Galería.


Nam señala uno de los cuadros de mi última exposición, mientras le veo hablar con Jin, una pequeña sonrisa se muestra en mis labios al ver a mi amigo más cercano apoyarme una vez más, a pesar de no tener que hacerlo. Me acerco a paso rápido a la pareja, intentando que el resto de las sombras que se encuentran en la galería me hablen lo menos posible y se centren en lo que realmente importa, que son las obras que cuelgan de las paredes.

—¿Has venido a comprar alguna?— pregunto en tono jocoso, antes de estrechar la mano con mi viejo amigo.

—Los precios son muy altos últimamente, Artista JungKook, — su risa no ha cambiado en todos estos años, al igual que sus pequeñas manías.— aunque puedo asegurar que aún piensas en tu Luna. — asiento a sus palabras al tiempo que me pongo a su lado, mientras observo junto a ellos el lienzo que tantos años me ha llevado terminar.

—He de admitir que es un cuadro precioso, lleno de sentimiento.— Jin halaga el lienzo, y puedo sentir su mirada clavada en mi persona pocos segundos después, no me giro a mirarle pues ya sé que sus ojos de un tono casi negro me miran llenos de tristeza y un remordimiento que no estoy seguro de querer entender.

—Es el cuadro que más tiempo me ha llevado, — admito, aunque la pareja ya lo sabe, me han acompañado en gran parte del proceso, me han visto estallar en ira, en dolor con este cuadro.— pero por fin he logrado terminarlo.— la mujer en el centro del cuadro me mira con uno de sus ojos grisáceos y sé que nunca lograré capturar la mirada amable que me mostraba en un lienzo.

—Por cierto, Tae me dijo que vendría hoy. — Nam me saca de mis pensamientos, de mis recuerdos agridulces y dolorosos. Le miro sin entender muy bien por qué lo ha dejado caer de esa manera, TaeHyung siempre que ha podido a visitado mis exposiciones, al igual que ellos dos.

—¡JungKook!— la voz de mi Manager me reclama, por lo que sin nada más que decir me despido de la pareja y me pongo en camino, sabiendo que mi Manager probablemente está cerrando la venta con una sombra y necesita mi aprobación.

—Hola buenas. —saludo sin llegar a fijarme bien en la persona con la que Jung, mi antiguo profesor y ahora Manager, está hablando.

De reojo veo a TaeHyung caminar hacia Nam Joon y su pareja, pero haciendo una seña de despedida en dirección a donde me encuentro. Suspiro sin comprender en qué momento TaeHyung se convirtió en una persona cercana y dejó de ser un ser de luz extravagante.

—Hola de nuevo, Kook.— la voz que llega a mis oídos me paraliza, y puedo jurar que todo el planeta se me viene encima, mi corazón se para y mi estómago se llena de ansiedad. Su voz no ha cambiado nada, y cuando la miro directamente, cuando observo cada uno de sus rasgos siguen siendo iguales.—¿Cómo has estado?

Estoy paralizado, sin saber cómo reaccionar al tenerla frente a mí, después de haber perdido el contacto poco después de su mudanza, perdí toda esperanza de volver a ver al ser de luz más cálido que nunca he conocido.

—¿Ha-Yun?— lo único que soy capaz de pronunciar es su nombre, incapaz de aceptar que está frente a mí después de tantos años.—¿Park Ha-Yun?— se ríe de la misma manera dulce mientras asiente.

—Ha pasado mucho tiempo, — asiento mientras sujeto mi cabeza y siento la tensión huir de mi cuerpo, aceptando que ella realmente está aquí y sin poder evitarlo una pequeña carcajada llena de alegría escapa de mi pecho.— veo que ya no eres una sombra.

—Pasaron muchas cosas en los últimos cinco años, — admito alargando los brazos con la intención de abrazarla.— ven aquí anda.— la escucho reír antes de sentir su cuerpo rodeándome y devolviéndome el abrazo, que está cargado de cariño.—¿Por qué no has venido a hablar conmigo directamente?— pregunto, pues estoy de lo más curioso.

—Bueno, — veo sus mejillas tomar un tono grisáceo que aún recuerdo como el primer día, sigue sonrojándose con la misma facilidad.— quería comprar un cuadro.— me sorprendo ante sus palabras, no es algo me esperara en absoluto.—Ese en concreto.— sigo su dedo, que señala al único cuadro con color en la galería.

—¿Lo recuerdas?— la sorpresa no desaparece de mi tono de voz, pues el cuadro que quiere comprar es el mismo que empecé cuando la conocí.

