[40]-La vida de Mabel, 5 años después
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Capítulo XXXX: La vida de Mabel, 5 años después
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*Sonando la canción de Love Sentence*
Una mano apago la alarma del celular de la chica, se acercó a ella tomando un escalímetro a la mano comenzando a picar sus brazos.
- Nee... Mabs
- Mm... diez minutos más.
- Llegaras tarde a la siguiente clase. – Picando su espalda con la misma regla. – Si faltas perderás la evaluación final del profesor Finnegan y te iras al carajo, me entiendes al puto carajo semestre.
La chica abrió sus ojos completamente al escuchar el nombre de su profesor a sus oídos, se levantó de donde estaba dormida, su escritorio de trabajo. Se levantó violentamente de su asiento asustando a su compañera de dormitorio, se dio un par de golpes en los cachetes para espantar el sueño. Recogía algunos block de notas, carpetas, sus Sketchbook y un pequeño maletín donde venía su proyecto y su computadora. Se arregló su ropa alisándola sin que se notara mucho las arrugas de su vestido rojo, tomo su abrigo beige y se acomodó parte de su melena castaña mientras se colocaba una bufanda blanca que ella misma había tejido. Camino hacia al espejo para ver su apariencia, se maquillo un poco las ojeras para disimular su desvelo de hace tres días y aplicarse un suave labial color melocotón.
- Listo. – Se auto animo a sí misma, dándose una sonrisa llena de confianza en el espejo.
Tomando sus cosas se encamino hacia la puerta, pero la detuvo la misma chica morena que la despertó.
- ¡Oye Sun ray! – Era uno de los sobrenombres que le habían dado sus amigos de la universidad. – Se te olvida algo despistada. – Señalando con su dedo.
La castaña se giró para ver que señalaba su compañera e inmediatamente se dio cuenta que olvido colocarse los zapatos. Rió tontamente acercándose al estante y tomar unos botines cafés y ponérselos. Una vez lista tomo nuevamente sus cosas y sus llaves para llamar nuevamente a su compañera.
- Regreso tarde, Rose. No me esperes.
- Lo que sea. – Dijo la morena mientras se colocaba unos auriculares y la ignoraba.
La mujer había llegado justamente un minuto antes de empezar la clase, tomo asiento dejándose caer en la silla, tratando de recuperar el aire. Hasta que sintió el golpe de un reglazo en su escritorio, sorprendiéndola en su asiento. Volteo a ver la mirada fría del profesor de melena albina, que siempre la traía en una coleta alta.
- Supongo que quieres ser la primera como siempre Pines. – Recalco su apellido frente a la clase.
- Creo que sí, digo... quiero decir que sí, que sí estoy preparada. – Hablando en tono muy nervioso. Se acercó a su maletín a sacar su proyecto y su computadora. Tomo unas cuantas respiraciones profundas y se dirigió al frente de la pizarra del taller. – Estoy lista.
- Impresióname y tal vez consigas la nota.
- Eso lo hare, le aseguro. – Manteniendo su sonrisa confiada.
Terminando la clase los estudiantes esperaron afuera del aula a la espera de la publicación de las notas de la evaluación. El profesor salió mostrando una mirada gélida mientras colocaba la lista, se acercó a donde se encontraba la castaña. La chica trago saliva al ver con miedo al hombre albino viéndola con esa mira verde penetrante, y lo observo mostrar una sonrisa escalofriante.
- Nos vemos en el siguiente curso, Señorita Jouvet. - Se había referido a la pelirroja pecosa que estaba aún lado de ella, después su mirada se posó un momento en ella antes de volver a su rostro inexpresivo. – Señorita Pines felicitaciones, aunque su trabajo es ridículamente imposible, el que haya sacado ventaja de los colores cálidos en una temporada invernal; fue lo que realmente la salvo ante sus combinaciones. Tuvo una buena explicación, pero sigo diciendo que sus diseños y combinaciones son interesantes.
- En ese caso yo... - Diciendo tímidamente para saber si pase o no pase.
- Suerte Pines... pura y meramente suerte, la pasó. – Esto último lo dijo alejándose mientras dejaba a la chica con el rostro desencajado y una sonrisa de no poder creérselo.
Apurada se acercó al tablero para ver, empezando a buscar su apellido con temor y dirigir su dedo tembloroso como una guía hacia la nota final. Observando un perfecto 90 de calificación final en la materia teoría y psicología del color.
Sus pies temblaron haciendo que cayera de rodillas de lo cansada que se encontraba, había pasado la materia que quedaba antes de que terminaran las clases y saliera de vacaciones. Soltó un gran suspiro del aire que tenía retenido en ese mismo momento. Estaba muy feliz que quería llorar, pero nuevamente salió del trance de su felicidad cuando escucho su celular pitar sobre su alarma. Notando que debía irse a su trabajo de medio tiempo. Tomo sus cosas y corrió hasta el local donde trabajaba, una cafetería tranquila que era visitada por gente de negocios entre jóvenes universitarios algo riquillos. Ya que el café de ese lugar y sus pasteles no eran nada más que simples postres o bebidas, ese lugar era muy famoso por sus granos de café y la alta repostería de sus panes y pasteles.
Llegando al lugar entro a la tienda dirigiéndose a la puerta del personal, siendo una habitación espaciosa de descanso con casilleros para dejar su uniforme y pertenencias. Entre los compañeros había mucha confianza por lo que no había casi robos, por lo mucho en el lugar trabajaban cinco personas en dos turnos. Vespertino y matutino, donde eran dirigidos por el gerente del local. Mabel trabajaba en vespertino por el horario incluso se quedaba hasta más tarde cuando tenía que compensar las horas pedidas, cuando se presentaba un proyecto de su carrera.
