8. If I had been brave

SI HUBIESE SIDO VALIENTE

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La señora Weasley los tuvo unos cuantos días trabajando muy duro. Tardaron tres días en descontaminar el salón. Moody aún no había aparecido por el cuartel general, de modo que no podían estar seguros de qué había dentro de el escritorio vibrante.

El elfo doméstico aparecía siempre en el lugar donde se habían congregado, y sus murmullos de protesta cada vez eran más ofensivos mientras intentaba llevarse cualquier cosa que pudiera de los sacos de basura.

Pese a que seguía sintiéndose muy mal, pues todavía seguía soñando con aquel suceso noche tras noche, tener a Harry, Ron y Hermione junto a Emma la hacían distraerse la mayor parte del tiempo. Mientras estaba ocupada se sentía bien, feliz, libre de cualquier carga; pero una vez terminadas las tareas, y tan pronto como se sentía agotada, se tumbaba en la cama y cerraba los ojos, volvía a recordar lo que no pudo hacer. Cada vez que lo recordaba se sentía como si lo estuviera viviendo en ese mismo momento otra vez. Recordarlo era como revivirlo para ella. A veces Emma dejaba volar su imaginación y creer que seguía con ellos de algún modo. Que ellos seguían ahí, con ella.

Por otro lado, su relación con Harry iba como debía. Todo estaba tranquilo y calmado. Ya no tenían disgustos en absoluto. Pero lo que Emma notó fue la evidente preocupación de Harry debido el juicio que tendría, del que dependería su estadía en Hogwarts. Emma también estaba angustiada por ello, pero trataba de no demostrarlo para que Harry tratara de mantener la calma.

El miércoles por la noche, durante la cena, Emma había estado recibiendo una larga charla por parte de su padrino donde le pidió que tratará de… recordar sin mayor dolor el suceso. Por supuesto que Emma lo intentaba, y sabía que Remus hablaba por experiencia, pero resultaba más difícil de lo que parecía.

—Te he planchado tu mejor ropa para añana por la mañana, Harry, y quiero que está noche te laves el pelo. Un buena primera impresión puede hacer maravillas.

Todos dejaron de hablar y miraron a Harry. Éste asintió con la cabeza y Emma vió su intento de seguir comiendo, aunque no lo logró.

Decidida se puso en pie y tomó asiento en el lugar libre a su lado. En cuanto se sentó tomó la mano de Harry con su mano sana y le susurró:

—Todo irá bien, ya lo verás.

—Eso espero —respondió Harry igualmente en voz baja—. ¿Cómo voy a ir hasta allí? —le preguntó a la señora Weasley.

—Te llevará Arthur cuando vaya a trabajar —contestó ella con dulzura.

El señor Weasley, que estaba sentado al otro lado de la mesa, sonrió para animar a Harry.

Éste miró a Sirius, y Emma estaba segura de lo que quería preguntar, pero antes de que siquiera pudiera hacerlo, la señora Weasley respondió.

—El profesor Dumbledore no cree que sea buena idea que Sirius vaya contigo, y he decir yo…

—… opino que tiene mucha razón —continuó Sirius entre dientes.

La señora Weasley frunció los labios.

—Vino anoche, cuando estaban durmiendo —terció el señor Weasley.

Sirius, malhumorado, clavó el tenedor en una patata.

—Por cierto, cielo —dijo la señora Weasley dirigiéndose a Emma—, mañana necesitamos que te arregles. He dejado un vestido en tu habitación.

Emma abrió la boca lista para preguntar, pero Remus la interrumpió.

—No, no irás con Harry —dijo—. Solo escucha a Molly.

La castaña compartió una mirada de confusión con sus amigos y su novio antes de dirigir su mirada a la mesa. ¿Por qué le pedían algo así? Porque, si Emma era sincera, no sentía ganas de salir a la calle y mucho menos usar un vestido "elegante".























( . . . )
























Emma despertó tan de golpe que incluso llegó a dolerle la cabeza. Afuera todavía estaba oscuro, por lo que supuso que era muy temprano.

Se quedó acurrucada un rato junto a su gato hasta que decidió por levantarse y lavarse la cara, los dientes y cepillar su cabello. Al ser tan tamprano, pensó que la cocina estaría vacía y desolada, pero en cuanto llegó se encontró dentro con los señores Weasley, Sirius, Remus, Tonks y Harry sentados a la mesa. Todos ya estaban vestidos para salir, excepto ella que todavía llevaba el pijama, y la señora Weasley, que llevaba una bata alcochada de color morado. La mujer se puso en pie en cuanto Emma entró en la cocina.

—Desayuno —dijo, y sacó su varita y corrió hacia el fuego.

—No, gracias, señora Weasley —la interrumpió Emma—. Con una tostada estará bien.

La mujer asintió y se dirigió a preparar la tostada.

—B-buenos días, Alyssa —la saludo Tonks con un bostezo. Esa mañana tenía el pelo rubio y rizado—. ¿Qué haces despierta?

—No pude dormir, nada especial.

