[09]-Nuestro pequeño secreto
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Capítulo IX: Nuestro pequeño secreto
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- Inténtalo. – Dijo la menor viendo al demonio dedicarle una mirada de sospecha. – Estoy segura que no saldrás rebotando.
Una mano pasó por el umbral de la salida a la tienda de regalos de la cabaña, sin llegar a sentir el rebote de la magia del unicornio, posando un pie fuera del umbral de la puerta, el demonio salió completamente de la cabaña sin ningún daño alguno.
Embozo una sonrisa llena de malicia y se rió tan fuerte, al sentirse liberado de la prisión que Stanford Pines diseño; sentía como una gran parte de su magia regresaba inmediatamente a su cuerpo, cubriéndolo en una neblina oscura. No paraba de reír de la satisfacción que sentía ser libre nuevamente, hasta que fijo su mirada y observo a la chica parada en el umbral de la puerta hacia la cabaña.
Una reverencia por parte del rubio mientras extendía elegantemente una mano enguantada hacia ella, como invitación a un paseo.
- Con esto se paga el precio, Srta. Pines – Esperando a que tomara su mano. – Creo que me debe una recompensa si no mal recuerdo, por salvarle de un vergonzoso accidente de hace unos días atrás.
- Yo... - No sabía qué hacer, dudaba en tomar su mano envuelta en esa aura oscura. – Un agradecimiento no puede ser suficiente. – Excusándose de tomar su mano.
- No – Dijo Bill – Recuerda me debe una celebración. Lo prometió Estrella fugaz.
- Cierto... lo olvidaba – Tomando su mano para después sentir su próxima cercanía hacia su cuerpo.
- No lo olvidabas, solo se está preguntando ¿si debería confiar en lo que hace? – Guiándola a pasos livianos y seguros dentro del bosque. – Descuida no le haré nada... por el momento.
Emprendiendo su caminata por los senderos de aquel lugar oscuro, iluminado únicamente por la luz de la luna menguante; Mabel no podía apartar la vista de su alrededor, observando con más detalle cada árbol de pino que era más grande que el otro, y con algunos de los hongos alrededor de su base y raíces. Había pasado y recorrido por estos caminos muchas veces durante los últimos 4 años, junto a su hermano. Recordando aquellas aventuras que exploraban por el bosque de Gravity Falls, ayudando a Dipper a recolectar información sobre las criaturas y los sucesos paranormales que ocurrían en el pueblo; si algo debía agradecer al demonio seria el destruir los diarios de Ford. Ya que con esto había vuelto a pasar el tiempo con su querido hermano gemelo.
Pero después le invadió el recuerdo de un regreso a casa al terminar el verano, los días insoportables en Piedmont, California en la escuela secundaria. Su hermano ocupado en la mayoría del tiempo con sus estudios y contactando a Ford, las interminables pesadillas que tenía cada noche sobre el Raromagedón, y el cómo molestaba a Dipper para que no la dejara sola, cada vez que Ford le pedía ser su aprendiz con el fin de brindarle una cantidad inmensa de conocimientos. No es que ella estuviera interesada en lo que le enseñaba Ford, pero ella tenía sus propios sueños y metas.
Entre sus pensamientos se descuidó un momento y piso mal llegando a tropezar con la zona rocosa del bosque, un chillido agudo seguido del dolor en el ligamento de su tobillo izquierdo, haciéndose presente el impacto obteniendo una luxación en su tendón, pero antes de que cayera completamente en el suelo. Fue retenida por un brazo alrededor de su cintura, sujetándola antes del impacto contra el piso.
Mabel sintió de nuevo esa sensación que había tenido cuando la retuvo en sus brazos de forma protectora, el día que discutió con su hermano. Su corazón latía más fuerte de lo normal, pero le hizo ignorar el dolor que sentía en ese momento. Bill tenía su agarre un poco fuerte pero lo suficiente para acercarla a su lado, y colocarla para que se estabilizada apoyándola en un tronco.
- Humana inútil – Pronuncio de manera fría. – Siempre tan descuidada, ¿Cómo es posible que no lo haya visto?
- ¿Siempre? – Inquirió frunciendo el ceño de forma confusa al demonio que tenía frente.
- Yo puedo verlo todo, el bosque era mi reino temporal – Contesto. – Tú siempre te caías con facilidad. Siempre tan distraída en tus pisadas.
