41. Plan of salvation
PLAN DE SALVACIÓN
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Habían pasado muchas cosas raras en los exámenes, pero la peor fue en su exámen de Astronomía, cuando intentaron despedir a Hagrid, y en el intento, habían terminado por darle a la profesora McGonagall de lleno en el pecho cuatro Encantamientos aturdidores.
No supieron que pasó después. Los exámenes no les dejaban investigar absolutamente, por suerte, el de Historia de la Magia era el último, y con eso estarían libres.
Emma estaba centrada en la hoja de papel, leyendo y releyendo una y otra vez, asegurándose que su respuesta era correcta y no existía error alguno. Sin embargo, la voz del profesor Tofty llamó su atención.
—¡Es la presión de los exámenes! —aseguró el anciano mago, comprensivo,
dándole unas débiles palmaditas en el hombro a Harry. ¿Qué había sucedido?—. ¡Suele pasar, joven, suele pasar Bébete un vaso de agua fría y quizá puedas volver al Gran Comedor. El examen casi ha terminado, pero a lo mejor quieres acabar de pulir tu última respuesta, ¿qué te parece?
—Sí —contestó Harry, desesperado—. O sea.., no..., ya he hecho... todo lo que
podía, creo.
—Muy bien, muy bien —repuso el anciano mago con amabilidad—. Voy a
recoger tu examen, y te sugiero que vayas a descansar un poco.
—Sí, voy a descansar un poco —dijo Harry asintiendo enérgicamente con la
cabeza—. Muchas gracias.
—¿Qué sucedió? —preguntó Ron con un movimiento de labios.
Emma se encogió de hombros, igual de confundida que él. Pocos minutos después sonó la campana, y los tres amigos salieron lo más rápido posible del salón. Bajaron corriendo dos pisos, y encontraron a Harry en lo alto de la escalera de mármol.
—¡Harry! —exclamó Hermione enseguida; parecia muy asustada—. ¿Qué ha pasado? ¿Te encuentras bien? ¿Estás enfermo?
—¿Dónde estabas? —inquirió Ron.
—¿Que sucede? —preguntó Emma.
—Vengan conmigo —contestó Harry. La costumbre en su cabeza casi lo llevó a tomar a Emma por la mano, pero se detuvo justo a tiempo—. ¡Vamos, tengo que contarles una cosa!
Los guió por el pasillo del primer piso mientras asomaba la cabeza en varias aulas hasta que al final encontró una vacía; entró en ella y cerró la puerta en cuanto Emma, Ron y Hermione hubieron entrado también. Harry se apoyó en la puerta y miró a sus amigos.
—Voldemort tiene a Sirius.
—¿Qué?
—¿Cómo lo...?
—No puede.
—Lo he visto. Ahora mismo. Cuando me he quedado dormido en el examen.
—Pero... pero ¿dónde?
—¿Cómo? —preguntó Emma, que se había puesto más pálida de lo que era.
—No sé cómo —respondió Harry—. Pero sé exactamente dónde. En el Departamento de Misterios hay una sala con un montón de hileras de estanterías llenas de pequeñas esferas de cristal, y ellos están al final del pasillo número noventa y siete... Voldemort intenta utilizar a Sirius para conseguir eso que quiere tomar de allí dentro... Está torturándolo. ¡Dice que acabará matándolo! —Emma se percató que a Harry le temblaban la voz y las rodillas—. ¿Cómo vamos a ir hasta allí?
Hubo un momento de silencio. Entonces Ron balbuceó:
—¿Ir ha... hasta allí?
—¡Ir al Departamento de Misterios para rescatar a Sirius! —dijo Harry en voz
alta.
—Pero Harry... —empezó Ron con un hilo de voz.
—¿Qué? ¡Qué! —exclamó Harry, impaciente.
—No crees que Voldemort tal vez… quería que vieras eso… —sugirió Emma en voz baja.