—Me pasó lo m-mismo —comentó ella con otro bostezo que la hizo estremecerse—. Ven y siéntate…

Harry indicó el lugar a su lado y Emma no dudo ni un segundo en tomar lugar.

—Buenos días —la saludó Harry con un corto beso al cual Emma correspondió.

—Buenos días, James —le dijo—. ¿Cómo te sientes?

—Te mentiría si dijera que bien —respondió, mientras Emma dejaba caer su cabeza en su hombro—. No quiero que me expulsen.

—No lo harán.

—No estás segura de eso.

—Mira, en un caso hipotético de que lo hicieran —susurró Emma mientras Harry jugaba con su mano—, me quedaría aquí. Hogwarts sin ti… es bastante aburrido.

—Pero tus estudios…

—Son lo de menos si estoy contigo —sonrió la castaña—. Te aseguro que nunca te dejaré solo.

Harry dejó un beso en la frente de su novia antes de que se reincorporará para comer la tostada que le acababan de pasar.

Lupin y Sirius eran los que miraban con más atención a ambos. Era increíble el dejá vu que sentían al verlos. Era ver reflejados a James, Lily, Joseph y Alhena en ellos. Ambos tenían tanto de sus padres que era como si los llevaran a sus tiempos de juventud . Harry y Emma se miraban con tanto amor que era inexplicable la sensación de conformidad que daba con tan solo verlos juntos.

Emma no prestó mucha atención a la conversación de los adultos en lo que restó del desayuno, pues estaba mucho más preocupada por la audiencia de Harry, y el por qué la hacían ponerse en vestido cuando sabían perfectamente que era lo que menos quería en esos momentos.

Pero entonces una frase dicha por su padrino la hizo salir de su burbuja:

—…Hasta los magos menores de edad están autorizados a utilizar la magia en situaciones de peligro para su vida.

Fue como si algo hubiera hecho click en la cabeza de Emma. Todo volvió a ella tan de repente como si hubieran introducido ese momento en su cabeza. Remus tenía razón; Emma pudo haber usado magia y salvarlos. Pero no lo hizo, no hizo nada, solo se quedó quieta mirando lo que sucedía frente a ella.

No merecía estar en Gryffindor, pues, se supone que ellos son valientes, pero ella no lo fue. Tuvo miedo… fue cobarde. Permitió que los asesinaran justo frente a sus narices y no movió ni un músculo. Tuvo que ser ella, Emma, la que muriera esa noche, no ellos. Ellos no se merecían ese final, y mucho menos siendo culpa de la hija que parecía ignorarlos.

Tal vez si hubiera sido valiente como su madre, como Alhena, nada de eso hubiera pasado. Si tan solo ella hubiera entregado su vida para salvarlos a ellos… las cosas estarían mucho mejor.

Sin darse cuenta había estado apretando su mano lastimada sobre su pantalón de pijamada, y sus ojos se habían cristalizado considerablemente.

Amor —la llamó Harry, colocando su mano sobre la de ella. No obtuvo respuesta—. Emma… ¿sucede algo?

Cómo si hubieran explotado la burbuja en la que estaba dentro, Emma regresó en sí cuando escuchó la voz de Harry muy cerca de ella.

—¿Ah? —sin alzar mucho su mirada recorrió el lugar—. Oh, sí, solo estoy un tanto cansada… —mintió, pues no quería decirle lo que sucedía frente a tantas personas.

Pero, en especial Harry, sabía que Emma estaba mintiendo y no estaba siendo completamente sincera. Pero no quería incomodarla y esa fue la razón por la que no preguntó nada más al respecto de el comportamiento de Emma.

Emma entonces tuvo la sensación de que algo muy frío goteaba por su cuello; en un principio llegó a creer que se estaba volviendo loca pero entonces vió que era la señora Weasley, que intentaba peinar a Harry con un peine. Le aplastaba con fuerza el pelo contra la coronilla, pero éste volvía a erizarse enseguida.

—Discúlpame, cielo —se disculpó con Emma. La castaña solo le sonrió, dándole a entender que no pasaba nada—. ¿No hay forma de aplastarlo? —preguntó desesperada.

Harry y Emma negaron con la cabeza.

La castaña terminó de tragar un pedazo de tostada antes de tomar la palabra—. Si hay algo imposible en este mundo es peinar el pelo de James.

Sirius y Remus compartieron una nostalgica mirada. El señor Weasley consultó su reloj y miró a Harry.

—Creo que debemos irnos ya —dijo—. Es un poco pronto, pero estarás mejor en el Ministerio que aquí, sin hacer nada.

—Vale —contestó Harry, automáticamente; dejó la tostada en el plato y se puso en pie.

Todos los presentes le dieron algunas palabras de apoyo al chico, hasta que el turno de su novia llegó.

—El expreso de Hogwarts te estará esperando para volver a casa, te lo aseguro —le dijo Emma, sonriéndole dulcemente—. Suerte, Harry. Mantén la calma.

Harry esbozó una sonrisa inconscientemente—. Eso espero —dijo, antes de depositar un corto beso en los labios de Emma y despedirse de los demás para partir.

