Capítulo 1x18: El pánico me odia y siempre aparece en los peores momentos.
Capítulo 1x18: El pánico me odia y siempre aparece en los peores momentos.
La humanidad se caracteriza por sus errores, de ellos se aprende y se acaban convirtiendo en lo que hoy en día se conoce. Aún necesitamos cometer muchos más errores para ir acercándonos a la perfección, pero en eso no hay de qué preocuparse, porque como ya he dicho antes, la humanidad se caracteriza por cometerlos.
No siempre hemos de entender los errores como problemas, porque si conseguimos aprender de ellos, dejan de ser un error para convertirse en experiencia. Y la experiencia, amigos míos, nunca es un problema.
Ya me había puesto el sencillo pero elegante vestido que Jake me había regalado. No dejaba de mirarme al espejo y de retocar mi maquillaje o mi peinado, nada me convencía, el vestido era tan negro que en lugar de ir a una fiesta, parecía que iba a un funeral.
Caí derrotada a la cama, intentaba mentalizarme que era esto lo que me habían pedido y que me gustara o no, debía verlo como mi uniforme de trabajo.
“Tock, tock, tock, - llamó alguien a la puerta”
Me levanté de un salto, solo podían ser dos personas y a ninguna de ellas me apetecía ver.
- ¿Puedo pasar? – dijo la voz de Marcos, abriendo solo un centímetro la puerta por si estaba cambiándome.
- Sí, pasa. – dije tras carraspear mi garganta.
Estaba nerviosa, no nos hablábamos desde el fatídico martes, el día en que Sam se enteró de nuestra aventura. Ellos tampoco se hablaban mucho, algún comentario mientras veían un partido o las conversaciones necesarias sobre el hogar. Me sentía muy culpable por eso.
- Estas preciosa, que pena que me vaya a perder tu actuación. – dijo tras entrar en la habitación y cerrar la puerta.
- No mientas Marc, parece que voy a un funeral. – dije con actitud de derrota.
Volví a mirarme al espejo de cuerpo entero que tenía en una esquina de mi habitación. Me recogía y me soltaba el pelo como si eso fuese a darme más color. Decidí que mejor dejarlo suelto, al menos mi rubia melena daría el toque de color que me faltaba.
- ¿Me dejas intentar algo? – dijo mientras me pedía permiso con un dedo, para hurgar en mi armario. Acepté con la cabeza y él se puso a murmura cosas por lo bajo. – Juraría que alguna vez te lo he visto puesto… ¿dónde está…? ¡Aquí! – todo eso lo había dicho para él, yo solo me coloqué detrás y con mirada curiosa, no tenía ni idea de lo que andaba buscando y ahora me sentía avergonzada de que hurgara entre mi ropa. – Ponte de espaldas al espejo y cierra los ojos.
Obedecí sin rechistar, tenía muchas ganas de ver que era lo que había cogido de mi armario y ocultaba tras su espalda. Sabiendo su actitud bromista, casi podía esperarme cualquier cosa.
Algo me rodeó la cintura y me acarició en la parte inferior de mi espalda, no eran sus manos, era algo más delicado. Entonces algo me apretó, como si me hubiese puesto un cinturón, pero no tenía ningún cinturón que pudiera ponerme…
- Ya está, ya puedes mirarte. – me dijo con un tono de satisfacción en su voz.
No era ningún cinturón, era un pañuelo de color rosa pastel que solía llevar al cuello, pero que él lo había convertido en el perfecto complemento para mi vestido. No destacaba mucho, puesto que el rosa era muy suave, y además, si a la madre de Jake no le gustaba, bastaba con desatar el pequeño lazo que Marcos había hecho a mi espalda y listo.
- Es… es lo que necesitaba. Muchas gracias. – le dije con una gran sonrisa, realmente estaba agradecida.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro, completamente paralizados, hasta que la tensión se hizo tan insoportable, que tuve que girarme y volver a mirarme al espejo solo por no cometer otro error más con él.
- Yo solo quería desearte buena suerte para esta noche. – dijo tras un suspiro. – Desearía ir yo también.
