02 | My friend Ron
.:. CHAPTER TWO .:.
(MI AMIGO RON)
La familia Williams se comportaba cada vez de manera más misteriosa. Cuando Emma estaba cerca murmuraban, intercambiaban miradas o simplemente se callaban. Emma intentó escuchar una sola conversación en repetidas veces, pero fue atrapada y regañada en cada una de ellas.
Al final no le quedaba más que aceptar que no querían que ella escuchara.
Su cumpleaños ya había pasado, y si era sincera no había sido nada especial. Regalos, comida y una salida. La castaña se los agradecía, pero en su mente no había nada más que dos cosas: descubrir el secreto de su familia y descubrir que pasó con Harry Potter.
De repente había dejado de responder a sus cartas y desde hace un mes que no daba señales de vida en ningún aspecto, y eso estaba preocupando a su amiga Williams.
—Daila, los Weasley vendrán por ti —informó su madre después del almuerzo del sábado.
—Lo sé, dentro de una semana.
—No princesa —la contradijo su padre—, vendrán hoy. Nosotros tendremos que salir del país y con tu muy cercano regreso al colegio no podrás ir con nosotros.
—¿Por qué no lo dijeron antes? —preguntó Emma—. No tengo nada listo.
—No te preocupes por eso, yo organizaré todo —le explicó su madre.
—¿Y puedo saber a dónde van? —preguntó Emma con curiosidad.
—Estados Unidos —respondió Thomas—. Una reunión de trabajo y cena de negocios.
Emma asintió y subió a su habitación para arreglarse en la espera de la familia Weasley. La verdad es que no le hubiera disgustado acompañar a sus padres a Estados Unidos, pero pasar el resto de vacaciones con Ron tampoco estaba nada mal.
( . . . )
Transcurrió mucho tiempo, casi había anochecido cuando en la cocina se escuchó un fuerte golpe que sobresaltó bastante a la castaña y alertó a todo el personal del hogar.
Pero para su alivio no era nadie más que Fred Weasley junto a su gemelo, su hermano Ron y su padre. Ron, en especial, estaba mucho más alto que la última vez que lo había visto en la estación de King's Cross.
—Hola, Ronnie —lo saludó Emma, dándole un gran abrazo a su amigo.
—Te he extrañado, Emma —dijo Ron en un suave susurro que nadie más que Emma escuchó.
—Buenas noches, Emma —la saludó el señor Weasley—. ¿Tienes ya todo listo y preparado?
—Arriba en mi habitación —respondió la castaña.
—¡Nosotros vamos! —se ofrecieron los gemelos Fred y George.
—Tercera habitación a la derecha —les indicó Lolen.
—Claro… —respondió Fred—. Espero no perderme en la mansión de Emmita —bromeó.
—Definitivamente me caen bien —comentó Thomas con una amplia sonrisa—. Potter, por otro lado…
—Hablando de Harry —le susurró Emma a Ron, llevándolo a un lugar alejado de los demás— ¿has podido hablar con él?
—No, creí que tú si —respondió Ron—. Ya sabes, eres su "mejor amiga" así que creí que sí mantenía contacto contigo.
—Pues ya ves que no —contestó Emma—. Deberíamos intentar enviar una carta mañana desde tu casa.
—Pero con Beauty —pidió Ron casi en un ruego—. Nuestra lechuza no parece poder soportar un viaje más.
—¡La conseguimos! —bajaban canturreando Fred y George, cargando la maleta de Emma cómo si fuera un cofre del tesoro que les fue muy difícil de encontrar.
—Bien, señores Williams, me parece que es momento de irnos —anunció el señor Weasley a los padres de la castaña—. Ha Sido un gusto hablar sobre la impresionante cocina.
Sus padres le dieron las típicas palabras de «Te extrañaré» y «comportate» a su hija antes de que saliera en espera del auto que el señor Weasley había pedido para regresar a su casa puesto que sabía que usar Polvos Flu con Emma sería algo arriesgado.
No esperaron mucho, en menos de cinco minutos ya todos estaban en camino a la Madriguera, la casa de los Weasley.
Thomas y Amelia, que seguían fuera observando el auto que llevaba a su hija alejarse, murmuraron entre sí:
—Debemos decírselo.
—No ahora, déjala sonreír por un momento.
( . . . )
En el camino a la casa de Ron, éste le había contado a Emma sobre la loca idea que tenían para esa noche. Ella quería ver a Harry, claro, pero su idea era muy peligrosa. Demasiado para ser sincera.
Después de un largo rato en el que Ron y Emma platicaron animadamente, el señor Weasley dijo con alegría:
—Llegamos niños.
Emma bajó del coche con emoción y miro a su alrededor. La casa, en su opinión, era increíble.
—No es la gran cosa —dijo Ron.
—¡Pero si es increíble! —exclamó Emma muy sonriente.
Ron se ruborizó hasta las orejas. Tal vez ella tenía mucho dinero, pero no se consideraba la mejor del mundo, al contrario de los Malfoy. Ella era amable y humilde, y eso, era lo que le agradaba a Ron.
Cuando Emma entró en la casa detrás del señor Weasley, miró todo con aún más emoción. La cocina era pequeña y todo en ella estaba bastante apretujado. En el medio había una mesa de madera que se veía muy restregada, con sillas alrededor.
—Buenos tardes, cielo —la saludó la señora Weasley.
—Buenas tardes, señora Weasley.
—¿Quieres que te muestre el dormitorio en el que estarás? —preguntó la señora Weasley—. Es algo pequeño, pero estoy segura de que estarás muy cómoda.
—Se lo agradecería.
La señora Weasley guió a Emma a través de unas escaleras que iban en zigzag. Llegaron a una puerta con un letrero que decía: «habitación de Ginny» y la señora Weasley la hizo entrar. Emma pensó que definitivamente necesitaba esos letreros en su casa.
Cuando entró en la habitación se encontró con la misma niña pelirroja que había visto hace unos meses en la estación de King's Cross.
—Hola —la saludó Emma—. Ginny, ¿verdad?
La pelirroja asintió. Parecía algo tímida, pero con los minutos las dos conversaron como si se tratarán de dos viejas amigas.
Pasar el tiempo ahí era muy divertido. Fred y George se la pasaban haciendo reír a Emma, al igual que Ron. Jugaban al quidditch en un campo cerca, y la comida de la señora Weasley era deliciosa.
Por supuesto que la situación de su familia y de Harry todavía la atormentaban, pero al menos los Weasley la estaban despejando de todas sus preocupaciones.
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