Capítulo 2x20: Problemas y arrepentimientos.

Capítulo 2x20: Problemas y arrepentimientos.

Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba, serás las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas. – Harriet Beecher Stowe

 

Claro, ¿cómo iba a ser de otro modo? Una se cambia de ciudad y al final todo acaba volviendo a ella. Puedes intentar ocultar tus problemas, pero nunca puedes evitar que estos acaben volviendo.

- ¿Qué hacéis aquí? – le pregunté a Sam refiriéndome a él y a Jake.

Sabía perfectamente porque estaba aquí Marcos, como siempre, la suerte nunca estaba de mi parte en lo referente a él, ¿pero ellos? Ahí estaba totalmente perdida.  

- Bueno, cuando le pediste el teclado a Jake y dijiste que tenías que tocar en una fiesta, investigamos un poco y nos enteramos de la fiesta en busca de patrocinadores. – dijo Sam con un tono de voz como si fuese obvio.

- ¿Cómo no nos dijiste antes, Anne? – preguntó ahora Jake. - ¿De que me sirve ser el hijo del dueño de una gran empresa, si no me puedo gastar el dinero en ayudar a los amigos?

Ni siquiera me dio tiempo a contestar, Gerard se presentó a mi lado para felicitarme por mi actuación y para interesarse por las personas con las que estaba hablando.

- Mira Gerard, te presento a unos amigos de Nueva York, ellos son Sam y Jake. – dije señalando a cada uno. – Él es Gerard, el Gerard de “Gerard School Musical”.

Se saludaron cordialmente y hablaron amigablemente sobre la actuación y los motivos por los que Gerard ya no bailaba, siendo claramente, un bailarín excepcional. Pero entonces de repente Jake se echó mano al bolsillo interno de su chaqueta y le dijo:

- Me gustaría colaborar de forma activa con esta escuela. – dijo entregándole un cheque.

Me asomé por encima del hombro de Gerard para ver la cifra y casi me caigo encima suya del susto.

- No puedo permitírtelo. – dije recibiendo un pequeño pisotón de Gerard.

Jake se empezó a reír y yo no tuve más remedio que agarrarle del brazo y llevármelo al interior de una de las futuras aulas de la planta baja. Al menos aquí no recibiré ningún pisotón de nadie.

- ¡Te has vuelto loco! ¿Quinientos mil dólares? ¿no crees que mi deuda contigo ya es demasiado grande como para que la amplíes a cifras inalcanzables?

Me acogió cuando creí que todo estaba perdido, apenas me dejó pagarle un alquiler ridículo y siempre estuvo ahí, ¿y ahora esto? ¿cómo iba a poder devolvérselo todo?

- Es una inversión, piensa que tan solo estoy haciendo mi trabajo.

Le miré con la ceja alzada y con mirada de incredulidad. No me creía lo que me decía y era imposible que lo viese como si estuviese haciendo una inversión a largo plazo. Claramente daba el dinero porque yo estaba aquí, si no me hubiese elegido Gerard para ayudarle con su escuela, esto no estaría pasando, él no tendría la necesidad de “donar” quinientos mil dólares. 

- ¿Crees que soy imbécil?

- ¿Crees que no te ayudaría con todo lo que pudiera?

- Pero no entiendo porque.

- No es necesario que lo entiendas, tan solo que seas feliz.

“¡Oh!” De repente todo lo relacionado a Jake quedó tan claro como el agua. Mi mente viajó un mes a tras, cuando aún no sabía nada de la nueva escuela, justo unas horas antes de saber que mi vida iba a volver a cambiar, ese momento en su sofá, él tan cerca, el deseo en sus ojos y como a pesar de que quería besarme, decidió dejarlo en un abrazo. Jake sentía algo por mí, algo tan grande que le hacía querer donar quinientos mil dólares sin esperar nada a cambio.

El descubrirlo me causó un pequeño shock que me hizo mirarle completamente inmóvil. Aunque él sintiese algo por mí, él, precisamente él, el chico más ligón de todo Nueva York, nunca había intentado nada conmigo. Aún recordaba esa frase de “la competencia me ha desanimado”, refiriéndose a Sam y Marcos. Pero aunque eso me lo dijo en los Hamptons, nunca había sido verdad al parecer, nunca se había desanimado, simplemente parecía saber que yo no era para él, algo imposible.

