09 | Initials

.:. CHAPTER NINE .:.
( INICIALES )

Emma llegó al Gran Comedor y se sentó en medio de Harry y Ron, quienes le habían guardado lugar. Los dos parecían querer preguntar de qué había sido la cosa, pero la mirada de Hermione parecía mantenerlos al márgen.

Tras la cena subieron a la sala común de Gryffindor, que estaba llena de gente, y trataron de hacer los deberes que les había mandado la profesora McGonagall, pero se interrumpían cada tanto para mirar por la ventana de la torre, y Emma una que otra vez se distraía mirando el collar en su mano.

—Hay luz en la ventana de Hagrid —dijo Harry de repente.

Ron miró el reloj.

—Si nos diéramos prisa, podríamos bajar a verlo. Todavía es temprano…

—No sé —respondió Hermione despacio, y Emma se dió cuenta de que miraba a Harry.

—Tengo permiso para pasear por los terrenos del colegio —aclaró—. Sirius Black no habrá podido burlar a los dementores, ¿verdad?

Recogieron sus cosas y salieron por el agujero del cuadro, contentos de no encontrar a nadie en el camino hacia la puerta principal, porque no estaban muy seguros de que pudieran salir.

La hierba estaba todavía húmeda y parecía casi negra en aquellos momentos en que el sol se ponía. Al llamar a la cabaña de Hagrid llamaron a la puerta y una voz les contestó:

—Adelante, entren.

Hagrid estaba sentado en mangas de camisa, ante la mesa de madera limpia; Fang, su perro jabalinero, tenía la cabeza en el regazo de Hagrid. Les bastó echar un vistazo para darse cuenta de que Hagrid había estado bebiendo. Delante de él tenía una jarra de peltre casi tan grande como un caldero y parecía que le costaba trabajo enfocar buen las cosas.

—Supongo que es un récord —dijo apesadumbrado al reconocerlos—. Me imagino que soy el primer profesor que ha durado sólo un día.

—¿Te despidieron? —preguntó Emma—. Mataré a Malfoy…

—Todavía no lo han hecho —dijo Hagrid con tristeza, tomando un trago largo del contenido de la jarra—. Pero es sólo cuestión de tiempo, ¿verdad? Después de lo de Malfoy…

—¿Cómo se encuentra Malfoy? —preguntó Ron cuando se sentaron—. No habrá sido nada serio, supongo.

—La señora Pomfrey lo ha curado lo mejor que ha podido —dijo Hagrid con abatimiento—, pero él sigue diciendo que le hace un daño terrible. Está cubierto de vendas…

—Solo está siendo Malfoy —dijo Emma—. Realmente, no sabía que podía existir alguien en el mundo como él. Es insoportable.

—La señora Pomfrey es capaz de curar cualquier cosa —añadió Harry—. El año pasado hizo que me volviera a crecer la mitad de esqueleto. Como dice Emma, es propio de Malfoy sacar todo el provecho posible.

—El consejo escolar está informado, por supuesto —comentó Hagrid—. Piensan que empecé muy fuerte. Debería haber dejado los hipogrifos para más tarde… Tenía que haber empezado con los gusarajos o con los summat… Creía que sería un buen comienzo… Ha sido culpa mía…

—¡Toda la culpa es de Malfoy, Hagrid! —dijo Hermione con seriedad.

—Somos testigos —dijo Harry—. Dijiste que los hipogrifos atacan al que los ofende. Si Malfoy no prestó atención, el problema es suyo. Le diremos a Dumbledore lo que de verdad sucedió.

—Si, Hagrid, no te preocupes, te apoyaremos —confirmó Ron.

—Estaremos para cuando nos necesites, tenlo por seguro.

De los arrugados rabillos de los ojos de Hagrid, negros como cucarachas, se escaparon unas lágrimas. Atrajo a Harry, Ron, Emma y Hermione hacia sí y los estrechó en un abrazo tan fuerte que pudo haberles roto algún hueso.