Se colocó su uniforme que consistía en; una camisa blanca de manga ¾ con bordado en mangas y cuello, una falda de tabla con dos tirantes que terminaban cruzados atrás de su espalda, un delantal oscuro enfrente de su falda donde guardaba las propinas y la libreta, medias blancas y unos zapatos oscuros. Sin olvidar un moño sobre su cuello. Cuando termino de arreglarse observo que entraba una chica con el cabello teñido de rosa, igual de apurada como la castaña se cambió inmediatamente mostrando su cuerpo con grandes proporciones del pecho y cadera. Y como si parecía la misma de historia de todos los días, nunca tenía su moño a la mano, siempre acercándose a Mabel para que le prestara su repuesto.
- Oye... Mabs. – Diciendo su compañera. – Otra vez.
- Presiento que lo tiras, Beth. – Entregándole su moño de repuesto.
- Ayer le pedí a Wirt que me lo guardara.
- Yo digo que guardar "las cosas" en el baño de empleados no es un lugar seguro. – Sonrosándose levemente. – Solo dile que no es lugar para hacer ese tipo de cosas.
- Se lo diré. – Dijo la chica en forma de mentira, ya que no lo haría como siempre y nuevamente caerían en el mismo círculo vicioso.
Saliendo del cuarto de empleados fuimos recibidas por nuestros compañeros Wirt, Phill y Jackie. Comenzando otra rutina en esa cafetería, otra tarde de trabajo. Atendiendo clientes, preparando bebidas con mezclas especiales entre otras extrañas, sirviendo postres y evitando clientes que quieran pasarse de la mano.
- Dos moka capuchino chico, una dona y un tarta de fresa. – Mostrando una de mis sonrisas. – ¿Algo más?
- Oye bonita tienes crema.
- Claro. – Sacando de mis bolsillos saque tres envases. – Con su permiso.
Muchos de los clientes demandaban la atención de Mabel y Beth al ser más simpáticas en la forma de brindar su atención. Aunque con Beth el problema siempre era lo mismo.
- Danos tu número. – Decía un chico insistente acorralando a la peli rosada.
- No quiero, solo no... - Sus ojos se cristalizaban de sentir la presión del chico.
- ¡Oye! Ella dijo que no. – Dijo un pelirrojo con mirada afilada.
Beth aprovecho para salir del muchacho mientras corría a donde se encontraba Jackie, en el aparador de postres. Por lo que el acoso de clientes siempre era lo mismo. Pero gracias a nuestro compañero Phill que siempre intimidaba a los clientes, disminuyo la cantidad de chicos acosadores. Por sus rasgos de tez bronceada, alto con cabello corto y rebelde pelirrojo con negro, siempre portando sus piercing en sus oídos y portando con una mirada de desprecio hacia la humanidad.
- Vuelve acercarte a esas tres chicas y saldrás sin dientes. – Amenazo al estudiante que había estado de insistente pidiendo el número de la peli rosada.
Pero Mabel conocía que a veces podía pasarse de la mano con los clientes fue a su rescate.
- ¡Hey Phill! Se fundió el foco del pasillo puedes cambiarlo, gracias. – Dije amistosamente para que dejara en paz al cliente.
- Tsk... paga y lárgate. – Dijo furioso.
El chico salió corriendo del local pagando su bebida, mientras que el pelirrojo caminaba molesto a cambiar la bombilla pasando a un lado de mí.
- Me hubieras dejado romperle el hocico. – Mirando a la chica que se acogía en sus hombros.
- Te despediría el gerente, con una mirada basta Phill. Tienes un rostro horrible. – Le dije viendo como me daba una expresión divertida el chico. – Sí frunces demasiado el ceño, se te quedara marcado.
- Tú dices que soy terriblemente feo, yo tomo esa traducción como que soy terriblemente atractivo a tu vista. – Sonriendo de lado. – Admítelo, soy sexy.
- Deja de echarte aires de vanidad.
- Vamos admite que soy guapo. – Coqueteando con su compañera de trabajo. – Soy tu chico ideal estrellita. Deberíamos salir tu sabes, ¿una cita? yo invito. Una salida no hace daño tal vez podríamos... no se hablar. Que no sea de este café de mierda, no se ¿Qué dices estrella?
Mabel sintió un pequeño dolor en su pecho cuando escucho ese apodo, era entendido que cuando conoció a Phill le había puesto ese apodo, por su forma carismática y alegre con los clientes. También entre ocasiones le había llamado Estrella fugaz, por ser una persona difícil de conquistar. - Lo siento Phill, pero mejor inténtalo para la próxima chica, ya tengo alguien. – Dije con una sonrisa. Tenía que admitir que en ocasiones este sujeto era molesto, pero también era jodidamente atractivo a la vista, con una personalidad impulsiva. Tanto que me recordaba al demonio de los sueños.
- Ah... si tu "novio fantasma" – Menciono molesto y algo desanimado, para después continuar a cambiar el foco. – Sabes... Solo di que no quieres salir y punto, Mabel. Tengo un límite en mis acciones. No ha todas les digo esto.
- Lo siento, debo volver al trabajo Phill.
- Lo sé.
Volví con Jackie y Beth a donde servían y entregaban postres, había una gran cantidad de clientes la mayoría hombres. Todos pidiendo muffins y rebanadas de tartas y pasteles. Me acerque ayudar llevando los pedidos a las mesas, en más de una ocasión me entregaban propinas y números de teléfono al igual que pedían insistentemente el mío. Había otros que se pasaban de listos y tocaban mi falda, eso me enfadaba y los iba palmear. Pero por alguna extraña razón al rato terminaban con el rostro espantado y la mirada perdida, como si algo les hubiera chupado el alma.
Al casi termino del día ya muy entrada la noche no había muchos clientes, por lo que Wirt mi compañero aprovechaba para prepararnos bebidas calientes a nosotros, mientras que Beth sacaba del mostrador los muffins que sobraban al final del día. Era muy raro que llegara un cliente a las 10 de la noche.
