Localizador

La tierra, nuevo Mobius
Noche del robo, taller de Tails

— ¿No responde?.

— Seguramente se quedó dormida - responde Sonic al pequeño zorro, ahora acompaña a la pareja de enamorados dentro del taller mientras esperan la llegada de Knuckles para ir al museo.

Por la mente de Sonic, divaga la angustia, el sentir en su pecho un extraño alejo de su mejor amiga y compañera de la infancia, ciertamente un poco más que una amiga pero, ¿por qué siente que Amy ha dejado de prestarle esa atención?. Como si él ya no fuera su primer preocupación. 

Que egoístas podían llegar a ser sus pensamientos respecto a quién debería ser más importante para la eriza, desde hace ya tiempo sospechaba que algo pasaba en la vida de ella que para él era desconocido, se sentía melancólico y con la desesperación de sentir que debe perseguir a la eriza a donde sea.

Pero cada vez que intentaba permanecer a su lado, algo resultaba y aprendió por propia experiencia que si no quería sofocarla con su presencia, necesitaba darle su espacio. Durante esos días se volvió pensativo y recordó la forma en que Amy lo perseguía cuando eran más jóvenes. 

Esas pequeñas llamadas que le hacía a ella por el comunicador eran inmediatamente respondidas y ahora, pocas veces siendo esta el mejor ejemplo. 

— Puede ser, Amy ha tenido bastante entrenamiento - sonrió Cream con ternura.

— ¿Entrenamiento? - cuestiono Sonic un poco confundido, Cream sintió que había metido la pata, quizá Sonic no lo sabía y probablemente se molestaría pero, no hay nada de malo en decir la verdad. 

Tails la miró por detrás de Sonic, haciendo ademanes con sus manos para que no dijera nada fuera de lugar, Sonic no sabía todo el tiempo que Shadow y Amy pasaban juntos entrenando, solo una pequeña parte pero, el cobalto lo desconocía. 

— Emm... si bueno - mordió su pequeño labio inferior al mismo tiempo que sus orejitas se agachaban, la mirada verde de Sonic seguía atenta a la pequeña coneja — Ya sabes que los entrenamientos son duros, ¡si!. 

El erizo la miró con desconfianza, Cream nunca mentía, y cuando la conejita estaba a punto de rendirse y soltar toda la verdad, la puerta del taller se abrió y Knuckles entró con una marca de mano roja en su mejilla. 

— Lamento llegar tarde, me encontré con la bruja - cerró sus ojos sintiéndose avergonzado, Knuckles y rouge mantenían una relación entre amor y odio, donde el echidna o terminaba con besos o con golpes por parte de la murciélago. 

— ¿Rouge vino? - sonrió Tails con ganas de reír. 

— Se quedó en su departamento, primero me pidió que pasara por ella y después esto - señaló la marca — en fin, no irá porque se sintió indispuesta. 

El echidna no recibió más preguntas, no porque Rouge no fuera importante, si no que... aunque el equipo tuviera a dos miembros más que, anteriormente se podrían considerar como los viejos rivales, no había mucha confianza y la relación no era tan estrecha como meterse en los problemas personales de la chica y su amigo. 

Claro que están preocupados por Knuckles, pero conociéndolo, no dirá nada porque prefiere guardarse sus problemas. Él solo comparte varias palabras de sus preocupaciones con Amy y eso lo saben todos. 

Seguramente, si Amy estuviera aquí, no dejaría de hacerle preguntas al echidna.

— Cream, trae algo de hielo para la mejilla de este idiota - dijo Sonic, Cream obedeció yendo hacia el mini refrigerador del zorro en busca de una bolsita especial para golpes así, no precisamente para cachetadas, pero algo similar — tendrás que traerla hasta el museo y taparte, a menos que quieras que te vean el golpe. 

Cream volvió y le extendió la bolsa, Knuckles agradeció con un pequeño gesto de cabeza mientras se recargaba contra el sofá y se ponía la bolsa en la mejilla. 

— ¿Qué pasó?. 

— Robaron la esmeralda de la exposición, entre nuestras sospechas, Eggman podría estar implicado. 

— No podemos estar tan seguros - contradijo Tails encogiéndose de hombros. 

Knuckles frunció el ceño, ¡Lo sabía!, él nunca estuvo de acuerdo en que una de las esmeraldas estuviera en manos, siendo exhibida como si fuese un premio cuando en realidad, debía cuidarse y ser protegida por él o quedarse en el lugar donde pertenece. 

