Portal abierto
Por su paciencia incondicional y su apoyo constante, dedico este capítulo con mucho cariño 💕
...
Un destello cegador envolvió al Team Sonic, seguido de un temblor que hizo vibrar las paredes de la cueva y el suelo bajo sus pies. Un rugido aterrador resonó en la oscuridad cuando parte del techo se desprendió, y una lluvia de piedras y tierra se precipitó sobre ellos. Se cubrieron instintivamente, protegiéndose la cabeza con los brazos. El polvo se arremolinó a su alrededor, sofocando los gritos.
Minutos pasaron antes de que el polvo comenzara a asentarse. Exhaustos y adoloridos, se liberaron de la pesada tierra que los había atrapado. Al salir de la cueva, la luz les golpeó los ojos casi cegándolos, respiraron profundamente el aire fresco, sintieron como si la vida regresara a sus cuerpos.
Con el rostro lleno de lodo y las manos manchadas de un rojo carmesí, que ya se había secado, Shadow ignoró la pelea entre Sonic y Knuckles, quienes no paraban de discutir. Todos se sentían desorientados. Amy los había encerrado para evitar que la siguieran, la única voz pacifica de Tails intentaba arreglar esta situación.
La traición de Amy les había clavado una daga en la espalda, una herida que tardaría en sanar. Se sentían molestos, no solo por la acción en sí, sino por la persona que se trataba de ella.
El camino de regreso al taller se tornó eterno. Una inquietud los carcomía por dentro, cada minuto se convertía en una tortura. Al llegar, una terrible sorpresa los esperaba: la caja fuerte de la esmeralda yacía abierta y vacía. La preciada gema que protegían se había esfumado. El impenetrable sistema de seguridad de Tails, hasta ahora infalible, estaba desactivado.
— ¡Maldita sea! Alguien pagará por esto - Bramó Knuckles, haciendo retumbar la habitación con su voz. Sus puños apretados amenazaban con estallar.
Desesperados por encontrar a Amy, Tails ideó un plan: rastrear su comunicador, si es que tenían suerte y ella no lo habría dejado.
Sin embargo, un nuevo obstáculo se interponía en su camino, el computador había sido reiniciado, el sistema estaba comenzando a reiniciarse.
La furia se apoderó de Shadow una vez más. Amy había preparado todo, ahora las poderosas esmeraldas estaba en manos del enemigo. Apretando los puños, se dirigió a Tails con voz gélida.
— Más te vale darte prisa - bramó Shadow, plantándose detrás de Tails. La pantalla del mapamundi en el computador se iluminó, y los ojos del erizo, como dos rubíes incandescentes, clavaron su mirada en el zorro. Su ceño fruncido era una tormenta a punto de estallar, y solo por la fuerza de voluntad evitaba arrancarle una de sus colas.
Un escalofrío recorrió la espalda de Tails, erizando los pelos de su nuca. A pesar del nervio, logró asentir con un movimiento apenas perceptible de cabeza.
— ¡No puedo ir más rápido! - Gruñó Tails mientras sus dedos volaban sobre el teclado, introduciendo el código del rastreador de Amy.
Shadow, con los brazos cruzados sobre su pecho, apretaba con fuerza sus bíceps. La paciencia se le agotaba como la arena en un reloj, y la impotencia de no poder encontrar a Amy por su cuenta solo intensificaba su irritación.
Su mente era un campo de batalla donde la furia y la preocupación se enfrentaban en un duelo sin tregua. Por un lado, la insensatez de Amy lo enardecía. ¿Cómo podía ser tan imprudente? ¿Acaso no tenía idea del peligro en el que se encontraba? Su imprudencia era un insulto.
Y por otro lado, Sonic era un manojo de nervios. Se movía de un lado a otro con una inquietud que ponía más incómodos a todos, sus zapatillas rojas golpeando el suelo con un ritmo frenético. Sus ojos esmeralda brillando con una mezcla de furia y preocupación.
— ¿Ya está? ¿La encontraste? - Se escuchó la voz de Sonic, cargada de impaciencia. Sus manos apretadas en puños hacían crujir sus guantes.
— ¡Estoy a punto de reventar el teclado! - Gruñó Tails, con el ceño fruncido y las colas erizadas y sucias — ¡Hago todo lo que puedo, lo juro! ¡Dejen de gritarme!
Miró hacia su lado, Shadow un volcán a punto de entrar en erupción. Y Sonic, como un animal acorralado con su energía caótica.
Ignorando la presión, Tails se concentró en su trabajo. Sus dedos volaron sobre el teclado mientras sus ojos se fijaban en la pantalla analizando cada línea de código con precisión.
— Si no la encontramos pronto, ¡Me convertiré en un erizo gris! - A pesar de su desesperación, Sonic se alejó del computador para darle espacio a su amigo.
La confusión y el enojo ardía en su interior como un incendio. ¿Cómo se atrevía Amy a llevarse las esmeraldas de esa manera? A traicionarlos a todos.
El enojo nubló su juicio, impulsándolo a actuar sin pensar. Su mente era un torbellino de preguntas y dudas. ¿Por qué lo había hecho? ¿Qué la había motivado a hacer algo así? El dolor de la traición era tan intenso como el miedo a perderla.
