Prólogo

No podía dejar de observarlo.

Sentada a su lado izquierdo, con aquel vestido blanco que alguna vez me obsequió no apartaba la mirada. Me acerqué y con mi mano derecha rocé ligera y lentamente su mejilla, continué con las yemas de mis dedos delineando perfectamente sus cejas pasando por su cien, toqué suavemente su cabello castaño y pómulo izquierdo dirigiéndome hasta su tabique, mis dedos descendían cuidadosamente por la curva que llegaba hasta la punta de su nariz, me detuve y lo observe de nuevo, su rostro cambio demasiado en tan pocos días.

El habitual tono rosado en sus mejillas se había desvanecido, acerque mi mano nuevamente dibujando su boca, lucía notablemente mas delgado, antes de remover mi mano la tomo entre la suya abriendo los ojos y encontrándose con los míos, su mirada había perdido aquel brillo.

─¡Hola! ─mi tono de voz lo mas alegre que me era posible fingir.

─Quédate un momento mas así, ¿sabes lo linda que luces hoy?

─Ya basta Adam eso no es verdad.

─Claro que es cierto.

Comenzó a toser, aquellos abscesos de tos tan repentinos me asustaban, perdía la fuerza para respirar en segundos volviéndose peligroso y necesitando oxigeno por algunos días, pero aún con tal enfermedad y tratamiento jamás lo vi quejarse por estar en la situación en la que se encontraba, siempre sonreía de la manera mas dulce que podía encontrar dejándome completamente devastada por no lograr hacer algo mas por él.

─Allie deberías ir a descansar, es muy tarde y no has regresado a casa en algunos días.

─No puedo tú... ─me quede a la mitad de la frase sin poder decir algo mas.

─Yo estaré bien, te lo prometo.

─No puedo. —replicaba.

─Allie por favor, hazme caso por esta vez ¿si?

─Pero...

─Nada de peros vamos ¡ve!

En cuanto terminaba de hablar llevaba su mano derecha hacia mi mejilla, bajaba delicadamente hasta llegar a mi mentón para después con su dedo acariciar mi boca, impulsivamente me acercaba y le besaba, sus labios se sentían fríos.

Me incorporé aún sin mover mi mano que se encontraba tomada por la suya.

─Allie... —se detuvo.

─¿Qué sucede?, ¿te sientes mal?

─No es eso... no importa anda ve, te veo mañana.

Le solté sin imaginar el doloroso recuerdo que mas tarde la escena evocaría.

Caminé hacia la puerta recorriendola para salir, antes de cerrar lo mire por unos segundos, frágil sobre esa cama con la sábana blanca hasta su pecho, los brazos al costado, el suero en uno de ellos y un censor conectado al monitor de signos vitales, la presión sobre mi pecho aumentó. Forzándome a no conseguir el sentimiento dominara le dejé.

Sentada en una de las sillas en la pequeña sala de espera, dejaba las lágrimas fluyeran sin poder detenerlas, me mantuve con la mirada fija en el suelo, el cabello cubría gran parte de mi rostro, con las manos cubriéndolo impedía que alguien conociera en que estado me encontraba pero sería fácil hacerse una idea, minutos después limpie las lágrimas en mis mejillas y dirigí a casa.

***

Abrí la puerta principal, deje mis zapatos en la entrada y coloqué las sandalias, en ningún momento me acerque a la cocina o preocupe por cambiar mi atuendo simplemente me desplome sobre la cama escondiendo mi rostro en la almohada y sollozando todo lo que reprimí en la habitación junto a él.

Debido al cansancio tanto físico como mental dormí sin percibir el momento en que sucedió. Sólo fueron un par de horas pues me sentía intranquila, revisé el reloj sobre el pequeño buró que marcaba las cinco de la mañana, demasiado temprano para ir al Hospital, moví mi cuerpo aún en la cama hasta quedar mirando fijamente el techo, sin encontrar idea alguna que me permitiera tranquilizame u olvidarme de él decidí abandonar la cama e ir a preparar un buen café. 

La taza de ceremica en color crema con delgadas líneas azules rodeando el fondo me recordaba cuán envuelta de recuerdos estaba.
Me dirigí hacia la habitación sentándome en uno de los angostos sillones junto a la ventana. Observaba la noche, la ciudad en movimiento aún a pesar de la hora, las luces lejanas de anuncios, clubes o algún sitio de servicio las veinticuatro horas, y entonces el cielo reclamaba mi atención, las estrellas brillaban como sólo escasas ocasiones sucedía, estire mi brazo intentando tomar una de ellas, algo tan simple y desde mi posición me hacía sentir tan mal, me recordaba que él era como una de ellas, el lugar en donde se encontraba me era imposible de alcanzar.

Las horas pasaron y aun permanecía admirando el cielo recordando nuestro días juntos paseando en el parque, tomando su mano, sintiendo sus labios en los míos o el roce de su tacto. El celular sonó interrumpiendo mis pensamientos.

─Hola.

─Hola ¿señorita Hawk?

─Sí, ¿Qué sucede?

─Soy el Dr. Thomas , es sobre Adam... —hizo una pausa.

Sin notarlo me levanté rápidamente de la cama.

─Hola, hola...

El silencio continuó, cuando estaba a punto de colgar y dirigirme inmediatamente ahí escuche su voz.

─Allie...

─Espera ahora voy por favor, por favor.

─Allie tengo algo que decirte, quizá debí hacerlo antes cuando aún podía ver tu rostro... —Hizo una pausa, el tono de su voz era bajo, intentaba sonar normal pero sabía perfectamente que algo ocurría. ─Gracias por todo, los cuidados, por tu sonrisa y el buen humor, por hacerme comprender el significado de un verdadero sentimiento, por permitirme enamorarme y por ser la persona de quien lo hice, por dejarme amarte y estar siempre a mi lado... No podre cumplir mi promesa Allie discúlpame por favor y nunca olvides que te amo y te amaré.

─Adam, Adam por favor responde, ¡Por favor!

Salí lo mas rápido posible de casa, el recorrido se hizo eterno a cada segundo sentía que le perdía.

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