22 | The photo album
.:. CHAPTER TWENTY TWO .:.
( EL ÁLBUM DE FOTOS )
Sin previo aviso Emma salió de debajo de la mesa. La verdad es que ya no le importaba si la descubrían los profesores, lo único que quería era ir a su habitación y… bueno, probablemente llorar.
El viaje por el pasadizo le pareció más corto que antes, aunque probablemente era porque su cabeza estaba en otro lado.
Amelia y Thomas le mintieron. Emma no sabía muy bien como sentirse al respecto, ni siquiera sabía si los podría llamar padres. Ellos la habían criado como a su propia hija, la amaron, la consintieron en todo… pero Emma hubiera preferido saber la verdad desde un inicio. Sabía que para ellos debía de ser difícil explicar eso, pero pudieron haberlo si quiera intentando.
Todo cobraba sentido en ese momento. Algunos que otros recuerdos llegaban a la cabeza de Emma.
Emma hablaría con Amelia y Thomas en cuanto las vacaciones llegaran. Eso se debía hablar en persona, no por cartas.
Ciertamente Emma no quería estar con mucha gente en ese momento, pero el hambre le gano y tuvo que ir al Gran Comedor para cenar. Ron y Hermione miraban intranquilos a Harry y a Emma durante la cena, sin atreverse a decir nada sobre lo que habían oído, porque Percy estaba sentado cerca. Cuando subieron a la sala común atestada de gente, descubrieron que Fred y George, en un arrebato de alegría motivado por las inminentes vacaciones de Navidad, habían lanzado media docena de bombas fétidas.
—Ven conmigo —le susurró Harry a Emma mientras la tomaba de la mano. Ésta aceptó y Harry la guió hasta el dormitorio de los chicos, que en ese momento se encontraba vacío. Harry se acercó a su armario y comenzó a buscar algo.
—Nunca te dije nada porque Hagrid me dijo que no lo hiciera, y ciertamente lo había olvidado. Lo lamento—se disculpó Harry, mientras sacaba dos cuadernos grandes: Dos álbumes de fotos—. Esto es tuyo. Nunca lo he abierto.
Le entregó a su novia un álbum de fotos encuardenado en piel. Cuando Emma lo abrió, se encontró con un montón de fotos en movimiento. Fotos de sus padres. Sus verdaderos padres.
Emma comenzó a pasar las páginas hasta que encontró una foto que le llamó particularmente la atención.
En esa foto había demasiadas personas. Una chica castaña con unos hermosos ojos azules estaba en el centro de toda esa gente, cargando a una bebé, y a su lado se encontraba un chico alto, con el cabello negro y los ojos miel, como Emma. Ésta supuso que ellos eran sus padres. Al lado de sus padres se encontraban claramente los padres de Harry, junto a éste último. Y al otro lado se encontraba una chica rubia, cargando a una bebé igualmente rubia, y a su lado otro hombre, alto, delgado, casi rubio. Y por último tres hombres más, hombres que Emma supuso eran Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew. Todos sonreían y algunos saludaban con la mano.
Lágrimas brotaron nuevamente de los ojos de la castaña. Si Black nunca hubiera entrado a la vida de sus padres, probablemente Emma estaría con ellos en ese momento. Los hubiera conocido. Hubiera crecido con ellos. Ella nunca fue una persona que guardara reconcores ni mucho menos, pero en ese momento sus odio hacia Black era inexplicable. Por su culpa ellos murieron, por su culpa ella nunca los conoció.
Harry, al ver cómo ella comenzaba a llorar nuevamente, la atrajo hacia él en un abrazo. No se imaginaba lo difícil que era para ella enterarse que a quienes llamaba padres en realidad nunca lo fueron. Él no sabía como consolar, pero él estaría para ella en cualquier momento. No importaba dónde o cuándo, Harry estaría ahí para Emma.