Agotada me senté en un taburete que daba vista a la ventana de cristal, recargue mi espalda contra la mesa para dirigir mis manos a sobar los muslos de mis piernas.
- Solo unas horas más y voy a poder descansar a gusto en mi cama. – Dije con una sonrisa risueña.
- Oye Mabel ¿Cómo te fue? – Pregunto Jackie entregándome una taza humeante de café y un muffin de chocolate.
- Me creerás que la pase con un 90. – Estaba muy contenta por mencionar esa calificación.
- Genial. –Dijo la rubia ceniza con mechón aguamarina.
- Vaya entonces te fue muy bien. – Dijo Wirt.
- ¿Qué hay de ti? – Bebiendo de mí taza.
- Pues rodo mi cabeza, llevare la materia.
- Lo sabía, yo también llevare materia. – Dijo Beth.
- Ustedes dos son un caso perdido. – Dijo Jackie buscando con la mirada a Phill. – Y el volcán andante.
- ¿A quién llamas volcán andante? Perra. – Gruño el pelirrojo.
- A ti quien más, cabeza de cerillo. – Menciono en forma de burla.
- Ustedes dos calmados. – Dije entre risas viendo como Phill y Jackie discutían infantilmente.
- Phill dinos si reprobaste, sí o no. – Menciono Beth con una sonrisa inocente.
- Sí ya lo sabes fresita. – Mostrando una sonrisa de aire de superioridad. – Solo diré que no pasare mis vacaciones aquí en este agujero infernal.
- Bueno ya somos tres, ¿verdad Mabel? – Menciono la rubia.
- Supongo. – Dije algo desanimada con la idea de volver a casa.
- ¿Qué no quieres ver a tu familia?
- Si quiero.
Lo que ellos no sabían...
Es que anhelaba ir a visitar a mis seres queridos, y ver a dos personas especiales.
El gerente nos había dado vacaciones a mí, a Jackie y Phill. Mientras que Wirt y Beth se quedaron por recusar las materias en vacaciones, y una forma sustentarse en sus necesidades. Saliendo del trabajo me dirigí camino al dormitorio de la universidad, pero escuche que atrás de mi venia corriendo Phill algo agitado.
- ¡Mabel! – Llamando a la castaña.
- ¿Phill?... ¿Qué haces es muy tarde? – Dije preocupada.
- Tú grandísima tonta ¿Qué haces caminando con tremenda ropa y cargando objetos de valor?
- Bueno pues, olvide el taxi. – Mentira tan grande que pude crear, si yo no utilizaba el taxi por la misma razón de ahorrar dinero.
- No te creo. – Quitándole la maleta para llevarla y llevar una parte de sus portafolios. – Yo lo llevare, por ti.
- Espera... no es necesario. – Trate de excusarme para quitarle el maletín, pero era muy alto.
- Vamos es mi forma de disculparme por haberte dicho eso. – Su rostro expresaba un poco de tristeza. – No debí decirlo, enserio... no lo pensé bien y creo que te lastime.
- Phill... - Era extraño ver a su compañero de cafetería verlo poner esa clase de expresión. – Lo siento solo que...
- Solo olvídalo Mabel, somos ¿amigos verdad? – Mostrando una sonrisa. – Si dices tener novio, pues tienes novio y punto final, lo respeto. – Su rostro reflejaba una sonrisa dolida pero sin perder su toque de chico rebelde y explosivo. – Ese sujeto debe tener una gran suerte de tenerte, no todos tienen una novia que sea... linda y sepa hacer un exquisito capuchino. – Sentía el frío calar en su piel, por lo que estornudo.
- Phill ¿Por qué te gusta ir tan descubierto? – Notando que solo llevaba su chaqueta café de piel que más o menos lo cubría del frio, pero dejaba su cuello al descubierto mostrando un tatuaje triangular con bordes oscuros. – Oye espera, espera un momento. – Lo sujete de su chaqueta de la parte de atrás.
- ¿Qué sucede? – Frotándose la nariz por el viento frio.
- Puedes inclinarte un poco, estas muy alto Phill. – Menciono la castaña mientras se retiraba la bufanda blanca esponjosa.
El pelirrojo solo se inclinó a la altura de la castaña para ser envuelto en la prenda cálida, abrazando alrededor de su cuello, observando como la chica le daba una sonrisa genuina.
- Puedes quedártela te cubrirá del frio. – Dije contenta. – Agradece que tienes una amiga que estudia diseño de modas. Por que muy pronto me volveré famosa.
Phill solo embozo una sonrisa de lado sintiendo el calor de la prenda cubrirle el rostro y parte de cuello. – Mabel Pines, como me hubiera gustado ser el primero en conocerte antes que él. – Sonriendo. – Enserio... me gustaría a ver sido el primero.
- Phill...
- En alguno otro momento, yo podría haber caminado a tu lado. – Tomando su mano. – Solo por esta vez... ¿Déjame sostener tu mano?
Su mano apretar la mía era tan cálida y reconfortante en aquella noche de invierno.
"Te extraño tanto"
Llegando al dormitorio de la universidad me despedí de aquel chico pelirrojo, agradeciéndole que me acompañara y que disfrutara de sus vacaciones. Camine abriendo la puerta de mi cuarto solo para que de pronto me encontrara con una pantalla de humo y el olor a hierba. Me cubrí con la manga de mi abrigo acercándome a la ventana para abrirla, haciendo que el humo se filtrara para afuera de la habitación.
- Oh Sun ray llegaste. – Dijo Rose tomando una inhalación de su pipa de cristal.
- Cielos Rose apestaras mi ropa. – Sacando debajo de la cama la maleta.
- ¿Cómo fue?
- Aprobatorio.