- ¿También? ¿cómo que también? – dije algo alterada.
- Sam va. – mis ojos se abrieron como platos, no lo sabía y eso hacía que mis ya desenfrenados nervios, fuesen aún peor. – Al parecer la madre de Jake le invitó.
Me quedé completamente parada, mi mirada iba hacia el infinito, mi corazón latía con más fuerza y un nudo se posó en mi estomago. Ya no me acordaba de las partituras, ni de que canciones iba a tocar, dudaba hasta que supiese tocar el piano.
Marcos se acercó y me rodeó con sus brazos mientras me acariciaba el pelo, cuanto más tiempo pasaba en esa postura, más relajada me sentía.
- ¿Seguro que no puedes venir? Me vendrías muy bien esta noche. – dije al ver que él también había notado que el pánico había pasado.
- Tendrás que apañarte con el recuerdo, princesa. – y tras decir eso, me besó en la frente mientras su mano bajaba de mi nuca hasta mi cintura. – Estoy seguro que lo harás muy bien, no tienes de que preocuparte y si ves que el pánico te consume, solo has de centrarte en esa extraordinaria música que sale de tus dedos. – volvió a besarme, esta vez en la mejilla, y se marchó.
Mi cuerpo parecía derretirse como un helado al sol. Marcos es tan… ¡dios! Es tan bueno y esta tan bueno… ¡Céntrate Anne! – me dije a mi misma.
Oí la puerta de la calle cerrarse a la vez que sonó el teléfono que comunicaba con la portería. Salí corriendo a cogerlo, desconocía si Sam estaba o no en casa y sabía que era para mí.
- ¿Sí? – dije al descolgar.
- Señorita Anne, el señor Jake Heidman ha llegado. ¿Le digo que suba? – dijo Carl, el portero del edificio.
- No Carl, en seguida bajo yo. Muchas gracias. – y colgué.
Salí corriendo a mi habitación, cogí el bolso y la carpeta con las partituras, me sabía las canciones de memoria, pero me las llevaba por si los nervios me jugaban una mala pasada.
No vi a Sam en mi carrera hacia la habitación y tampoco en mi carrera hacia la puerta, tampoco escuchaba ruidos dentro de su cuarto, así que me fui sin despedirme y cerré la puerta con llave.
Bajé al vestíbulo y Jake estaba igual que la primera vez que le vi, con un traje de fiesta y perfectamente peinado. Una sonrisa se posó en sus labios al verme y levantó una ceja al hacerme el chequeo que me hacía cada vez que me veía, como si fuese a cambiar físicamente de un día para otro…
- Me encanta el toque del pañuelo, lo hace original y menos formal. – dijo dando su aprobación.
- ¿Crees que tu madre lo desaprobará? – dije muy preocupada.
- Dudo que te mire, ha trabajado mucho en esta exposición, estará tan alterada que tu vestido le dará igual. – me indigné un poco, tanto empeño en la vestimenta y ni siquiera se iba a fijar.
Pero luego pensé que cuanto menos se fijara la gente en mí, mejor le irían a mis nervios.
El Soho se encontraba entre la zona de Walt street y el resto de la ciudad. Me gustaba esta parte de Manhattan porque se salía un poco del contexto de rascacielos y oficinas, era lo más parecido a Madrid que había por aquí, aunque sin perder el encanto Yankee que parecía tener todo.
La galería no parecía muy impresionante desde fuera, unas puertas blancas en lo alto de una pequeña escalinata de unos cinco escalones y con una barandilla en un lado, si no fuera por el alto y fuerte guardia de seguridad que había en la puerta, hasta pensaría que nos habíamos equivocado.
No nos pidieron la invitación para entrar, a diferencia del resto de personas que intentaban atravesar las blancas puertas. Pero una vez atravesadas, la sala se ampliaba tanto de profundidad, como de anchura, casi parecía estar ampliada por magia.
- Impresiona, ¿verdad? – dijo Jake al ver mi cara de asombro.
- Eso es quedarse corto. – dije una vez conseguí cerrar la boca.