- ¿Estás bien? – dijo tras su paciencia de varios minutos viéndome mirarle completamente inmóvil.

- Define bien. – dije soltando una pequeña risa en forma de suspiro.

No, definitivamente bien no era la palabra. Marcos estaba aquí, Sam estaba aquí y ahora esto de Jake. Si el universo me tiene preparado algo más, le pediría que lo reservara para mañana, hoy ya había llegado a mi límite.

- ¿Es por Sam? – preguntó

- ¿Por Sam? – pregunté con un tono agudo en forma de histeria. - ¿Es qué no has visto al tercero en discordia? Marcos está aquí.

Jake fue hacia la puerta y la abrió lo suficiente como para meter la cabeza y mirar a la sala. Tardó como un par de minutos, pero al final cerró la puerta y me miró con una risa picarona en su rostro.

- ¿Por qué le has invitado? – me preguntó intentando aguantarse la risa.

- No veo cual es la gracia, Jake. Además, yo no le invité, el destino me odia y ha decidido que la empresa que se encargue de la reforma del edificio, sea la misma en la que trabaja él. – sentía las ganas de pegar a alguien o a algo, era como si mis músculos me pidieran liberar la tensión que estaban generando a causa de la situación.

- ¿Y qué te ha dicho? ¿te ha dado una explicación de por qué no te ha llamado? – su interés parecía real, aunque seguía habiendo un toque de burla en su tono. ¿Dónde estaba la gracia? No lo entiendo.

- No… ni siquiera hemos hablado, tal vez le haya dicho algo para espantarle. – dije ahora con una mueca de medio arrepentimiento.

Básicamente le había insinuado que no le quería aquí. Pero ¿arrepentimiento? ¿cómo podía arrepentirme después de todo? Vino a Nueva York con la clara intención de conquistarme. Después se apuntó al viaje a la montaña, donde claramente me dijo que me amaba, que me esperaría hasta que me decidiera, que respiraba por mí. Y cuando por fin me consigue, tiene que irse para no volver a saber nada de mí. Ni siquiera un mensaje, una llamada, una carta,… nada, como si se lo hubiese tragado la tierra hasta ahora.

Y aún así, me arrepentía de haberle dicho esa frase de “Aquí no hay nada más que ver”, refiriéndome a él. ¿Cómo era tan estúpida? ¿cómo podía seguir sintiendo cosas por él?

- Anne, no te arrepientas de no haber hecho todo lo posible. – dijo de repente Jake cogiéndome de las dos manos y acercándose a mí. – Habla con él, grítale, pégale si es necesario, pero no te quedes en esta sala sin hacer nada.

¿Por qué? ¿por qué mi corazón no podía latir un poco por él? Sería tan perfecto, siempre sabiendo que decirme, siempre estando en el momento oportuno y ofendiéndome todo lo que tenía para ayudarme. Él era el amigo perfecto y yo la amiga más cruel, que a pesar de acabar de descubrir sus sentimientos hacia mí, yo seguía hablándole de mis sentimientos hacia otros.

Me abrazó durante un rato y después me empujó hacia la puerta para animarme a ir con él.

El ambiente en la sala era muy distinto, habían subido la música, las bandejas con comidas habían sido sustituidas por bandejas con bebidas, todo parecían cócteles elaborados y de diferentes colores llamativos. La gente se agrupaba cómodamente por los laterales del improvisado salón de fiestas, para dejar la zona del centro como pista de baile para aquellos que se animaran a ello.

Fui directa a Gerard, ya que él tenía el cheque que le había dado Jake. Estaba al otro lado de la sala, apoyado en una columna y riéndose junto a Bruno, su pareja. 

- Dime que no le has convencido para que lo retire. – me dijo con una sincera preocupación.

- No me parece bien, pero no he conseguido disuadirle.

- Me gusta tener a un amigo tuyo entre nuestros socios, Anne. Creo que hace de esto algo más especial.

- Sí, aunque no me gusta tener que deber tanto a gente a la que quiero.

- Mejor a la que quieres que a la que no. – dijo Bruno con su amplia sonrisa y arrastrando a Gerard hacia la pista de baile. – Vamos a ver que sabes hacer con un sangre latina.