- Eso mi Sun ray. – Dijo eufóricamente feliz la chica. – ¿Iras a casa?
- Eso planeo. – Aun me debatía si ir o no ir. Seguía molesta con mis padres por lo de aquella vez que me prohibieron regresar al pueblo de Oregón. – Ya van a ser 4 años de que no regreso a casa. Desde que termine la preparatoria.
- Si te vas me avisas para guardar esto en tu cajón. – Señalando la hierba que estaba en una bolsa de cierre hermético.
- Tú que lo pones ahí, yo le cambio el lugar a la loca de los insectos.
- Eso está mal... muy mal. – Dijo la chica mientras guardaba la bolsa en su propia cajonera. Ante la amenaza de su compañera. – Tú mandas.
Mabel se dirigió a tomar sus cosas e ir al baño a tomar una ducha, tenía que pensar un momento en ordenar sus ideas.
Se adentró al cuarto retirándose su ropa y dejando al descubierto su collar oculto, aquel que le dio Bill hace cuatro años atrás, antes de irse del pueblo. Lo sujeto entre sus dedos tocando el pequeño dije triangular y la piedra encima. Pensaba si el demonio seguiría molesto con ella, hace cuanto no establecía una comunicación con él, cuanto tiempo que no lo veía, la abría olvidado. Su hermano estaría enojado con ella por no haber mantenido su promesa de ir a verlo, sus amigos, sus tíos. Hace tiempo que no sabía nada ellos, ni del pueblo.
- Soy una grandísima tonta.
( F )
Mabel había acabado con los estudios de la preparatoria, había planeado ir a la universidad el otro año. Quería tener un año sabático e ir a visitar a su hermano y sus tíos. Había sacrificado tanto su verano para no ir y adelantar sus estudios. Para verlos lo que quedaba del final del año.
Corrió a su cuarto y rompió su cochinito para ver el dinero que tenía, más el ahorrado. Viendo que era suficiente para estar más o menos tres a cuatro meses, en ese lugar. Estaba emocionada por ir a Gravity Falls, deseaba verlos a todos. Llegada la noche espero a sus padres para darle la noticia durante la cena.
Ella y sus padres cenaban albondigón y puré de papa, estaba lista para decirles.
- Papá, mamá lo que queda de este año quiero saltearme la entrada a la universidad e ir a visitar a Dipper. Prometo que el siguiente entro y no pediré más. – Comente esperando conseguir su permiso.
- Mabel querida no puedes, hoy en día la entrada a la universidad es muy peleada. – Dijo su madre. – Aparte tienes excelentes calificaciones, en un instante ingresas.
- Lo sé, pero un poco de vacaciones no estaría mal. – Dije un poco más exigente y esperanzada de ir, durante el tiempo que estaba en casa no había mencionado ninguna vez el pueblo. – No he tenido notas malas ni malos comportamientos, puedo ingresar sin problemas el siguiente año. Solo será unas vacaciones.
- Hija... - Dijo su padre con voz firme. – ¿Has pensado en tú hermano?
- Yo...
- Sabes que puede estar muy ocupado, tu tío abuelo Ford me ha comentado que Mason le ha ido muy bien. Que nunca había tenido un aprendiz tan atento y concentrado en sus investigaciones. Incluso sus antiguos profesores le han echado el ojo a tu hermano. – Dijo su padre muy orgulloso. – Así que Mabel deberías aprovechar el tiempo para ir a la universidad. No quieres ir a FIDM tiene un excelente programa de estudios. Tienes buenas notas.
- Enserio quiero ir, ahorre lo suficiente no tendrán que pagarlo. - Suplique. – Tengo 18 puedo estar bien. Solo quiero ver a Dipper, mis tíos, mis amigos... también a... - Fui interrumpida cuando mi padre se levantó de la mesa.
- No, ya lo habíamos hablado Mabel. – Dijo su padre con un tono duro en sus palabras. – No iras, deberías concentrarte más en tu futuro.
- Lo hacemos por tu bien hija.
- No tengo apetito. – Me levante de la mesa dejando a mis padres solos.
Me encerré en el cuarto dejando caer mi espalda en la puerta, unos cuantos sollozos escaparon de mis labios, los ojos me picaban tratando de no llorar. Pero el recordar las palabras de mis padres me hacían sentirme triste, el no dejarme ver a mi hermano gemelo. Me acerque al escritorio donde había depositado la cartera con dinero, la observe por un rato y después saque mi computadora a buscar en el navegador, el horario de autobuses.
Podría macharme sin decir nada, desobedecer a mis padres por una vez e irme por mi propia cuenta. Note el icono de video chat y la lista de contactos amigos y familiares. Pique el nombre de Dipper Pines para llamarlo, esperando una respuesta. Pero nadie contestaba, hasta que alguien tomo mi llamada pero yo inmediatamente cerré la computadora.
- ¿Qué estoy haciendo? – Me regañe a mí misma.
Nuevamente abrí la computadora para darme cuenta que se había cancelado la llamada que había hecho.
- Estoy siendo muy egoísta nuevamente.
Cerré el aparato y vi el folleto de la escuela de FIDM parecía tener buen plan de estudios, y apenas con una beca y el dinero suficiente para pagar mi matricula podría conseguirlo. Lance un suspiro al aire mientras calmaba la opresión en mi pecho. Abrí el cajón y saque de ahí el collar con el diente león que no paraba de brillar, lo apreté con mi mano para después repetir un nombre.
- Quiero verte Bill.
De repente empezó a salir una luz saliendo del interior del globo dejando ver como un sujeto rubio con su típico parche y traje elegante. La castaña quedo impresionada al ver la ilusión que parecía tan real ante sus ojos, el problema es que no tenía voz para hablar con ella, pero podía escucharla.
- Él me dijo que podía estar un día entero. – Abrazo la ilusión siendo correspondida por este. – Quiero regresar, quiero verte, quiero estar con todos... esto es muy difícil.