- Creo poder andar... Bill. – Impulsándose del tronco donde andaba apoyada hace un momento y dando el primer pasó, sintió el calambre y el dolor de su pie, llegando a caer en los brazos del rubio. – L-Lo siento.... Yo.
- No puedes quedarte quieta, solo un segundo. - Empujándola nuevamente al tronco y dirigiendo su mano hacia debajo de su muslo izquierdo para levantar la pierna afectada. – ¿Puedes quedarte sostenida sobre una pierna? – Dirigiéndole una mirada llena de seriedad en su rostro.
- ¡E-espera!... ¿q-qué intentas hacer? – Sintiendo su cara arder. – No mires...
- Solo quédate quieta – Tomando el borde de la calceta que estaba por debajo de su rodilla y bajándola inmediatamente, retirando parte de su calzado fue descubriendo la piel desnuda de su pierna.
- Por favor... no mires – Cubriéndose el rostro con sus manos, sentía las lágrimas al borde. – No mires...
El demonio pasó su mano sobre la piel de su tobillo llegando tocar lo inflamado parte del empeine, escuchando un grito débil de la castaña, una pequeña magia recito invocando una luz azul luminosa antes de fijar la mirada en su zona donde una vez estuvo inflamada. – Muévelo.
- ¿Eh? – Observando confundida.
- He dicho que lo muevas, o acaso no escuchas estúpida mortal – Soltando su pierna y alejándose de ella. – Si puedes moverlo te sugiero que te arregles.
Mabel podía apoyar nuevamente el pie sin algún problema, sin tanto tiempo que perder se colocó la calceta y su tenis. – Gracias...
- No vi nada – Respondió – Deja de llorar.
- Lo siento – Agachando la cabeza.
Bill tomo su mano por sorpresa, para ponerla sobre su brazo y escoltarla durante el camino. La castaña le invadió un leve rubor antes de que este dirigiera una última mirada.
- Usted debe entender que si va acompañar alguien, debe ir aferrada a su brazo. – La chica solo pudo atinar a asentir con la cabeza.
Fijo su vista en el camino que recorrían, claramente se podría ver que llevaban más de 40 minutos manteniendo un ritmo rápido en su paso. Mabel volteo a ver a Bill que seguía caminando a su lado sin denotar cansancio o alguna gota de sudor, observando de cerca su apariencia.
Nunca se había fijado como vestía, siempre elegantemente y con un nuevo diseño diferente de su traje de chaqueta; con el torso de un amarillo idéntico al sol de una tarde del mediodía y las mangas oscuras, sin olvidar su chaleco gris oscuro con toques dorados; llevaba unos pantalones oscuros con buen corte y bordado fino; sus zapatos lustrados con puntas doradas. Debía admitir que vestía con clase y alto costo en su guardarropa. Se fijó en su cabello que caía unos mechones rebeldes sobre su parche, no sabía que color atinarle solo sabiendo que era un rubio color dorado, diferente de los chicos que había conocido en su escuela secundaria o del rubio de Pacifica.
Por un momento se detuvo a pensar en lo alto que era, para una chica tan bajita como ella. Si alguien hubiese pasado por ahí diría, ¿Qué hace un padre acompañando a una niña a estas horas de la noche? o ¿un sujeto muy atractivo siendo seguido por una enana o un Hobbit? como diría Dipper.
Mabel dio un vistazo en su apariencia; un jersey color morado con un patrón de pinos oscuros del mismo color, una falda rosa; y calcetas blancas, sin llegar olvidar su tenis de color rosa fucsia tipo converse. No le había dado tiempo de arreglarse, bueno tampoco sabía que él iría pedirle acompañarlo a celebrar en su pequeño crimen, como su cómplice en ayudarlo a escapar de su prisión.
Un rubor rosado se había apoderado de las mejillas de la castaña. Si alguien le hubiera dicho a Mabel las veces que se había sonrojado durante estas dos semanas, y los diferentes tonos que habían visto su familia o el demonio. Sabrían que estaba muy confundida con sus sentimientos.
Bill se detuvo haciendo que la castaña chocara por un lado, atrayéndola a un acantilado, apartándose a un lado para proporcionarle una vista del lugar donde se encontraban. Mabel retrocedió un poco por el temor de que la empujara.
- Es un buen lugar, ¿no crees? – La observo de reojo antes de regresar su vista al panorama del paisaje que tenía al frente. Moviendo una mano haciendo aparecer a la vista unas dos sillas. – Toma asiento, y relajémonos un poco, Stanford no nos encontrara fácilmente.