— Vamos, Amy... dame una señal. - Murmuró Tails mientras observaba la barra de carga del computador avanzar con una lentitud agobiante.
El silencio en el grupo era ensordecedor. Una tensa calma que solo podía ser el comienzo a una tormenta. Sonic, con su mirada penetrante se clavó en Shadow, sentía resurgir el recelo de siempre. Su boca se movió, las palabras simplemente brotaron cuando se acercó al azabache.
— Lo sabía - Rugió, dirigiéndose a Shadow con una mirada fulminante — Siempre se lo advertí a Amy. Tus ideas descabelladas la llevaron por el mal camino. ¡No te soporto, Shadow! ¡Todo esto es tu maldita culpa!
El engaño había abierto viejas heridas, y la presencia de Shadow solo las empeoraba. Era como si el erizo negro representara todo lo que Sonic odiaba: la oscuridad, el misterio, la desconfianza.
Los demás miembros del grupo observaron en silencio casi a la espera, temiendo que la mecha encendida por Sonic finalmente estallara.
— No es momento para esto, Sonic... - Tails hizo un intento de calmar a su amigo. Su voz transmitió una mezcla de firmeza y preocupación.
— ¡Jamás ha sido honesto con nosotros, Tails! - La voz de Sonic resonó de nuevo — Amy siempre nos decía la verdad, nos lo contaba todo ¡Incluso hasta enfadarnos! - Su mirada se clavó en Shadow con una intensidad feroz — ¿De dónde crees que sacó esas estúpidas excusas? - preguntó, señalando al erizo negro con un dedo — ¡Del mejor maestro que ha tenido!
Impulsado por una mezcla de furia y frustración, Shadow tomó a Sonic del brazo y lo atrajo hacia él con brusquedad.
— ¡Ni una palabra más! - Espetó a su rival azabache — ¡Si no te callas ahora mismo, te juro que...!
— ¡Atrévete! - Sonic lo miró a los ojos con una mirada desafiante mientras arremetía tras soltarse.
— ¡No más! - Knuckles se levantó del sofá de un salto, con la cólera rugiendo en su interior. Sus ojos, como dos brasas ardientes se clavaron en Sonic, quien se encogió de hombros con una mueca de desprecio. Finalmente, se giró hacia Shadow, que lo fulminó sólo con una mirada glacial.
El echidna tiró de su amigo para empujarlo hacia el otro lado del taller y le hizo una señal de que parara ya. Cream, con una mirada de preocupación en su rostro, se apresuró hacia Shadow y Tails, llevando una toalla para que pudieran limpiarse el lodo seco y así mismo mantenerlo ocupado.
La coneja sabía que era importante que se calmaran antes de que la situación empeorara. y si tan sólo ella no se sintiera tan presionada... quizás...
Sonic, incapaz de soportar la espera del computador, se dirigió a la ventana, fingiendo interés en el paisaje que se extendía bajo sus ojos. Sin embargo, su pie no dejaba de golpear el suelo, un reflejo del torbellino de emociones que lo incomodaba.
Shadow, por su parte, había cerrado los ojos a medias y rechazó la toalla que Cream le había ofrecido, en un vano intento de controlar su ira. Su respiración se agitaba ligeramente, traicionando la molestia que lo consumía por dentro.
Y tan solo unos segundos después, la pantalla del ordenador parpadeó y se iluminó en un torrente de luz, apareció un mapa con un punto rojo intermitente, la señal es demasiado débil para mantenerse, así que Tails anotó las coordenadas para luego revisarlas.
— ¡Por fin! - Exclamó Tails, con un suspiro de alivio. La señal de Amy era débil, pero finalmente había logrado rastrearla. Sus ojos se fijaron en las coordenadas que había anotado en la pantalla, y su rostro se ensombreció — Es la isla del templo - Dijo con voz tensa — El lugar donde Eggman encontró el portal... - Miró a los demás.
Las cejas de Shadow se arquearon mientras Sonic se acercó sólo para revisar el mapa, la tensión aumentó y no pudieron evitar sentir una mala sensación en el estómago.
— Sea lo que quieran hacer con ese portal, no me agrada - Knuckles murmuró por un lado, sus cejas fruncidas expresando lo mucho que desconocía del templo y su capacidad.
— Pensamos igual amigo... - Gruñó Sonic con amargura antes de darse la vuelta y buscar un nuevo comunicador, el suyo se había roto en la pelea — Iré a detenerlos... ¡Agh! odio decirlo pero llegaremos más rápido con el Halcón - Sus ojos se encontraron con los de Tails, sin ocultar su disgusto por la idea.
— ¡Ya era hora de que lo reconocieras! - El zorro asintió, ocultó una sonrisa triunfal. Meneó las colas con satisfacción antes de presionar un botón amarillo del monitor.
Cream, Knuckles se apartaron, cedieron el paso a dos compuertas del suelo que se abrían con un siseo. Shadow se quedó de pie, observando con los brazos cruzados a esperar este supuesto Halcón. Sin la esmeralda, la teletransportación ya no era posible para poder moverse como quería.