— No cualquiera es capaz de proteger una esmeralda - sus palabras fueron dirigidas con rabia — Debemos apresurarnos y encontrar al ladrón antes de que acabe en las manos de otro maldito villano. 

— Mientras sea Eggman del que estamos hablando, no hay de qué preocuparse - Sonic se muestra sin preocupaciones.

— Falta algo - mencionó el echidna al notar su alrededor, claro que faltaba alguien, una voz chillona y molesta que llega a hacerle todo tipo de preguntas — mejor dicho, ¿y Amy?. 

— Parece que la señorita está en un sueño embellecedor - respondió Sonic de mala gana, nuevamente esa sensación llegaba su pecho y no estaba dispuesto a discutir si la eriza los acompañaría o no. 

El resto de sus viejos amigos lo miraron abrir las puertas del taller para estirar un poco sus piernas antes de emprender marcha, la luna llena está en su punto, y el ladrón sigue con la esmeralda entre manos. 

Sostiene delicadamente la esmeralda en sus manos, admirando el brillante color que despliega la preciosa piedra. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, estaba un paso más cerca de completar su misión.

Pensó que con Amy no lograría nada, ante tales malos encuentros y discusiones que no parecían ayudarle a entenderla, era difícil. no era nada parecido a lo que él hubiera imaginado. 

Se sentó en la esquina de la cama del cuarto para admirar más de cerca la esmeralda, al tenerla por fin entre sus manos lo llenaba de satisfacción, de una pequeña paz que nunca antes había sentido, esa paz de saber que estaba haciendo las cosas bien y que quizá, con el paso indicado podría volver junto con Mephiles.

Sintió en su espalda una pequeña vibración, tanto que sus púas de la espalda se erizaron y bajó la esmeralda para prestar atención.

Giro la cabeza y observó la esquina de la pared cerca de la puerta, los ojos brillantes de Mephiles se veían entre la oscuridad mientras su cuerpo de humo volvía a la normalidad. 

— En otras circunstancias, consideraría esto como acoso - mencionó al acomodar su postura para estar erguido. 

Mephiles se acercó a la cama y estiró su mano, siendo Evan quien se la diera con confianza, aunque ese mínimo brillo también se fue de sus ojos al entregarla. 

— Te ves demasiado pensativo - mencionó con calma al sostener la piedra brillante. 

Evan no respondió, si no que su mirada giró a la ventana para contemplar la noche tranquila, una que antes no conocían. Su cuerpo se alzó de la cama hasta llegar al umbral de la ventana, moviendo con su mano la cortina para mirar el campo verde de fuera, el oscuro cielo y la luna que lo decora.

Lo entiende perfectamente, la preocupación de su amigo no es extraña, ese sentimiento en lo profundo de su ser entre acercamiento y desconcierto incrementa mientras cada hora pasa.

— ¿Estás pensando en ella? - sospechaba Mephiles al ocultar la esmeralda dentro de un cajón de la recámara. 

Evan volteó inmediatamente y lo fulminó con la mirada, criticándolo por ser tan mezquino y sin tener preocupación alguna por sus palabras. 

— No - mintió con cara fría — estoy pensando en los siguientes pasos. Cómo podemos encontrar las otras esmeraldas. 

Mephiles agachó la mirada, no quería incomodar a Evan con el tema y, tampoco era sano ni necesario mencionar a esa persona dentro de la casa de la eriza. ambos se mantuvieron callados hasta que a Mephiles se le ocurrió algo. 

— Si te interesa... - aquellas palabras fueron suficientes para causar intriga en la mente del joven erizo — entre las fotos familiares de Amelia, ví a un echidna, podría ayudarnos bastante. 

— ¿Quieres hablar con él? - la respuesta en su mirada era clara, no dejaría que Mephiles se arriesgara demasiado. 

— No precisamente - sonrió y antes de que su amigo dijera algo, lo interrumpió — tenemos a Amelia, que ella intente ayudarnos - ambos erizos sonrieron sin una pizca de malicia en sus planes. 

Día después del robo
Casa de Amy Rose

Ni siquiera la alarma la había despertado, su rostro estaba escondido entre las dos grandes y pachoncitas almohadas, sus púas echas un desastre y su cuerpo completamente cubierto por cobijas calientes. 

Ahora los rayos de sol ya no tienen efecto alguno que la ayude a despertar, aún peor, la desesperación de dos jóvenes erizos del otro lado de la puerta a la espera de que la dueña de la casa despierte. 

Entremos - se escucha la voz gruesa del erizo oscuro, Evan es el más desesperado y ganas le sobran de derribar la puerta. 

No deberíamos invadirla - contradice Mephiles interponiéndose frente a la puerta de madera. 

