45. Run for your life

CORRE POR TU VIDA

───⊱✿⊰───

Habían encontrado a Ron, Ginny y Luna en el salón de cerebros, y aunque Ron se veía un tanto confundido y Ginny tenía mal un tobillo, decidieron continuar con su camino. Pero entonces…

—¡Están aquí! —gritó la mortífaga.

Los mortífagos lanzaron varios hechizos aturdidores; Emma y Harry entraron
apresuradamente por la puerta que tenían enfrente, se liberaron sin miramientos de Ron y volvieron sobre sus pasos para ayudar a Neville a que entrara a Hermione. Cruzaron todos el umbral justo a tiempo para cerrarle la puerta en las narices a Bellatrix.

—¡Fermaportus! —gritó Harry, y oyó cómo tres cuerpos, al otro lado, chocaban contra la puerta.

—¡No importa! —exclamó una voz de hombre—. ¡LOS TENEMOS, ESTÁN AQUÍ!
¡Hay otras entradas!

Emma se dio la vuelta; volvían a estar en la Estancia de los Cerebros, y efectivamente, también allí había varias puertas. Enseguida oyeron pasos en la sala circular: otros mortífagos llegaban para sumarse a los primeros.

—¡Emma, Luna, Neville, ayúdenme!

Los cuatro recorrieron la habitación y sellaron una a una las puertas; Emma resbaló hasta chocar con una pared al llegar rápidamente a otra puerta.

—¡Fermaportus!

Se oían pasos que corrían por detrás de las puertas, y de vez en cuando algún
cuerpo se lanzaba con fuerza contra una de ellas y la hacía crujir y temblar; Luna y Neville, mientras tanto, encantaban las puertas de la pared de enfrente. Entonces, cuando Emma llegó al final de la habitación, oyó que Luna gritaba:

—¡Ferma... aaaaaaah!

Se volvió y la vio saltar por los aires mientras cinco mortífagos entraban en la
habitación por la puerta que ella no había logrado cerrar a tiempo. Luna chocó contra una mesa, resbaló por su superficie y cayó al suelo por el otro lado, donde se quedó desmadejada, tan quieta como Hermione.

—¡Tomen a Potter! —chilló Bellatrix—. ¡Yo me encargaré de Walk! —y corrió hacia ella; Emma la esquivó, saltando sobre un mesa, y salió disparada hacia el otro extremo de la habitación.

—¡Eh! —gritó Ron, que se había puesto en pie y avanzaba dando tumbos hacia Emma sin parar de reír—. ¡Eh, Emmita, ahí hay cerebros, ji, ji, ji! Qué raro ¿verdad, Emma?

—¡Agáchate, Ron!

Pero Ron apuntaba al tanque con su varita.

—En serio, Emma, son cerebros. Mira, ¡accio cerebro!

La escena se detuvo momentáneamente. Emma, Harry, Ginny, Neville y los mortífagos se dieron la vuelta instintivamente para observar el tanque, y vieron que un cerebro salía como un pez volador del líquido verde: en un primer momento se quedó suspendido
en el aire, pero a continuación se dirigió volando hacia Ron, mientras giraba sobre sí mismo, y unas cintas de algo que parecían imágenes en movimiento salieron despedidas de él, desenrollándose como rollos de película.

—¡Ji, ji, ji! Mira, Emma —dijo Ron contemplando cómo el cerebro desparramaba sus llamativas tripas por el aire—. Ven a tocarlo, Emma, seguro que tiene un tacto genial.

—¡RON, DEJÁ ESO!

Ella y Harry corrieron enseguida hacia donde se encontraba su amigo, pero éste ya había atrapado el cerebro con ambas manos.

En cuanto entraron en contacto con su piel, los tentáculos empezaron a enroscarse en los brazos de Ron como si fueran cuerdas.

—Emm, Harry, mien  lo que está pasan... No... no... no me gusta... No... basta...
¡Basta!

Las delgadas cintas se enrollaron alrededor del tórax de Ron, que tiraba de ellas, pero sin lograr impedir que el cerebro se aferrara a él como un pulpo.

—¡Diffindo! —gritó Emma, tratando en vano de cortar los tentáculos que se
enrollaban con fuerza alrededor del cuerpo de Ron ante sus ojos. Éste cayó al suelo e intentó librarse de sus ataduras.

—¡Lo va a asfixiar! —gritó Ginny, que seguía en el suelo sin poder moverse por culpa del tobillo roto. Entonces un haz de luz roja salió de la varita de uno de los mortífagos y le dio de lleno en la cara. Ginny se desplomó hacia un lado y
quedó inconsciente.

