[42]-Juntos

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Capítulo XXXXII: Juntos

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El sonido del metal chocar y cortar cada hebra rubia se hacía resonar en la habitación; unas manos tomaban un mechón y cortaban otro, uniendo y emparejando el tamaño y la forma del cabello. Un tijerazo seguido de un resoplido de nervios y cansancio. Paso una mano para tocar los mechones ya cortos cepillando y pasando sus dedos sobre ellos con delicadeza.

- ¿Terminaste? – Pregunto el hombre volteando a ver a la chica, que no paraba de medir con sus dedos el ángulo de su rostro. - ¿Cuánto falta?¿Es grave? Según yo, solo lo deje crecer un poco más de la mitad.

- Ya casi. – Pasando las tijeras por debajo de su nuca – ¿Creo que...? Me pase.

- ¡¿Qué?! ¡No habrás trasquilado de más! – Miro asustado invocando un espejo para verse.

- No, no, no, no... bueno un poco. – Mostrando una sonrisa inocente. – Pero casi ni se nota.

El rubio se fijó que solo era muy poco lo que corto, pero nada grave solo la simetría de la nuca estaba un poco recta y de lado. – ¿Por qué eres así? Casi haces que me desaparezca. – Tomo su brazo para tirarla hacia su regazo acomodándola para quedar sus rostros juntos. – Estrella fugaz, definitivamente te gusta torturarme – Besando sus labios con delicadeza. – Que tal si yo corto el tuyo. Necesitas un corte. – Tocando su cabello largo.

- Eso jamás. – Sacándole la lengua.

- ¿Sabes que se me antoja con este cabello? – Haciendo una coleta improvisada.

- ¿Qué? – Pregunto inocente.

- ¿Quieres descubrirlo? – Colocando un beso en sus labios de forma apasionada. – Sé que te gustara. – dando una mirada seductora.

De repente alguien toco la puerta de la cocina, la pareja volteo siendo avisados por la presencia de Stanford, quien este entraba a la habitación por un poco de café.

- Ahem... - Fingió toser y aclarar su garganta mientras pasaba a tomar la cafetera. – Si harán ese tipo de cosas afectuosas, háganlo en un lugar más privado. No lo sé.... ¿Un hotel? Hay uno cerca antes de llegar al panteón de la familia Valentino.

- No es lo que crees tío, solo estábamos... - Dijo avergonzada Mabel mientras se ponía roja como un tomate y se bajaba de Bill. – Yo solo le cortaba el pelo, lo traía muy largo.

- Seis Dedos ¿Por qué tiene que llegar arruinar la mejor parte del momento? – Dijo molesto el demonio evitando un golpe por parte de la castaña. – Le iba enseñar que hacer con una coleta.

- Bueno yo iré... a beber esto al estudio – Señalando su taza. – Oigan, si saben que hay un niño presente por la casa. – Dijo Ford acomodándose los lentes. – No quiero que lo traumen.

- ¡Tío Ford! no estamos haciendo eso – Tratando de aclarar el malentendido.

- A no – Dijo en tono burlón el demonio. – Pensé que haríamos estrellitas y triangulitos rondar por la cabaña y causar un poco de caos por aquí y por allá. – Tocando su cintura.

- No ayudas mucho. – Lanzando una mirada de molestia al rubio.

- No se enoje estrella. – Abrazando su cintura. – Que pronto habrá, en algún momento.

Mabel no pudo evitar corresponder su abrazo y los mismos sentimientos de aquel demonio. Hasta que llego su competencia, Mike quien estiraba los brazos hacia la castaña para que lo cargara. Bill y Mike tenían un duelo de miradas por ver quien ganaba el amor de aquella chica.

- Oye mocoso, ¿Qué crees que haces? – Frunciendo el ceño.

- La tía Mabel, es mía.

- ¡¿Qué?!

- Bill cálmate. – Sonrió Mabel. – Es un niño.

- No lo veo como un niño. – Dirigiéndole una mirada amenazante al infante, pero el chico ni se inmuta. Solo sigue aferrándose al cuello de la chica y colocando una sonrisa de triunfo.

PV Mabel

Apenas íbamos a mitad de diciembre desde que llegue a Gravity Falls, Bill y Dipper siempre estaban algo ocupados, en especial mi hermano porque el siguiente año publicarían su trabajo en una universidad que avalaba su proyecto.

En cambio yo me encontraba cuidando de Pacifica a todo momento ya que la rubia apenas podía movilizarse con su octavo mes de embarazo. Su abdomen estaba muy distendido por la parte de enfrente, casi como un pico.

Nos encontrábamos en la sala platicando sobre los posibles nombres que Pacifica y Dipper le pondría a su adorable hijo, mientras se sobaba su vientre abultado. Mientras que yo tejía un adorable suéter para él.

- Yo le quiero poner "Dhoire". – Dije muy decidida por el nombre, pero por mi mente cruzaba la cara de felicidad de Dipper cuando le sugirió el otro nombre. – Aunque tu hermano quiere ponerle Tyrone... no es mal nombre sabes. – Mostrando unas mejillas sonrojadas.

- Que emoción que tú y mi hermano vayan a ser padres. – Dije contenta, extendiendo mi tejido azul. - ¿Qué tal? Le quedara al pequeñín.

- Un pino con una llama, es tan lindo. – Tocando los patrones del bordado. – Estoy seguro que le gustara.

- Bill dijo que sería bueno poner los símbolos de su zodiaco, insistió tanto. – Recordando como el demonio le pedía que los pusiera. – Nunca había insistido en algo así.

- Yo creo porque se siente identificado y quiere participar en esto. – Mostrando una sonrisa. – Deberías haberlo visto cuando estaba en mi quinto mes de embarazo. – Bufo con una leve risita. – Él muy ingrato me hizo aparecer tentaciones.

- ¿Tentaciones? – Arqueando una ceja de confusión.

- Comida. – Respondí. – Dulces y cosas que no debía comer, recuerdo esa vez que el ginecólogo me regaño y me envió con la nutrióloga... y después de eso, él muy desgraciado no paraba de darme dulces haciéndome romper la dieta más de una vez. – Recordando el montón de pastelillos de nata y fresa que le daba. – Glorioso pecado de pastelillos.

- Eso no sabía. – Una venita sobresalía de mi cabeza. – Cuando lo vea le daré su merecido.

- Lo bueno que el señor Pines lo detuvo.

- Eso es bueno.

- Aunque Stanley y Dipper eran muy exigentes. – Dije jugando con mis dedos. – Y cuando le pedí a Bill. Se rehusó y también fue muy estricto con mi dieta.

- Okey eso fue... raro.

- Aunque ellos tres ya la habían pasado muy mal cuando estaba en mi tercer mes. – Mostrándome apenada. – Puede que le haya lanzado muchos insultos despreciables a Bill y más a Dipper, pobres no podían conmigo. Era una bomba hormonal por su culpa.

- Entonces llegue justo a tiempo, cuando estas calmada. – Mencione aliviada.

- Algo así. – Me reí un poco avergonzada.

- Bueno, bueno pero Bill no se escapa de su castigo.

- Oye por cierto... puedo preguntarte algo y no te enojas.

- ¿Qué es? – Poniendo mi atención a la rubia.

- Tú y Bill ¿lo han hecho?

- Ehm... s-sí, bueno sí. – Tornándose mis mejillas de un carmín suave. – De todos modos tú ya lo sabias... bueno desde hace tiempo.

- Eso ya lo sé tontita. – Dijo la rubia poniendo una sonrisa grande. – Me refiero si lo han hecho muy reciente, digamos desde que llegaste.

- ¡Pacifica! – Dije con vergüenza.

- Oh vamos Mabel todos somos adultos. Es normal hablar de sexo hoy en día. – dijo ella con seguridad en su voz. – Aparte Bill en cuanto te vio en ese momento, no se alejó en ningún momento de tú lado, sin olvidar que estaba babeando por ti la noche que estábamos en la sala – Colocando una sonrisa traviesa. – Así que no me mientas que esa noche no te cogió como en años. Por qué regresaste al día siguiente temblando como pingüino y afónica como una cantante que tuvo 3 giras de conciertos.

- ¡Bueno ya! Si lo hemos hecho, antes de que regresara al día siguiente y en lo que va de esta semana unas tres o cuatro o tal vez cinco veces – Dije con mi cara ardiendo de la vergüenza. – Tal vez la primera no use protección porque estaba con muchas ganas y él también, pero tome la pastilla... pero las otras veces él ha tenido cuidado, se ha puesto el condón.

- Lo sabía.

- Bien contenta. Ni una palabra a Dipper.

- Crees que tu hermano se tragara la mentira, de que te quedas en su dimensión solo para dormir en una camita sin que te toque todas las noches. – Soltando una carcajada burlesca. – Cuando él sabe muy bien que el triángulo endemoniado te esperaba día y noche, cada mes del año. A que regresaras. – Se soltó riendo nuevamente. – Descuida Mabel tú hermano y tú tío Ford lo sabían, bueno Dipper tardo en descubrirlo.

- ¿Hace cuánto?

- Hace 1 año.

- Dios mío... - Me lleve las manos para ocultar mi sonrojo nivel tomate al rojo vivo. - ¿Y mi tío?

- Creo que tú tío ya llevaba mucho tiempo que lo sabía.

- No me imagino su reacción a deber querido darme la charla.

- Sí, y pensar las veces que podía haber ejecutado a Bill. De haberse aprovechado de una chica de dieciséis años en la flor de la juventud.

- ¡Pacifica! – Exclame.

- Las hormonas Mabel... aunque yo también andaba en esa situación.

- Sí, ahí está la prueba. – Apuntando al vientre abultado.

- Algún día tú también estarás así. – Dije con amenaza. – Y será el doble contigo para que se te quite.

Ambas nos miramos y nos soltamos riendo a carcajadas en la habitación, realmente extrañaba a mi amiga, así mucho que no reía a gusto.

Observamos que ya estaba atardeciendo y no aparecía mi hermano y Bill, desde que salieron. Esperaba que no se hubieran metido en problemas.

- ¿Por qué tardaran tanto?

- Descuida siempre van al bunker.

- ¿A estas horas? – Dije.

- A lo mejor fueron a comprar el pan.

- ¿Comprar el pan? Enserio mi hermano y él...

- Aunque no lo creas lo hacen.

- De todos modos es mucho el tiempo que te dejan sola, ese Dipper no entiende.

- Calmada Mabel es la primera vez, yo creo que piensan ellos; como Mabel esta con Pacifica nada malo le pasara.

- Tal vez... – Viendo a la rubia muy segura de sí misma. – Igual se me hace mucho tiempo.

De repente entraron su hermano y el rubio cubierto de nieve, sacudiendo sus abrigos y retirándose los gorros. Se acercaron así nosotras, pero el castaño fue el primero a lanzarse al radiador para calentarse en la sala.

- Oh Dios, pensé que moriría congelado. – Frotándose las manos para generar calor.

- Deje de quejarse Pino.

- Dipper estas bien. – Se acercó Pacifica para envolverlo en una manta caliente. – Estas tan frío querido. – Besando su frente. – Ven, abrázame. Yo te daré calor.

- Claro. – Dejándose envolver por los brazos de la rubia.

Bill a ver esa escena sintió envidia y volteo a ver a Mabel, quien miraba con una sonrisa a la pareja. Este se lanzó a la castaña tomándola desprevenida y abrazándola por detrás.

- Tengo frío. – Dijo enterrando su cara en su pelo achocolatado. – Caliénteme Estrella fugaz.

- ¡Hey Bill! Hace 20 minutos que veníamos de regreso dijiste que no tenías frío. – Dijo Dipper.

