i. gone, gone, gone
♣︎
1 de septiembre 1992
Antlers Doom, Londres
June tenía todo planeado. Todas las cosas de Hogwarts compradas. Había echo la maleta hacía unas horas. Y había conseguido meter todo lo que quería llevar. Sin mascotas, porque su madre odiaba los gatos y su padre decía que con una lechuza tenían suficiente. Así que no tenía mascotas.
Su hermana tampoco había recibido una mascota, así que lo mismo era justo. Pansy tenía muchas ganas de volver a Hogwarts, no sabía el porqué, pero bueno, le daba igual.
No estaba segura en que casa quedaría, y si era honesta le importaba una castaña. No es como si fuera algo importante, pero para su familia lo era. Lo mejor que podía hacer era quedar en Slytherin y dejar que las cosas siguieran su curso.
Una más en el árbol familiar de la misma casa, no era un problema. Aunque la daba igual, si total fuera lo que fuera sus padres no iban a hacerla caso nada más que para lo malo. Estaba segura de que esa era una de las razones de que la mayor quisiera largarse de nuevo, antes que estar en casa, era terrible.
Con su padre trabajando en el ministerio y su madre siendo una ama de casa, o mejor dicho, la que manejaba los hilos de la aristocracia, cuando se juntaban era una mezcla explosiva.
Dormir nunca la había supuesto un problema, así que cuando esa noche no pudo conciliar el sueño con la misma facilidad decidió que las cosas no iban a salir bien de ahí en adelante. Nunca se había quedado tiempo sin dormir sin ella quererlo, siempre que no dormía era porque no podía dejar de pensar.
Esa noche fue porque tenía la cabeza tan en blanco que no había conseguido crear un escenario ficticio por el que dormirse.
La despedida con sus padres en la estación había sido más que aséptica. Había habido menos contacto entre ellos que en un quirófano. Que no les hicieran perder el respeto por la familia, que fueran de renombre, que quedase en Slytherin y que por supuesto no sé juntase con gente menor a su estatus social.
Cosas tan aburridas que probablemente no recordaría que la harían meterse en problemas al no recordarlas. Una pena.
—Hola, ¿podría sentarme? —Una chica con el uniforme igual al suyo, sin casa, había preguntado.
Lo que había tardado en subirse al tren había sido lo que había tardado en perder de vista a su hermana, quien había desaparecido dejándola sola para encontrar un vagón en el que sentarse.
Y había disfrutado de unos momentos de paz hasta que había abierto la puerta la chica en frente suya. Bajita, mofletes regordetes, ojos grises tormenta y el pelo rubio corto. No tenía ni la más remota idea de quien era, fuera del círculo de sociedad.
—Claro —parecía lo suficientemente sensata como para no sacarla tema de conversación en el viaje.
Había seguido leyendo su libro como si nada. Alas y ceniza era el último libro publicado por Ariella Walker una bruja sangre pura estadounidense. Y gracias a quien lo había publicado podía leerlo sin ningún problema.
Tenía muchos libros prohibidos o vistos con malos ojos a la vista de sus padres. No es como si eso la importase, pero este la había cautivado, así que lo estaba devorando.
Pero la rubia parecía que quería hablar muchas veces, puesto que abría y cerraba la boca como un pececillo. Sin embargo no estableció conversación en ningún momento, tranquilizándola. No fue hasta que el tren comenzó a partir que volvieron a abrirse las puertas, esta vez un chico, aunque con el mismo uniforme. De primer año.
—¡Ella! Te estaba buscando, primita —la rubia arrugó la nariz ante el diminutivo, pero luego sonrió y le abrazó. El chico entonces se giró hacia ella, June cambió de página mientras él la observaba, —¿quién es tu amiga?
Evitó fruncir el ceño, no eran amigas, ni siquiera las describiría como conocidas.
—June, June Parkinson —si el nombre o apellido le eran conocidos no hizo ningún gesto para demostrarlo, un detalle que la gustó.
—Jake, Jake Black —se presentó, eso la había sorprendido gratamente, pero no comentó ni dijo nada al respecto —ella es mi prima, Stella.
La rubia le propinó un pequeño codazo a su costado. Ambos se miraron, excluyéndola completamente, los ojos grises tormenta contra los grises plata. Si tuviera que describir de alguna manera los ojos del muchacho serían como la plata líquida, imposibles de olvidar. Rodeados de pestañas oscuras, elegantes y calculadores.
—Puedo presentarme sola, Stella, Stella Black —extendió la mano hacia June, quien la tomó y apretó mientras la sacudían.