Los dos se fueron hacia la pista y bailaron sin que nadie les prestara una especial atención. No entendía porque no había presentado a Bruno como su pareja, estamos en San Francisco, capital gay por excelencia.

- Preciosa, me siento muy orgullosa de ti. – dijo la voz de Sam en mi oreja.

El vello del cuello se me puso de punta y mi corazón palpitó más rápido por un momento. Sam, mi Sam, mi gran amigo que me ofreció una alfombra roja para llegar a este país, dándome tantas facilidades y quitándome todos los miedos. Debía tanto a tanta gente, que solo de pensarlo me hacía amarles por agradecimiento.  

- Sam, - dije abrazándole y apretándole tanto que sentía que se uniría a mí por siempre y no me dejaría aquí sola.

- Yo también te echo de menos. – me dijo devolviéndome el apretón. - ¿Cómo te va todo por aquí?

- Muchas audiciones, mucho polvo de las obras y muy poco tiempo libre.

- Entonces bien, ¿no? – dijo burlándose.

- Me encanta, Sam. – dije sinceramente. – Aún no han empezado las clases y ya estoy emocionada con todo. Ni siquiera te puedes hacer una idea de la cantidad de gente que se ha presentado a las audiciones. Será todo un éxito.

- Me alegro tanto por ti. – dijo volviéndome a abrazar. – Además, creo que suena tonto decirlo, ni siquiera me siento la persona indicada para hacerlo, pero me siento orgulloso de hasta donde has llegado. Mira a tu alrededor, - dijo abriendo los brazos señalando la improvisada sala y los elegantes invitados. – esto es grande y aún no ha empezado.

Mis mejillas se ruborizaron de inmediato. Es cierto, no tenía porque sentirse orgulloso de mí, no pertenecía a mi familia, era un amigo de dudoso estatus, era quizás la persona más importante que ha pasado por mi vida, pero también era mi ex, uno con el que no acabé muy bien, uno al que le hice daño. Y aún así, aquí estaba, sintiéndose orgulloso de mí como si fuéramos hermanos. Y yo le quería tanto por ello, sus palabras eran como un plus extra de positivismo.

De repente volví a verle, al otro lado de la pista de baile, mirándonos fijamente y con una pequeña oscuridad en su mirada. ¿Acaso creía que Sam y yo volvíamos a estar juntos? Debía haberos visto abrazarnos y dado nuestros antecedentes, no era raro pensarlo. Así que sonreí con algo de malicia, al menos sufriría un poco, aunque lo que sintiera por mí ya no fuera lo mismo, dado que se fue sin decir nada y eso no ha parecido importarle, seguro que no le hacía mucha gracia pensar en ello.

- ¿Me explicas porque está aquí Marcos? – dijo Sam percatándose de su mirada también.

- ¿Acaso puedo explicar el porqué estás tu aquí? – pregunté irónicamente. – Pues esto es exactamente igual.

- ¿Qué ha pasado entre vosotros? – su curiosidad no parecía estar marcado por los celos, lo que agradecí. Quizás podamos acabar como amigos, en el futuro.

- Y si le pongo yo al día y tú te vas a hablar con él. – dijo Jake apareciendo de repente.

Esta era la segunda vez que me animaba a hablar con Marcos, pero mis piernas no parecían tan convencidas como la primera. Tampoco la situación ayudaba, Jake, Sam y yo mirándole desde el otro lado de la improvisada pista de baile, sin cortarnos ni disimular. Y él devolviéndonos la mirada de forma poco agradable.

Al final noté dos manos en mi espalda que estuvieron apunto de tirarme de bruces pero que consiguieron hacer a mis piernas andar.

Como a mitad de camino entre él y mi lugar de origen en la sala, Marcos puso una sonrisa torcida y vino decidido a por mí. Su pelo castaño estaba más largo que la última vez que le vi, lo que hacía que algunos rizos le cayeran por la frente de forma descuidada, pero atractiva. Su traje, completamente negro, le daba un porte a mafioso, que hacía que me temblaran las piernas. Pero lo peor eran sus ojos, como me miraban con pasión y deseo. ¿Cómo iba a gritarle o a pegarle, así? ¿cómo iba a resistir la tentación de lanzarme a sus labios?  

