron levemente ante su intensa mirada y la inesperada emoción que emanaba de sus caricias.

— T-tú...- Ella tartamudea, con el corazón palpitando en su pecho. Ella traga saliva y su propia mirada se encuentra con la de él cuando se separa, ella le sonríe con una mezcla de timidez y gratitud — Me alegra que haya sido así.

Su respiración se entrecorta y siente que su corazón da un vuelco cuando Shadow le da un beso. Tiene que parpadear para alejar una repentina ola de emociones.

Al separarse, ambos sonríen, sus ojos brillan con una emoción compartida. Saben que han encontrado algo especial, algo que los une de una manera que no habían experimentado.

— Me gustaría que supieras algo. Lo descubrí hace poco... creo que, igual mereces saberlo - dijo ella, mientras su dedo pulgar le acariciaba la mano entrelazada.

Un ligero temblor recorrió su cuerpo, y mordió su labio inferior con timidez. Ya había ocultado tantas cosas, no quería añadir una más a su colección de secretos.

Shadow solo la observó con atención, un fugaz destello de sorpresa cruzó su rostro antes de volver a su habitual ceño fruncido cuando ella le soltó las manos para mostrarle el cuaderno. 

Había caminado con cautela por la base oscura, donde los rechinidos metálicos provenían de varias direcciones, haciendo su camino más inquietante. Subió por unas escaleras que difícilmente se sostenían, siguiendo las indicaciones de Silver cuándo le preguntó si sabía dónde podía estar Evan.

Se agachó por debajo de un tubo oxidado que venía del techo, dividiendo las dos salas, y se dirigió hacia una puerta con el pomo roto. Al abrirla lentamente, respiró el aire pesado, sucio y terroso, provocándole un picor en la garganta. Llevó una mano a sus ojos para protegerlos del polvo que se había levantado, esperando a que la corriente se disipara.

A través de la bruma, vio su figura. Evan estaba de pie, de espaldas a ella, con los brazos cruzados, contemplando la vista de una ciudad en ruinas bajo un atardecer de tonos rojo y naranja, surcado por nubes polvorientas.

Al girarse, la miró con una expresión distante y molesta. Sus púas se erizaron ligeramente mientras ella se acercaba.

— Me gustaría preguntarte algo - dijo con voz grave, mientras sostenía un diario entre sus manos. La mirada de Evan se abrió con sorpresa al ver el cuaderno, y su entrecejo se frunció.

— ¿Dónde conseguiste eso? - preguntó con incomodidad.

— Lo encontré en la habitación donde me llevó Silver - confesó ella. Evan frunció aún más el ceño y suspiró pesadamente, girando el rostro hacia otro lado.

— No sabía que esa cosa todavía existía - dijo con desdén, como si el diario le provocara un mal recuerdo.

Amy miró el cuaderno, entrelazó sus dedos con el lazo desgastado de la portada y suspiró, armándose de valor para preguntar.

— En mi hogar, me hablaste sobre tu familia y percibí cierta reticencia al respecto. Yo solo quería... - Evan la interrumpió, esta vez con una mirada que denotaba fragilidad.

— Ya viste la foto, entonces - dijo con resignación, anticipándose a su pregunta. Amy asintió con preocupación — ¿Y qué quieres saber?

— Qué pasó con nosotros... digo, con ellos. Con tus padres - preguntó Amy con nerviosismo. Evan se frotó la sien, visiblemente incómodo con el tema.

Tras unos segundos de silencio, respondió:

— No lo sé - dijo con evasión.

Amy frunció el ceño, insatisfecha con esa respuesta. Se cruzó de brazos y Evan la miró directamente a los ojos. El silencio volvió a apoderarse de ellos. Evan estaba claramente molesto y Amy comprendió que debía ser más paciente. Se acercó a él, buscando consuelo y cercanía.

— Sé que soy demasiado curiosa - dijo en voz baja, apretando las cartas que llevaba consigo — Solo me gustaría saber... qué significa esto para ti.

Evan apretó los puños con fuerza. Sus ojos oscuros brillaron con tristeza mientras buscaba una respuesta que darle. Mirándola a los ojos, sintió que no podía engañarla. Aunque deseaba ser sincero, lo abrumaba. Además, le incomodaba la similitud de Amy con la Rose que él conoció, la madre que lo había criado.