- Si digo que tengo frío es que tengo frío, ahora a callar Pino. – Atrayendo más cerca a la castaña le susurro a un lado de su oído. – Tú y yo vamos a un lugar más cálido. Necesito hablarte de algo en privado.

- ¿A dónde planeas llevarme? – Dije curvando una ceja.

- Es un secreto. – Sonriendo. - ¿Vienes?

- De acuerdo.

Sin más que decir lo seguí mientras que mi hermano solo lo vi asentir dando el permiso a que nos fuéramos, aunque por un momento sentí una sonrisa de complicidad entre mi hermano y Bill. Seguido por la sonrisa de Pacifica quien ella solo levantaba un pulgar, aunque seguía extrañada por ese extraño comportamiento de los tres.

•| ⊱★⊰ |•

Bill me había llevado a cenar a un restaurante, porque sabía que no había cenado nada por haberlos estado esperando. Me llevo a un lugar lujoso y algo desconocido para mí; donde había diversas criaturas y monstruos que me miraban con algo de interés y rareza. Suponiendo que era la única humana en este lugar, ya que muchos reconocieron a Bill como un demonio. Nos sentaron en una mesa algo aislada de los demás, pero con una excelente vista a los que parecía un cielo estrellado, o semejante a una galaxia.

- Lo que ves es apenas una parte muy pequeña del universo. – Dijo Bill, mientras me acomodaba la servilleta en mi regazo.

- Es bellísimo este lugar. – Dije muy asombrada.

- Pero no tanto, como lo que yo veo. – Tomando su rostro para voltearlo hacia él. – Aquí está mi universo y la única que me importa.

Mabel se sonrojo ante lo que dijo mostrando una sonrisa suave, llego un mesero hacia ellos, entregándole una carta a ambos. En cuanto lo recibió la chica se quedó con la mirada en blanco, pues no entendía nada de lo que decía. Más bien no lo podía leer viendo los extraños símbolos. A lo que Bill soltó una leve risa.

- Bill... ¿qué idioma es esto?

- Runas.

- ¡Ah!... ya veo – Hojeando la carta después de un minuto. – No entiendo.

- Mejor yo pido por usted – Vi como la chica me lanzaba una mirada de "hablas enserio". – Descuida te gustara. Confía en mí.

- De acuerdo.

Observe como el mesero tomaba sus órdenes, escuchando un idioma desconocido para mí. Vi como Bill movía sus manos pero después me señalo un par de veces. A lo que el sujeto solo asintió y se retiró del lugar. Me acerque lo suficiente para inclinarme y preguntarle nuevamente.

- ¿Qué le dijiste?

- Que no le dije. – Menciono el rubio.

- Han venido otros... humanos aquí.

- Sí.

- ¿Cómo? – Primero me imagine, las brechas multidimensionales. Pero luego me acorde de la llave. – Tienen acceso de otra forma.

- Veras hay otras dimensiones, donde hay otros humanos que les encanta molestar y viajar por todo el multiverso.

- ¿Qué? – No podía imaginarme más gente viajar por el espacio.

- El punto es que si han conocido otros humanos aparte de ti, por eso el menú hay para todos.

- Oh... entonces no soy una rareza. – Dije más calmada.

- En realidad... se les hace extraño que yo tenga un humano como compañía. Pensaron que eras mi esclava.

- ¡¿Qué?! – Sonrojándome de lo molesta. – Ni loca seria esclava.

- Espera Estrella fugaz, no te alteres ni armes escándalo. Ya lo aclare todo. – Menciono.

- Así ¿Qué le dijiste? – Cruzándome de brazos. – Que soy una amiga tuya o posible contratista. – Soltando una risa.

- Que eras mi prometida – Respondió sin quitar la sonrisa de emoción.

- ¿Eh? – Me sonroje furiosamente.

En ese momento fuimos interrumpidos cuando trajeron nuestra cena, observando que lo que había pedido, eran mis platillos favoritos y postres. El demonio me hizo un feliz ademan con su mano, para que eligiera. Aunque él sabía que iría primero por el postre un pastel de chocolate que adornaba perfectamente la mesa con el glaseado de un espejo de color azul marino con polvo dorado de azúcar, adornado de frutos rojos. Di el primer bocado y mis papilas gustativas bailaron de felicidad.

Había recordado cuando tuvimos una vez una conversación similar sobre; ¿Qué es lo primero que comerías si fuera el fin del mundo? A lo que rápidamente le respondí el "postre". Que podría decir, mi debilidad siempre fueron los dulces.

Bill paso un dedo sobre la comisura de mi mejilla limpiando la crema batida del pastel, lo veía sonreír demasiado y ser demasiado atento. Eso me hizo sospechar que estaba preocupado por algo. Pero aun no quería preguntarle, tenía que tener mucho cuidado con mi mente o la leería.

- ¿Bill estas comiendo?

- Sí.

- Mi tío te puso los grilletes. – Levantando la manga de su camisa.

- No.

- Entonces...

- Porque quiero. – Por un momento cambio lo que quería decir por otra cosa. – Me acostumbre a lo que hacían los de tu especie, quería hacerlo.

- De acuerdo. – Bebiendo mí copa despacio.

- Aprendiste. – Viendo como la castaña inflaba sus mofletes con un sonrojo.

- Solo hago lo que me dijiste.

- Ya me di cuenta. – Picando su mejilla. – Espero que no te llenes con vino.

- Estoy llena... - Dije con una sonrisa. – Lo siento. – Viendo que había pedido muchos platos.

- Es normal.

- Tú puedes comer sin sentirte lleno. – Dije en tono burlón para tratar de molestarlo. – Eres un acaso un agujero negro.

- ¿Quieres hacer un trato conmigo?, eso es lo que escucho.

- Mejor no. – Solté una risa, y sentí como su mano acariciaba la mía tocando el dorso. – Has estado muy atento, Bill. – Tocando su mano. – Incluso me gusta tu traje, te ves muy atractivo.

- Te ves hermosa esta noche Mabel... - Se corrigió. - No, siempre lo estás. Siempre has sido hermosa.

- Gracias...

Terminando de cenar Bill pago y me extendió una mano para que me aferrada a su brazo, siendo escoltada a la salida por él. Di un último vistazo al lugar antes de adentrarnos al portal que abrió.

•| ⊱★⊰ |•

Pacífica y Dipper se encontraban ya de regreso a su casa, estaban sentados en la sala viendo una película, hasta que la rubia tuvo el interés de preguntarle a su esposo por el tiempo que tardaron.

- ¿Qué tanto tardaron? Se supone que debía llevársela antes de la tarde-noche.

- Tuvimos unos problemas... - Puso una cara de fastidio al recordar el pequeño incidente. – Él idiota quería practicar.

- ¿Practicar? – Dijo extrañada. – Pero es un demonio que tiene más de un millón de años, más viejo que el universo. ¿Qué necesita practicar?

- No lo sé andaba muy nervioso.

- Es Bill Cipher, que va estar nervioso.

- Pues ese genocida maniático iluminatí, está nervioso porque su mayor temor es que mi hermana lo rechace. ¿Puedes creerlo? Su mayor miedo es ser rechazado por ella.

- ¿Y eso los demoro toda la tarde?

- Me puso la sortija él muy imbécil en el dedo. – Mostrando su dedo levemente hinchado y que había sido lastimado en el proceso. - ¡Quería cortarme el dedo!

- ¡Ah!... ya. – Entendiendo a la perfección la situación que tuvo que pasar.

- Sí que esta raro el día de hoy.

- ¿Crees que le dirá? Ya sabes tu hermana, la palabra correcta. – Dijo ella. – El "sí, acepto".

- Esperemos.

- Entonces le diste su aprobación.

- Supongo... cuando lo menciono a Ford y a mí. Créeme que lo queríamos matar en ese mismo instante. – Acomodándose en el sillón. – Nos hizo ir a lugares raros... e ir a ayudarle en ciertas cosillas.

- Eso espero, no desperdicie la mitad de la tarde en arreglar a Mabel. – Pensando un poco. – Ahora que lo pienso un poco, ella no necesito mi ayuda. Se veía hermosa como iba vestida. Diablos hasta viste mejor que yo.

- Oye tú también eres hermosa. – Besando su mejilla.

- Dipper... -Besándolo en los labios.

•| ⊱★⊰ |•

La castaña había llegado junto con el rubio a un campo cubierto de amapolas, mostraba un anochecer con el firmamento cubierto de constelaciones. El clima seguía frío pero a diferencia del pueblo, las flores parecían como si nunca les hubiera caído cualquier rastro de nieve, en cambio a su alrededor formaba una densa capa de nieve de forma circular.

La chica se acercó a los bordes viendo que había un límite, traspaso con una mano y sintió un terrible frío que la hizo regresar.

- Un campo de protección.

- Sí.

- Ya sé dónde estamos. – Dije notando el domo. – Estamos en tú invernadero.

- Acertaste.

- ¿Holanda? – Mostrando una sonrisa.

- Tiene su atractivo en invierno, pero no es su momento para lo que voy hacer. – Me acerque a la joven y pase mi mano por sus mejillas para recoger sus mechones y colocarlos atrás de sus orejas. Observe esa mirada avellana que me dedicaba una mirada llena de curiosidad y ternura. – Trata de escucharme atentamente lo que tengo que decir. Es muy importante, y solo lo repetiré una vez. Es el trato más importante que haré contigo.

- Un trato – Reí un poco. - ¿Quieres hacer un trato conmigo? ¿Ahora en esta noche?

- Un trato que podría cambiarlo todo. – Besando su frente. – Por favor escucha, Estrella fugaz.

Mabel se sorprendió que dijera "por favor" ya que cuando lo decía era cuando estaba muy preocupado o quisiera que pedir algo muy importante, que tuviera que ver con su voluntad.

Vio como él se arrodillaba haciendo que ella se sonrojada y volteara alrededor si no había nadie más en ese lugar, ya que había recordado una vez que le comento Bill, que los demonios nunca se arrodillan contra un humano, y mucho menos los de clase alta. La castaña estaba nerviosa hasta que escucho que Bill le dijo que se calmara.

- Lo que pediré es muy egoísta, demasiado codicioso, pero claramente una vez le dije a cierta mortal adolescente la razón de porque los demonios no podemos enamorarnos de un humano. – Dije. – Nosotros elegimos un compañero de por vida, un ser que sea al igual que nosotros. Pero tú eres la excepción. Eres una humana especial para mí, y me has atrapado. Tú vida es efímera y la mía es eterna, pero has llenado ese vacío que tenía dentro con buenos momentos y quiero que lo sigas haciendo. Soy algo ajeno a estos ritos mortales, incluso nosotros tenemos uno diferente. Pero no te gustaría hacerlo. – Riendo de forma nerviosa. – Incluso tuve que pedir algo de ayuda, para hacer esto bien. Pero enserio quiero hacerlo y a tú lado. Quiero que seas mi compañera. – Con una mano tomo la suya y con la otra invoco una cajita oscura de terciopelo oscuro, para abrirla y mostrar su contenido; una sortija de oro negro que mostraba una piedra redonda y con la galaxia adentro. – Mabel Pines la vida es un poco rara, o quizás yo también lo sea. Pero cuando se encuentra una persona cuya rareza es compatible con la nuestra. Es necesario sentir esa satisfacción y llamarla amor verdadero, así que te pregunto; aceptarías casarte y unirte con un egoísta demonio, algo dominante sobre las dimensiones, donde casi soy reconocido como su gran soberano. Pero que te amara por siempre y no soltara tú mano en ningún momento. Aunque traten de apartarte de mí. – Mostrando la sortija. - Solo quiero escuchar dos palabras, no estoy haciendo uso de mi visión, para no arruinar el momento.