Esa noche se había quedado abrazada en su cama con la ilusión de la imagen de Bill, tomando la decisión de seguir con su vida.
( FF )
Una vez que termino de bañarse se dirigió a preparar sus cosas y empacar la maleta, para regresar a Piedmont, California. Iría a ver a sus padres después de tres años.
- Entonces iras – Dijo Rose viéndome desde su cama.
- Sí. – Dije decidida.
- ¿Volverás?
- No lo sé, tal vez me escape un rato.
- Mínimo avísame si no vuelves para conseguir un reemplazo el siguiente semestre.
- Deberías estar con alguien de tu carrera. – Refiriendo a la carrera que tenía ella de diseñadora gráfica.
- Meh... ellos son sanguijuelas, tú eres diferente Mabel. – Sentándose en medio de la cama. – Fue una grandiosa suerte tenerte como compañera de cuarto.
- A pesar de que traías chicos cada noche. – Recordando que se quedaba a dormir en el pasillo o en la sala de estar.
- Pero me toleraste.
- Trata de no destruir el cuarto durante mi ausencia.
- Tratare más no prometo.
•| ⊱★⊰ |•
Abordando el primer camión de los Ángeles, California hacia Piedmont, fue un viaje alrededor de 6 horas, sin contar que una señora había detenido al chofer en varias ocasiones con su plática acerca de la diferencia de cocinar un pavo y un pato en festividades navideñas. Note que la carretera estaba cubierta con una leve capa de nieve y hojas secas, siendo un sendero entre los colores naranja, amarillo y blanco. Estábamos a finales de noviembre y estaba por comenzar mis vacaciones. Mis padres no sabían que venía de regreso, por lo que decidí caer de sorpresa.
El autobús había llegado a la estación anunciando a los pasajeros la parada. La castaña despertaba de su sueño, levantándose de su asiento se estiro mientras observaba la leve capa de nieve que adornaba la central de autobuses; se dirigió a tomar su maleta morada con lunares para salir del camión.
- Bien ya estoy aquí. – Dije armándome de valor.
Llegando a casa en un taxi noto que la casa estaba oscuro y solo era iluminada con la luz de la entrada encendida, sacando sus llaves entro a la casa avisando a sus padres sobre su llegada, pero no recibió respuesta. Dejando sus cosas en el recibidor empezó a buscarlos. Pasados de la media hora decidió llamarlos. Escuchando los primeros pitidos que marcaban al número, hasta que escucho la voz de su padre.
- Mabel, ¿hija eres tú?
- Sí, papá están tú y mamá aquí.
- Oh hija tu madre y yo no estaremos en Piedmont, fuimos a visitar a tu abuelo Shermy.
- El abuelo Shermy lo había olvidado, ¿cómo esta él?
- Muy bien de salud como siempre. Hija en ¿Dónde estás? – Pregunto su padre.
- En los Ángeles, California. Creo que me voy a quedar un rato más. – Mentí. – Por lo que no se preocupen, estoy bien.
- Eso está bien, hija tu madre te extraña y te envía saludos.
- Yo también. – Debía decir que también los extraño, pero más quería enmendar las cosas, por irme tanto tiempo sin volver a casa en vacaciones. Pero en este caso sucedió esto y mis padres no estaban.
- Deberías venir a vernos a tu madre y a mí, a visitarnos a la casa. Ya sabes también para que descanses, sé que llevas tiempo en la universidad.
- Tal vez como dices. – Dije amargamente. – Probablemente los visite.
- Bien hija cuídate mucho, te queremos.
- Yo también a ustedes.
Colgando la llamada me desanime un poco al saber que mis padres no se encontraban en casa, de nada servía decirles que estaba aquí. Subí a mi recamara para descansar de mi viaje, estaba agotada me di una ducha rápida con agua caliente y saque un poco de ropa para ponerme cómoda, había estado haciendo frio afuera. Tome uno de mis suéteres calientitos y baje a la cocina; decidí hacerme una sopa con lo que había en la casa. Subí a mi cuarto a tomar la sopa mientras sacaba mi portátil y revisaba el itinerario de autobuses para regresar a Los Ángeles, California. De nada servía quedarme en casa. Observe una fotografía de mi hermano y yo cuando fuimos a nuestro primer verano a Gravity Falls. Me dirigí la vista a mi computadora navegando sin rumbo en la web, hasta que note nuevamente el icono de video chat en la pantalla, le di un click para ver la lista de contactos disponibles, entre ellas estaba la de mi hermano ahí con la luz verde de disponible.
Cuantas veces había querido intentar contactar a su hermano, y cuantas veces se había negado mantener comunicación con él.
Dejo el plato de sopa en el escritorio y se arregló un poco el pelo, dio un par de clicks en el icono y espero a que contestara. Cada sonido que emitía la maquina le hacía latir su corazón, estaba nerviosa de poder hablar con su hermano. Muchos pensamientos le surgieron en su mente "y si lo estaba molestando, estaría ocupado, ¿Era realmente importante llamarlo?" esos mismos pensamientos la carcomían en su conciencia. Cuando se escuchó el otro sonido más largo de su llamada, se rindió iba colgar, cuando de repente alguien tomo su llamada apareciendo en la cámara; el estudio de lo que podría ser de su tío Ford. Esperanzada trago saliva esperando ver la persona que tomo su llamada.
- ¿Hola? – Hablo una voz infantil.
- ¿Eh? – Mabel se quedó con el rostro desencajado cuando escucho la voz de un infante.
- ¿Quién es? – Apareciendo en la pantalla un niño de ojos cafés oscuros y risos color miel castaño.
- ¿Con quién estoy hablando? – Pregunte al niño que veía en la pantalla.
