Capítulo 2x03: ¡tick tack, tick tack! Se te acaba el tiempo.
Capítulo 2x03: ¡tick tack, tick tack! Se te acaba el tiempo.
El tiempo pasa para todos, a veces es lento y aburrido, pero en otras ocasiones, las mejores ocasiones he de decir, pasa tan rápido que cuando te paras a pensar, sientes tanto vértigo que tienes que sujetarte.
Para Anne, hacía ya dos meses desde su cita con Sam y en todo ese tiempo, no ha parado a pensar ni un segundo. Su relación iba tan bien que no quería detenerse, su vida parecía fluir como el agua que rodeaba la isla de Manhattan y, con esta actitud, no recordaba que hacía casi cinco meses que no veía a Marcos.
- ¿Te has dado cuenta de en que mes estamos? – le pregunté a Sam algo asustada.
No podía creérmelo, estábamos en Abril. En apenas mes y medio serían las pruebas de la Juilliard y de repente me sentía perdida y sin preparación, era como si no llevase cuatro meses yendo a clases de perfeccionamiento o como si no supiese tocar.
- Abril. – contestó confuso.
- ¡Solo falta mes y medio! ¿Cómo ha podido pasar el tiempo tan rápido? – estaba al borde de la histeria, sentía un ligero mareo y la cabeza parecía darme vueltas.
Sam pareció entender lo que me pasaba y me acunó entre sus brazos, los cuales siempre me hacían sentirme como en casa. Ya le había hablado de la prueba en la Juilliard, pero hasta ahora no me había dado cuenta de lo poco que faltaba.
Entrar en la Julliard sería un gran paso para mi carrera musical, podría tocar en anfiteatros, representar piezas de los más grandes o lo que más ilusión me hacía, componer mis propias obras y sacar un disco de mi propia música. Componer siempre me ha costado, pero la Julliard me enseñaría a hacerlo mucho mejor.
- Lo harás genial. Eres buena y lo sabes. – dijo mientras me daba dulces besos en la oreja.
Nuestra relación había mejorado mucho, sobretodo la parte física. Cada vez que estábamos como ahora, abrazados sobre una base blanda, daba igual que fuese la cama que el sofá, no podíamos resistirnos y acabábamos acostándonos. Jake nos había llamado “adolescentes empalagosos”, pero a ninguno de los dos nos importaba, estábamos bien así, o mejor dicho, mucho más que bien.
Pero no solo era sexo entre nosotros, estar con él me hacía sentirme bien, me convertía en una mejor persona y me hacía sentirme querida y protegida, todo lo que siempre he buscado. Aunque eso sí, el sexo con él siempre era increíble, dulce y, en ocasiones, inesperado, llegaba de la nada y se convertía en una ocasión digna de recordar. Muy diferente a la vez que me acosté con Marcos, que a pesar de que fue igual de inesperada, aquella vez fue tan pasional que aún sentía temblores al recordarlo.
Y eso me hizo pensar en él. No podía creerme que ya hiciera casi cinco meses desde la última vez que le vi. No hemos sabido nada de él, o al menos Sam no me lo ha contado, a mí desde luego que no me ha escrito ni a intentado ponerse en contacto conmigo, y eso me enfurecía enormemente ¿acaso no merecía un simple “estoy bien”? se fue sin despedirse y a este paso, morirá de viejo sin volverse a poner en contacto.
- ¿Qué te pasa? Pareces distraída. – dijo Sam, el cual había pasado de los besos en la oreja a recorrerme todo el cuello y los hombros.
- Solo pensaba en el tiempo, sigo sin creerme que ya llevemos más de dos meses saliendo. – mentira, era una de mis medias mentiras, pero ¿cómo decirle que pensaba en Marcos justo cuando el intentaba hacer cosas de mayores?
- Cuando uno se divierte y es feliz, el tiempo pasa volando. – dijo volviendo a los besos, esta vez en mi ombligo.
Mi respiración se empezó a agitar en el mismo momento en el que su lengua subía de mi obligo a mi sujetador y retiraba mi camiseta por los costados con sus manos.
- Sí…desde luego es muy divertido. – dije en apenas un susurro y con la voz agitada.
Él se rió de mi comentario, pero eso solo provocó que mi piel se pusiera de gallina al rozarme su aliento. Pronto me perdería entre sus caricias y sus besos, pero antes de eso, tuve un breve momento de nervios, como si presintiera algo. Pasó tan rápido como vino y, tal como había pronosticado, todas las preocupaciones por el tiempo pasó a un segundo plano, los labios de Sam, sus caricias, su espalda musculada, … todo eso se convirtió en mi prioridad.
“Tiempo estimado de vuelo, seis horas veinte minutos. La temperatura en Nueva York es de 18 grados centígrados y está parcialmente nublado. – dijo una voz dulce por megafonía.”
En el momento en que la azafata dijo el nombre de la ciudad, mi estomago se contrajo por los nervios. Ya hacía un mes que sabía de este viaje, había intentado no pensar mucho en lo que haría una vez llegase, pero creo que era momento de pensarlo.
