4. Messenger friend

Las semanas siguientes Emma comenzaba a arrepentirse muchísimo de aceptar la invitación de Ron, y de no ser por él, ya se hubiera marchado del lugar. Dado que todos disfrutaban jugando al quidditch la mayor parte del día, ella se dedicaba a conversar y practicar su francés con Fleur un poco dado el tiempo libre.

Sin embargo, resultaba difícil concentrarse cuando se percató una tarde en la que estaba con Hermione en la sala, de la mirada que el chico Potter tenía sobre la menor de los Weasley. Simplemente, algo había cambiado. No era lo mismo que hace un año atrás, algo nuevo se reflejaba en esa mirada que Emma desgraciadamente conocía tan bien; aparentó que no sucedía nada cuando su amiga preguntó, pero bien sabía que muy en el fondo de su corazón las cosas seguían rompiéndose un poco más.

Y su vida amorosa no era el mayor problema en ese momento: día a día se enteraban de nuevas desapariciones o muertes por medio de El Profeta y el Sr. Weasley. Para el disgusto de la Sra Weasley las celebraciones del decimosexto cumpleaños de Harry fueron estropeadas por noticias espantosas traidas por Remus Lupin, cada vez más flaco y austero, su pelo castaño rayado generosamente de color gris, su ropa más hecha jirones y remendada que nunca.

—¿Cómo estás, pequeña? —preguntó a Emma cuando la acogió en medio de sus brazos apenas cruzó la puerta.

—¿La verdad? —Lupin asintió—. Será mejor que te diga "bien" —sonrió tímidamente—. Dinos, ¿qué ha sucedido?

—Ha habido otro par de ataques de dementores —anunció—. Y han encontrado el cuerpo de Igor Karkaroff en una choza al norte. Con la Marca Tenebrosa sobre él. Bien, francamente, estoy sorprendido ya que sobrevivió un año luego de abandonar a los Mortifagos; El hermano de Sirius, Regulus, sólo anduvo unos dias hasta donde puedo recordar.

—Sí, bien —dijo la Señora Weasley frunciendo el entrecejo—. Quizás nosotros debiéramos hablar sobre algo difer…

—¿Se enteró usted de lo que le pasó a Florean Fortescue, Remus? —preguntò Bill, que estaba siendo acicalado por Fleur—. El hombre de la heladeria.

—¿La heladeria del Callejón Diagon? —interrumpió Harry, y por un segundo creyó que la castaña lo regañaría por interrumpir esa conversación—. Él acostumbraba darme helados gratis. ¿Qué le pasó?

—Fue sacado de allí, por lo que se ve en su tienda.

—¿Por qué? —preguntó Ron, mientras la Señora Weasley miraba significativamente a Bill.

—Ron —lo llamó Emma entre dientes, reprediéndole con la mirada.

—¿Quién sabe? los debe haber perturbado de algún modo. Florean era un buen hombre.

—Hablando del Callejón Diagon —dijo el Sr. Weasley—. Parece que Ollivander
también ha desaparecido.

—¿Olivander? —esta vez Emma tendría que regañarse a sí misma—. ¿Está usted seguro?

—Así es. La tienda está vacía. No hay signos de lucha. Nadie sabe si él se marchó voluntariamente o fue secuestrado.

—Pero las varitas… ¿Qué harán las personas que necesiten varitas?

—Ellos se las arreglarán comprándoles a otros fabricantes —dijo Lupin—. Pero Ollivander era el mejor, y si el otro lado lo tiene eso no es nada bueno para nosotros.

Al día siguiente de este cumpleaños bastante sombrio, llegaron sus cartas y listas de libros de Hogwarts. Se trataba de lo mismo de siempre, pero resultaba que alguien había recibido algo poco insual (razón por la cual Ron le arrebató de la carta de manos rápidamente.)

—¿Qué haces? —se extrañó Emma.

—Tú no tienes nada… —se dijo Ron a sí mismo.

—¿De qué…?

—¡Eso te equipara en status a los prefectos! —lloró Hermione alegremente—. ¡Ahora puedes usar nuestro baño especial y todo!

