27. Dumbledore's Army
EL EJÉRCITO DE DUMBLEDORE
───⊱✿⊰───
La primera reunión del grupo se llevaría a cabo esa noche.
Les había costado un poco encontrar la sala, pero al final la habían encontrado.
Las paredes del lugar estaban cubiertas de estanterías de madera, y en lugar de sillas había unos enormes cojines de seda en el suelo. En unos estantes, en la pared del fondo de la sala, se veían una serie de instrumentos, como chivatoscopios, sensores de ocultamiento y un gran reflector de enemigos rajado.
—Esto nos vendrá muy bien cuando practiquemos hechizos aturdidores
—comentó Ron con entusiasmo dándole unos golpecitos con el pie a uno de los cojines.
—¡Y miren los libros! —gritó Hermione, emocionada, mientras pasaba un dedo
por los lomos de los grandes volúmenes encuadernados en piel—. Compendio de
maldiciones básicas y cómo combatirlas... Cómo burlar las artes oscuras... Hechizos
de autodefensa... (¡Uf! Radiante), —se volvió y miró a Harry y Emma, quienes comprendieron que la presencia de aquellos cientos de libros había convencido definitivamente a Hermione
de que lo que estaban haciendo era correcto—. Esto es fabuloso, chicos. ¡Aquí está todo lo que necesitamos!
Y sin más preámbulos, cogió Embrujos para embrujados del estante, se sentó en
el primer cojín que encontró y se puso a leer.
Emma, por su lado, observaba admirada el millón de objetos extraños que había en el lugar. Si debia de ser sincera, desde la muerte de sus padres, leer libros se había vuelto algo muy pesado para ella.
—Es impresionante —murmuró.
Entonces oyeron unos golpecitos en la puerta. Emma se dio la vuelta. Habían
llegado Ginny, Neville, Lavender, Parvati y Dean.
—¡Vaya! —exclamó Dean observando lo que lo rodeaba impresionado—. ¿Qué
es esto?
Harry empezó a explicárselo, pero antes de que hubiera terminado llegó más
gente y tuvo que empezar de nuevo. A las ocho en punto todos los cojines ya estaban ocupados. Harry fue hacia la puerta y giró la llave que había en la cerradura con un ruido lo bastante fuerte para convencer a los asistentes; éstos, por su parte, guardaron silencio y se quedaron mirando a Harry.
—Todo estará bien —le animó Emma desde su lugar, moviendo los labios.
—Bueno —dijo Harry un poco nervioso—. Éste es el sitio que hemos encontrado
para nuestras sesiones de prácticas, y por lo que veo... todos lo aprueban.
—¡Es fantástico! —exclamó Cho, y varias personas expresaron también su
aprobación.
—Una vez nos escondimos de Filch aquí, ¿te acuerdas, George? —comentó Fred echando un vistazo a su alrededor con la frente arrugada—. Pero entonces esto no era más que un armario de escobas.
—Oye, Harry, ¿qué es eso? —preguntó Dean desde el fondo de la sala, señalando
los chivatoscopios y el reflector de enemigos.
—Detectores de tenebrismo —contestó Harry, y fue hacia ellos sorteando los
cojines—. Indican cuándo hay enemigos o magos tenebrosos cerca, pero no hay que confiar demasiado en ellos porque se les puede engañar... —Miró un momento en el rajado reflector de enemigos y luego se dio la vuelta—. Bueno, he estado pensando por dónde
podríamos empezar y... —Vio una mano levantada-—. ¿Qué pasa, Hermione?
—Creo que deberíamos elegir un líder —sugirió ella.
—Harry es nuestro líder, ¿no es así? —dijo Emma con obviedad.
A Harry le dió un vuelco el corazón al escuchar las palabras de su novia.
—Sí, pero creo que deberíamos realizar una votación en toda regla —afirmó
Hermione sin inmutarse—. Queda más serio y le confiere autoridad a Harry. A ver, que levanten la mano los que opinan que Harry debería ser nuestro líder.
Todos levantaron la mano, incluso Zacharias Smith, aunque lo hizo sin
entusiasmo.
—Bueno, gracias —dijo Harry, que tenía las mejillas ardiendo—. Y... ¿qué pasa,
Hermione?