- ¿Me concederías un baile? – dijo estirando su brazo hacia mí y haciendo una ligera reverencia.

Agarré su mano y la corriente pasó entre los dos haciendo que mis piernas temblaran de nuevo. Me agarró por la espalda en el momento en que mi cuerpo empezaba a tambalearse y me apretó a él con energía.

¡Dios! Esto iba a ser muy difícil.

- Estás preciosa. – dijo mirándome directamente a los ojos.

Hay que decirlo, es lo justo, con tan solo dos palabras me derretí ante él. ¿Cómo podía tener este efecto sobre mí?

- Gra… gracias. – tartamudeé. Me aclaré la garganta en busca de un poco de autocontrol - ¿Cómo has acabado aquí? – dije intentando controlar mi respiración entrecortada.

La sala parecía haber desaparecido a nuestro alrededor, tan solo la canción “Say Somthing” del grupo “A Great Big World” ponía hilo musical a nuestro momento.

- ¿Y me lo preguntas tú? ¿Qué ha pasado con la Julliards? – dijo haciéndome girar sobre mi misma y volviéndome a coger entre sus brazos.

Aquella pregunta me hizo regresar a la tierra, bajar de esa nube de ensueño en la que me había subido con su sonrisa y sus brazos acogiéndome.

- Quizás, si hubieses mostrado un poquito de interés, te habrías enterado de las nuevas noticias. – con esa frase mis pies se pararon en seco, se avecinaba una crisis, que conociendo nuestros temperamentos, acabaría en un show extra para el resto de los invitados.

Así que cogí la mano de Marcos, intentando ignorar la reacción de mi cuerpo ante su contacto, y le llevé a la misma sala en la que minutos antes había estado con Jake, solo que ahora se avecinaba tormenta.

Cerré la puerta y me apoyé sobre ella mirándole, mirando sus ojos curiosos y a la vez con cierto temor. Se acercó a mí, demasiado para que mi respiración fuese solo mía. Sabía lo que quería, es más, una parte de mí también quería hacerlo, pero ese beso no podía llegar, no, nunca más.

Me separé de él y puse toda la sala de por medio entre él y yo, una distancia ridícula para que dos adultos mantuvieran una conversación civilizada, pero lo necesario para mí y mis tentaciones.

- ¿Crees que puedes llegar aquí como si nada hubiese pasado?

- ¿Qué es lo que quieres de mí, Anne? Te recuerdo que fuiste tú la que me animaste a venir.

Casi teníamos que chillar, por lo que él se acercó unos pasos más para dejar mi estúpido comportamiento a un lado.

- Yo no te dije que desaparecieras, ni que olvidaras llamarme ni escribirme. Ni siquiera un “he llegado bien, Anne”.

- ¿Acaso piensas que esto ha sido fácil para mí? ¿Qué es fácil dejarte?

- Pues al parecer sí que lo es. – contesté con una ceniza sonrisa.

¿Qué era lo que quería decirme? ¿qué el no hablarnos era lo mejor? ¿qué era por su bien? Entonces recordé el dolor de esa primera semana sin él, como apenas era capaz de levantarme de la cama, de ni siquiera poder respirar. Recordé como me presenté a esa audición, con el corazón roto y una canción que así lo demostraba.

No podía decir que él me había provocado ese estado al cien por cien, pero si hubiese sabido de él, si hubiese sabido que le importaba, que me quería aún estando a miles de kilómetros de distancia, quizás mi corazón no hubiese sufrido tanto.

- ¡Anne! – dijo con un suspiro desesperado. – Ni siquiera entiendes hasta que punto…

Pero se detuvo, ni siquiera me imaginaba lo que quería decirme, por lo que me era muy difícil entenderle.

- ¿Cuánto te quedas en la ciudad? – dijo ahora con un tono de derrota y tristeza en su voz.

Escucharle así me paró el corazón. ¿Acaso quería irse? ¿Esto era todo lo que tenía que decirme al respecto? ¿Cómo iba a entenderle si no me hablaba?

