¿Líder o dictadora?

El Nuevo Mobius, ciudad en la tierra
Horas antes del robo

El oscuro color repleto de estrellas brillantes recubría el cielo por completo, su estómago gruñía con fuerza, hacía días que había dejado de comer.

No dejaba de revisar las imágenes en su computadora central, la pantalla casi era del tamaño de la pared; en estas se mostraban plasmadas las fotografías de algunas de sus máquinas, ubicadas en distintos puntos de la tierra.

Tampoco es que estuviera ocupado planeando un enorme plan para acabar con la rata azul, como solía llamar.

Las máquinas le habían avisado hace dos días la repentina actividad de una especia de destellos cerca del templo en la isla abandonada. ¿Por qué tenía máquinas ahí?, no fueron precisamente bien calculadas.

Su dos robots compañeros las habían colocado porque creían que ese templo ocultaba más de lo que a simple vista los investigadores pasados no pudieron encontrar.

Pero nunca tuvo la intención de buscar, sus robots enviados siempre terminaban perdidos porque la señal no era suficiente, algo extraño pasaba, por supuesto.

Pero arriesgarse a entrar y no poder salir para volver a su base, planear un nuevo ataque a sus archienemigos nunca más, sonaba a nunca y eso, no podía ser posible.

No existía el no hacer el mal en su vocabulario.

Entonces, las encontró.

De pronto su máquina se había encendido, una señal enviada desde aquella isla abandonada sin señal, ahora había enviado una y muy fuerte y corta, a su parecer.

— ¡Te tengo, pequeño amiguito! - su voz resonó con fuerza por la base. El eco de su maliciosa voz provocaba escalofríos.

Encontró la señal y, con esta, llegó el mensaje. Un vídeo de menos de cinco segundos. Movió su mouse hasta poder reproducirlo.

Ahí estaba, la señal de su robot, probablemente enterrado entre la arena. Su batería estaba en el límite de la duración.

En el vídeo se mostraba el sonido de las olas del mar, lo cual no permitía que otro sonido fuera captado; en menos de un segundo, apareció una misteriosa luz de color magenta. El brillo del color magenta fue reflejado por la cámara del robot. Si tan sólo pudiera mover la cámara del robot, giraría en dirección a ella.

Sin embargo, algo extraño ocurrió después. Un zapato blanco pisó en la arena, tan cerca de la cámara que el robot activó su circuito de pelea, pero al estar estancado en la arena no podía moverse. El misterioso dueño de aquel zapato, acercó su mano al lente, lo apretó hasta que se rompió y la grabación se detuvo.

— Interesante - una sonrisa macabra se dibujó en el rostro del Dr.Eggman. Tan malvado como sus viles intensiones.

La tierra, casa de Amy Rose
Presente

El aterrizaje fue desastroso, estoy sumamente molesta, ¿Y cómo no estarlo?. Justo cuando aparecimos nos revolcamos entre la tierra y el pasto, agregando que algunas rocas estaban en el camino.

El humo pronto se esparció, dejándonos ver por fin nuestro alrededor. Me quité la máscara negra en un instante, mis púas están levantadas y mi aspecto, ¡de espanto!.

Tengo la sangre seca del guardia de seguridad en la tela de mi mano, incluyendo pocas gotas en el pecho de lo que salpicó, de sólo recordar me provocan náuseas en el estómago y una fuerte opresión en el pecho que sigue sin desaparecer desde que desaparecimos.

— Ya pasó, tenemos la esmeralda - escucho la voz de Evan, tan despreocupado y eso es la gota que derrama el vaso.

— ¿Ya pasó?..., ¡¿qué significa eso para ustedes?! - hace pequeños segundos estaba tirada en el pasto, quejándome de la caída. Pero el enojo despierta mis sentidos y me dan fuerzas para levantarme y acercarme a ese par que no dejan de verme como si estuviera loca — Estuviste a apunto de matar a alguien y, ¿no sientes remordimiento?, ¿preocupación?. 

— Amelia... - dice Evan con cierto fastidio en su tono de voz, ¡que ni se le ocurra decir que estoy exagerando!. 

 — ¡No!, no quieran fingir que matar a alguien es algo tan normal - regaño a ambos como si fueran dos niños, me miro de pies a cabeza con bastante ansiedad y, no puedo evitarlo, mis ojos comienzan a humedecerse y mi nariz empieza a picar por lo roja que se pone cuando lloro — Lastimé a una persona totalmente inocente, tengo su sangre en mis manos..., ¡en mi maldito traje de ninja para Halloween!, y ustedes dicen que ya pasó.

Ninguno de los dos dice nada; el rostro de Mephiles deja mucho que desear, están inexpresivos, como si escucharme solo fuera para nada mientras ellos deciden cerrarse ante mis reclamos, ¿de esto se trata?. Tiro la mascara al suelo sin fuerza alguna, me duelen los brazos por habernos arrastrado en esos ductos, y seguramente tengo los nudillos lastimados. 

— Si van a quedarse aquí, tienen que seguir mis reglas - demando con autoridad, esto no puede volver a repetirse, mucho menos si alguna vez llegamos a estar frente a otras personas. 

