21. El funeral y fin del sexto año
Todas las lecciones fueron suspendidas, todos los exámenes pospuestos. Algunos
estudiantes fueron sacados rápidamente de Hogwarts por sus padres, en los siguientes dias, las hermanas Patil se fueron después del desayuno. La mañana siguiente a la muerte de Dumbledore, Zacharias Smith fue escoltado fuera del castillo por su arrogante padre. Por
otro lado Seamus Finnigan, se rehusó a acompañar a su madre a casa, tuvieron una pelea en la entrada, que se resolvió cuando aceptó que podía quedarse para el funeral. Ella tuvo dificultad en encontrar un cuarto en Hogsmeade, les comentó Seamus a Emma, Harry y a Ron, ya que miles de magos y brujas estaban llenando el lugar, preparándose para darle sus últimos respetos a Dumbledore.
Se produjo una gran excitación entre los estudiantes mas jóvenes, los cuáles nunca lo habían visto, cuando un carruaje azul claro del tamaño de una casa, jalado por una docena de caballos alados gigantes, apareció en el cielo al caer la tarde, poco antes del funeral, y aterrizó en los limites del bosque prohibido. Emma observaba desde la ventana, mientras una mujer gigante de piel morena y cabello negro bajó del carruaje y se lanzó hacia los brazos de Hagrid, que la estaba a esperando.
Mientras tanto una delegación de
oficiales del Ministerio, incluyendo al Ministro de Magia en persona, estaba siendo acomodada dentro del castillo.
Harry, Emma Ron y Hermione pasaron todo el tiempo juntos. Visitaban la enfermería dos veces al dia: Neville ya había sido dado de alta, pero Bill seguía ahí, bajo el cuidado de Madame Pomfrey. Sus cicatrices estaban tan mal como
siempre, en realidad ahora tenia un cierto parecido a Ojoloco Moody, afortunadamente con ambos ojos y piernas, pero su personalidad seguía como siempre. Lo único que parecía que
había cambiado es que ahora tenía un gusto por carnes raras.
—Entonces es muy afogtunado de casagse conmigo —comentó Fleur alegremente, acomodando la almohada de Bill— «pogque» los británicos cocinan de más su comida, «siempge» he dicho eso.
—Al parecer es hora de que acepten su matrimonio —dijo Emma cuando más tarde, al igual que ella, Harry, Ron y Hermione se sentaron junto a la ventana
abierta de la sala común de Gryffindor, mirando hacia los pálidos terrenos.
—Me alegra que lo hayan hecho al fin —comentó Harry—. Fleur es buena chica.
Emma sonrió con diversión, alzando la ceja.
—Lo sé —rió al ver la expresión de Harry—. Seran felices.
—¿Alguien mas que conozcamos ha muerto? —preguntó Ron a Hermione, que estaba leyendo el Profeta con atención.
Hermione dio un respingo por el tono forzado de su voz.
—No —dijo ella en tono reprobatorio, al tiempo que doblaba el periódico —. Siguen buscando a Snape, pero no hay señal.
—Claro que no —dijo Harry, quién se ponía muy enojado cada vez que el tema salia a relucir—. No encontrarán a Snape sino hasta que encuentren a Voldemort, y considerando que nunca se les ocurrió en todo este tiempo…
—Harry, encontré algo esta mañana en la biblioteca —dijo Hermione de pronto.
—¿R. B. A? —dijo Harry, colocándose derecho en su silla y abrazando a Emma por lo hombros.
—No —dijo Hermione tristemente—. He tratado Harry, pero no he encontrado
nada... Existen varios magos conocidos con esas iniciales: Rosalinda Antigone Bungs, Rupert “Axebanger" Brookstanton... pero ninguno parece encajar del todo. Juzgando por esa nota, la persona que robó el Horcrux conocía a Voldemort y no puedo encontrar (ni siquiera junto a Emma) ninguna evidencia de que Bungs o Axebanger tuvieran algo que ver con él.. no, la verdad es que...bueno..es sobre Snape.
Hermione se veia nerviosa de tan solo pronunciar ese nombre de nuevo
—¿Qué hay con él? —pregunto Harry pesadamente, cayendo sobre su silla.
Emma le esparció pequeñas caricias en las manos en un intento de relajarlo.
—Bueno es solo que yo tenía algo de razón acerca de los asuntos del Príncipe
Mestizo —dijo tentativamente.
—¿Tienes que restregármelo Hermione? ¿Cómo crees que me siento sobre eso en
este momento?
—¡No no Harry, no quise decir eso! —dijo apresuradamente, mirando alrededor que no hubiera nadie escuchando—. Es solo que estaba en lo cierto acerca de que el libro alguna vez le perteneció a Eileen Prince. Verás... ella era la madre de Snape.