Mabel sintió como sus ojos se humedecían y un sonrojo le invadía las mejillas. - Te amo, Bill. – Hincándose para abrazarlo y besar sus labios, mientras sollozaba entre lágrimas y mostraba una sonrisa feliz.

- Entonces es un ¿acepto? – Viendo que ella no paraba de asentir.

- ¡Sí! – Dando besos por su rostro. – ¡Sí, quiero!

- Eso quería escuchar. – Sujeto su rostro para limpiar sus lágrimas y darle un beso apasionado.

Duraron unos minutos antes de separarse y sonreír ambos mientras no paraban de reír, el rubio sujeto su mano con delicadeza para deslizar el anillo en su dedo anular de su mano izquierda. La castaña admiro la joya en su mano y le dedico una mirada sonriente.

- Por eso estabas nervioso.

- Entonces sospechabas mis intenciones, muy astuta.

- Sí.

- Entonces ya sabrás lo que voy hacer.

- Mm... no

- Bueno te daré una idea. – La sujete de la cintura para levantarla y llevarla dentro de la mansión.

- Bill... ¿A dónde me llevas?

- Disfrutare de la compañía de mi prometida. – Colocando un beso en su mejilla. – Quiero hacerlo hasta cansarnos.

- Pervertido. – Sujetandose de su cuello.

- No sabes cuánto te amo.

•| ⊱★⊰ |•

A la mañana siguiente habíamos aparecido Bill y yo en la cabaña, encontrándonos con mi hermano, su esposa, mis tíos y Soos y su familia. Me acerque contenta al grupo mientras que mi hermano me miraba intrigado por la radiante sonrisa que portaba.

- ¿Qué le hiciste? – Levantando una ceja sospechosa.

- Que no le hice, Pino. – Dijo Bill en forma de respuesta.

- Más te vale que nada malo, degenerado – Amenazo Stan. – Mi calabaza es pura y de corazón.

- Yo no lastimaría a Estrella fugaz.

- Pues yo la veo muy feliz, más de lo normal. – Dijo Pacifica.

- Bueno si insisten bolsas de carne parlantes – Tomando la mano izquierda de Mabel para alzarla y mostrar la sortija, con un leve rubor en sus mejillas y con una sonrisa grande que mostraba sus colmillos. – La he reclamado.

- ¿Cómo que la has reclamado? – Pregunto Dipper.

- Estamos comprometidos. – Dijeron los dos al mismo tiempo.

- ¿Qué dijeron? – Dijo Stanley sorprendido acercándose a ellos.

- ¡Que estamos comprometidos! – Dijeron ambos al mismo tiempo.

- Okey tío Ford parece que se cumplió la amenaza del fin del mundo – Menciono Dipper.

- Parece ser chico, parece ser – Dijo Ford.

- ¡Oigan que groseros! – Dijo Pacifica. – Bueno eso también me sorprendió.

- ¡Muchas felicidades chicos! Van hacer una buena pareja – Dijo Soos.

- Creo que ya lo veíamos venir. – Dijo Melody. – Solo faltaba que este dijera las palabras correctas. – Refiriéndose a Bill.

- Un demonio con una humana ¿Eso ya se había hecho antes? Digo no conozco muchos. – Dijo Dipper.

- No lo sé. – Dijo Ford.

- No soy el primero, ha habido otros demonios que han desposado humanos. – Dijo Bill. – Digamos que yo era alguien que estaba antes en contra de esto. Al principio, pero ya ven que termine cediendo como la mayoría.

- No lo sé Ford parece falso. – Dijo Stan.

- Fez deje de echar mala suerte. – Dijo furioso el rubio.

Dipper se levantó y se dirigió abrazar a su hermana y felicitarla.

- Felicidades Mabel, atrapaste a un... demonio del caos. Pero sabrás como controlarlo.

- Gracias Bro-bro. – Correspondiendo su abrazo antes de separarse.

Dipper se dirigió a Bill y solo levanto la mano para que la estrechara. – Cuídala o juro que te ira muy mal. Has pasado el primer filtro que somos nosotros, pero te hace falta pasar por mis padres.

- Lo tendré en cuenta Dipper Pines. – Menciono con una sonrisa.

- Bueno ya es un comienzo. – Dijo convencido el chico, al saber que ya lo estaba llamando por su nombre.

- ¿Y cuando planean llevar a cabo esto? – Pregunto Stanley.

- Dentro del siguiente año. – Dije contenta. – Un agosto.

- ¿Agosto? – Dijeron todos los presentes.

- Sí.

- Vaya... eso significa que deben moverse. – Dijo Ford.

- Yo quería inmediatamente. – Dijo Bill. – Pero cierta mortal me detuvo anoche. – Mirando a Mabel con una sonrisa. – No me molestaría que lo volviera hacer.

- Eso ya es extremo maldito demonio. – Respondió el investigador.

- El siguiente año es mi último semestre, me graduaría.

- Es cierto ya terminas tus estudio. – Menciono su hermano. – Pero organizar un evento...

- Descuida tendré ayuda de mis amigas. – Dije emocionada.

- ¿Amigas? Las de allá. – Dijo Melody.

- Un poco de allá y de aquí. – Mostrando una llave. – Con esto podre venir a verlos.

- ¿Una llave? – Dijo Dipper.

- Una llave dimensional. – Aclaro Bill. – Y también para abrir portales.

- Mm... interesante ¿puedo verla? – Dijo Ford.

- No, aleje sus dedos. Es de Estrella fugaz. – Dijo Bill con recelo. – No se la des. – Se dirigió a Mabel.

- Lo siento tío, Bill me dijo que jamás te la diera.

- Siempre tan celoso. – Dijo Ford molesto. – Debes empezar a compartir demonio triangular.

- Eso jamás. – Respondió.

Esa misma tarde habíamos citado a los demás al restaurante de Greasy Dinner, para darles la noticia.

- No puede ser, ya se nos adelantó Mabel. – Dijo Grenda.

- Grenda tú también te casaras. – Dijo Candy.

- Sí, pero yo en octubre – Dijo. – Marius me ha dado tiempo para aprender ciertas etiquetas de la alta sociedad.

- Ya veo. – Dijo la azabache.

- Así que diste el paso Cipher. – Menciono el albino. – Muy inteligente tu estrategia. Pero de todos modos yo si tendré alguien que viene en camino. – Mostrando a la asiática con un vientre abultado. – Porque se viene el pequeño Thiago.

- Otro nombre para un ser destructor. – Menciono Bill sin tanto interés. – Solo mantenga alejado al engendro de mis futuros herederos, no quiero un sangre sucia cerca de lo mío.

- ¡Bill! – Dándole un codazo para después felicitar a su amiga Candy. – Candy eso si es una sorpresa. – Abrazando a su amiga.

- Okey... entonces tú y Mabel se casaran. – Dijo Wendy. – Interesante pero como le harán con...

- Con ¿Qué? Habla ya Hielo.

- Eres un demonio, mi duda es puedes pisar digamos... ¿Una iglesia?

Todos también se mostraron curiosos sobre la respuesta del rubio, pues muchos habían visto películas de tipos de exorcismos o de terror en donde el demonio no puede cruzar terreno sagrado. A lo que Bill no tardo en leer lo que pasaban por sus mentes, incluso el de la castaña.

- ¡Sí, sí puedo! Y claro que no me desintegrare. – Aclarando los puntos de vista de los presentes. – Ustedes los humanos crean mucha basura absurda, de que los demonios no podemos acceder a ciertos terrenos. – Pero se detuvo un momento a pensar en el agua que le lanzaba "lentes" cuando iba con posesionaba a Ford. – Excepto tocar esa agua que le llaman "bendita".

- Oh, entonces si se quema. – Se dijeron todos entre sí, ya conformes con lo que les había dicho Bill.

- Creo, tendríamos que ver eso. – Mencione preocupada.

Pasamos el rato platicando en ese lugar, enterándome de los últimos acontecimientos que habían tenido mis amigos. Viendo claramente que Candy y Gideon estaban juntos viviendo en una casa y a base de unión libre, ahora Candy esperaba el hijo de Gideon. En cambio Grenda venia de visita ya que se había ido a vivir a Austria con el varón Marius. Pero eso no le impedía visitar a sus amigas en el pueblo.

- ¿Cuánto planeas quedarte Mabel?

- Ya la quieren apartar de mí. – Dijo con tono protector Bill.

- Bill deja de actuar celoso. – Dijo Candy. – Pero también, porque no avisaste que vendrías.

- Bueno el punto es que... nadie sabía que había venido a visitar Gravity Falls. – Dije con cierta vergüenza. – Yo... al principio solo iba a dar un paseo rápido, ver como estaban y regresar.

- Pero me la encontré a la traviesa, preguntándome por la cabaña del misterio. – Hablo Wendy. - ¿Qué hacías en un hotel?

- Me estaba quedando ahí.

- Con que quedando. – Dándole un golpe en la cabeza. – Entonces admites que ya estabas aquí.

- No, acababa de llegar. – Admití con vergüenza.

- Podías haber ido a la cabaña del misterio. – Comento Grenda.

- No estaba en una buena posición para presentarme. Habían pasado muchas cosas. – Recordando los malos ratos antes de llegar a Gravity Falls. – Pero ya estoy aquí. Y sobre el tiempo creo que en enero, regresare a retomar mis asuntos.

- ¿Dónde estabas? – Pregunto Gideon. – No sabes cómo este nos hizo sufrir. – Señalando a Bill, quien se hacía como el que no escuchaba.

- A donde vaya siempre voy a estar escuchando esa frase. – Me dirigí a Bill quien me miraba con una sonrisa inocente y libre de culpa.

- Tiempos desesperados, medidas desesperadas. – Dijo el demonio.

- Bueno... yo estaba en los Ángeles, California, estudiando diseño de modas. Por lo que no podía regresar en ningún momento. – Jugando con mis dedos nerviosamente. – Estuve trabajando de tiempo parcial y... haciendo uno que otro proyecto. Me sumergí en el trabajo para olvidarme un momento de regresar.

- ¿Y dónde trabajabas? – Pregunto curiosa Grenda.

- Es cierto recuerdo que me lo dijiste todo eso rápido, pero no mencionaste donde trabajabas. – Menciono la pelirroja interesada en el tipo de trabajo que Mabel tenia.

- Bueno es que yo, trabaja... bueno yo trabajo en... - Dije con las mejillas rojas. – Un café.

- ¿Un café? – Dijeron los cuatro a excepción del rubio, quien le veía intrigado ya que en ningún momento lo menciono.

- Prácticamente es una cafetería. – Dije un poco nerviosa. – Éramos 5 empleados y un gerente.

- ¿Tienes fotos con tu uniforme? – Pregunto Gideon antes de recibir un golpe en la cabeza de parte de Grenda. - ¡¿Qué?! También me gusta la moda y los uniformes. Pueden ser los uniformes como los de un Starbucks o las cafeterías normales, como la de Linda Susan.

- Bueno a decir verdad... - Dudaba mostrar la foto en mi celular sobre mi uniforme, pero al final termine mostrándola. – Este era, no es una cafetería que digamos... normal, según el gerente dijo presentación y... buen trato al cliente.

Todos notaron la foto con un rubor viendo lo adorable que se encontraba la castaña portando su uniforme de mesera; una blusa blanca de manga ¾ con bordado, una falda tablada oscura que mostraba buena parte de sus muslos y con tirantes cruzados, portando un moño que resaltaba su pecho y las calcetas altas y el delantal. Wendy chiflo y sus amigas solo no paraban de decir que se veía demasiado atractiva para los clientes, en cambio Gideon trato de controlarse y decir se ve bien, cuando Bill leía claramente sus pensamientos impuros.

