20. La muerte de Dumbledore

Emma tenía apoyada la cabeza en las piernas de Ron, encogida en el suelo de la sala común con los nervios de punta. Justo cuando Ron se había dispuesto en animar a sus dos amigas, Harry atravesó el retrato y llegó muy alterado.

—¿Qué te dijo? —inquirió Emma de inmediato poniéndose de pie—. ¿Qué pasa, Harry?

—No estoy muy seguro todavía —dijo brevemente Harry, corriendo junto a ellos. Subió como un rayo a su habitación y bajó tan rápido como subió. Traía en su mano el Mapa del Merodeador y un
par de calcetines hechos bola.

—No tengo mucho tiempo —dijo Harry jadeando—. Dumbledore piensa que estoy buscando mi capa invisible. Escuchen.

Rápidamente les dijo a dónde iba y por qué. No hizo ninguna pausa ni por las
exclamaciones de horror de Hermine ni por las preguntas apresuradas de Ron, ellos podrían afinar los detalles solos más tarde.

Lo que si le preocupaba era el silencio de Emma.

—…¿Ven lo que esto significa? —terminó Harry a golpe—. Dumbledore no estará
aquí esta noche, por lo tanto Malfoy va a hacer otro avance hacia lo que sea que esté tramando. ¡No, escúchenme —les dijo enojado mientras tanto Emma como Ron y como Hermione mostraban todo signo de interrumpir—. Yo sé que era Malfoy celebrando en el Cuarto de los
Menesteres. Aquí  —poniendo el mapa del merodeador en la mano de Hermione—. Tienes que observarlo y tienes que observar a Snape también. Usa a cualquiera a quien puedas informar del Ejército de Dumbledore. Hermione, los Galeones de contacto ¿todavía funcionan? Dumbledore dice que pondrá una protección extra en la escuela, pero si Snape está involucrado sabrá cuál es la protección de Dumbledore y cómo evitarla, pero no esperará que ustedes lo vigilen ¿verdad?

—Harry —empezó Hermione con los ojos enormes de miedo.

—No tengo tiempo de discutir —dijo Harry cortésmente—. Tengan también esto. —Lanzó los calcetines en las manos de Ron.

—Gracias —dijo Ron— ... emm... ¿para qué necesito calcetines?

—Necesitas lo que está envuelto en ellos, es el Felix Felices, compártanlo entre
ustedes tres…

—No —dijo Hermione, mientras Ron desenvolvia la pequeña botellita de poción dorada. Viéndose pasmado—. No la queremos, llévatela, quién sabe a qué te vas a enfrentar.

—Voy a estar bien. Voy a estar con Dumbledore —dijo Harry—. Quiero estar seguro de que ustedes estarán bien... no me miren así…

Sin precio aviso tomó a Emma por los hombros y la abrazó fuertemente cómo si nunca lo hubiera hecho.

—Puede que no…

—Ni te atrevas a decirlo —interrumpió Emma con la voz entrecortada.

Harry suspiró temeroso. Sabía que algo pasaría, su instinto se lo decía, y no sabía que pasaría con él o con Emma. No sabía si se volverían a ver o si la tendría con él una vez más. Tal vez fuera muy paranoico de su parte, pero no se sentía muy seguro al dejar el castillo con Dumbledore.

Sin pensarlo mucho tomó a Emma de la mejilla y la besó brevemente, pero asegurandose de recordar el suave tacto de sus labios.

—Por favor, cuídate —le pidió Emma en un susurro.

—Estaré bien —repitió—. Si algo sucede aquí, mantente a salvo, Emma, por favor. Te amo más que a mi propia vida. Cuídate, cuídalos.

Y sin darle tiempo a la castaña para contestar, ya se había ido corriendo a través del hueco en el retrato hacia el vestíbulo de la entrada.

También te amo —musitó Emma con un hilo de voz.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Hermione muy nerviosa.

—Lo que Harry nos ha pedido —respondió Emma, respirando hondo y tomando la botellita con la poción—. Asegúrense de tomar un sorbo. Llamaré a los del ED.

—¿Qué creen que pase?

—No lo sé… pero será mejor estar listos ante cualquier situación.

Emma se limpió brevemente una de las lágrimas que había resbalado desde su ojo derecho y bebió del Felix Felicis. Esperaba que nada sucediera.

Pero al parecer sus súplicas no fueron escuchadas.

No pasó mucho tiempo desde que Harry se fue hasta que se comenzaron a oír gritos muy fuertes cerca de la sala común. Emma, Ron y Hermione compartieron miradas de miedo, sin embargo, apuñaron sus varitas en mano y salieron apresuradamente.

Fuera todo era un verdadero caos.

Hechizos volando de un lado a otro, maldiciones cayendo sobre los más pequeños e indefensos del castillo. Era un horror ver la escena. El frío de amigos se separó para intentar ayudar, y la suerte no estaba funcionando para Emma aquella tarde. O al menos eso parecía.