—Pensé que ella no era muy observadora —dijo Ron, Hermione lo ignoró.
—Estaba revisando los diarios viejos del Profeta junto a Emma y existe un pequeño anuncio sobre.el matrimonio de Eileen Príncipe con un hombre llamado Tobias Snape y luego otro diciendo que ella había dado a luz a un…
—Asesino —le espetó Harry.
—Bueno... si —dijo Hermione—. Entonces… yo estaba en lo cierto. Snape debía de estar orgulloso de ser un "medio Principe", ¿lo ves? Tobías Snape era por lo que decia El Profeta, un muggle.
—Si eso encaja —dijo Harry—. Actuó como si fuera de sangre pura, de esa forma podria llegar a Lucius Malfoy y al resto de ellos.... el es como Voldemort. Madre sangre pura, padre muggle… avergonzado de sus padres, tratando de hacerse temer usando las Artes Oscuras, dándose un nuevo nombre: Lord Voldemort, El Príncipe Mestizo, ¿Como
se le pudo escapar a Dumbledore?
—Me pregunto por qué no te quitó el libro si es que ya lo sabía… —dijo Emma.
—El sabía —dijo Harry amargamente—cuando usé Sectumsempra, realmente no
necesitaba usar Legilimancia. Puede haberlo sabido incluso antes de eso, con Slughorn hablando de lo brillante que yo era en Pociones...no debia de haber dejado su viejo libro en el fondo del armario ¿o no?
—¿Pero porqué no te entregó?
—No creo que haya querido que se le asociara con ese libro —dijo Hermione—. Dudo mucho que a Dumbledore le hubiera hecho gracia de haberse enterado. Y aunque Snape hubiera pretendido que no era suyo, Slughorn hubiera reconocido su letra al instante. De cualquier forma el libro fue dejado en el antiguo salón de Snape, y apuesto a que Dumbledore sabía que su madre se llamaba Prince
—Debi de haberle enseñado el libro a Dumbledore —dijo Harry—. Todo el tiempo que pasó enseñándome cómo Voldemort fue malvado, incluso cuando estuvo en la escuela, y yo tenía pruebas de que Snape lo fue también.
—Malvado es una palabra fuerte —dijo Hermione tranquilamente.
—¡Tú eras la que se pasaba diciéndome que el libro era peligroso!
—Lo que estoy tratando de decir Harry, es que te estás culpando demasiado.
Pensaba que el Príncipe tenía un feo sentido del humor, pero jamás habria imaginado que era un asesino en potencia.
—Ninguno de nosotros hubiera imaginado que Snape podria... ustedes saben —dijo Ron.
El silencio cayó entre ellos, y cada uno se perdió en sus propios pensamientos. Pero Harry notó la extraña actitud en Emma y decidió averiguar qué sucedía con ella.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó.
Emma se encogió de hombros.
—Estoy algo preocupada. Sin Dumbledore y con Snape desaparecido… no espero nada bueno.
—No estoy muy seguro de lo que vaya a suceder, pero primero cuidarte hasta donde se me esté permitido —dijo Harry, besando la mejilla de Emma—. Estarás bien, tú y tu familia lo estarán.
—Realmente lo espero —suspiró la castaña, acurrucándose aún más en los brazos de Harry.
Emma se levantó con el tiempo justo el último día del año escolar. Tenía todo empacado así que no tenía necesidad de levantarse temprano. Ese día el expreso de Hogwarts saldría una hora después del funeral. Abajo encontró que la niebla en el Gran Comedor se había dispersado.
Todo el mundo estaba usando sus capas, y nadie parecia muy hambriento. La profesora McGonagall, había dejado la silla en forma de trono en medio de la mesa de profesores vacia. La silla de Hagrid estaba vacia también, pero la silla de Snape estaba sin ceremonia alguna, ocupada por Rufus Scrimgeour.
En cuanto el desayuno se terminó, la profesora McGonagall se levantó de su lugar y el murmullo en el Comedor desapareció enseguida.
—Es casi la hora —dijo—. Por favor sigan a los Jefes de sus Casas hacia los terrenos, Gryffindors, después de mi.
Salieron de sus lugares en silencio. Emma divisó a Slughorn a la cabeza de la
columna de Slytherin, usando una magnífica capa larga color verde esmeralda, bordada con plata. Nunca habia visto a la profesora Sprout, Jefe de la casa Hufflepuff, tan limpia, no existía ni un solo parche en su sombrero, y cuando llegaron a la entrada, encontraron a Madame Pomfrey parada al lado de Filch, ella con un velo negro que le daba hasta las rodillas y el con un traje y corbata negros llenos de naftalina.