Aunque también tenía que admitir el rubio que no la había visto con ese traje, que hacia resaltar sus perfecta figura. Ahora sufría de una terrible excitación y las ganas de llevársela en ese mismo lugar, sin importarle que le dijeran. Pero mantuvo la calma en todo momento.

- Eso es uniforme de maid café. – Dijo Gideon sonrojado de sus mejillas. – Son raros esas cafeterías.

- Así ¿y cómo sabes eso? – Pregunto Candy.

- Internet.

- Okey usabas eso todo el tiempo. – Dijo Grenda.

- Sí, bueno mi turno era en la tarde. – Mostrando las fotos de mis compañeros. – Ellas son Beatriz y Jackie. Aunque Beatriz le gusta que le llamen Beath. Le gusta mucho pintarse el pelo es muy bonita.

- ¿Y estos dos? – Señalo Candy.

- Ellos son Wirt y Phill, no son muy sociales con la gente, pero con nosotras creo que somos la excepción.

- Este sujeto tiene algo en la mirada que da miedo. – Dijo Grenda.

- Más bien parece de los que les gusta las peleas, andar en lo rudo y molestarse fácilmente con la gente. Un chico rebelde. – Dijo Wendy.

- Bueno es más bien como lo describiste Wendy. – Dije con una media sonrisa por haber acertado en todo. – Pero Phill es bueno, nos estuvo cuidando a mí y a Beath cuando los clientes se pasaban de la mano. – Recordando lo protector que era su amigo. – Phill es un buen muchacho, tiene su lado amable y a veces suele ser un poco cerrado, pero cuando entablas amistad con él, suele ser muy carismático.

- Entendemos. – Dijeron las tres chicas. – Él rival de Bill.

- ¡¿Qué?! – Dijo Bill un poco desconcertado por lo que dijeron. – ¿Mi rival qué?

- Aunque no lo creas Bill, es uno de los chicos que encajan en los gustos de Mabel; rebelde, agresivo y con un humor de los mil demonios.

- Sin olvidar que la protegía. – Dijo Candy.

- Apuesto que te tenía un nombre amigable para ti, Mabel. – Dijo Grenda.

- Pues... me decía en ocasiones Estrellita. – Dijo Mabel en tono inocente. – Dijo una vez porque era alguien radiante que desaparecía a simple vista.

- Ahí está un rival perfecto para Bill. – Dijo Wendy

- Oigan ustedes de que parte están. – Dijo furioso el rubio.

- Del nuevo.

- Estrella no los escuches. – Dijo Bill tapándole los oídos a Mabel.

- Es broma torpe nacho. – Dijo Candy.

- Deja de hacerte el celoso. – Dijo Wendy. – Ya la tienes, están comprometidos. – Levantando la mano de Mabel. – ¡Tendremos boda!

PV Normal

Todos los del restaurante aplaudieron a la feliz pareja mientras que Mabel solo ocultaba con sus manos su rostro sonrojado.

Terminando de comer y de despedirse de sus amigos, se regresaron caminando ambos ya que Mabel le había pedido a Bill un paseo a pesar del clima. Pero eso es lo que menos le importaba.

- Bill ¿Cómo le haces para caminar sobre la nieve, sin dejar pisadas? – Viendo el camino de él totalmente liso y el suyo cubierto de sus propias pisadas.

- Soy un dios, hasta el clima me venera.

- Muy gracioso.

- ¿Quieres intentarlo?, hacemos un trato tú y yo. – Extendiendo una mano envuelta en fuego azul.

- Mejor no. - Aferrándose a su brazo. – Ya me está dando frío.

- Lástima se te va gangrenar tus piernas.

- Bill.

- Descuida tener una novia lisiada es lo nuevo.

- ¡Bill!

- Está bien, que humana más quejona. – Abriendo un portal.

- Gracias.

- Esto ira a mi lista de cosas que me debes. Anotando ese traje de mesera. – Comento con una sonrisa de oreja a oreja. – Oh sí la luna de miel la disfrutare muy bien.

[Mediados de Enero]

Mabel terminando rápidamente sus clases, tomo su celular y llamo al trabajo para avisar que no iría. Busco en el bolsillo de su abrigo la pequeña llave dorada y se dirigió a la primera puerta que encontró. La introdujo y dio un giro pensando en el lugar a donde iría. Se aseguró de que una vez que estuviera adentro, se aseguraría de haber cerrado el portal.

Llego al hospital corriendo por el pasillo para el área de ginecología, encontrándose con sus tíos quienes estaban sentados con el semblante serio.

- ¿Q-qué... sucedió? – Jadeando mientras intentaba relajar mi respiración, atrayendo el aire a mis pulmones.

- La chica tuvo demasiado sangrado en la mañana y dolores. – Dijo Stan. – Dipper le pidió a Bill que los trasladaran aquí. El chico estaba muy alterado.

- Dijo que no sentía más su actividad. – Dijo Ford. – Todo fue en ese mismo instante. Maldición nueve meses y esto ocurrió. – Diciendo con culpa. – Pensé que todo iba bien.

- Oye, nadie sabía que esto iba ocurrir. – Dijo Stan. – Ni el mismo demonio sabía que esto ocurriría.

- ¿Ella dónde está? – Pregunte con miedo y aguantando las ganas de romper a llorar.

- En la Habitación 311. – Dijo Ford. – Ellos están ahí. Mabel ella te necesita ver, eres su apoyo para ella y tú hermano.

Mabel camino por aquel pasillo del hospital privado color naranja pastel, viendo uno que otro membrete de la habitación con el número y el nombre de la persona adentro; afuera de sus cuartos habían calcas con figuras de osos entre animalitos y con el nombre del infante, entre regalos y flores.

Llegando a la habitación 311 noto que había una calca con la carita triste y una lagrima. La castaña tomo una gran inhalación y exhalación, sus manos temblaban y tenía miedo de entrar. Agarro el pomo de la puerta y toco para avisar su presencia, girando la perilla y abriéndola.

Observo en una camilla a la rubia descansando sobre la cama y a Dipper que estaba sentado junto con Bill en el sofá color marrón. Ambos levantaron la vista hacia la castaña para verla entrar. La chica se quedó en medio de la habitación viendo en ese momento a su mejor amiga quien sufría en silencio, le hizo un ademan triste con la mano para que se acercara y se sentara a un lado de la camilla. Mabel se acercó y se sentó tomando su mano, para tratar de acariciar la palma de su mano.

- Pacifica...

- Hey... Mabel viniste. – Dándole una débil sonrisa. - ¿Cómo estás? Estabas en clases.

- Sí, pero ya acabaron. – Acomodando los mechones de su cabello.

- Eso es bueno. – Lanzando un suspiro, mientras se acomodaba con la camilla para quedar sentada un poco. – Dijeron que... fue que se terminó el líquido y... el cordón se enredó. Por eso los dolores. – Tomando una gran inhalación y exhalación antes de seguir. – Cuando sentí las contracciones pensé que ya era el momento, prepare la maleta y le avise a Dipper. Pero después sentí mojado, pensé que se había reventado la fuente.

- Paz...

- Lo toque y era sangre, solo sangre y no agua. – Menciono la mujer agotada.

- Dipper me llevo hasta Bill, y ellos me llevaron al hospital. Me llevaron inmediatamente a urgencias, un ecografía mostro que ya no había latidos ni movimiento. – Aferrándose a la mano de Mabel. – Fui llevada a quirófano... me hicieron cesárea de urgencia. Trataron pero no respondió... solo tenía 39 semanas apenas iban a ser 40. – Dije tristemente. – Tyrone...

Abrace a mi amiga consolándola ella no lloraba más se aferró a mi abrazo. Mis lágrimas no para de brotar y reprimí mis sollozos, tratando de ser fuerte. Note que aún tenía abultado, parte del vientre donde alguna vez estuvo el niño que tanto esperaban mi hermano y ella.

- Estoy harta de llorar. – Dijo la rubia. – Solo estoy cansada.

- Entiendo.

- Me traerán en un momento a Tyrone, para despedirme de él. – Dije.

- Mabel... perdón. Yo quería que tu fueras... bueno que Bill y tú fueran ya sabes. – Menciono apenada y con los ojos hinchados. – Solo... no puedo creerlo.

- No lo lamentes Pacifica. – Acariciando su brazo.

En cuanto entro la enfermera y la médica ginecóloga, traían a su bebé entre mantas entregándoselo a Pacifica. Le dieron su tiempo para verlo y procederle a colocar la ropa que trajo. Todos lo vimos y lo cargamos, el niño era idéntico a Dipper pero con la tez rosada de su madre y el mechón liso entre rubio claro.

- Parece que solo está dormido y despertara en cualquier momento. – Dijo la rubia.

- Tyrone. – Dijo Dipper. – Te amamos demasiado.

- Tyrone, soy tú tía Mabel. – Acariciando su cabeza. – Y él es tu tío Bill. – Tomando la mano de Bill para apretarla fuerte, sintiendo su agarre de vuelta. – Te queremos mucho, recuerda que siempre fuiste bienvenido.

- Él lo sabe. – Dijo Bill pasando los nudillos por las mejillas del infante. – Siempre fue querido.

Terminando el tiempo se llevaron al niño para llevarlo, mientras que Bill acompañaba a Dipper a llevar a su hijo a la cremación, Mabel se quedó cuidando de Pacifica en ese tiempo. Fueron dos meses y medio, algo difícil para ambas parejas, en ese duro tiempo de duelo.

[Mitad de abril]

Mabel se encontraba en la cama anotando lugares y entre otro tipo de cosas, la habitación estaba repleta de papeles de colores, acetatos, colores, plumones y reglas. Entrando a la habitación él rubio, vio a la castaña acostada boca abajo balanceando las piernas de un lado a otro; sosteniendo con sus manos una libreta y una pluma. Se colocó la toalla en la cabeza y soltó un largo suspiro, con su dedo hizo levitar algunos papeles y materiales acomodándolos en pila y en orden, despejando el camino.

- Regresaste tarde. – Sin recibir una respuesta de la chica. – ¿Alguien está siendo rebelde nuevamente?

Se acercó a donde se encontraba y se lanzó a tomarla de la cintura para darle la vuelta quedando boca arriba.

- Te trajiste nuevamente tu trabajo al dormitorio. – Pellizcando su mejilla. – Me estas retando, con dejar la habitación desordenada.

- No te quejes son finales. – Tomando su toalla para terminar de secar su cabello. – Tomaste un baño, te llevo algo de tiempo.

- Hubiera sido más interesante, si te hubieras metido junto conmigo – Pasando un dedo por su espalda. – Me hubieras tallado la espalda y yo la tuya, podríamos haber hecho algo más.

- Tal vez. – Dándole una sonrisa inocente. – Pero ese interés se hubiera convertido en otra cosa.

- ¿Cuánto tiempo me dejaras en abstinencia? Estrella fugaz. – Tomando sus manos para besarlas.

- Cuando termine mi semestre, que no ves que debo salvar el semestre. – Volviendo acostarse boca abajo y tomando su libreta. – Finales, finales y más finales.

- Los humanos y su semestre... - Acercándose para ver que escribía. – ¿Que has decidido?

- De acuerdo no podemos hacerlo en una iglesia, porque te quemarías.

- No me quemo, solo no me agrada.

- Está bien... está descartado. – Tachando la iglesia en la libreta.

- El lago. – Dijeron al mismo tiempo, pero después Mabel recordó el doloroso recuerdo de su adolescencia y Bill se dio cuenta.

- Mejor olvida eso. – Quitándole la pluma y tachando el lugar. – Lo tengo y si creo...