La castaña corrió a su derecha al ver a una pequeña niña de Hufflepuff ser atacada. Sin ver quién era el atacante tomó a la niña en brazos y la cubrió con su cuerpo al mismo tiempo que gritaba «¡protego!».

—Corre a la torre de Gryffindor —le dijo de manera rápida—. Te ayudarán a estar a salvo. ¡Corre y no sueltes tu varita!

En el momento justo en que la niña comenzó a correr, Emma se volvió hacia el mortifago y realizó un Expelliarmus para detenerlo y que la pequeña llegara sin heridas. Sin embargo otro enmascarado llegó por las espaldas, y hubiera atacado de no ser por la repentina orden.

—¡Aguarda! ¡No ataques! —ordenó—. Vaya pequeña Walk… creí que dejarías de jugar al papel de héroe.

—Bellatrix… —susurró Emma, apretando con más fuerza su varita en su mano.

—Así es —sonrió la mujer de manera diabólica—. Muy bien, ¡soy ella! Debo llegar arriba pero… supongo que me divertiré un momento —hizo una pausa mientras acariciaba el rostro de Emma con su varita—. ¡Cru…!

—¡No! ¡Expelliarmus! —Tal como un ángel caído del cielo Ernie Macmillian apareció y desarmó a Leastrange de una menta asombrosa. Tomó a Emma por la mano y la sacó rápidamente del lugar.

—¿A dónde…?

—¡Aguarda! —El chico Hufflepuff le indicó que guardara silencio—. Bien, a cualquier rayo de luz será mejor gritar un protego, ¿de acuerdo?

—¿A qué lugar… vamos? —jadeó Emma sin soltar al muchacho y mirando a todos lado.

—Realmente no lo sé —respondió Ernie—. ¡IMPEDIMENTA!

Mientras caminaban esquivando hechizos y repeliendolos, Emma chocó con una figura ya bastante conocida. Tenía el rostro lleno de lágrimas y temblaba sin control.

—Perdón… —murmuró antes de seguir con su camino.

—¿Ese ha sido Malfoy?

—Evidentemente…

Justo detrás de él estaba Snape, seguido de Bellatrix Leastrange y otros cuantos mortifagos imposibles de reconocer a causa de la máscara.

Ernie y Emma se habían escondido en un pequeño agujero debajo de las escaleras para evitar ser visto, y así fue. Cuando los enmascarados por fin dejaron de atacar, Emma escuchó llantos de terror y lamentos por todos lados.

Tenía lo peor.

—Tengo que volver —dijo Emma—. Ernie, tal vez sea mejor que vengas también…

Pero se quedó callada. Harry bajaba a gran velocidad de la que parecía ser la torre de astronomía. Sus ojos conectaron con los de la castaña y corrió a abrazarla rápidamente.

—¿Harry, que pasa? ¿Por qué…?

Harry no dijo nada, simplemente negó con su cabeza y siguió con su recorrido (el cual parecía consistir en perseguir a Snape lanzándole todos los hechizos posibles). Por un momento Emma sintió la necesidad de seguirlo, pero entonces llegaron Ron y Hermione.

—Vengan con nosotros. Ven, Emma.

—¿Qué sucede?

—Vamos a averiguarlo también.

Los cuatro salieron a paso rápido hasta los jardines del colegio. Mucha gente estaba congregada alrededor de algo que Emma no podía distinguir. Abriéndose paso con dificultad, logré llegar a un punto dónde pudo ver claramente lo que sucedía.

Ahí, justo debajo de la marca tenebrosa se encontraba Dumbledore sin vida. Los ojos de Dumbledore estaban cerrados pero excepto por el extraño ángulo que
formaban sus brazos y piernas, podria haber estado dormido.

Emma tragó saliva con dificultad mientras escuchaba el llanto y sollozos de varias personas a su lado. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que llegó a ver tal escena, pero lo que sí sabía es que Harry había llegado y se situó a su lado.

El azabache alargó la mano hacia él
enderezando los anteojos con forma de media luna sobre la nariz torcida y limpió una salpicadura de sangre de la boca con su propia manga.  La multitud murmuraba tras de Harry. Emma se había arrodillado a su lado y recibió algo confundida lo que Harry puso en sus manos.

Dirigió su mirada hasta el extraño objeto: era un medallón dorado con una S en el centro. Emma giró el medallón en sus manos. Dentro no había nada exepto un pedacito de pergamino doblado encajado firmemente. Llevada por la curiosidad Emma tiró del pedazo de pergamino, lo abrió y lo leyó a la luz de las muchas varitas encendidas que tenía detrás.

Al Señor Oscuro.

Sé que llevaré mucho tiempo muerto cuando leas esto, pero quiero que sepas que fui yo quien descubrió tu secreto. He robado el auténtico Horrocrux e intentaré destruirlo lo antes posible.

