3. The girl who lost everything
LA CHICA QUE LO PERDIÓ TODO
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La mano de Emma temblaba incontrolablemente cuando tocó la manija de la puerta de entrada. Sin perder más tiempo, la abrió, y la verdad le hubiera gustado no hacerlo.
Al abrirla una voz aterradora comenzó a reírse como si de una persona loca se tratara. A Emma se le cortó la respiración cuando vió a Amelia y Thomas siendo retenidos por dos personas que se vestían exactamente como los que quemaron el campamento el año pasado: mortifagos.
Ninguno podía hablar, pero hacían el intento para poder hacerlo.
—¡Oh! Miren quien a llegado —exclamó una mujer—. Nuestra invitada de honor. Nos empezábamos a preguntar dónde estarías.
En cuanto la castaña intento avanzar otro de los hombres la retuvo, obligándola a soltar su varita en cuanto la tomó de las manos.
—Justo detrás de ti, pequeña Walk, Nott, el padre de tu amigo —rió la mujer—. ¡Ahora sí, comencemos!
—¿Qué hacen aquí? —cuestionó la castaña con la voz entrecortada.
—Veras, Walk —habló un mortífago. Su voz se le hacía tan familiar a Emma—, al ser la novia de Potter eres de lo más preciado que tiene y… que mejor que ver sufrir a su novia. Después de todo, él haría todo por ti.
—Que ingenuos —sonrió la mujer—. Creyendo en el amor. El amor no existe, Miller. Pero el pequeño Potter cree que sí, y tú también, ¿no es así? —dijo, acariciando la mejilla de Emma.
La castaña alejó su rostro de la mujer bruscamente.
—Eso fue muy grosero —fingió llorar—. Disculpate.
Emma no respondió. No hizo ningún sonido. No se movió. No hizo nada.
—¿No lo harás, Walk? —no obtuvo respuesta nuevamente—. Entonces haré que lo hagas. Nott, sueltala.
El hombre la soltó, y en menos de un segundo la maldición cruciatus había caído sobre Emma. La castaña había olvidado en el inmenso dolor que se sentía: le fue imposible guardar silencio mientras estaba arodillada. A sus oídos les llegaba las súplicas de sus padres y las risas de todos los mortífagos en la sala.
—Ahora verás tu perfecta vida derrumbarse —informó la mujer—. ¿Últimas palabras?
—H-hija, nos-sotros lo lamentamos m-mucho —esa era la voz de Thomas. Emma no pudo evitar guardar sus lágrimas al escuchar la voz tan destrozada de su padre. Nunca lo había oído así—. Dile a Pot-ter q-que te c-cuide.
Emma no pudo responder. La maldición seguía sobre ella, y formular palabra era prácticamente imposible.
—Dai-daila —esa era Amelia— recuerda que t-te amamos m-mi pequeña. S-siempre lo h-haremos.
—Ahora —ordenó la mujer.
Un destello verde de luz cegador llegó hasta los cristalizados ojos de Emma. En menos de un segundo, el ruido sordo de los cuerpos inertes golpear contra el suelo se hizo presente. Emma gritó mucho más fuerte de lo que hubiera querido.
Bellatrix Leastrange la había obligado a ponerse en pie aún con la maldición sobre ella. La había comenzado a lastimar mientras la castaña observaba la escena. La desquiciada mujer cortó con una daga la mano derecha de Emma profundamente. Cortó su mejilla. Cortó cada parte que se le ocurrió.
Le encantaba verla sufrir. Sobre todo después de lo que los Miller habían hecho. Ver sufrir a su nieta amada era el mejor regalo que podía tener.
Emma soltó un grito desgarrador. Muchos tal vez hubieran pensado que la estaban matando. Y estaban en lo cierto: su vida había muerto junto a sus padres. En cuanto su último suspiro salió de sus bocas, la vida de Emma perdió sentido.