- No harás un Raromagedón con juegos de azar y mujerzuelas. – Me adelante para tacharlo de la lista.

- Era un decir.

- ¿Qué hay del prado? – Dije contenta. – Es un lugar bonito y fácil para todos.

- Suena bien.

- Entonces será el prado. – Anotándolo en la libreta.

- Bien Estrella a dormir. – Quitándole la libreta para hacerla levitar y dejarla en la mesa.

- Pero Bill aún falta son apenas las 10. – Hice un pequeño mohín mientras sacaba mi celular.

- Y eso que, estuviste ayer toda la tarde diciendo que tenías que entregar ese proyecto de allá. – Señalando el montón de papeles, tomo las cubiertas y la cubrió. – Ahora duerme.

- Está bien. – Abrazando su cuerpo. – Buenas noches Bill.

[Junio]

- ¿Cómo que te casaras? – Dijeron sus compañeros de trabajo sorprendidos.

- Sí. – Mostrando el anillo. – Lo siento si lo mantuve en secreto, no quería preocuparlos.

- Muy mal Mabel, muy mal. Decirnos tarde para no poder habernos organizado una fiesta de despedida bien. – Dijo Jackie.

- Que extraño anillo. – Dijo Wirt. – Okey, pero ¿seguirás trabajando?

- Me temo que no... es mi último semestre en el instituto y pues...

- Eso significa que ya no trabajaras más aquí. – Pregunto Beth. – Mabel me sentiré sola. – Abrazando a su amiga. – ¿Dónde encontrare una persona tan bondadosa y carismática?

- Ajem... - Tosieron sus compañeros haciendo notar su presencia.

- Pero ustedes son una bola de amargados. En especial Phill. – Dijo Beth.

- Sigue así y te dejare sola con la otra tanda de clientes. – Dijo el pelirrojo molesto.

- Bueno yo pensaba si querían venir. – Entregándoles la invitación a sus compañeros.

- Woow una invitación con dos meses de anticipación. – Dijo Wirt.

- Okey iremos - Dijo Jackie.

- Pero el jefe. – Dijo Beth.

- Oye, no lo llevaremos. El viejo avaro nos debe vacaciones.

- No estaría mal cerrar esta cafetería unos días. – Dijo Phill. – Sacar tanto parasito humano es cansado. – Noto que Mabel empezó a reírse por lo que dijo, tornándose sus mejillas rosadas. - ¡Hey! Acaso te rompiste ¿o qué Estrella?

- Es que me recordaste mucho a mi prometido. – Dijo entre risas. – Creo que si lo conocieras se llevarían muy bien.

- Sí... ya creo. – Dijo ladeando el rostro para ocultar su leve rostro cubierto por un sonrojo. – De acuerdo todo el mundo hay que regresar a trabajar, o el jefe nos pateara el trasero.

Todos se retiraron a sus puestos mientras que Phill caminaba hasta el almacén por unas cajas, Mabel lo siguió antes de notar a su amigo levemente deprimido.

- Phill.

- Oye, no tienes que decirlo. – Menciono él. – Somos amigos.

- Sí. – Abrazándolo por detrás. – Gracias.

- Sera mejor que ayudes a la tonta de allá. – Señalando a Beatriz. – Prepara muy malos capuchinos.

- De acuerdo.

- Oye – Le aviso antes de apartarse. – Prepárame uno... como a mí me gusta. – Sonrojándose.

- Siempre – le respondió.

[Julio]

Mabel había regresado a la dimensión de Bill para ir por él, habían practicado para que ver si el demonio podía a travesar el portal a otro lugar, aparte del pueblo de Gravity Falls. Notando que fue un existo, tanto que pudieron poner en marcha su plan. Conocer los padres de la chica Pines.

La castaña aliso su vestido rojo y arreglo su maquillaje un poco, dio unas cuantas respiraciones vio a su hermano en el pasillo.

- No lo olvides en cuanto escuches a Pacifica empezar a contar la historia de la gallina, te vas por el estúpido nacho. – Menciono su hermano.

- De acuerdo.

- Solo te daremos un tiempo de tres minutos antes de que mamá y papá sospechen que no estás aquí.

- Entiendo.

Se sentía nerviosa; se acercó a cerrar la puerta de su cuarto y coloco la llave para hacerla girar, llevándola con Bill hacia su dimensión. Pero en ese momento lo vio con lo que podría decir sus amigos.

- Bill. – Lo llamo.

- ¡Oh! llego tu humana picaron. – Dijo Kriptos. – Sabía que había algo extraño, esa vez que los vi muy juntitos.

- Eso ya es noticia vieja. – Dándole un golpe Hectorgon. – Amo Bill no la presentara a la hembra ante nosotros.

- Cierto. – Dijo forma amorfa. – Tuvo una buena elección señor.

- Aunque no es un demonio. – Dijo Pacifier.

- Pero algo encontró el amo Bill que no nos quiere decir. – Dijo Dientes.

- Silencio. – Dijo Bill. – Ustedes inútiles solo dicen cosas innecesarias.

- Bill. – Tomando su brazo. – Vamos.

- Lo toco sin hacer reverencia. – Dijo Kriptos.

- Idiotas. – Menciono la súcubo rosa al saber lo que sucedía con aquella pareja. – Manténganse callados.

- Pero esa humana lo está tocando.

Antes que Bill cruzara el portal junto con Mabel, la tomo de los hombros presentándola ante todos y lanzando una amenaza a sus súbditos y compañeros.

- Ella es Mabel Pines mi prometida y la próxima que reinara junto conmigo en este lugar y si alguien está en contra, los torturare y los mandare a la peor de las dimensiones. – Menciono el rubio antes de irse. – Va ser mi esposa, idiotas.

Los demás se quedaron con la boca abierta, excepto Pyronica quien solo se burlaba de sus compañeros antes de retirarse.

Regresando a su dimensión Mabel no podía quitar el terrible rubor en su rostro cuando menciono esas palabras.

- Te ves linda.

- Espero que digas esas palabras cuando estés con mi padres, porque te ira en Chino. – Lo lleve hacia la ventana para que saliera. – ¿Conoces el plan?

- Salgo por la ventana y voy a la puerta de tú casa.

- Exacto.

- Suena fácil Estrella.

- Eso espero.

Con esto último Mabel bajo las escaleras algo apurada y vio a su hermano junto con Pacifica y sus padres, que ya terminaba su conversación.

- Querida estábamos esperándote. – Dijo su Madre. – Te tardaste.

- Oh estaba en el baño. – Me reí nerviosamente.

- Bueno Pacifica fuiste una enorme sorpresa al saber que estabas casada con nuestro hijo. – Dijo su padre con un semblante serio dirigiéndose a su hermano. – Dipper no nos contaste de tan interesante jovencita.

- No había mucho tiempo, que se podría decir. Todo sucedió rápido. Estaba muy enamorado y no la quería dejar ir.

- Eso es bueno. Pero Ford debía habernos avisado.

- Lo sé, pero creo que el también estaba ocupado. – Dijo Dipper.

- Y ya están en plan de tener no sé, un Pines en la familia. – Menciono la Sra. Pines haciendo que solo Dipper y Pacifica asintieran.

- Por el momento estamos en veremos. – Dijo Dipper, sujetando la mano de la rubia.

Ellos tres eran los únicos que sabían aparte de Bill de lo que había ocurrido en ese cuarto de hospital. Revivir un momento doloroso era horrible, pero no podían mencionarlo. En ese momento Mabel cambio el tema sacándolos de ese apuro.

- Mamá, papá se acuerdan que conocí alguien, cuando les comente en el teléfono.

- Claro cielo, por eso estamos aquí. – Dijo su mamá.

- Bueno debo decirles que yo...

En ese momento tocaron la puerta a lo que su madre fue abrir para dejar pasar a chico alto y rubio de buen traje y porte, entregándole un ramo a la mujer.

- Oh gracias, pero...

- Soy el novio de la Srta. Pines. – Dije. – Ella me invito a conocer a su agradable familia.

- Interesante. –Menciono el Sr. Pines. – Su nombre si no le importa, joven.

- Bill Cipher. – Extendiendo una mano.

- Un gusto. – Levantando su mano para estrecharla. – Así que usted tiene el valor de dar la cara y ser el novio de mi hija, Mabel.

- Sí. – Dando una sonrisa forzada.

- Bien empecemos tu juicio. – Dijo el señor apretando su mano con fuerza.

Dipper y Pacifica se aguantaron las ganas de reír al ver a Bill poner ese tipo de expresiones. Se dirigieron al comedor para iniciar la cena, empezando con un agradable "charla" cuando todas las preguntas de ataque iban dirigidas a Bill.

- Bien Cipher... ¿Dónde conoce a mi dulce Mabel?

- Los Ángeles, California. – Dijo sin dudar. Pues habían practicado todo este dialogo, durante semanas.

- ¡Ah!... vaya Los Ángeles.

- ¿Van en el mismo instituto o como entablaron su amistad? – Pregunto la mamá.

- La pequeña Mabel la conocí en la cafetería. – Se mordió la lengua al decirle pequeña a su prometida. Ahora lo iban a tachar de pedófilo.

- ¿Pequeña qué?

- Así nos decimos de cariño. – Dijo Mabel para sacarlo del apuro. – Verdad, Billy.

- Oh sí... muchos apodos. – Menciono el demonio. – Le digo pequeña por su estatura, es tan linda y adorable.

- Así como te digo mi nachito por comer Doritos.

- Oh que te diga mocosa por andar de traviesa.

- Sabes también tipo triangular, no suena mal triangulo isósceles.

- Oh pequeña estrellita.

- Vaya son tantos apodos. – Dijo la mamá. – Tú padre y yo nos decíamos corazón o amorcito.

- De acuerdo, bueno... ajem. – Carraspeando su voz. – Una cafetería dicen que se conocieron. Entonces su encuentro fue de...

- Estaba atendiéndome y tomando mi orden, con su adorable uniforme de mesera. Era mi lugar preferido, misma hora, misma tarde. – Comento Bill. – Siempre puntual.

- Un latte había pedido nada más.

- Un latte y un delicioso bollo. – Comento el demonio en tono sugestivo a un doble sentido. – Ha probado los bollos de crema, su centro es muy dulce y abundante.

- No, no lo hecho. – Hablo el señor Pines. – Pero deberías traer Mabel. Se ve que le gusta.

- Sí, pero nada más eso pedía. Era un hombre muy ocupado siempre.

- Ella lo llevo y me mostraba una sonrisa muy radiante, era su cliente especial.

- A todos les doy sonrisas. – Viendo la mirada acusatoria de su padre. – Es parte de la política del local. Una sonrisa y un cliente feliz.

- Yo era único. – Menciono. – Pero a la adorable se le cayó esa vez el café en mis piernas.

- Por eso no lo cobre y le pedí ayuda a mi amiga para limpiarlo...

- Se veía tan linda pidiendo disculpas. – Sintió un pequeño golpe en las piernas por parte de la castaña. – Pero yo le dije que no había problema. Me cautivo su mirada de arropía, tan hermosa como el bosque en verano. – Comento en tono profundo. – Así que hice algo que no me atrevería hacer, al menos que estuviera preparado.

- Me dio una nota. – Dijo Mabel

- La invite a salir. – Dijo Bill

- El pobre estaba nervioso. – Tratando de vengarse del rubio.

- Pero aceptaste.

- Así que me invito al...

- Cine/Parque de diversiones. – Dijeron ambos una respuesta diferente.

- ¿Al cine o al parque? – Dijo su padre con una ceja levantada.

- Ambos. – Dijeron al mismo tiempo.