La iluminación era completamente blanca, las paredes eran blancas y habían puesto falsos muros en la zona céntrica de la sala, para poder poner más cuadros en ellos.
- Pues deberías ver la discoteca que hay al final de la sala, no es tan grande como la galería, pero no te esperas que esté allí. – dijo mientras me ofrecía su brazo para así poder guiarme por la sala.
- ¿Discoteca? ¿acaso habrá fiesta después? – dije algo sorprendida, pensaba que era solo una exposición.
- Se estará en la galería alrededor de dos horas, tiempo en el que tú tocarás. Se servirán aperitivos y bebidas, aunque la comida no podrá acercarse a los cuadros. En esas dos horas, la gente pujará por los cuadros y se harán negocios de mucho dinero. – empezó a darme el cuadrante de la noche como si lo que dijese no tuviese importancia. Me pregunté de cuánto dinero estaríamos hablando, pero decidí que era mejor no preguntar. – Tras esas dos horas, la gente pasará a la discoteca mientras el equipo de seguridad guarda todos los cuadros en la cámara y los etiquetan para sus futuros dueños.
- ¿Piensas comprar alguno? – pregunté mientras paseábamos por la sala y nos parábamos a ver los cuadros de forma rápida.
No era un arte que entendiese mucho, la mayoría eran figuras abstractas y al compararlos con el nombre del cuadro, me hacía entenderlos mucho menos. Por ejemplo, había un cuadro que poseía un círculo deformado, estirado por algunos puntos y arrugado por otros. El fondo era completamente blanco excepto por pequeñas manchas en azul marino. El cuadro en sí no me decía nada, pero cuando vi que lo habían llamado “Tortura”, entendí mucho menos.
- Esperaba que tú me ayudases en eso. – dijo con una diabólica sonrisa. – Debo comprar uno por exigencia de mi madre, pero no me va mucho esta clase de arte y nunca me decido por ninguno.
- Lo elegiremos por el color, si hace juego con tu camisa, nos lo llevamos. – dije de broma y dando a entender que yo no entendía más que él, este arte.
Seguimos recorriendo la galería durante unos quince minutos. Aunque había gente, el acto no empezaba hasta dentro de media hora, por lo que pude demorarme un rato más mientras hacía estiramientos de dedos y muñeca.
Otra cosa que no entendía de los cuadros era su precio. Al parecer era como una puja, si había varios interesados en un mismo cuadro, este se vendía al mejor postor. Y casi todos los precios partían de una base de diez mil dólares.
- ¿Diez mil dólares por tres cuadrados en un fondo verde? – pregunté al no poder aguantarlo más.
Jake empezó a reírse de mi asombro y me hizo bajar la voz por si alguien nos escuchaba.
- El pintor es prácticamente nuevo, por eso son tan baratos. – y volvió a reírse de mí.
Pero algo en mi interior me decía que, aunque había acabado riéndose, lo que había dicho era verdad, seguro que si fuese un pintor famoso, sus cuadros valdrían el triple o el cuádruple.
Estábamos terminando la galería cuando uno de ellos me llamó la atención más que el resto. Quizás fuese por lo elaborado que estaba, porque apenas había dejado un hueco sin pintar y porque no tenía ni una figura en él, era simplemente una combinación de diferentes tonos que ocupaba todo el lienzo.
El pintor había jugados con diferentes tonos de azules, casi todos oscuros, pero claramente diferentes. De vez en cuando, había pequeñas rayas uniformes de un perfecto e impoluto blanco, casi parecían líneas irregulares de perlas. Era muy relajante y me recordaba a algo.
- ¿Este te gusta? – me preguntó curioso.
- Creo que sí. – me miró con una ceja levantada, como si ese “creo” no le hubiese convencido. – No entiendo el cuadro como tal, es decir, no sé si ha dibujado algo en concreto o son solo pinceladas, no sé porqué lo ha llamado “Un viaje al más allá” y tampoco sé si lo que yo creo que es, es lo que en realidad es. Lo único que sé es que me relaja y que me recuerda a…- dude un segundo hasta que supe a que me recordaba. – me recuerda al mar. Esas líneas blancas son como la cresta de las olas y esos tonos azueles, me recuerda al mar en un atardecer, cuando el sol ha desaparecido, pero el cielo aun conserva luz.