Se sentía tan culpable por no poder hacer nada. No los ayudó ni en ese momento ni nunca. Raquel y Hugo tenían razón: los había abandonado y todo por un estúpido resentimiento. Si no hubiera sido tan egoísta probablemente habría pasado más momentos con ellos.
Ahora solo quedaban recuerdos.
Cuando la ayudaron a andar en bicicleta, cada uno de sus regalos, sonrisas, momento divertidos, cuando la cuidaban mientras estaba enferma: todo eso era pasado. Ahora ya no estaban más, y todo por su culpa.
No hizo nada.
Debió de haberlo intentando.
Pero no lo hizo.
—Te sientes culpable —susurró una voz en su cabeza—, pero es normal. ¿Quién no lo estaría? Lamento decirte que era necesario, pero vivirás con esto Emma…
—Detente —musitó la castaña, derramando lágrimas.
—Entenderás que ser su novia te traerá problemas —continuó la voz siseante—. Tal vez deberías dejarlo… ¿no? Por su culpa ellos murieron… no fue la tuya, fue la de él. Te hará sufrir…
—¡Para ya! —sollozó la castaña.
Bellatrix rió al ver a la pequeña Miller parecer caer en la locura después de todo eso. Era tan divertido verla en ese estado.
—Esto es culpa de Harry Potter…
Sin más, la voz despareció junto a todos los mortífagos. Emma corrió y se tiró al suelo junto a los cuerpos inertes de quienes alguna vez fueron sus padres. Su familia. Las personas que la amaron incondicionalmente después de todos sus errores.
—Lo siento —sollozó la castaña sin atreverse a soltarlos—. En verdad lo siento. Todo esto es mi culpa. Perdón…
«No fue tu culpa» —susurró una voz apenas audible—. «No pudiste hacer nada».
Emma sintió una mano posarse sobre su hombro, pero no había nadie.
No supo con exactitud cuánto tiempo pasó llorando y pidiendo disculpas cuando un fuerte ruido se hizo presente en el salón nuevamente.
Emma no había visto nada ni a nadie, pero alguien la obligó a separarse de los cuerpos. Alguien la obligó a irse de lo que alguna vez fue su hogar.
No supo a dónde llegó ni dónde estaba, pero parecía ser el salón de una casa bastante antigua y sucia.
—Emma… —susurró una voz, mientras acariciaba su castaño cabello—… todo estará bien.
—No lo estará —sollozó Emma, alzando la vista hasta encontrarse con la mirada de su padrino—. Ellos ya no están… —no pudo evitar abrazarlo con fuerza.
Lupin correspondió al abrazo casi al segundo. Le dolía ver tanto a su ahijada en esa situación. Le partía el corazón, pero un vago y antiguo recuerdo llegó a su mente de pronto: las noches que la pasaba consolando a Alhena. Las noches que simplemente la abrazó y ambos se quedaban en silencio.
Así que eso hizo.
Consoló a Emma cuánto pudo. La castaña no paraba de llorar, pero después de horas termino por quedarse dormida en sus brazos.
Después de dejarla en la habitación que le dieron, el licántropo se encargó de limpiar su rostro delicadamente, cuidando de no despertarla. Curó sus heridas, y en la cual puso más atención fue en la cortada de su mano derecha, la cual tuvo que vendar para que no pasara a mayores.
Hermione y Ron la visitaron en medio de la noche. Ambos estaban tan impactados y preocupados por su mejor amiga. Tuvieron cuidado de no despertarla.
Ron dejaba pequeñas caricias en la mano de su amiga, mientras Hermione lo hacía en su cabello. No querían saber lo que sucedería a la mañana siguiente. No sabían como reaccionaria Emma ante todo.
Lo que si sabían era que estarían ahí para ella en todo momento para apoyarla. Claro que ninguno sabía lo que Emma estaba pasando en aquel momento, pero era lo único que podían hacer por ella en ese momento. Era lo único de lo que se sentían capaces.
.・。.・゜✭・.・✫・゜・。.
Capítulo hoy porque mañana no me va a dar el tiempo 💗
No me odien.
—Mel
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