Y en menos de un abrir y cerrar de ojos ya se había ido junto al señor Weasley y la casa se quedó sumida en un incómodo silencio por tan solo unos segundos, hasta que la señora Weasley decidiera terminar con el.

—Será mejor que te arregles, cielo —le dijo a Emma.

La castaña frunció el ceño—. ¿No es muy temprano todavía?

—Lo es, exacto —respondió Lupin—. Ve, Emma, te estaremos esperando aquí.

—¿Pero a dónde…?

—Ve, te lo diremos luego —Su padrino fingió una sonrisa antes de que una Emma muy confundida comenzará a subir las escaleras hasta la habitación en busca del extraño vestido.

—Se va a molestar —rió nerviosamente Tonks.

—Eso ya lo sabemos —dijo Sirius, observando a la nada—. Y no será solo ella…

—Van a generar problemas innecesarios —comentó Mundungus desde un rincón—. Acaban de salir de uno y los meterán en otro, impresionante.

Remus suspiró frustrado, pasando una mano por su cabello.























( . . . )




















No tomó mucho tiempo para que Emma estuviera completamente lista. Seguía sin entender que era todo eso, por supuesto. Pues, ¡vamos!, la hicieron llevar un vestido azul bastante elegante como para ser una simple salida padrino y ahijada o algo por el estilo.

Y no sólo era el vestido lo que le extrañaba a Emma, sino también los tacones, el peinado, las caras nerviosas de absolutamente todos ahí y el que ninguno más parecía estar arreglado de manera tan elegante como ella lo estaba.

—Tienes la belleza de tu madre —la halagó Sirius, haciéndola girar.

Emma forzó una sonrisa—. Gracias —dijo—. ¿Ya me dirán por qué estoy vestida así?

—Tienes una cena, niña —explicó Mundungus sin mirarla.

—¿Tengo? ¿Eso quiere decir que no me acompañaras? —le preguntó a Lupin.

—Así es —asintió su padrino.

—¿Por qué no vienes?

—El hijo de la familia ha hecho una petición —respondió Lupin—: que sólo tú vayas. Solo la señorita Walk, sin compañía. Pero no te preocupes, estaremos alrededor, no pasará nada.

—¿Quién ha pedido esto? —cuestionó Emma, cruzándose de brazos pero aún manteniendo su expresión de confusión total.

—Theodore Nott.

Los ojos de Emma se abrieron como platos. ¿Acaso estaban hablando del mismo Nott que no quería dirigirle la palabra desde hace meses? ¿El mismo que parecía alejarla y evitarla todo el tiempo? ¿El mismo? La cabeza de la castaña era una confusión completa: ¿por qué la quería ver? ¿por qué sola? ¿por qué a ella? Se suponía que los Walk y los Nott no tenían buen pasado.

—¿Lo conoces? —preguntó Tonks.

—Es… —Emma se quedó en silencio un segundo—, era mi amigo. Pero ¿por qué? ¿Por qué me quiere ver?

—Al ser los últimos herederos de los Walk y los Nott son los que tienen la última palabra respecto a todo —comentó Tonks—. Pero si son amigos será más fácil, ¿no?

—Era su amigo, ¿no la oíste? —soltó Mundungus con fastidio.

—Mira, tú no te preocupes, Alyssa, será breve —la intentó tranquilizar Tonks—. Unas cuantas palabras y adiós.

—¿Entonces por qué el vestido?

—Eres una Walk —dijo Sirius—. No es más que eso.

—Ya basta —interrumpió la señora Weasley—. Vamos, cariño, o llegarás tarde.

La llevaron hasta la puerta de entrada, por la cual salió acompañada de unos invisibles Remus Lupin, Nymphadora Tonks y Mundungus, hasta la que se suponía era la casa de los Nott.

Emma caminaba tormenta por el asfalto, y está vez los fastidiosos tacones no tenían nada que ver con su torpeza: eran sus nervios. El fin de una enemistad dependía de ella… una chica de quince años que no tiene cabeza para nada y no quiere ver ni hablar con nadie aunque aparente lo contrario.

Pasaron tal vez veinte minutos, y para entonces Emma ya no tenía a nadie tan cerca como hubiese querido. Ahora caminaba sola a su destino final. Se aferró con más fuerza a su saco blanco, y, al hacerlo, tropezó con una pequeña roca en el suelo que la hubieran llevado directamente al suelo de no ser por su sagrada suerte.

Emma, un tanto apenada, se reincorporó nuevamente y, acomodando levemente su vestido, alzó la mirada para agradecer a su salvador en ese momento. Pero no pudo decir nada, fue como si le hubieran quitado el habla tan de repente.

Era él.

Estaba ahí, frente a ella.

Pero ya no parecía ser él, se veía distinto. Había algo en sus ojos que Emma pudo reconocer como una emoción nueva con ella: disgusto y enfado.

.・。.・゜✭・.・✫・゜・。.

Oficialmente comenzamos con las actualizaciones semanales.

¿Saben el por qué? Pues este libro ya tiene todos sus capítulos listos y solo esperan ser publicados.

Una recomendación: tal vez sea mejor que disfruten de cada momento entre nuestra pareja :)

—Mel ❤️

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