—¡DESMAIUS! —gritó Neville mientras agitaba la varita de Hermione hacia los
mortífagos que se aproximaban—. ¡DESMAIUS, DESMAIUS!

Pero no pasó nada.

Otro mortífago lanzó un hechizo aturdidor a Neville y falló por los pelos. En ese momento, Emma, Harry y Neville eran los únicos que seguían luchando contra cinco mortífagos, dos de los cuales les lanzaban haces de luz plateada como flechas que no daban en el blanco, pero dejaban cráteres en la pared, detrás de los chicos. Bellatrix Lestrange echó a correr hacia Enma, que reaccionó rápidamente y echó a correr al lado opuesto de la sala.

Leastrange la persiguió y derribó
sillas y mesas, pero sin atreverse a atacarla, y Emma salió a toda velocidad por la única puerta que seguía abierta, aquella por la que habían entrado los mortífagos, confiando en que Harry y Neville se quedase con Ron y encontrase la forma de librarlo del cerebro. Entró en la siguiente habitación e inmediatamente notó que el suelo desaparecía bajo sus pies...

Cayó rodando por los altos escalones de piedra, rebotó en cada uno de ellos hasta
llegar al final y allí sufrió un fuerte impacto que le cortó la respiración. Quedó tumbada boca arriba en el foso donde se alzaba el arco sobre su tarima, y pronto descubrió que Harry se encontraba a su lado.

Las risas de los mortífagos resonaban en la sala. Emma miró hacia arriba y vio que cinco mortifagos bajaban hacia donde ellos se hallaban, mientras muchos mortífagos más entraban por diferentes puertas y empezaban a saltar de una grada a otra. Emma se levantó débilmente del suelo, sintiendo que el cuerpo ya no le funcionaba.

Junto a Harry retrocedieron mientras miraban a su alrededor intentando mantener a todos los mortífagos dentro de su campo visual. Entonces dieron
con la parte de atrás de las piernas contra algo sólido: había llegado a la tarima donde estaba el arco misterioso. Sin girarse, subieron a ella.

Los mortífagos se habían quedado quietos y miraban. Algunos jadeaban tanto como Emma y Harry. Había uno que sangraba mucho; Dolohov, libre ya de la maldición de la inmovilidad total, reía socarronamente mientras apuntaba a la cara de Emma con su varita mágica.

—Se acabó la carrera, Potter y Walk —dijo Lucius Malfoy arrastrando las palabras, y se quitó la máscara—. Ahora sé bueno, Potter, y entrégame la profecía.

—¡Deje... deje marchar a los demás, déjenla a ella y se la daré! —exclamó Harry, desesperado.

Unos cuantos mortífagos rieron.

—No estás en situación de negociar, Potter —replicó Lucius Malfoy, y el placer que sentía hizo que el rubor coloreara su pálido rostro—. Verás, nosotros somos diez, y ustedes están solos... ¿Acaso Dumbledore no les ha enseñado a contar?

—¡No están solos! —gritó una voz en la parte más alta de la sala—. ¡Todavía me
tienen a mí!

A Enma le dio un vuelco el corazón: Neville bajaba como podía hacia ellos por los escalones de piedra, con la varita mágica de Hermione firmemente agarrada con una temblorosa mano.

—No, Neville, no... Vuelve con Ron...

—¡DESMAIUS! —volvió a gritar Neville apuntando uno a uno a los mortífagos con la varita—. ¡DESMAIUS! ¡DESMA..!

Uno de los mortífagos más corpulentos agarró a Neville por detrás, le sujetó los
brazos y lo inmovilizó. Neville forcejeaba y daba patadas; los mortífagos reían.

—Ése es Longbottom, ¿verdad? —preguntó Lucius Malfoy con desdén—. Bueno, tu abuela ya está acostumbrada a perder a miembros de la familia a favor de nuestra causa... Tu muerte no la sorprenderá demasiado.

—¡NO! —vociferó Emma desde su lugar, apuntando con la varita al mortifago.

—Cállate, muñeca —ordenó Bellatrix—. ¿Longbottom? Vaya, yo tuve el placer de conocer a tus padres, chico.

—¡Ya lo sé! —rugió Neville, y forcejeó con tanto ímpetu para intentar soltarse de su captor que el mortífago gritó:

—¡Que alguien lo aturda!

—No, no, no —repitió Bellatrix, que estaba extasiada; miró arrebatada a Harry, a Emma y luego a Neville— No, vamos a ver cuánto tarda Longbottom en derrumbarse como sus padres... A menos que Potter quiera entregarnos la profecía.

—¡NO SE LA DES! —bramó Neville, que estaba fuera de sí, dando patadas y
retorciéndose mientras Bellatrix se le acercaba con la varita en alto—. ¡NO SE LA DES POR NADA DEL MUNDO, HARRY!