- Mm... - El niño parecía indeciso si contestar o no a la chica. – Mi madre... me dijo que no debo hablar con extraños. – Volteando a los lados. – No está mi abuelo. No sé qué hacer me van a regañar.
- Qué tal si te digo mi nombre. Estarás más seguro de saber con quién hablas. – Tratando de animar al pequeño.
- Aja. – Asintiendo el niño.
- Yo soy Mabel Pines ¿y tú?
- Yo soy Mike. –Dijo de forma animada.
- ¡Mike! – Mire sorprendida a la pantalla viendo al hijo de Soos y Melody ya grande. – ¿Cuántos años tienes?
- Cinco.
- Bueno Mike ya no somos extraños, aunque yo te conozco desde que eras un bebé.
- ¿Me conoces?
- Sí.
- Tío Pino me dijo que tenía un... un gemelo.
- ¿Tío Pino? – Era extraño escuchar del niño hablarle así a Dipper. – ¿Esta alguien más contigo Mike?
- Mis abuelos no están... no veo a ninguno por aquí. - Volteando a los lados. - Tío Pino salió... y papá también salió. – Contando con sus dedos las personas que nombraba. – Mamá le pidió al Tío Nacho mágico que me cuidara, mientras ella salía.
Mabel no pudo reprimir una carcajada al escuchar el nuevo apodo que le pusieron a Bill. – Oye y ese Tío Nacho mágico está contigo. – Deseaba ver a Bill.
- Se supone que tiene que cuidarme. – Mostrando una masilla de plastilina de diferentes colores y mezcladas. – Pero me dio esto a cambio de un trato.
- Te compro. – Dije un poco decepcionada dejándome caer en la silla.
- Siempre de sus manos sale... chispas azules. – Mostrando unos ojos iluminados y asombrados. – Espero que me enseñe magia.
- Entonces no hay nadie cuidándote.
- No... bueno si... bueno no. – Empezó a construir con la masilla una figura. – No le digas a mamá de que el tío nacho se va.
- Descuida mis labios están sellados.
- Me dijeron que no debo tocar la computadora del tío Pino. – Dijo inocentemente. – Pero hacia mucho ruido. Y yo pique y apareciste.
- Ya veo. Pero así me conociste.
- Aja. – Asintió nuevamente el niño. – Soy un buen hablador.
- Es bueno hablar con alguien. – Dije sonriente.
- ¿Conoces a papá y mamá?
- Sí, digamos que soy una amiga muy cercana de la familia. Yo te cuidaba.
- Mamá me dijo... que tenía una niñera de pequeño. – Aplastando la masilla para mostrarle a través de la cámara las figuras que hacía. – Dijo que me cantaba mucho y me hacía suéteres.
- Mm... canciones como esta. – Empecé a entonar una melodía. Haciendo que el niño se sorprendiera y riera de escuchar la voz de la chica.
- Podrías ser mi tía. – La observo atento el niño, esperando su respuesta.
- En realidad soy tú tía Mabel. – Mostrando una sonrisa.
- Tía Mabel... ¿Por qué no has venido a verme?
- Tú tía ha tenido mucho trabajo, no he tenido tiempo de ir a Gravity Falls. – Excusándome, en cierta parte era verdad y otra parte era mentira.
- Tío Pino y abuelo Seis dedos también están ocupados. – Dijo deprimido el chico. – Él tío Nacho nunca esta y desaparece.
- Oye Mike... - Le llame. - ¿Qué tal si te hago compañía por mientras llegan?
- ¿Tú me cuidaras?
- Sí.
- Tía Mabel cuéntame una historia, como lo hace tío Pino. – Exigió el niño mientras seguía jugando con la masilla.
- Veamos... te conto tío Pino sobre la vez que me secuestraron los gnomos.
- ¡No, cuenta! – Dijo animado el niño.
Durante ese tiempo que pase conversando con Mike espere que llegaran alguien de la cabaña, pero de repente la transmisión empeoraba, suponiendo por el mal clima del lugar.
- Mike debo cortar.
- Tía Mabel espera... - Dijo el niño. – No te vayas, aun no me has terminado de contar la historia.
- Lo siento Mike, pero no se mantiene la llamada.
- Tía Mabel volveremos a conversar.
- Lo más pronto posible. – Dije prometiendo al niño.
- Tía Mabel adiós... - Menciono el niño levantándose de la silla.
Pero en ese momento se cortó la llamada por lo que Mabel ya no pudo detener al niño, la señal se con ellos se había ido. La chica no perdió tiempo y arreglo sus cosas, busco en el itinerario de autobuses a Oregón, California. Estaba decidida a ir a Gravity Falls lo más pronto posible.
•| ⊱★⊰ |•
Al día siguiente llegando a la estación espere a que llegara el transporte, estaba emocionada por ir. Note que una pareja se sentaba enseguida de mí, y rápidamente reconocí a un chico de cabello rubio oscuro con ojos color gris.
- Camus... - Dije inconscientemente notando que el chico se volteaba a verla.
- Umm... ¿hola? – Dijo un poco confundido el chico.
- Perdón es que te vi y te me hacías conocido – Mencione avergonzada mientras miraba a su novia. – Yo soy Mabel Pines, estaba contigo en la clase de música.
- Pines oh cielos... creo que tienes mejor memoria que yo. – Dijo el chico con una leve sonrisa. – De la secundaria, ha pasado un tiempo. Es extraño encontrarse con compañeros en estos tiempos ¿verdad? – Dirigiéndose a una chica de cabello cobrizo.
- Sí. – Respondió la misma chica.
- Vas de viaje.
- Iré a visitar algunos familiares a Gravity Falls.
- ¿Gravity Falls? – se quedaron la pareja extrañada del lugar. – Nunca hemos ido es bueno el lugar.
Mabel solo se quedó un momento viendo a la pareja con nostalgia. – Solo podría decir que es un lugar llenos de misterios y aventuras que explorar, si quieren pasar unas excelentes vacaciones.