Sentándose en la silla elegante de terciopelo azul oscuro con estilo garigoleado en su respaldo y en las patas. Mabel no pudo evitar hacerse la pregunta. – Bill... ¿a dónde me has traído?
- ¿Qué tanto sabes de este lugar? – Indicándole que viera el paisaje. Donde se podía ver claramente la formación de los riscos con la forma de una silueta de una nave espacial.
- No mucho – Viendo como el demonio dibujaba con su mano una línea apuntando a las dos montañas, hasta formar el dibujo invisible de una nave. – Espera Dipper y Ford habían dicho de unos extraterrestres, pero ese día yo estaba molesta con él.... Y lo ignore por completo. – Levantándose para admirar el panorama del puente. – Es aquí, tenían razón. – Dirigiéndole una mirada llena de emoción al rubio. – ¡Hay vida en otros planetas!
- Niña todos saben eso, incluso hay muchas dimensiones de las cuales tú no conoces. – Dijo Bill al ver que la chica se acercaba más a la orilla del acantilado. Tomándola de la mano y atrayéndola a su lugar. – Espera Estrella fugaz, no querrás ir más allá de aquí.
- Perdón – Regresando a su asiento, pero sin desvanecerse su asombro de su rostro. – Yo nunca había venido aquí, yo pensaba que solo era de forma natural esto. – Sin apartar la vista – ¿Se estrellaron?
- Fue un aterrizaje de emergencia – Menciono el rubio antes de aparecer dos copas y la botella. – Seres inteligentes para no caer en mis trucos, pero si formar un trato conmigo.
- ¿Qué clase de trato? – Pregunto curiosa Mabel.
- Mis tratos son secretos, Estrella fugaz – Proporcionándole la copa con un líquido color azul eléctrico y brilloso. – Bebe.
- ¿Qué es esto? – Dando una mirada de sospecha. – Es muy brillante.
- Hablas igual que Seis Dedos, usted solo beba – Tomando un sorbo de su copa. – Esto quedara entre nosotros.
Mabel tomo una gran cantidad de su copa saboreando el líquido extraño, sintiendo un sabor entre dulce y amargo quemando por su garganta, hasta llegar a toser por la sensación de ardor. El demonio solo atino a soltar una risa burlesca seguida de servir más en su copa.
- Definitivamente es nueva en esto, no es como el otro humano. – Haciendo referencia a su tío Ford.
- No me gusta – Dijo Mabel alejando la copa, pero la mano de Bill la detuvo acercándola lentamente.
- No tienes que tomar tan deprisa. – Acercando la copa a sus labios. – Un truco seria tomar un sorbo, retenerlo un momento y bajarlo despacio por su garganta. – Indicándole que tomara y después repetir la acción pero según la indicación del rubio. Sin llegar a sentir el ardor ni el picor. – Mejor.
- Es muy dulce, pero después siento asco por lo amargo. – Dijo la castaña sintiendo caliente su espalda. - ¿Cómo puedes beber esto?
- Es un placer que nunca entenderás, Estrella fugaz. – Bebiendo completamente la copa. – Por eso estoy aquí para enseñarte.
- Sabes que no debo tomar esto – Riendo un poco. – Soy todavía menor de edad.
- Lo que tú no sabes es que a tu edad, personas como tú bebían hasta 4 litros de alcohol.
- Enserio – Poniendo los ojos como plato abierto, puesto que su impresión fue grande.
- Y todavía lo hacen – Dijo Bill cacareando mientras se servía más, no sin antes llenar la copa de la chica. – Aparte estamos celebrando.
- Esto es raro – Bebiendo poco a poco su copa. – Eres nuestro enemigo y yo estoy aquí contigo.
- No, somos compañeros – Dijo con voz pasiva. – Tres tratos bien formados ¿y aun no me consideras un aliado? Que mal educada eres, Mabel.
- ¿Tres? – Pregunto confundida.
- Usted deseo tener un poco más de verano, esa vez que me entrego la grieta multidimensional, y la vez que pidió que le librara de sus pesadillas.
- La primera me engañaste con la forma de Blendin, yo no sabía que eras tú - Inflando levemente sus mejillas.
- Debes reconocer que estabas desesperada por quedarte en este pueblo.
