S i e t e

—No confíes en nadie, cariño. Comienza a relacionarte con Omegas, recuerda que no todos los Alfas son de fiar —le aconsejó, por quinta vez en la mañana, Sook a su hijo en el instante que tomaba su mochila.

—Mamá, prometo que tendré mucho cuidado —le intentó tranquilizar.

—¿Tomaste los supresores? ¿Llevas diez de repuesto? 

—Sí mamá, llevo todo lo necesario y lo no necesario —resopló.

La mirada de la Beta reflejaba un toque de orgullo y una pizca de melancolía. Sook y JeonHyun no tuvieron la facilidad para asistir a una universidad pero su único hijo estaba dando ese paso que le llevaría a impulsarse y salir adelante, adquiriendo conocimiento, vivencias, todo tipo de cosas que le ayudarían en un futuro para mantenerse mejor económicamente. 

—Te amo, bebé —le abrazó, conmovida.

—Y yo a ti, pequeña exagerada —la estrechó fuertemente—. Estaré atento a todo, así podré darles detalle de esta nueva experiencia —sonrió ampliamente.

—Más te vale.

SeokJin sonrió una vez y salió de su casa antes de que su madre le arrastrara nuevamente al interior. Aquello le hizo regresarse muchos años atrás sobre aquel vago recuerdo que tenía de la primera vez en que ingresó a la escuela; Sook le estrujó tantas veces que hasta ingresó a su aula de clases tambaleando. 

Para el azabache no fue difícil tomar el autobús correcto, pero la complicación llegó cuando se bajó en la parada que no debía. Entre Google Maps y unas piernas largas, el chico llegó a la tan famosa Universidad de Hanyang, tarde.

Pidió indicaciones para llegar al lugar en donde le darían la bienvenida a todos los estudiantes nuevos, grave error.

El primero a quien le preguntó fue a un Alfa de sonrisa tétrica el cual muy "amablemente" le indicó el camino; SeokJin no sabía que esa era la mayor diversión para los no primiparos.

Sonriente y entusiasmado, Jin caminó sobre las indicaciones las cuales lo llevaron hasta el último bloque de la facultad. Tocó unas cuantas veces sobre la puerta doble del lugar, insistió un poco más fuerte cuando pasaron cinco minutos y nadie le atendió.

—¿Qué haces aquí? —preguntó un Omega, bastante maduro, escrutándolo con la mirada.

El azabache dio un salto, no esperaba a nadie a sus espaldas, tampoco le había sentido llegar.

—Señor, aquí dictan la inducción.

—No, joven —suspiró el Omega, cansado—. Este bloque está temporalmente inhabilitado por manejo de plagas. Me temo que le han dado la indicación errónea —agregó, en cuanto vio la mueca de asombro que se formó en el rostro del joven.

—¿Podría ser tan amable de indicarme la correcta? —musitó.

—Bloque 2, salón 69 —le señaló con el dedo—. No pidas más indicaciones, si te pierdes sólo acércate a una de la estructuras y mira el número a su izquierda. 

—Muchísimas gracias —le estrechó la mano.

—¡Apresúrate, la inducción comenzó hace veinte minutos! —gritó en cuanto Jin comenzó a alejarse en reducidos pasos. 

El chico agarró las correas de su bolso y apresuró el paso.

—Bloque 2, piso 69. Bloque 2, piso 69 —se repetía una y otra vez.

Llegó al sitio y abrió la puerta cuidadosamente, sin tocar. Dentro habían muchas personas, de pie, escuchando lo que una señora joven les dictaba. Para su suerte nadie se percató de su tardía aparición, nadie a excepción de unos cuantos jóvenes de la parte de atrás.

La charla no duró mucho y consistió en una amplia bienvenida que fue acompañada con un breve paseo por cada bloque y el campus.

Al finalizar se les hizo formar para entregarles una breve lista que consistía en su horario de ese día, e igualmente se les explicó que para conocer el resto debían descargarla, o abrirla, en la página principal de la facultad.