- Llegaremos a Nueva York sobre las ocho de la tarde, quizás podamos ir a cenar después. – dijo James Newton, mi jefe directo y mi compañero de viaje.
Desde que entré a trabajar aquí, siempre habíamos estado juntos, yo era su ayudante y esta iba a ser mi gran oportunidad. Le habían pedido que hiciera los planos para la construcción de un edificio en la gran manzana y me había dejado participar en la mayor parte del proyecto, se podría decir que era casi mío. Ahora íbamos a la supervisión de la construcción, de la cual me encargaré en su gran mayoría.
- Claro, lo que quieras. – dije sin prestarle mucha atención.
James era un tío legal, siempre intentaba hacerme mejorar en todo y era un gran compañero de juergas. Lo que más me gustaba de él, era lo poco indiscreto que era, nunca me ha preguntado sobre mi vida personal, pero siempre ha estado dispuesto a escucharla cuando yo estuviese preparado.
- Tú eras de Nueva York, quizás conozcas algún sitio bueno para salir. – volvió a insistir con el plan.
- Sí bueno, seguro que encontramos algo… - apenas le prestaba atención, mi cuerpo empezaba a reaccionar de forma extraña al oír el nombre de la ciudad.
Tal como esperaba, James no siguió insistiendo sobre el tema, seguro que esperaba que le contase el motivo de mi reacción, pero aún no le había hablado de…”A” y quería que siguiera siendo así.
“¡Genial! Ahora ni siquiera soy capaz de pensar su nombre, ¿pero qué me pasa? – me dije a mí mismo.”
Casi cinco meses habían pasado desde aquella noche en el bar, donde vino a mí tras besar a mi mejor amigo. Y a pesar de haber pasado tanto tiempo y de haberme cambiado de ciudad, ¿por qué no podía olvidarla? O no olvidarla, pero ¿por qué no dejaba de sentirme enamorado de ella? volver aquí era como avivar una llama que mandé a dormir hace casi cinco meses.
Pero había algo que ronroneó mi mente durante las seis horas de vuelo, ¿me echaría de menos? ¿pensaría en mí? y lo más importante, ¿le iría todo bien? ¿sería feliz? Sabía cuál sería la mejor manera de dar respuestas a estas preguntas, pero ¿estaba preparado para volver a verla?
- Marcos, pareces ansioso. – dijo mi compañero de viajes por primera vez en seis horas. El avión estaba aterrizando y desde que salimos de San Francisco y hablamos de tomar algo, no había vuelto a abrir la boca. Demasiado tiempo para él. – Quizás te esté exigiendo demasiado. Si quieres puedo encargarme yo de este proyecto, probaremos suerte con el siguiente.
- No. – dije rotundamente y casi chillándole. Él se asustó y me miró exigiendo una explicación de mis actos. – Es esta ciudad, dejé temas pendientes cuando me fui, solo pensaba en ellos. Soy tu hombre para este proyecto. – sentencié.
- En la vida, no es bueno dejar asuntos sin resolver. – fue todo lo que dijo, guardó el portátil que había usado durante el vuelo y se preparó para el aterrizaje.
“Señoras y caballeros, bienvenidos a Nueva York.”
Sam había pasado la noche en casa, últimamente eran muchas las noches que se quedaba a dormir. Pero hacía ya rato que se había ido y a mí aún me quedaban dos horas para mis clases de piano. Quería que llegase la hora, sentía la necesidad de querer tocar y estaba claro que si subía tan pronto a casa de Jake, este me echaría de una patada, si no lo hacía la chica de turno…
Mi casa estaba compuesta por dos habitaciones, pero había convertido una de ellas en una especie de habitación de los recuerdos. Todo lo que me resultaba doloroso, estaba en esa habitación, incluido el piano que Sam me regaló. Sé que era una tontería seguir dejándolo acumular polvo, pero solo podía pensar en ese piano con Marcos escuchando desde el umbral de la puerta.
Empecé a pasear delante de la puerta, de un lado para otro y diciéndome que esto no estaba bien, que Sam se merecía más respeto por mi parte y no que pensara en otro, y menos en un otro que se había ido sin mirar atrás.
- ¡A la mierda! – dije en voz alta mientras habría la habitación y sacaba el piano de su caja.
Le quité el polvo y lo coloqué junto a la gran ventana blanca que daba al parque. Luego rebusqué entre unas carpetas con partituras y busqué una que expresara lo que sentía ahora mismo, la cantidad de emociones y confusiones que pasaban por mi cabeza.
Dejé de lado las partituras de las canciones más famosas, buscaba algo diferente y a la vez hermoso, la música sonaba en mi cabeza y casi podía decir que me la sabía de memoria, pero no recordaba el nombre, así que pasaba los papeles con la esperanza de leer el nombre y decir:
- ¡ESTA! Diego Valdivia “Perfume”. Es perfecta.
Encendí el piano, puse mis auriculares inalámbricos para no despertar a los vecinos y me senté en la silla. En cuanto puse las manos en él y toqué la primera nota, la sensación que tanto temía apareció, era como si supiese que él me escuchaba.