- Y después... - Dijo Bill a medias recibiendo otro golpe por parte de Mabel.

- Comenzamos andar. – Dijo Mabel

Dipper trataba de reprimir una risa al igual que la rubia, al ver como esta conversación iba yéndose plenamente a la mierda.

- Bien, son novios. – Dijo Sr. Pines. – Muchacho eres universitario o trabajas en algún lugar.

- Trabajo.

- ¿Así en qué? – Pregunto intrigado.

- Hago tratos con todo tipo de gente.

- Negocios Internacionales. – Dijo el padre de Mabel. – Eres un empresario, vaya.

- Sí... - Dijo Bill.

- ¿Y cuántos años tienes?

- ¡Papá! – Exclamo Mabel, pues había olvidado decirle a Bill sobre una edad.

- Treinta. – La rego en la edad al responder eso.

- Mabel tiene veintidós años. – Respondió. – Eres un tanto mayor para ella. Para ser su novio.

- Ni que lo diga. – Sintiendo tres golpes por parte de los dos gemelos y la rubia. – Pero no hay límite para amarla.

Terminando de cenar se movieron a la sala donde un silencio sepulcral volvió a invadir el lugar, hasta que el padre de Mabel hizo en espera lo que tenían que decir.

- Chicos la farsa término. – Dijo. – No son buenos mintiendo y prácticamente fingir no se me da.

- ¿De qué hablas? – Dijo Dipper.

- Ya lo sabíamos, crees que tus tíos se mantendrán callados. Desde que nos contaron esa locura de lo que ocurrió en el pueblo. Vamos su abuelo Shermy está más actualizado que nosotros. Dipper sabíamos que estabas casado y nos tenías rencor por no dejarte ver a Mabel, tú tío Ford nos los conto todo. Al igual la triste noticia de nuestro nieto, así que lo siento mucho señorita Pacifica. Sí le hice pasar un mal trago por el comentario de mi esposa.

- Lo siento querida. – Dijo la madre de Mabel tomando la mano de Pacifica. – Enserio también esperamos que estuviera bien nuestro nieto.

- En cambio tú Mabel dejaste encendido el GPS cuando nos hablaste, te queríamos dar la sorpresa de que fuimos a visitarte a Los Ángeles. Pero ¿qué crees? no te encontramos, durante el mes de diciembre. ¿Por qué será?

- Estaba en Gravity Falls. – Admitió avergonzada la castaña.

- Bueno entiendo que fue nuestra culpa por impedirte ver a tu hermano y molestarlo, pero nos diste un susto al no encontrarte. Hasta que tú tío abuelo Ford nos los dijo. – Se dirigió al rubio. – Y tú debes ser el famoso "Bill Cipher" no hace falta que me digas. Con esas pistas que me diste "Pequeña Mabel" y tú nombre, fue suficiente para recordar no sé una pequeña llamada que hizo Mabel hace 6 años atrás. ¿Te acuerdas cariño? El amigo tuyo y de Dipper.

- Upss... - Dijo la castaña con las mejillas coloreadas.

- Si ese Upss... entonces analizando las piezas ustedes llevan más tiempo de conocerse. – Aclaro el señor. – Por lo que me van diciendo, ¿Qué es esta reunión?

Los cuatro se habían delatado fácilmente o habían subestimado a los padres de los gemelos. Por lo que Mabel se levantó y se armó de valor para decirlo.

- Mamá, papá... él es Bill Cipher, mi prometido. La razón es porque nos vamos a casar. – Soltó las palabras. – Me propuso matrimonio y yo acepte, pero quería que lo conocieran y nos dieran su bendición.

- Así está mucho mejor. – Dijo su padre. – Querida traerme el arma, voy a dispararle a este condenado.

- ¡PAPÁ! – Exclame sorprendida.

- Está bien nada de ejecuciones. – Dijo. – ¿Y cuándo efectuaran esta unión?

- Agosto. – Dijo Bill.

- Solo tenían que decirlo.

- Supongo. – Dijo Dipper.

- Pero enserio chico, eres muy mayor para mi Mabel. – Señalando a Bill. – Más te vale que la cuides. Oh juro que te perseguirá mi cadáver hasta el infierno.

- Descuide tendré cuidado de Estrella fugaz. – Recibiendo otro golpe por parte de los tres. – ¡Es un apodo de cariño!

[Agosto]

Hora: 6:30 p.m. (Fíjense en la fucking hora)

Las chicas se encontraban celebrando se encontraban celebrando en la casa de Dipper y Pacifica, habían organizado desde hace tiempo su despedida de soltera, ahora se encontraban dándole a la pobre castaña un ronda de alcohol y bebidas, entre colocarle un disfraz con orejas de conejo.

- Mabel es la quinceañera. – Dijo Candy emocionada. – Digo Novia.

- Chicas que es esto. – Jalándose las orejas peluditas.

- Eres la novia esta noche así que no te las vayas a quitar. – Tomándole fotos Wendy. – Ahora bebe este caballito de tequila. – Acercándoselo a los labios para beber el alcohol cerrar su boca y mover su cabeza en vueltas. - ¡Listo!

- Esto quema. – Dijo Mabel sintiendo la garganta quemar.

- Y apenas es el primero. – Dijo la pelirroja animada. – ¡La novia se nos casa!

- Pues no quiero otro, sabe horrible.

- Amargada. – Dijeron las chicas.

- Bueno que se puede hacer, a Mabel les gusta las cosas dulce. –Dándole una bebida de sabor dulce.

- Este me gusta. – Dijo saboreando el sabor de la bebida.

- Solo no bebas mucho. – Dijo Pacifica viendo la botella. – Es vodka con arándano.

- De acuerdo. – Dijo Mabel.

Las chicas se reunieron para darle los regalos a Mabel que ella desconocida su contenido, viendo el rostro sonriente de las presentes. La sentaron en una silla adornada y le servían más en la copa.

- Bill me dijo que no bebiera. – Dijo la castaña.

- Él Dorito no está aquí, tú solo disfruta. – Dijo Mabel Gleeful. – Porque una vez terminado este día, sufrirás un infierno. Créemelo.

- Es extraño ver a dos Mabel aquí. – Dijo Grenda. – Claro si no estuviera ella, diría que me emborrache.

- Larga historia. – Dijeron ambas.

- Muy bien ten el mío primero. – Dijo Wendy entregándole una bolsa morada y con papel verde fosforescente. – Ábrelo, te gustara.

- Esto me da miedo. – Empezando abrir la bolsa y sacar un extraño conjunto de vestuario. - ¿Qué es esto?

- Bueno tienes una pieza del vestuario arriba de la cabeza, usa tu imaginación y adivina que es.

- Dios mío. – Soltando la ropa. – Es un traje de conejita. Pero tiene una apertura en la... - Viento la abertura en su intimidad. – ¡Wendy, no!

- Sorpresa. – Extendiendo sus manos como de asombro. – Supongo que me lo agradecerán un día. Oh sí les gustara usarlo.

- No puedo usar eso. Ni se en que lo usare.

- Lo puedes usar... - Dijo Candy siendo interrumpida por Mabel.

- Era un decir Chiu. – Dando una mirada fría. – Se para qué es la apertura.

- Bill te puede poner en sus piernas y jugar a ser el lobo y la conejita. – Sugirió Wendy.

- Eso sí que no. – Ruborizándose. – Lo voy a ocultar.

- Okey el siguiente es mío. – Dijo Grenda.

- ¿Qué es? – Recibiendo otra bolsa de color rojo. – Una botella de jarabe de chocolate fino. Ven ella si piensa en lo que me gusta y en lo que si utilizare, hacer un desayuno.

- ¿Panqueques? – Dijo con una risa reprimida Pacifica. – Sí ya veo al triangulo malvado pidiendo panqueques.

- Aunque no lo creas si lo pide.

Las chicas estallaron en carcajadas al ver que tan inocente es Mabel.

- Alguien por favor dile para que sirve. – Dijo la Gleeful. – No me la quiero imaginar caliente si se lo llega a comer.

- Servir ¿para qué?, esto es comestible. – Dijo inflando sus cachetes. – Es solo chocolate.

- No, vamos a dejárselo que el mismo "triangulo" le explique la tangente a Mabel. –Dijo Wendy. – Él va saber para qué es el chocolate, cuando coma sus panqueques o mejor dicho bollos. – Tocando el pecho de Mabel.

- ¿Qué? ¡Por Dios no! – Sonrojándose. – Bill no hace eso... eso creo.

- Okey siguiente. – Dijo Candy entregándole a Mabel una bolsa pequeña de color verde.

- No viene otra cosa rara. – Dije viendo su rostro.

- No, te gustara... - Viendo que abría la bolsa y mostraba una lencería amarilla con borde negro. – Y a él también.

- ¡Candy! – Proteste con las mejillas rojas. – ¿Acaso quieren que me viole?

- Sí. – Dijeron todas.

- Dios... dame paciencia. – Dijo en voz baja la castaña.

- Esta bien el mío es inofensivo. – Dijo Pacifica entregándoselo a Mabel. Un regalo forrada de colores.

- Este parece más seguro. – Abriendo el paquete. – Debe ser una broma. – Unas orejas de gato y una cola con perlas.

Vio como Wendy y Pacifica chocaban los puños y mostraban una sonrisa de complicidad. Como si hubieran planeado ir a comprar en la misma tienda.

- Enserio de dónde sacaron todo esto. – Pregunto Mabel.

- Internet y no eres la única que sales fuera del pueblo. – Dijo Candy.

- De acuerdo, ten. – Extendiéndole una bolsa azul turquesa a la castaña. – Te será muy útil.

Mabel checo el contenido antes de sacarlo y solo movió la cabeza de forma negativa a la Gleeful, dejando la bolsa junto a las demás.

- No sé qué pensaste pero, no me atrevería a usarlo. – Poniendo una expresión seria.

- Enserio, Will lo adora. – Mostrando una sonrisa traviesa. – Más sí lo haces fuerte.

- Enserio no lo usare.

- Bien ustedes se lo pierden.

Las chicas se acercaron a revisar la bolsa con curiosidad, viendo que se trataba de un látigo y unas esposas azules brillante.

- Esa mujer esta demente. – Dijo Wendy.

La castaña se sentó con las piernas cruzadas mientras seguía con la fiesta viendo como sus amigas se divertían contando... anécdotas de sus relaciones, que jamás hubiera querido escuchar. En especial la de Pacifica y su hermano. En esa quiso mejor tapar sus oídos colocándose discretamente unos auriculares que traía en el bolsillo y subirle el volumen a la música de su teléfono. Y si alguien le preguntaba solo asentía y tomaba de su bebida.

Después de que se aseguró que ya había terminado se quitó los audífonos y solo prosiguió con el resto de la plática.

- Bien Mabel tu turno. – Dijo Wendy.

- ¿Qué yo?

- Sí, y no salgas con que eres virgen porque no te creeremos la mentirota. – Dijo Pacifica.

- Está bien. – Dijo rendida. – Lo perdí a los 16 y fue suave, punto final.

- Muy graciosa. – Dijo Grenda. – No creo que haya sido suave.

- Lo fue.

- No lo creo, andaba cojeando ese día que regresaste. – Dijo Pacifica.

- Si la dejo pingüino. – Dijo Wendy.

- Les digo que fue suave, y no daré detalles.

- Solo les diré que regreso bien marcada. – Dijo la rubia. – Dos veces lo hicieron lo pillines.

- Y con unos buenos moretones. – Menciono la pelirroja de forma divertida. – Aunque yo digo que su verano fue más, porque la otra vez que la vi tenía más.

- De milagro no quedaste embarazada. – Dijo Grenda.