- Suena bien. – Dijo la chica. – Tal vez un día visitemos.
El autobús había llegado mientras subía Mabel despidiéndose de la pareja, noto que el transporte iba solo con dos personas. Se sentó en un lugar mientras veía por la ventana a ese par. Su amiga y él chico que alguna vez se enamoró de ella. Ellos jamás la recordarían después de haber utilizado la pistola de memoria.
- Me alegra que ellos sigan juntos.
Durante el viaje pensaba que iría a decir cuando llegara a la cabaña del misterio, la recibirían bien o los encontraría molestos. No había avisado, pero por si las dudas rentaría un cuarto en un hotel.
El viaje duro alrededor de 5 horas y media a este paso terminaría con dolor en espalda, después de realizar dos viajes en un corto periodo de tiempo. Bajando del autobús se sintió hundirse en la nieve, siendo una capa un poco más densa y gruesa a la que había en casa. A duras penas camino por el sendero del bosque con dificultad, primero lo que hizo fue caminar en dirección al pueblo, siendo dificultoso en el trayecto del camino. Hasta que encontró a los dos amigables policías bebiendo café y comiendo donas dentro de la patrulla. Se acercó y toco su ventana.
- ¿Qué sucede? – Pregunto el Sheriff Blubs
- Hola – Saludo la castaña. – Tan temprano comiendo donas y no invitan.
- Ah señorita Mabel. – Dijo el oficial Durland. - ¡Ha regresado!
- ¿Qué podemos ayudarte pequeña?, gusta un aventón a la cabaña.
- Por el momento al pueblo.
- De acuerdo sube. – Dijo abriendo la puerta.
- Gracias.
Era bueno encontrar algunos amigos, cuando me dejaron en el pueblo busque un hotel y reserve una habitación. Aun no sabía cuánto tiempo me quedaría, pero tampoco podría darme el lujo de gastar todo el dinero. Me cambie la ropa humedecida por la nieve, por una más calientita.
Me puse unas medias térmicas, una falda larga de tablones azul oscuro con hermoso diseño de hexagono que llegaban hasta las rodillas; una sudadera negra de cuello de tortuga, llevando un suéter blanco con el diseño de un patrón de pétalos de flor de cerezo. Se colocó unos botines cafés y tomo su abrigo beige. Acomodo su cabello largo a un lado y tomo su bolso antes de salir de la habitación del hotel. Sus piernas temblaban de los nervios, mientras veía las calles del pueblo. Se sentía un poco extraño regresar y no haber avisado a nadie de su presencia.
Camino recorriendo el pueblo como si fuera la primera vez, observando que todo seguía igual y nada había cambiado. De repente noto una melena pelirroja de cabello cortó llevar lo que parecía ser el mandado, se acercó a ella de forma sigilosa y le llamo su atención tosiendo falsamente.
- Ahem... Disculpe me dice ¿cómo llegar a la cabaña del misterio? – La chica se volteó hacia ella para encararla, iba decirle cuando noto un rostro familiar. – Hola.
- ¡Mabel! – Abrazo a su amiga pensando que no era real. – Dios ¿Qué haces aquí? Mírate cuanto has crecido y esa apariencia. ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué tu hermano no me dijo nada? Me gusta tu abrigo.
- Jeje espera Wendy soy yo. – Me tome un tiempo para responder a sus preguntas. – Vine de visita, lo sé he crecido pero no mucho solo 3 centímetros, mi apariencia no mucho aun me gusta usar suéteres. Mm... llegue esta mañana y no mi hermano no sabe nada, en realidad nadie sabe de mi llegada. Y gracias.
- Vaya, siento que ha sido mucho tiempo. - Menciono la leñadora. – ¿5 años? Oye rompiste tu promesa. – Dándole un puño amistoso en su brazo. – Tardaste en volver, no te imaginas las cosas que han ocurrido en tu ausencia.
- Tanto me perdí.
- Ven vayamos a mi casa.
Llegando a la casa de la pelirroja note algo peculiar en ese hogar, empezando por los juegos que había en su patio. Cuando entraron las dos fueron recibidas por Robbie quien salía de la cocina con un delantal.
- Sin comentarios – Dije al ver al chico que una vez fue gótico.
- Wendy ¿Quién es ella?
- 5 años y ya te afecto la memoria Robbie, no la reconoces es Mabel. – Menciono Wendy.
- ¡¿Qué?! Woow eso es una enorme sorpresa. – Acercándose a saludarme. – Has crecido, deberíamos cambiar la categoría de enana a pie grande.
- Que malo eres, ahora mido 1,72 – Presumiendo mi altura.
- Sigue siendo la misma enana para mí.
De repente se asomó una niña muy pecosa con el cabello rojizo oscuro y los ojos cafés claros. La pequeña se acercó a paso lento hasta su padre.
- Es creo lo que es. – Dije mirando a la pequeña.
- ¡Taran!, la pequeña de papá Arlett. – Dijo Robbie abrazando a la niña quien se aferraba al chico.
- ¡Wendy tienes una niña! – Grite emocionada viendo a la pequeña. – Es adorable.
- Ya ves 9 meses y ¡pum! Sale esta pequeña criatura. – Acariciando el pelo de la pequeña. – Saco más la personalidad de Robbie.
- Hola, ¿Cuántos años tienes? – Pregunte a la niña.
- Cuatro. – Ocultando su rostro en el cuello de su padre.
- Aww me la comería de lo adorable que es.
- Si crees que es adorable, espera a que nazca el hijo de Pacifica.
- ¿Qué? – Me quede congelada cuando escuche el nombre de mi amiga más la noticia. – Espera... dices que.
- ¿No lo sabias? – Dijo Wendy. – Espera ¿desde hace cuánto no hablas con tu hermano?