—Claro que lo recuerdo, te acompañé a comprar los óleos, entonces, ¿tengo el visto bueno para comprar la obra?— asiento, riéndome como si nada de esto fuera real, incapaz de asimilar su presencia, incapaz de aceptar que ella todavía se acuerda de lo que vivimos.

—Nadie es más apto que tú para comprarlo, Ha-Yun.— Jung me pasa una carpeta con los papeles necesarios para la compra al tiempo que doy mi respuesta.— Por cierto, ¿quieres ir a por un café?— pregunto al tiempo que relleno el papeleo; a decir verdad tengo tantas preguntas que hacerla, necesito contarla tantas otras cosas. —Me gustaría ponerme al día contigo.

El silencio que se extiende durante unos minutos después de haber hecho la pregunta, me siento mareado por un segundo, ¿acaso no está cómoda conmigo?, tal vez después de tantos años se ha dado cuenta de que no merezco la pena. La ansiedad comienza a corroerme sin descanso ni piedad mientras intento que ella no lo note; la entrego los papeles, señalando el lugar en el que debe firmar.

—Me parece genial, por cierto, — su respuesta me alivia, pero me pregunto qué es lo que ha pasado por su cabeza para que la haya costado tanto responderme.— ¿cúando lo tengo que pagar?— niego con la cabeza mientras sonrío de oreja a oreja.

—El último día de la exposición.— respondo, recogiendo los papeles que acaba de firmar y entregándoselos al profesor Jung, que se despide de nosotros con una sonrisa.—Hay una cafetería aquí al lado que tiene el mejor café del mundo.— comento.

—Vamos. — me contesta con su característico tono amable y nos ponemos en camino.

(***)

Me siento en la mesa al tiempo que le entrego su café a Ha-Yun; un silencio un tanto incómodo se extiende entre los dos, un silencio que no sé cómo romper o aligerar, así que me dedico a observarla, intentando adivinar de qué color es su pelo en base al tono gris que muestra, y aunque esta vez no me es ni la mitad de difícil averiguarlo, sigo mirándolo, igual que sus ojos.

—Te queda bien el pelo violeta.— rompo el silencio, sin saber si es lo mejor que podría haber dicho, pero la sonrisa llena de diversión, acompañada de una mirada bromista me aseguran que no ha sido una mala forma de romper el hielo.

—Gracias, —responde, — me lo teñí hace poco. — coge las puntas de su pelo y lo mira con cierta angustia, como si la decisión de teñirse de ese color se debiera a algo importante.— La verdad...— un suspiro entrecortado escapa de sus labios y en seguida me lleno de preocupación por lo que pueda decirme.— Te debo una disculpa.

—¿Por qué?— le doy un sorbo a mi café, no estoy seguro de qué debo esperar ni cómo debería reaccionar a sus futuras palabras, ya que siempre que empezaba una frase de esa manera, las malas noticias eran de esperar.

—Te mentí cuando te dije que debía irme a otra ciudad alejada para seguir estudiando lo que mis padres querían. — no puedo evitar fruncir el ceño ante sus palabras, ¿por qué sintió la necesidad de mentirme?, ¿acaso no sentía la confianza suficiente conmigo para contarme lo que realmente pasaba?

Si es cierto que ella no ha sido el centro de mi vida durante estos cinco años, también es cierto que su partida me costó mucho a nivel personal, me vi sólo otra vez, en mitad de una tempestad de sombras que iban y venían esperando ser ella, esperando ocupar el espacio en mi vida que ella dejó vacante. Nam Joon fue uno de los mayores apoyos que tuve en el momento y una de las razones por las que no volví a ser una sombra de mí mismo por completo.

Su partida no sólo me llenó de un dolor que nunca antes había sentido y que no sabía cómo superar solo, también me dejó a seres de luz que se volcaron en ayudarme, cada uno a su manera, pero que me sacaron de ese bucle de soledad en el que volví a intentar encerrarme.

—Por favor, déjame terminar de hablar antes de irte.— su mirada me suplica que la escuche, que espere, y para mi desgracia mi persona de hace cinco años, que descubrió lo que era la vida gracias a ella, me suplica que me quede.—Es cierto que no me fui a otra universidad, — suspira, puedo ver cómo está intentando calmarse a sí misma y, de manera casi instintiva, a pesar de la molestia por sentirme traicionado, ni si quiera intento evitar agarrar sus manos con la intención de ayudarla a calmarse.— me ingresaron en un psiquiátrico hasta hace dos años.

Sus palabras me dejan en shock, ahora entiendo por qué pasaron muchas cosas, entiendo muchas reacciones de parte de sus amigos, que poco a poco también se convirtieron en los míos. Entiendo por qué el contacto se cortó de manera tan repentina, también entiendo por qué su persona parecía haber desaparecido de la faz de la tierra. Y la ira por su mentira desaparece de mi ser en menos de lo que he tardado en pensar en todo esto, pero ni puedo evitar sentirme dolido por no haber conocido la verdad.