Me enfrento a la muerte con la esperanza de que cuando te planten cara serás mortal una vez más.

R. A. B.





























( . . . )





































Emma no sabía cuánto tiempo llevaba junto a Harry, consolándolo y permitiéndole sollozar por momentos en su hombros. Sin embargo, cuando se dió cuenta ya no había nadie en el jardín, y parecía hora de ir con los demás.

—Tenemos que irnos.

—No.

—Sí, todos deben estar arriba, seguramente en la enfermería.

Pero Harry no se veía dispuesto a querer alejarse del lado de Dumbledore.

—Harry… vamos—pidió Emma—. Necesitan saber que estás bien. Por favor.

Harry asintió no muy convencido. Aceptó la mano tibia de la castaña y se pusieron de pie juntos, sin saber muy bien lo que hacía. Voces incomprensibles los golpearon, los sollozos y gemidos apuñalaban la noche, pero Harry y Emma siguieron caminando, de regreso a los peldaños de las escaleras del vestíbulo. Por dónde fuera que se abrían paso, encontraban gotas de sangre brillando en el suelo.

—¿Te atacaron? —preguntó Harry con voz temblorosa.

—No lo lograron —dijo Emma intentando sonar calmada—. Ernie me ayudó, estoy bien.

—Emma —la llamó Harry, tirando delicadamente de su mano—, ¿sabes si alguien ha… ha muerto?

—Ninguno de los nuestros, Harry. No que yo sepa.

—Pero yo ví cuerpos en la tierra…

—Neville estaba herido al igual que Bill, el hermano mayor de Ron, pero no ha llegado a mayores —dijo—. Todos están bien.

Habian Ilegado a la enfermeria. Al empujar las puertas, Emma vio a Neville
yaciendo aparentemente dormido, en una cama cerca de la puerta. Ron, Hermione, Luna, Tonks, y Lupin estaban agrupados alrededor de otra cama cerca del final de la sala. Ante el sonido de las puertas que se abrían, todos los miraron.

Hermione corrió hacia Harry y lo
abrazó, Lupin se movió hacia ellos también, y abrazó a su ahijada con cuidado de no herirla.

—¿Estás bien Harry?

—Estoy bien... ¿Cómo está Bill?

Nadie respondió. Emma buscó a alguna cabellera pelirroja, y la encontró: vio una cara irreconocible yaciendo sobre la almohada de Bill, que estaba tan gravemente cortado y rasgado, que parecía grotesco. Madame Pomfrey estaba dando toquecitos a sus heridas con un ungüento verde de fuerte olor.

—¿No podría arreglarlas con un encantamiento o algo? —le preguntó a la enfermera.

—Ningún encantamiento funcionará con estas —dijo Madame Pomfrey—, he tratado con todo lo que conozco, pero no hay cura para las mordidas de hombre lobo.

Emma contuvo la respiración. No podía…

—Pero él no fue mordido en luna llena —dijo Ron, quien estaba mirando fijamente la cara de su hermano, como si pudiera, de alguna manera, forzarlo a curarse solo mirándolo fijamente—. Greyback no se habia transformado, ¿así que seguramente Bill no será un-un
verdadero...?

Miró a Lupin con aire vacilante.

—No, no creo que Bill vaya a ser un verdadero hombre lobo —dijo Lupin— pero eso no significa que no habrá alguna contaminación. Esas son heridas malditas. Es improbable que se curen completamente, y-y Bill puede tener algunas características de lobo de ahora
en adelante…

—Dumbledore podría conocer algo que funcione, pienso —dijo Ron—. ¿Dónde está? Bill luchó contra esos maniáticos bajo las órdenes de Dumbledore, se lo debe, no puede dejarlo en este estado.

—Ron… Dumbledore… él está muerto —dijo Emma.

—No —Lupin cambiando desesperadamente la mirada de Emma a Harry, como esperanzado en que éste último la contradijera, pero cuando Harry no lo hizo, Lupin se desplomó en una silla al lado de la cama de Bill, con sus manos sobre su cara. Emma nunca
habia visto antes a Lupin perder el control, se sintió como que se estaba entrometiendo en algo privado, indecente.

—¿Cómo murió? —susurró Tonks—. ¿Cómo pasó?

—Snape lo mató —dijo Harry—. Yo estaba ahí, lo vi. Llegamos a la torre de
Astronomía, porque era el lugar donde estaba la marca... Dumbledore estaba enfermo, estaba débil, pero creo que se dio cuenta de que era una trampa cuando escuchamos pasos

Todos se dedicaron a explicar lo que había pasado desde sus perspectivas y como se sentían respecto a la muerte de Dumbledore. Emma por su parte no tenía realmente mucho que decir, seguía en shock por todo lo sucedido esa noche. Sin Dumbledore, ya no sabía que esperar para el mundo mágico.

Pero algo si era claro: correrían mucho más peligro que nunca.

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