Se dirigían, como Emma pudo ver cuando se pararon en los escalones de piedra, hacia el lago. La calidez del sol acarició su cara mientras seguía a la profesora McGonagall en silencio al lugar donde miles de sillas habían sido colocadas en filas. Un pasillo se abría
en el centro de ellas hasta llegar a una mesa de mármol, todas las sillas estaban colocadas hacia ella. Era el dia de verano más hermoso.
Una extraordinaria cantidad de gente ya se habia sentado en la mitad de las sillas,
andrajosos y listos, viejos y jóvenes. Muchos de ellos —o en su mayoría— Emma no los reconocía, pero había unos pocos a los que si, incluyendo a los miembros de la Orden del Fénix: Kingsley Shacklebolt, Ojoloco Moody, Tonks, su cabello milagrosamente habia vuelto a ser rosa brillante, Remus Lupin, con quien parecía que Tonks se tomaba de la mano, el señor y la señora Weasley, Bill sostenido por Fleur y seguido por Fred y George, quienes usaban chamarras negras de piel de dragón. También estaba Madame Máxime, que ocupó dos y media sillas para ella, Tom el dueño del Caldero Chorreante, Madame Malkin, de la tienda de capas en el callejón Diagon y la bruja que empujaba el carrito de dulces en el Expreso de Hogwarts. Los fantasmas del castillo
estaban también, casi invisibles por la luz brillante del sol, visibles solamente cuando se movían, brillando insubstancialmente en el aire.
Emma, Harry, Ron y Hermione se colocaron en unos asientos al final de una fila junto al lago. La gente susurraba entre ellos, sonaba como la brisa en el pasto, pero el canto de los pájaros era mucho más fuerte por mucho. La muchedumbre continuaba llegando.
Con una gran demostración de afecto entre ellos, Harry vio a Neville siendo ayudaado a sentarse por Luna. Solo ellos de todos los miembros del ED habian acudido al llamado de Emma la noche que Dumbledore murió.
Cornelius Fudge, caminó junto a ellos, hacia las filas de enfrente, su expresión era miserable, girando su sombrero verde como siempre, Emma luego reconoció a Rita Skeeter, quién como pudo ver, tenía un cuaderno sostenido en su mano, y luego con una rabia recorriendole el cuerpo vio a Dolores Umbrige, con una expresión poco convincente de dolor en su cara de sapo, un sombrero de terciopelo negro, estaba arriba de sus rizos color metal. Al ver al centauro Firenze, que estaba parado como un centinela cerca del borde del
agua se estremeció y rápidamente se movió a un lugar a buena distancia de el.
Los profesores se sentaron al fin.
De pronto un sonido llamó su atención y olvidó su desagrado por Umbridge al empezar a buscar alrededor por la fuente de el. Y no fue la única, muchas
cabezas estaban volteadas buscando, un poco alarmadas.
—Ahí —le susurró Harry al oído.
Y Emma los vio, en el agua verde y cristalina, centimetros bajo la superficie, un coro de sirenas cantaba en un lenguaje extraño que no entendió, sus pálidas caras ondulando, el cabello de tono púrpura flotando alrededor de ellos. La música hizo que el cabello de de Emma se erizara pero sin embargo no
era desagradable. Hablaba claramente de pérdida y desesperación. Mientas miraba las caras de los cantantes, tuvo el sentimiento de que al menos ellos si lamentaban la pérdida de Dumbledore.
—Harry, mira… —Emma le tocó suavemente la mano y Harry se volvió para mirar.
Hagrid iba caminando lentamente hacia el pasillo entre las sillas. Estaba llorando en silencio, su cara estaba llena de lágrimas, y en sus brazos, envuelto en un terciopelo morado con estrellas doradas, lo que Emma sabía era el cuerpo de Dumbledore. Aunque la castaña nunca fue muy afinada a Dumbledore, sentía pena por su muerte y en los últimos días era contagiada por la tristeza en todo el ambiente del castillo.
Debido a las lágrimas que se acumularon en sus ojos no podían ver con claridad lo que ocurría al frente. Parecía que Hagrid habia colocado el cuerpo con cuidado sobre la mesa y ahora regresaba por el pasillo, sonándose la nariz con gran estruendo, lo cuál dibujó miradas de escándalo en los rostros de algunas
personas, incluyendo en Dolores Umbridge.
Un pequeño hombre en túnica negra, se había levantado de su lugar y se paraba
frente al cuerpo de Dumbledore. Emma no pudo oir lo que estaba diciendo, palabras sueltas flotaban hacia ella: De espiritu noble... contribución intelectual... grandeza de corazón... no significaban demasiado.