—¿Los demás lo sabían?— Ha-Yun asiente a mi pregunta, su mirada perdiéndose en la ventana junto a nosotros, mostrando una expresión de congoja y temor ante mi posible reacción. Alargo mi mano hasta tocar su cabeza y la despeino mientras me rio, quitándole el peso a la situación, incluso si mi pecho se ha vuelto pesado por saber que ninguno de sus amigos me dijo la verdad nunca.— Está bien Ha-Yun, entiendo que no quisieras contarme, no pasada nada.

—Quería decirte muchas cosas aquel día.— su mirada vuelve a fijarse en la mía y sé perfectamente de qué día está hablando, los recuerdos aún permanecen vívidos en mi memoria, igual que lo que sentí.— Pero tenía tanto miedo de que las cosas... no lo sé Kook.— asiento divertido, suponiendo lo que quiso decirme aquel día.

—Para serte honesto, yo también quería decirte muchas cosas.— me encojo de hombros sonriendo antes de darle un trago a mi café.— Pero, el pasado en pasado queda, y ya no tiene sentido decirlo, ¿no?— me burlo de ella al tiempo que señalo con la mirada la alianza que lleva en su mano derecha.—Me alegro por tí.

—Gracias, — su sonrisa vuelve a estar llena de alegría.— quería darte esto también. — la veo rebuscar en su bolso durante unos segundos, y entonces me entrega un pequeño sobre, que enseguida reconozco como una invitación.— Me encantaría que vinieses, aunque entiendo que no quieras hacerlo, han pasado muchos años y...— verla tan nerviosa me llena del cariño que sentí por ella mucho antes de haberme enamorado de su luz.

—¿Cómo no voy a ir a la boda de mi ser de luz favorito?— respondo, sonriendo de lado a lado. Es la primera vez que no la llamo sombra en voz alta, y su cara de sorpresa e ilusión me confirman que ha sido lo mejor que he podido decirla hoy. —Muchas gracias por la invitación, me alegro de que me recordaras para un día tan importante como este.

—Entonces, ¿podremos volver a ser amigos como antes, Kook?— niego a su pregunta, dejándola desconcertada por mi respuesta.

Pero, ¿cómo vamos a volver a ser amigos de la misma manera que lo fuimos?, eso no es algo posible porque, en aquel momento, las situaciones eran muy diferentes, al igual que mis sentimientos por ella viajaban mucho más allá que la amistad. Es inevitable que las cosas cambien con el tiempo, y ambos hemos seguido con nuestras vidas en caminos separados, no puedo forzarme a ser exactamente igual que antes con ella.

—Como antes no, — la miro con cierta tristeza en la mirada que ella me corresponde enseguida.— pero seguiré siendo el primer en estar ahí para tí cuando lo necesites. Gracias a ti descubrí seres de luz que no pensé que existirían, me enseñaste a vivir.

—Kook, — sus ojos se llenan de lágrimas, pero puedo ver perfectamente en su expresión que no siente tristeza alguna, sino alivio. — no sabes lo mucho que me enseñaste tú también. — se mantiene en silencio durante unos segundos, y espero a que continúe con una sonrisa en mi rostro. — Entiendo por qué nuestra amistad nunca será igual, pero quiero que sepas que, independientemente de eso, seguirás siendo una de las personas más importantes de mi vida.

Sus palabras me llenan de alegría, porque de la misma manera, ella siempre permanecerá en mi vida como uno de mis mayores puntos de apoyo en mis peores momentos, me enseñó tantas cosas preciosas que no podría pedir más que su felicidad. Pero la duda del "¿qué hubiera pasado si ambos hubiéramos dicho lo que tanto queríamos decir?" me perseguirá hasta el final de mis días.



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Y hasta aquí ha llegado la aventura!

Espero que os haya gustado muchísimo, la verdad esta novela me ha costado mucho escribirla, llevo trabajando en ella desde el 2018 , arreglando, cambiando y añadiendo cosas porque nunca conseguía quedar satisfecho con el resultado.

Un gran ejemplo es este capítulo final que llevo reescribiendo más de un año y que no era capaz de arreglar para que quedara como yo quería.

Pero bueno, espero que lo hayáis disfrutado, estaré leyendo vuestros comentarios y opiniones, que son muy importantes para mí.

Por último, quiero agradeceros todo el apoyo que me habéis dado a lo largo de la publicación y la paciencia que habéis tenido conmigo. 

¡Muchísimas gracias y nos leemos pronto!

4/4

Black.

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