10 | Don't say stupid Malfoy

.:. CHAPTER TEN .:.
( NO DIGAS ESTUPIDECES MALFOY )

Emma no había logrado encontrar algún significado razonavle para esas iniciales. Incluso con la ayuda de Hermione les fue imposible recordar de dónde se les hacía tan familiar.

Con respecto a lo demás, la castaña seguía detestando a aquel rubio Slytherin por todo el drama que estaba haciendo por un sólo rasguño.

Malfoy no volvió a las aulas hasta la última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en la mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas. Entró con aire arrogante en la mazmorra, según le pareció a Emma, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.

—¿Qué tal, Draco? —dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta—. ¿Te duele mucho?

—¿Ti dili michi? —la imitó Emma en un susurro, logrando que Harry reprimiera una risa.

—Siéntate —le dijo el profesor Snape a Malfoy amablemente.

Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero al lado de Harry, Ron y Emma, para preparar los ingredientes en la misma mesa.

—Profesor —dijo Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.

—Weasley, córtaselas tú —ordenó Snape sin levantar la vista.

Ron se puso rojo como un tomate.

—No le pasa nada a tu brazo —le dijo a Malfoy entre dientes.

Malfoy le dirigió una sonrisita desde el otro lado de la mesa.

—Ya has oído al profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.

Ron tomó el cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y empezó a cortarlas mal, dejándolas todas de distintas tamaños.

—Profesor —dijo Malfoy, arrastrando las sílabas—, Weasley está estropeando mis raíces, señor.

Snape fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Ron una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.

—Dele a Malfoy sus raíces y quédese usted con las de él, Weasley.

—Pero señor…

Ron había pasado el último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.

—Ahora mismo —ordenó Snape, con su voz más peligrosa.

Ron cedió a Malfoy sus propias raíces y volvió a empeñar el cuchillo.

Por suerte tenía a Emma como amiga. La castaña había cortado el doble de lo que tenía, por si pasaba algo, así que deslizo con disimuló las raíces hasta Harry, y le hizo una seña a éste para que entendiera.

Por suerte Malfoy no lo había notado, pero si que tenía planeado seguirlos molestando.

—Profesor; necesitaré que me pelen este higo seco —dijo con voz impregnada de risa maliciosa.

—Potter, pela el higo seco de Malfoy —dijo Snape, echándole a Harry la mirada de odio que tenía solo para él y para Emma.

Harry tomó el higo seco de Malfoy mientras Ron sonría por las raíces que le habían dado Emma, que estaban perfectamente cortadas. Harry peló el higo seco tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Malfoy sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Malfoy era más amplía que nunca.

—¿Han visitado últimamente a su amigo Hagrid? —les preguntó Malfoy en voz baja.

—¿Qué si lo hicimos? —dijo Emma fríamente.

—A ti no te importa —dijo Ron entrecortadamente, sin levantar la vista.

—Me temo que no durará mucho como profesor —comentó Malfoy, haciendo como que le daba pena—. A mi padre no le ha hecho mucha gracia mi herida…

—Continuá hablando, Malfoy, y te haré una herida de verdad —le gruñó Ron.

—… Se ha quejado al Conserjo Escolar y al ministro de Magia. Mi padre tiene mucha influencias, no sé si lo sabían. Y una herida duradera como ésta… —Exhaló un suspiro prolongado pero fingido—. ¿Quién sabe si mi brazo volverá algún día a estar como antes?

—¿Qué tiene que ver el ministro en esto? —susurró Emma—. Haces tanto drama y luego te muestras como el mejor entre todos…

—¿Así que por eso haces teatro? —dijo Harry, cortándole sin querer la cabeza a un ciempiés muerto, ya que la mano le temblaba de furia—. ¿Para ver si consigues que echen a Hagrid?

—Bueno —dijo Malfoy, bajando la voz hasta convertirla en un suspiro—, entre parte sí, Potter. Pero hay otras ventajas. Williams, córtame los ciempiés.

—¿Y si mejor te corto los pies? —sugirió Emma sarcásticamente, mirando a Malfoy con odio—. Te juro que no te vas a salir con la tuya, Malfoy —aseguró Emma en voz baja, tomando los ciempiés de Malfoy.

Unos calderos más allá, Neville afrontaba varios problemas. Solía perder el control en las clases de Pociones. Era la asignatura que peor se le daba y el miedo que le tenía al profesor Snape empeoraba las cosas. Su poción, que tenía que ser de un verde amarillo brillante, se había convertido en…

—¡Naranja, Longbottom! —exclamó Snape, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero, para que lo viera todo el mundo—. ¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no había que echar más que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas, Longbottom?

Neville estaba colorado y temblaba. Parecía que se iba a echar a llorar.

—Por favor, profesor —dijo Hermione—, puedo ayudar a Neville a arreglarlo…

—No recuerdo haberle pedido que presuma, señorita Granger, ya me basta con Williams —dijo Snape fríamente, y Hermione se puso tan colorada como Neville. Emma, mientas tanto, sólo se limitó a seguir con los ingredientes—. Longbottom, al final de esta clase le daremos unas gotas de esta poción a tu sapo y veremos lo que ocurre. Quizá eso te anime a hacer las cosas correctamente.

Snape se alejó, dejando a Neville sin respiración, a causa del miedo.

—¡Ayúdame! —rogó a Hermione.

—¡Eh, chicos! —dijo Semaus Finnigan, inclinándose para tomar prestada la balanza de Emma—. ¿Han oído? El Profeta de esta mañana asegura que han visto a Sirius Black.

—¿Dónde? —preguntaron con rapidez Harry, Ron y Emma. Al otro lado de la mesa, Malfoy levantó la vista para escuchar con atención.

—No muy lejos de aquí —respondió Seamus, que parecía emocionado—. Lo ha visto una muggle. Por supuesto, ella no entendía realmente. Los muggles piensan que es sólo un criminal común y corriente, ¿verdad? El caso es que telefoneó a la línea directa. Pero cuando llegaron los del Ministerio de Magia, ya se había ido.

—No muy lejos de aquí… —repitió Ron, mirando a Harry y a Emma de forma elocuente. Emma alzó la mirada y sorprendió a Malfoy mirando

—¿Se te perdió algo, Malfoy? ¿Necesitas más ayuda?

Pero a Malfoy le brillaban lo ojos de forma malvada y estaban fijos en Harry y Emma. Se inclinó sobre la mesa.

—¿Pensando en atrapar a Black tú solo, Potter?

—Exactamente —dijo Harry.

Los finos labios de Malfoy se curvaron en una sonrisa mezquina.

—Desde luego, yo ya habría hecho algo. No estaría en el colegio como un chico bueno. Saldría a buscarlo.

—¿De qué hablas, Malfoy? —preguntó Emma con brusquedad.

—¿No saben, Williams y Potter…? —musitó Malfoy, casi cerrando sus ojos claros.

—¿Qué deberíamos saber?

Malfoy soltó una risa despectiva, apenas audible.

—Tal vez prefieren no arriesgar el cuello —dijo—. Se lo quieren dejar a los dementores, ¿verdad? Pero en su caso, yo buscaría venganza. Lo cazaría yo mismo.

—Deja de decir estupideces, Malfoy —espetó Emma, y dejó de prestarle atención.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top