8. Clase de Pociones
—¿Dónde se ha metido? —dijo una Hermione muy preocupada—. ¡Se ha perdido la repartición de los nuevos horarios!
—Pues resulta que cambiaron papeles, ¿no? —intentó bromear Ron, codeando a su mejor amigo.
Harry simplemente forzó una sonrisa.
—Deberían estar más al pendiente —dijo Adhara Jones cuando pasó a su lado—. La ví cerca de las mazmorras, tal vez les sirva. Buen día, gryffindor's.
—¿Qué haría por las mazmorras? —dijo Hermione de manera muy incrédula—. Posiblemente esté fuera, será mejor ir a buscarla y así poder...
Pero se quedó con las palabras en la boca cuando vieron a su amiga acercarse a paso lento y mucho más relajada de lo normal. Tenía una vaga sonrisa en su rostro y jugueteaba con su varita entre los dedos.
Harry fue quien más se extrañó por su repentina actitud. Hace mucho tiempo que no la veía así de relajada, y le intrigaba mucho saber cuál era la razón por la que se encontraba en ese estado.
—¿Por qué de repente tan feliz? —cuestionó Ron cuando Emma se lanzó para abrazarlo—. ¿Qué sucedió?
—Una larga historia —se limitó a responder Emma—. ¿Saben dónde está la profesora McGonagall?
—¿Por qué? —preguntó Harry a la defensiva.
Emma le dirigió una mirada llena de confusión, sin embargo antes de cualquier reproche, Hermione intervino.
—Está en su despacho. Será mejor que hables con ella antes de que comiencen las clases.
—Estoy segura que no llegaré a tiempo para la primera —dijo Emma, guardando su varita—. Los veré luego.
Cuando la castaña llegó al despacho de su jefa de casa golpeó la puerta antes de pasar, y cuando la voz de la profesora le indicó que podía pasar, entró en el salón.
—Señorita...
—Williams está bien, profesora —le dijo Emma ante la evidente pelea interna de su profesara por decidir cómo llamarla.
—Bien, señorita Williams, ¿por qué no se encontraba en el Gran Comedor a la hora del desayuno? Agradezca que no le fueron quitados puntos a Gryffindor por eso.
—Lo lamento, profesora McGonagall —se disculpó Emma—, pero me he encontrado con un percance en el camino y no pude ir.
—¿Qué es más importante que sus clases?
—Una niña de primer año en Slytherin se encontraba bastante asustada y confundida. Decidí ayudarla y acompañarla hasta su salón de clase —explicó brevemente Emma—. Una disculpa por no llegar a tiempo.
McGonagall suspiró y se quitó las gafas un segundo.
—A veces me sorprende lo mucho que se parece a su madre —dijo en voz baja.
—¿Perdón? —preguntó Emma—. ¿Se refiere a Alhena?
McGonagall asintió—. Tendía a ayudar siempre a los más pequeños del castillo y no le importaba saltarse mi clase por eso. —se colocó las gafas nuevamente y extendió un papel frente a ella—. Bien, señorita Williams, Transfiguración está bien, me encantará verla nuevamente en el salón de clases —dijo—. Califica para Defensa Contra las Artes Oscuras y Pociones con un «Sobresaliente». El problema viene con Hustoria de la Magia y Adivinación. Lamento que un «Supera las expectativas» y «aceptable» no serán suficientes para continuar con el nivel de EXTASIS.
Emma se mordió su mejilla. Sabía que probablemente no podría continuar con esas asignaturas luego de su poca atención el año pasado, y estaba bastante decepcionada de sí misma. Sin embargo, intentó no dejar decaer su buen ánimo y asintió.
—¿Que opción puedo tomar?
McGonagall revisó un par de veces el horario—. Cuidado de Criaturas Mágicas es la única opción que queda. ¿Está bien con eso?