—¿Qué? —exclamó Harry en voz alta—. Entonces, ¿cómo explicas lo del padre de Ron? ¿Qué fue aquello? ¿Cómo supe lo que le había pasado? ¿También quería que viera eso?
—En parte tiene razón —intervino Ron mirando a Emma.
—¡Pero eso es tan.., tan inverosímil! —dijo Hermione—. Harry, ¿cómo quieres que Voldemort haya atrapado a Sirius si él no se ha movido de Grimmauld Place?
—Quizá Sirius no pudo aguantar más y salió a tomar un poco el aire —apuntó
Ron con gesto de preocupación—. Se moría de ganas de salir de esa casa...
—¿Por qué Sirius se vería involucrado en esto? —repuso Emma—. Esto…
—¡No lo sé, podría haber montones de razones! —le gritó Harry—. A lo mejor se
trata simplemente de que a Voldemort no le importa ver a Sirius herido...
—¿Saben qué? —dijo Ron en voz baja—. Se me acaba de ocurrir una cosa. EI hermano de Sirius era un mortífago, ¿verdad? ¡Quizá él le revelase a Sirius el secreto de cómo conseguir el arma!
—¡Si, y por eso Dumbledore estaba empeñado en que Sirius no saliera de la casa! —exclamó Harry.
—Miren, lo siento —gritó Hermione—, pero nada de lo que dicen tiene sentido, y no tenemos pruebas de nada, no tenemos pruebas de que Voldemort y Sirius estén siquiera...
—¡Harry los ha visto, Hermione! —intervino Ron volviéndose hacia ella.
—De acuerdo —cedió ella por fin, asustada pero decidida— sólo quiero decir una cosa.
—¿Qué?
—¡Mira, Harry, no lo interpretes como una crítica! Pero es verdad que... estás un poco..., un poco... ¿No crees que estás un poco obsesionado con la idea de..., de... salvar a la gente?
Harry se quedó mirándola.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que talvez no deberías arriesgar tu vida por algo de lo que no estás seguro —respondió Emma al ver el semblante de Hermione—. Siempre buscas salvar a gente cuando no es tu deber.
—Tiene gracia —replicó Harry con voz temblorosa—, porque recuerdo
perfectamente que Ron dijo que había perdido el tiempo haciéndome el héroe... ¿Es eso lo que piensan que estoy haciendo ahora? ¿Creen que quiero volver a hacerme el héroe?
—¡No, no, no! —contestó Hermione, aterrada—. ¡Eso no es a lo que nos referimos!
—¡Bueno, pues suelten ya lo que quieran decir, porque estamos perdiendo el
tiempo! —gritó Harry.
—Lo que trato de decirte es que… ¡Voldemort te conoce, Harry! ¡Llevó a Ginny a la Cámara Secreta porque sabía que tú irías a buscarla allí, es lo que suele hacer, sabe que tú eres el tipo de persona que...! ¡Atacó a Emma porque sabía que por ella harías lo que fuera! ¡Sabe que irías a socorrer a Sirius! ¿Y si sólo intenta que tú vayas al Departamento de Mis...?
—¡Hermione, no importa que sólo lo haya hecho para engañarme, se han llevado a la profesora McGonagall a San Mungo, en Hogwarts ya no queda nadie de la Orden a quien podamos contárselo, y si no vamos, podemos dar por muerto a Sirius!
—¡Y si solo busca eso! —replico Emma—. Engañarte, piensa, por favor…
Harry soltó un rugido de frustración y Hermione dio un paso hacia atrás,
alarmada.
—¡No lo entiendes! —gritó Harry—. ¡No tengo pesadillas, no son sólo sueños!