Si no tenía un saludo fuerte y firme no podía ser considerada siquiera una mujer con poder. Su padre siempre había recalcado que tenía que saber un buen saludo de manos, demostrando podre pero no arrogancia, elegancia pero no soberbia. Que el resto creyera que estaba a su nivel, solo para demostrar que no era así en absoluto.
—Encantada de conoceros —no comentó nada más, volviendo sus ojos al libro.
Ambos primos se miraron, al miraron y comenzaron una conversación sobre su verano. Por lo que había escuchado mientras leía se habían visto apenas unas semanas atrás, y no sabía que podía actualizarse en tan poco tiempo de tantas cosas. Tratando temas banales como el tiempo en Glasgow, o bueno, en las afueras según había podido intuir, un pequeño pueblo mágico a las afueras.
Lo extraño es que ninguno tenía un acento muy marcado, si era honesta el de Stella parecía más de Birmingham, una Brummie más que una escocesa. Por su parte Jake tenía el mismo acento que ella, un acento elegante londinense, de clase alta. Quizá es que su residencia de vacaciones estaba allí, en Glasgow, más su residencia el resto del año se encontraba en otra parte. Debía ser eso.
Siguió leyendo unos capítulos más, haciendo oídos sordos al resto de su conversación, realmente no la importaba en absoluto el pequeño pueblo en Kent. habían viajado mucho, debía reconocerlo, ella el único lugar que había pisado ese verano había sido en Atwater, Edimburgo. Aunque estas navidades se irían a visitar la costa este, el Boston mágico, según había escuchado era una pasada de ciudad, solo esperaba que el frío no fuera muy cruel.
—¿Quieres una? —La chica, Stella, le estaba ofreciendo una pluma de azúcar, y aunque no era de sus dulces favoritos debía de admitir que había sido un acto de buena fe.
—Claro —cogió el dulce con sumo cuidado antes de metérselo en la boca.
—Están muy buenas, pero son mejores las ranas de chocolate —entonces frunció el ceño.
—Que respuesta más básica —ante la mirada atónita de Jake su prima se rió.
—Eso le digo yo, pero parece que no está de acuerdo —el chico se recompuso rápidamente de su sorpresa, justo para fruncir el ceño.
—¿Y cual es el tuyo? Déjame adivinar, estirada, correcta y sangre pura, seguro que los caramelos de café con leche y los calderos de chocolate son tus favoritos —June levantó una ceja, no es que no la gustasen esos dulces, no eran sus favoritos, pero no estaban mal.
El tono que había usado, en cambio, la molestó de sobre manera, no había dicho nada incorrecto, solo había sido la manera en la que lo había dicho lo que la había molestado.
—Las meigas fritas y los diablillos de pimienta, en realidad —comentó fríamente —parece que tus gustos tienen tan poco sabor como tu apellido —terminó la frase. Sin sabor, sencillos y aburridos. eso quedó sin decir, aunque estaba implícito, y Jake parecía saberlo.
—¿Los diablillos de pimienta? Nunca los he probado, la abuela dice que son un peligro, que pican muchísimo y que no debería probarlos —dijo, intentando hacer de comodín entre su primo y su posible primera amiga en Hogwarts.
Los ojos azules de la castaña fueron a ella, con desconfianza, nunca había que confiar en una persona que no había probado los diablillos de pimienta, mucho menos en una a la que no le gustase.
—¿Quieres uno? —Sacó un par de su túnica, ofreciéndoselos a la rubia que no dudó en coger uno y metérselo a la boca, el humo no tardó en salir de sus orejas —¿quieres mejorar tus gustos, o tienes miedo? —Jake cogió uno rápidamente antes de metérselo en la boca, el humo apareciendo en sus orejas segundos después.
Ella por su parte saboreó la pluma de azúcar, debía de afirmar que estaba muy buena, pero no era el mejor dulce, nunca lo era. Pero no le daría la razón al niño que estaba sentado enfrente suyo, no podía darle ese gusto.
—Está muy bueno, si veo a la señora del carrito le voy a pedir unos suministros, no creo que si se los pido a la abuela me los compre —Jake asintió con la cabeza.
La conversación volvió al vagón, sin embargo esta vez June participó activamente en ella. Y debía decir que compartía muchas opiniones del joven Black, era como si sus respuestas fueran las mimas que las de June, como si pudiera leer su mente y decir lo mismo que ella.