—Está perfecto. —Emma recibió su nuevo horario y después de despedirse de su profesora se puso en pie dispuesta a salir del despacho. Justo en el momento en que giró la manija y abrió la puerta, la profesora McGonagall la llamó una vez más.
—Señorita Williams.
—¿Sí?
—Me alegra verla mejor —dijo con una ligera sonrisa, que Emma devolvió antes de salir del lugar.
Cómo era obvio, no podría asistir a su primera clase que era Defensa Contra las Artes Oscuras, y sabía que llegar a interrumpir a Snape era algo que no debía hacer, así que mientras tanto, se dispuso a colarse en las cocinas un momento y pedirle a Dobby un poco de comida pues la barriga ya le crujía.
—¡Señorita Emma! —En cuanto la vió, el elfo doméstico se tiró a abrazarle las piernas—. Dobby está muy feliz de verla por aquí, ¿la puedo ayudar? ¿Necesita algo?
—Un poco de comida no me vendría mal. Tengo mucha hambre —dijo con una pequeña sonrisa.
—¿Pastel de naranja y un poco de jugo está bien? —Emma asintió—. ¡Pase, pase, señorita! —Dobby comenzó a conducir a Emma a una mesa cerca de las cocinas y la obligó a tomar asiento—. ¡Vuelvo enseguida!
( . . . )
Cuando la campana sonó indicando el cambio de hora, Emma acababa de limpiar su plato —aún con los reproches de Dobby unos cuantos elfos más— y luego de después, corrió escaleras arriba para llegar a tiempo a la doble clase de Pociones.
Cuando llegó al corredor vió que estaba sólo una docena de personas que habian pasado al nivel EXTASIS. Crabbe y Goyle evidentemente habían fracasado en lograr el TIMO requerido, pero tres Slytherins lo habian hecho, incluyendo a Malfoy. Cuatro Ravenclaws estaban alli y un Hufflepuff, Ernie Macmillan.
—Siempre justa, ¿no, Walk? ±se burló Malfoy a su lado.
—Será mejor que guardes silencio, Malfoy —dijo Emma sin mirarlo.
—¿Perdimos la buena actitud? Es mejor verte de buenas.
Emma frunció el ceño y se volteó a verlo de brazos cruzados.
—¿A qué te refieres? —preguntó.
Malfoy echó una breve mirada al trío de Gryffindor's que los estaban viendo desde su izquierda, un tanto alejados.
—Es mejor tu buen ánimo —se explicó con calma—. Tu aura gris me estaba cansando.
—¿Acaso me espías?
—No —sonrió Malfoy ligeramente, aunque intento ocultarlo—. Simplemente te cruzas en mi camino más de lo que me gustaría.
—Ya cállate.
Malfoy colocó su mano en el hombro de la castaña—. Deja ese temperamento agresivo, no quiero problemas.
La puerta de la mazmorra entonces se abrió y la barriga de Slughorn apareció antes que él en la puerta. La mazmorra estaba, inusualmente, ya llena de vapores y olores extraños. Emma inhaló interesadamente mientras pasaba al lado de grandes y burbujeantes calderos. Los tres Slytherin tomaron una mesa juntos, al igual que los cuatro Ravenclaw. Esto dejó a Harry, Ron, y Hermione compartiendo una mesa con Ernie.
Emma, al ver su notoria acción y ver qué la dejaron de lado, no tuvo mucha más opción que sentarse junto a los tres Slytherin. Y, claro, junto al lugar libre de Draco Malfoy.
—¿Olvidada?
—Guarda. Silencio —pidió Emma pausadamente.
Su mesa estaba cerca de un caldero de color oro que emitía uno de los más atractivos olores que Enma alguna vez hubiera olido: en cierta forma, le recordó simultáneamente a una torta de vainilla, el perfume de su madre, lilas y muy, pero muy ligeramente, el olor de la madera de las escobas.
Se encontró respirando muy lenta y profundamente, ya que el humo de
la poción parecía relajarla de manera enorme.
