Morado.


Me siento nuevamente y repito el boceto, tal vez he exagerado al pensar que tardaría unos minutos, tardo casi una hora entre retoques y trazos, y, cuando lo termino, enciendo mi portátil, reviso algunas noticias, no encuentro nada interesante por lo que comienzo a repasar los apuntes que tengo en un Word, sobre la teoría del color; cualquiera pensaría que no debo entenderlo, sin embargo, creo que, hay veces, en las que entiendo el color mucho mejor que mis compañeros.

Llegan las dos de la mañana cuando mi puerta suena, alguien la está golpeando y no puede venirme peor, abro la puerta, demasiado cabreado como para medir mi fuerza, cosa que parece asustar a la desconocida cuando la puerta suena con un golpe seco cuando la abro, su sonrisa es pequeña, un tono grisáceo oscuro marca su pómulo derecho, su sonrisa se vuelve incómoda mientras yo intento descubrir qué color es el que decora su pómulo, ¿morado, verde?, un poco de ambos tal vez.

—¿Has cenado? — me inclino hacia su pómulo y sujeto su mentón, no me interesa si está incómoda o no, definitivamente eso debe ser morado, aunque hay zonas en las que me cuesta reconocer el color, paso mi dedo por el color y encoje su rostro por el dolor o la molestia, debe ser un moratón, en ese caso es morado.—¿Qué haces?— alejo mi rostro y mi mano, me encojo de hombros, necesito guardar esa imagen, ese color, tal vez en mi próximo dibujo podría intentar imitar esa tonalidad. La cojo de la camiseta y la adentro en mi habitación.

Parece sorprendida, pero me es más importante inmortalizar esa tonalidad grisácea, cojo mi cámara y, por primera vez, le hago una foto a una parte del cuerpo humano de alguien, nunca me ha gustado hacerlo, las sombras tienden a hinchar su ego y sus auras se vuelven más agobiantes.

—A... ¿acabas de hacerme una foto? — guardo mi cámara, sí, se la he hecho, no, no aparece su rostro, sólo su pómulo.—¿Algún día me responderás?— me siento en mi escritorio, la chica sabe dónde está la puerta.—Bien, lo tomaré como un puede.— viro los ojos, esta chica parece algo tonta.—¿Tienes hambre?— tengo la sensación de haber escuchado rugir a mi estómago.

Escucho su risa a mi lado, mientras se sienta en el suelo, escucho también una bolsa tocar el suelo y no puedo evitar mirar en dirección a la bolsa de papel barrón, de ella saca un paquete de gyozas y dos tuppers de arroz con pollo al curry, elevo una ceja, ¿será casualidad que esta desconocida me haya traído mi comida favorita?, también la veo sacar una botella de saque junto a dos vasos pequeños.

—¿Comemos o qué? — me levanto de mi silla y me siento frente a ella, cojo los palillos que me entrega y no puedo evitar fijarme en sus manos, pequeñas y regordetas, suprimo una sonrisa, meto algo de arroz en mi boca, acompañado de algo de carne, me sabe a dioses, vuelvo a sentirme nuevo, como un niño.

Mi mirada sigue perdida en su moratón, al parecer lo nota ya que lo tapa con su mano y vuelve a sonreír incómoda, en su mirada veo una súplica, ¿dónde está su sombra?, ella no es una sombra de sí misma.

—Deja de mirar el golpe por favor, es incómodo. — niego con la cabeza, un color no puede ser incómodo, no tiene sentido.

—¿De qué color es? — mi voz suena ronca por la falta de uso, no suelo hablar, solo lo hago si es estrictamente necesario; la veo dar un salto en su sitio, ¿tanto la sorprende que haya hablado?

—Es... morado, — mis sospechas se confirman, pero no es un morado habitual. —algunas zonas están algo rojizas y, por aquí,— señala la parte inferior de su pómulo, en el lugar que se vuelve más claro.—está de un tono verde-amarillento, no es algo realmente bonito.

