20. Evening together

TARDE JUNTOS

───⊱✿⊰───

El viernes amaneció sombrío y húmedo, como todos los días de la semana. Al llegar a la sala común, Emma descubrió que ninguno de sus amigos o novio se encontraban ahí, por lo que decidió bajar al Gran Comedor sola.

El frío era bastante intenso, así que en su transcurso al Comedor iba soplando y frotando sus manos para tratar de darles calor, sin lastimarse más de lo que se encontraba, por supuesto.

Cuando estaba apunto de penetrar en el gigantesco salón, unas manos ya conocidas la tomaron por la cintura y la cargaron por detrás, impidiéndole el ingreso, llevándosela a un costado.

Emma sonrió al ver a su novio directamente a los ojos—. Hola, Harry —lo saludó con emoción.

—Me gusta verte sonreír —dijo Harry, besando delicadamente la mano de su novia. La castaña se encontraba apoyada en la fría pared mientras Harry mantenía sus manos apoyadas en ésta, manteniendo cierta distancia con su novia para no aplastarla.

—A mi también —admitió Emma, sonrojándose de inmediato—. ¿Qué haces aquí?

—He decidido que quiero pasar tiempo con mi novia, ¿puedo hacerlo? —preguntó Harry con diversión.

A Emma se le iluminaron los ojos ante la mención de pasar tiempo juntos—. Claro que se puede. Vamos ya.

—No creas que te saltarás el desayuno, amor —sonrió Harry—, lo tengo aquí. Comerás, y luego daremos un paseo, ¿está bien?

—Por supuesto —suspiró Emma con una sonrisa.

Harrya tomó de la mano, la entrelazó, y juntos se fueron camino a pasar un rato juntos en el terreno del castillo, aprovechando que las dos primeras horas las tenían libres a causa de la ausencia del profesor Binns.

—¿Qué ves?

—¿Ah? Nada —la castaña negó—. Creo que son… muy melosos.

—Yo creo que son lindos —opinó Cho desde su lugar—. Se conocen desde niños y ese sentimiento siempre estuvo ahí… incluso en los momentos más complicados.

—Ellos no son tú y Cedric —la interrumpió Marietta.

—Lo sé —Cho agachó la cabeza, ocultando su visible dolor—. Solo decía lo que parece. Todos lo creen…, parecen tan comprometidos con el otro.

—Ya, claro que sí —sonrió Marietta con sarcasmo—. No creo que todos crean eso. Últimamente se ha escuchado decir que deberían terminar.

—¿Qué? —se extrañó Cho—. ¿Por qué?

—Los padres de ella murieron, ¿no estabas enterada? —Cho negó con la cabeza—. ¡Cho! Todos creen que es culpa de Potter, y que tal vez es muy poco para Williams.

—La gente dice cosas tan estúpidas —espetó Hermione desde su lugar, alnzando la voz a propósito—. Ni siquiera se enteran de lo que en realidad sucede y se encargan de especular sobre ello.

—Te meteras en problemas, Hermione. Baja la voz —le aconsejó Ron en voz baja, mirando a todas partes.

—Me molesta que rumoreen cosas cuando no saben la verdad.

—No es del todo mentira —masculló Dean, dos asientos más allá.

—¿A qué viene eso? —lanzó Ron, olvidándose de su propio consejo.

—Son algo disfuncional últimamente, ¿no crees? —preguntó el muchacho—. Emma está de todo menos bien, y Harry se distrae mucho últimamente con el tema de Quién-tú-sabes, con su mentira del regreso —Ron y Hermione estuvieron apunto de replicar, pero Dean los detuvo—. A lo que voy es: no funcionará por mucho. ¿Acaso ven a Emma o Potter bien? —La castaña y el pelirrojo compartieron una mirada—, eso creía. ¿En verdad creen que se encuentran bien como para mantener su relación?

—Se supone que los apoyabas.

—Cuando ninguno se encontraba mal, claro —explicó el moreno—. ¿Ahora? No hay mucho que ver para darse cuenta.