Bellatrix levantó la varita y exclamó:

—¡Crucio!

Neville soltó un aullido y encogió las piernas hacia el pecho, de modo que el
mortífago que lo sujetaba tuvo que mantenerlo en el aire unos instantes. Luego el hombre soltó a Neville, que cayó al suelo mientras se retorcía y chillaba de dolor.

—¡No! —volvió a decir Emma, y por un segundo en su cabeza cruzó una idea muy tonta.

—¡Eso no ha sido más que un aperitivo! —exclamó Bellatrix al tiempo que
levantaba de nuevo la varita. Neville dejó de chillar y se quedó tumbado a sus pies, sollozando. La mortífaga se dio la vuelta y miró a Harry—. Y ahora, Potter, danos la profecía o tendrás que contemplar la lenta muerte de tu amiguito y de tu novia.

Esta vez Harry no tuvo que pensar: no le quedaba alternativa. Estiró el brazo y les
tendió la profecía, que se había calentado con el calor de sus manos. Lucius Malfoy se adelantó para cogerla.

Pero entonces, de repente, en la parte más elevada de la sala se abrieron dos
puertas y cinco personas entraron corriendo en la sala: Sirius, Lupin, Moody, Tonks y Kingsley.

Malfoy se volvió y levantó la varita, pero Tonks ya le había lanzado un hechizo
aturdido. Emma no esperó a ver si había dado en el blanco, sino que saltó de la tarima y se apartó con rapidez. Los mortífagos estaban completamente distraídos con la aparición de los miembros de la Orden, que los acribillaban a hechizos desde arriba
mientras descendían por las gradas hacia el foso. Entre cuerpos que corrían y destellos luminosos, la castaña vio que Neville se arrastraba por el suelo, así que esquivó otro haz de luz roja y se tiró a tierra para llegar hasta donde estaba su amigo.

—Nev, nev… ¿estás bien? —le gritó mientras un hechizo pasaba cortándole la mejilla—. Sé lo que se siente, también…

—Sí, estoy bien —contestó Neville, e intentó incorporarse.

—¿Y Ron? —preguntò Harry, que había aparecido a un lado de Emma.

—Creo que está bien. Cuando lo he dejado seguía peleando con el cerebro.

En ese momento, un hechizo dio contra el suelo entre ellos tres, produjo una
explosión y dejó un cráter justo donde Neville tenía la mano hasta unos segundos antes. Los tres se alejaron de allí arrastrándose; pero entonces un grueso brazo salió de la nada, agarró a Harry por el cuello y tiró de él hacia arriba. Harry apenas tocaba el
suelo con las puntas de los pies.

—¡Continúa! —le gritó Neville a la castaña—. ¡Avanza, Emma, estará bien!

—No —replicó Emma, sacando su varita y aturdiendo al mortifago al percatarse que ninguno se había dado cuenta de Harry.

El hombre soltó a Harry de inmediato y profirió un aullido de dolor. El mortífago se desplomó hacia atrás y la máscara le resbaló por la cara: era Macnair, el que había intentado matar a Buckbeak. Tenía un ojo hinchado e inyectado

—¡Gracias! —le dijo Harry a Emma y Neville, y enseguida tiró de ella hacia sí, pues Sirius y su mortífago pasaban a su lado dando bandazos y peleando tan encarnizadamente que sus varitas no eran más que una mancha borrosa.

Emma miró hacía abajo cuando Harry resbaló, y se dió cuenta que el ojo mágico de Moody rodaba por el suelo.

Su propietario estaba tumbado sobre un costado sangrando por la cabeza, y su
agresor arremetía en ese momento contra Emma, Harry y Neville: era Dolohov, a quien el júbilo crispaba el alargado y pálido rostro.

—¡Tarantallegra! —gritó apuntando con la varita a Neville, cuyas piernas empezaron de pronto a bailar una especie de frenético claqué que le hizo perder el equilibrio y caer de nuevo al suelo—. Bueno, Potter...

E

ntonces realizó con la varita el mismo movimiento cortante que había utilizado
con Hermione, pero Harry gritó:

—¡Protego!

Emma notó que algo que parecía un cuchillo desafilado le golpeaba la cara; el impacto la empujó hacia un lado y fue a caer a un lado de Neville, aunque el
encantamiento escudo había detenido en gran medida el hechizo.

Dolohov volvió a levantar la varita.

—¡Accio profe..! -exclamó, pero entonces Sirius surgió de improviso, empujando a Dolohov con el hombro y desplazándolo varios metros.

En esos momentos, Sirius y Dolohov peleaban; sus varitas brillaban como espadas, y por sus extremos salían despedidas chispas.