- ¿Qué más podía hacer?, Dipper se iba quedar hacerse el aprendiz de Ford. – Menciono molesta en su voz, tomando la copa y bebiendo su contenido hasta llegar a toser.
- Te he dicho que no tomes tan deprisa. – Llenando nuevamente la copa de la joven. – Los humanos tan egoístas como siempre.
- ¿Tú qué sabes?, solo te he visto estar aquí con esa apariencia desde que llegue. – Pasando un dedo por la orilla del cristal, produciendo un sonido agudo. – Te burlas de nosotros.
- Soy diferente de ustedes, puedo adaptar a cualquier forma. – Mostrando sus diferentes apariencias de objetos, animales e incluso su antigua forma cuando lo conoció por primera vez. – Pero por el momento – Volviendo a su forma anterior. – Prefiero mezclarme, así son más fáciles mis tratos.
- Eres raro – Mostrando una sonrisa. – Puedes ser cualquier cosa.
- Tal vez – Coincidiendo con la chica antes de soltar una pequeña risa entre ellos. – Sabes Bill en mis aventuras con Dipper he tenido... sucesos extraños. ¿Te conté que caí por accidente en una dimensión de puras Mabel's?
- No. – Sonando interesado el demonio.
- Presta atención dorito. – Sonriendo.
No bastaron de 15 minutos de conversación y platica entre ellos. Cuando de repente la chica iba por la tercera copa; se le había subido el alcohol inmediatamente, sintiendo su cara enrojecer hasta las orejas y empezar a sorber un poco su nariz sintiéndola mormada, un picor en sus ojos hacían salir pequeñas lágrimas en la comisura de sus ojos, entre pequeñas risitas. Su cuerpo tenía la sensación de haber estado expuesto al sol recientemente en un día de verano caluroso.
El rubio la miraba divertido al ver que cayo justamente en los efectos del alcohol. Puesto que la menor ya perdía coherencia en su conversación y la escuchaba hipar un poco.
- ¿Quieres parar? – Tratando de quitarle la copa – Estrella fugaz.
- Siempre estado siguiendo a Dipper – Dijo hipeando la chica al sentir caer sus lágrimas y mostrar una sonrisa tonta en su rostro. – Mi tío Ford lo dijo: él es el listo, yo no.
- Stanford solo busca su legado en alguien, solo que siga los pasos que el no pudo llevar por culpa de su gemelo. – Dijo Bill, de forma de poco interés. – Aunque eso no me incumbe.
- Yo siempre me esforcé - Limpiándose el rostro inútilmente al sentir las lágrimas caer fuertemente en su rostro. – Pensé que si seguía a Dipper con sus investigaciones y fuéramos los gemelos misterios una vez más, lo convencería de que se quedara. Pero después llego Pacifica. – Mostrándose furiosa – Ya no era lo mismo, ellos dos y luego tres con mi tío. – Apretando sus manos hasta formar un nudillo blanco. – Fue cuando entendí que ya no podía caminar más a su lado, me odio a mí misma. – Volteando a ver al rubio con lágrimas en los ojos. – ¿Acaso es malo querer a mi hermano?... si él llega aceptar la propuesta de Ford que le hace, cada final del verano. Yo estaré... yo estaré muy sola, ¡No quiero eso! – La castaña lloraba desconsoladamente llegando a tirar la copa de sus manos, haciendo que se estrellara contra el suelo y se quebrara por completo, el rostro del rubio se mostró de una forma despreocupada, al ver como la chica seguía llorando, en si era un lío bastante incómodo.
- Era mi favorita – Observando los pedazos de cristal quebrados en el terreno rocoso. – Si no estuviera mal, diría que tú amor hacia Pino ha rebasado los límites.
- Yo... - Aun sollozando – No puedo seguir más a su lado – Llevándose las rodillas cerca de su pecho. –Un día el tendrá que irse y hacer su vida, ¿No crees? – Mirando al demonio – No puedo seguir mintiendo, tarde o temprano lo sabrán. – Limpiándose las lágrimas y tomando una leve respiración. - ¡Ah! Incluso he tenido tan mala suerte en el amor, todos mis romances han sido pésimos – Haciendo un leve puchero. – Todos han fallado. – Contando con los dedos la cantidad de hombres con los que ha intentado salir.
Bill miraba la actitud infantil de la chica viendo como contaba con sus dedos mientras cabeceaba su cabeza lentamente, bajo los efectos del alcohol, llegando a embozar una sonrisa sarcástica antes de dirigirse a ella. – Entonces ¿nunca obtuvo su primer beso?