Un pequeño elevador de vehículo ascendía delicadamente, revelando el nuevo proyecto de Tails: un jet compacto de tonos carmesí y dorado, con capacidad para dos pasajeros. Era una máquina ligera y resistente, capaz de alcanzar velocidades tan rápidas para seguir a Sonic en cualquier carrera e incluso, para molestia del erizo azul, superarlo.
— Lo programaré, solo un segundo - Dijo Tails tras subir al jet, sus dedos sobre su computador hicieron encender las luces delanteras y traseras — ¡Listo! ahora...- Pero sus palabras se quedaron estancadas en su garganta cuando giró el rostro. Se encontró de frente con el pecho de Shadow, y un escalofrió le recorrió el cuello antes de soltar las manos del cinturón.
— Yo me encargo, apártate - Dijo Shadow con voz firme, apartó a Tails con un brusco empujón.
Cuando Shadow se plantó en el jet, su mirada recorrió el panel encendido como si lo memorizara. Sus dedos, rápidos y precisos comenzaron a presionar los botones con una seguridad absoluta luego de ponerse el cinturón.
— ¡No! ni lo sueñes - Rugió Sonic subiéndose subiéndose encima del vehículo y arrebatándole el pequeño volante que acababa de emerger del panel. Shadow le gruñó con la misma furia de antes, sus rostro rozó la cara del erizo azul por un milímetro.
Antes de que la furia los llevara a destrozar el volante de un lado a otro, el guerrero echidna los fulminó con una mirada feroz, a punto de descargar sus puños sobre sus cabezas.
De pronto, Cream, con sus ojos llenos de determinación, se interpuso entre Sonic y Shadow encima del frente del jet, alzó sus pequeñas manos como si implorara una tregua.
— ¡Por todos los cielos, deténganse! - Dijo ella con el rostro enrojecido por la ira — No hay tiempo para peleas infantiles. Si no unen fuerzas ahora, Amy podría estar en peligro - Sus ojos brillaron con intensidad.
A pesar de la culpa le carcomía por dentro a la coneja, al menos podía intentar hacer algo para arreglar la situación. Tails y Knuckles se miraron brevemente, con una mezcla de confusión y sorpresa en sus ojos. Sonic y Shadow, por otro lado, permanecían en silencio, sin mostrar ninguna intención clara de aceptar.
Sonic gruñó, derrotado por la mirada suplicante de Cream. Un pensamiento fugaz cruzó su mente: "¡Todo sea por Amy!". Suspirando, se sentó en el asiento trasero completamente resignado.
— Más te vale saber conducir, Shadow - Dijo Sonic, con los ojos centelleantes de furia.
Cream, con la determinación brillando en sus ojos, se apresuró a bajar del jet. Shadow, impaciente por iniciar la búsqueda, ya había comenzado a sacarlo del taller. No había tiempo para peleas ni para que Sonic se ajustara el cinturón.
Con una sonrisa burlona, encendió el motor, provocando que la cabeza de Sonic chocara contra el asiento con un golpe seco. Un rugido de protesta escapó de los labios del erizo azul, mientras el jet aceleraba a toda velocidad, dejando atrás el taller y adentrándose en el cielo.
Un haz de luz incandescente rasgó la oscuridad, bañando la arena de la isla en un resplandor momentáneo. Tres figuras se lanzaron de bruces contra la arena. Dos metros las separaban del suelo, y el sonido de sus cuerpos impactando fue sordo, en comparación con lo que habría resonado en el pavimento.
Amy, con el rostro manchado de mugre y arena, levantó la vista con dificultad, sus ojos empañados por el cansancio tratando de distinguir las dos siluetas que se levantaban a su lado, sus cuerpos igual de agotados.
— Levántate, hay que apurarnos - Murmuró Evan, su voz áspera por la arena que se incrustaba en su garganta. Ella pudo sentir su mano jalarle el brazo hacia arriba. Sus piernas apenas reaccionaron, se tambaleó un poco sobre la arena fina antes de encontrar la fuerza para dar los primeros pasos, algo tambaleantes.
— Luce exhausta - Murmuró Mephiles mientras se agachaba a recoger el saco con las esmeraldas. Sus ojos verdes la recorrieron con una mezcla de inquietud.
— Puedo continuar... solo fue la esmeralda, consumió demasiada energía - Jadeó Amy, negando con la cabeza-. Estaba demasiado lejos.
Amy, con un ágil movimiento de muñeca, los apresuró a continuar la marcha, apenas diez segundos le bastaban para recobrar el aliento. Evan la soltó del brazo y, sin mediar palabra, le brindó un reconfortante apoyo en el hombro antes de guardar la esmeralda que le habían quitado a Shadow.
— Ya la oíste - Espetó Evan, rebasando a Mephiles y fijando su vista en las escaleras del templo que se distinguían entre la jungla. Mephiles por su parte, observó a Amy y, aunque ella le brindó una sonrisa tranquilizadora, intuyó que tal vez necesitaba esos segundos de soledad. Sin titubeos, siguió a Evan.
Amy contempló las espaldas de los erizos alejándose hacia el templo, un anhelo irresistible de hundirse en la arena la invadió. La mugre que se incrustaba en sus púas le estaba provocando un picor insoportable. Y un dolor punzante, similar al de un duro entrenamiento con Shadow, le recorrió el cuerpo.