—Creo que fue demasiado alcohol por hoy —dijo Emma con firmeza. Junto a Hermione tomaron las dos botellas que quedaban y las fueron a vaciar.

—Sí, puede que tengan razón —dijo Hagrid, se levantó de la silla y siguió a las chicas al exterior; con paso inseguro.

—Hermione, debo hablar contigo cuando volvamos al castillo —susurró Emma—. Es importante.

—¿Se trata de los Slytherin?

—Se podría decir que sí…, pero, debo contarte algo más.

Hermione asintió y ambas volvieron a entrar con las jarras vacías.

—¿Qué ha hecho? —preguntó Harry, asustado, cuando oyó una ruidosa salpicadura.

—Meter la cabeza en el barril de agua —dijo Hermione, guardando las jarras.

Hagrid regresó con la barba y los largos pelos chorreando, y secándose los ojos.

—Mejor así —dijo, sacudiendo la cabeza como un perro y salpicándolos a todo–. Han sido muy amables por venir a verme. Yo, la verdad…

Hagrid se paró en seco mirando a Harry, y a Emma de reojo: como si acabara de darse cuenta de que estaban allí:

—¿QUÉ CREEN QUE HACEN AQUÍ? —bramó, y tan de repente que dieron un salto en el aire—. ¡NO PUEDEN SALIR DESPUÉS DE ANOCHECIDO! ¡Y USTEDES DOS LOS DEJAN!

Hagrid se acercó a Harry y a Emma con paso firme, los tomó del brazo y los llevó hasta la puerta.

—¡Vamos! —dijo Hagrid enfadado—. Los voy a acompañar a los cuatro al colegio. ¡Y que no los vuelva a pillar viniendo a verme a estas horas! ¡No valgo la pena!




















AL REGRESAR A LA SALA COMÚN DE GRYFFINDOR Y CADA UNO haberse ido a la cama Emma se dispuso a intentar dormir.

Por un buen rato estuvo dando vueltas por la cama, intentando conciliar el sueño, pero no pudo. Rendida, se puso de pie lo más silenciosamente posible y busco en el bolsillo de su túnica el collar.

Al cabo de un rato lo encontró, y se sentó en el borde de su cama. El tenerlo entre sus dedos nuevamente era algo realmente extraño. Emma recordó como si se hubiera tratado del día anterior como odiaba separase de ese collar cuando pequeña.

La castaña recorrió con sus ojos color miel hasta el más pequeño detalle de ese collar. Era sorprendente ver el perfecto estado en el que se seguía encontrado incluso después de trece años. Al parecer, Nott lo había cuidado bien.

Cuando Emma volteó el pendiente para ver la parte trasera se fijo en algo que jamás había visto, probablemente era porque nunca se lo quitaba.

⁰⁵‧ ⁰⁷‧ ¹⁹⁸¹
𝙴. 𝙰. 𝚆. 𝙼

Emma frunció el ceño con confusión y se acercó a la mesita de noche que tenía al lado de su cama para tomar su varita.

¡Lumos!

Ahora con la tenue luz de su varita Emma podía apreciar con mejor claridad lo que había escrito en la parte trasera del collar. La castaña se extrañó demasiado al reconocer la fecha de su cumpleaños en la parte superior.

—¿E. A. W. M? —murmuró para sí misma, pasando el dedo índice por las iniciales.

Emma estaba segura de que las letras "W. M" se le hacían demasiado conocidas, pero en ese momento no sabía dónde lo había visto o escuchado.

Al estar tan concentrada en aquellas iniciales, se sobresaltó demasiado cuando Félix saltó a su regazo y le quitó el collar de las manos con la pata.

—¡Félix! —susurró Emma. El gato la regresó a ver y dejó caer el collar nuevamente en su regazo.

Confundida, la castaña tomó la desición de intentar dormir nuevamente, aunque claro, ahora si que le fue imposible caer en un sueño demasiado profundo.

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