SeokJin caminaba emocionado hasta la cafetería; su primera clase comenzaría en menos de una hora y eso le tenía sumamente emocionado. Su estómago gruñó al percibir el aroma de comida, hizo la fila y encargó su pedido.

Se sentó en el primer lugar vacío que divisó y se dispuso a devorar la tarda que había pedido.

—Definitivamente yo la hago mejor —comentó, para sí mismo, justo después de darle un bocado. 

Pasaron unos cuantos minutos hasta que terminó y se disponía a darle una vuelta al lugar. Estaba pasando por algún pasillo de algún irreconocible bloque cuando vio al Alfa con sonrisa tétrica caminar en su dirección.

Jin frunció el ceño, por su culpa había llegado tarde a la inducción. 

Tomó con fuerza la correa de su bolso y apresuró el paso. Cuando estaba a escasos centímetros del chico se acercó lo suficiente como para chocarle fuertemente el hombro.

El Alfa gruñó.

—Como lo siento, no he mirado por donde venía —fingió inocencia.

El chico le miró con cara de pocos amigos y dio un paso hacia SeokJin. Sus cuerpos quedaron a escasos centímetros; el Alfa era un tanto más alto que el azabache pero ello no le intimidó.

—Deberías ser más atento, bomboncito —susurró, provocando en Jin repugnancia. 

El azabache se mantuvo firme hasta que el chico, con el cabello color rojo, dio por finalizado la pelea de miradas y se alejó a paso lento del Omega. 

Soltó el aire que, sin saberlo, retenía en cuanto el Alfa estaba muy lejos. Al percatarse de su alrededor se encontró con muchos curiosos observándole, hablando entre susurros y otros ignorándole. 

Inmediatamente las mejillas de Jin cobraron un intenso color carmesí. Agradeció internamente a su madre por hacerlo tomar supresores en la mañana, de no hacerlo su aroma se hubiese esparcido por todo el lugar, ocasionando líos. 

—Tómalo con calma, respira —se alentaba.

Su lobo se puso inquieto, ansioso por algo que el azabache no pudo descifrar.

Sus nervios estaban por volverlo loco, faltaban cuarenta minutos para que su primera clase comenzara y él no sabía como, exactamente, matar el tiempo. De repente recordó las palabras de su amigo: Buscar zonas verdes.

No le tardó mucho encontrarlas, puesto que, por casualidad, estaba cerca de la zonas de confort del porcentaje menor y muy peculiar de los estudiantes.

SeokJin quitó su mochila y se dejó caer sobre el primer árbol frondoso con sombra que encontró. Sus ojos brillaron por lo natural que se veía todo: Habían muchos árboles grandes, repletos de hojas y niditos de pájaros en sus alturas; sobre el césped habían bancas y pequeñas mesas instaladas en zonas específicas; los estudiantes lucían felices, tranquilos.

Cerró los ojos por unos cuantos minutos hasta que alguien pasó a su lado y su aroma se impregnó en sus fosas nasales, provocando que reaccionara inmediatamente.

Un alfa alto, vestido de forma oscura y con sus pasos pesados, se encaminaba a una de las sombras cercanas a Jin. Su aroma era fuerte, con una pizca desagradable pero aquello no se debía a que fuese su peculiar olor, no. SeokJin pudo distinguir la esencia propia del Alfa, aparte de que el chico lucía triste, marchito.

Su lobo aulló, indicándole acercarse pero al mismo tiempo rogándole porque no lo hiciera. Se puso de pie y dudando se acercó al chico, este ni siquiera lo notó venir puesto que se mantenía con la cabeza recostada en el tronco del árbol y los ojos cerrados.

—¿NamJoon? 

En serio, en serio, que he regresado. Estaré más al pendiente de esta linda obra que me emociona cada vez que la leo y escribo :3

Espero seguir contando con tu apoyo♥

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