¿Para qué crees que eran las clases de Oclumancia, por qué crees que Dumbledore quería impedir que viera esas cosas? Porque son verdad. Voldemort ha atrapado a Sirius, ¡yo lo he visto! Y no lo sabe nadie más, y eso significa que somos los únicos que podemos salvarlo, y si ustedes dos no quieren hacerlo, me parece muy bien, pero yo voy a ir, ¿entendido? Y si no recuerdo mal, no pusiste objeciones a mi obsesión por salvar a la gente cuando eras tú a la que tenía que salvar de los dementores, ni... —se volvió hacia Ron— cuando tuve que salvar a tu hermana del basilisco… —dirigió su mirada a Emma— ni cuando dije que sobre cualquier cosa irías primero.
—Te pedí que no lo hicieras —le recordó Emma—. Te dije un montón de veces que siempre eras más importante que yo.
—¡Basta ustedes dos! —saltó Hermione—. Tú mismo lo has dicho, Harry —insistió Hermione con vehemencia—,
Dumbledore quería que aprendieras a cerrar tu mente a esas cosas; si hubieras
practicado Oclumancia como es debido nunca habrías visto est…
—SI PIENSAN QUE VOY A HACER COMO QUE NO HE VISTO NADA...
—¡No estás seguro de nada!
—PUES MIRA, EMMA, SEGURO QUE OPINARÍAS OTRA COSA SI A QUIEN HUBIERA VISTO FUERA ALGUIEN DE TU FAM…
De pronto se abrió la puerta del aula y Harry, Emma, Ron y Hermione se volvieron rápidamente. Ginny entró con aire de curiosidad, seguida de Luna, que, como de costumbre, parecía estar allí por error.
—¡Hola! —saludó Ginny, vacilante—, Hemos reconocido la voz de Harry. ¿Por
qué gritabas?
—No es asunto tuyo —contestó él con aspereza.
Ginny arqueó las cejas.
—No tienes por qué emplear ese tono conmigo —repuso fríamente—. Sólo
quería saber si podía ayudar en algo.
—Pues no, no puedes —le espetó Harry.
—Eres bastante maleducado ¿sabes? —comentó Luna con serenidad.
Harry soltó una palabrota y se dió la vuelta.
—Espera —saltó de pronto Hermione—. Espera... Harry, ellas pueden ayudarte. —Emma, Harry y Ron miraron a Hermione—. Escuchen —dijo ella con urgencia—, Harry, tenemos que saber si es verdad que Sirius ha salido del cuartel general.
—Ya te lo he dicho, lo he visto...
—Estarías más seguro si confirmas lo que viste —exclamó Emma, cruzándose de brazos.
—Déjanos comprobar si Sirius se ha marchado de su casa antes de salir en estampida hacia Londres —pidió Hermione—. Si no está en Grimmauld Place, te juro que no haré nada para impedir que vayas. Iré contigo, haré... lo que sea para ayudarte a salvarlo.
—¡Voldemort está torturando a Sirius AHORA MISMO! —gritó Harry—. No
podemos perder más tiempo.
—¿Y si te engaña? Estás cayendo justo en su trampa, Harry —dijo Emma—. Tenemos que comprobar lo que dices.
—¿Cómo? —preguntó Harry—. ¿Cómo vamos a comprobarlo?
—Tendremos que utilizar la chimenea de la profesora Umbridge e intentar hablar
con él —propuso Hermione, pese a que aquella idea la aterraba—. Volveremos a
despistar a la profesora Umbridge, pero necesitaremos alguien que vigile, y ahí es
donde pueden ayudarnos Ginny y Luna.
Pese a que todavía no había entendido del todo lo que estaba pasando, Ginny dijo inmediatamente:
—Sí, cuenten con nosotras.
Y Luna inquirió:
—Cuando dices «Sirius», ¿te refieres a Stubby Boardman?
—Es mejor no saberlo —le dijo Emma
—Vale —respondió Harry en tono agresivo—. Vale, si se les ocurre
una forma de hacerlo deprisa, estoy de acuerdo, pero si no, me voy ahora mismo al Departamento de Misterios.