Pero ahora tenía que decidir si quería contarle la verdad sobre lo que hacía aquí y sobre el tiempo que iba a quedarme. Podría mentirle, decirle que me iba en una semana y esperar a ver su reacción. Pero, ¿qué pasaría entonces? ¿qué pasaría cuando pasado esa semana, él me siguiera viendo por aquí?

- Gerard fue uno de los jueces de la Julliards. – dije decidiendo contarle toda la historia. – Hice mi prueba, pero mientras me valoraban, me di cuenta que era una escuela demasiado pretenciosa para mí. Allí la gente aspiraba a cosas en las que yo no estaba interesada. Por no hablar de que parecía la madre de todos.

- Eso no me lo creo. Ni siquiera aparentas tu edad, Anne. – se burló de mí. La tristeza seguía en su tono de voz, pero ahora lo disimulaba con una forzada sonrisa.

- Gerrard me llamó y me habló de su proyecto de escuela y de que su intención no era traer a los mejores, sino a los que más ganas tenían de vivir del arte. – llegaba al punto clave de todo, a lo que iba a contestar a su pregunta, y una extraña luz se posó en sus ojos. ¿Esperanza? – Me propuso ser su segunda al mando de este centro y bueno… acepté.

- Entonces, eso quiere decir… - dijo sin concluir la frase, como si al decirlo en voz alta, fuera a gafarlo.

- Lo he dejado todo en Nueva York, mi trabajo, el piso de Jake, a Jake y a Sam…

- Bueno, ellos parecen seguirte. – dijo señalando la puerta que daba a la fiesta. Yo no dije nada y él aguantó unos minutos para hacerme su siguiente pregunta, supongo que analizaba toda la información que le había dado. - ¿Cuánto tiempo llevas en San Francisco?

- Un par de semanas.

- ¿¡¿QUÉ?!? – preguntó gritando. - ¿Llevas dos semanas aquí y no has llamado?

- ¿Llamar? ¿Llamar a quien, Marcos? – mi enfado volvía. - ¿Llamar al que no da señales de vida? ¿A quien me dijo que me amaba más que a nada en el mundo? Y yo como una tonta me lo creí, te volví a abrir mi corazón por segunda vez y por segunda vez, me quedé con ese corazón hecho trizas para que lo recompusiera como pudiese. No Marcos, por tercera vez no.

- Anne, ¡ES QUE TE AMO! – dijo ahora gritándome y acercándose a mí de nuevo.

Su respiración volvía a unirse con la mía, sus manos me sujetaban los hombros evitando cualquier movimiento por mi parte y yo solo podía pensar en una cosa, ¡no, por favor!

- Po… podemos ser amigos. – dije intentando contener las lágrimas de impotencia.

Y fue lo que tenía que decir para que se alejara un poco de mí y dejara que el aire corriera entre los dos, despejando un poco mi mente.

- ¿Amigos? – preguntó con cara de asco.

- Quizás nos cueste, pero podemos intentarlo. – su reproche era presente en su cara, por lo que quizás debía exponer más mis razonamientos. – No somos buenos, Marcos. Nos hacemos daño el uno al otro, sin querer, eso está claro, pero sufrimos.

- ¡Olvídalo, Anne! – dijo de forma seca y cortante. – No quiero ser tu amigo. Quiero ser muchas cosas tuyas, pero tu amigo es lo que ni siquiera aparece en la lista.

Y tras decir eso, se acercó los pasos que le faltaban y me besó con furia y necesidad.

Ni siquiera me dio tiempo a esquivarle o a evitarlo, tan solo me quedó el disfrutar de aquella sensación y rezar porque no me atormentara por la noche.

Su aliento calido entraba dentro de mi inundando mi cuerpo con su calidez y sus brazos me apretaban con fuerza para evitar que pudiera moverme hasta que él lo decidiera, o quizás fuese para sentirme más cerca de él, no lo sé, solo sabía que esas dos sensaciones era las que sentía yo ahora mismo.

Y de repente se paró, tan rápido como había venido. Aquel latigazo me hizo soltar un gemido de dolor, como si al separar sus labios, se hubiese llevado parte de mí por la brusquedad. Entonces, sin decir una palabra, dio media vuelta y salió de la habitación.

