1. Vacations
VACACIONES
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Las vacaciones que estaban viviendo eran completamente diferentes a las anteriores. Emma estaba alerta el mayor tiempo posible, traía su varita siempre con ella, y ponía atención por si veía algo extraño cerca de su hogar.
Hace ya algunos días había cumplido sus quince años. Amelia y Thomas quisieron celebrarlo tal cual la conocían: una gran celebración con mucha gente, pero Emma se negó, sobre todo por el peligro que podían correr si un mortífago llegaba a infiltrarse. Así que lo celebraron con una pequeña cena en familia, y al día siguiente Emma lo celebro junto a Harry.
Ambos se veían muy seguido o en un parque cercano o en un centro comercial para pasar un lindo rato entre ambos.
A Emma le pareció realmente extraño cuando Harry le contó que Ron y Hermione no contestaban sus cartas puesto que con ella si lo habían hecho, pero supuso que tenía algo que ver con órdenes de Dumbledore para tener a Harry a salvo.
—¿Así que te irás?
—Lo hago por Leila —Harry y Emma estaban acostados en el pasto del parque desolado—. No me puedo negar a su dulce carita.
—¿Y si te pido que te quedes? —preguntó Harry divertidamente jugando con la mano de Emma.
—Tampoco me puedo negar a tu bella carita —sonrió la castaña—, pero Leila te ganó.
—Tendré que conocer a la pequeña que está robando la atención y el amor de mi novia.
—Deberías —asintió Emma, riendo—, Leila es un amor.
—¿Y yo no soy? —preguntó Harry con falsa tristeza.
—También eres mi amor —sonrió Emma dulcemente.
Harry entonces dejó un suave y delicado beso en los labios de su novia, sonriendo.
—Eres un celoso —rió Emma—. Leila también lo es, eh.
—¿Ah, sí? —dijo Harry, divertido.
Emma asintió—. No le agrada mucho el nombre "Harry".
—Definitivamente debo conocer a mi rival.
El cielo en aquel momento estaba tomando un color naranja, indicando que la noche estaba próxima a llegar.
—Creo que mi rival debe recuperar a su hermosa prima.
—Es cierto —murmuró Emma, comprobando su reloj—. Nos vemos mañana, James.
—À demain mon amour —Harry dejo un par de besos antes de que Emma pudiera decir algo más.
—¿Has estado practicando, no?
—Debo entender lo que dices —sonrió Harry, victorioso.
—À demain mon amour —repitió Emma antes de tomar rumbo a su hogar.
( . . . )
—Por fin llegas —Fue lo primero que Emma escuchó al cruzar la puerta principal.
—¿Era lo hora de regreso, no?
—¿Qué tal Potter? —cuestionó Thomas, que estaba sentado en el comedor.
—Bien —asintió Emma—. Amable y cariñoso, como siempre.
—Me gustaría hablar con él.
—Se lo puedo decir —ofreció Emma—. Con la condición que no lo amenazaras ni nada por el estilo.
—¿Me crees capaz, princesa?
—Mucho —dijo Emma con diversión.
Su relación con Amelia y Thomas seguía sin ser la mejor, pero habían tenido un gran avance en esas vacaciones.
—Bueno niños es hora de cenar —anunció Amelia que estaba en la cocina ayudando.
Emma y Thomas compartieron una mirada de ilusión y la castaña preparo la mesa junto a las empleadas y su madre.
—Sigo pensando que tu decisión de cortar tu cabello no fue la mejor —mencionó Amelia mirando el corto cabello de la castaña.
—Lo dijiste, fue mí desición, y me gusta más así —respondió con tranquilidad.
—¿No lo quieres rubio de casualidad? —propuso Thomas.
—No sería mala idea —Emma se encogió de hombros.
Amelia le dirigió a su esposo e hija una mirada de reprobación, negando con la cabeza.
Hubo un corto silencio hasta que Amelia habló:
—Encontre una tiara en tu habitación, Daila. ¿Quién te la dió?
—De seguro Potter —aseguró Thomas.
Emma negó con la cabeza.
—¿No? Eso es nuevo —sonrió el hombre—. ¿Nott? ¿Weasley? ¿Los dos Weasley? ¿Hermione? —Emma negó todas las veces.
—Déjala hablar, Thomas —lo reprendió su esposa—. ¿Quién te la dió? —preguntó nuevamente.
Emma tragó lo que tenía en la boca antes de responder.
—Mis abuelos —la castaña observó como sus padres compartían una mirada curiosa—. Los padres de mi madre. Alhena.
—Oh —la mirada de Amelia se desanimo un poco ante aquella respuesta, pero trato de disimular—. Se ve muy costosa.
—¿Y yo por qué no la he visto? —reclamó Thomas en broma.
—Se las puedo mostrar después —Felix entonces se subió al regazo de su dueña—. Hola mi vida —lo saludo mientras lo acariciaba.
—Eso gatito —susurró Thomas para aligerar el ambiente—, robale todo el amor que tiene para Potter.
Emma rió—. ¡Papá!
—Solo doy mi opinión —repuso Thomas con una sonrisa—. El gatito siempre será la mejor opción.
—Llevan casi tres años juntos, Thomas —dijo Amelia—, y Harry no ha hecho nada más que amar a nuestra hija.
—Como sea, me gustaría hablar con él para saber sus intenciones, y darle una larga charla.
—¿A qué tipo de charla te refieres, papá?
—Es muy obvio, princesa —asintió Thomas con obviedad—. Pero no te preocupes, no lo lastimare.
Emma lo miró con expresión de desconfianza y diversión a la vez—. Será mejor que los acompañe en esa charla.
Emma disfrutó de la cena. Una buena noche para ella. Lo estaba pasando bien con su familia, estaba segura que las cosas mejorarían con ellos y la relación que tenían tiempo atrás volvería.
( . . . )
Emma:
Me parece importante que sepas que en este momento estoy con la familia de Ron y Sirius, por órdenes de Dumbledore no te puedo decir donde, pero todos estamos bien. Estoy completamente segura que pronto nos veremos pues hemos estado escuchando algo.
¿Harry está bien? ¿Cómo ha estado?
Te contaré luego lo que sucede, cuando nos veamos lo más seguro.
Cuídate, por favor.
Hermione
Era aproximadamente, por lo que Emma dedujo, las dos de la mañana, y Pigdiweon había llegado a picotear la ventana de Emma sacándole un gran susto.
Le alegraba enormemente que ellos estuvieran bien, pero el misterio de Hermione la estaba preocupando. No entendía en lo absoluto la situación, pero le tranquilizaba que estuvieran bien.
Me alegra saber que se encuentran bien, por aquí todo anda bien en lo que respecta. Todos sanos y salvos.
Supongo que nos veremos pronto.
Te quiere, Emma.
—No puedes ir tú, Beauty, lo siento —se disculpó la castaña cuando vio a la lechuza ulular con felicidad.
Ató la corta carta a la pequeña patita de Pig y le abrió la ventana para que pudiera salir nuevamente.
Dispuesta, ya que estaba muy cansada, se recostó nuevamente bajo las cobijas para dormir.
Le preocupaba dejar solo a Harry cuando saliera de viaje con su familia, pero sabía que él se podría defender bien y estaría a salvo. Sólo le quedaba estar tranquila y pasar un buen rato en sus vacaciones.
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