Todas asintieron hasta que voltearon a ver con sospecha a Mabel, siendo un hecho extraño que ella no quedara aun embarazada. A lo que la chica agacho la cabeza y con una sombra roja en su rostro dijo con inocencia lo que había hecho.

- Pues... pastillas, condones, parches, un implante. – Enumero la castaña contando con sus dedos. – Y descansos sí, el instituto y el trabajo me han ayudado mantenerlo lejos.

- Creo que fue buena elección el traje de conejita, ya que son unos putos conejos. – Dijo Mabel Gleeful. – Aunque es una gran carga hormonal lo que estás haciendo, mucho cuidado.

- 6 años lejos es mucho para un demonio. A lo que me comento Bill. – Dijo Mabel. – Y nunca lo vi tan... digamos, necesitado.

- Olvídate cuando entran en temporada de celo. – Dijo su contraparte. – Solo para satisfacer su única necesidad.

- ¿Qué necesidad?

- Un niño. – Dijo la castaña con una sonrisa.

- ¿Un niño? – Menciono Mabel más roja.

- Oye será mejor que dejes esos anticonceptivos, porque créeme no parada de darte hasta que lo hayan hecho más de tres o cuatro veces seguidas. – Mostrando una sonrisa llena de malicia. – Apuesto que él se ha quedado extrañado en cada momento que le has pedido ponerse un preservativo.

- Eso explica porque los botaba. – Dijo Mabel sin entender las veces que lo regañaba.

- ¿Alguien sabe de qué están hablando? – Dijo Candy.

- Tengo entendido que los demonios son como lobos. – Dijo Wendy.

- Significa que si no se calma Mabel, la próxima vez Bill no le tendrá piedad y le dará bien duro. – Dijo Pacifica.

- Exacto copia barata de Pacifica. – Dijo la Gleeful. – Ella entendió más rápido que todas ustedes. Lo bueno que yo me salve de Will, antes de que sacara su lado salvaje. – Comento. – Más tarde te enseñare como dar una buena felación a un demonio y que posición es más deliciosa para coger sin problemas en tu luna de miel.

- Oh no. – Dijo Mabel.

- Oh sí. – Dijo su contraparte con una sonrisa de oreja a oreja. – Y bien ¿quién quiere cantar karaoke para la futura novia que se casa mañana?

En ese momento la castaña se quedó con el rostro muy serio y las mejillas como remolachas. Solo escuchando sus amigas cantar a todo pulmón, en su noche de despedida de soltera.

[Hora: 10:20 p.m.]

Los chicos se encontraban sentados en la sala de "trofeos y logros" en la dimensión de Bill Cipher en el castillo Fearamid. Dipper estaba incomodo viendo a su alrededor a los presentes en especialmente encontrar a su yo de otra dimensión.

- ¿Qué es esto?

- Una supuesta despedida de soltero. – Dijo el castaño de ojos cian bebiendo su copa de vino en la mano.

- ¿Qué es una despedida de soltero? – Pregunto Will inocente.

- Es la que te hice, la vez que desposaste a mi hermana. – Dijo molesto el Gleeful.

- Pero tú me goleaste muy fuerte esa vez, y yo no veo palos para golpear.

- Porque la tuya fue de puros putazos esa vez. – Respondí.

- Eso significa que golpearemos a mi hermano. – Dijo Will.

- Tú que lo haces, te regresare el doble. – Amenazo el rubio.

- Llevamos más de cuatro horas aquí sentados bebiendo, no sé qué sea. – Dijo Dipper.

- Vino. – Dijo Gideon.

- Mi queridísima hermana ya debió haber emborrachado a tu hermana y a la rubia. – Mostrando una sonrisa. – Y de seguro ella debe estar bien animada.

- De eso no hay duda. – Dijo Bill. – Pero Estrella fugaz es lista, sabe que si viene ebria le esperara dormir en la ducha.

- Bill no serias cruel con mi hermana. – Dijo Dipper con una mirada de preocupación.

- No tan cruel. – Dijo el demonio. – Es un acuerdo que tenemos.

- Mañana serás un hombre atado. – Dijo el Gleeful con una sonrisa burlesca. – Casado con una humana.

- Eso es lo mejor estúpido Gleeful. No ves las ventajas de estar unido a alguien. – Posando su rostro en una mano contra el reposa brazos de su silla. – Tener una reina que gobierne a mi lado.

- Bill ya te dijo Mabel que nada de apocalipsis.

- Bueno eso es una de las desventajas. – Pasando su lengua azulada por sus labios. – Pero Disfrutare tenerla para mí solo. Toda la atención de Mabel.

- ¿De qué hablas? – Dijo el castaño interrogando al demonio. - ¿Cómo que la disfrutaras? Ni que fuera comida.

- Pino, Pino, Pino... no entiendes, a qué me refiero a que Estrella fugaz y yo lo haremos todos los días como si fuera nuestra luna de miel. – Dijo contento. – A toda hora y sin descanso y donde se nos pegue la gana.

- ¡¿Qué?! – Mostrando la boca abierta y el rostro blanco. – ¡Es mi hermana! De la que hablamos.

- Bienvenido a mi infierno personal. – Dijo su contraparte. – Créeme que cuando me entere que este demonio andaba con mi hermana, nadie podía pararlos.

- Pero usted también hizo sufrir a la señorita Gleeful.

- Ha entonces no admites que actuaste agresivo y me amenazaste con sacarme los huesos y las entrañas. – Dijo el castaño.

- No recuerdo eso. – Si lo recordaba pero sacarlo a la luz lo delataría.

- Los demonios son difíciles de entender. – Bebiendo de su copa. Para después dejarla en la mesa. – Mira el lado bueno, no tendrás que verlos ni escucharlos.

Dipper sintió un escalofrió en cuanto escucho esa frase. – No quiero saber más. – Mirando con una expresión seria a Bill. – Sabes que es mi gemela.

- No es que fuera quitarle la vida chico.

- Cipher más te vale tratar bien a Mabel. – Dijo Gideon irritado.

- Eso lo haré bola de grasa.

Los cinco permanecieron en silencio por un momento hasta que volvió hablar nuevamente Bill.

- No se supone que tendría diversión. – Dijo el rubio

- Candy me regañara si se entera que llegue bebido. – Dijo el albino.

- Mi esposa está embarazada. – Menciono Gleeful rendido. – Y me ha amenazado no hacerte una fiesta alocada.

- A mí ni me voltees a ver. – Dijo Dipper. – Conoces como se pone Pacifica.

- Lo siento hermano... pero si la señorita Gleeful se entera, me hará dormir en el sótano. Y no es un buen ejemplo para mi hija.

Los cuatro se quedaron con los ojos abiertos ante lo que dijo Will.

- Aunque no lo crean tengo una. – Dijo peli azulado. Antes de voltearse a ver a Dipper Gleeful para ver si era cierto.

- Sí, maldita sea tiene una. – Escupiendo la información. – La pequeña demonio solo tiene cinco años.

- Entonces podemos dar por concluido tú despedida por muerta. – Dijo Gideon.

- Entonces... - Dijo Bill. – ¿Esto se supone que es una despedida de soltero?

- Sí.

- Más puro e inocente no puro ser. – Dijo aburrido el rubio.

- Mira el lado bueno te estamos haciendo un favor. – Menciono el Gleeful. – Una noche de paz que tú querías.

- Vete al carajo Gleeful, la de mi hermano fue más entretenida.

- Porque él fue la piñata y el alma de la fiesta.

- Solo recuerdo haber visto mi sangre en el piso. – Menciono Will.

- ¿Quieres ser la piñata? Así tu cuñado se desquita contigo.

- Mejor lo dejamos así.

•| ⊱★⊰ |•

El día se había hecho presente ante la ocasión de la celebración de una boda. Dentro de una carpa había una joven de cabello color chocolate brillante con el pelo recogido en un fino molote con rizos, el fleco adornando sin cubrir su rostro con dos mechones a los lados. Llevaba un ornamento de flores blancas pequeñas y estrellas que le había regalado Melody; portaba un velo que cubría su rostro, su vestido era blanco y ceñido de la cintura, levemente tenía un ligero sobre el vuelo de la falda, siendo un poco suelta. Mostraba un escote en forma de corazón. Sus amigas terminaban de arreglar su velo y entregarle el ramo de baby breath con rosas color pasteles claros.

- Lista Mabel. – Dijo Candy.

- Oh woow, mírate chica quedaste hermosa y radiante, ese sujeto triangular querrá llevarte lejos. – Dijo su amiga Grenda.

- Gracias chicas.

- Okey chicas – dijo – El triángulo está en posición, repito el triángulo está en posición. – Refiriéndose a Bill. – Debemos llevar a la novia.

La chica fue escoltada por su padre ya que era parte de la tradición, caminando por el sendero que conducía hacia el altar. Su corazón latía mientras pasaba viendo parte de los invitados, entre alguno que otro ser oscuro escondido por los lugares. No pudo evitar recordar todo momento que los llevo a estar en este lugar. Dirigió una mirada al rubio que mostraba esa sonrisa característica suya, cuando obtenía algo que deseaba con tanto anhelo. Extendió su mano para que la tomara junto con la suya y escucharon las palabras del sacerdote; que por cierto era un demonio vestido de uno.

Pero eso era lo menos que le importaba a ambos, con tal de que los casara era suficiente. Procedieron a sus votos y la entrega de anillos, haciendo que al principio el demonio se confundiera pensando que había terminado la ceremonia. Ya que como anteriormente dijo, era ajeno a los rituales humanos.

- Bill Cipher, aceptas tomar a esta mujer humana y mortal como tú legitima esposa, reina y soberana. En la salud y enfermedad, hasta donde les alcance sus vidas y la muerte los separe. – Dijo Mirando al rubio, quien este le dirigía una mirada de odio. – ...Pero que sus vidas perduran y seguirán unidas por la eternidad.

- Acepto.

- Mabel Pines, aceptas tomar a este arrogante demonio de sueño, que se hace pasar por un buen hombre como tu esposo, rey y soberano de varias dimensiones. En la salud y enfermedad. Hasta donde te alcance tu vida mortal a la eterna y la muerte los separe. – Viendo todavía la amenazante mirada del rubio. – Pero igualmente perduran y seguirán unidos por la eternidad.

- Acepto. – Dije mostrando una sonrisa suave.

- Entonces con el poder que me concede el antiguo bebé del tiempo y Axolotl, y su Dios. – Viendo a los presentes. – Los declaro... marido y mujer. Puedes besarla.

Sin perder el tiempo atrajo a la chica uniendo sus labios con los suyos siendo un beso corto, tal como le dijo ella antes de hacer la ceremonia. Por lo que el demonio se quedó con ganas de más.

Continuaron con la celebración dentro de su dimensión en su castillo, teniendo el cuidado de que los invitados no se fueran a otras partes. Asegurándose de solo sellar lo necesario, con la llave abrieron un momento el portal en una de las puertas. Los invitaron pensaron que era magia, aunque parte de la familia Pines sabía que estaban dentro de una dimensión.

En una parte Stan y Ford andaban viendo a su sobrina ya casada y bailando a lado de su supuesto ex enemigo y ahora esposo.

- Nuestra calabaza se ha casado con ese demente maniático tirano. – Dijo Stanley con un pañuelo en la mano.

- No pensé ver esto algún día. – Dijo Ford. – Bill cumplió con su promesa de llevarse lo que más queremos.

- Oigan ustedes dos dejen de tirarle sal a su relación. – Dijo Melody. – Deberían estar felices de que ella este feliz, a lado de un chico que la quiere.

- ¡Es un demonio Melody! – Dijeron ambos al unísono.