Intenté seguirle de inmediato, pero mis piernas trastabillaron y apunto estuve de caer. Para cuando conseguí llegar a la puerta de la futura aula, Marcos había atravesado la pista improvisada de baile y hablaba con alguien al otro lado. La gente pasaba por medio y una columna mal puesta, me impedían ver con quien hablaba de forma tan seria.

Estaba decidida a que la cosa no se acabara con aquel beso, aún no habíamos llegado a ningún acuerdo. ¿Qué era lo que quería? ¿qué era lo que iba hacer? Me había quedado claro que no quería ser mi amigo, pero entonces ¿qué? ¿se acababa todo aquí? ¿para siempre? Por algún motivo mi mente ni siquiera procesaba esa última pregunta, por lo que mi decisión era aún más clara a encararme a él, sin importarme montar un espectáculo delante de todos los invitados de Gerard.

Llegué hasta la columna chocando con algunas personas que bailaban de forma descontrolada. Para cuando llegué a ella, tan solo estaba Jake hablando tranquilamente con Gerard y Bruno.

- ¿Dónde está? – pregunté con exigencia en la voz.

- ¿Dónde está quien? – preguntó Jake como si no supiese que le preguntaba.

- Sabes de quien te hablo, estaba aquí hace un segundo. – su mirada parecía indicar que no tenía ni idea de quien le hablaba. – Marcos, estaba ahí. – dije eso último señalando el lugar donde le había visto.

- Se ha despedido y se ha ido, Anne. – dijo ahora zanjando el tema, actuaba como si les hubiese interrumpido una conversación interesante con mis tontas exigencias.

- ¿Por qué no bailas conmigo, Anne? – me preguntó Bruno con cara de estar aburriéndose al máximo.

Hice lo que pude para animarle, pero dado mi estado actual, tampoco hice un buen trabajo. ¿Se había ido? ¿Y si ya no volvía a verle? ¿y si ese beso había sido un beso de despedida? No quería ser mi amigo y yo no podía dejar que fuese algo más, ¿o sí?

No, mi corazón ya no aguantaría otra decepción más, ni siquiera sabía como me iba a recuperar después de lo de hoy, sabía perfectamente que esta noche apenas podré pegar ojo, que mi mente me acorralará con recuerdos, quizás más vividos de los que lo fueron en realidad, pero también más dolorosos. Sabía que esto iba a pasarme factura.

~ ~ ~ ~

“¡Esta aquí! ¡Ella está aquí!”

Me sentía eufórico, a pesar de su insinuación estúpida de que fuéramos amigos o de su bien presente enfado hacia mí, ahora por fin teníamos una oportunidad real de estar juntos y tan solo tenía que seguir haciendo lo que ya llevaba haciendo desde que la conocí, volver a conquistarla.

Sé perfectamente lo testaruda que es, pero yo tampoco me quedo corto, me niego a no intentarlo, me niego a convertirme en uno de sus estúpidos amigos que están deseando que ella se fije un poco en ellos para lanzarse a por sus labios. Ella es mía y si no lo llega a ser, ni siquiera podré estar cerca suya sin sentir esa sensación de posesión. Nunca podremos ser amigos, nunca me abrazará buscando el consuelo de un amigo, como había hecho con Sam esta noche, ella me abrazará para demostrarme su amor.

Caminaba por las calles de San Francisco sin ningún rumbo fijo, tan solo esperando que mi mente se organizara y así decidir cual sería mi siguiente paso. Pero antes de que eso pasara, el teléfono de mi bolsillo empezó a vibrar y al sacarlo, el nombre de Sam llenaba la pantalla.

- Hola. – dije sin saber muy bien como contestar.

No había hablado con él desde… ¡buff! Desde Nueva York, cuando le “quité” a su chica. Y hoy en la fiesta, ni siquiera nos habíamos saludado.

- ¿Dónde estás? ¿podemos vernos?

- ¿Ahora?

- Si puedes, sí.

- Hay una cafetería abierta cerca de la fiesta, a dos calles. ¿Quedamos ahí? – propuse al estar viéndola en estos momentos.

- De acuerdo.

Le di unas indicaciones más precisas y en menos de diez minutos, ya estaba en la puerta de la cafetería. Yo aún no había entrado, por lo que nuestro encuentro se realizó en la calle.