Sintió un escalofrío en la espalda al recordar a Shadow. Un susurro helado rozó su oído, como si una voz fantasmal le hablara. La imagen de su mirada triste se transformó en una mueca de terror, una expresión que la llenó de pánico cuando lo golpeó en la cueva.
Un paso a la vez, Amy. Sí, juraría haber escuchado la voz de Shadow en su mente.
— Puedo con esto... - Gruñó ella luchando contra su cuerpo agotado. Las piedras de las escaleras eran inesperadamente más difíciles de subir de lo que aparentaban, incluso si hubiera un acceso más rápido, la naturaleza alrededor hace todo un espectáculo para molestar a cualquiera que deseé subir.
Amy consideró utilizar su martillo, pero la fatiga la tenía sometida.
Alcanzó la cima con un último esfuerzo jadeante, Mephiles y Evan ya estaban allí, colocando las esmeraldas en las ranuras del portal para abrirlo.
Su imponente estructura se elevaba ante ella como un gigante dormido, erosionada por el paso del tiempo superaba con creces las expectativas de Amy. Los grandes círculos tallados en el suelo parecían un mapa estelar, una guía hacia un destino desconocido. Un escalofrío le recorrió la espalda al sentir la energía mística que emanaba del lugar cuando los erizos colocaron casi todas las esmeraldas.
— Espero que esto funcione... - Murmuró Amy con voz temblorosa mientras rozaba el guante sucio contra la piedra áspera del portal. Sus dedos rozaron las ranuras y hendiduras de la superficie, sintiendo la energía que vibraba bajo su piel.
— Tiene que funcionar - Aseguró Evan, con una pizca de esperanza en su voz.
Amy miró a Mephiles, buscando en vano alguna señal de tranquilidad en su rostro impasivo. Pero sus ojos eran como dos pozos sin fondo, y no revelaban nada. Una sensación de inquietud la dominaba, como si una voz interior le advirtiera que algo terrible iba a ocurrir. Pero no podía retroceder ahora, había llegado demasiado lejos.
— Hay que encenderlo ya - Dijo Mephiles levantando la esmeralda rubí hacia Evan, el erizo asintió, haciendo lo posible por eliminar cualquier indicio de inquietud de su expresión, si es que quedaba algo.
Con un temblor apenas perceptible en las manos, Evan tomó la esmeralda y la encajó en el último espacio del portal. La piedra vibró con una energía desconocida mientras que la luna, en su punto más alto, bañaba la escena con una luz plateada.
Evan y Mephiles se miraron a los ojos, un entendimiento silencioso pasando entre ellos. Juntos, colocaron las manos sobre la piedra antigua, cerraron los ojos, concentrándose en la energía que fluía a través de ellos. Un cosquilleo recorrió sus cuerpos, aumentando en intensidad hasta convertirse en un torrente de poder.
— ¡CHAOS CONTROL! - Lanzaron un grito al unísono, mientras la energía esmeralda vibraba con intensidad alrededor de sus cuerpos y del propio portal.
Sus púas se erizaron, electrizadas por el poder que fluía a través de ellos. Un aura de energía morada los envolvía, distorsionando la realidad a su alrededor. El suelo tembló bajo sus pies, y el aire se volvió denso y cargado de electricidad.
Amy se quedó petrificada, clavada en el suelo por una mezcla de angustia y expectación. Su cuerpo vibraba con un nerviosismo que le impedía moverse, y un escalofrío le corrió por su espalda erizándole el vello de la nuca.
El zumbido del portal comenzó como un sonido apenas perceptible, aumentando gradualmente en intensidad hasta convertirse en un rugido ensordecedor que amenazaba con romper sus tímpanos.
La luz que emanaba del portal se intensificó, hasta que se convirtió en un sol cegador que lo envolvió todo, borrando el mundo a su alrededor. Amy cerró los ojos con fuerza, protegiéndolos del resplandor incandescente que la obligaba a entrecerrar los párpados.
Incluso un mareo la invadió, y por un momento, sintió que perdía el equilibrio y se tambaleaba sobre sus pies cuando la energía rebotó a través de las piedra. Se aferró como pudo de las ranuras en el suelo para evitar caer de la cima del templo. Las siluetas de los erizos apenas se distinguían sobre el suelo, borrosas por la intensa luz que emanaba de la fuerza poderosa del portal.
Hasta que un torrente de energía expulsó a Evan y Mephiles de la piedra como si fueran marionetas. La luz se extinguió de golpe, dejando paso a un óvalo amarillo que giraba en un remolino en el centro de la estructura. El portal estaba abierto ahora.
— ¡Evan, Mephiles! - Gritó Amy con voz ahogada por la angustia al verlos a escasos centímetros del borde. Reuniendo fuerzas, los agarró con ambas manos y los sujetó a tiempo, evitando que se precipitaran al vacío.
Mephiles fue el primero en aferrarse a la piedra. Con un esfuerzo, ayudó a Amy a subir a Evan mientras ambos jadeaban por aire.
La energía de las esmeraldas aún corría por los cuerpos de los erizos, era un cosquilleo persistente que les recordaba el poder que acababan de desatar.