Mabel pasó a saludar a sus amigas de trabajo que se encontraban comiendo y bebiendo. Hasta que llego Bill y paso su mano por sus hombros.

- Tú debes ser el famoso novio de Mabel. – Dijo Jackie. – Bueno su ahora esposo. – Aclaro. – Pensábamos que eras invisible, nunca nos mostró una foto esta chica.

- Tuviste una buena elección Mabs. – Dijo Beth alzando un pulgar. – Yo lo apruebo.

- Beatriz... - Dijo Wirt un poco celoso.

- Wirt también lo aprueba. – Dijo contenta la pelirroja.

- Dejaste de pintarte el pelo. – Dije.

- Descuida el siguiente será de color fucsia.

- De acuerdo. – Buscando alrededor de ellos. – ¿Y Phill? ¿no vino?

- Esta allá tirando mocos. – Dijo en forma de broma Jackie. – Ve a decirle que deje de hacerse el interesante.

La castaña se dirigió a saludar al pelirrojo con pinta de rebelde, llevaba un smoking rojo con negro algo desarreglado de la parte de enfrente sin su moño. En cuanto la vio que llamo su atención, vio lo hermosa que se veía con ese vestido blanco. Sintió envidia por el sujeto que se había casado con ella. Le mostro una sonrisa de lado.

- Estrellita ahora te luciste. – Hablo suavemente. – Te ves bien.

- Gracias. – Dijo con las mejillas sonrojadas. – Jackie dijo que estabas haciéndote el vago.

- No le creas de todo a la perra. Sabes cómo es de celosa.

- Pensé que no vendrías. – Pasando a su lado.

- Y perderme de decir el "yo me opongo" para arruinarte la fiesta, estaba tentado en decirlo. En verdad estaba muy tentado. – Ambos rieron, Mabel pensaba que era uno de sus clásicos chistes que le hacía siempre, sabía que el chico era impulsivo. - Así que tú novio fantasma y tú son... esposo y esposa. – Rascándose la nunca. – Suena bien, hasta me gusta cómo se escucha. Señora y señor Cipher. – Respondió.

- Parece ser jeje. – Menciono. – Es algo nuevo y me gusta, siempre he querido decirle a Bill querido o esposo. – Sonriendo. – Ahora podre decírselo.

- Señora Cipher... - Dijo algo nostálgico el pelirrojo. – Suena bastante bien. – Viendo a Mabel con una mirada perdida.

- ¿Phill? – Notando algo extraño en su voz. - ¿Te sientes bien?

- No es nada, oye no olvides visitarnos a la cafetería solo hasta que nos graduemos. Ya después serás libre de hacer lo que quieras. – Comento. – Extrañare el café y el escucharte cerca.

- Sí.

- Sean felices. – Acariciando su cabeza. – Mabel, se feliz Estrellita. – Dejando su cabeza. – Iré con Wirt y los demás.

Dijo alejándose de ella mientras se despedía con un gesto con la mano, caminando entre la gente paso por un lado del rubio, deteniéndose un momento.

- Oye cuídala bien, si alguna vez la haces llorar. Yo vendré personalmente y me la llevare de tu lado. – Dijo Phill. – Hazla muy feliz, ella lo merece. – Comento. – Es la persona más linda y con una personalidad buena y bondadosa, y tan... hermosa.

- Sabía que Estrella fugaz era muy querida por sus amigos... y demonios. – Dándole una sonrisa a Phill. – Ten por seguro que la haré muy feliz. Oh no lo crees... Phill Cipher. – Viendo al pelirrojo. – ¿Qué haces fuera de tu dimensión?

- Solo tomaba un respiro. – Menciono el demonio de los sueños algo agotado y con media sonrisa. – Estoy algo perdido, pero es tiempo de que regrese. Y haz lo que te digo.

- No tienes que repetirlo.

- Eso espero. – Dijo el pelirrojo antes de salir de la fiesta y marcharse, dándole una última mirada a la castaña que se veía hermosa con su vestido blanco, una imagen que hubiera querido para él. – Me hubiera gustado conocerte antes pequeña Estrellita.

Bill se había recordado un momento la burla de los amigos de Mabel hacia él, cuando le mencionaron de su rival. Mentalmente borro a ese sujeto de su lista de pendientes. Vio cómo se acercaba la castaña tomándolo de las manos para jalarlo a la pista.

- Vamos a bailar Bill. – Dije contenta.

- De acuerdo.

De todos modos la iba dejar hacer lo que quiera esta noche, pero lo que restaba de los demás días no sentiría las piernas, al estar con ella todo el día. En su mente solo se repetía que disfrutaría de la luna de miel con su Estrella fugaz. Una vez que hayan terminado la fiesta.

Mabel bailaba abrazada de aquel sujeto de cabellera dorada, que alguna vez tuvo temor algún tiempo. Era difícil explicar cómo alguien podría cambiar en ese tiempo, pero justamente en ese mismo momento, abrazaba junto a la persona que amaba.

- Te quiero.

- Yo igual. – Besando sus labios.

[2 meses después]

Mabel se encontraba en casa de Pacifica tomando una taza de café mientras conversaban. Habían aprovechado ya que Dipper ocupaba a Bill para una pequeña ayuda en su investigación. La rubia hojeaba una revista, hasta que la castaña decidió hablar y llamar su atención acercándose a ella entre la mesa del comedor y los dedos jugando de forma nerviosa.

- Pacifica... - Dije con voz tímida. – Hay algo que me ha estado inquietando desde hace un buen rato.

- ¿Qué sucede?

- No sé cómo decirlo, creo que es algo estaba esperando.

- ¿Y qué es?

- Tiene que ver con ya sabes. – Tomo una respiración leve. – Y aparte no me ha bajado en un mes.

- ¿Qué?

- Llevo un mes sin tener mi regla.

- Mabel acaso tú... - La mire a los ojos para verla con una tímida sonrisa se formaba.

- Creo que vamos a la farmacia. No estoy muy segura, aunque la última vez no me dejo descansar ni un segundo.

- De acuerdo iremos.

Después de ir a la farmacia a comprar tres pruebas estaba muy nerviosa ya que no sabía cómo utilizarlas. Sosteniendo el paquete en mis manos leí las instrucciones e hice lo que indicaba. Espere 15 minutos para asegurarme bien el resultado, aunque este estaba borroso.

- Maldición.

- ¿Y bien? – Pregunto Pacifica atrás de la puerta del baño.

- No se leyó bien. – Tome otro e hice lo mismo. – Veré en otro.

- Podríamos ir a un laboratorio u hospital.

- No lo creo, déjame intentar. – No quería pasar la vergüenza de explicar aquellas marcas que me dejaba Bill en cada relación sexual.

Espere otros 10 minutos para asegurarme y en ese momento, se notó dos líneas bien definidas en esa tira de paquete. Tome el otro e hice lo mismo hasta asegurarme y fue cuando comprobé el mismo resultado. Me tuve que sentar un momento mientras cubría mi boca para contener un momento mi emoción. Estaba asustada, sí, nerviosa, sí, feliz, sí, quería romper a llorar, sí. Ahogue un gemido e intente controlarme. Abrí la puerta y vi a mi amiga esperando que le dijera la respuesta.

- Positivo. – Dije.

- ¿Positivo?

- Positivo dieron. – Mostrando las dos tiras. – Estoy embarazada.

- Felicidades Mabel – Abrazando a su amiga.

- Creo que tendré que hacerme el de sangre. – Dije un poco más calmada. – Pacifica por el momento ni una palabra a Bill.

- De acuerdo.

- Aunque el muy tramposo puede utilizar... su maldita visión futura. – Recordando cuantas veces trato de "evitar sus necesidades" tratando de esconderse en diferentes rincones de la mansión. – Bueno es algo inevitable.

- Quieres darle la noticia.

- Primero asegurarme.

- Que más quieres asegurarte Mabel, lo hacen como conejos. – Dijo la rubia.

- No como conejos. – Mostrando un rubor.

- Eso que tienes en la mano, es más que una prueba de qué esperas un hijo. – Dije sonriente.

- ¿Estarás conmigo en este proceso? – Dije mientras sujetaba su mano.

- Solo si nos dejas ser a Dipper y a mi sus padrinos.

- Siempre lo fueron.

Había pasado tres semanas de que se hizo los estudios y de haber ido con un ginecólogo para asegurarse completamente al cien por ciento de la prueba, y para descubrir claramente que no llevaba un mes de embarazo. Sino dos meses de embarazo.

Ahora se encontraba reunida con el demonio que estaba sentado en su sillón viendo a la castaña atentamente de ir un lado a otro por la habitación. Para después detenerse y encararlo.

- Okey Bill... escúchame atentamente.

- Escucho. – Poniendo toda su atención en la chica.

- No es fácil decirlo.

- No es fácil decirlo. – Comprendiendo a lo que quería llegar la mujer. – ¿Quieres decirme algo Mabel?

- Sí.

- Entonces dilo. – Colocando una expresión seria.

- Bueno aquí voy... Bill yo, estoy... embarazada. – Lo había dicho pero veía que seguía con la misma expresión. – ¡Estoy embarazada! – Repetí pensando que no me había escuchado a la primera.

- Eso lo sé.

- ¡Bueno! sabía que estabas viendo la visión futura, pero ¿sabes qué es? – Tome una cuantas respiraciones, antes de enfurecerme y evitar estrangularlo con lo primero que tuviera a la mano.

- No, está muy borroso. Pero tenía la sospecha de que lo estuvieras.

- Oh bueno. – Dije sorprendida al notar por su rostro que decía la verdad. – Esta bien te diré, que estoy embarazada de... dos. – Haciendo seña con mis dedos.

- ¿Dos? – Volvió a preguntar sin llegar a creerlo.

- Dos.

- Vaya, vaya, vaya... así que son dos. – Se levantó y se llevó su mano para cepillar su cabello hacia atrás, antes de formar una enorme sonrisa en su rostro. – Dos.

- Dos Bill. – Aclare su duda. - ¿Bill?

- Son dos... son dos, dos, dos, dos.- Repetía. – Dos ¿hombre o mujer o quimera?

- ¡Bill! – Le dije en tono burlón. – No es quimera, pero aún no sé muy bien su sexo. Sé que en mi familia esta ese famoso gen de tener gemelos... aunque no sabría si son gemelos o mellizos.

- Pero tendrás dos.

- Tendremos dos. –Dije. – Serás papá... y yo mamá. – Sentí que mis lágrimas recorrían mi rostro, era lo mismo que sucedía cuando estaba en casa de Pacifica, cuando descubrí estar embarazada.

Corrí alzar a mi esposa entre mis brazos y llenarla de besos en su rostro, limpiando sus lágrimas y haciéndola sonreír, estaba muy eufórico demasiado contento porque ella me daría herederos. Coloque mi oído contra su vientre pero no escuchaba nada.

- Bill, ellos aún no crecen. Voy apenas en mi segundo mes.

- ¿Segundo mes? – Acariciando su vientre.

- Sí, calmado.

- Estoy calmado. – Besando sus labios. – Dos, tendremos dos.

- Sí ya dije que son dos.

- Dos Cipher Pines.

Deje que Bill me abrazara durante ese día contándome sus planes y disfrutando de la cercanía del uno al otro, un nuevo capítulo que se abriría en nuestras vidas. Pero eso ya sería otra historia.

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Esta es la historia de cómo una chica conoció a un demonio egoísta y tan temible por los seres humanos, que se encontraba confinado en una estatua, formando un lazo a través de un contrato. Y de cómo se encontraron el uno y el otro, a través de una travesía de extraños sentimientos experimentados por ambos, a lo que podrían llamarlo ellos "Emociones Confusas".

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Final

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