—También creo que deberíamos tener un nombre —propuso alegremente sin
bajar la mano—. Eso fomentaría el espíritu de equipo y la unidad, ¿no les parece?
—Podríamos llamarnos Liga Anti Umbridge —terció Angelina.
—O Grupo Contra los Tarados del Ministerio de Magia —sugirió Fred.
—Yo había pensado —insinuó Hermione mirando ceñuda a Fred— en un nombre
que no revelara tan explícitamente a qué nos dedicamos, para que podamos referirnos a él sin peligro fuera de las reuniones.
—¿Entidad de Defensa? —aventuró Cho—. Podríamos abreviarlo ED y nadie
sabría de qué estamos hablando.
—Sí, ED me parece bien —intervino Ginny—. Pero sería mejor que fueran las
siglas de Ejército de Dumbledore, porque eso es lo que más teme el Ministerio, ¿no?
El comentario de Ginny fue recibido con risas y murmullos de conformidad.
—¿Están todos a favor de ED? —preguntó Hermione en tono autoritario, y se
arrodilló en el cojín para contar—. Sí, hay mayoría. ¡Moción aprobada!
Clavó el trozo de pergamino donde habían firmado todos en la pared, y en lo alto escribió con letras grandes:
EJÉRCITO DE DUMBLEDORE
—Muy bien —dijo Harry cuando Hermione se hubo sentado de nuevo—
¿empezamos a practicar? He pensado que lo primero que deberíamos hacer es
practicar el expelliarmus, es decir, el encantamiento de desarme. Ya sé que es muy elemental, pero lo encontré muy útil..
—¡Vaya, hombre! —exclamó Zacharias Smith mirando al techo y cruzándose de
brazos—. No creo que el expeliarmus nos ayude mucho si tenemos que enfrentarnos a Quien-tú-sabes.
—Yo lo utilicé contra él —dijo Harry con serenidad—. En junio, ese encantamiento me salvó la vida. —Smith se quedó con la boca abierta, con cara de estúpido. Los demás estudiantes estaban muy callados—. Pero si crees que está por debajo de tus conocimientos, puedes marcharte —añadió Harry. Smith no se movió.
Los demás tampoco—. Vale —continuó Harry—. Podríamos dividirnos en parejas y practicar.
Todos se pusieron en pie a la vez y se
colocaron de dos en dos. Para sorpresa de todos, Luna arrastró a Neville con ella, así dejando sola a Emma.
—Practicarás conmigo —le sonrió Harry—. Muy bien, contaré hasta tres: uno,
dos, tres...
De pronto, la sala se llenó de gritos de ¡Expelliarmus! Las varitas volaban en
todas direcciones; los hechizos mal ejecutados iban a parar contra los libros de las estanterías y los hacían saltar por los aires.
—¡Expelliarmus! —gritó Emma, logrando que la varita de Harry saliera volando por los aires. Al parecer su técnica no había desaparecido del todo—. ¡Lo hice! —exclamó emocionada.
—Lo hiciste —repitió Harry con una sonrisa. Emma podría ser su novia, pero en ese momento no estaba haciendo las cosas para ayudar a la castaña.
Harry recuperó su varita con un encantamiento convocador.
Emma miró a su alrededor y comprobó que Harry había hecho bien al proponer que practicaran los hechizos elementales
en primer lugar, pues sus compañeros estaban haciendo unas chapuzas tremendas.
Muchos no conseguían desarmar a sus oponentes y sólo lograban que saltaran hacia atrás unos pocos pasos o que hicieran muecas de dolor cuando su débil hechizo pasaba rozándoles la coronilla.
—Practicaré con Adhara, puedes ir a vigilar —Emma posó su mano en el hombro de Harry y se fue directo donde la rubia.
—¿Cómo estás, Millie? —la saludó la Slytherin—. ¿Sabes? Creí que no me aceptarían aquí, ya sabes —aclaró, señalando el escudo de su casa.
—Todos estamos aquí por las mismas razones, no deberían por qué oponerse a tenerlos aquí.
La rubia asintió—. ¿Lista?
—Ya lo creo.
—¡Expelliarmus! —exclamaron ambas a la vez, provocando que los hechizos chocarán entre sí, enviando a las chicas hacía atrás.
Harry, que se paseaba entre las parejas, se acercó para comprobar que Emma se encontrara bien.
