36 | Werewolf

.:. CHAPTER THIRTY-SIX .:.
( HOMBRE LOBO )

Sinceramente era el grupo más extraño que Emma había visto nunca. Crookshansk y Félix bajaban las escaleras en cabeza de la comitiva. Lupin, Pettigrew y Ron los seguían, como si participaran en una carrera. Detrás iba el profesor Snape, flotando de manera fantasmal, tocando cada peldaño con los dedos de los pies y sostenido en el aire por su propia varita, con la que Sirius apuntaba. Harry, Emma y Hermione cerraban la marcha.

Fue difícil volver a entrar en el túnel. Lupin, Pettigrew y Ron tuvieron que ladearse para conseguirlo.

Lupin seguía apuntando a Pettigrew con su varita. Los gatos seguían a la cabeza. Emma iba detrás de Hermione.

—¿Qué piensas hacer ahora? —le preguntó Hermione en un susurro a Emma mientras avanzaban por el túnel–. Ya sabes… quiero decir… Deberías aclararlo antes de que los problemas comiencen

—No lo sé, Her.

—Te sugeriría hablar con ellos —dijo Hermione—. Tal vez las cosas entre ustedes no cambien demasiado.

—Es difícil… me refiero a… me criaron como su hija. Me dieron todo. Pero nunca me dijeron la verdad… yo no les guardó rencor, Hermione, pero será difícil verlos como siempre lo había hecho.

—Yo te puedo ayudar, digo, estas vacaciones no iré a ningún lado, y si tú te quedas en tu casa puedo ir o tú puedes venir a la mía —propuso Hermione.

Emma le dió un pequeño asentimiento de cabeza, mientras sonría muy ligeramente. Las cosas iban a cambiar. De eso estaba segura.

Nadie habló más hasta que llegaron al fin del túnel. Cuando salieron vieron que los terrenos estaban muy oscuros. La única luz venía de las ventanas distantes del castillo. Pettigrew seguía jadeando de vez en cuando.

—Un paso en falso, Peter; y… —dijo Lupin delante de ellos, amenazador; apuntando con la varita al pecho de Pettigrew.

Atravesaron los terrenos del colegio en silencio, con pesadez. Las luces del castillo se dilataban poco a poco. Snape seguía inconsciente, fantasmalmente transportado por Sirius, la barbilla rebotándole en el pecho. Y entonces…

Una nube se desplazo. De repente, aparecieron en el suelo unas sombras oscuras. La luz de la luna caía sobre el grupo. Emma se esperó lo peor.

Snape tropezó con Lupin, Pettigrew y Ron, se habían detenido de repente. Sirius se quedó inmóvil. Con un brazo indicó a Harry, a Emma y a Hermione que no avanzaran.

Emma miró a Lupin. Se puso rígido y empezó a temblar.

—¡Dios mío! —dijo Hermione con voz entrecortada—. ¡No se ha tomado la poción esta noche! ¡Es peligroso!

—¡Profesor…!

—Corran —gritó Sirius—. ¡Corran! ¡Ya!

Pero Emma simplemente no podía correr. Ron seguía atado a Lupin y a Pettigrew. Corrió hasta su amigo, al igual que Harry, pero Sirius los detuvo y los tiró hacia atrás.

—Dejenmelo a mí. ¡CORRAN!

Oyeron un terrible gruñido. La cabeza de Lupin se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían. El pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras.

Mientras el licántropo retrocedía, abriendo y cerrando las fauces, Sirius desapareció del lado de Harry. Se había transformado. El perro grande como un oso saltó hacia delante. Cuando el licántropo se liberó de las esposas que lo sujetaban, el perro lo atrapó por el cuello y lo arrastró hacia atrás, alejándolo de Ron y de Pettigrew. Estaban enzarzados, mandíbula con mandíbula, rasgándose el uno al otro con las zarpas.

El grito de Hermione puso en alerta a Emma. La castaña giró la cabeza hacía Ron y Pettigrew.

