Capítulo💎14💎

53 horas para el robo del diamante negro.

Esa maldita mujer me había puesto duro, otra vez.

Tenerla a horcajadas sobre mí mientras contoneaba sus caderas fue difícil de sobrellevar, y luego esa boca; sus besos eran jodidamente adictivos. Disfruté tanto su sabor que por un momento mi cerebro falló, como si ya hubiese probado ese manjar de los dioses, como si mi cuerpo la reconociera de algo.

Sabía que lo que provocaba en mí era carnal, solo sustentado en una tensión sexual. Era endemoniadamente hermosa, su rostro, sus ojos, su cuerpo, todo era lascivo, cualquier hombre desearía pasar una noche con ella. Era inteligente, mucho, era astuta, en exceso. Admito que sentí fascinación por Alessia, en el instante donde me descubrió. Una aparte de mi conciencia gritaba peligro, cometiste una falla que ella aprovechó, la otra parte, esa que se encargaba de almacenar los deseos reprimidos sintió encanto por su temple.   

Debía robar el diamante para esa hierba mala, era una prueba de confianza. Su retorcido juego con retorcidas reglas.

—Donovan —expresé a través del teléfono satelital.

—:Adelante, R —respondió Smith. 

—Debo viajar a Brasil.

—:¿Motivo?

—Confidencial, parte del trabajo.

—:¿Debo preocuparme?

—Rojo.

En el CI existían tres tipos de clasificaciones de peligrosidad. Azul, peligrosidad baja. Amarillo, peligrosidad media. Rojo, peligrosidad alta.

—:Código RD2133 activado.

—Confirmado —sentencié—, corto comunicación.

El código RD2133 estaba designando para misiones de clasificación roja. Si un usuario que lo solicitaba no daba señales de vida en las próximas 72 horas desde su activación se desplegaría un equipo listo para intervenir. Los agentes contábamos con un micro chip de geolocalización implantado debajo de la piel, iría a la selva brasileña poblada por asesinos e insurrectos, robaría un puto diamante negro en sus narices para una desequilibrada que lo utilizaría para adornar su colección, cualquier cosa podía pasar.

Oculté el teléfono y organicé mi mochila de viaje. Emergí del anexo y tomé camino hacia el gimnasio de la mansión, allí estarían esperándome. Bastian y el albanés preparaban las provisiones, armas de fuego, cuchillos, dagas, botiquín de emergencias y ropa adecuada para el clima hostil selvático.  

—Americano, ¿todo listo?

—Confirmado, Bastian.

—Los cuatro debemos estar en el aeródromo dentro de media hora.

—¿Los cuatros? —repliqué.

Tenía entendido que a parte de mí solo irían Bastian y el albanés.

—¡Buongiorno, squadra! —canturreó Alessia—. ¿Non é una bella giornata?

Buenos días, equipo. ¿No es un hermoso día?

Maldición, el italiano sonaba muy bien en su boca. Mi sangre bombeó cuando noté su vestimenta. Portaba un pantalón color negro ajustado a sus curvas, un crop top sin mangas que remarcaba su cintura de avispa y unas botas tobilleras estilo militar. ¿Existirá alguna ropa que a esta mujer le quede mal?

Eso sería imposible.

—¿Usted también irá, señora?

Alessia me sonrió y dirigió sus palabras a Bastian:

—L'americano pensa che mi mancherà la rapina del mio diamante. —Bastian le otorgó una sonrisa cómplice.

El americano cree que me perderé el robo de mi propio diamante.

—L'americano pensa che sia molto pericoloso e tu non dovresti andare —aludí captando la atención de todos.

El americano piensa que esto es muy peligroso y usted no debería ir.

Las cejas de Alessia se alzaron como signo de contrariedad:

—También hablas italiano, Donovan, ¿qué otros secretos tienes?

—Los necesarios —ratifiqué—, pero eso no viene al caso. ¿Por qué nadie me informó que usted iría también?

—Donovan cuando aprenderás que yo no debo informarte nada.

—Iremos a la selva, señora. Esto no es un jodido juego, no podemos estar cuidándola, y además cumplir el plan.

—De acuerdo, a ver si así te queda claro —declinó con sorna—. No me quedaré de brazos cruzados en Grecia cuando se robe mi diamante al otro lado del continente. No es la primera vez que viajo a la selva, sé cómo cuidarme en ese ambiente. Iremos los cuatros y no hay nada más de que hablar, ¿entendido?

¿Por qué no puede ser una empresaria normal y permanecer en su sillita giratoria mientras los demás hacíamos el trabajo sucio? Nunca conocí alguien tan obstinado, contradecirla acrecentaría más sus deseos de ir.

—Entendido —resoplé—, solo espero que no comience a quejarse cuando le piquen los mosquitos.

Mi comentario le provocó una sonrisa. No había notado los hoyuelos que se proyectaban en sus mejillas, tampoco es cierto que Alessia di Rossi sonreía a menudo.