—¿Te ha gustado el aroma, Walk? —cuestionó Malfoy de manera perezosa.
—Es raro —Emma se encogió de hombros—. ¿Por qué?
—Tus amigos parecen muy anonadados, ¿verdad? —rió Malfoy.
—Déjalos en paz.
—Tienes muy buen corazón. Yo no les dirigiría la palabra nunca más —dijo el rubio—. A veces eres sorprendente.
—¿Por qué de repente eres tan amable? —preguntó Emma.
Sin embargo, nunca obtuvo una respuesta pues el profesor comenzó con su clase.
—Y bien, y bien, y bien —dijo Slughorn, cuyo gran contorno se oscilaba a través
de los muchos vapores trémulos—. Saquen las balanzas, todo el mundo y el equipo de pociones y no olviden sus copias de Preparación Avanzada de Pociones.
—¿Señor? —dijo Harry, levantando la mano.
—¿Harry, muchacho?
—No tengo libro, ni balanza, ni nada, ni Ron, no sabíamos que podríamos hacer el EXTASIS.
—Ah si, la Profesora McGonagall lo mencionó. No te preocupes, mi estimado
muchacho, no te preocupes en lo absoluto. Hoy pueden usar ingredientes de la alacena, y estoy seguro que les podemos prestar alguna balanza y tenemos algunos libros acá, serán
suyos hasta que pueda hacer su pedido a Flourish y Blotts.
Slughorn caminó a grandes pasos hacia el armario de la esquina y después de
rebuscar un momento, emergió con dos muy maltratadas copias de Preparación
Avanzada de Pociones por Libatius Borage, que les fue entregado a Harry y a Ron.
—Ahora bien —dijo Slughorn, regresando al frente de la clase e inflando su ya abultado pecho, con lo que los botones en su chaleco amenazaron con explotar completamente, he preparado algunas pociones que ustedes deben observar, solo por interés, ya saben. Este es el tipo de cosas que ustedes deben poder hacer una vez que completen sus EXTASIS. Deben haber escuchado acerca de éstas, aun si no lo han hecho. ¿Alguien me dice qué es esto?
Indicó el caldero más cercano a la mesa de Slytherin. Emma se empinó en su asiento y vio algo similar a agua corriente, en efervescencia dentro del caldero. No estaba muy segura de alzar la mano, y cuándo al fin se había decidido, Hermione le ganó.
—Es Veritaserum, una poción incolora e inodora que fuerza a quien la beba a decir la verdad —dijo Hermione.
—¡Muy bien, muy bien! —dijo Slughorn felizmente—. Ahora —continuó, señalando el caldero próximo a la mesa de Ravenclaw—, esta de aquí es muy conocida. Presentada en algunos de los últimos folletos del Ministerio también. ¿Quién puede...?
La mano de Hermione fue la más rápida otra vez.
—Poción multijugos, señor —dijo.
Emma también había reconocido esa sustancia que burbujeaba lentamente en el segundo caldero, con un aspecto parecido al del lodo.
—¿No quieres responder? —se burló Malfoy a su lado en voz baja.
—Siempre ha resultado más rápida —Emma se encogió de hombros—. En realidad no me importa.
—Lo que digas, Walk.
—¡Excelente, excelente! Ahora, ésta de aquí... ¿Si, querida? —dijo Slughorn, ahora viéndose ligeramente aturdido, mientras la mano de Hermione nuevamente estaba en el aire.
—¡Es Amortentia!
—Ciertamente lo es. Parece casi tonto preguntar —dijo Slughorn, quien miraba
poderosamente impresionado—, ¿pero asumo que usted sabe lo que hace?
—Es la poción de amor más potente en el mundo —dijo Emma está vez—. Aunque no puede reemplazar al sentimiento, claro.
—¡Perfecto! ¿Supongo que la reconoció, por su distintivo brillo madreperla?