Es como si las horas no pasasen entre ellos, nunca había tenido conversaciones tan largas e interesantes, no se había aburrido ni una sola vez, y eso era una cosa a tener en cuenta. Mientras que Stella era más abierta y amable, Jake era extrovertido y espontáneo, parecía que estaban cortados en distintos patrones, pero June podía ver que habían sido cortados por la misma tijera, dos caras de una moneda, tan iguales y diferentes que no le sorprendería si compartieran crianza más allá de lo que la habían comentado.
Como había intuido Stella se había criado a las afueras de Birmingham en un barrio puramente mágico, pero con todas las comodidades muggles que había, de ahí su acento y su conocimiento por todo aquello que no era mágico. Por su parte Jake se había criado en Londres, muy cerca suyo, pero nunca se habían encontrado, probablemente porque sus familias no se llevaban bien.
Stella había crecido bajo la tutela de su abuela Roxanne y su tío Derek, toda familia por parte de su madre, quien había muerto meses después de su nacimiento, no había indagado en ello. Jake por su parte había crecido bajo el cuidado de Lord Max, un joven que había sido el amigo de su padre, con una crianza puramente mágica.
June no sabía de quien era hijo quien, pero supuso que Jake era hijo del famoso Regulus Black y Stella del asesino Sirius Black, meramente por el echo de que ella era una mestiza y él un sangre pura. Todo lo que sabía es que uno había sido el hijo prodigo y el otro el rebelde que se juntaba con mestizos y sangre sucias. Más no comentó nada al respecto.
La señora del carrito había pasado y Stella había comprado los diablillos de pimienta, acabando todas las existencias, Jake por su parte compró meigas fritas y calderos de chocolate, sorprendiéndola gratamente. Sabiendo que su hermana no podía ir todavía a Hogsmeade y que no podía embaucarlo por ello decidió agotar existencias de plumas de azúcar y todos los frascos de cerveza de mantequilla existentes.
La señora del carrito les había sonreído, no había comentado nada y se había ido.
Ella guardó todo en el baúl con un leve giro de muñeca, sorprendiendo a Stella.
—¿Sabes ya algunos hechizos? —June se encogió de hombros —Jake también sabe, realmente es super bueno en todo lo que hace, pero no le pone mucho esfuerzo, es injusto —su primo la abrazó, sonriendo.
—Pronto me alcanzarás y serás mejor que yo, al fin y al cabo siempre has sido mejor estudiante.
—Respondiendo a tu pregunta solo me sé un par de hechizos, nada que no pueda aprender en casa al verlos miles de veces —estaba segura de que Stella y ella no tenían la misma definición de casa, pero no dijo nada al respecto.
La puerta se abrió segundos después, revelando a una chica de cabellos rojos llameantes, grandes y redondos ojos marrones rodeados de pestañas abundantes y una piel llena de pecas, era pequeña y el uniforme podría haber pasado por épocas mejores, aunque su falda parecía nueva, en contraste con todo el resto de su ropa.
—Hola, soy Ginny —la chica parecía ser algo reservada, pero su sonrisa parecía alumbrar a la persona más triste del lugar.
—¡Hola! Yo soy Stella, ellos son Jake y June —ambos asintieron con la cabeza de manera idéntica, a la vez, un escalofrío le recorrió la columna —y no suelen estar en concordancia, bueno, no estoy segura, se han conocido hoy, yo soy la prima de Jake —de pronto paró de hablar.
—Entra si quieres, he descubierto que puede llegar a hablar durante mucho tiempo —no llevaba el baúl encima, lo que la llamó la atención —¿y tu baúl?
—Está en el vagón con mis hermanos, como son mayores ya tienen sus amigos, me he escapado para buscar a gente de mi edad.
No tardaron ni una hora desde la llegada de la pelirroja en terminar el trayecto, llegando a su destino más rápido de lo pensado. Cuando salieron del vagón no logró ver a Pansy, pero no se sorprendió por ello. Un semi gigante les llamaba desde los botes, y mientras explicaba como iban a llegar y todo se acercó más a sus nuevos compañeros.
Los botes a los que tenían que subirse para llegar al castillo realmente dejaban mucho que desear, pero no iba a decir nada al respecto, probablemente Pansy se había quejado todo el camino hasta llegar allí. El viaje fue sin problemas, pero tanto Jake como ella tenían la mano fuera del barco, tocando el agua, sin saber que se escondía debajo.
—Como te caigas me voy a reír Jake —amenazó la rubia, pero para su desgracia su primo no se cayó del bote y llegaron sanos y salvos a la otra orilla.