Nadie dijo nada en varios minutos, pero cuando conseguí dejar de mirar el cuadro y me giré para ver a mi amigo, este me miraba a mí con ojos curiosos.
- ¿Sabes? Nunca nadie me ha descrito un cuadro de esa manera que tu lo has hecho, con ese sentimiento y plasmando con tus palabras, todo lo que hay en tu mente. Creo que solo por eso, lo compraré. – dijo mientras me rodeaba los hombros con un brazo y volvía a mirar el cuadro.
Entonces fue cuando me giré para volver a verlo, solo que ahora me interesaba algo mucho más importante.
- ¿VEINTE MIL DOLARES DE SALIDA? – dije al ver el precio.
No me alteraba el hecho de su precio, sino el que él fuese a comprarlo solo porque a mí me recordaba al mar. ¿Estaba loco o qué?
- ¿Quieres bajar la voz? Podría oírte el pintor. – dijo en un susurro.
- ¡Upss! Perdón. – dije mientras me encogía de hombros y ponía cara de niña buena, él se rió de mí.
- ¡¡Jake!! ¡¡Ay Jake, por fin te encuentro!! – dijo una voz que se acercaba muy rápidamente, era Jackelin Heidman y parecía sumamente estresada, tal y como Jake había dicho. – El catering me está volviendo loca, necesito que me ayudes mientras yo voy a despedir al de iluminación, ¿has visto como ha iluminado el…? – pero entonces fue consciente de mi presencia y me miró de arriba abajo y levantando una ceja. - ¿Señorita… Anne, verdad? El piano la espera, ha de empezar a tocar en diez minutos. – dijo mientras me indicaba con el dedo el lugar donde se encontraba el maravilloso piano de cola. Al ser totalmente negro y todas las paredes blancas, era fácil de reconocer. – Por cierto, su vestido es perfecto para la ocasión. – y tras eso, agarró del brazo a su hijo y lo llevó tras una puerta.
Ni siquiera me dio tiempo a decirle “gracias”, aunque dudo que eso le importase en estos momentos.
Fui caminando lentamente hacia el piano, calentaba los nudillos y las muñecas según me acercaba y una vez llegué a él, lo bordeé y lo acaricié antes de sentarme. Un camarero me puso una pequeña mesita auxiliar en un lateral y en ella, una botella de agua y una toalla caliente, por si se me enfriaban los dedos.
Como aún faltaban unos minutos para la apertura total de las puertas, toqué unas cuantas teclas y comprobé la acústica, debía ser música de ambiente y debía comprobar que no me excediera en el tono.
Varios segundos antes de que viese como el guardia de seguridad abría las puertas, el pánico llegó a mí en el peor momento, ¿y si me equivocaba? ¿y si no les gustaba? ¿y si acababa convirtiendo en una molestia, en lugar de un ligero entretenimiento? Pero en el mismo momento en que las puertas se abrieron, recordé las palabras que Marcos me había dicho antes de irse: “si ves que el pánico te consume, solo has de centrarte en esa extraordinaria música que sale de tus dedos”.
Y así lo hice, como cada vez que este instrumento había sacado todo el pánico que había en mí. Aunque era el piano el que me atacaba los nervios, también era el piano el que me los quitaba.
Y en cuanto los primeros invitados empezaron a pisar la galería, la canción “Nuvole Bianche de Ludovico Einaudi” llenó ligeramente el ambiente. El titulo era muy apropiado para el lugar, ya que este estaba en italiano y significaba “Nubes Blancas”, como todo en esta habitación. Entre las paredes de la sala y el titulo de mi canción, hacíamos destacar lo único que tenía color, los cuadros.
Las dos horas pasaron tan rápidas, que solo dejé de tocar cuando Sam rozó mi hombro y me dijo que ya apenas quedaba gente que me escuchara.