—Y el vapor levantándose en sus caracteristicos espirales —dijo Hermione
entusiastamente—, y se supone que huele diferente para cada uno, según lo que nos atrae, puede oler a hierba recién cortada, a pergamino nuevo...
Pero ella se sonrojó ligeramente y no completó la frase.
—¿Puedo preguntar tu nombre querida? —dijo Slughorn ignorando la vergüenza
de Hermione.
—Hermione Granger, señor
—¿Granger? ¿Granger? ¿Podrías estar emparentada con Hector Dagworth-Granger, quien fundó la más extraordinaria sociedad de fabricantes de pociones?
—No. Creo que no, señor. Soy hija de Muggles.
Emma vió por el rabillo del ojo como Malfoy se acercaba a uno de sus compañeros con una gran sonrisa en el rostro. Razón por la cual lo golpeó en las costillas.
—Será mejor que te calles.
—Siempre a la defensiva. Relájate un poco —sonrió el Slytherin—. Calma, Walk.
—¡Oh! «Una de mis mejores amigas es hija de Muggles y ella es lo mejor de
nuestro año». ¿Asumo que ella es la amiga de quien me hablaste, Harry?
—Sí, señor.
—¿Pero dónde está la otra señorita de la que hablaste? «Es impresionante. Me atrevería a decir que es la mejor bruja que he conocido».
Harry deseaba que Slughorn dejara de repetir sus palabras. Muy apenado, señaló con la mirada a Emma.
—Pues bien, pues bien, veinte puntos bien ganados para Gryffindor, Señorita
Granger, y la señorita Walk, me perece, ¿es así? —dijo Slughorn con entusiasmo. Emma asintió.
Emma frunció los labios y arrugó la nariz ante la atención recién prestada. La verdad es que la estaba pasando mejor pasando desapercibida.
—Amortentia realmente no crea amor por supuesto. Es imposible crear o imitar el amor, cómo ha dicho la señorita Walk. No, esto simplemente causará una obsesión o poderoso apasionamiento. Es
probablemente la poción más peligrosa y energética en este salón. Oh sí —dijo,
inclinando la cabeza gravemente hacia la mesa donde se encontraba Emma—. Cuando ustedes hayan visto tanto de la vida como yo, no menospreciarán el poder de amor obsesivo.
»Y ahora —dijo Slughorn—, es hora de que empecemos a trabajar.
—Señor, no nos ha dicho lo que hay en este —dijo Ernie Macmillan, señalando un caldero negro pequeño que estaba sobre el escritorio de Slughorn. La poción en su interior chapoteaba alegremente, era de color oro derretido y grandes gotas brincaban como peces dorados sobre la superficie, aunque nada se habia derramado.
—Oh —dijo Slughorn otra vez—. Sí.
Eso. Pues bien, aquél, damas y caballeros, es una pequeña poción muy curiosa, llamada Felix Felicis. Asumo —dijo, sonriendo, mirando a Hermione, quién dejó escapar un pequeño chirrido—, que usted sabe qué hace Felix Felicis, señorita Granger.
—Es suerte liquida —dijo Hermione—. ¡Al que la bebe lo hace afortunado!
La clase entera pareció acomodarse en sus sillas. Ahora todo lo que Harry podia ver de Malfoy fue la parte de atrás de su cabello rubio y lacio, porque finalmente él le estaba poniendo su más completa atención a Slughorn y no a Emma.
—Perfectamente, otros diez puntos para Gryffindor. Sí, es una pequeña y curiosa
poción, Felix Felicis —dijo Slughorn—. Desesperantemente dificil de hacer y desastrosa si queda mal. Sin embargo, si se confecciona correctamente, como esta lo ha sido, ustedes encontrarán que todos sus esfuerzos tienden a tener éxito... al menos hasta que los efectos
se acaben.
—¿Por qué no la bebe la gente todo el tiempo, señor? —dijo Terry Boot,
entusiastamente.