—¿De qué hablan? —preguntó Emma totalmente confundida—. ¿Te han nombrado prefecto? —le preguntó a Harry.

—Capitán del equipo de Quidditch —respondió Harry.

—¡Guau!, recuerdo cuando Charlie llevaba una de éstas —dijo Ron y examinó la insignia con alegria—. Harry, esto es tan bueno, eres mi Capitán. Si me permites regresar como Guardián en el equipo, supongo, ja ja…

—Bien, creo que no podemos aplazar más tiempo el viaje al Callejón Diagon ahora que tienen éstas —dijo suspirando la Señora Weasley mientras leía la lista de libros de Ron—. Iremos el sábado  mientras que su padre no tenga que ir de nuevo al trabajo. Yo no voy allí sin él.

—Mamá, ¿Piensas honestamente que Tú-sabes-quién va a estar escondido detrás de un estante en Flourishy Blotts? —rió disimuladamente Ron.

—Fortescue y Ollivander están de vacaciones, ¿verdad? —dijo la Sra. Weasley, acalorándose de inmediato—
Si piensas que la seguridad es cosa de risa puedes quedarte y compraré tus cosas yo misma.

—No, quiero ir, ¡Quiero ver la tienda de George y Fred! —dijo Ron a toda prisa.

—Entonces piénselo mejor, jovencito, ¡Antes de que decida que es demasiado
inmaduro para venir con nosotros! —dijo la Señora Weasley con ira agarrando
rápidamente su reloj, el cual las nueve manecillas todavía señalaban en peligro mortal—. ¡Y esto va para volver a Hogwarts también!

Ron se volvió para mirar con incredulidad a sus amigos mientras su madre levantaba la cesta de ropa sucia y el reloj vacilante en sus brazos y salía fuera del cuarto.

—Tú te quedas, yo me quedo —dijo Emma con una expresión de angustia en su rostro.

—Pero… —intentó replicar Harry.

—Lo cierto es que ir al castillo ya no tiene sentido —confesó Emma en voz baja, mirando de reojo a cierto azabache a su lado.

Y Ron parecía haber tomado muy en cuenta la amenaza de su madre y las palabras de su amiga pues tuvo cuidado para no ser impertinente sobre Voldemort durante los próximos días. El sábado amaneció sin más arranques de la Señora Weasley, aunque ella parecía muy tensa durante el desayuno. Bill, que se quedaba en casa con Fleur (esto no le
producía mucho placer a Hermione y Ginny), pasó por la mesa una bolsa llena de dinero a Emma y Harry.

—¿Dónde está la mía? —exigió Ron en seguida, con los ojos desmesuradamente
abiertos.

—Esto es realmente de ellos, idiota —dijo Bill—. Lo saqué de sus bóvedas, porque al público en general le toma aproximadamente cinco horas conseguir su oro en estos dias, los duendes han extremado mucho la seguridad. Hace dos días Arkie Philpott tenia una cinta de investigación pegada en su... Bien, confien en mí, de esta forma es más fácil.

—Gracias, Bill —dijeron Emma y Harry al mismo tiempo, mientras guardaban su oro. Ambos guardaron silencio luego de eso y se encargaron de no mirarse directamente por un largo rato.

Même la distance ne rompt pas le dernier lien, ¿vegdad, Emma? —ronroneó Fleur llena de adoración acariciando la nariz de Bill. Ginny gesticulaba vomitando en su cereal detrás de Fleur. Harry se ahogó sobre sus hojuelas de maiz, Ron lo golpeó en la espalda y Emma la miró confundida.

Vous trouvez confus —riñó la castaña.

Era un dia nublado, oscuro. Un automóvil especial del Ministerio de Magia de los que antes Emma había usado una vez, estaba esperándolos en el patio delantero cuando ellos salieron de la casa poniéndose sus capas.

—Es bueno que papá pueda conseguirnos éstos otra vez —dijo Ron gustosamente, estirándose confortablemente, pasando su brazo por los hombros de Emma, mientras el coche se movia suavemente lejos desde la
madriguera, Bill y Fleur saludaron desde la ventana de la cocina. Ron, Emma, Harry, Hermione y Ginny se sentaron todos en la espaciosa comodidad del amplio asiento trasero.