- ¡Oh Sam! Se sincero, ¿qué tal lo he hecho? – dije con un ligero pitido en los oídos a causa de toda la adrenalina que acababa de llegar a mí de repente, al darme cuenta de lo que había hecho, ¡había tocado en una galería!
- ¿Sinceramente? – dijo poniendo cara rara y asustándome en el camino. Yo acepté con la cabeza al no ser capaz de pronunciar palabra. – Creo que no has cumplido con lo que Jackelin te pidió, has eclipsado todos los cuadros de la sala con tu música. – eso último lo dijo con una enorme sonrisa y yo, tras pegarle en el hombro por su broma, le abracé y hundí mi cara en su hombro.
Estuvimos así un buen rato hasta que mis tripas empezaron a rugir, no había comido nada en casa a causa de los nervios y puesto que yo trabajaba mientras servían el catering, me moría de hambre.
- Ven, sígueme. – dijo mientras me cogía de la mano y tiraba de mí.
No sabía dónde me llevaba e iba tan deprisa, que creí que resbalaría y me torcería un tobillo al caer de mis altos tacones. Pero no sucedió nada de eso, me llevó hasta la puerta por la que se había perdido Jake y su madre antes de que la fiesta empezara. Eran las cocinas y estaban completamente desérticas.
- Los camareros están en la discoteca sirviendo copas y los cocineros hace rato que se han ido. – dijo mientras levantaba los brazos y me indicaba lo que había. – Así que tenemos todas estas suculentas sobras para nosotros solos.
- Bien, porque me lo comeré todo. – dije con una amplia sonrisa y con los ojos bien abiertos.
Pasamos un rato de lo más divertido. Sam había abierto una botella de champan y jugábamos a adivinar que llevaban los aperitivos, ya que todos tenían pinta de ser mouse de “no-se-que” con foie de “vete-tu-a-saber”
- Vale, vale… este es el último. – dijo Sam mientras cogía un pequeño emparedado de lo que parecía hojaldre con una especie de masa de color verde. Puse mala cara y él se acercó a mí todo lo que pudo para obligarme a comérmelo. – Vamos Anne, no te hagas la difícil, tiene buen aspecto.
- Me lo comeré, si lo haces tú primero. – dije poniendo mirada traviesa.
- Está bien, tu de un lado y yo de otro. – dijo mientras mordía por un lado el pequeño emparedado y dejaba el otro lado colgando de su boca.
¿Pretendía que mordiese yo el otro lado? Mi respiración se aceleró ligeramente al comprender lo cerca que le tendría, pero aún así y porque me falta un tornillo, lo hice.
Nuestras narices se tocaron y puesto que estábamos tan cerca el uno del otro, no era lo único que se tocaba. Solo mordí un cacho del emparedado y el resto se quedó en la boca de Sam, el cual se lo acabó quitando casi con rabia.
Su mirada parecía desearme como nadie lo había hecho, una de sus manos se colocó en mi cadera y fue rozándome hasta mi espalda. Y tras un suspiro y sin apenas esperarme lo que estaba a punto de pasar, sus labios se posaron en los míos de forma apasionada.
Un segundo me costó reaccionar, pero tras eso, rodeé su cuello con mis brazos y le obligué a estar más cerca de mí, a besarme con más pasión y a acariciarme más.
- ¿Hay alguien aquí? – dijo la voz de un desconocido desde la puerta de la cocina.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
¡¡¡OMG!! ¿pero que acaba de pasar? jajajaja!! bueno, bueno...espero que me digan que les parece :D :D
Capítulo dedicado a una de las grandes de por aquí, @eclipse23. Muchíchichisimas gracias por todo tu apoyo tanto aquí como en Elementos. Espero que te haya gustado :D
Y para el resto ya saben, voten, comente,...
¡¡¡ Muchas gracias y muchos besos y abrazos !!!
P.D. Adjunto pongo una imagen aprox. del vestido de Anne, no es exactamente como me lo imagino, pero es lo más parecido que he encontrado. También dejo la canción de Nubes Blancas de Ludovico (me encanta esta canción) :-))
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top