Pasados varios minutos repasando el plan, era momento de partir. Bastian tomó su posición junto Alessia, siempre caminando detrás de ella como su maldita sombra. El albanés parecía un robot, hablaba poco y sus ojos siempre estaban abiertos como platos.

Abordamos el avión sabiendo que el vuelo sería exhaustivo. Largas horas en la misma posición. Alessia se despojó de sus botas y apoyó sus pies encima del asiento, arropada con una peluda manta. Su mirada viajó a través de la ventanilla, la tenue claridad detallo lo rosáceo de sus pómulos.

Era fascinante, su belleza física era tentadoramente cautivadora. Mi posición estaba alejada de la de ella, pero aun así me encontró con sus pupilas varios segundos antes de cerrar sus párpados para intentar dormir.  Aún tenía su olor en mis pulmones, y el tacto de su piel en mi cerebro. En ocasiones, imaginaba el día que debía entregarla a la policía, esposada y con un odio repugnante hacia mí, porque si bien era cierto, cuando supiese que soy un infiltrado de la policía, que le mentí y la manipulé, desataría el demonio que llevaba adentro.

Cabeceé sin notar el momento en que me dormí, unas voces susurrantes me despertaron. Entreabrí los ojos y vi a Bastian cerca de ella:

—Es la hora.

¿La hora? ¿La hora para qué?

Cerré los ojos rápidamente para evitar que me descubrieran.

—Estoy cansada de esto —ratificó ella.

—Lo sé. Me duele tanto como a ti, señora.

Sentí sus pasos alejarse tomando rumbo al baño, para encerrarse allí. Un momento, ¿qué había pasado? Todo fue confuso. Después de un tiempo corto emergieron nuevamente, ¿qué clase de secreto ocultaban? Una teoría extraña inundó mi cerebro. Bastian solo era siete años mayor que Alessia, más que lealtad, lo que sentía por ella era devoción, como si fuese su jodida reina. No, era absurdo, no podía existir algo entre ellos, las palabras que intercambiaron me lo confirmaron.

Unas horas después, el avión aterrizó. Una camioneta color negro aguardaba por nosotros. El trayecto hacia el campamento fue más agotante aún, a pesar de estar localizado en medio de la selva contaba con las condiciones necesarias para nuestro alojamiento.

Un hombre de talante rudo se atusaba la barba mientras portaba un atuendo de camuflaje militar. Alessia fue la primera en descender del vehículo.

—Buenas tardes, señora Alessia —Le brindó su mano—, la estábamos esperando. Soy el comandante Paulo Nogueira, líder del campamento.

—Buenas tardes, comandante. Le presento a mi equipo, Stoica, Dervishi y —me miró ligeramente—, Donovan.

Al parecer, las costumbres militares hurtaban una ligera parte de la genética de Alessia.  

—Bienvenidos. Mi equipo está a su entera disposición. Ella es Valeska, mi mano derecha —señaló una pequeña mujer de cabello trenzado—, será la encargada de mostrarle las instalaciones.

Valeska asintió con un movimiento de su cabeza. Me tomé el instante para detallar los alrededores. Eran insurrectos, entre 20 y 30 personas. El campamento se dividía por secciones, ocultados en la tupida vegetación selvática. Probablemente, dedicados a una o varias actividades ilícitas, ayudar al robo del diamante era una de ellas.

—Síganme, por favor —pidió Valeska—. El campamento cuenta con una población de 27 personas. Cada cabaña posee los servicios necesarios. Los turnos de guardia son rotativos, tanto diurnos como nocturnos. Mañana a primera hora partiremos a las coordenadas señaladas.

El diamante estaba protegido por otro grupo de insurrectos llamado Los Alzados. Uno de ellos vendió información facultando los horarios de guardia, cantidad de hombres y armamentos.

—Correcto, Valeska —sentenció Alessia—. Mi equipo y yo necesitamos descansar, ¿dónde nos quedaremos?

—Habilitamos dos cabañas. Inicialmente, nos había informado que solo venían dos personas junto a usted. Imaginamos que dos podrían quedarse en una cabaña y usted en otra. Lamentablemente, tendrá que compartir la habitación con uno de ellos.

Claro, yo fui el tercer inconveniente no planificado de último momento. Alessia observó fijamente a Bastian para luego dictar:

—Bastian y el albanés en una, Donovan se queda conmigo.

A fin de cuentas, la proyección inicial era que Bastian compartiera habitación con el albanés. Yo fui el agregado, aun así me sentí a gusto con la frase.

—Como ordene, señora —dictaminó Bastian, retirándose con el rubio. 

•••

La noche había caído y me sorprendía la capacidad de adaptación de Alessia. Ni una sola queja por el calor y los mosquitos que la sacaban de su zona de confort. Compartir habitación con ella fue más difícil de lo que pensé, sobre todo por el absurdo hecho de que contaba solamente con una cama. 