—Estoy bien, James —le tranquilizó Emma, dándole palmaditas en la mano.
El azabache asintió, y siguió observando el trabajo de todas las parejas. Estuvo así por un rato más, hasta que le pareció que las cosas se salían de control.
—¡Alto! —gritó Harry—. ¡Alto! ¡ALTO!
Sin embargo nadie lo escuchó, por lo que tomó un silbato que se encontraba en lo alto de la hilera de libros más cercana. Lo cogió, sopló con fuerza y todos bajaron las varitas en el acto
—No está mal —dijo Harry— pero
todavía pueden mejorar mucho. —En ese momento Zacharias le lanzó una mirada de desdén—. Volvamos a intentarlo.
Emma y Adhara continuaron desarmándose un par de veces más. Al principio Emma resultó un tanto afectada por el hechizo, pero se levantó para seguirlo intentando, y lo logró.
—Emma —le susurró Adhara, empujando levemente hombro de su amiga, señalando a cierta Ravenclaw con al mirada. La casta dirigió su mirada hasta ellos: Cho se veía bastante cohibida por la cercanía de Harry.
—¡Me has puesto nerviosa, hasta ahora lo estaba haciendo bien! —le dijo Cho a
Harry con tristeza.
—Está muy bien —escucharon decir a Harry—. Bueno, no, está fatal, pero ya sé que lo sabes hacer muy bien. He estado
observándote desde allí.
Cho rió y su amiga Marietta los miró con cara de pocos amigos y se apartó.
—Bastante curioso —dijo Adhara, dándose le vuelta y caminando unos cuantos pasos.
Emma hizo una mueca—. Son buenos amigos.
—Claro —asintió la rubia—. ¡Expelliarmus!
—¡Oye! —se quejó Emma.
—Tenía que aprovechar la oportunidad —rio Adhara—. Lo siento.
—Ya veremos —sonrió Emma con burla. Sin embargo, cuando alzó su mano para atacar se percató en el reloj del salón—. ¡James! —llamó a su novio—, ¿ya viste la hora?
Harry consultó su reloj y se llevó una sorpresa al ver que ya eran las nueve y diez, lo cual significaba que tenían que volver a sus salas comunes inmediatamente si no querían que Filch los pescara y los castigara por estar en los pasillos fuera de los límites permitidos.
Entonces hizo sonar el silbato, los estudiantes dejaron de gritar «¡Expelliarmus!» y las dos últimas varitas cayeron al suelo.
—Bueno, ha estado muy bien —comentó Harry—, pero la sesión se ha prolongado más de lo previsto. Tenemos que dejarlo aquí. ¿Quedamos la semana que viene a la misma hora en el mismo sitio?
—¡Antes! —exclamó Dean Thomas con entusiasmo, y muchos compañeros
asintieron con la cabeza.
Angelina, en cambio, dijo:
—¡La temporada de quidditch está a punto de empezar y el equipo también tiene que practicar!
—Entonces el próximo miércoles por la noche —determinó Harry—. Ya decidiremos si hacemos alguna reunión adicional. ¡Ahora será mejor que nos
vayamos!
Todos sus compañeros salieron en grupos de cuatro y cinco para retirarse a sus respectivas salas comunes.
—Te veo inquieta —observó Adhara antes de irse—. Habla con él, ¿sí?
—Nos vemos luego, Ad —se despidió Emma, asientiendo con la cabeza.
Cuando ya nadie quedaba en la sala de Menesteres, cuando Emma y Harry quedaron completamente solos, el azabache se acercó por detrás de ella.
—¿Pasa algo? —cuestionó, besando su mejilla.
—¿Pusiste nerviosa a Cho?
Harry dejó escapar una sonrisa—. ¿Celosa, amor?
—Debo admitir que me pareció raro —Emma frunció el ceño—. Perdón por pensar cosas…
—No te culpo —le dijo Harry—. Pero sabes que mis ojos están puestos en tí y nadie más.
Emma se volvió para mirar a Harry directamente a los ojos.
—Lo siento.
—Está bien —susurró Harry, dejando un beso en la frente de Emma.
—Te amo —dejó escapar la castaña, abrazando a Harry con mucha fuerza.
.・。.・゜✭・.・✫・゜・。.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top