—¿AI Departamento de Misterios? —preguntó Luna con un deje de sorpresa—. Pero ¿cómo piensas ir hasta allí?
Harry la ignoró una vez más, y Emma está vez no supo que responderle.
—Muy bien —continuó Hermione mientras se retorcía las manos y se paseaba entre los pupitres—. Muy bien... Bueno, uno de nosotros tiene que ir a buscar a la profesora Umbridge y... y conseguir que vaya hacia otro lado, alejarla de su despacho. Podríamos decirle, no sé, que Peeves ha hecho alguna de las suyas...
—De eso ya me encargo yo —se ofreció Ron—. Le diré que Peeves está destrozando el departamento de Transformaciones o algo así; está muy lejos de su despacho. Ahora que lo pienso, si me lo encuentro por el camino podría convencer a Peeves de que lo haga.
—Vale —dijo con la frente fruncida mientras seguía paseándose arriba y abajo; el hecho de que Hermione no pusiera reparos a que se destrozara el departamento de Transformaciones indicaba la gravedad de la situación—. También tendremos que mantener a los estudiantes lejos de su despacho mientras forzamos la puerta, porque
si no alguno de Slytherin iria a chivarse.
—Luna y yo podemos montar guardia en cada uno de los extremos del pasillo
—propuso Ginny—, y avisar a la gente de que no entre en él porque alguien ha soltado gas agarrotador. —A Hermione le sorprendió la rapidez con que a Ginny se le había ocurrido aquella mentira; Ginny se encogió de hombros y añadió—: Fred y George pensaban hacerlo antes de marcharse.
—Bien —dijo Hermione—. Entonces, Harry, Emma, ustedes y yo nos pondremos la capa invisible y entraremos en el despacho. Harry, podrás hablar con Sirius...
—¡Te digo que no está allí!
—Bueno, podrás... comprobar si Sirius está en casa o no mientras nosotras vigilamos. No creo que debas quedarte allí solo, pues Lee ya ha demostrado que la ventana es un punto débil porque coló los escarbatos por ella.
—Vale, gracias —murmuró.
—Debemos ser rápidos —comentó Emma—. Aún haciendo todo lo que han dicho, no creo que tengamos más de diez minutos.
—Tendré suficiente con cinco minutos —aseguró Harry—. Y ahora, vamos...
—¿Ya? —dijo Hermione, sorprendida.
—¡Pues claro! —estalló Harry con enojo—. ¿Qué creías, que íbamos a esperar
hasta después de la cena o algo así? ¡Hermione, Voldemort está torturando a Sirius en estos precisos momentos, mientras nosotros estamos aquí charlando!
—¡Deja de gritarnos! —repuso Emma enfadada.
—Ve a buscar la capa invisible —intervino Hermione entre los dos—, nosotras te esperamos al final del pasillo de la profesora Umbridge, ¿de acuerdo?
Harry no contestó: salió a todo correr del aula y empezó a abrirse camino entre la
marea de estudiantes que llenaban los pasillos, y tan solo un par de minutos más tarde saltaba los últimos escalones para reunirse con Emma, Ron, Hermione, Ginny y Luna, que estaban apiñados al final del pasillo de la profesora Umbridge.
—Ya lo tengo todo —dijo entrecortadamente—. ¿Están preparados?
—Ron, tú ve a distraer a la profesora Umbridge —le ordenó Hermione en un
susurro, pues en ese momento pasaba a su lado un ruidoso grupo de alumnos de sexto—, Ginny, Luna, empiecen a alejar a la gente del pasillo... Harry, Emma y yo nos pondremos la capa y esperaremos hasta que todo esté despejado.
Ron se marchó con paso decidido y los demás pudieron ver su reluciente pelo
rojo hasta que llegó al final del pasillo; entre tanto Ginny, con su llamativa melena, se alejó en dirección opuesta, asomando entre el tumulto de estudiantes que llenaban el pasillo, seguida de la rubia Luna.
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