Ninguno pronunció palabra durante largo rato, y finalmente, cuando Harry sintió como Emma dejaba de llorar, se dió cuenta de que se había quedado dormida.
El azabache volvió a guardar los álbumes en el armario, se puso su pijama, arropó a su novia en su cama y él se recostó a su lado. Le dió un beso en la mejilla, desató las cortinas de su cama y se quitó las gafas.
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EMMA DESPERTÓ EN EL MOMENTO EN QUE sintió como besaban su mejilla suavemente.
—Buenos días, bella durmiente —le susurró Harry mientras Emma se incorporaba en la cama.
—Al menos parece que yo si dormí —trató de bromear Emma—. Buenos días, Harry.
—¿Cómo estás? —le preguntó.
—Bien en lo que concierne —respondió Emma—. Me voy a cambiar, nos vemos en la sala común.
Harry asintió con una vaga sonrisa.
—Y por favor, yo sé que lo que oímos no es fácil —comenzó a decir Emma, mientras se ponía de pie—, pero cambia tu hermosa cara, porque te ves fatal.
La castaña salió de la habitación, y subió las escaleras que dirigían a la habitación de las chicas,. Cuando entró se encontró con nadie más que Hermione.
—¿Dormiste con Harry? —preguntó.
—Sí, bueno, en realidad me quedé dormida y me quedé allá…
—No importa —dijo Hermione, y Emma notó que quería decir algo más—. ¿Cómo estás? Ya sabes, lo que…
—Bien, ¿sí? Lo hablaré después —respondió Emma. Hermione asintió y salió de la habitación.
Emma se metió y bañar, y después de arreglarse un poco, bajó a la sala común, donde se encontró a Ron, que comía un caramelo de café con leche y a Hermione, que había extendido sus deberes por tres mesas.
—¿Harry está despierto? —preguntó Ron, cuando Emma se sentó a su lado.
—Sí, a menos de que volviera a dormir, si es que en algún momento lo hizo.
—¿Cómo estás? —le preguntó Ron, con buenas intenciones, claro, pero Emma comenzaba a hartarse.
—Bien —reapondió—. Estoy demasiado bien después de enterarme que a quienes llame padres nunca lo fueron y me mintieron por toda mi vida. Gracias por preguntar, Ronnie.
—Sabes que yo nunca lo dije de…
Emma suspiró—. Lo sé, pero ¿podrían dejar de preguntar eso, por favor? Gracias.
En ese momento de incomodidad Hermione dijo:
—Harry…, tienes un aspecto terrible.
Harry bajaba por las escaleras de caracol hasta la sala común, donde no había nadie más que Ron, Emma y Hermione.
—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Harry.
—¡Se han ido! Hoy empiezas las vacaciones, ¿no te acuerdas? —preguntó Ron, mirando a Harry detenidamente—. Es ya casi la hora de comer. Pensaba ir a verte para avisarte dentro de un minuto.
Harry se sentó al lado de su novia, en una silla que estaba al lado del fuego. Al otro lado de las ventanas, la nieve seguía cayendo. Crookshank y Félix estaban extendidos delante del fuego.
—Es verdad que no tienes buen aspecto, ¿sabes? —dijo Hermione, mirándole la cara con preocupación.
—Estoy bien —dijo Harry.
—Escuchen, chicos —dijo Hermione, cambiando con Ron una mirada—. Deben estar realmente disgustados por lo que oímos ayer. Pero no deben hacer ninguna tontería.
—¿Qué crees que vamos a hacer, Hermione? —cuestionó Emma.
—¿Como qué? —preguntó Harry.
—Como ir detrás de Black —dijo Ron, tajante.
Emma se dió cuenta de que habían ensayado aquella conversación mientras ellos estaban dormidos.
Ninguno dijo nada.
—No lo harán. ¿Verdad que no? —dijo Hermione.
—Porque no vale la pena morir por Black —dijo Ron.