Ella le sonrió y ladeó el rostro, animándolo a que hablara.

— Lo primero que recuerdo - comenzó con pesar, evitando su mirada mientras se adentraba en sus recuerdos — mi madre crió a Silver antes de que yo naciera. Ya vivíamos en estas ruinas cuando crecí. Ella trabajaba con la resistencia, recorriendo estos pasillos y realizando viajes para rescatar a otros refugiados. De mi padre, no tengo ningún recuerdo. Pero imagino que tomó algún riesgo y nunca regresó.

— ¿Te refieres a Shadow? - preguntó para confirmar. Evan la miró de soslayo y asintió.

— Rose, así la llamaba - continuó Evan con un tono melancólico — Yo comencé a llamarla así también, para evitar que los refugiados traidores se enteraran de que era hijo de la forma de vida perfecta y de la comandante de la resistencia - Hizo una pausa para recomponerse, mirándola como si ella fuera un reflejo del ancla que había perdido en ese lugar.

— ¿Y qué pasó con ella? - preguntó Amy con voz temblorosa, sintiendo una punzada de dolor en el pecho.

Evan apretó la mandíbula con fuerza mientras recordaba.

— Se fue, y no ha regresado - dijo con voz grave — Robó un generador importante de la base del Doctor Eggman para activar el portal. No sé dónde está ahora.

La mirada de Evan se perdió en el horizonte, como si buscara esperanza en la inmensidad de la ciudad en ruinas.

Amy lo miró con empatía, comprendiendo que él también cargaba con el peso de los secretos y la incertidumbre. 

— Ya veo... - dijo con un tono suave, acariciando la libreta con sus dedos — Y... ¿qué hay de Mephiles?

La tensión se hizo palpable en la habitación cuando Evan escuchó esa pregunta. Sus púas se erizaron ligeramente y su expresión se ensombreció un poco.

— Mephiles, es una creación del Doctor Eggman - explicó con voz fría — Un experimento que quedó abandonado tras la muerte del viejo.

Amy no pudo evitar soltar un jadeo de sorpresa.

— Habían pasado tres meses desde la última vez que mi madre regresó - continuó Evan — Y cuando lo hizo, lo trajo consigo. Éramos de la misma edad en ese entonces, todos creían que él era el único hijo de la forma de vida perfecta, un hijo que Shadow había abandonado.

— ¿Y él lo sabe? - preguntó Amy, inclinándose hacia adelante con curiosidad.

— Por supuesto que lo sabe - respondió Evan con un tono tajante — Mi madre nunca se lo dijo, pero supongo que solo hay que investigar un poco para descubrir la verdad. Él lo averiguó por su cuenta cuando escapó de aquí y regresó unos días después.

— Es como un hermano para ti, ¿no? - dijo con una sonrisa cálida — Independientemente de que sea un experimento del Doctor Eggman.

Evan asintió con la cabeza, aunque sus ojos aún reflejaban cierta amargura. A pesar de la evidente incomodidad de Evan, Amy sintió una oleada de admiración hacia él.

— Tengamos distinto origen, es como un hermano. No hay más. - dijo con un tono melancólico — Se parece más a ya sabes quién que yo.

Amy no pudo evitar soltar una risita ante la última frase de Evan.

— ¿Bromeas? ¡Si tú también te pareces un montón! - exclamó con alegría, señalando sus cejas con un gesto cariñoso. Evan se sonrojó levemente, avergonzado eso.

— Tal vez tengas razón - dijo cuando las esquinas de sus labios se elevaron un poco — Supongo que no me había dado cuenta.

Amy y Evan se miraron a los ojos, y por primera vez en mucho tiempo, ambos sintieron una oleada de conexión. Ella lo observó con ternura, comprendiendo que detrás de su actitud distante y sus palabras hirientes se escondía un ser sensible, le recordaba mucho a Shadow.

— No importa lo que hayas pasado, Evan - dijo con voz suave y llena de convicción — Siempre hay un futuro mejor por delante. La oscuridad no tiene que definirte.

Las palabras de Amy resonaron más profundo de lo que ella creía.

Por un momento, Evan se sintió menos solo, pero realmente quería que la otra versión de ella estuviera presente.












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