— Lo logré... - Murmuró Evan con voz entrecortada, sus ojos clavados en la estructura incandescente. Esto era más que un simple paso hacia la victoria; era una nueva oportunidad, un nuevo comienzo.
Un futuro brillante se abría ante sus ojos.
— Lo logramos... - Murmuró Mephiles exhausto, frotando una púa dolorida. Intentó incorporarse sin ayuda y, al ver a Amy sacudirse las orejas, la instó — Ven, hay que recuperar las esmeraldas.
— Por un segundo creí... - Murmuró, tambaleándose. Estaba segura de haber escuchado un crujido en su rodilla al flexionar las piernas para levantarse. Observó a Mephiles acercarse al borde del portal y preguntó con voz entrecortada — ¿Cómo pueden no estar exhaustos después de una explosión de energía tan fuerte?
— Al menos no terminamos quemados - Evan se frotó el cuello con irritación cuando una última corriente de la energía lo acarició.
Apretando los labios en una fina línea, se aproximó a Mephiles. Quizás la clave radicaba en la interacción entre la energía de las esmeraldas y quienes la utilizaran.
El erizo extrajo las gemas de las ranuras de piedra del portal, donde las había colocado minutos antes. Con meticulosa precisión, ambos las depositaron de en el pequeño costal para transportarlas.
— Las esperaré con ansias - Murmuró Amy refiriéndose a las gemas, mientras depositaba la última esmeralda en el saco. Sus ojos se posaron en Evan y Mephiles, quienes se preparaban para partir. Su mirada se tornó cálida, con un dejo de preocupación pensando si debería haber una despedida mucho más cálida — Mucha suerte a ambos...
Mientras Evan se acercaba a Amy bajo la tenue luz del portal abierto. Su mirada se detuvo en ella, y por un breve instante, pareció que una sonrisa iba a dibujarse en su rostro. Pero antes de que pudiera completar el gesto, sus orejas se movieron de un lado a otro con inquietud, como si una sonido solo audible para él lo estuviera distrayendo.
— ¿Qué pasa? - Amy frunció el ceño. Las púas de Evan y Mephiles se erizaron mientras miraban los alrededores, ella se aferró al costal de las esmeraldas.
— Algo anda mal... - Gruñó Evan mirando sus alrededores con los puños apretados.
De repente, un torbellino de hojas se arremolinó a su alrededor, impulsado por la corriente de un jet que rugía a escasos metros sobre sus cabezas. Miraron hacia arriba y se protegieron los ojos con los brazos mientras el viento les azotaba el rostro.
Mephiles, sin pensarlo dos veces, agarró del brazo a Evan y lo jaló hacia el portal. No obstante, una figura azul irrumpió en la escena, descendiendo en picada con tal velocidad que los erizos terminaron rodando por el suelo en un torbellino de púas azules y negras.
— ¡Los tengo! - Gritó Sonic mientras apretaba con fuerza a los dos erizos. Su voz era áspera por el esfuerzo. Los dos erizos pataleaban y forcejeaban, intentando soltarse de su férreo agarre — ¡Ahora no tienen a dónde correr, malditos! - Les espetó con una mirada feroz.
— ¡¿Qué haces, Sonic?! - Ella los esquivó a los tres cuando rodaron por el suelo, casi pataleando como niños.
Intentó interponerse entre los puños al aire de la batalla que libraban los erizos, pero un tirón en la espalda de su vestido la derribó de bruces contra el suelo.
Hubo una pizca de miedo cuando se golpeó contra la roca fría, y no escuchó más el sonido del jet.
Amy observó desde su posición los ojos rubí que brillaban con intensidad. Ella apretó los puños, pues solo había ojos crueles que se mostraban sobre ella. Los dos se contemplaron en silencio, hasta que la brisa transportó un frío punzante que ninguno pareció sentir.
— Deben detenerse... ¡No saben lo que están haciendo! - Dijo ella, apoyando las manos contra el suelo para levantarse.
— Te quiero quieta - Espetó Shadow, clavando su dedo índice en dirección a ella con una intensidad gélida. Su voz resonó con un filo cortante, dejando claro que no toleraría ninguna objeción - Dejaremos la charla para después — Hubo una sensación de escalofrío en la espalda de Amy cuando lo vio girar sobre sus talones.
— No es posible... - Susurró, su voz apenas un hilo de sonido. La incredulidad en sus palabras, coloreó su rostro con palidez — ¿Cómo nos encontraron tan rápido? - Jadeó, su mente se llenó de imágenes de Cream.
No, ella nunca diría nada. Solo quedaba una segunda posibilidad: y ese era Tails. De alguna forma, él había descubierto su ubicación.
El objetivo de Shadow era sacarla de la pelea. Amy observó la espalda de Shadow cubierta de suciedad y comprendió que, si lo obedecía, Evan y Mephiles se enfrentarían solos a una batalla complicada.
Incluso a escasos metros del azabache, vio de pronto a Evan desviar dos spin dash de Sonic mientras Mephiles se unía a la pelea, los chicos estaban cansados, ella lo sabía bien, en una batalla contra Shadow, perderían.