Emma de pronto sintió a Harry tensarse a su lado y lo vió derramar silenciosas lágrimas. Sin sabe muy bien que hacer, colocó su mano derecha en medio de sus dos manos y le repartió pequeñas caricias en ella.
—Está bien…
Los centauros habían venido a entregar sus respetos. No se habían movido hacia el espacio abierto, pero Emma los había visto, estaban parados en silencio, medio escondidos en las sombras, observando a los magos, con sus arcos a sus lados.
El pequeño hombre en negro entonces dejó de hablar por fin, y regresó a su lugar. Emma se esperaba que alguien más dijera algunas palabras, pero nadie se movió.
Entonces muchas personas gritaron. Brillantes y blancas flamas hicieron erupción alrededor del cuerpo de Dumbledore y la mesa en la que se encontraba: cada vez mas altas se elevaban, oscureciendo el cuerpo. El humo se levantaba en espirales hacia el aire haciendo formas extrañas. Emma creyó ver por un instante a un fénix volar hacia el cielo azul, pero al segundo siguiente el fuego había desaparecido. En su lugar estaba una tumba de mármol, encasillando el cuerpo de Dumbledore y la mesa sobre la que estaba descansando.
Hubo algunos llantos más, mientras que una lluvia de flechas paso quebrando el
aire, pero cayeron lejos de la multitud. Emma supo que era el tributo de los centauros, los vio volverse y alejarse de nuevo hacia los fríos árboles. De igual manera las sirenas lentamente se hundieron en el agua y se perdieron de vista.
La mirada de Harry conectó con la de Emma unos instantes, y aunque le parecía duro, sabía que su decisión de guardarse su propuesta para ella había sido lo mejor. Si alguien, por alguna razón, se enteraba que ellos habían regresado, ella y su familia correrían un grave peligro, y no estaba dispuesto a hacerla sufrir una vez más.
Triste pero aliviado, entrelazó su mano con la de la chica, sobreslatandola por un momento pero sonriendole dulcemente en cuanto se volvió para verle.
Cuando el funeral de Dumbledore dió fin y Harry fue interceptado por el Ministro, Emma, Ron y Hermione se reunieron a un lado de lago, dónde nadie podría oírlos.
—¿Qué pasará con ustedes? —preguntó Ron, abrazando a su mejor amiga—. Quiero decir, tal vez cierren Hogwarts y…
—No quiero pensar mucho en eso —dijo Emma en voz baja—. Tendremos que acompañarlo de todos modos, ¿no?
—Así es —asintió Hermione, uniéndose al abrazo—. No lo dejaremos solo ahora.
Pasaron unos minutos hasta que Harry volvió muy contrariado por la información que el Ministerio quiso sacarle minutos atrás. Harry había dicho justo lo que ellos creerían que diría, por lo tanto, no dudaron ni un segundo al decir:
—Estaremos contigo Harry —dijo Ron.
—¿Qué?
—En la casa de tus tíos —dijo Ron—, y luego iremos contigo, a dónde quieras que vayas.
—No —dijo Harry lentamente.
—Alguna vez nos dijiste —dijo Hermione lentamente—, que hay tiempo si es que
nos arrepentimos y queremos regresar, bueno tenemos tiempo ¿o no?
—Estamos contigo pase lo que pase -—dijo Ron—. Pero amigo, antes que nada tendrás que ir a casa de mis padres, incluso antes de ir a Godric's Hollow.
—¿Porqué?
—La boda de Bill y Fleur, ¿recuerdas?
Harry se le quedó mirando, asombrado.
—Si, no debemos perdernos eso —dijo finalmente.
—No te cierres a la idea de querer ir solo —dijo entonces Emma, acunando la cara de Harry entre sus manos—. Los cuatro estaremos juntos como siempre, ¿bien? No te dejaremos solo, no ahora. No después de todo lo que hemos pasado.
Harry asintió no muy convencido de todo. Abrazó una vez más a su castaña con mucho cariño, esperando no ser de las últimas veces que lo hacía.
Por más que ellos, Emma, Ron y Hermione insistieran, no podía permitirse ponerlos en peligro. Y ahora todo lo que estaba en sus manos para no llevarlos a esa misión prácticamente suicida. Tenerlos a los tres con vida era su principal misión, y si algo les llegaba a pasar nunca se lo perdonaría.
Emma dejó pequeñas caricias en la espalda de Harry, acurrucando su cara en el pecho de Harry.
—Te quiero, Harry.
Harry besó la cien de Emma—. También te quiero, Emma.
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