Pettigrew había saltado para agarrar la varita caída de Lupin. Ron, inestable a causa de la pierna vendada, se desplomó en el suelo. Se oyó un estallido, se vió un relámpago y Ron quedó inmóvil en la tierra. Otro estallido. Crookshank y Felix saltaron por el aire y volvieron a caer en el suelo.

—¡Expelliarmus! —exclamó Harry, apuntando a Pettigrew con su varita. La varita de Lupin salió volando y se perdió de vista—. ¡Quédate donde estás! —gritó Harry mientras corría

Demasiado tarde. Pettigrew también se había transformado. Emma vió su cola pelona azotar el antebrazo de Ron a través de las esposas, y lo oyó huir a toda prisa por la hierba.

Por un segundo Emma estuvo apunto de echarse a correr detrás de Pettigrew, pero Hermione la detuvo.

—No lo encontraras en estas circunstancias —dijo.

—Sirius, ha escapado. ¡Pettigrew se ha transformado! —gritó Harry.

Emma logró ver como Sirius sangraba. Tenía heridas en el hocico y en la espalda, pero al oir las palabras de Harry volvió a salir velozmente y al cabo de un instante el rumor de sus patas se perdió.

Harry, Emma y Hermione se acercaron aprisa a Ron.

—¿Qué le ha hecho? —preguntó Hermione.

Ron tenía los ojos entornados, la boca abierta. Estaba vivo. Oían su respiración. Pero no parecía reconocerlos.

—No sé —dijo Harry.

—Probablemente Pettigrew lo aturdió —comentó Emma—. Es lo más seguro.

Emma miró a su alrededor. Black y Lupin habían desaparecido. No había ningún adulto a excepción de Snape que seguía inconsciente.

—Será mejor que los llevemos al castillo y se lo digamos a alguien —dijo Harry, apartándose el pelo de los ojos—. Vamos…

Apenas el había tocado la mano de Emma oyeron un aullido que venía de la oscuridad. Parecía ser un perro adolorido.

—Sirius —murmuró Harry.

Harry soltó la mano de su novia y echó a correr. Emma y Hermione compartieron una mirada y lo siguieron. Corrieron en aquella dirección y Emma notó un frío intenso sin darse cuenta de lo que podía suceder.

El aullido se detuvo. Al llegar al lago vieron por qué: Sirius había vuelto a transformarse en hombre. Estaba en cuclillas, con las manos en la cabeza.

—¡Nooooo! —exclamaba—. ¡Nooooo, por favor!

Y entonces Emma comprendió: dementores. Al menos cien, y se acercaban a ellos como una masa negra. Se dió la vuelta. Aquel frío ya conocido penetró en su interior y la niebla empezó a oscurecerle la visión. Por cada lado surgían más y más dementores. Los estaban rodeados…

—¡Emma, Hermione, piensen en algo alegre! —gritó Harry levantando la varita.

Emma tomó su varita y trato de pensar en algo. Ni siquiera sabía lo que pensaba en aquel momento.

Hermione.

—¡Expecto patronum! —gritó la castaña.

No funcionó. Ron.

Volvió a fallar.

—¡Expecto patronum! —gritó Harry—. ¡Ayúdenme, chicas! ¡Expecto patronum!

—¡Expecto…! —susurró Hermione—. ¡Expecto… expecto!

Pero no era capaz. Los dementores se aproximaban y ya estaban a tres metros escasos de ellos. Formaban una sólida barrera en torno a Harry, Emma y Hermione.

Merde—murmuró Emma.

En ese instante Emma notó como Hermione se desmayaba a su lado. Tenía que lograrlo en ese momento.

—¡Expecto Patro…! ¡Expecto Patronum!

La castaña sentía sus rodillas golpear la hierba fría. La niebla comenzaba a nublarle los ojos.

Y fue cuando por fin se le vino esa persona a la cabeza. Harry.

—¡Expecto Patronum! —gritó nuevamente.

Un delgado hilo de luz plateada salió de su varita y bailoteó delante de ella, como si fuera neblina.

Emma no logró aguantar mucho más. Su cuerpo se desplomó en el suelo y luego de eso no supo lo que sucedió.

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