Ella esperó su oportunidad, se puso de pie y con dos zancadas veloces acortó la distancia entre ambos. Sus manos se lanzaron a su espalda oscura con la intención de atraparlo en un abrazo de hierro.
Pero Shadow, con la habilidad que le caracterizaba, evadió el agarre, y ambos iniciaron un tipo de forcejeo, Amy se dio cuenta de que Shadow estaba siendo menos amable, era más brusco.
— ¿Vas a pelear conmigo? - El tono de Shadow se elevó cuando frunció las cejas cuando le detuvo las manos. Sus ojos fijos en ella con una intensidad que le dolía.
— Sólo quiero detenerte - Dijo Amy.
Ella lo miró a los ojos sin pestañear, pero su corazón latió con fuerza. No sabe si es el sentimiento entre el arrepentimiento o la culpa; hay un intento de forcejeo para hacerle una llave, pero Shadow logra detenerla.
— Tú debes detenerte ¡mira lo que hiciste! - Rugió Shadow.
Su mirada era tan mordaz que Amy sintió un escalofrío recorrer su espalda. Un empujón la tomó por sorpresa y Amy jadeó cuando sus pies se deslizaron en el suelo. Por un instante, Amy pensó que iba a caer, pero él la sujetó con fuerza para luego atraerla.
— ¡Lo siento! - Gritó ella — No me dejas otra opción - Ella respiró hondo antes de reunir fuerzas, y asestó un pisotón sobre el pie de Shadow cuando este la sujetó por lo hombros.
Juraría haber visto un destello de furia brillar en sus ojos antes de que la sometiera. Un fuego salvaje, una ira indomable que la dejó sin aliento cuando volvió al suelo y sintió su mejilla rasguñarse contra las rocas.
Él gruñó con enfado. Luego, presionó su cuerpo contra el suelo y Amy sintió un desconcertante dolor en el brazo derecho cuando Shadow le cruzó ambos brazos detrás de la espalda, ella aflojó la resistencia.
— ¡Ni un solo músculo! - Gruñó él — O dejaré de ser suave contigo - Shadow frunció en una mueca de advertencia mientras observaba, a escasos metros, la batalla entre Sonic contra los erizos.
Hubo un estruendo leve, Sonic contra Mephiles cuando el cobalto logró darle un puñetazo en el estómago.
— ¡Toma! - Escucharon un golpe seco y la voz pícara de Sonic resonaron al unísono — Estamos a mano, imbécil - Un guiño travieso adornaba su rostro, una burla evidente hacia su rival.
— No lo entenderías... - Amy se removió un poco debajo de él — ¡Pero tienes que dejarme ir! ¡Tienen que dejar de pelear! - Amy lo miró con una mueca de disgusto luego de ver a Mephiles mecerse, sus ojos brillaron con un destello de inquietud.
Shadow la miró fijamente a los ojos.
— No voy a permitir que me trates como a un idiota - Le dijo furioso — ¡Adelante, quiero escuchar otra excusa patética!
Un gruñido corrió por su garganta antes de que un estruendo retumbara en el suelo de nuevo, los dos giraron el rostro de forma casi instantánea, era Sonic siendo lanzado hacia el fondo de las escaleras del templo.
— Lucha como un pez - Dijo Mephiles apretando los puños luego de haberlo golpeado — Es escurridizo - exclamó con desagrado después de recibir una palmada de Evan en el extremo del brazo.
Hay una sonrisa burlona en Evan disfruta ver al cobalto golpeándose contras las escaleras mientras cae.
Y después... Evan y Mephiles se mantienen de pie arrogantes en la cima, cerca de las orillas de las escaleras donde han lanzado a Sonic. Sus miradas se fijan en Shadow, sus ojos brillando con una energía invisible pero desafiante.
Amy se ajusta en el suelo, levanta la barbilla y a pesar de que siente que el agarre de Shadow le aprieta hasta los pulmones, logra gritar.
— ¡Al portal, váyanse ya, rápido! - Su grito resuena en el aire mientras la fría presencia de Shadow se hace más liviana. Un jadeo escapa de sus labios y, con una rapidez, Amy atrapa el pie de Shadow justo antes de que se lance al combate.
Un golpe accidental con su zapato le lastima la barbilla a Amy de manera ruda. Los ojos de él se agitaron con algo de preocupación cuando la escuchó chillar, aún así, Shadow la empuja, aunque el movimiento fue menos brusco.
La bolsa de las esmeraldas se convierte en el nuevo foco de la batalla. Es Evan contra Shadow mientras forcejean, tirando cada uno hacia su lado. Un puñetazo y una patada surcan el aire, rozando la piel pero sin conectar.
Mephiles la mira por unos segundos, ella le hace una seña de que está bien cuando se levanta, aunque, pronto y a nada de que el vetado pueda ayudar a Evan, aparece Sonic para detenerlo.
— ¡Ahora si, esto se vuelve personal! - Rugió Sonic, hay un camino de sangre en su oreja izquierda hasta la mejilla, se aferra al pecho peludo de su oponente con una mano antes de que Mephiles se defienda, ya hay otra pelea.
Pero a Amy solo le interesa una.