—¿Existe pregunta más absurda? —se quejó Malfoy.
—¿Por qué no puedes dejar de criticar a los demás?
—Admite que fue absurda.
—Un poco pero... ¡a ti que te interesa! —repuso Emma—. Déjalo en paz.
—Ni siquiera lo conoces —recalcó.
—¿Y? Tú tampoco.
Draco sonrió—. Mejor déjalo ahí. No me apetece discutir.
—¿Qué? ¡No estaba discutiendo!
—Detente, Walk.
Emma suspiró y decidió comenzar a prestar atención al profesor Slughorn.
—...Y eso —dijo Slughorn—, es lo que les
ofreceré como premio en esta clase.
Hubo un silencio en el cual cada burbuja y gorgoteo de las circundantes pociones
pareció magnificado diez veces.
—Una diminuta botella de Felix Felicis —dijo Slughorn, tomando una minúscula
botella con un corcho, de su bolsillo y mostrándoselos a todos ellos—. Suficiente para doce horas de suerte. De sol a sol, tendrán suerte en todo lo que intenten.
»Ahora, debo avisarles que Felix Felicis es una sustancia prohibida en competencias organizadas. Los eventos deportivos, por ejemplo, los exámenes, o las elecciones. Así es que el exitoso debe usarlo sólo en un día rutinario... ¡Y verán cómo ese día rutinario se vuelve extraordinario! —dijo Slughorn, repentinamente enérgico—. ¿Cómo están para ganarse este fabuloso premio? Pues bien, pongan la página diez de Preparación Avanzada de Pociones. Nos queda un poco más de una hora, suficiente tiempo como para que ustedes
hagan un intento digno de preparar la Poción de Muertos en Vida. Sé que es más
complicado que cualquier cosa que hayan intentado antes y no espero una poción perfecta de nadie. La persona que mejor la haga, sin embargo, ganará al pequeño Felix que tengo aquí. ¡Adelante!
¿Entonces?
Hubo un sonido rasposo mientras todo el mundo arrastró sus calderos hacia ellos y algunos golpes apagados mientras comenzaron a poner contrapesos a sus balanzas, pero nadie habló. La concentración dentro del aula era casi tangible.
Emma seguía al pie de la letra las instrucciones, sin embargo, lo hacía con bastante paciencia y no como Hermione, que parecía estar al borde del colapso. En realidad no le importaba mucho ganar la poción -no negaba que le interesaba- pero no era su ambición.
—No deseas mucho la fortuna al parecer, Walk —dijo Malfoy a su lado sin mirarla.
—No me importa mucho _respondió Emma—. Al contrario, tú pareces muy interesado en ella.
—Un poco de suerte nunca viene de más.
El tiempo avanzaba y Emma estaba casi segura que pronto terminaría. Para su suerte, cuando la poción indicó que están lista, Slughorn gritó:
—Y el tiempo... ¡Se acabó! ¡Dejen de revolver, por favor!
Slughorn avanzó lentamente entre las mesas, mirando con atención los calderos. No hizo comentarios, pero ocasionalmente olfateó o agitó las pociones. Al final llegó a la mesa
donde Harry, Ron, Hermione y Ernie estaban sentados. Revisó todas muy minuciosamente, sin embargo, cuando llegó a la de Harry sonrió en grande y una apariencia de incrédulo deleite se extendió en toda su cara.
—¡El ganador absoluto! —gritó en la mazmorra—. ¡Excelente, excelente, Harry! Oh Dios, es claro que has heredado el talento de su madre. ¡Fue una tremenda alumna en Pociones Lily! ¡Aquí tienes, entonces, aquí tienes una botella de Felix Felicis, lo prometido, úsala bien!
—No sabía que tenía esas habilidades —se sorprendió Emma cuando cargó su mochila.
—Potter te sorprende mucho últimamente, ¿no?
Emma rodó los ojos—. Hasta luego, Malfoy.
—Adiós, Walk.
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