- ¡Si lo tuve! – Expresando orgullosamente con una sonrisa leve y las mejillas sonrojadas. – Mi primer beso fue con Marmando.
- ¿Marmando? – Sacando una pequeña lista con los nombres de las personas que aterrorizo durante el Raromagedón. – No lo recuerdo, ¿Dónde estaba ese humano insignificante?
- No es un humano tonto, él es un tritón. – Aclaro la chica. – Y no nada más fui yo, también Dipper tuvo su primer beso con él.
- Mmm... interesante esta información servirá para extorsionarlo en algún momento – Dijo con el rostro lleno de malicia.
- Él dice que estaré siempre en su corazón – Dije contenta mientras llevaba mis manos al rostro.
- Debes saber que tiene 17 corazones – Dijo Bill de forma engreída.
- Con que este en uno me basta – Sacándole la lengua. – Ya los siguientes fueron fallos. – Recordando sus romances fallidos con amargura. – Esa vez que los gnomos me engañaron imitando a un chico sombrío y apuesto, o ese vampiro lindo intento chuparme la sangre, sin olvidar el incidente de los zombis en la fiesta, oh cuando Candy y yo quisimos pelear por el amor de un aristócrata en la mansión Noroeste, también cuando intente hablar con uno de los chicos lindos, o esa vez con el grupo Se'vral Timez.
- Niña eres tan molesta – Tratando de cubrirse los oídos. – No puedes mantenerte callada un momento. Tus intentos han sido en vano, siendo poco atractiva y de poco interés.
- ¡Oye! tú también tuviste la culpa, ahora que lo recuerdo. – Mostrándose enojada. – Te robaste el cuerpo de Dipper y te convertiste en Bipper, y después arruinaste mi obra con el cual conquistaría a Gabe.
- Debes admitir que me agrado estar en el cuerpo de Pino, recibiendo muy buena atención. Ni te diste cuenta que era yo, interprete un excelente papel. – Pasando su mano sobre unos mechones rubio.
- Actuabas raro esa vez, pensé por un momento que mi hermano estaba loco – Dijo riendo.
- Solo andaba desesperado tú hermano por encontrar la pieza que le faltaba para su estúpida contraseña. – Dijo Bill – ¿Quieres saber algo más?
- ¿Qué? – Pregunto curiosa.
- Tú hermano no recordara que consumió ese día una gran cantidad de azúcar, y haya sido el culpable de su indigestión durante la noche.
Los dos se miraron un momento y empezaron a estallar entre risas y carcajadas. La castaña empezaba a sentir que su cuerpo se relajaba contra el respaldo de la silla, sus ojos se sentían pesados por el sueño que le empezaba invadir. No sabía cuánto tiempo llevaban afuera pero era lo suficiente para ver como la luna había cambiado a una posición diferente, una suave brisa golpeaba su rostro, había estado riendo junto con el demonio por un buen rato.
- Oye, Bill... Tengo mucho sueño. - Recargando su cabeza en el reposabrazos de su silla. – Sé que tendrás que irte pronto y volver a tú dimensión. Pero quiero agradecerte... - Dedicándole una sonrisa. – Por alejar estas pesadillas, y permitirme ayudar a Dipper.
- Eres muy extraña Estrella fugaz. – Bebiendo de su copa mientras balanceaba sobre su mano el líquido brilloso.
- Bill... - Quedándose medio dormida. – Yo... ya no quiero sentir, este sentimiento... no quiero sentirlo más.
Bill la tomo dentro de una burbuja antes de que cayera dormida completamente, guiándola de regreso a la cabaña. Ya no tenía que caminar por lo que regreso flotando, mientras admiraba dentro de la burbuja a la chica dormir flácidamente y con una sonrisa tonta. Llegando a unos metros de la cabaña; trono los dedos haciendo aparecer la chica en su cama, se posó sobre su ventana mientras veía por dentro a Pino dormido en su cama.
Su ojo dorado y afilado se vislumbraba por la oscuridad de la noche antes de desaparecer en una negruzca neblina cubriéndolo por completo. No sin antes tomar un mechón café del cabello de Mabel y besarlo.
- Quien dijo que dejaría de molestarte, mi Estrella fugaz – Susurrando suavemente sobre su oreja. – Eres mi mortal favorita, y ten por seguro que regresare a molestarte.
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