Bonito... es cierto, no es bonito, es hermoso cómo, del color morado derivan colores como el borgoña y el verde-amarillento, como una orgía de colores que mezclan sus significados, es una galaxia de tres colores en blanco y negro; envidio a quien puede ver esos colores tan hermosos unidos.

—¿Estás bien JungKook? —salgo de mi burbuja, ¿cómo sabe mi nombre?

Parece entender que no sé cómo narices conoce mi nombre siendo que es la primera vez que la veo en los dos años que llevo en esta universidad.

—Compartimos la clase de Diseño Gráfico*, ¿no sabes mi nombre? — niego con la cabeza, la verdad es que no suelo centrarme en mis compañeros. — Venga ya hombre, llevamos dos años compartiendo la misma clase, — me encojo de hombros y sigo comiendo. —me llamo Ha-Yun, ahora que ya nos hemos presentado...— alzo mi mirada y la veo sonreír, esta vez amistosamente, ¿cuántos tipos de sonrisas tendrá esta chica? —¿en qué estabas pensando tanto? — no creo que quiera saberlo, puedo ser callado y serio, pero no soy puritano ni tampoco imbécil, además, mis comparaciones tienden a ser subidas de tono o excesivas, depende del día.

—En el significado del morado. — no digo más, no me gusta compartir mis pensamientos.

—Oh, ¿qué significa? — la miro, no puedo creer que, estando en una universidad centrada y especializada en el arte y los colores no sepa cuál es el significado de éstos, ¡si los estudiamos en el primer curso, todo el mundo tuvo que aprenderlo! —No tengo buena memoria y no consigo aprendérmelo del todo. — dejo el tupper sobre el suelo, junto a los palillos, me bebo todo el saque que hay en mi vaso de un trago y suspiro, no puedo creerme lo que voy a hacer.

—El morado tiende a asociarse a la realeza, los lujos, el poder y la ambición. — suspiro, no soy capaz de aceptar que estoy socializando con esta chica. —Aunque su significado es bastante diferente, en un principio debe trasmitir serenidad, lo místico, lo sensual, lo ecléctico, lo elegante y el romanticismo, aunque esto último suele asociarse más al rojo, siendo éste el color de la pasión. Pero por lo que he visto en tu reacción cuando te has tapado ese moratón para ti no significa lo mismo, parece algo negativo. — tal vez debería decirle que me estoy especializando en la psicología del color, pero es más divertido ver cómo su cara pierde color y la veo de un tono grisáceo casi blanco, sus labios abierto por la sorpresa.

—Wow, me sorprende que seas capaz de memorizar tanta información. — mi ceño se frunce, al parecer si sabe sobre mi acromatía. —Lo que no termino de entender es, si conoces tan bien el significado de los colores... ¿por qué no los utilizas en tus dibujos? — no es la primera vez que alguien me lo pregunta, tampoco la primera vez que hecho a alguien de algún sitio y, esta vez, la hecho a ella de mi habitación.

Le cierro la puerta en la cara, no tardo en escuchar sus quejas, ha ido demasiado confiada a hablar de un tema que, a mí, en lo particular me molesta demasiado.

Quiero dibujar en color, pero no lo hago porque no puedo disfrutar de la fuerza de éstos, porque no soy capaz de apreciarlo al completo, los colores están hechos para poder apreciarlos en todo su esplendor, como si de una musa desnuda se tratase, hay que saber dónde ponerlos, dónde no hacerlo y yo, con una extrema dificultad para hacerlo, no podría evitar equivocarme en cada paso, ni si quiera he sido capaz de diferenciar el borgoña y el verde-amarillento de su moratón y, el morado, solo lo he asegurado cuando he confirmado que es un moratón.

La puerta es golpeada sin descanso, ya he sucumbido suficiente por hoy, recojo todo, los tappers, los vasos, la botella y los palillos, lo dejo todo en la basura que sacaré mañana por la mañana, apago la luz y me tiro en la cama, no me cambio ni me pongo un pijama, al fin y al cabo, acabaré desnudándome mientras duermo, como hago siempre.


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2/7

Black.

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