Vulcano, el dios romano


Capítulo 2: Vulcano, el dios romano


«¿Su hijo? Si más parece este guapo narizón su bisnieto o tataranieto», pensaba Mónica, quien se presentaba ante el anciano doctor e introducía con educación a su familia.

Ni cortos ni perezosos, los padres de la joven estrecharon las manos del doctor Charlampos Kokinos y le hacían saber su admiración por él, la cual no menguó pese a los años transcurridos.

―Me alegra que pese a que mi programa dejó de emitirse hace décadas, todavía haya gente que recuerde a este viejo chocho.

―No diga eso, doctor Kokinos, una mente como la suya jamás se volvería chocha.

―Muchas gracias, pero por favor señor, llámeme Charalampos. Bueno, Gregorio, Carmen, Juanes y Mónica, les presento a mi hijo Dorotheos. Saluda, Dorotheos.

―¡Es un placer...! Oh...

En sus prisas por levantarse y saludar a Mónica, hizo caer los refrescos y de esa forma manchó sus pantalones, causado un estropicio en la mesa de impoluto mantel blanco.

―¡Mozo! ―con un chasquido de sus dedos llamaba el griego a uno de los meseros para que limpiase el mantel y el piso. Luego de terminada dicha labor por parte del camarero, Charalampos invitó a la familia a compartir con ellos en la mesa.

―No sabía que tenía hijos, doctor Charalampos ―decía Carmen.

―Bueno, en Grecia soy un tanto conocido, pero debo admitir que en el extranjero todos se sorprenden cuando les digo que tengo veintiún hijos. Dorotheos es el menor de todos ellos.

―¡Tantos hijos, increíble! ―exclamaba Juanes, quien dejaba de prestar atención a la carta menú que trajese el camarero.

―¡Eso me dicen todos! ―decía el hombre con una risa saludable que mostraba lo sano que estaban sus pulmones―. Pero más se sorprenden cuando se enteran que ¡tuve a mi primer hijo a los cincuenta años!

Este dato hizo que Mónica volviese su atención al anciano personaje estrafalario, y lo mismo que sus padres, prestó atención cuando el anciano sacó su celular y les mostró algunas fotos de sus hijos.

―Papá, deja eso ―se quejaba Dorotheos cuando la exposición de fotografías mostraba imágenes suyas de pequeño.

―¡Qué lindo! ―exclamó Mónica, haciendo que el joven se ruborizase mucho, solo su magnífica nariz parecía incólume ante los vasos capilares en revolución.

―Disculpe, doctor ―decía en ese momento Juanes para alivio del joven competidor de robótica―, mis padres me estaban diciendo algo respecto a extraterrestres antiguos, ¿podría decirme a qué se referían?

―Seguro se referían a la teoría de los antiguos astronautas. Claro que dicha teoría no fue una propuesta mía sino del suizo Erich von Däniken.

Un breve asentimiento de parte de los adultos bolivianos indicaba su conocimiento respecto al nombre antes mencionado, sin embargo, los jóvenes bolivianos no hicieron otra cosa que cruzar miradas con extrañeza, el nombre no se les hacía conocido para nada.

―Dorotheos, haz los honores ―dijo el anciano, mientras se cruzaba de brazos y veía a su joven retoño.

Eh, pues para resumir: mi padre cree que extraterrestres visitaron a la humanidad en un remoto pasado y les ayudaron a construir sus civilizaciones antiguas como la egipcia o Tiwanacu en Bolivia.

Esta vez Mónica y Juanes pusieron atención a las palabras dichas por el anciano, debido a la breve y concisa explicación de Dorotheos.

―Claro, que los astroarqueólogos, tenemos mucho que abarcar debido a que la presencia extraterrestre se ve por toda la Tierra ―decía Charalampos―, sin embargo, creo que es con los mitos griegos con los que se puede dilucidar al fin este misterio.

―¿A qué se refiere, doctor? ―preguntó Carmen.

―Por favor, solo llámeme Charalampos. Pues vera, así como hay palabras de tipo universal por todo el planeta, como por ejemplo, Mana, conocido como el alimento o energía que los dioses dan a los humanos, también los mitos griegos parecen repetirse con regularidad en varias partes del mundo. Tomemos el caso del mundo de los muertos tanto en Japón como en Grecia, se parecen mucho; también la leyenda de la Atlántida se encuentra en Bolivia.

―Mis padres tienen algunos libros al respecto ―decía Mónica―, se titulan, creo... La Atlántida: la solución andina.

―Sí, los libros de Allen. Niños, yo creo que para develar el misterio de los antiguos astronautas, debemos centrarnos en el mito del dios Hefesto y el relato de Platón: El anillo de Giges.

De nuevo los dos jóvenes cruzaron miradas y esta vez Gregorio tuvo que intervenir.

―Disculpa Charalampos, a los niños de hoy solo se les enseña los dioses romanos y no así a los griegos... Mónica, tu Talon, no fue creado por Vulcano, sino por Hefestos, el dios de la metalurgia, los romanos lo adoptaron para ellos y lo llamaron Vulcano... ¡Si hasta el trofeo que ganaste se llama Hefestos, date cuenta!

―¿En serio? No lo sabía.

―Mónica ―decía Charalampos con una sonrisa―, Vulcano era el dios de los panaderos, pero con el tiempo le dieron más y más atributos que antes pertenecían a Hefesto... Qué raro, yo creí que los jóvenes sabían mucho del mundo de la Grecia antigua gracias a los libros de Percy Jackson.

―Esos libros se publicaron hace décadas, Charalampos ―intervenía esta vez Carmen―. Los niños de hoy leen otras cosas.

―¿No enseñan mitología clásica a los niños en Bolivia?

―Eso solo se enseña en Grecia, papá..., o encolegios para ricos ―intervenía Dorotheos.

―Yo sé quién era Thor y Loki ―dijo de pronto Juanes.

―Los dioses nórdicos, ya veo, ¿te lo enseñaron en el colegio? ―preguntó Charalampos.

―No, sino por las películas.

―Claro, ese tipo de películas vienen apareciendo desde la crisis económica del dos mil ocho, creí que para estas alturas ya dejarían de producirse ―dijo el anciano.

―Hollywood siempre querrá ordeñar más de la cuenta a la vaca ―dijo Gregorio y el griego asintió.

―Señor Charalampos, ¿es cierto que Thor y Loki son novios? ―preguntó Juanes y el anciano miró extrañado a Gregorio.

Wattpad ―fue la respuesta lacónica de Gregorio mientras sonreía nervioso y alzaba los hombros.

CONTINUARÁ...

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