— Mephiles hizo lo que creyó conveniente - Evan defiende a su compañero mientras sostiene la esmeralda en sus manos. Claro, y yo soy la mala de la historia ahora — Admito que... no tomó la mejor decisión, tienes razón - extrañamente se rinde tan rápido pero, me da cierto gusto que lo comprenda. 

— Creí que te haría daño - lo escucho decir con voz baja, con bastante confusión, como si antes creyera que estaba haciendo lo correcto — Estamos entrenados para matar a cualquiera que intervenga, al menos en nuestra dimensión, todo es diferente. 

Sorbo mi nariz mientras asciendo con la cabeza, limpio mis mejillas mojadas con mis manos cubiertas de tela tratando de tranquilizarme. 

Recupera la fuerza, Amy. Me digo a mi misma cuando me siento un poco más aliviada. 

— La vida aquí es diferente, si, y por eso tendrán que hacerme caso - vuelvo a recalcar antes de que sea demasiado tarde — Nada de muertes, no quiero tener que proteger a las personas de ustedes... 

Ambos me están mirando, y aunque Evan me agache la mirada, creo que han entendido el mensaje bastante claro y fuerte. 

— Lamento que hayas tenido que ver eso, Amy - las disculpas de Mephiles me llegan a reconfortar un poco, siento menos peso en los hombros. 

— Estaré bien, entremos antes de que alguien los vea - digo animándolos a entrar, por favor, ni siquiera sé de dónde saco el poco ánimo que me queda — Yo cuido las esmeraldas, cenaremos chocolate caliente. 

Las luces del taller son tenues, contrastan bastante bien con la madera con la que fue construido. Estaba dando los últimos toques al motor de la avioneta, sus dos colitas se agitaron contentas cuando lo logro, había terminado. Las noticias en la televisión resultan ser bastante aburridas, y solo siguen hablando del ataque pasado.

 Estaba listo, y no podía ocultar la emoción que tenía por llevar a Cream en un pequeño viaje hasta las montañas, quería pedirle lo que hace tiempo estaba pensando, darle un pequeño detalle por sus seis meses de relación. 

También sabía que la conejita estaba planeando algo, aunque ella nunca ha sido buena para ocultar secretos. No quería investigar porque quería que esta vez fuera una sorpresa para él. Las anteriores fueron fáciles de adivinar o encontrar. 

Escuchó tres pequeños toques en la puerta, se quitó los lentes y los guantes protectores, y se acercó a abrir. Era ella e inmediatamente, al verse, ambos sintieron una conexión de atracción bastante fuerte, su corazón casi rebota de su lugar aunque eso fuera imposible. 

— ¿Interrumpo algo? - sonrió con dulzura antes de entrar, sostenía una canasta pequeña con una servilleta azul cielo encima, Tails negó. 

— Tu presencia nunca está de más - suspiró el zorrito al dejarla pasar. 

Por suerte y por recomendación de su mejor amiga rosada, tenía siempre limpio el taller por si alguna visita llegaba, no querría tener que quitar la grasa del motor de los sofás ni las migajas de aperitivos de su mesa de trabajo. 

Ambos se sentaron en el pequeño sofá marrón, tenían esa sonrisa boba y romántica en sus rostros, y sus ojos, casi sacan chispas entre la hermosa escena. 

Ella se adelantó a abrir la canasta y, sacar un pequeño pero perfecto calzone calientito, se podía ver el humo caliente salir un poco, con las orillas doradas y el centro bastante grande y relleno. 

— Sonic dice que he engordado, me ha regañado bastante en las prácticas últimamente, ¿se deberá a tu maravillosa comida? - comentó al momento de sentir el hambre y su estomago rugir. 

— Sonic no tiene a alguien que le cocine todos los días - menciona ella sirviendo la cena para ambos  — él puede sobrevivir con su comida de microondas y listo, pero tú necesitas mucha proteína y comida verdaderamente buena. 

— Tu estilo de cocina es perfecto, me gusta bastante - admite él cuando toma su calzone entre manos, dando un enorme mordisco, siente todo el queso y la salsa de tomate casera que casi se desmaya del gusto 

— Gracias, cariño - ella se siente muy bien, de hecho, desde que están juntos se ha preocupado bastante por la comida, y constantemente algunas preguntas pasan por su cabeza, ¿habrá desayunado algo?, ¿estará entrenando?, ¿o Sonic lo está torturando con sus historias aburridas?  — Hablando de Sonic, ¿no lo notas más... alterado?.

Tails aún mastica su porción, pero traga rápido para poder contestar. 

— ¿Quieres decir más activo de lo usual? - ella le da la razón — está preocupado por el ataque, tampoco sabemos nada de Eggman desde hace meses y, croe que eso le come la cabeza. 

—Me gustaría poder hacer algo para ayudar - el tono de su voz es bastante triste — quisiera que Amy estuviese aquí, Sonic necesita un poco de apoyo. 

— ¿Y dónde está Amy?. 

La televisión se corta de repente, un aviso especial luce en la pantalla. 

IMPORTANTE ROBO AL MUSEO 
La esmeralda desaparece

— ¿Tienes el comunicador? - dice Tails con bastante preocupación.

— Siempre... - responde ella activando la señal de ayuda en su comunicador.


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