Noticia de último momento

Casi cumplía una semana desde mi lucha contra el elegido de los coyotes y habían pasado tres días desde que ese camionero fuera encontrado en Sonora. Empezaba el último mes del año 2012 y yo ya me encontraba en excelentes condiciones, como si no me hubieran mordido y rasguñado. La noticia todavía seguía en boca de todos porque iban encontrando más y más cuerpos vacíos. Pero esa mañana del cuatro de diciembre, Juárez amaneció con una noticia de último momento: una víctima de ese monstruo de humo.

Se trataba de un joven, los noticieros locales dijeron que fue encontrado tirado en uno de los callejones de la ciudad. Papá, mamá y yo veíamos la televisión desde el comedor impactados por lo que sucedido. Finalmente esa cosa había llegado a Ciudad Juárez y no sabíamos cuántos juarenses se iba a llevar. Paola apareció bajando las escaleras muy alterada y con su celular en mano.

—¡Era un estudiante de la universidad —exclamó mi hermana—, de la facultad de comunicación y medios!

—Pobre muchacho —se lamentó mi mamá llevándose las manos a la boca.

—Esto está mal, ¿qué nos depara a nosotros? —habló mi papá sin quitarle los ojo a la televisión—. Y te dije, ¿verdad, flaca?, que desde ayer sentía que algo no iba bien.

—Sí, yo también me sentí igual —confesé.

—Me parece que todos lo sentimos —concluyó mamá—, los que tenemos genes de lobo, claro. Nuestro sexto sentido nos estaba advirtiendo de que eso iba a pasar —explicó señalando la televisión.

Supongo que en ese momento la ciudad estaba conmocionada por la noticia, incluso asustada. Los noticieros dicen que tengamos precaución, pero eso es bastante difícil porque muchos no se pueden dar el lujo de no ir a trabajar, hay gente que vive al día y que tiene una familia a la cual alimentar. Además, nos piden que tangamos precaución como si supiéramos a lo que nos estamos enfrentando.

—Mira —Paola le pasó su celular a mamá para que viera la fotografía del fallecido.

—Era tan joven —comentó mamá con unas lágrimas en sus ojos.

—Estaba en un semestre más arriba que yo —replicó Paola mientras iba a enseñarle la foto a papá.

Sin mucho ánimo me levanté al terminar mi desayuno y me fui a arreglar para ir a trabajar. Como dije, no es tan fácil faltar. Camino al trabajo me puse a pensar que siempre los cuerpos son encontrados en las primeras horas del día y nunca después. Aquella cosa sólo atacaba de noche y durante el día se escondía, era como un vampiro... de los clásicos porque en "Crepúsculo" si los vampiros se exponían al sol brillaban como miles de diamantes. Eso lo sé porque acompañé a mi hermana a ver todas y cada una de ellas, debo decir que están equis, aunque no es algo que me gustaría repetir constantemente. El punto es que lo que estaba aterrorizando mi ciudad le temía al sol.

Llegué al trabajo y ese día gracias a Dios no me encontré a Karol y no tuve que oler su perfume corriente. Cuando llegué a mi piso todos estaban con la cara larga, no era de sorprenderse, la noticia era muy fuerte como para estar sonriendo. No me podía imaginar la preocupación de mis compañeros, bueno, en realidad si quisiera pudiera escuchar el ritmo cardiaco de todos u oler su miedo, pero no me gusta abusar de mis habilidades, es como invadir su intimidad.

—Hola, Emma —me saludó Valentina de beso.

—Hola, Vale, ¿cómo estás? —le respondí.

—Con todo lo que está pasando, supongo que bien. Aunque ya no me siento segura en ningún lado, ¿sabes?, lo que sea que esté pasando no es nada humano. Mi mamá dice que no está castigando Dios o que esto es obra del Diablo. ¿Y tú?

—Igual me encuentro bien, aunque estoy un tanto conmocionada. ¿Viste al muchacho que encontraron?

—Sí, sí lo vi, escuché que era estudiante de la universidad en la que va tu hermana.

—Paola me lo confirmó —recordé—, dijo que era de un semestre más que ella. Podrían tener la misma edad.

Decir me hizo pensar en que pudo ser Paola la persona que encontraron y que salía en las noticias de ese, pudo haber sido papá, o mamá, pudo haber sido alguien que conozca. Y sí, no fue el caso, es cierto, pero no por eso deja de ser menos trágico. 

—Qué triste debe ser para su familia —reflexionó mi amiga—. Espero que esto se resuelva pronto y que tengan un plan mientras tanto para el resto.

—El gobierno vale para pura madre —intervino Samuel con el ceño fruncido.

Nunca lo había visto enojado. Siempre está tan alegre que me cuesta creer que lo estoy viendo así.

—Ya deberían haber atrapado lo que sea que esté haciendo esto —agregó Samuel—. Lo siento, la noticia me afectó mucho —se disculpó suavizando su tono y calmando su enojo mientras miraba el piso.

No sé de donde saqué el valor para tomar su hombro en un intento de consolarlo y reconfortarlo. No necesité de ningún poder de loba para sentir la mirada asombrada de Paola. 

—A todos no está afectando, Samuel, no tienes que disculparte por ello.

Samuel me miró a los ojos y sentí algo que aún no podría describir. Ese era, sin discusión, el momento más intimo que hemos compartido.

—Supongo que los tacos tendrán que esperar —comentó sacándome risa.

—Es una lástima, pero sí, lo tendremos que posponer hasta que esta situación se termine.

Me sonrió y se fue a la copiadora. 

—¿Qué fue eso? —preguntó Valentina llena de curiosidad.

—Le hice un favor y me invitó a unos tacos —conté evadiendo lo que en realidad me preguntaba Vale.

—Me saliste payasita de la tele, sabes bien a lo que me refiero —repuso cruzando los brazos—. Llámame loca, pero ustedes tienen "algo", una chispa que brilla cuando están juntos.

Carlos, Paola y ahora Valentina me dijeron que mi relación con Samuel puede trascender más allá de lo laboral y de la amistad. Y aunque me gustaría tener esperanza, él no me ha tirado la onda, no me manda señales de que quiere algo así conmigo. Los tacos los siento que es más en plan de amigos, así que no quiero que esto se vuelva drama de telenovela.

Además, he pensado que aunque quisiera tener algo más romántico conmigo. Tendría que mentirle sobre mis genes de lobo y mi familia. Revelarle el secreto nunca es una opción, me arriesgo a que me tache de loca, arriesgo a mi familia y arriesgo a mi corazón. Si las películas de "X-Men" me han enseñado algo es que los humanos le temen a lo que no entienden y a lo que le temen lo destruyen.

—Mejor hay que trabajar, ¿no? —corté la conversación y me fui a mi lugar.

Dos horas después, el licenciado Montaño, o como le dicen algunos "Tú-Ya-Sabes-Quien", nos dijo que por ordenes gubernamentales, se suspendían todas las actividades laborales para resguardarnos en nuestros hogares. Por una vez, se le pudo ver más humano, no parecía indiferente ante la situación.

Tomé mis cosas y comencé a irme.

—¿Quién diría que Tú-Ya-Sabes-Quien se podía preocupar por los demás? —murmuró Valentina—. Por cierto, ¿no vino Carlos?

—No, no llegó, ¿por qué?

—Por nada, es que se me hace raro que falte, nunca lo hace.

Y era cierto, Carlos nunca había faltado en todo el tiempo que lleva trabajando en la oficina hasta ese día. Supuse que si era debido a la situación actual, era comprensible.

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