Los movimientos de Shadow son como rayos, rápidos y precisos. Evan, por su parte, es como una fiera acorralada, luchando con una ferocidad desesperada. Amy era el ojo del huracán, observando con atención la batalla y esperando el momento oportuno para intervenir.
Ella inclinó su cuerpo cuando vio la bolsa de las esmeraldas dirigirse hacia ella, incluso sino era lo más inteligente, consciente de que podría recibir algún golpe se tiró por ellas, sosteniéndolas en un firme agarre.
Shadow asestó un golpe seco en el costado de Evan, seguido de un rápido gancho a la mejilla derecha. Evan, con reflejos felinos, contraatacó, rozando la cara de Shadow con su puño.
Shadow, sin perder la compostura, se agachó esquivando el golpe y barrió las piernas de Evan, con la intención de derribarlo. Evan, en un acto reflejo, realizó una acrobacia en el aire, girando sobre sí mismo para evitar la patada que Shadow le lanzó al caer.
Al aterrizar, Evan contraatacó con una serie de puñetazos rápidos y precisos. Shadow se defendió hábilmente, bloqueando los golpes con sus antebrazos y esquivando los más peligrosos. La pelea se volvió un frenesí de movimiento, con ambos luchadores intercambiando golpes y patadas a un ritmo vertiginoso.
— ¡¿Por qué quieres las esmeraldas?! - Shadow, buscando una ventaja lanzó una patada giratoria a la cabeza de Evan — De todo el grupo, ¡Tuviste que elegirla a ella!
Evan se agachó con rapidez para evitar el golpe, esquivándolo por un pelo. Un bufido escapó de sus labios mientras retrocedía, clavando sus ojos en Shadow con una mezcla de burla y malicia y dirigiéndose a la silueta de Amy por pocos segundos. Un hilo de sangre brotaba de un corte en su labio, que se limpió con un gesto despectivo.
— ¿Crees que te lo voy a decir? - Preguntó Evan casi de manera burlona, la mirada de Shadow es dura y rencorosa.
— Lo harás - Shadow entornó la mirada y se lanzó sobre Evan, intentó atraparlo en una llave. Evan, con la respiración agitada, luchó por liberarse, pero Shadow era más fuerte. Poco a poco, Shadow fue presionando a Evan contra el suelo, hasta que su rostro quedó a pocos centímetros del suelo.
— ¡Ya basta, Shadow! - gritó Amy, con un tono de voz que mezclaba la súplica con la autoridad. Alzó una mano en un gesto desesperado para detenerlo, pero Shadow la fulminó con una mirada gélida que la dejó helada. Su presencia dominante era como una tormenta a punto de estallar, y Amy podía sentir cómo la ira de Shadow amenazaba con consumirlo todo.
Justo cuando parecía que Shadow iba a ganar, Evan realizó un movimiento inesperado. Con un rápido giro, logró invertir la posición y se encontró encima de él. Acto seguido, le asestó un fuerte golpe en la cara que lo dejó aturdido.
Hubo otro sonido de golpe, Mephiles derrumbó a Sonic durante algunos segundos. El cobalto se tambaleó hacia atrás cuando volvió a levantase, aún aturdido por el impacto.
— ¡No... creas... que... ganaste! - Jadeó Sonic, con las palabras atorándose entre su lengua. Apenas podía sostenerse de pie, veía todo en vueltas.
El saco de las esmeraldas estaba sobre el suelo, Amy fue la única que logró sostenerlo antes de que Mephiles decidiera ayudar a Evan, el vetado se preparó para dar el golpe final a Shadow.
Pero entonces...
Un escalofrío recorrió la espalda de Evan cuando Amy lo agarró del brazo con brusquedad. La luz amarillenta del portal se debilitaba por momentos, y la eriza empujó con todas sus fuerzas a Evan y Mephiles hacia el inicio del portal.
— ¡No hay tiempo! - Gritó Amy mientras los empujaba con más intensidad — ¡Si no se van ahora, se quedarán aquí otra vez! - Fue inútil de parte de Amy creer que la pelea terminaría así.
Inesperadamente, el fugaz sonido de un Spin Dash a toda velocidad llama la atención de los tres. Amy logra ver todo en cámara lenta cuando ocurre el impacto, el ataque va dirigido especialmente para Evan y Mephiles.
La presión de una enrome mano aferrándose a su brazo la separó de los dos erizos, pero no lo suficiente, el golpe rebotó hasta en las rocas del portal. Sus pulmones de ahogaron en un pequeño grito y ella se tabaleó cuando Shadow quiso sujetarla, él quiso impedir que ella perdiera el equilibrio.
Al girar la cabeza, Amy entró en pánico.
En lugar de encontrarse con el pecho de Shadow, tropezó con la áspera roca de la entrada del portal. El costal de las esmeraldas le impedía usar las manos sostenerse, y sin tiempo para reaccionar, se vio cara a cara con el enorme vórtice amarillento.
Ella juró haber escuchado algo, lejanos y distorsionados, los gritos de Evan, Sonic, Mephiles y Shadow resonaban en sus oídos, como un eco perdido en el tiempo.
Un mareo la invadió mientras la luz del portal la envolvía por completo.