Hermione y Ron se miraron nuevamente. Tal vez muy en el fondo su compañero de clase tenía razón. Solo que muy en el fondo. Mientras tanto, y las cosas siguieran funcionando, ambos se encargarían que esos comentarios no llegaran a oídos de Harry y Emma.












( . . . )
















—¡Harry! —dijo Emma entre risas, acurrucada en el pecho de su novio.

—¿Qué? —Harry fingió estar confundido. Emma lo miró ofendida—. Oye… —sonrió, abrazándola aún con más fuerza que antes.

—Deberías dejar de fingir que no recuerdas lo que haces —murmuró Emma contra el pecho de Harry.

—No sé de qué hablas, amor —sonrió el azabache, dejando un beso en la frente de su novia.

Emma soltó una ligera risa—. Gracias por estar aquí —soltó repentinamente.

—Siempre lo estaré, no lo dudes —le aseguró Harry con voz suave—. Aún si no quieres verme, o hablar con nadie, estaré para ti. Porque por sobre todas las cosas, incluso yo mismo, eres lo que más importa en mi vida.

—No soy tan importante como para dejarte en segundo plano —admitió Emma en voz baja.

—Oye… —Harry la llamó, pero Emma no lo miró—. Amor —la llamó nuevamente, levantando su cabeza ligeramente con su mano— eres quién da sentido a mi vida y fuerzas para aguantar todo esto. ¿En verdad quieres que no te ponga en primer lugar?

A Emma entonces se le llenaron los ojos de lágrimas y abrazo con fuerza a su novio, escondiendo su cara en el cuello de Harry. Éste aceptó el abrazando sin dudarlo, cubriendo a su novia en sus cálidos brazos.

—Aún si la gente cree que deberías dejarme ir y yo a ti —murmuró Harry, sin soltar a su novia, con tristeza notable en voz: por supuesto que había escuchado los rumores en el castillo, y le habían afectado—, no los escucharé. Porque con el simple hecho de tenerte a mi lado me hace olvidar cada uno de mis problemas. Y ahora, sin importar cómo, te ayudaré a que esa hermosa sonrisa que tienes no desaparezca de tu rostro.

A la castaña esas palabras le llegaron justo al corazón, poniéndola aún más sensible que antes. Sollozó en el cuello de Harry, y el acarició su cabello con cuidado.

—Nunca te vayas de mi lado —pidió Emma con un hilo de voz.

—Siempre estaré contigo —aseguró Harry, limpiando una lágrima que resbalaba por la mejilla de Emma cuando ésta resbaló. Dejó un cálido y breve beso en los labios de su novia—. Eres perfecta, Emma, y te prometo que nunca te dejaré sola, ni siquiera en los momentos más difíciles.

Emma depósito un beso más en los labios de Harry, agradecida por todas sus palabras. La había hecho sentir segura y dejar de pensar en los comentarios de los demás. La verdad era que se sentía demasiado tonta por haber considerado al menos por un segundo la idea de los demás.

—Te amo, Harry —susurró Emma con amor en su voz. A Harry le había Sido fácil descifrar la manera en la que la castaña se había expresado.

Si debía ser sincero, le partía el corazón verla así de sensible, y en los últimos días se había vuelto loco pensando la forma en como animarla y recordarle que él estaba con ella. Para su suerte, ese día viernes había resultado perfecto para decir todo lo que tenía que decir. Y verla algo más calmada y segura le había sacado una sonrisa en el rostro, saber que Emma contaba con él le calmaba enormemente.

—Te amo, Emma —dijo Harry, dejando un beso en la cabeza de Emma, abrazándola por la cintura, asegurándose que la sostenía para que no cayera.

Lo que restó de la tarde antes de su castigo con Umbridge se baso prácticamente en Harry diciendo cumplidos a su novia y repartiendo suaves besos por todo su rostro.

Verla feliz a ella lo ponía feliz a él instantáneamente.

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