No nos abrazamos, ni siquiera nos dimos la mano, solo un movimiento de cabeza que vaticinaba el ambiente tenso que había entre nosotros.

- ¿Cómo te va todo por aquí? – me preguntó sin haber decidido aún si quería entrar a tomar algo o si por lo contrario, seguíamos en la puerta plantados.

- Mejor de lo soñado. ¿Y a ti? ¿qué tal todo por la gran manzana?

- Hay cosas que siguen como siempre, y otras que parecen estar llegando a cosas nuevas. – dijo con una sonrisa. 

Le conocía lo suficiente como para saber que esas cosas nuevas era una mujer, puso la misma sonrisa cuando me contó que había conocido a una chica por Internet y que le había invitado a pasar una temporada en Nueva York. En el fondo siempre supe que ese acuerdo al que llegaron de no tener nada entre ellos, él ya lo había incumplido antes de que llegara. ¿Por qué si no iba a invitar a una desconocida a vivir con él?

- ¿Quién es ella? – pregunté poniendo una sonrisa picarona.

- Mi secretaría. – contestó con una nueva rojez en sus mejillas. Entonces meneó su cabeza para quitarse los pensamientos que pasaron por ella y dijo: - Pero no es de mí de quien quiero hablarte, ni de mi secretaría, sino de Anne.

- ¿Anne? ¿Realmente quieres que hablemos de ella? – pregunté sorprendido.

¿En serio? ¿quería hablar de la mujer que nos había hecho distanciarnos como amigos? No podía evitar estar sorprendido, ya bastante sorprendente había sido que me llamara a mitad de la noche para quedar y hablar, como para que encima lo hiciera sobre Anne.

- Al margen de cómo me pueda sentir, creo que sois los dos unos completos imbéciles. – dijo remarcando bien en la palabra “imbéciles”.

- Sí claro, tú no te cortes…

- Pero es la verdad. Ahora estáis aquí los dos, podéis intentarlo, o al menos hablarlo.

- Ya se ha hablado suficiente, Sam… Ella quiere que seamos amigos y yo no puedo ser su amigo. – dije pensando que quizás esto no fuese de su incumbencia.

¿Cuánto hacía que no hablábamos? Hablar de verdad, no divagar sobre cualquier tontería. Hacía tanto que ya ni me acordaba. ¿Y ahora me dice esto? Entendía que se preocupara, pero debía dejarnos hacer a nosotros.

- Creo que ella aún no ha pensado que es lo que quiere.

- Pues yo creo que si que lo sabe, al menos sabe lo que no quiere, y lo que no quiere es sufrir. – dije muy a mi pesar.

Había que reconocerlo, la postura de Anne era tan lógica como entendible. Ni siquiera me imagino lo que habrá sido para ella que me fuera dos veces de su lado, al fin y al cabo, yo era el que la dejaba, el que se largaba de su lado. ¿Se habría sentido abandonada?

Pero por eso estaba mi plan, ella debía entender lo mucho que la necesitaba a mi lado, lo mucho que me obsesionaba estar con ella, besar sus labios, agarrar sus manos…

- ¿Qué vas hacer para recuperarla, Marcos? – dijo intuyendo que tenía un plan.

Entonces puse una de mis sonrisas maliciosas y se lo conté todo, le conté mi plan y para cuando terminó, dijo:

- Prométeme que seré el padrino de tu boda.

- Ya veremos… - dije golpeando su hombro.

Ahora ya solo me quedaba prepararlo todo. Iba a ser una noche muy larga… 

*-*-*-*-*-*-*-*

Y aquí un capitulo más... o uno menos para el final... u.u jajaja!! ya me da hasta pena que lo leáis, como siempre, no quiero que se acabe... 

Bueno, este capi va dedicado a una seguidora de mi Saga Elementos, Malena Martinez, que como ya no puedo dedicarte un capítulo de ellos, pues te lo dedico de este (no creas que no leo tus comentarios jajajaja!) Gracias por todo :D

Marcos va a por ella, eehhh!!! jajajajaja!

Bueno, ya saben, si les gustó pulsen la estrellita y dejen algún comentario de que les pareció... Abrazoss!!!

P.D. Pongo el video de la canción mencionada en el capi... (solo para los que lean por web, para app aún no se puede, sorry!!)

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