“Te echo de menos, Marcos. – pensé mientras dejé que esa hermosa canción de un joven pianista, llenara mis oídos y mi mente.”
Tras esa hermosa canción, empecé a divagar entre las notas, tocando sin sentido y esperando a que esas notas me llevaran a alguna melodía propia. Pero me engañaba a mí misma, en realidad necesitaba seguir con la sensación de que había alguien escuchando lo que tocaba, sentir que no se había ido y me había dejado.
“¡Dios Anne! ¿Cómo puedo ser tan patética? Se fue, fin. Ahora está Sam, inicio. ¡Espabila de una vez! – me regañé a mí misma.”
El día pasaba de forma extraña. Si anoche mismo me sorprendió la rapidez con la que pasan los días, hoy era todo lo contrario, era como si el día no acabase nunca, como si tuviese una meta y esta se alejara más y más de mí. Los niños a los que daba clases de español mientras su madre se cepillaba a algún criado, habían notado mi estado de ánimo y se habían intentado aprovecharse de ello.
- Creo que hoy no estás en condiciones de dar clases, Señorita. – dijo uno de ellos, el mayor y más trasto de los dos.
- ¿Sabes? Tienes razón. Así que en lugar de que yo os enseñe, haréis una redacción en español sobre vuestro deporte favorito. Acordaos de las “b” y las “v” y de los acentos. – tras mis palabras, ambos niños suspiraron derrotados y me dejaron tranquila el tiempo suficiente como para que su madre acabara el trabajo duro.
Hoy era lunes, por lo que no tenía que ir al bar. Había propuesto a mi profesora de piano el ir los lunes y los martes por las tardes, ya que el día de la prueba estaba muy cerca, pero su contestación me había dejado totalmente descolocada:
- Si das más clases, acabarás siendo mejor que yo. ¿Qué te enseñaré entonces? – había sido una broma, una forma de decirme que exageraba con mis nervios, pero ¿cuándo no lo hacía?
En fin, me esperaba una tarde de lo más aburrida. Sam me había escrito un mensaje diciéndome que había surgido una reunión que los tendría hasta después de la cena, lo que quería decir que seguramente, Jake también estuviera en esa reunión. Y lo peor de todo, es que en la calle hacían veinte maravillosos grados y un sol que invitaba a salir al parque.
“Vamos Anne, no necesitas a nadie para salir a tomar el aire. – me dije a mi misma delante del espejo de baño.”
Así que fue lo que hice, cogí un libro, una chaqueta por si refrescaba y mis zapatillas de pasear. ¿Quién dice que no se puede pasar un día de campo en la ciudad?
Caminé un rato largo hasta encontrar el sitio perfecto para disfrutar del día. Me senté en un banco con vistas a uno de los lagos y puentes más famosos de todo el parque, donde se rodó una de las escenas más hermosas de Otoño en Nueva York, solo que en lugar de ver hojas marrones caídas de los árboles, veías flores de todos los colores, gente en camiseta corta tomando el sol, pequeños botes con parejas enamoradas. En esta ciudad puedes sentirte muy pequeño alrededor de tanto rascacielos, puedes sentirte una hormiga a punto de ser pisoteada por un gigante. O también puedes sentirte un dios, creer que puedes alcanzar la cima, es la ciudad de los sueños. Pero este parque, este parque te trae de vuelto a la vida, aquí puedes sentirte en otro lado, sentirte libre en muchos aspectos.
- Creo que me gusta más en otoño – dijo una voz masculina a mi espalda.
No podía ser, esa voz…
¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué justo hoy, el día en el que más pienso en él? Sentí un repentino miedo a darme la vuelta y él parecía estar dejándome tiempo para que lo hiciera por mí misma, o quizás fuese miedo, quizás el tampoco sabía cómo manejar esta situación que solo él había creado. En todo caso, no se colocó delante de mí y poco a poco, fui respirando profundamente y adquiriendo valor para levantarme del asiento y ponerme de cara a él.
No esperaba sentirme así, su pelo castaño había crecido un poco y caía en pequeños rizos. Su cuerpo seguía siendo igual de musculoso que siempre y su mirada, aunque oculta tras unas gafas de sol, parecía seguir derritiéndome.
- Marcos. – susurré.
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¡¡¡ Taratachán !!! Macos está en la ciudad.....uuuhhh!!! ¿qué pasará ahora con Sam? ¿cómo se tomará su regreso? ¿qué opinará Marcos de esa relación? mucha cosas por saber...jajajaja!!
Este capi está dedicado a la hermana de ese gran pianista, y como no, al hermano también, aunque él no lea la historia. Su música inspiró buena parte de este capi y si os ha gustado a vosotros también, por favor, entrar en Youtube y darle a "me gusta" suscribiros y todo lo que se pueda... Así que Maty Valdivia y Diego Valdivia, va por vosotros... Espero que os guste :D
Ya saben, no se olviden de comentar que os ha parecido el capi y de dar a la estrellita. Abrazos!!
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