Un rugido ensordecedor resonó en sus oídos de nuevo, distorsionando la realidad a su alrededor.
Sintió náuseas y... su cuerpo se estremeció violentamente.
Fueron sólo unos segundos, después de sentir que giraba dentro de alguna especia de fondo lleno de agua. Fue extraño, ni siquiera quiso abrir los ojos.
Y un instante después, una fuerza la lanzó hacia delante.
Amy no tuvo tiempo de actuar. Rodó contra un suelo metálico cuando aterrizó, sintiendo cómo su estómago rebotaba contra su garganta. Un grito escapó de sus labios mientras sentía que perdía el suelo bajo su cuerpo. Abrió los ojos al tiempo que resbaló por unas pequeñas escaleras metálicas, la vieja chatarra golpeando su carne con brutalidad.
Las ásperas rebabas del metal le rasparon la piel, el sabor del vómito le llenó la boca, una mezcla de ácido y bilis que le provocó una arcada cuando golpeó contra el final de esas escaleras.
Vomitó sobre el suelo, no había mucha comida en su estómago de todas formas. Tosió con fuerza, sus músculos se tensaron por el dolor.
¿No era castigo suficiente?
Ella gruñó, su mirada acostumbrándose a este nuevo entorno.
Trató de recomponerse colocando sus codos como soporte, antes de encontrarse en un terreno desconocido.
Un aroma a polvo y metal llenaba el aire, nauseabundo y viejo. Observó su alrededor con ojos cansados, la luz tenue de las lámparas apenas iluminando el lúgubre espacio.
— ¿Shadow...? - Fue el primer nombre que mencionó. Si, había estado segura de haber escuchados sus gritos.
De repente, un sonido metálico resonó entre tanta chatarra, haciendo que Amy se congelara en su propio lugar. Su corazón latió con fuerza mientras se preparaba mentalmente para enfrentar lo desconocido.
Vio una sombra emerger del fondo de un contenedor como una mancha oscura, trató de levantarse, pero la vio moviéndose con una rapidez inesperada hacia ella, la fuente del sonido brutal al haber chocado con casi todo.
Ante la luz, el erizo se reveló como una criatura de pelaje plateado. Con unas gafas de aviador que reflejan parte del entorno, ocultando parcialmente sus ojos.
Él la miró por unos segundos, desconcertado antes de mostrar una mueca y alzar sus gafas, así ella puede ver el precioso color dorado de sus ojos.
— ¿Rose...? - Sus ojos danzaron sobre ella, la revisó antes de notar el bulto del saco en una se sus manos, fue cuando frunció las cejas y sus púas se erizaron — No, tú no deberías estar aquí - Dijo en tono agridulce.
— ¿Nos conocemos? - Dijo ella mientras fruncía las cejas también, y trató de alzarse. Pero el ardor en su cuerpo solo evocó en ella un gemido lastimero. Los ojos se le nublaron y los colores del lugar le mezclaron en un torbellino nauseabundo.
El cuerpo del erizo se inclinó a su nivel, sus rasgos se distorsionaron mientras ella luchaba por mantenerse. Las manos del erizo se posaron sobre sus hombros con una textura áspera de sus guantes.
La mirada del erizo reflejó una mezcla de preocupación y confusión. Su voz se llenó de urgencia mientras trataba de evitar que se levantara.
— ¡Hey! calma, no te muevas - Él la sostuvo.
Los ojos del erizo se abrieron con sorpresa al ver el brillo de las esmeraldas que se derramaban del costal al momento en que las manos de Amy perdieron fuerzas.
— Lo lograron... - Amy lo escuchó decir, un dije de emoción en su voz, él parecía estar pensando tantas cosas; ella desearía poder entender — ¿Dónde están ellos? ¿Por qué sólo estás tu? - Él regreso la mirada hacia ella.
Amy trató de aclararse la garganta, fue doloroso, un carraspeo antes de aferrarse a uno de sus brazos antes de sentir que su cabeza daba vueltas.
— Caí... vendrán... no lo sé - Fue lo que pudo responder antes de tener esa necesidad de mantener los ojos cerrados — Sé que no debería estar aquí.
Supuso que estaban hablando de Evan y Mephiles, y ella esperaba que fuera así.
El erizo pareció entenderle, pues su mirada dorada recorrió el rastro de desastre que había marcado su caída por las escaleras.
Por suerte, el portal seguía abierto.
Amy, siguiendo la mirada del erizo, se encontró ante un portal que la dejó perpleja. A diferencia de los portales que había visto antes, este parecía improvisado, construido con chatarra y rocas.
Un escalofrío de incertidumbre recorrió su cuerpo mientras se preguntaba en qué zona del universo se encontrarían. De pronto, sintió una presión en sus hombros que la hizo volver a la realidad. El erizo la miraba con una determinación inquebrantable, sus ojos fijos en las esmeraldas que brillaban con intensidad.
— No te preocupes - Dijo él con una sonrisa que no llegaba a sus ojos — Estoy seguro de que vendrán pronto.
Apenas había terminado de hablar cuando un sonido metálico resonó desde el portal, atrayendo la atención de ambos erizos. Sus miradas se elevaron de golpe.
Justo a tiempo para presenciar el espectáculo.
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