Emma los miró, incrédula.
Sí, odiaba a Black por matar a sus padres, pero no tenía planeado arriesgar su vida por él. De hecho le parecía tonto que Ron y Hermione pensaran eso.
—¿Saben qué oigo cada vez que se me acerca un dementor? —dijo Harry, tomando la mano de su novia, haciéndola salir de sus pensamientos. Ron y Hermione negaron con la cabeza, con temor—. Oigo a mi madre que grita e implora a Voldemort. Y si ustedes escucharan a su madre gritando de ese modo, a punto de ser asesinada, no lo olvidarían fácilmente. Y si descubrieran que alguien que en principio era amigo suyo la había traicionado y le había enviado a Voldemort…
Emma pensó un momento en decir que ella también escuchaba a su madre, pero prefirió callar por el momento.
—No puedes hacer nada. No pueden hacer nada —dijo Hermione con aspecto afligido—. Los dementores atrapará a Black, lo mandarán otra vez a Azkaban… ¡y se llevará su merecido!
—Hermione, oíste lo que dijo el ministro. A Black los dementores no le afectan en lo más mínimo.
—Entonces, ¿qué pretenden? —dijo Ron muy tenso—. ¿Acaso quieren… matar a Black?
—Me parece bastante tonto que piensen eso —dijo Emma.
Harry se quedó en silencio. No sabía lo que pretendían.
—Malfoy sabe algo —dijo de pronto—. ¿Se acuerdan de lo que me dijo en la clase de Pociones? «Pero en tu caso, yo buscaría venganza. Lo cazaría yo mismo.»
—¿Vas a seguir el consejo de Malfoy y no el nuestro? —dijo Ron furioso—. Escuchen… ¿saben lo que recibió a cambio de la madre de Pettigrew después de que Black lo matara? Mi padre me lo dijo: la Orden de Merlín, primera clase, y el dedo de Pettigrew dentro de una caja. Fue el trozo mayor de él que pudieron encontrar. Black está loco, chicos, y es muy peligroso.
—El padre de Malfoy debe de haberle contado algo —dijo Harry, sin hacer caso de las explicaciones de Ron—. Pertenecía al circulo de allegados de Voldemort.
—Llámalo Quien Tú Sabes, ¿quieres hacer el favor? —repuso Ron enfadado.
—Entonces está claro que los Malfoy sabían que Black trabajaba para Voldemort…
—¡Y Malfoy le encantaría verlos volar en mil pedazos, como Pettigrew! Contrólate, Harry. Lo único que quiere Malfoy es que los maten.
—Chicos, por favor —dijo Hermione, con los ojos brillantes de lágrimas—, sean sensatos. Black hizo algo terrible, terrible. Pero no… no se pongan en peligro. Eso es lo que Black quiere… Estarían metiéndose en la boca del lobo si fueran a buscarlo. Sus padres no querrían que se hicieran daño, ¿verdad? ¡No querrían que fueran a buscar a Black!
—No sabremos nunca lo que querrían, porque por culpa de Black no hemos hablado con ellos nunca —dijo Harry con brusquedad.
Hubo un silencio en el que los gatos se estiraron volputuosamente. El bolsillo de Ron se estremeció.
—Miren —dijo Ron, tratando de cambiar de tema—, ¡estamos en vacaciones! ¡Casi es Navidad! Vamos a ver a Hagrid. No le hemos visitado desde hace un montón se tiempo.
—¡No! —dijo Hermione rápidamente—. Harry y Emma no deben abandonar el castillo, Ron.
—Sí, vamos —dijo Harry, incorporándose con cuidado junto a Emma—. ¡Y le preguntaré por qué no mencionó nunca a Black al hablarme de mis padres!
—Yo también le podría preguntar algunas cosas —comentó Emma—. Parecía conocer muy bien a mis padres.
Seguir discutiendo sobre Sirius Black no era lo que Ron había pretendido.
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