Dolohov llevó la varita hacia atrás para repetir aquel movimiento cortante que
había empleado contra Harry y Hermione, pero entonces Emma se levantó de un brinco y gritó:

¡Petrificus totalus!

Una vez más, las piernas y los brazos de Dolohov se juntaron y el mortífago cayó
hacia atrás desplomándose en el suelo con un fuerte estruendo.

—¡Bien hecho! —gritó Sirius, y le hizo agachar la cabeza al ver que un par de
hechizos aturdidores volaban hacia ellos—. Ahora, Harry, escucha: quiero que salgas de...

Volvieron a agacharse, pues un haz de luz verde había pasado rozando a Sirius.
Emma vio que Tonks se precipitaba desde la mitad de las gradas, y su cuerpo inerte golpeó los bancos de piedra mientras Bellatrix, triunfante, volvía al ataque.

—¡Harry, sujeta bien la profecía, toma a Emma y a Neville y corre! —gritó Sirius, y fue al encuentro de Bellatrix. Emma no vislumbró lo que pasó a continuación, pero ante su vista apareció Kingsley que, aunque se tambaleaba, estaba peleando con Rookwood, quien ya no llevaba la máscara y tenía el marcado rostro al descubierto. Otro haz de luz verde pasó rozándole la mejilla a Emma.

—¿Puedes tenerte en pie? —le chilló Harry al oído mientras las piernas de su amigo se sacudían y se retorcían incontroladamente—. Ponme un brazo alrededor de los hombros... y Emma…

Neville obedeció, y Emma tiró de él. Las piernas de Longbottom seguían moviéndose en todas direcciones y no lo sostenían; entonces un hombre se abalanzó sobre ellos y los tres cayeron hacia atrás. Neville se quedó boca arriba agitando las piernas como un escarabajo que se ha dado la vuelta, y Emma, con el brazo derecho levantaba su varita.

—¡La profecía! ¡Dame la profecía, Potter! —gruñó la voz de Lucius Malfoy en su
oído, y Harry notó la punta de una varita clavándosele entre las costillas.

—¡No! ¡Suélteme! ¡Emma! ¡Tómala, Emma!

Harry echó a rodar la esfera y Emma giró sobre la espalda, la atrapó y se la sujetó con fuerza contra el pecho. Malfoy apuntó con la varita a la casta, pero Harry lo apuntó a él con la suya por encima del hombro y gritó:

—¡Impedimenta!

Malfoy se separó inmediatamente de Harry y éste se levantó, se dio la vuelta y
vio que Malfoy chocaba contra la tarima sobre la que Sirius y Bellatrix se batían en duelo. Malfoy volvió a apuntar con la varita a Harry y Emma, pero antes de que pudiera tomar aliento para atacar, Lupin, de un salto, se había colocado entre Lucius y los tres chicos.

—No te atrevas a atacarla —advirtió Lupin, propinándole a Malfoy un buen golpe en la cara—. Ahora, Emma, Harry ¡recogan a los otros y salgan de aquí!

Emma se acercó nuevamente a sus amigos, tomó a Neville por los hombros y junto a Harry intentaron subir las escaleras.

Entonces un hechizo golpeó el banco de piedra donde Harry tenía apoyados los
pies; el banco se vino abajo y él cayó al escalón inferior. Neville también cayó y junto a él Emma. La castaña se dió un buen golpe, pero la profecía seguía intacta.

—¡Vamos! —gritó Harry, desesperado, tirando de la túnica de Neville—. Intenta
empujar con las piernas...

Dieron otro fuerte tirón y la túnica de Neville se descosió por la costura izquierda. La profecía que Emma mantenía en su mano, gracias a un pequeño y torpe movimiento de Neville, saltó por los aires unos tres metros y chocó contra el escalón inferior. Emma, Harry y Neville se quedaron mirando el lugar donde se había roto, horrorizados por lo que acababa de pasar, y vieron que una figura de un blanco nacarado con ojos inmensos se elevaba flotando. Ellos tres eran los únicos que la veían. Emma observó que la figura movía la
boca, pero con la cantidad de golpes, gritos y aullidos que se producían a su
alrededor, no pudo oír ni una sola palabra de lo que decía. Finalmente, la figura dejó de hablar y se disolvió en el aire.

.・。.・゜✭・.・✫・゜・。.

Así que… lamentó haber desaparecido tan de repente, pero últimamente estoy más centrada en mi vida personal y las cosas que suceden fuera de las redes sociales. Es decir… siento que necesitaba un descanso.

Sin embargo estoy de vuelta aquí, y prometo que si todo sale bien, comenzar con el sexto libro en cuanto pueda (spoiler: se viene con todo.)

Con cariño, Mel

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