—No hace falta mencionar donde dormirás tú, ¿verdad? —expresó con desdén mientras sacaba la ropa de su mochila.

—No dormiré en el suelo. Fue su idea traerme aquí.

—Te recuerdo que te pillé espiando, ahora mismo podrías estar muerto.

—¿No pierde oportunidad para hacer notar su poder?

—Donovan, ¿necesitas qué te recuerde cuál es el concepto de trabajo? El poder jerárquico lo ejerce la persona que te ofrece el capital, o sea yo.

—En mi contenido de trabajo no pone nada sobre robar diamantes.

—¿Pero sí pone espiar conversaciones ajenas de contenido confidencial?

Resoplé porque era imposible tratar con esta mujer.

—Si duermo en el suelo, amaneceré con los músculos tensionados, y mañana robaremos un puto diamante, ¿quiere que no pueda pegar si quiera un puñetazo?

Río por lo bajo mientras pasados unos segundos salió del baño portando un atuendo maléfico. Un diminuto camisón se satén negro y encaje bordado cubría su piel blanca. Esto debía ser una broma.

—¿Qué pasa? —Sonrió como si supiese lo que estaba haciendo.

—Lo hiciste a propósito, ¿verdad?

—Eres tan predecible, Donovan. ¿Te altera un simple camisón?

Tosí porque mi sangre comenzó a bombear con fuerza.

—¿Y a usted le altera compartir la cama conmigo? Un simple empleado.

Mostró su sonrisa iluminada. El ventilador colgante en la pared regó su cabellera, sedosa y suavemente.

—De acuerdo, tomemos esto como algo éticamente profesional. Yo le permito dormir en la cama y así no despierta mañana con ojeras.

Si esa mujer utilizaría ese maldito camisón yo también jugaría su juego.

—Perfecto, ya que somos éticamente profesionales no le importará que duerma sin camiseta —Me despojo de la franela blanca quedando solo en unos pantalones medianos color gris.

Ella no dudó en posar sus ojos sobre mi torso mientras tragaba en seco.

—De acuerdo, no me molesta en lo absoluto. Que todo sea por la ética profesional.

La tensión entre ambos podría cavar un pozo de varios kilómetros de profundidad. Alessia se acostó sobre el colchón mientras tomaba una posición de imitación de persona fallecida. Sus ojos cerrados y sus brazos sobre su abdomen.

No dudé en acostarme a su lado, con la curiosidad por molestarla.

—Asustarías a cualquiera de esa manera.

—Si no hago esto no te dejaré dormir.

—No entiendo.

—Sufro de parálisis del sueño, Donovan. Necesito meditar antes de dormir.

<•••>

—¿Qué sucede, pequeña rubia? —cuestioné—. ¿Estás cansada?

Suspiró antes de bostezar.

—Llevo noches sin dormir decentemente. Me despierta una sensación horrible. Se me paraliza el cuerpo, pero estoy consciente de todo.

La acuné contra mi pecho, besando su hermoso cabello dorado.

—¿Quieres que me quede contigo esta noche? —interrogué.

—Quiero que duermas conmigo esta noche.

<•••>

—Una persona importante para mí la padecía.

Abrió sus ojos verdes, clavándose en mi rostro.

—¿Una persona importante? ¿Quién era?

La única mujer que amé en toda mi vida.

—Eso no tiene importancia, ella ya no está.

—¿Qué le ocurrió?

—Murió —musité.

Mi pequeña rubia.

—Lo siento. —Asentí—. Yo tenía una persona muy importante para mí, mientras dormía con él me sentía segura. Todo en él era relajante, su aroma, sus ojos, era mi zona segura. No sé cómo le hacía, pero nunca tuve si quiera una jodida pesadilla a su lado.

Su voz era irreconocible, frágil como un cristal.

—¿Qué le ocurrió?

—Murió también —alegó.

Permanecí callado ante la confesión, no me apetecía quebrantar su momento. Por un instante, conocí la parte débil de Alessia di Rossi. Giré mi cuerpo y ella hizo lo mismo, quedamos frente a frente con nuestro cuerpo de manera lateral. Me perdí en sus ojos sin poder evitarlo.

Coloqué la palma de mi mano sobre la suya, a medida que su ceño se fruncía.

—Duerme, tranquila. Yo estaré aquí.

Sabía que lo cambios de rutina y hábitos podrían desencadenar un episodio. No me apetecía presenciar uno en ella. Atrajo mi mano hasta su rostro, utilizándola como un osito de peluche.

—Non andare, Roy

No te vayas, Roy

—Non lo faró, Alessia.

No lo haré, Alessia.

💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎💎

N/A: Notita "éticamente profesional"

(Amé ese término)

Holaaa, corazoness. Se avecina el robo del diamante. Por favor que nos den un pedacito a cada uno. ¡Nos lo merecemos!

Sin palabras con Roy y Alessia.

No olviden de votar.

Hasta la próxima.

D.B

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top