- Yo no he hablado con Dipper desde hace 5 años.
- No lo sabía, lo siento Mabel.
- No, yo no avise que vendría. Incluso no sé cómo vayan a reaccionar cuando me vean. – Dije con algo de temor.
- ¿Quieres ir a verlos?
- Quiero... ¿crees que se enojen mucho? – Embozando una sonrisa tímida.
- Oye ese torpe de Dipper puede con todo, no creo que se moleste ver a su hermana. Y si lo hace le daré un puñetazo en la cara.
- Gracias Robbie.
- Vamos de seguro ellos se pondrán muy felices de verte. – Colocando una mano en su hombro para apoyarla.
- Gracias Wendy.
- ¡Hey! me llevare el carro. – Tomando las llaves.
- De acuerdo, ¿algo de cenar?
- Pide una pizza.
- Okey.
Saliendo de su casa subimos al auto, guarde un poco silencio en el asiento del pasajero. Mire como Wendy manejaba hacia la cabaña del Misterio Shack, decidió romper el silencio cuando me pregunto lo que había hecho durante estos 5 años. Le conté todo desde que termine la preparatoria hasta mis problemas que tuve con mis padres, y cuando ingrese a la universidad a estudiar diseño de modas. El cómo tenía que pagar los materiales, y el empleo de medio tiempo para ganar dinero. Todo resumido en un viaje de 10 minutos.
- Vaya entonces metas que cumplir, compañeros que soportar y tus padres te impedían ver a tu hermano. – Dijo Wendy. - ¿Por qué no dijiste nada?
- Llame una vez pero nadie me contesto, pensé que Dipper estaba ocupado. – Dije desanimadamente. – No quise molestarlo.
- Pues chica no sabes el lío que nos metiste. – Esto último lo dijo dejando a la castaña un poco confundida.
Saliendo del auto admiraron la cabaña cubierta con nieve, caminaron hasta la entrada de la tienda de regalos. La chica se detuvo un momento mientras tomaba una respiración profunda antes de soltarla, entro junto con Wendy observando que nada había cambiado. Fueron recibidas por una mujer de cabello miel.
- Wendy ¿Cómo estás?
- Bien Mel, adivina a quien me encontré por el pueblo. – Apartándose para dejarme visible ante la esposa de Soos.
- ¡Mabel! – Se acercó la mujer para darme un abrazo y después darme un golpe en la cabeza. - ¿Por qué no avisaste que llegaste? Podía a ver ido por ti. Más bien ¿Por qué no viniste a vernos?
- Perdón... eso dolió. – Sobándose la cabeza.
- ¿Y Soos? – Pregunto Wendy.
- Salió con Mike por algunas cosas para la cena. – Wendy se giró para llamar al otro lado de la habitación. - ¡Hey Stanley! Mira quien llego.
El hombre mayor apareció por la puerta que conducía al pasillo encontrándose una enorme sorpresa de ver a su sobrina preferida de pie en la tienda de regalos.
- Acaso mis ojos me engañan, ¡eres tú Mabel! – Fue recibida por el abrazo de su sobrina estrujándolo con fuerza.
- ¡Tío Stan! Te extrañe mucho.
- Ya estás aquí pequeña. – Separándose un poco para mirarla. – Mírate cuanto has crecido. ¿Por qué no habías venido?
- Lo siento, quería venir pero mis padres no me dejaban. Y yo no quería molestarlos.
- Bah siempre tu padre muy exigente con sus enseñanzas. Pero lo bueno es que te dejaron, ya pensaba que me iría a morir si no te llegaba ver otra vez.
- Tío Stan. - Volviendo abrazarlo. – Enserio los extrañe mucho.
- Oigan y si vamos a la sala, esto empieza a helar. – Dijo Wendy.
- Cierto.
Entrando más a la cabaña nos sentamos en la sala mientras me calentaba con una especie de radiador que el tío Ford había fabricado para la temporada de frío. Me quite mi abrigo y recibi de Melody una taza de té caliente. De repente entraron a la cabaña Dipper y Pacifica quien parecían haber llegado cansados.
- Tío Stan, Melody hemos llegado. – Aviso Dipper llevando a Pacifica a la sala. Pero se sorprendió de ver a su gemela.
- ¿Mabel? – Hablo la rubia sorprendida.
- ¿Sorpresa? – dije saludando tímidamente con una mano.
También en ese momento había llegado Soos y Mike, quien este al entrar corriendo reconoció a la castaña. Se lanzó a sus brazos sorprendiendo a la chica.
- ¡Tía Mabel! – Grito el infante abrazando a la castaña. – Lo sabía, sabía que vendrías a visitarme. Mantuviste tu promesa, ellos no me creían de que había hablado contigo.
- Perdón iba decirlo.
- No hay problema estas aquí. – Dijo Mike.
- Mike tu sabias. – Regaño Melody al pequeño.
- La computadora del tío Pino hacia mucho ruido y el tío Nacho no estaba para atender. – Se defendió el infante ante la mirada acusatoria de Melody.
Mabel estaba nerviosa ante la situación el ver casi su familia reunida, muchos tenían preguntas por hacerle. Antes de que pudiera responder a todo, observo que alguien más ingresaba al pequeño cuarto viendo a su tío Ford que preguntaba por todo el alboroto junto con un sujeto rubio, que también había ingresado a la habitación; pero este se sorprendió de ver a la castaña sentada en la sala. Bebiendo lo que parecía ser una taza de té y con un niño aferrado a su brazo, el demonio se había quedado sin habla.
- Ahora si es una enorme sorpresa. – Dije entre dientes viendo a todos los presentes. – No se por quién empezar. – Lanzando miradas nerviosas a los presentes. – Creo que empezare por decir "Hola" y "¿Cuánto tiempo sin verlos?"
.
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Continua
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