Entra como humo y haz que despierte - la eriza comienza a escuchar las "lejanas voces", y poco a poco se remueve de entre las almohadas, cuando alza la cabeza y sus párpados se abren hasta que el sueño desaparece, comienza a recordar los eventos pasados y la culpa que creyó, podía superar. 

¿Y que me mate después? , busca algo más original - Una pequeña risita se formó en sus labios cuando logró escucharlos perfectamente tras la puerta, aunque aquella sonrisa duró muy poco cuando la discusión se tornó cada vez más alta, su mente comienza a procesar el resto y se levanta tan rápido como su cuerpo cansado lo permite. 

Se aproxima a la puerta y al abrirla, el silencio llega y los dos erizos, uno frente a otro, miran a la Amy con el estilo natural de la mañana, las púas hacía arriba despeinadas, ojeras grandes y ojos rojos por llorar de la noche hasta la madrugada. 

 — Un buenos días estaría mejor - bosteza ella y se abre paso entre ambos para bajar por un poco de café con chocolate, azúcar por la mañana y cafeína, perfecta combinación para obtener energías. 

El par se quedó en el pasillo de arriba, dudando entre comentar algo o no sobre su aspecto, al menos ya conocían un poco el miedo que la eriza podía causar, definitivamente no molestarla sería lo esencial. 

Cuando Amy llegó a la cocina a preparar su bebida, Mephiles apareció en la barra para inspeccionarla, buscaba el momento adecuado para comunicarle las buenas y nuevas noticias de sus próximos pasos. Amy sintió la mirada en su espalda, ese pequeño escalofrío cuando sabes que alguien te observa y no lo dejará de hacer hasta que le prestas atención. 

— ¿Pasa algo? - se dio media vuelta cuando puso a calentar el agua en la tetera, Evan no tardó en bajar con un marco de fotografía en su mano derecha, por un momento ella pensó que habían roto uno de los cuadros, hasta que el erizo lo puso sobre la barra, completamente normal — Knuckles... - observó la fotografía, el echidna y ella en una competencia de boxeo hace un año.

Al principio no notó las miradas cómplices entre los erizos, hasta que el ambiente se puso algo tenso e incómodo fue que su razonamiento cayera en cuenta. 

— ¿Qué quieren con él? - su mirada se volvió afilada, Evan la conocía, claramente tenían que darle explicaciones y esa era la mejor parte, evitar que se encabronara. 

— Nada que no sea necesario - Amy torció los labios. 

— No puedo - les dijo dejando a ambos con cierto asombro en sus miradas, ni siquiera habían llegado a explicar y ciertamente, la eriza no estaba poniendo más de su parte — Knuckles me conoce un poco más que el resto, no puedo mentirle - le dirigió la mirada a Evan — no creo que puedan entender este lazo que tengo con él, pero es como si fuese mi hermano biológico, simplemente va a descubrirme. 

Evan se mantuvo callado, claro que no le agradaba su respuesta, a Mephiles no se le ocurría otra cosa. Los ojos jade de Evan sostuvieron la mirada preocupada de Amy, odiaba tener que doblegarse y por más que le gustaría obligarla, conocía muy bien esos ojos cuya respuesta positiva sería nula. 

Apretó sus puños y golpeó la barra de la cocina para distraerse de su mirada, no quería tener que volver a verla de esa manera. 

— ¿Otra idea? - expulsó Evan sin mantener rencor dentro de su tono — tenemos que averiguar dónde está el resto de las esmeraldas. 

— Espera, no se necesita de un echidna para encontrarlas - mencionó la rosada cuya mente elaboraba un plan — hace años Tails construyó un localizador de esmeraldas, en caso de que algo pasara pudiéramos encontrarlas fácilmente. 

— Puedo robarlo - mencionó Mephiles cuando la mirada oscura de Evan comenzó a encenderse con ambición, pero Amy negó apagando la estufa cuando la tetera comenzó a soltar vapor. 

— Iré yo - dijo ella — Tails tiene muchas trampas ocultas en las cercanías del taller, reconocen a desconocidos y activarás una alerta en su pequeño dispositivo y... perdóname pero, tu apariencia llama demasiado la atención. 

— Tiene razón - Mephiles giró su rostro hacía Evan — soy demasiado atractivo en esta dimensión. 

— Claro, muy atractivo - le respondió con ironía — ¿Aunque él vaya como humo? - Amy asintió, no le queda de otra más que confiar de nuevo en ella.

Pero si es descubierta, ¿qué excusa tendrá que usar?.

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