—No te acostumbres a utilizarlo, solo nos lo prestan debido a Harry —dijo el Sr. Weasley sobre hombro. Él y la señora Weasley estaban adelante con el conductor del ministerio; el asiento del pasajero delantero se habia estirado convenientemente hasta qué se asemejó a un sofá de dos cuerpos—. Le dan estatus de alta seguridad. Y nosotros también estaremos protegidos con seguridad adicional al arribar al Caldero Chorreante.

—Ya, claro —bostezó Ron con comodidad, dirigiendo su mirada a Emma—. ¿Cómo han ido esas lecciones de francés?

—Considerablemente bien —respondió la castaña—. Me ha ayudado a recordar bastante.

—Di algo —la alentó Ron—, ya sabes, cómo «mi mejor amigo Ron es el mejor».

Emma sonrió—. Pur supuesto —dijo de manera sarcástica—: L'égocentrisme de Ron est impressionnant.

—Ya lo sabía —sonrió el pelirrojo.

—¿Acaso entendiste? —se extrañó Harry, quién se removió incómodo en su lugar.

—Obvio no lo hizo —intervino Hermione a su lado.

—¿Entendiste? —Ron negó con la cabeza—. Mucho mejor así —dijo Emma con diversión.

—Me recuerda mucho cuando apenas te conocía —sonrió Ron con nostalgia—. En ese entonces, claro, te encantaba presumirnos que sabías el idioma.

—Eso es mentira. —La castaña hizo un puchero a su lado—. Casi no lo hacía.

—En clase de Binns respondiste en francés.

—¿Lo hice? —Emma frunció el ceño.

—Lo hiciste —afirmó Harry un asiento más allá.

La castaña guardó silencio en su lugar por unos instantes.

—No lo decía a mal —aclaró Ron inmediatamente al ver la mirada decaída de su mejor amiga—, es más, me gustaba.

Emma lo golpeó en su brazo—. Tonto.












( . . .)











En el viaje de ir por sus compras, el cuarteto de Gryffindor se había encontrado con Draco Malfoy y su madre, y su actitud extraña había llamado muchísimo la atención de Harry. Éste, por supuesto, no se quedó de brazos cruzados y lo siguió para ver de qué se trataba, acompañado por Ron y Hermione. Emma, sin embargo, se rehusó a seguirlo y regresó con los señores Weasley.

—¿Puedo pasar?

—Ya estás aquí —repuso Emma con seriedad—. ¿Qué pasa?

—No te molestes —pidió Ron tomando lugar en la cama, invitando a su mejor amiga que lo hiciera también—. Sabes que no fue a propósito.

Emma suspiró—. Está tan consternado.

—Ya sabes como es él —sonrió el pelirrojo. Guardó silencio por un segundo, pensando bien en si decir lo siguiente—. ¿Puedo preguntar algo?

—Claro —asintió la castaña—. ¿De qué se trata?

—Solo no te molestes… otra vez —Ron alejó la mirada un segundo para poder armarse de valor—. ¿Arreglaran las cosas con Harry? —No dejó que Emma respondiera—. Quiero decir, ¿sigues enfadada?

Emma titubeó antes de hablar—. No estoy enfadada con él, Ron. Simplemente dolió todo lo que hizo, ¿por qué lo preguntas?

—Si está en mí decirlo… aunque no me compete, claro: ha estado muy mal —dijo—. Es por eso que me preguntaba si arreglaran sus problemas en algún momento.

—Lo cierto es que no estoy segura de eso —Emma cubrió su rostro con sus manos—. En realidad, creo que Ginny ha llamado la atención de tu mejor amigo últimamente.

—¿Qué? —se extrañó Ron, incrédulo a lo que hablaba de oír —. ¿Por qué?

—Tal vez sean tonterías mías —Emma se burló de sí misma.

—Me gustaría creerlo —confesó Ron, poniéndose de pie—. Si necesitas ayuda con Harry, o decirle algo, no me molestaría ser tu mensajero personal, ¿lo sabes, no?

Emma dejó aparecer una pequeña sonrisa en su rostro—. Gracias, Ronnie.

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