No del todo secos, pero eso no era su culpa, el bote estaba ya húmedo del relente, y probablemente el agua se había colado por debajo y había mojado la parte de abajo de sus capas.
No fue hasta que llegaron a las puertas que al semi gigante, Hagrid, le sustituyó una bruja altísima. Tenía un porte elegante y severo, un sombre verde de terciopelo acabado en punta, no sabía quien era pero no quería ser el foco de su enfado. Estaba segura de que no sería muy complicado si hacían algo mal, pero esperaba que fuera amable.
Se presentó como Minerva McGonagall, jefa de la casa de Gryffindor, pero podía pensar que no sería muy de favoritismos, parecía lo suficientemente firme y seria como para poner recto un espagueti cocido. Una vez entraron al castillo Stella le agarró la mano, y aunque se sorprendió en un inicio no la quitó, dejó que la llevase todo el camino con las manos entrelazadas.
Stella parecía brillar bajo la luz de las antorchas, o por lo menos su pelo rubio. Les dejó en el pasillo unos segundos solos, volvió rápidamente e hizo que les siguieran. Un sombrero encima de una silla, parecía muy corriente, pero de pronto apareció una boca de él. La rubia la apretó la mano enseguida.
Comenzó a dar un discurso aburrido, y si tenía una idea de lo que debía reflejar su cara era porque probablemente se parecía mucho a la de Jake en esos momentos, altiva y aburrida.
Una niña se la acercó entonces, cabellos rubios y ojos verdes con un halo marrón bordeándolos.
—Hola, soy Mia —Stella la saludó y sonrió, ella simplemente dio un asentimiento.
Fue entonces cuando McGonagall empezó a llamar gente. Las primeras cuatro personas habían sido repartidas entre Hufflepuff y Slytherin.
—¡Black, Jake! —El gran comedor se llenó de susurros, pero parecían no importarle, justo antes de salir del cúmulo de niños se giró y les guiñó un ojo, haciéndola rodar los propios.
El gorro nada más tocar la cabeza gritó:—¡GRYFFINDOR! —La mesa roja y dorada estalló en aplausos mientras el uniforme del chico cambiaba y se dirigía a la mesa que lo aclamaba.
—¡Black, Stella!
La rubia soltó su mano y se encaminó al sombrero. Allí estuvo durante al menos cinco minutos antes de que tomase una decisión, hatstall la habían llamado algunos:—¡RAVENCLAW!
La casa azul y bronce estalló en vitores al tener a su primera integrante, pasó mucha gente, entre ellos la rubia que se la había acercado antes, Mia Bradley, una orgullosa Slytherin, incluso su hermana se había puesto a hablar con ella. Lo cual era raro, quizá era una de esas personas a las que tenían que acercarse según sus padres.
—¡Parkinson, Juniper! —Pudo ver la cara de burla de Jake desde el pasillo, le echó una mirada de advertencia.
Una vez estuvo sentada en la silla McGonagall la colocó el gorro.
Tú eres fácil, susurró en su cabeza.
—¡RAVENCLAW!
La mesa estalló en vitores, aún aturdida por la decisión se encaminó a su nueva mesa, donde Stella ya la esperaba. La abrazó muy fuerte mientras que algunos de sus compañeros la felicitaban. Una vez sentada se giró a ver a su hermana, quien parecía sorprendida, al menos los primeros segundos, luego volvió la mirad fría y venenosa de siempre.
Eso la hizo recordar su pelea de verano con ella. Que debía de ir a Slytherin y honrar su familia. Ella le había gritado que podía olvidarse de ello, que estuviera en la casa que estuviera tenían que sentirse orgullosos de ella.
Estaba segura de que iba a escribirles a sus padres en cuanto pudiera para darles la desagradable noticia.
Decidió no pensar en ello esa noche, no tenía porqué hacerlo, hoy era un día para disfrutar, tenía que disfrutar por lo que habían conseguido. Una nueva amistad que esperaba pudiera forjar con Stella y Jake, más con ella que con él.
Ginny fue la última, quedando en Gryffindor, donde varios pelirrojos la felicitaron, supuso que sus hermanos, les había hablado brevemente de ellos. Por lo menos parecían felices con donde había quedado su hermana, ojalá pudiera decir ella lo mismo.
¡primer capítulo de esta nueva versión!
espero que os haya gustado. sé que es una nueva versión, nuevos personajes y maneras, pero es que no tenía sentido lo que había echo antes.
jake es nuevo, y zavier, albus y riddle ya no existen, pero es por una mejoría mayor.
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